lunes, 23 de junio de 2025

Dinosaurios de Brasil y Mongolia desarrollaron las mismas estrategias para sobrevivir en el desierto

Los investigadores han descubierto adaptaciones anatómicas similares en fósiles de Brasil y Mongolia, lo que ilustra un caso notable (y muy raro) de evolución convergente en diferentes partes del planeta.

Reconstrucción artística de dinosaurios brasileños que dejaron huellas en un lago
de la cuenca de Bauru, hace unos 90 millones de años. (Imagen: Matheus Gadelha)
Imagine pasar hambre en un desierto donde la única vegetación disponible son plantas xerófitas: espinosas, con hojas muy gruesas y semillas duras. Esta era la situación en Brasil y Mongolia hace millones de años.

Resulta que los dinosaurios que habitaron la región donde actualmente se ubica el desierto de Gobi (Mongolia) hace 66 millones de años, encontraron una situación muy similar a la de los dinosaurios brasileños que vivieron en el oeste de Paraná, hace 125 millones de años: ambas regiones eran desiertos con muy pocas fuentes de alimento.

Los científicos han descubierto que la solución evolutiva fue similar en ambos casos: los dinosaurios desarrollaron cráneos altos y planos, y mandíbulas robustas con un hueso dental prominente para poder alimentarse en condiciones duras.

Arte conceptual de los dinosaurios brasileños Berthasaura leopoldinae (izquierda)
y Limusaurus inextricabilis (derecha), que tienen evolución convergente.
(imagen: Maurilio Oliveira / Yu Chen).
Este es un caso muy raro de evolución convergente, en el que especies distintas y no relacionadas desarrollan rasgos similares porque viven en entornos similares con los mismos desafíos. Estas adaptaciones evolutivas parecen estar directamente relacionadas con la exigente dieta de los desiertos.

El descubrimiento fue realizado por investigadores del campus de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (USP), que analizaron decenas de muestras fósiles de diferentes lugares del planeta para confirmar sus hipótesis.

Decenas de muestras fósiles fueron estudiadas en la USP

Para comprobar la similitud entre los dinosaurios brasileños y mongoles, los investigadores mapearon puntos de referencia en 65 mandíbulas y 52 dientes de terópodos de diferentes partes del mundo, separándolos en carnívoros y no carnívoros.

El estudio implicó realizar tomografías computarizadas de los huesos dentales
de dinosaurios terópodos, entre otros análisis de docenas de muestras diferentes.
 (imagen: Max Langer)
La robustez observada en las mandíbulas de algunas especies resultó ideal para descomponer estructuras resistentes de plantas hostiles, como las semillas. Esto pone de manifiesto cómo los dinosaurios de diferentes regiones del planeta se adaptaron de forma similar a condiciones áridas, con temperaturas extremas y escasez de humedad y alimento.

Los hallazgos también refuerzan las hipótesis sobre la presencia de plantas xerofíticas en el antiguo desierto de Paraná y la formación de la arenisca de Caiuá, donde se encontraron los fósiles de B. leopoldinae, lo que marca el inicio de la sedimentación de la cuenca de Bauru. A pesar de las condiciones inhóspitas, esta cuenca albergó una rica biodiversidad en el pasado.

En diciembre de 2024, un estudio publicado en Cretaceous Research reveló huellas de dinosaurios ornitisquios (herbívoros con hocico en forma de pico y pelvis de ave) encontradas en la Cuenca de Bauru, más específicamente en General Salgado (SP), cerca de una antigua y rara laguna, un oasis en el desierto.

Rastros dejados hace unos 90 millones de años en un lago de la Cuenca de Bauru
registran el paso de una fauna muy diversa, incluidos los ornitisquios
 (imagen: Bruno Navarro)
Las huellas indican que la laguna servía de oasis a diversos animales durante los períodos secos. Esto nos proporciona valiosas pistas sobre cómo se comportaban e interactuaban estos animales con el entorno inhóspito que los rodeaba.

El estudio también pudo señalar otros ejemplos de conversión evolutiva. Uno de ellos muestra que Berthasaura leopoldinae probablemente perdió sus dientes a lo largo de su vida, convirtiéndose en un adulto desdentado, algo similar a lo que ocurrió con Limusaurus inextricabilis, de China, lo que ilustra otra convergencia poco discutida hasta ahora.

Referencia de noticias:

Dinossauros de ambientes extremos do Brasil e da Mongólia tinham estratégias semelhantes de sobrevivência. Revista FAPESP, Junho de 2025. Enrico di Gregorio.

meteored.com.ar

Descubren en Argentina las escamas de mariposa más antiguas del mundo

Un equipo científico halló en La Rioja restos de lepidópteros de 236 millones de años, desafiando teorías sobre su evolución y estableciendo un nuevo hito en la paleontología mundial

El hallazgo en Talampaya marcó un hito histórico al descubrir escamas de
 lepidópteros de hace 236 millones de años (Imagen Ilustrativa Infobae)
Argentina ha hecho un descubrimiento histórico en el campo de la paleontología: el hallazgo de las escamas de lepidópteros más antiguas jamás encontradas. Este fósil fue descubierto en el Parque Nacional Talampaya, en la provincia de La Rioja, cuando un equipo de investigadores analizó coprolitos (excrementos fosilizados de animales) de hace 236 millones de años. Los coprolitos, encontrados en la Formación Chañares, revelaron diminutas escamas que pertenecían a mariposas y polillas del pasado.

Este descubrimiento publicado recientemente en el Journal of South American Earth Sciences ha desafiado lo que se sabía sobre los lepidópteros (mariposas y polillas) y ha abierto nuevas líneas de investigación sobre la vida en la Tierra en el Triásico, un período justo después de la gran extinción del Pérmico, que fue la más devastadora en la historia de la vida en el planeta.

Este hallazgo ha permitido llenar un vacío de 40 millones de años en el registro fósil, lo que proporciona una nueva perspectiva sobre los primeros insectos voladores.

