jueves, 21 de mayo de 2015

Un científico platense en dos grandes hallazgos mundiales sobre dinosaurios

Alejandro Otero integró el equipo que trabajó en las expediciones de Santa Cruz y Chubut
















eldia.com

Por CarlosAltavista

En Santa Cruz, un equipo de paleontólogos halló restos de los dinosaurios más antiguos que habitaron la Patagonia. Fueron ejemplares de la especie Mussaurus patagonicus, que vivieron hace unos 190 millones de años. En Chubut, parte de ese equipo dio con el dinosaurio terrestre más grande del mundo, mucho más “contemporáneo”, ya que vivió hace aproximadamente 100 millones de años. “No hay que confundir. Son dos hallazgos totalmente distintos, de épocas muy diferentes, que ayudarán a reconstruir ecosistemas igualmente diversos”, subraya Alejandro Otero, el platense que tuvo el privilegio de participar de ambos descubrimientos.

Con apenas 34 años, egresado del Colegio Nacional y de la facultad de Ciencias Naturales de nuestra ciudad, Alejandro confiesa que “cuando uno es estudiante sueña con cosas como estas, pero jamás hubiese imaginado que iba a participar de dos expediciones únicas para el país”.

Es que el experto platense participó de las excavaciones en las que se encontró, nada más y nada menos, que el animal más antiguo que habitó la actual Patagonia y el más grande del planeta conocido hasta el momento.

Otero prefiere adentrarse con más detalle en el hallazgo de Mussaurus, pues el otro aún está “en pleno estudio”, dice, respetando a rajatabla los tiempos de la ciencia.

TRAS LOS PASOS DE BONAPARTE

Cuenta que el hallazgo de Santa Cruz se produjo en las cercanías de la estancia abandonada “El Tranquilo”, una zona ubicada levemente hacia el noreste de la provincia. Y añade que la expedición ya contaba con un importante antecedente.

“Hubo campañas en la década de los ‘60 y en la de los ‘70. En 1974, el doctor José Bonaparte halló un nido de dinosaurios donde había Mussaurus recién nacidos y cáscaras de huevos”, comenta, para realzar que Bonaparte está considerado el padre de la paleontología de vertebrados moderna en la Argentina.

Desde el anexo del Museo de Ciencias Naturales, que funciona en 122 y 60, en el predio donde se levanta la facultad, el joven especialista platense hace una pausa. Toma papel y lápiz y comienza a realizar un esquema para explicar de qué se habla cuando se habla de Mussaurus, el dinosaurio -hasta hoy- más antiguo que habitó nuestra Patagonia.

“Mientras uno es estudiante sueña con cosas como estas, pero nunca imaginé estar en dos expediciones únicas para el país” 
  
“Hay un gran grupo, el de los sauropodomorfos, que vivieron entre el Triásico Superior y el Cretácico Superior (entre 228 y 65,5 millones de años). Pero hay que hacer una importante división entre los sauropodomorfos basales, más primitivos, y su grupo hermano, los denominados saurópodos. Entre los primeros están los Mussaurus, hallados en “El Tranquilo”; entre los segundos, el “gigante” descubierto en Chubut”, detalla Otero.

¿Diferencias? Mussaurus, santacruceño, vivió hace 190 millones de años, medía unos 10 metros desde la punta de la cola hasta la pequeña cabeza, caminaba en cuatro patas pero también se manejaba en dos y era “más esbelto, más grácil” que el saurópodo “chubutense”. Este vivió hace 100 millones de años, era muy grande –casi 40 metros de largo-, cuadrúpedo, súper robusto y pesado y de cuello muy largo.

Lo cierto es que en la abandonada estancia de “El Tranquilo”, el equipo del Museo “Egidio Feruglio” de Trelew, luego de convocar a varios especialistas, entre ellos a Alejandro Otero, fue tras los pasos del maestro Bonaparte, aquel que en los ‘70 halló en una ex laguna a los Mussaurus juveniles. Y en otra ex laguna del enorme paraje, hicieron un descubrimiento “excepcional, único para el país”, resalta el científico platense.

ROMEO Y JULIETA

“Ya es raro encontrar un fósil. Si se lo encuentra, suelen hallarse partes. Por lo que toparse con un esqueleto completo es impresionante”, dice, para mostrar en la pantalla de su computadora que el equipo, en Santa Cruz, dio con dos esqueletos completos.

Por la posición en que estaban, uno al lado del otro y con las trompas casi pegadas, se los denominó Romeo y Julieta.

