martes, 23 de febrero de 2016

"No hay tutía" y otros recuerdos de los antiguos remedios medicinales

La histórica relación entre medicina y geología, reflejada en la exposición "Tierras que curan"


Frascos con sustancias medicinales en la exposición "Tierras que curan". UCM Jesús de Miguel.













MALEN RUIZ DE ELVIRA

Cuando se cree que algo es imposible de lograr o que no tiene remedio, muchas veces se utiliza la expresión coloquial “No hay tu tía”, sin que muchos sepan que no tiene nada que ver con una pariente cercana y que la versión correcta es “No hay tutía”, ya que se refiere al remedio medicinal más famoso durante siglos en España, la tutía o atutía, cuya falta era considerada una desgracia. Basada en el óxido de cinc, su nombre procede del árabe hispánico y se utilizaba sobre todo para enfermedades de los ojos.

“Dorar la píldora” es otro ejemplo de frase procedente de la medicina basada en minerales, rocas y fósiles que, enraizada en el pensamiento mágico de la antigüedad, perdura, aunque ahora sobre una base científica. Un dorador de píldoras se puede ver en Madrid, junto a muchos otros artefactos, muestras y documentos, en la exposición “Tierras que curan”, organizada por la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense y abierta hasta el 24 de junio en la Biblioteca Histórica Marqués de Valdecilla (Noviciado, 3), de la misma universidad.

Fue un famoso médico y filósofo musulmán del siglo X, Avicena, quien recomendó recubrir las píldoras con metales preciosos para aumentar su eficacia a la vez que se disimulaba el desagradable sabor. Pero los metales preciosos eran muy caros, lo mismo que muchas otras piedras o fósiles raros, por lo que a esta medicina, por otro lado poco o nada eficaz, solo podían acceder los ricos.

Como explican los organizadores de la exposición “En los cajones más ocultos y protegidos de unos muebles denominados Ojo de Boticario los antiguos farmacéuticos preservaron los compuestos medicinales más preciados: las drogas más activas, las especies más exóticas y, sobre todo, las piedras preciosas. En el perjuicio económico que suponía su rotura, sarcásticamente, está el origen de otra expresión coloquial: “pedrada en ojo de boticario”, que manifiesta el beneficio de un suceso inesperado”.

Por otro lado, este valor económico trajo su particular beneficio para el conocimiento: “La búsqueda de estos valiosos fósiles, tierras, metales o gemas hizo que los sanadores fueran adquiriendo un conocimiento que les permitió reconocerlos e identificar los tipos de terrenos donde era posible hallar unos u otros: medicina y geología comenzaban una relación que perdura en la actualidad”.

Según Lorena Ortega, decana de la Facultad de Ciencias Geológicas, la geología es una gran desconocida a pesar de su estrecha relación con la vida cotidiana y la divulgación es, por tanto, una las líneas maestras de la facultad; una divulgación que, como en esta exposición, muestre que las apariencias engañan y que el mundo es complejo.

Para el rector de la Complutense, Carlos Andradas, hacer visible el riquísimo patrimonio histórico de la universidad –los tesoros complutenses- es una obligación. La actual exposición, en la que se pueden ver también los primeros cristales para gafas, tallados en una variedad transparente de berilio, es un paso en esa dirección.

Los lapidarios eran los tratados que describían las propiedades terapéuticas y mágicas de las piedras En el famoso lapidario de Alfonso X el Sabio (siglo XIII), también presente en la exposición, la lava volcánica aparece como Piedra de Atraer el vidrio y se utilizaba como protección contra la gota. La obsidiana garantizaba que se tendrían hijos varones, mientras que la sal mezclada con arcilla se utilizaba como abortivo, y así sucesivamente. También aparecen muchos fósiles, por lo que el lapidario se considera el primer tratado paleontológico en España.

La triaca, un compuesto de hasta 78 ingredientes distintos considerado la panacea universal en la larguísima época en que los venenos se usaban mucho para quitar de en medio al adversario, fue el medicamento más longevo de la historia y dio lugar a toda una industria farmacéutica desde el siglo III antes de Cristo. La composición variaba, pero se incluían minerales, plantas y también ingredientes animales, como la carne de víbora.

Aristóteles, Galeno, Paracelso, Galileo, Darwin y Lyell son algunos de los personajes ligados a esta relación entre medicina y geología a lo largo de miles de años. Primero se separó la medicina de la religión y luego llegó otro cambio muy importante en este proceso histórico con la alquimia, que dio lugar a la química de la mano de la revolución científica del siglo XVII. Una relación que, actualmente, se refleja, por ejemplo, en el uso de nanopartículas y cerámicas bioactivas y en el papel fundamental de la cristalografía en medicina y farmacia, como recuerda José Fernández Barrenechea, director del Departamento de Cristalografía y Mineralogía. La geoquímica médica, además, estudia todo lo relacionado con la contaminación por sustancias minerales, y los manantiales y balnearios siguen gozando de gran popularidad por los minerales que contienen sus aguas.

Los objetos expuestos proceden de la Facultad de Ciencias Geológicas, el Museo Complutense de la Farmacia Hispana y la propia Biblioteca Histórica. Ha contado, además, con el apoyo de la Sociedad Española de Mineralogía y del Instituto de Geociencias UCM-CSIC.

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