En 2011, los investigadores encontraron una gran cantidad de coprolitos en el área de Talampaya. Esta zona, en tiempos prehistóricos, era utilizada por grandes herbívoros que defecaban en el mismo lugar repetidamente, creando una especie de “letrina comunal”. Con el paso del tiempo, estos excrementos se convirtieron en coprolitos, que hoy permiten a los científicos estudiar el pasado.

Mediante el proceso químico de palinología, los investigadores extrajeron escamas microscópicas incrustadas en los coprolitos, que resultaron ser de lepidópteros. Este descubrimiento es sorprendente, ya que las pruebas anteriores sobre la existencia de mariposas y polillas databan de hace aproximadamente 201 millones de años.

El nuevo fósil de 236 millones de años cambia esa cronología y desafía la teoría de que las mariposas evolucionaron junto con las flores, ya que las flores aparecieron mucho después, hace 200 millones de años.

Una nueva visión sobre la evolución de las mariposas

Este descubrimiento cuestiona una de las ideas más establecidas en la biología: que las mariposas y las flores evolucionaron juntas. La existencia de lepidópteros 236 millones de años atrás sugiere que estos insectos ya estaban presentes mucho antes de la aparición de las plantas con flores.

Los coprolitos de herbívoros prehistóricos revelan mariposas que existieron 
mucho  antes de la aparición de flores (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los investigadores proponen que los primeros lepidópteros se alimentaban de las gimnospermas, plantas primitivas que secretaban gotas azucaradas en sus estructuras reproductivas. Estas gotas habrían sido aprovechadas por los insectos, que ya contaban con una probóscide, una especie de apéndice largo y enrollado, similar al que tienen las mariposas actuales para recolectar néctar.

Este hallazgo también implica que las mariposas prehistóricas no surgieron en un mundo lleno de flores, como se pensaba, sino en un ambiente dominado por coníferas y cícadas, plantas sin flores. Así, la probóscide no habría evolucionado para recolectar néctar floral, sino como una adaptación a un entorno sin flores.

Este hallazgo también tiene un gran valor histórico y geológico. Fue realizado en el Triásico, un periodo posterior a la gran extinción del Pérmico, que eliminó el 90% de las especies del planeta. Durante el Triásico temprano, la vida comenzó a recuperarse de esta gran crisis. El análisis de los coprolitos no solo ha arrojado información sobre los lepidópteros, sino también sobre los herbívoros que habitaron la región en esa época. Estas acumulaciones de excrementos se convirtieron en cápsulas del tiempo, preservando valiosa información sobre las especies que vivieron en ese entonces.

Los investigadores detrás del descubrimiento

Este asombroso hallazgo fue posible gracias al trabajo de un equipo de investigadores argentinos. El paleontólogo Lucas Fiorelli, líder del equipo, coordinó el estudio de los coprolitos encontrados en Talampaya. Junto con su equipo, Fiorelli realizó un análisis exhaustivo de los fósiles y contribuyó a identificar las escamas de los lepidópteros.

El descubrimiento llena un vacío de 40 millones de años en el registro
 fósil de los lepidópteros (Imagen Ilustrativa Infobae)
Una figura clave en este proyecto fue Javier Torrens, un entomólogo tucumano, doctor en Ciencias Biológicas y miembro del CONICET, que fue convocado por su especialización en insectos para analizar las escamas halladas. Torrens fue quien identificó las escamas como pertenecientes a insectos del grupo de los lepidópteros y contribuyó a determinar la importancia de este hallazgo. Su investigación permitió comprender mejor la antigüedad y la relevancia de los fósiles encontrados.

Este descubrimiento no solo resalta la importancia paleontológica de Argentina, sino que también abre nuevas puertas a la investigación sobre la evolución de los lepidópteros y otras especies prehistóricas. Los científicos argentinos siguen analizando los fósiles para desentrañar más secretos de la evolución temprana de los insectos y otros grupos animales.

Con este hallazgo, Argentina se posiciona como un referente en el estudio de la paleontología mundial, ofreciendo nuevas perspectivas sobre la historia de la vida en la Tierra. El país ha demostrado ser un actor clave en la investigación científica internacional, gracias al esfuerzo de sus investigadores y la riqueza de su patrimonio fósil.

sábado, 21 de junio de 2025

Este fósil está valorado en millones de dólares y preocupa a algunos expertos en dinosaurios

El espécimen de 150 millones de años está valorado en hasta 6 millones de dólares por Sotheby’s. Algunos paleontólogos temen que esta subasta y las anteriores estén impulsando la especulación en el mercado de fósiles

El fósil de un ceratosaurio juvenil de 150 millones de años será
subastado por Sotheby’s con un valor estimado de hasta 6 millones
de dólares. (Crédito: Matthew Sherman / Sotheby's)
En 1999, Brock Sisson tenía 16 años y trabajaba en el Museo de la Vida Antigua de Utah. Le entregaron una caja y le advirtieron que no la dejara caer. Dentro se encontraban la mandíbula superior y el cuerno nasal de un joven Ceratosaurus, un dinosaurio depredador de 150 millones de años.

En julio, Sotheby’s subastará ese ejemplar, estimando su valor entre 4 y 6 millones de dólares. La venta se produce aproximadamente un año después de la subasta en Sotheby’s del estegosaurio “Apex”, vendido al multimillonario de fondos de cobertura Kenneth Griffin por 45 millones de dólares.

Ante la inminente venta de ceratosaurios, paleontólogos, tanto académicos como comerciales, expresan su preocupación por que otra subasta multimillonaria distorsione el mercado de fósiles. Preocupan que impulsar la especulación pueda disparar aún más los precios, ya en alza, de las excavaciones de fósiles y conducir a la estafa de los inversores.

Los expertos de Sotheby’s responden que dichas ventas, al atraer el interés de potenciales donantes, inyectan más filantropía en el campo de la paleontología.

Los buscadores de oro descubrieron el ceratosaurio, al que los vendedores han optado por no apodar, en 1996 cerca de Bone Cabin Quarry, Wyoming. Es apenas el cuarto esqueleto de Ceratosaurus jamás encontrado, y el único juvenil. El animal de 3 metros de largo destaca por su cráneo completo, compuesto por 57 huesos “delgados como el papel y extremadamente delicados”, afirmó el Sr. Sisson.