La pregunta surge inevitable. ¿Qué tienen en cuenta cuándo salen al campo? “No se sale a ver qué hay, si bien la suerte siempre aporta lo suyo. Pero uno camina por una zona, previamente muy estudiada, de rocas que tengan una edad que se corresponda con lo que quiere hallar. Si fuimos en busca de sauropodomorfos basales, no íbamos a transitar por rocas del jurásico superior (161 a 145 millones de años)”, ejemplifica.

El trabajo para trasladar a Romeo y Julieta al museo fue -como en todos estos casos- digno de verse.

“Se hicieron “bochones” de yeso y arpillera. Primero se colocaron varias capas de papel higiénico mojado sobre los restos, y arriba yeso, con tiras de arpillera. El papel se usa para que el yeso no se pegue al resto fósil y lo arruine. Luego se hicieron cortes muy precisos, ya que no era posible llevarlos enteros. Se cargaron cuidadosamente en vehículos y se los transportó. Posteriormente se los unirá”, cuenta Otero.

Pero primero se los estudia a fondo, para reconstruir, a partir de esos restos, la forma de vida de los animales y el ecosistema de esa época, hace poco más de 190 millones de años, entre el Triásico Superior y el Jurásico Inferior.

Y así se descubrió que la Patagonia fue cálida, que tuvo una vegetación exuberante y largos períodos de humedad.

“Los paleobotánicos trabajaron mucho sobre plantas fósiles de “El Tranquilo”, y concluyeron que abundaban los helechos, pero no como los que conocemos hoy, sino helechos del tamaño de grandes árboles. Ya había coníferas y ginkgoales, una familia con un extenso registro fósil, pero que hoy en día contiene una única especie viviente, el ginkgo. Todavía no había plantas con flor”, narra Otero.

Detalla que el clima era “templado-cálido, con una temperatura promedio de 15 grados anuales, en el marco de un régimen monzónico, es decir, seco en invierno pero muy húmedo en verano”. Así era la Patagonia de los Mussaurus. La de Romeo y Julieta.

¿Y el dinosaurio en si? “Por la morfología de sus miembros anteriores (manos) se deduce que podía darles distintas funciones; quizás defensa, tal vez las usaba para cavar. Es que tiene el dedo número uno (nuestro pulgar) muy grande y dirigido hacia adentro”, relata.

¿Carnívoro o herbívoro? “Ni netamente carnívoro, pues no tenía la dentadura en punta, ni netamente herbívoro, pues tampoco contaba con una superficie apta para machacar hierbas. Es probable que fuese omnívoro o herbívoro especializado en alguna planta o semilla en particular”, indica.

EL MAS GRANDE DEL MUNDO


El año pasado, un paisano del paraje La Flecha, cerca de la localidad “El Sombrero”, en el centro de Chubut, se encontró con una extraña formación y realizó la denuncia en el Museo de Trelew.

“Me llamaron y fuimos. En este caso, no teníamos ni idea de lo que podíamos encontrar, de manera que se planificó una expedición corta y de cuatro personas”, recuerda Alejandro. Pero estaban ante el dinosaurio más grande del mundo.

“Ahora es tiempo de empezar a pensar en el regreso. En paleontología no existe el ‘ya está’” 

“Es un saurópodo, con una antigüedad de entre 95 y 100 millones de años, por lo que pertenece a la transición entre el Cretácico Inferior y el Superior”, apunta.

“Fue impresionante el trabajo que hubo que realizar -recuerda el experto-; con una retroexcavadora se cavaron varias capas y aparecieron restos en una cantidad y en un estado de conservación inusuales”, realza.

Otero es cauto porque -como dijo- la investigación aún no concluyó, al punto que el dinosaurio todavía no tiene nombre. Se sabe que medía 40 metros, que podía haber alcanzado 80 mil kilos y que era herbívoro.

¿Y ahora? “Ahora es momento de empezar a pensar en el regreso, tanto a “El Tranquilo” como a “La Flecha”. En paleontología no existe el “ya está”. Porque en Santa Cruz hallamos desde Mussaurus recién nacidos hasta adultos y de distintas edades, por lo que es posible reconstruir su historia de vida. Además quedó muchísimo material por rescatar, que nos permitirá saber con quiénes convivió, pues hasta ahora no hay registro de fauna asociada, al menos en Patagonia”, dice el paleontólogo platense que cumplió -y con creces- sus mejores sueños de estudiante.

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