sábado, 25 de marzo de 2017

ENTREVISTA A JOSÉ LUIS CORRAL EN EL CORREO DE BURGOS / HISTORIADOR Y ESCRITOR

En apenas una hora estará con todos nosotros en el Teatro-Auditorio "Gran Casino" de Salas de los Infantes 

«La política actual parece un juego de trileros»

José Luis Corral con un ejemplar de su última novela.
ICAL
Bucea en la historia y se documenta como pez en el agua para sus novelas y ensayos. Aplica el rigor en los textos y mete la directa en las opiniones. No tiene pelos en la lengua, pero tampoco peca de soberbio. Sabe de lo que habla, conoce el pasado y se imagina el futuro.

Lo que más le sorprende a José Luis Corral de estos tiempos en los que «prima lo banal y lo inane» es que todavía «haya personas que se interesen por la cultura». El historiador y novelista zaragozano lleva nueve meses recorriendo España para presentar su última obra: Los Austrias. El vuelo del águila. Hoy recala en Salas de los Infantes, donde ya se ha detenido «en alguna ocasión», y aprovechará la invitación de la biblioteca municipal y del Ayuntamiento para «conocer bien la localidad, sobre todo sus museos y su patrimonio».

«Que te digan que les interesa la historia y la novela histórica, y en concreto mi novela, y que te pidan que vaya a hablar de ello es para mí una enorme satisfacción», admite quien ostenta el título de maestro de la novela histórica española contemporánea. No será su última visita a Salas, pues espera «volver en otros momentos».

Pregunta.- Dos años de disciplina, de viajes y de documentación. ¿Qué licencias ha concedido a la ficción?

Respuesta.- Mis novelas históricas están muy documentadas, pero también hay ficción, claro. Yo creo que la buena novela histórica tiene que ser verosímil, es decir, que lo fabulado no chirríe con lo histórico. En Los Austrias. El vuelo del águila hay mucha historia y mucha desmitificación de la historia oficial estereotipada y acrítica, pero también hay imaginación, que es lo propio de la literatura. En esta novela hay dos grandes tramas: la histórica, en torno a las relaciones de Fernando el Católico con su yerno Felipe el Hermoso, su hija Juana la Loca y su nieto Carlos de Austria; y la de ficción, en torno a una familia de judíos conversos, los Losantos, que son médicos de la corte y por ello testigos privilegiados de la intrahistoria y donde he desarrollado toda mi imaginación. Ensamblar esas dos tramas, una real y otra ficticia, ha sido lo más complejo a la hora de escribir la novela.

P.- En el vídeo promocional sostiene que «el conocimiento del pasado nos sirve para entender por qué el presente es como es». ¿Qué vicios o costumbres de aquella época mantiene la clase política actual?

R.- Muchísimos: la ambición por el poder y el dinero, el egoísmo que hace que se preocupen más por mantener su puesto que por el bienestar de la gente, las intrigas y la mentira como arma política, la falta de vergüenza... Además, hay algo que cuenta en favor de algunos poderosos de antaño con respecto a los de ahora: en 1500 muchos poderosos leían, se preocupaban las artes, amaban la belleza y gustaban de los libros y las bibliotecas. Encontrar a políticos que lean, amen la cultura, visiten museos, vayan a conciertos o frecuenten el teatro es casi un milagro. La clase política española actual es tremendamente inculta, y se le nota muchísimo.

P.- ¿Y el pueblo llano?

R.- Ya sé que esto no es correcto, pero una mayoría de la gente es hoy tan inculta y está tan despreocupada por la cultura como lo estaba en España a comienzos del siglo XVI. Con un agravante para los de hoy: ahora la enseñanza es obligatoria hasta los 16 años, pero, desgraciadamente, no se nota demasiado. Quizás muchas gentes siguen teniendo un comportamiento gregario muy arraigado: no les preocupa lo importante, no les preocupa la defensa de lo público y son acríticos e incultos. Una pena.

P.- Las traiciones entre rivales ya no acaban en muerte física, pero sí política. ¿Se puede jugar limpio y salir indemne?

R.- En la época de mi novela nadie jugaba limpio en la esfera de la política. Como escribo en alguna página, en la España de los Austrias «todos trataban de engañar a todos». Y creo que hoy pasa algo similar. En política, tal cual están las cosas, si vas de frente, con las manos por delante y sin trampas ni engaños, estás perdido. La política actual es lo más parecido a un juego de trileros, donde el engaño prima sobre la verdad.