Fue adquirido por el Museo de la Vida Antigua, donde el Sr. Sisson trabajó en su exhibición durante su adolescencia. Años más tarde, fundó su propia empresa de paleontología comercial, Fossilogic, y no se había olvidado del ceratosaurio.

“Es un ejemplar muy interesante desde el punto de vista científico, pero simplemente estaba ahí parado sin recibir atención”, dijo Sisson.

En 2024, el museo vendió el dinosaurio al Sr. Sisson por una cantidad que este se negó a revelar.

La venta del fósil genera debate sobre el acceso científico y la
comercialización de especímenes paleontológicos de
alto valor. (Crédito: Matthew Sherman / Sotheby's)
Algunos investigadores han cuestionado la decisión de vender un espécimen de museo a particulares. La decisión de venderlo a un “amigo de confianza y socio del museo desde hace mucho tiempo” se tomó con la “aprobación unánime” de la junta directiva, según McKay Christensen, director ejecutivo de Thanksgiving Point, propietario del museo.

Las ganancias de la venta, dijo, “son fundamentales y necesarias para nuestra sostenibilidad continua, y se reservan y utilizan exclusivamente para mantener y proteger nuestras colecciones, educar a los visitantes y expandir aún más nuestras colecciones”.

“Este ceratosaurio juvenil es un espécimen verdaderamente extraordinario”, afirmó Cassandra Hatton, vicepresidenta y directora global de ciencia e historia natural de Sotheby’s. Señaló que, debido a que el Museo de la Vida Antigua carece de certificación paleontológica como depósito público, el espécimen nunca ha sido descrito ni estudiado en su totalidad. Señaló la venta de “Sue”, el Tyrannosaurus rex, al Museo Field de Chicago y el préstamo actual, por cuatro años, de “Apex”, el estegosaurio, al Museo Americano de Historia Natural, como prueba de la trayectoria de la casa de subastas en la promoción de especímenes como este para el público general.

El Sr. Sisson y su equipo reconstruyeron el esqueleto, utilizaron impresión 3D y elementos esculpidos para rellenar los huesos faltantes y montaron los fósiles genuinos en soportes de metal de calidad de joyería, lo que permitió extraer los huesos individualmente y, dijo, preservarlos para fines de investigación.

Al igual que con “Apex”, el espécimen se ofrecerá con registros y documentación complementarios de su excavación original realizada por los Laboratorios Paleontológicos Occidentales y la reconstrucción del Sr. Sisson. Esta documentación contribuye a mantener su integridad científica, afirmó la Sra. Hatton.

También aumenta el valor del fósil.

Andre LuJan, presidente de la Asociación de Paleontología Aplicada, un grupo comercial que representa a preparadores, fabricantes y muchos paleontólogos comerciales, dijo que elevar el umbral para la documentación sobre dinosaurios llevados al mercado había tenido un efecto positivo al evitar que algunos materiales disputados fueran subastados.

Pero él y otros en el campo también ven un “efecto Apex” tras la venta del estegosaurio, y temen que la subasta del ceratosaurio pueda agravarlo. Los precios de los arrendamientos de terrenos, donde los paleontólogos encuentran nuevos especímenes de importancia científica, ya estaban subiendo lo suficiente como para perjudicar a los investigadores académicos. Ahora también está presionando a los operadores comerciales, afirmó el Sr. LuJan.

“Los propietarios de tierras ven el mercado al alza y piensan: ‘No estamos cobrando lo suficiente por nuestros arrendamientos’”, dijo el Sr. LuJan. “Pero no comprenden la volatilidad del mercado”.

El ejemplar, único en su tipo, fue descubierto en Wyoming y reconstruido con
técnicas avanzadas antes de su venta. (Crédito: Matthew Sherman / Sotheby's)
Algunas entidades también están empezando a promocionar los fósiles como posibles oportunidades de inversión. En diciembre pasado, se vendieron 2,75 millones de dólares en acciones para financiar la excavación de un estegosaurio de Wyoming, según el sitio web Cowboy State Daily. Los excavadores, que conservaron el 80% de las acciones, afirmaron que creían que podría venderse en subasta por un precio tan alto como “Apex”.

Ese enfoque “democratiza el acceso a activos de alto valor”, dijo Peter Lovisek, un comerciante y tasador de fósiles que trabajó con una empresa europea, Konvi, en ventas similares.

Si bien la venta de fósiles en subasta sigue siendo ampliamente aceptada entre los paleontólogos comerciales, dijo LuJan, le preocupa la venta anticipada de acciones especulativas.

“Es una forma de aprovecharse del optimismo de la gente”, dijo el Sr. LuJan. “Pero mucha gente se va a quedar con las manos vacías”.

Un ejemplo comparable fue la caída de Aristophil, una empresa francesa que vendió acciones de manuscritos subastados en lo que los fiscales describieron como un esquema Ponzi literario.

Las ventas comerciales de dinosaurios también son impredecibles, afirmó Lukas Rieppel, historiador de paleontología de la Universidad de Brown. Ningún espécimen es fácilmente comparable con otro, y la creciente expectación dificulta la evaluación de los valores justos de mercado.

“Si ha estado en un museo, si ha sido descrito en una revista científica o artística, si ha sido escrito sobre él en un periódico de referencia como The New York Times, eso puede acabar aumentando el precio”, dijo el Dr. Rieppel.

Stuart Sumida, presidente de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados, señaló que su sociedad se ha opuesto durante mucho tiempo a ventas como la del ceratosaurio. Estas tienen el efecto, dijo, de dificultar a los investigadores la adquisición de especímenes importantes y, en ocasiones, despojar a los dinosaurios de la confianza pública y de la comunidad científica con fines de lucro.

Pero Sotheby’s, que subastará el ceratosaurio el 16 de julio, defiende las ventas.

“Nuestros clientes, que incluyen tanto compradores institucionales como privados, comparten el mismo aprecio y profundo respeto por estos ejemplares”, afirmó la Sra. Hatton.

