jueves, 26 de enero de 2023

¿Cuál es el dinosaurio más grande de España?

Durante gran parte del Cretácico, la península ibérica era un archipiélago con animales de pequeño tamaño, pero antes de que eso sucediera, existió en nuestra región uno de los dinosaurios más grandes del mundo.

Recreación de ‘Concavenator’ (Elenarts).
Asturias, Burgos, Cuenca, La Rioja, Soria, Teruel… no son pocos los lugares en España en los que visitar yacimientos de dinosaurios, especialmente del Jurásico y del Cretácico. En ellos se han encontrado varias especies de dinosaurios, algunos diminutos, como Iberomesornis, del tamaño de un gorrión moderno, otros de tamaño mediano, como Tamarro, de apenas dos metros de longitud y otros más grandes, como el icónico depredador de Cuenca Concavenator corcovatus, que podía alcanzar los 6 metros.

Dinosaurios pequeños: la excepción ibérica

Desde que Pangea se desgajó hace unos 175 millones de años, a principios del Jurásico, el territorio que hoy ocupa la península ibérica y una parte de Europa se fue separando paulatinamente del continente, y terminó conformado por varias islas: el archipiélago europeo y tuvo lugar el efecto evolutivo conocido como enanismo insular, por el cual, los animales evolucionan en tamaños cada vez más pequeños, adaptándose a la limitación de recursos. De ahí que la mayoría de los dinosaurios encontrados en la península ibérica sean relativamente pequeños, comparados con los de otras áreas geográficas.

Reproducción a tamaño natural de ‘Vallibonavenatrix’ en Vallibona,
Castellón, realizada por Paleoymás (2022).
 
Desde principios del Cretácico, el enanismo insular fue una constante en los dinosaurios ibéricos. A este período pertenece el espinosáurido Vallibonavenatrix, de unos 8 metros de longitud, muy inferior a los más de 15 metros de su pariente más cercano, el africano Spinosaurus. Entre los herbívoros se encuentran el hadrosáurido Portellsaurus o el iguanodóntido Morelladon, ambos de 5 o 6 metros de longitud, aproximadamente la mitad de lo que medía Iguanodon. Incluso los saurópodos, un grupo que superan con frecuencia los 20 metros de longitud, y que engloba a las especies más grandes de dinosaurios, eran insólitamente pequeños: Demandasaurus darwini apenas alcanzaba los 10 metros, mientras que Tastavinsaurus con suerte alcanzaba los 16.

Ya a finales Cretácico, cerca de la extinción de los grandes dinosaurios no avianos, gracias al descenso generalizado del nivel del mar, las islas que conformarían la península ibérica fueron colonizadas de nuevo por grandes dinosaurios continentales; pero incluso estos eran significativamente más pequeños que sus homólogos de otras regiones. En esta época se encuentran los saurópodos Lohuecotitan, de unos 15 metros de longitud, o Abditosaurus, de hasta 18 metros, el dinosaurio más grande conocido de su entorno espaciotemporal.

‘Europatitan’, un gigante infiltrado

Europatitan eastwoodi. Autor: Davide Bonadonna. / C.A.S.
Sin embargo, desde que Pangea comenzase a romperse hasta que el archipiélago europeo se aislara del continente pasó bastante tiempo, y la evolución no es un proceso repentino; son necesarias muchas generaciones para que las adaptaciones se fijen en las poblaciones. Por eso, entre finales del Jurásico y principios del Cretácico, aún se podían encontrar algunos grandes dinosaurios de talla continental.

Este es el caso de uno de los saurópodos más representativos: Europatitan eastwoodi, un titanosaurio que habitó lo que hoy es Salas de los Infantes, en Burgos. Aunque vivió a principios del Cretácico, su tamaño era descomunal: hasta 27 metros de longitud y un peso estimado de 35 toneladas. Este dinosaurio tiene parentesco evolutivo con los saurópodos del supercontinente de Gondwana, lo que muestra un posible intercambio de fauna, en algún momento del Cretácico temprano, entre lo que hoy es la península ibérica y el norte de África. Pero, aún existe un dinosaurio más grande que Europatitan en la península ibérica.

‘Turiasaurus riodevensis’, el dinosaurio más grande de España

Recreación de ‘Turiasaurus’ (CC BY-SA 4.0 / Ferrutxo) 
El mayor de los dinosaurios ibéricos conocidos —y también el mayor de toda Europa— habitó hace entre 145 y 155 millones de años, a finales del Jurásico, después del inicio de la fragmentación de Pangea, pero antes de que Europa se disgregara en un archipiélago, y por tanto, antes de que iniciara el efecto del enanismo insular.

Su nombre, Turiasaurus riodevensis, deriva del municipio turolense de Riodeva donde fue encontrado, y del río Turia, en cuya cuenca se encuentra el yacimiento. Los primeros restos fueron encontrados en 2003 y, apenas tres años más tarde, el equipo de investigación liderado por el paleontólogo Rafael Royo-Torres describió la nueva especie en la prestigiosa revista científica Science.

El cráneo, muy fragmentado, fue analizado con posterioridad. Su reconstrucción fue presentada durante la 10ª Reunión Anual de la Asociación Europea de Paleontólogos de Vertebrados por el prestigioso paleontólogo Francesc Gascó-Lluna, y en colaboración con el mismo equipo de Royo-Torres que descubrió el animal en primer lugar. Tanto los restos como la reconstrucción del cráneo se encuentran en la colección del Museo de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis.

Aunque los restos son limitados, el estudio de los fósiles, especialmente del húmero, de 179 centímetros, mediante anatomía comparada con otros saurópodos, como Argentinosaurus o Paralititan, fue suficiente para estimar su longitud en más de 35 metros.

Referencias:

Gascó-Lluna, F. et al. 2012, enero. Reconstruction of the cranial anatomy of Turiasaurus riodevensis.

Royo-Torres, R. et al. 2006. A Giant European Dinosaur and a New Sauropod Clade. Science, 314(5807), 1925-1927. DOI: 10.1126/science.1132885

Torcida Fernández-Baldor, F. et al. 2017. Europatitan eastwoodi , a new sauropod from the lower Cretaceous of Iberia in the initial radiation of somphospondylans in Laurasia. PeerJ, 5, e3409. DOI: 10.7717/peerj.3409

Vila, B. et al. 2022. A titanosaurian sauropod with Gondwanan affinities in the latest Cretaceous of Europe. Nature Ecology & Evolution, 6(3), 288-296. DOI: 10.1038/s41559-021-01651-5

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