Salas de los Infantes (Burgos) · Sábado 28 de septiembre de 2024
Entrevista realizada por nuestra colaboradora Agustina Ureña Heras
José Luis Sanz, paleontólogo: "Los fósiles son tesoros de información de hace millones de años".
"Alguien que dice que los dinosaurios no tienen la misma importancia en el registro fósil no tiene ni idea de lo que significa este mundo ni la evolución de la vida".
“Es necesario un museo de paleontología de Castilla y León. Tener esa riqueza de dinosaurios y de los orígenes del hombre se complementa y completa el arco del conocimiento de la evolución del mundo”.
El equipo de investigadores del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes tiene entusiasmo, conocimiento, ganas. Lo tienen todo. Lo que necesitan es más ayuda para crecer, más recursos, más apoyo y un poco más de reconocimiento.
- ¿Podría contarnos cómo empezó su afición por los dinosaurios?
Es una cosa que me preguntan siempre. Si alguien sabe algo de mí, es esto. En Soria, de adolescente en el instituto era muy aficionado a la lectura. Y mi lectura favorita desde entonces es la ciencia ficción, la fantasía. Pero tenía otra que todavía es más fuerte, el cine. Mis padres me llevaban al cine, siempre que la película era tolerada, incluso cuando era un bebé. Las películas de monstruos o de extraterrestres siempre me han fascinado. Pero lo que realmente me dejó pasmado, a mediados de los 50, fueron dos películas. En el año 53, “El monstruo de tiempos remotos” y en el 54, “Japón bajo el terror del monstruo”. La primera es de un dinosaurio que surge después de una prueba atómica, que deshiela el Ártico y va por la costa norte atlántica de Estados Unidos, hasta que llega a Nueva York y se arma una gorda. Y luego Godzilla es otro dinosaurio que protagoniza la película Japón bajo el terror del monstruo. Ahora estoy haciendo un libro ahora sobre Godzilla. Godzilla se despierta en unas grietas submarinas donde vivían las bombas atómicas de los americanos. La película es del mismo año que hicieron las pruebas en el atolón Bikini. Como fueron unos bombazos espantosos, se les fue de la mano y mataron a toda la tripulación de un atunero japonés. Eso generó en Japón un antiatomismo increíble. A la productora más famosa japonesa, que es Toho, se le ocurrió hacer una película sobre un monstruo que encarnara eso. No la energía atómica, la bomba atómica. Esas dos películas me convencieron de que yo tenía que estudiar cine o paleontología. Primero lo intenté con el cine y asistí a algunas clases en la escuela de cinematografía de la Complutense. Pero no me convencía. Yo vivía en el colegio universitario San Juan Evangelista y un amigo me animó a estudiar Geología, dada mi afición a los dinosaurios y especialmente a los fósiles. Y estudié geología.
- Tiene una larga carrera profesional de 40 años a sus espaldas. ¿Está plenamente satisfecho de la misma?, ¿hay algo que no haya podido realizar y le haya causado frustración no haber conseguido?
Empecé geología en el 70 y acabé en el 74.Y un buen día, una compañera mía, de la Complutense, ya fallecida, Nieves López, vino a ver si yo quería dar las prácticas de paleontología, en la asignatura que acababan de crear en la Universidad Autónoma de Madrid, donde he hecho yo toda mi carrera. Primero de profesor ayudante, luego titular y al final de catedrático. Me jubilé en 2018.
- ¿En los 70 la Paleontología tenía ya importancia académica?
Por supuesto que sí. La paleontología tiene dos partes esenciales. Y una es la paleontología aplicada, que identifica los fósiles con vistas a que nos den información sobre la edad relativa de los estratos que los contienen. Eso se llama bioestratigrafía. Y la otra parte, en la que me centro yo, es la la paleontología, que se refiere al estudio de cómo eran y vivían los animales de nuestro pasado remoto. Es la paleobiología, yo soy paleobiólogo, concretamente paleozoólogo. Estar en una Facultad de Biología tantos años, también te va transfiriendo conocimientos de biología rodeado de biólogos, acabas enterándote de un poco más y mejor de lo que es la biología.