“Si está en un museo y la gente puede verlo, genial”, dijo el Sr. Sisson. “Si una persona apasionada lo compra y quiere apreciarlo, perfecto”.

infobae.com

viernes, 20 de junio de 2025

CIENCIA | ¿Evidencias de vida extraterrestre en un exoplaneta? | EP 33 Esto va (D)espacio | EL PAÍS

En abril de este año, un equipo de astrónomos liderado por Nikku Madhusudhan anunció la posible detección de vida en el exoplaneta K2-18b, a más de 120 años luz de la Tierra. En la atmósfera de aquel mundo cubierto por un gran océano había una tenue señal de dimetil sulfuro. En nuestro planeta, ese compuesto solo producen organismos vivos, sobre todo microbios marinos. 

En una rueda de prensa, Madhsusudhan aseguró que solo había una probabilidad de tres entre mil de que esto tuviese otra explicación que la vida extraterrestre, pero sus colegas científicos no estaban de acuerdo y se pasaron varias semanas realizando experimentos para aguarle la fiesta. 

La búsqueda de vida extraterrestre en mundos oceánicos como K2-18b, muy abundantes en el universo, abriría el espectro de los planetas habitables, pero hacen falta más pruebas para asegurar que pueden albergar seres vivos.

Daniel Mediavilla, natural de Castrillo de la Reina (Burgos), es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, y en este reportaje luce una camiseta del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes. 


martes, 17 de junio de 2025

Café con el Dinosaurio: evolución de los trabajos científicos sobre huellas de dinosaurios en La Rioja con el Dr. Félix Pérez-Lorente

25 Jun 2025

19:00 horas

Aula Magna

Edificio Quintiliano

Entrada libre

Retransmisión online

Descripción

"Café con el Dinosaurio" es un ciclo de conferencias sobre investigaciones presentes e históricas que versan sobre el Patrimonio Paleontológico de la biota del Cretácico Inferior dirigido al público en general.

Esta primera conferencia impartida por el profesor emérito dr. Félix Pérez-Lorente hará un recorrido desde los primeros hallazgos de huellas de dinosaurio en La Rioja en los años 1960-70, la repercusión en la sociedad de estos descubrimientos y los últimos 50 años de estudios e investigaciones realizados en icnitas.

19:00 horas

Conferencia

Dr. Félix Pérez-Lorente

Profesor emérito

Retransmisión online



Para quién

Actividad dirigida al público en general.

Asistencia en físico hasta agotar aforo.

Asistencia online libre.

Organiza

Proyecto PaleoComp


viernes, 13 de junio de 2025

El 'Nigersaurus', el asombroso dinosaurio que tenía 500 dientes afilados como cuchillas y los remplazaba cada 14 días

Su capacidad para desarrollar dientes de manera rápida sorprendió a un equipo de paleontólogos de Estados Unidos, cuya boca de esta especie funcionaba como aspiradora sobre el suelo hace 150 millones de años.

Esta extraña especie tenía un hocico cuadrado que le permitía hacer paso en la
vegetación con sus dientes filudos. Foto:
El dinosaurio Nigersaurus taqueti, habitaba por las tierras bajas de África occidental hace unos 105 millones de años. Con un peso similar al de un elefante africano, esta extraña especie habría pesado unas dos toneladas y tenía una longitud de 9 metros de largo desde su nariz hasta la punta de su cola. Sin embargo, lo más sorprendente de este dinosaurio fue su capacidad de reemplazar sus 500 dientes en tan solo dos semanas.

Para un equipo de paleontólogos, el Nigersaurus fue uno de los herbívoros más eficaces de la historia. Su mandíbula especializada le permitía alimentarse de la vegetación baja con una serie de pequeños dientes afilados como cuchillas. Además, su inusual morfología llevó a los expertos a reconstruir su esqueleto para entender cómo estas adaptaciones le permitían desplazarse con eficiencia en su hábitat.

El Nigersaurus reemplazaba sus 500 dientes cada dos semanas: ¿por qué perdía tantos?

Para los expertos, el proceso de desarrollo de esta especie es única, si bien todos los dinosaurios comunes renuevan sus dientes a lo largo de su vida, el Nigersaurus no lo hacía. Jeff Wilson Mantilla, paleontólogo de la Universidad de Michigan, señala que contar las líneas de los dientes de los dinosaurios ayuda a identificar su edad. En el Nigersaurus, cada uno de sus dientes se reemplazaba a los 14 días, estos formaban siete reemplazos detrás del diente expuesto en cualquier momento.

Su inusual mandíbula era de forma cuadrada, similar a una "aspiradora". Para esta especie es común, ya que pastan cerca al suelo, lo que indica que el Nigersaurus, era parte de ellos. "Su boca parece diseñada para mordisquear en lugar de masticar", dijo Paul Sereno en una entrevista de 2007 con National Geographic. Además, los patrones de desgastes solían deslizarse entre sí como si fueran tijeras.

Algunas de las hipótesis que indican los científicos del porqué esta especie cambiaba con rapidez su dentadura fue debido a su alimentación. Plantas como la cola de caballo, las cuales contienen sílice, un material duro y cristalino, además de contener mucha arena u otros materiales arenosos, habría desgastado los tientes del dinosaurio con rapidez. Esta hipótesis fue dada por Wilson Mantilla, donde llego a la conclusión que el Nigersaurus evolucionó de esa manera para reemplazar sus dientes rápidamente.

La evolución del Nigersaurus y sus características morfológicas

En un yacimiento se encontró huesos de partes del cuello unido entre sí, y un conjunto de varios huesos del cráneo de este dinosaurio. Por su parte, Wilson Mantilla afirmó que los huesos del cráneo tenían un aspecto extraño, el cual fue difícil identificar. En ese sentido, los paleontólogos han estudiado su modo de vida y sus características morfológicas. Sus ojos estaban ubicados en la parte alta del cráneo, lo que pudo haberle facilitado campos visuales superpuestos a fin de que puedan vigilar a los carnívoros.

