domingo, 19 de octubre de 2014

Bienvenidos al Antropoceno

Esta semana ha sido bautizada en Berlín una nueva era geológica, el Antropoceno. "El término antropoceno pretende expresar que hemos dejado atrás la relativamente estable era del Holoceno y que a partir aproximadamente de 1800 ha dado comienzo una nueva etapa en la que el hombre se ha convertido en el principal agente geológico, en el factor dominante de la geología", explica Reinhold Leinfelder, geólogo y palenontólogo que ha dirigido durante años el Museo de Ciencias Naturales de Berlín y que actualmente investiga para las universidades de Libre de Berlín y Universidad de Múnich.

"Mas del 90% de todo el crecimiento de plantas, por ejemplo, tiene actualmente lugar en sistemas dirigidos o fuertemente influenciados por la acción humana. El 90% de toda la biomasa, de todos los seres vivos, es originada por el hombre o por sus animales domésticos. Y más de tres cuartas partes de la superficie terrestre libre de hielo ya no están en su estado original, sino en forma de paisajes originados directa o indirectamente por el hombre", continúa Leinfelder, que asiste en la Casa de las Culturas de Berlín a un intento científico de acercarse a este fenómeno geológico global y tratar de entenderlo desde la perspectiva humanista.

"La novedad en todo esto es que por primera vez estamos entendiendo hasta qué punto somos parte inseparable del sistema. Ya no sirven los viejos parámetros de oposición entre la naturaleza pura y buena por un lado y la acción destructiva del hombre por otra, ese planteamiento está trasnochado. Lo que buscamos es definir conceptos y un proceso de comprensión que supere ese dualismo y que a su vez nos permita reformular soluciones a los problemas que nos encontremos", resume durante las jornadas que comparte con filósofos, investigadores, músicos y cineastas.

El arquitecto Rem Koolhaas, que pronuncia una conferencia sobre "La Naturaleza es pasado", no tiene reparos en admitir que el viejo concepto de naturaleza prístina ha quedado obsoleto, e insiste en que las líneas de actuación y gobernabilidad han de tender, no a preservar una forma de naturaleza que ya no existe por sí misma, sino a lograr un nuevo equilibrio planetario y una más eficiente gestión energética, para lo que es necesario desarrollar una cultura global que por primera vez ahora permiten las nuevas tecnologías.

"Nuestra perspectiva hasta ahora nos ha permitido solamente encontrar soluciones de fontanería a problemas monocausales y lo que necesitamos es una comprensión de nuestra simbiosis con el sistema geológico que aporte soluciones globales y coordinadas. Esas soluciones, siempre tecnocráticas y a menudo bien intencionadas no son pensadas desde la perspectiva sistémica, me refiero a asuntos como los biocombustibles, con todos sus efectos secundarios. Lo que necesitamos es algo así como una configuración general de un jardín que nos permita una comprensión global del sistema en toda su complejidad", dice Leinfelder.

Y es en este punto en el que la Ciencia pide ayuda a gritos a las Humanidades. "Por supuesto estamos lejos de saberlo todo y para lograr ese entendimiento total es necesario que se entrelacen más la Ciencia y las Humanidades. No hablo solamente de la geología, sino también de la técnica en general. La Ciencia no puede por sí sola dar respuestas, necesitamos más participación a todos los niveles. El Consejo Científico Asesor sobre Cambio Global (WBGU), al que pertenezco, ha propuesto un contrato social para una gran transformación porque, si de verdad queremos un cambio, las fuerzas sociales deben participar desde el principio. Y hay que establecer vías de trabajo interdisciplinar y de cooperación".

Traducido a ejemplos prácticos, lo que este conglomerado de expertos de las más diversas materias está tratando de articular sería un esquema de trabajo que permita unir esfuerzos a técnicos creadores de nuevas baterías, equipos científicos que garanticen su validez con perspectiva global desde los cinco continentes y equipos de redes que se encarguen de promover su aceptación social, una tarea que supera no solamente a, por ejemplo, los gobiernos nacionales, sino también a las organizaciones internacionales.


"El cambio llevará tiempo porque debe producirse desde abajo", avanza Leinfelder, "en las escuelas tendemos a enseñar en áreas sectoriales que nos llevan a un pensamiento sectorial: química, física, biología, informática... Y sobre todo necesitamos una reflexión crítica de la existencia humana y su relación con el planeta, además de un nuevo espíritu de optimismo porque la rapidez de la red, las grandes bases de datos a disposición de cualquiera, señalan que ha llegado el momento de hacer posible este nuevo pensamiento".

Fuente: El Mundo

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