jueves, 25 de mayo de 2017

Huellas leonesas con 300 millones de años

No existe otra pieza de características similares en el mundo

Huellas leonesas con 300 millones de años.
Hace más de 300 millones de años, una serie de criaturas anfibias de cuatro patas y larga cola, del tamaño aproximado de un gato doméstico, se pasearon por el borde de una antigua laguna, dejando impresos en el barro fresco los contornos de sus dedos. Las había grandes, adultas, y otras pequeñas, más jóvenes, todas dedicadas a corretear por aquella orilla en varias direcciones. A pesar de sus avances en material cerebral, sin duda que aquellos seres —antecesores comunes a reptiles y mamíferos— jamás llegaron a pensar que, un día lejano, varios bípedos asombrados se afanaran tanto por extraer, recuperar y estudiar aquellas huellas fosilizadas.

«Es el hallazgo de mi vida. Y el mejor descubrimiento paleontológico efectuado nunca en León». Quien lo dice sabe de lo que habla. Es José Vicente Casado, leonés conocido mundialmente no sólo por surtir a museos de uno y otro lado del Atlántico de réplicas de dinosaurios —algunos gigantescos—, sino por ser un experto recuperador, restaurador y divulgador de fósiles y meteoritos. Casado explica que esta gran placa con unas 80 pisadas de aquellos animales —temnospóndilos se llaman— en realidad la descubrió José Luis Fuertes en la escombrera de una mina ubicada entre Babia y Laciana, y qué él la recuperó y restauró con destino a la Fundación Cultura Minera de la que participan instituciones como la Diputación y la Universidad de León.

Con los ojos brillantes por la pasión y la vehemencia que caracteriza a este infatigable combatiente del patrimonio paleontológico y estelar, José Vicente Casado comenta que los densos bosques que rodeaban la laguna por donde caminaron los temnospóndilos acabaron por formar las capas de carbón características de las cuencas leonesas. «Aquí tenemos los animales que empezaron a colonizar la tierra y a respirar aire, los primeros tetrápodos que caminaron sobre cuatro extremidades, estos también son nuestros ancestros», incidió al hablar de unas criaturas pequeñas en cuanto tamaño pero de una importancia vital —a tenor de todo lo que vino después— por cuanto ‘consiguieron’. «Unas huellas pueden informarnos de muchas cosas, y en algunos casos incluso son más elocuentes que los huesos», dijo Casado, y mencionó detalles como el peso, la locomoción e incluso la temperatura corporal, que pueden ser conocidos gracias al análisis de la forma, disposición y profundidad de las pisadas.

El investigador, artesano y divulgador, uno de los comisarios de la exposición Fósiles. El origen del carbón que puede verse en el Museo de la Minería de Sabero hasta finales de agosto, contextualizó la importancia del hallazgo al reseñar que los dinosaurios sobre los que gira, por ejemplo, el Museo del Jurásico de Asturias, «datan de hace unos 140 millones de años, mientras que estas huellas habrían sido impresas hace entre 300 y 340 millones de años». Habitual conferenciante y participante en numerosas actividades de difusión y educación, José Vicente Casado asegura que, hasta donde él sabe, no existe en ningún otro lugar o museo del mundo unos vestigios como éstos. «Se han encontrado huellas de temnospóndilos, claro, pero no tantas, juntas, de esta antigüedad». «Son, hoy por hoy, los leoneses más antiguos», aseguró el especialista.

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