Un estudio reveló que pese a que sus extremidades del Nigersaurus sean delgadas a comparación de otros mamíferos, era relativamente ligero para su peso y no necesitaba huesos voluminosos para soportar su peso. Sus huesos huecos sostenidos por sacos de aire fue una de las características indispensables que le permitió alcanzar su gran tamaño.

larepublica.pe

jueves, 12 de junio de 2025

El eslabón perdido en la evolución del ‘Tyrannosaurus rex’ vivió en Mongolia hace millones de años

El análisis de dos esqueletos hallados en los setenta en Asia descubre una nueva especie, el ‘Khankhuuluu mongoliensis’, e ilumina la evolución de los tiranosáuridos

Ilustración del dinosaurio 'Khankhuuluu mongoliensis'. / Julius Csotonyi
Durante millones de años, los eutiranosaurios, entre los que destaca el imponente Tyrannosaurus rex, dominaron los ecosistemas de Asia y América del Norte como superdepredadores. Aunque se sospecha que esta especie descendía de ancestros más pequeños, la escasez de fósiles intermedios ha mantenido ese capítulo de la evolución en una incógnita constante.

Ahora, una nueva luz ha comenzado a iluminar ese pasado prehistórico tan lejano para los seres humanos. Dos esqueletos parciales hallados en Mongolia entre 1972 y 1973 por el paleontólogo local Altangerel Perley y relegados durante años al silencio de los archivos científicos, fueron reexaminados por el equipo de Jared Voris y Darla Zelenitsky de la Universidad de Calgary (Canadá). El resultado del análisis, que se publica en la revista Nature, no solo revive el interés en esos fósiles, sino que da nombre a una nueva especie y género de tiranosáuroide, el Khankhuuluu mongoliensis.

Nueva especie Khankhuuluu al frente y sus descendientes
 de la evolución. / Masato Hattori
Durante una visita al Instituto de Paleontología, de la Academia de Ciencias de Mongolia, mientras investigaban otras especies como Tarbosaurus y Alioramus, el personal le mostró a Jared Voris un cajón con un fósil descrito originalmente en 1977 como Alectrosaurus olseni. Al examinarlo, el científico se percató de que no se trataba de esa especie, sino de una completamente nueva. Así fue como lo identificaron y nombraron a los restos encontrados en la Formación Bayan Shireh, conocida por sus abundantes fósiles de dinosaurios y otros organismos del Cretácico Superior. “Resultó ser el ancestro inmediato de los grandes tiranosáuridos, como el Tyrannosaurus rex. Estamos hablando de los grandes dinosaurios carnívoros bípedos, con cráneos enormes y dientes afilados”, explica Zelenitsky a EL PAÍS.

Tarbosaurus, gigantesca especie de tiranosaurio mongol. / Darla Zelenitsky
El estudio filogenético de estos restos —del desarrollo evolutivo de una especie— sugiere que Khankhuuluu ocupaba un lugar crucial en el árbol evolutivo de los tiranosáuridos. Sus características anatómicas son intermedias, lo que lo convierte en un puente evolutivo y eslabón perdido en la historia de este grupo, cuyos patrones de dispersión se remontan a finales del Cretácico, período geológico que comprende la última parte de la era de los dinosaurios. “Es esencialmente el último miembro divergente de un grupo que llevó a los grandes tiranosáuridos”, agrega la científica, que lleva 32 años como profesora de paleontología.

La especie fue un pariente cercano de los Eutyrannosauria y un probable antecesor tanto de los robustos Tyrannosaurini, como de los más gráciles Alioramini, caracterizados por poseer hocicos más pequeños. Los científicos estiman que Khankhuuluu pesaba cerca de 750 kg. Esto es más grande que sus antepasados, que pesaban alrededor de 200 kg, pero más pequeño que sus descendientes, algunos de los cuales llegaron a pesar más de una tonelada.

El principal reto fue determinar qué rasgos anatómicos eran relevantes para establecer las relaciones evolutivas, además de diferenciar correctamente entre ejemplares juveniles y adultos. “Este descubrimiento nos llevó a reevaluar todo el árbol genealógico. Aclaró cómo y por qué estos dinosaurios evolucionaron hasta convertirse en grandes depredadores, y ayudó a resolver una confusión que existía desde hace tiempo en este campo”, asegura.

¿Cómo se desarrolló la migración de los dinosaurios?

Esta especie, enfatizan los autores, podría representar un punto de inflexión evolutivo, marcado por la migración. El primer gran evento de este tipo de Khankhuuluu (o una especie muy cercana) de Asia a América del Norte, fue hace unos 86 millones de años, a través del puente terrestre del norte. Esa especie dio origen a los primeros grandes tiranosáuridos en América del Norte.

El científico Jared Voris, realiza trabajo de campo sosteniendo una
roca que contiene un diente de tiranosaurio. / Francois Therrien
“Luego, hace unos 78–79 millones de años, uno de esos tiranosaurios norteamericanos regresó a Asia. Esa población se dividió en dos linajes”, explica el paleontólogo Jared Voris. Uno que evolucionó hacia formas más pequeñas, casi juveniles, y otro que evolucionó hacia depredadores grandes y robustos que dominaron como “depredadores ápices”.

Así, uno de esos tiranosaurios gigantes asiáticos volvió a cruzar hacia América del Norte, hace unos 67-68 millones de años. Ese linaje dio origen al T. rex, que eventualmente se extinguió tras el impacto de un asteroide, hace unos 66 millones de años. Los autores de la investigación creen que todavía hay vacíos en el registro fósil de los tiranosaurios, por lo que ven necesario realizar más trabajo de campo en las regiones podría ayudar a llenarlos.