P.- Ha denunciado en multitud de ocasiones la manipulación de la historia de España por parte del poder. ¿Mienten más los defensores de la unidad nacional o quienes pretenden irse?

R.- La Historia es un arma ideológica formidable y el poder la ha utilizad siempre para justificarse. Lo ha hecho, y lo sigue haciendo, el nacionalismo españolista, que sin el menor análisis crítico sostiene que España existe poco menos que desde los tiempos de los primeros pobladores de las cuevas de Atapuerca; y lo mismo hacen los nacionalistas de otros ámbitos más reducido en la geografía, por ejemplo los pancatalanistas cuando dicen que Cataluña es una nación desde el siglo IX o cuando hablan de términos inexistentes como «Confederación catalanoaragonesa» o «Países catalanes».

P.- En su día abordó la figura del Cid en forma de novela. ¿Qué le atrajo del personaje?

R.- Rodrigo Díaz de Vivar es un personaje extraordinario. Me fascinó su forma de comportarse en un tiempo tan convulso con los últimos años del siglo XI, su sentido de la independencia y del honor, su manera buscar la gloria y la fortuna. El Cid es una de las figuras más manipuladas de la historia de España. En mi novela, paradójicamente usando la literatura, desmonto las mentiras que se inventaron sobre él y sobre su tiempo.

P.- ¿Héroe, mercenario o ambas cosas a la vez?

R.- Los conceptos de héroe o villano, o mercenario en este caso, no son iguales según desde dónde se contemplen. Grandes generales y soldados que son considerados héroes por algunos aparecen como criminales de guerra por otros. Ser un héroe o un villano depende de muchas cosas: del bando ganador, de cómo lo traten los historiadores o los escritores, del punto de vista nacional, religioso, político... y de la época desde la que se mire el pasado. El Cid fue un héroe para la literatura medieval, pero visto desde los ojos de observadores del siglo XXI parece un mercenario. Eso sí, fue un hombre que siempre cumplió su palabra y que se impuso al destino, y ese es el estereotipo de héroe universal y atemporal. Por eso sigue siendo una figura muy atrayente para todo el mundo y en todas las épocas.

P.- También ha investigado los enigmas de las catedrales. ¿Algo que contar sobre la de Burgos?

R.- Burgos es una ciudad que me ha atraído desde hace años, y que suelo visitar con frecuencia, aunque hace ya tres años que no paso en ella algún día. Burgos ha sido muy importante en mi actividad como historiador y como novelista. Además de mi novela sobre El Cid,  he dedicado a su catedral muchas horas de investigación en mi ensayo El enigma de las catedrales y otras tantas en mi novela El número de Dios, que discurre durante la construcción de la catedral de Burgos en el siglo XIII. La catedral de Burgos es todo un texto semiótico, un microuniverso en el que se compendian los saberes, las esperanzas y los miedos de la Edad Media. La de Santa María es una catedral con muchas historias que contar todavía.

P.- ¿Cuál es su próximo reto historiográfico o literario?

R.- Pues acabo de terminar un ensayo histórico que me ha apasionado escribir; se titulará Misterios, enigmas y secretos de la Edad Media y lo publicará la editorial Síntesis este próximo mes de mayo. Y en cuanto a literatura, ando metido de lleno en una segunda entrega de Los Austrias, que comienza donde dejé Los Austrias. El vuelo del águila, es decir, cuando Carlos de Gante va a ser proclamado emperador. La publicará la editorial Planeta, creo que a fines de este mismo año. Será la segunda de una saga, una pentalogía, que quiero prolongar hasta la muerte de Felipe II; ya veremos.

P.- Viendo el panorama actual, ¿estamos condenados a repetir nuestra historia y ya la estamos repitiendo? Y no me refiero únicamente a España, sino a Europa y el mundo en general.

R.- Yo no creo que la historia se repita, porque cambian muchas cosas (escenarios, tiempos, paisajes, protagonistas, ideas), pero sí hay momentos que se parecen. La historia debería ser maestra de vida y aprender de ella, sobre todo de los errores, pero no hay manera de que los políticos lo entiendan. No estamos condenados a repetir la historia por no conocerla y no aprender de ella, pero sí estamos condenados a sufrir situaciones similares si no aprendemos de la experiencia. Las personas sabias son las que aprenden de los errores y los corrigen. Desafortunadamente, no hay sabios en el poder.

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