En 1982, José Gibert encontró en la localidad granadina de
Orce un fragmento de cráneo que desataría una tormenta en la comunidad
científica
Fragmento craneal perteneciente al Hombre de Orce. |
Orce, un pueblo de la provincia de Granada, fue testigo en 1982 de
un descubrimiento que puede cambiar el mapa de la evolución humana. El fósil
denominado como el "Hombre de Orce" saltó a la luz pública y pronto
se convirtió en una molesta "piedra en el zapato" para la comunidad
científica.
José Gibert, paleontólogo y descubridor de los restos, se
trasladó a la localidad granadina en los años 70, donde descubrió en 1976 el
yacimiento de Venta Micena (en el propio pueblo de Orce) con muy pocos medios
debido al poco desarrollo tecnológico que le rodeaba. Pero la escasez de medios
no fue obstáculo para el doctor Gibert, que en 1982 realizó el descubrimiento
de su vida en esa misma zona. Un descubrimiento que le iba a traer graves
problemas en el futuro.
Gibert encontró un fragmento de cráneo humano que recibió el
nombre de "Venta Micena Cero", que fue datado en 1'5 millones de
años. El fragmento pertenecía a la zona parietal y occipital de un niño de 5
años y el hallazgo suponía que la presencia humana en Europa se adelantaba
espectacularmente casi en 1 millón de años, planteando un dilema científico de
gran calado. Gibert sugirió que el homínido encontrado en Venta Micena habría
llegado a la Península Ibérica desde África cruzando por el estrecho de
Gibraltar.
A los pocos meses del descubrimiento, unos prestigiosos
investigadores franceses del Instituto de Paleontología Humana de París
afirmaron que los restos del Hombre de Orce pertenecían a un équido y que los
fragmentos pertenecían a un asno y no a un humano.
En aquella época existía gran dificultad para admitir que
existieran en Europa restos humanos tan antiguos, estableciéndose en 500.000
años, desatándose una gran tormenta en la comunidad científica. Yves Coppens,
descubridor del australopithecus afarensis, explicó que si alguien intenta
aportar nuevas teorías relacionadas con la evolución humana, tiene muy pocas
posibilidades de ganarse apoyos.
Gibert fue acusado de realizar un montaje y de ser un
heterodoxo en los medios de comunicación, sobre todo en la prensa generalista
científica. Sus detractores le criticaban por no haber publicado su tesis en
revistas de divulgación científica, medida obligada para que sus teorías fueran
aceptadas. En realidad, José Gibert publicó 140 artículos de los cuales muchos están
publicados en revistas internacionales de gran prestigio como Science Citation
Index o Journal of Organic Evolution.
El doctor Gibert encontró al Hombre de Orce en el lugar y
momento equivocados, como sucedió a tantos otros que realizaron grandes hallazgos
que cambiarían la concepción humana y que no tuvieron el reconocimiento
merecido en vida.
Disentir con los dogmas científicos predominantes, va a proporcionar al osado heterodoxo más disgustos e insultos que alegrías y reconocimientos...La historia de la Ciencia recoge multitud de casos y éste es sólo uno más
ResponderEliminarEstimado Astu: estamos de acuerdo en que este fue un asunto polémico y que Gisber sufrió como científico y como persona. Pero a día de hoy no hay evidencia suficiente para afirmar que ese resto craneal sea humano. Por eso no estoy de acuerdo con lo de "dogmas científicos", de hecho dogma y Ciencia no casan bien. Lo bueno precisamente de la Ciencia es que sabe rectificar cuando se hace evidente que ha habido equivocaciones o se tienen datos nuevos e irrefutables (busca algo similar en la pseudociencia...). Pero la Ciencia se va construyendo poco a poco. La cuestión fundamental que rodea al caso de Orce es algo tan sencillo como lo siguiente: el que sostenga afirmaciones extraordinarias debe aportar pruebas extraordinarias. Y en este caso las pruebas son endebles, confusas e insuficientes. Fidel
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