“Estamos trabajando en un proyecto similar, aunque aún no estamos listos para hablar de él públicamente”, cuenta Voris. Una línea de investigación interesante es estudiar a los primeros tiranosauroideos, especies que existieron antes de la aparición de Khankhuuluu. Esas formas tempranas están menos preservadas y han sido menos estudiadas que los grandes tiranosáuridos, así que aún hay mucho por descubrir. “Eso nos permitiría probar nuestras hipótesis evolutivas y entender mejor cuándo y dónde vivieron estos animales”, concluye Voris.

elpais.com

martes, 10 de junio de 2025

Descubren en Canadá un monstruo marino de la era de los dinosaurios

Un ejemplar que ha tardado décadas en definirse

Profundidades marinas / Tao Xu
El trabajo paleontólogo sigue haciendo avances y dándonos a conocer el mundo de hace millones de años, cuando los humanos aún no caminábamos por la Tierra y extrañas criaturas convivían tanto en suelo firme como en las profundidades del mar. Todo ha cambiado mucho y no podemos ni imaginar cómo sería todo antaño, pero siempre quedan huellas de lo que fue y los científicos se remangan para encontrarlas, analizarlas y aportarnos nuevos conocimientos.

Este ha sido el caso de una nueva especie que encontraron paleontólogos de Canadá, quienes años después del descubrimiento de un fósil han dado con información más precisa y relevante que nos ha arrojado más luz al respecto, definiendo un nuevo género de antiguo depredador marino. Explican en la web Zakon que los huesos de esta criatura fueron encontrados en 1988 en las orillas del río Puntledge en la isla de Vancouver, pero en ese momento no pudieron determinar demasiados detalles.

Recientemente, en un estudio publicado en el Journal of Systematic Palaeontology (JSP) comentan que se trata del "primer esqueleto de elasmosáurido de la Formación Haslam (Santoniano Superior) del Grupo Nanaimo (Cretácico Tardío) en la Isla de Vancouver", pero "fue descrito por primera vez en 2002", aunque "recientemente ha sido declarado el Fósil Provincial de Columbia Británica". Esa descripción ha podido ser hecha a través del análisis de un húmero derecho aislado y un esqueleto osteológicamente inmaduro bien conservado que comprende tórax, cinturas y extremidades.

Características de la criatura

Los resultados de la investigación comentan que con el análisis de los restos, "ahora puede respaldar una evaluación taxonómica adicional, y erigimos la especie Traskasaura sandrae con base en él". Se trata de un género y una especie completamente nuevos, siendo el primer reptil marino mesozoico nombrado oficialmente, originario del noroeste del Pacífico, el cual vivió hace unos 85 millones de años y tenía una serie de características muy especiales que le ayudaban a sus rápidos movimientos para poder cazar. Estamos hablando de un gran depredador marino.

Tenía un tamaño de hasta 12 metros de largo y un cuello increíblemente alargado con al menos 50 vértebras cervicales. Además, presentaba dientes grandes y fuertes que le servían para triturar las conchas de amonites, abundantes en su hábitat, y al resto de presas con las que se alimentaba. Según recoge Zakon, "el Traskasaura podía lanzarse en picado sobre sus presas desde gran altura, lo que se considera un estilo de caza poco común entre los plesiosaurios".

cadenaser.com

Restos de intestino de un dinosaurio saurópodo muestran que apenas masticaba al comer

Un estudio explica que estos grandes herbívoros digerían los alimentos gracias a una robusta microbiota y que su sustento lo obtenían de plantas procedentes a varios niveles por encima del suelo. El hallazgo confirma que se alimentaban exclusivamente de especies vegetales y que se adaptaban muy bien a los cambios de la flora. 

Recreación de un Diamantinasaurus matildae alimentándose. / Travis Tischler
Judy es el nombre que le han dado a un espécimen de Diamantinasaurus matildae, existente hace más de 94 millones de años, del que se han obtenido restos de intestino fosilizados que confirman una dieta herbívora y diversa. 

Las plantas de su interior estaban mordidas, pero no masticadas, lo que demuestra que procesaban los alimentos gracias a su flora intestinal y dependían en gran medida de la fermentación a través de bacterias. 

Los factores que contribuyeron a su conservación fueron la escasa alteración a la que se vio sometido el cadáver por parte de carroñeros y el entorno ácido del interior del tracto digestivo 

Asimismo, el contenido de su vientre carecía completamente de piedras estomacales o gastrolitos para triturar y digerir las comidas. Esto sugiere que los saurópodos no se las tragaban voluntariamente, como hacían otros animales, para potenciar su tránsito intestinal. 

El estudio, publicado en Current Biology, muestra la primera prueba directa de contenido gastroenterológico perteneciente a un saurópodo, a pesar de que su clado viviera más de 130 millones de años en todos los continentes. Entre los factores que contribuyeron a su conservación fueron la escasa alteración a la que se vio sometido el cadáver por parte de carroñeros y el entorno ácido del interior del tracto digestivo.

Una dieta variada

Anteriormente, los científicos deducían que estos dinosaurios eran herbívoros gracias a sus características anatómicas como su cuello y mandíbula. No fue hasta 2017, cuando un equipo del Museo Australiano de la Era de los Dinosaurios halló un esqueleto de Diamantinasaurus matildae del Cretácico Medio en la formación de Winton (Australia).

Durante el proceso, encontraron una capa de roca fracturada con una cololita de saurópodo, es decir, un conjunto de fósiles de plantas bien conservados. Entre ellas se incluían follaje de coníferas, frutas y flores; lo que indicaba una alimentación variable.

Los restos arqueológicos corroboran hipótesis pasadas sobre la enorme influencia que los saurópodos tuvieron en los ecosistemas de todo el globo durante el Mesozoico 

La gerente de colección de Australia Age of Dinosaurs, Mackenzie Enchelmaier,
sostiene un fósil de contenido intestinal de saurópodos.
“Las plantas encontradas en Judy sugieren que el Diamantinasaurus consumía a diferentes niveles de altura, al menos cuando era subadulto, y que era un animal poco selectivo en su dieta, es decir, ingería muchas partes de plantas diferentes y no era exigente con su comida”, cuenta a SINC el autor principal del estudio e investigador de la universidad de Curtin (Australia), Stephen Poropat. 

En este sentido, los restos arqueológicos corroboran hipótesis pasadas sobre la enorme influencia que los saurópodos tuvieron en los ecosistemas de todo el globo durante el Mesozoico, según afirma el científico. 