- Volviendo a la pregunta, ¿está satisfecho del trabajo realizado en este tiempo?
Sí, sí, sí. En mis recuerdos ha sido un recorrido bueno. He hecho todo lo que he podido y cuando me ha llegado alguna oportunidad la he aprovechado, creo. He tenido una vida profesional en la que me he sentido a gusto. Probablemente podría haber hecho más cosas. Pero estoy bien.
- Y en ese camino, ¿ha quedado alguna frustración o cosas por hacer?
Sí, varias cosas. Quizá la más frustrante fue que... Bueno, he estado en muchos yacimientos pero sobre todo en dos de Cuenca. Uno se llama Las Hoyas, del Cretácico Inferior. Hace unos... 125, 130 millones de años. Y otro, de Cuenca también, que se llama Lo Hueco, también del Cretácico, pero del Cretácico Superior. Hace unos 70 millones de años. He pasado toda mi vida excavando y estudiando los fósiles de Las Hoyas.
En la paleontología, sobre todo de vertebrados y dinosaurios particularmente, han sido importantes los coleccionistas particulares. Conocimos en Cuenca a un coleccionista, Armando Díaz Romeral, que tenía un fragmento, aproximadamente de un metro, de un dinosaurio pequeñito, de unos dos metros y unos 20 kilos de peso, que tenía muy buen aspecto. Excavando en Las Hoyas, que son las lajas se abren, te encuentras con un tesoro. Porque los fósiles son tesoros, no como doblones de oro, son tesoros de información. Los fósiles son tesoros de información de hace millones de años.
El coleccionista abrió una laja y se encontró este bicho, al que le faltaban los cuartos traseros y la cola, gran parte del cuello y el cráneo. Hicimos un gran esfuerzo por excavar en esa zona para buscar lo que le faltaba a este dinosaurio, que se llama Pelecanimimus poliodon. Pero no encontramos más. Ahí tiene que estar el resto del bicho, por algún lado, pero no apareció. Cavamos y cavamos, años y años, y no lo encontramos. Aún queda por descubrir. Alguien, en algún momento, lo hará.
Pelecanimimus, supone una frustración, pero lo publicamos muy bien, y ahora se han republicado otros estudios. Está muy bien colocado en la revista británica Nature, que es de las dos más importantes de historia natural, pero también se publicaron en Nature otras dos cosas que para mí han sido definitivas. La primera fue un ave del Cretácico Inferior, un ave primitiva que se llama Iberomesornis, es decir, el ave intermedia de Iberia.
- ¿Qué significaba encontrar un ave en aquella época?
El registro de las aves era francamente desastroso. Una de las aves más antiguas, probablemente la más antigua, se descubrió en Alemania, en Solonhofen, que se llama Archeopteris. E un ave del Jurásico Superior de hace unos 140, 150 millones de años. En la época en que nosotros encontramos Iberomesornis, se conocía Archaeopteryx. Las aves más antiguas siguientes eran del Cretácico Superior norteamericano. Unas aves con dientes, que se llaman Odonthornites. Entonces, había un lapso de tiempo de 60, 80 millones de años que no había registro de aves. Nosotros tenemos la suerte de dar con un ave intermedia, entre la más antigua que se conocía y otras, ya también extinguidas, pero que estaban mucho más cerca, en parentesco de las aves actuales. Encontramos este bicho y fue un bombazo. Una satisfacción enorme. Incluso me veía sobrepasado. No me veía con suficiente información y experiencia para abordar una cosa tan importante. En aquella época, había un paleontólogo de dinosaurios argentino que era internacionalmente reconocido, y me fui a Buenos Aires. Era José Bonaparte y lo publicamos juntos. Tuvo mucho éxito el artículo y fue una auténtica sensación.
