domingo, 10 de agosto de 2014

Rastrean los pasos de un dinosaurio único en un yacimiento en Burgos con más de mil huellas

El periódico científico on line MATERIA publica la noticia sobre los
resultados de la XII Campaña de excavaciones paleontológicas en la Sierra de
la Demanda. Aunque es uno más de los Medios que lo ha publicado, hay que
subrayar la difusión y calidad de este periódico que apuesta por la
divulgación científica en los tiempos tan revueltos que sufre actualmente la
Ciencia en España.
Os aconsejamos su lectura por los comentarios que realiza sobre el trabajo
que estamos llevando a cabo en Salas, pues siempre es estimulante comprobar
que entienden y aplauden nuestro trabajo personas con capacidad contrastada
para valorar este tipo de iniciativas.

En Quintanilla de las Viñas, en las estribaciones de la Sierra de la Demanda burgalesa, construyeron los visigodos hace más de 1.300 años una ermita dedicada a Santa María. Muy cerca de allí, se encontraban ya entonces los rastros de unos seres que quizá aquellos antiguos pobladores de la Península Ibérica hubiesen confundido con dragones. En el yacimiento de Las Sereas se han identificado ya más de 800 huellas de dinosaurios que se pasearon por la zona hace más de 140 millones de años, pero solo se han estudiado cinco de los catorce afloramientos que se conocen. “Podemos afirmar sin ningún problema que hay más de mil huellas”, afirma Fidel Torcida, director del Colectivo Arqueológico-Palentológico Salense (CAS) y responsable de la excavación.
El paisaje mesetario de hoy estaba ocupado en el tiempo de los dinosaurios por un lago, en torno al cual vivían varias especies de estos animales. Los saurópodos, herbívoros de cuello y cola largos, convivían con los carnívoros bípedos que se conoce como terópodos, de la familia de los tiranosaurios o los velocirraptores, y con dinosaurios acorazados como los estegosaurios. Algunos de ellos dejaron sus huellas en el barro a lo largo de los cinco kilómetros que hoy ocupa el yacimiento de Las Sereas. Estas marcas se secaron y pudieron mantener su forma cuando quedaron enterradas con el paso del tiempo. Los procesos geológicos posteriores las acabaron petrificando y permitieron que se conservasen hasta ahora.

Un saurópodo de 17 metros
En la última campaña de excavaciones, desarrollada este verano y presentada ayer en Burgos en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), los investigadores han encontrado decenas de nuevas huellas, y han identificado un rastro especialmente interesante: un paseo de 17 metros de un dinosaurio saurópodo en el que se ven 45 huellas de las patas delanteras y traseras del animal. Estas icnitas (así se conocen las huellas fosilizadas), algunas de medio metro de largo, corresponden a un dinosaurio de peculiares características que ya se había encontrado en otros sectores de Las Sereas, pero del que no se han encontrado rastros similares en ninguna otra parte del mundo ni se puede asociar a huesos fósiles conocidos. Ahora, Torcida y su equipo trabajan para certificar estos recientes descubrimientos y ponerles el marchamo de calidad de una revista científica. De momento, ya saben que tenía unas patas traseras de tres metros de largo.

Hasta hace no demasiado, el estudio de las icnitas se consideraba algo menor, siempre a la sombra de los huesos fosilizados. Sin embargo, ahora se sabe que las huellas tienen una gran relevancia científica. Las huellas hablan sobre cómo se movía el animal y a partir de ahí permiten entender mejor cómo estarían colocados los huesos fósiles que se encuentran desperdigados y ayudan a montar el rompecabezas de los dinosaurios. Además, proporcionan información sobre aspectos de su vida social imposibles de conocer a través de sus huesos.

En España ya se han encontrado más de 15.000 huellas y la relevancia de este patrimonio ha llevado a las icnitas ibéricas a ser candidatas a convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Torcida confía en que los nuevos descubrimientos en Castilla y León, que se añaden  a más hallazgos realizados en regiones como La Rioja o Asturias, puedan servir para lograr un objetivo que no se consiguió en 2010. Por ahora, según comenta el paleontólogo, las administraciones regionales que surgieron tras las últimas elecciones no han retomado la iniciativa para dar un impulso esencial para este patrimonio científico y cultural.

Investigadores comprometidos
Situadas en regiones rurales y con un apoyo público limitado, más en tiempos de escasez presupuestaria, la etiqueta de patrimonio de la humanidad supondría un incremento de recursos, tanto para la investigación como para la divulgación de estos hallazgos al público. Ahora, en pequeñas localidades como Enciso, en La Rioja, con menos de 200 habitantes, o Salas de los Infantes, en Burgos, que ronda los 2.000, el esfuerzo de algunos investigadores comprometidos y el apoyo social han permitido mantener un asombroso ritmo de descubrimientos, realizar una tarea continuada de divulgación e incluso atraer a congresos en estos pueblos a expertos de prestigio internacional.

Durante la presentación de los resultados de la última campaña de excavación, Torcida, acompañado de Alfredo Pérez, director del CENIEH, anunciaron un reciente acuerdo con esta institución por la que les prestará apoyo tecnológico y conocimiento. Las técnicas de escáner permitirán dejar registrados unos yacimientos de gran fragilidad además de recoger características que no se pueden ver a simple vista.


Después del hallazgo del paseo de este saurópodo, que aún está por bautizar, vendrán, muy probablemente, otros, dado que la mayor parte del yacimiento está por explorar. De momento, habrá que esperar a la campaña del año que viene para seguir conociendo a otros dinosaurios que poblaron aquel concurrido lago junto al que, millones de años después, los visigodos construyeron una iglesia.

Fuente: Materia

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