Resiliencia a los cambios florales

Algo que le sorprendió a Poropat fue que se alimentaran de plantas angiospermas o flores. Según el estudio, este tipo de especies vegetales estaban tan presentes como las coníferas en Australia hace unos 100 millones de años.  

Esto sugiere que se habían adaptado con éxito a comer flores después de 40 millones de años de la primera evidencia de la presencia de estas plantas en el registro fósil, apunta el experto. 

Se habían adaptado con éxito a comer flores después de 40 millones de años de la primera evidencia de la presencia de estas plantas en el registro fósil 

“La flexibilidad alimentaria fue un factor clave en la evolución de saurópodos en general”, señala Poropat a SINC. “Si un determinado grupo experimentaba un cambio en su dieta a medida que maduraba, podría haber sobrevivido mejor a los cambios florales que los que se especializaron en un tipo de alimentación”, argumenta.

Alimentación según la edad

Además, Poropat y su equipo también demostraron que los Diamantinasaurus se alimentaban de diferentes plantas según su edad. 

“Tras nacer de un huevo más pequeño que un balón de futbol estándar, los saurópodos debieron comer plantas cercanas al suelo puesto que era a lo único que podían llegar”, aduce el investigador. A medida que crecían ampliaban su dieta con otras especies vegetales más altas, gracias a sus cuellos alargados y dientes robustos. 

El estudio tiene sus limitaciones porque solo muestra la alimentación que siguió dos semanas antes 

En concreto, la presencia de hojas coníferas en los restos fosilizados implica una alimentación a gran altura, mientras que las vainas de semillas y flores representaban una dieta a medio (3 metros) y corto alcance (1 y 2 metros), respectivamente. 

“El esqueleto de Judy muestra una dieta basada en las plantas de las copas de los árboles, pero también de niveles más bajos”, explica. No obstante, el estudio tiene sus limitaciones porque solo muestra la alimentación que siguió dos semanas antes. “No sabemos si las plantas conservadas representan su dieta típica”, concluye.  

Referencia:

Poropat, S. et al. Fossilized gut contents elucidate the feeding habits of sauropod dinosaurs. Current Biology. 2025

Fuente: SINC

Derechos: Creative Commons.

agenciasinc.es

Ana Santamaría en "Saber y ganar" de La 2: Museo de Dinosaurios

¡Así luce de bien nuestra paisana, la burgalesa Ana Santamaría, una de las camisetas del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) en el mítico y querido programa de La 2 de RTVE, "Saber y ganar"! 😍🦕🦖🔝


sábado, 7 de junio de 2025

EL ESTUDIO DE UN MEGAYACIMIENTO DE HUELLAS DE DINOSAURIOS DE MARRUECOS PROPORCIONA DATOS SORPRENDENTES

En el proceso de investigación participó el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos)

Yacimiento de Ilmilchil.
En octubre de 2023 se desplazó a Marruecos un equipo de paleontólogos de la Universidad de La Rioja, y dirigido por el Dr. Félix Pérez Lorente, en colaboración con las Universidades de Rabat, Agadir, Granada y Jaén, así como colaboradores de la asociación  Amigos del Museo de Enciso (La Rioja) y Guías de Galve (Teruel). 

Uno de sus principales objetivos era trabajar en el megayacimiento de Aït Aki ou Ikkou (Ilmilchil, Alto Atlas), de finales del Jurásico, 150 millones de años de antigüedad. El yacimiento es espectacular por su extensión, 650 m2, su contenido, 500 icnitas en más de 40 rastros, y su peligrosa pendiente de 60º.

Dentro del yacimiento, formado mayoritariamente por huellas de dinosaurios terópodos, el foco se centró en varios rastros que alcanzaban una gran longitud: hasta 24 metros. Estos largos rastros son muy escasos en el planeta, y su primer interés es que dan mucha información sobre cómo se desplazaban los dinosaurios, con variaciones de paso, dirección, velocidad, etc.

Sin embargo, el análisis detallado de los mismos conllevó una sorpresa: las huellas estaban deformadas de varias maneras, lo que dependía de cómo se orientaban en el yacimiento. Y, lo más importante, esas deformaciones se producían también en las dimensiones de las huellas, la longitud  de los pasos y zancadas, la anchura de los rastros, etc. Esto se complicaba con el hecho de que la erosión ponía al descubierto pisadas que pertenecían al mismo rastro, pero que en aparecían en distintas capas superpuestas y tenían formas distintas.

En las conclusiones de los investigadores se subraya que el estudio de la forma de las icnitas y de la toma de datos de la locomoción de los dinosaurios pueden no servir para obtener datos fieles de la anatomía del animal o de sus movimientos, y que se formulen resultados incorrectos en estudios de estos yacimientos. Es, por tanto un estudio muy técnico pero que incide en la metodología de los investigadores de icnitas, en la que hay que considerar aspectos que distorsionan los datos que impiden llegar a conclusiones correctas.

Hay una pre-publicación de esta investigación, disponible on line en la revista Journal of Africa Earth Science: 

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1464343X25001438?via%3Dihub

M. Masrour, M. Boutakiout, J. Herrero Gascón, R. Ochoa Martínez, F. Torcida Fernández, F. Pérez-Lorente

viernes, 6 de junio de 2025

Hace 33 millones de años, estas moscas ya engañaban a sus depredadores imitando avispas

Un fósil checo revela que el mimetismo batesiano existía hace más de 30 millones de años y estaba moldeado por aves extintas, no por pájaros actuales. Una pista clave sobre la evolución de los engaños visuales.

Un paseo por el campo puede ser una experiencia relajante… hasta que una avispa empieza a rondar. Lo curioso es que, muchas veces, lo que parece una avispa no lo es. Las llamadas moscas sírfidas, por ejemplo, son maestras del disfraz: inofensivas, sin aguijón, pero visualmente idénticas a una avispa. Este truco evolutivo, conocido como mimetismo batesiano, es una estrategia de supervivencia común en la naturaleza. Lo que no sabíamos hasta ahora era que este fenómeno no es un invento reciente. De hecho, un fósil hallado en la República Checa sugiere que estos engaños visuales ya se producían hace más de 30 millones de años.

