miércoles, 25 de octubre de 2017

Fósiles de los primeros árboles revelan una anatomía desconocida

Cardiff University
Los fósiles de un árbol de 374 millones de años encontrado en el noroeste de China han revelado una red interconectada de hebras en el tronco mucho más compleja que la de los árboles actuales. 

Estas hebras, conocidas como xilema, son responsables de llevar el agua desde las raíces de un árbol hasta sus ramas y hojas. En los árboles más familiares, el xilema forma un solo cilindro al que se añade un nuevo crecimiento en forma de anillos año tras año justo debajo de la corteza. En otros árboles, especialmente las palmas, el xilema se forma en hebras incrustadas en tejidos más blandos en todo el tronco.

En un artículo escrito en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', los científicos han demostrado que los árboles más antiguos, pertenecientes a un grupo conocido como 'cladoxylopsida', tenían su xilema dispersado en hebras en los cinco centímetros externos del tronco del árbol solamente, mientras que el medio del tronco estaba completamente vacío.

Los estrechos filamentos estaban dispuestos de manera organizada y estaban interconectados entre sí como una red de tuberías de agua finamente sintonizada. El equipo, que incluye investigadores de la Universidad de Cardiff, en Reino Unido; el Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing, en China, y la Universidad Estatal de Nueva York, Estados Unidos, también muestra que el desarrollo de estos filamentos permitió el crecimiento general del árbol. 

En lugar de que el árbol depositara un anillo de crecimiento debajo de la corteza todos los años, cada uno de los cientos de hebras individuales estaba cultivando sus propios anillos, como una gran colección de mini árboles. A medida que los filamentos se hicieron más grandes y el volumen de tejidos blandos entre los filamentos aumentó, el diámetro del tronco del árbol se expandió.


CONEXIONES ENTRE FILAMENTOS DIVIDIDAS DE MANERA CONTROLADA
 
El nuevo descubrimiento muestra de manera concluyente que las conexiones entre cada uno de los filamentos se dividirían de una manera curiosamente controlada y autorreparable para adaptarse al crecimiento. En la parte inferior del árbol también había un mecanismo peculiar en juego: a medida que el diámetro del árbol se expandía, los filamentos de madera desplegados desde el tronco hasta la base del árbol formaban la característica base plana y forma bulbosa del ‘cladoxylopsida’.

El coautor del estudio, el doctor Chris Berry, de la Facultad de Ciencias de la Tierra y el Océano de la Universidad de Cardiff, subraya en un comunicado que "no hay otro árbol que conozca en la historia de la Tierra que haya hecho algo tan complicado como este". Simultáneamente, rasgó su esqueleto y se colapsó por su propio peso mientras permanecía vivo y creciendo hacia arriba y hacia afuera para convertirse en la planta dominante de su época", describe.

"Al estudiar estos fósiles extremadamente raros, hemos obtenido una visión sin precedentes sobre la anatomía de nuestros primeros árboles y los complejos mecanismos de crecimiento que emplearon. Esto plantea una pregunta provocadora: ¿por qué los árboles más antiguos son los más complicados?", apunta.

Berry ha estado estudiando los 'cladoxylopsida' durante casi 30 años, descubriendo fósiles fragmentarios de todo el mundo. Anteriormente, ayudó a descubrir un bosque fósil previamente mítico en Gilboa, Nueva York, donde los árboles de 'cladoxylopsida' crecieron hace más de 385 millones de años. Sin embargo, se sorprendió cuando un colega descubrió un fósil masivo y bien preservado de un tronco de árbol 'cladoxylopsida' en Xinjiang, al noroeste de China. 

"Los ejemplos anteriores de estos árboles se llenaron de arena cuando se fosilizaron, y solo ofrecían pistas sobre su anatomía. El tronco fosilizado obtenido de Xinjiang era enorme y estaba perfectamente conservado en sílice cristalina como resultado de los sedimentos volcánicos, lo que nos permite observar cada célula de la planta", detalla Berry, cuya investigación tiene como objetivo principal comprender cuánto carbono eran capaces de capturar estos árboles de la atmósfera y cómo esto afectaba al clima de la Tierra.

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