Luego encontramos en el mismo yacimiento de Las Hoyas otra avecilla pequeña que tenía impresiones de plumas. Las aves actuales tienen un penacho de tres o cuatro plumas en el primer dedo de la mano, que se llama alula. Es fundamental para el vuelo y para poder frenar en el vuelo por una serie de aspectos aerodinámicos. También en las actuales.
Entonces no se sabía nada de la alula, que es un elemento esencial en las aves. Nosotros encontramos una alula de hace 125 millones de años. Un bicho pariente de Iberomesornis, que se llama Eoalulavis (el alula del amanecer). Fue ya el tirón más del yacimiento de las Hoyas y luego vino otro bicho grande que se llama Concavenator, que publicamos hace 14 años, en 2010. Es un dinosaurio increíble, unos 5/6 metros, media tonelada, 500 kilos. Un carnívoro tremendo. Esos han sido mis hallazgos más importantes.
- ¿Cree que maridan bien paleontología y creación (arte, cómic, cine, literatura…)?
La creación. Te refieres al mundo que no es la ciencia, ¿no? El mundo del conocimiento que es el arte. Cualquier manifestación, pintura, literatura, cine, poesía, lo que sea, creo que maridan perfectamente. A mí me empujaron a la paleontología dos películas. La paleontología tiene mucho que ofrecer y, además, tiene ese halo que a veces recuerda un poco a lo fantástico. Es como viajar en el tiempo. Ese tipo de cosas hacen que sea un elemento en el cine muy importante. Hay muchísimas películas que son de paleontología y arqueología también. Los dinosaurios se han convertido en un mito universal. Son la propia esencia de la paleontología. El viaje en el tiempo y encontrar animales que no nos podíamos ni imaginar que habían existido sobre la Tierra lo convierten en una gran expectación. Esa fantasía del ser humano es una de las cosas de las que hablo en el libro “Dinosaurios y otros animales”. Intenta ser una conexión con la fantasía.
- Este nuevo libro, “Dinosaurios y otros animales: Paleontología y su impacto en la cultura popular” es un compendio amplio de la Paleontología como Ciencia, historia de la vida, su influencia en múltiples actividades humanas, etc. ¿Cuál piensa que sería la mejor presentación?
El libro tiene dos partes: una es paleontología como ciencia y otra la paleontología en los medios de comunicación, en el cine y la literatura de ciencia ficción. Todos los libros que he escrito o son de verdad o son de mitología de dinosaurios. Este no. Este reúne las dos cosas. En cada capítulo se tratan animales diferentes, extinguidos todos. Bueno, excepto las aves, que son dinosaurios. Hablo de ictiosauros, plesiosauros, mosasaurios, pterosaurios, voladores…todos están extinguidos. Hasta amonites, que es un grupo de cefalópodos, parientes de los nautilus actuales. Se extinguieron también al final del Cretáceo, en el gran pepinazo de hace 66 millones de años.
De alguna manera, la estructura de este libro es nueva para mí. Porque había hecho cosas históricas y otros como “Los cazadores de dragones”. Es una historia de la gente y los descubrimientos de los dinosaurios. Sobre este tema también hay una exposición ahora en el Museo de Paleontología de Alcalá de Henares, que es estupenda.
- Para un divulgador como usted, ¿qué objetivos básicos debe tener la difusión científica?
Lo que tiene que hacer la difusión científica es informar a la gente de los descubrimientos que se hacen en ciencia. En este momento la desinformación es un arma política y un arma de destrucción que va contra la educación. Las seudociencias me parecen respetables siempre que se tomen como un cuento. Como la leyenda del monstruo del Lago Ness. La ciencia orienta a los seres humanos sobre cómo es y cómo será el mundo en que vivimos.
- ¿Empezó la dinomanía con Parque Jurásico?