El estudio, publicado en Current Biology, ha identificado a una especie extinta de sírfido, Spilomyia kvaceki, con un patrón de coloración tan preciso que no deja dudas sobre su objetivo: parecerse a una avispa. Lo más impactante no es solo la calidad del mimetismo, sino su antigüedad. Hasta ahora, las pruebas fósiles de mimetismo en insectos eran escasas y poco convincentes. Este nuevo hallazgo cambia el escenario por completo y obliga a reescribir parte de lo que creíamos sobre la evolución de estas estrategias.

Un fósil sorprendente hallado en Chequia

Fuente: Current Biology
El descubrimiento se produjo en el yacimiento de Děčín-Bechlejovice, al norte de la República Checa, una zona conocida por sus fósiles del Oligoceno temprano. Allí, investigadores de la Universidad Carolina encontraron un espécimen extraordinariamente bien conservado de una mosca del género Spilomyia. El fósil fue bautizado como Spilomyia kvaceki, en homenaje al paleobotánico Zlatko Kvaček. Lo destacable no es solo su estado de conservación, sino el nivel de detalle en el patrón de coloración de su cuerpo.

Según los autores del trabajo, este fósil es “el primer caso conocido de mimetismo preciso de avispa en un insecto fósil”. Esto lo convierte en una pieza clave para comprender cómo y cuándo apareció esta estrategia en la historia evolutiva. Hasta ahora, los fósiles de imitadores solo mostraban parecidos vagos con sus modelos, lo que dificultaba confirmar que realmente se tratase de un caso de mimetismo batesiano.


¿Qué es el mimetismo batesiano y por qué importa?

El mimetismo batesiano es una forma de engaño evolutivo en la que una especie inofensiva adopta la apariencia de otra peligrosa para evitar ser devorada. En este caso, moscas que imitan a avispas. Las verdaderas avispas cuentan con aguijones y una reputación bien ganada, por lo que los depredadores aprenden rápidamente a evitarlas. Si una mosca logra parecerse lo suficiente a una avispa, tiene muchas más probabilidades de sobrevivir.

Recreación de una mosca que imita avispas. Fuente: ChatGPT / E. F.
Esta forma de camuflaje tiene una importancia central en ecología y evolución, ya que refleja cómo la presión selectiva puede moldear la apariencia de una especie en función de sus relaciones con otras. Es una especie de “guerra fría” evolutiva donde los depredadores deben aprender a distinguir entre presa real y trampa. Lo sorprendente de este estudio es que el mimetismo de Spilomyia kvaceki no solo era preciso, sino que apareció en un contexto ecológico muy diferente al actual.

Las aves del pasado también fueron engañadas

Uno de los puntos más interesantes del estudio es que el mimetismo de esta especie fósil no estaba dirigido a los pájaros actuales, sino a otro grupo de aves extintas. En la actualidad, los principales depredadores de insectos en Europa son los pájaros paseriformes (como los jilgueros, gorriones o mirlos), pero hace 33 millones de años estos aún no dominaban los ecosistemas.

Fuente: Current Biology

“El mimetismo de avispas que vemos en las sírfidas actuales ya estaba completamente formado cuando Europa estaba dominada por aves muy diferentes”, explica la investigadora principal del estudio, Klára Daňková. En concreto, el trabajo sugiere que las aves no paserinas, como las del grupo Coraciimorphae (abejarucos, martines pescadores) y Apodiformes (vencejos), podrían haber sido las responsables de ejercer esta presión selectiva en el pasado.

Este dato no solo amplía el marco temporal del mimetismo, sino que también obliga a reconsiderar el papel que distintas aves han tenido en la evolución de los insectos. La interacción entre depredador y presa no solo se da en el presente, sino que tiene raíces profundas que se remontan a decenas de millones de años.

Un mimetismo tan real que engaña hasta en piedra

Lo que más asombra de este fósil es el nivel de precisión en la imitación. Según el estudio, el patrón de coloración de Spilomyia kvaceki reproduce con gran fidelidad las marcas corporales de las avispas sociales, como las del género Palaeovespa, también encontradas fosilizadas en el mismo yacimiento. Esto respalda la hipótesis de que existía una interacción ecológica real entre modelo (avispa) e imitador (mosca), incluso hace más de 30 millones de años.

El fósil muestra bandas oscuras y claras bien definidas, una morfología corporal estilizada y proporciones similares a las de las avispas actuales. Todo ello apunta a que el parecido no era casual, sino el resultado de una evolución dirigida. “La precisión del fósil es extraordinaria”, señala el equipo en el artículo. Esto representa una prueba tangible de que la evolución del mimetismo batesiano no solo es más antigua de lo que creíamos, sino también más sofisticada.

Lo que este hallazgo cambia sobre la evolución animal

Hasta ahora, se pensaba que el mimetismo de alta precisión era un fenómeno relativamente moderno, resultado de la evolución paralela entre insectos y aves paseriformes. Este nuevo fósil demuestra que esa idea es incompleta. El mimetismo ya estaba presente mucho antes de la aparición de estos pájaros y, por tanto, debió surgir bajo otras condiciones ecológicas.

La presencia simultánea de fósiles de avispas y moscas imitadoras en el mismo entorno geológico sugiere que la presión evolutiva no solo era real, sino efectiva. Esto no solo aporta evidencia directa de cómo se desarrolló el mimetismo, sino que también ayuda a reconstruir el ecosistema de esa época: uno en el que insectos, aves y otras especies interactuaban de formas complejas.

Además, abre nuevas preguntas sobre la estabilidad de los rasgos evolutivos. Si un patrón visual fue tan efectivo hace 33 millones de años como lo es hoy, ¿qué nos dice eso sobre la constancia de ciertos comportamientos depredadoresa lo largo del tiempo? ¿Y sobre la capacidad de la selección natural para fijar estrategias de engaño?

Referencias

Klára Daňková et al., Highly accurate Batesian mimicry of wasps dates back to the Early Oligocene and was driven by non-passerine birds, Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.02.069.