No, no, mucho antes. Empezó en la Inglaterra victoriana de mediados del siglo XIX. Yo le pondría una fecha: 1884. Ese año la reina Isabel y su marido el príncipe Alberto inauguraron una exposición en el Crystal Palace, y en los jardines se hicieron reconstrucciones de dinosaurios, tal y como se concebían entonces. Vieron aquellos monstruos gigantes y, por vez primera, la gente se queda impresionada y enganchada a esas figuras. Se preguntaban cómo era posible que antes de la aparición del hombre existieran esas criaturas que poblaban la Tierra. Ahí empezó la fascinación, se hicieron unas maquetitas de bronce y escayola y se vendieron muchísimas.
- Gran parte de la historia de la paleontología de dinosaurios ha pasado por Inglaterra, EEUU, Bélgica, Mongolia, África, China, Argentina… ¿Qué papel ha jugado y juega actualmente en esta Ciencia nuestro país?
Sólo hay que ver el número de museos que tenemos en España, en los que hay dinosaurios que se han encontrado en nuestro país. Uno de los principales está en Cuenca. Por ejemplo, que en Salas de los Infantes haya un museo tan estupendo no es una casualidad, sino que detrás y desde hace años hay un grupo de investigadores que están trabajando intensamente. O el Museo del Jurásico en Asturias, en Zaragoza, en Cataluña…dedicados una parte a los dinosaurios. España ha aportado conocimiento relevante para el estudio de los dinosaurios en el conjunto de Europa Occidental y también a escala de la evolución general en este campo.
Hay que destacar que se ha fomentado mucho la interdisciplinariedad y la comunicación entre grupos de investigadores. Todas las ciencias se están convirtiendo en multidisciplinares. La paleontología ya lo era y ahora mucho más. Geólogos, petrógrafos, bioestratígrafos, todos en concurrencia de muchos especialistas. Genetistas, ecólogos...en yacimientos en los que te encuentras 150 especies de series vivos necesitas de todos ellos. Si pones en google la palabra “dinosaur”, o en las redes, aparecen miles y miles de entradas.
- ¿Se puede considerar que los dinosaurios forman parte de la cultura popular de los países desarrollados como el nuestro?
Si, España es un país moderno dentro de la estructura de la Unión Europea y, en todos los sentidos, somos muy parecidos a otros, en el tema de los dinosaurios también.
- Usted es soriano y fue distinguido en 2004 con el galardón “Castellanos y leoneses por derecho”. ¿Qué opinión le merece la exclusión de fósiles no antrópicos, como los dinosaurios, en la nueva ley de Patrimonio Cultural de Castilla y León?
Es un error descomunal. Yo participé hace años en una comisión de arqueología y paleontología del gobierno de Castilla y León, que daba fondos a proyectos de arqueología y paleontología. Supongo que como yo era soriano y paleontólogo me llamaron, porque al principio sólo tenían arqueólogos. Fui varios años a Valladolid. A esa comisión, en los primeros años, iban los proyectos de Atapuerca, pero hubo un momento en que, por razones que venían de arriba, y la verdad es que a mí me extrañó, nos dijeron que esos proyectos iban por otro canal ¿eso qué significa? Significa que yo entiendo que Atapuerca ha dado lustre a la paleontología española, probablemente como nadie, sobre todo a nivel internacional, con un paleontólogo (que, por ciento, fue mi director de tesis) como Emiliano Aguirre y los tres codirectores. Ellos han hecho un buen trabajo y encontrado cosas increíbles, las han estudiado y publicado muy bien, y eso le ha dado una relevancia, no solo al Estado español, sino a Castilla y León. Todo eso lo entiendo, pero no es base suficiente como para considerar que los dinosaurios se pudran y que los fósiles humanos sean lo único que merece la pena.
A cualquier paleontólogo que le preguntes, te va a decir que eso es absolutamente inentendible, Es ver el mundo desde una ventanilla antropocéntrica. Es como decir que aquí lo único importante es la evolución humana, porque es lo que nos ha traído a este planeta, pero todos los millones y millones de especies que ha habido antes y los primeros humanos, o los Australopitecinos, Homo habilis, los homos más primitivos, toda esa fauna, esa flora, los neandertales o Homo Sapiens... todos tenían un entorno natural.
Alguien que dice que los dinosaurios no tienen la misma importancia en el registro fósil que los humanos no tiene ni idea de lo que significa este mundo ni la evolución de la vida. No somos nosotros, somos los seres humanos.
Este hecho, ¿puede suponer un retroceso de décadas en Castilla y León y que se quede muy atrás con respecto a otras comunidades autónomas que están trabajando intensamente en el estudio de los dinosaurios de sus territorios?
Exactamente, así es. Es una aberración inentendible.
- ¿Se puede considerar que los fósiles, los hallazgos que ha habido en Castilla y León tienen la suficiente envergadura para tenerlos en cuenta, o sea, que no son restos aislados, sino que hay un patrimonio fósil importante de dinosaurios en Castilla y León.
Por supuesto que sí, hay un patrimonio. Ahí está el Museo de Salas de los Infantes, por ejemplo.Toda la labor que ha hecho y los descubrimientos de muchísimos restos de dinosaurios. Pero volviendo al antropocentrismo, fue tal el boom de Atapuerca, que está el Museo de la Evolución, un instituto de investigación, de paleoantropología, etc. Es estupendo y se lo merecen tanto el yacimiento de Atapuerca como la gente que lo ha estudiado históricamente. Han sido ejemplares. Pero ¿eso significa que todo el resto del registro fósil lo mandas a hacer puñetas? ¿Hay que excluir a lo demás y no ponerlo en valor? Es incomprensible y fruto de la ignorancia. No tiene sentido. Es necesario ponerlo en valor para atraer gente a Burgos y turismo. Me jugaría lo que fuera a que si hubiera un museo en Burgos, dedicado a los dinosaurios, de la categoría del Museo de la Evolución, atraería a mucha gente. Se necesita ayudar a hacer más grande el Museo de Dinosaurios de Salas, inyectando más recursos y haciendo un museo de paleontología, como lo ha hecho Castilla y la Mancha. Es necesario un museo de paleontología de Castilla y León. Podría ser algo complementario, porque tener esa riqueza de dinosaurios y de los orígenes del hombre es complementario, completa el arco del conocimiento de la evolución del mundo.
Desde hace años conoce los hallazgos realizados en Salas de los Infantes, así como el trabajo del Museo de Dinosaurios ¿Cuál es su valoración sobre el conjunto de descubrimientos en esta zona de Burgos?
El equipo de investigadores del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes tiene entusiasmo, conocimiento, ganas. Lo tienen todo. Hacen todo lo que pueden, me consta. Lo que necesitan es más ayuda para crecer, más recursos, más apoyo y un poco más de reconocimiento de las autoridades, de las regionales, de la Diputación. Esa ayuda sería muy importante para que pudiera crecer porque es el único museo de dinosaurios de Castilla y León y está en Salas de los Infantes. Sin apoyos, sería dejarlo morir. No tiene sentido. Tienes un museo y lo que hay que hacer es ayudar y centrar ahí todos los recursos de estudios sobre dinosaurios y faunas acompañantes mesozoicas. Limitar los ya reducidos recursos que tienes es absurdo.
Un ejemplo es el Museo de Castilla-La Mancha, una divisa para la gente que trabaja en vertebrados mesozoicos. ¿Cuál fue el punto de inflexión para que se diera tanto empuje en Castilla-La Mancha a los dinosaurios? Los yacimientos y el trabajo en Las Hoyas y Lo Hueco. Se lo explicamos al propio presidente de Castilla-La Mancha. Antes, los dinosaurios de Lo Hueco y Las Hoyas estuvieron tres años en museos japoneses: en el museo de Osaka y en el de Fukui, que es uno de los grandes museos de dinosaurios de todo el mundo. Y en el museo de Kitakyushu, que está en la isla de Kyushu. Es un museo estupendo también, se llama de Historia Natural y del Hombre. Estuvieron allí un año en cada museo. Con una afluencia de entorno a 600.000 personas. Para nosotros fue una auténtica ventana al mundo.