Desde 2004 se espera una ampliación que no llega / No se
expone ni el 10% de lo que está almacenado
Caterine Arias trabaja en el exiguo espacio de la zona de restauración donde se acumulan los fósiles esperando turno envueltos en 'momias'. Israel L. Murillo. |
SALAS DE LOS INFANTES
Hace unos días que el equipo de excavadores de Torrelara se ha ido. Catherine Arias se encarga de inventariar y ordenar las 179 nuevas piezas que llegan del campo. No hay espacio. El depósito del Museo de Dinosaurios hace años que se quedó pequeño. Lo que en el Plan PAHIS del Patrimonio de Castilla y León de 2004 aparecía como un gran museo de dinosaurios, con equipo de restauración e investigación, en coordinación con el museo de Icnitas de Soria, se quedó sobre el papel ante diferencias entre el Ayuntamiento de Salas de los Infantes y la Junta de Castilla y León. Desencuentros sobre la parcela y la gestión tienen encallado el desarrollo de un proyecto que llegó a tener dos partidas presupuestarias para arrancar.
Hace unos días que el equipo de excavadores de Torrelara se ha ido. Catherine Arias se encarga de inventariar y ordenar las 179 nuevas piezas que llegan del campo. No hay espacio. El depósito del Museo de Dinosaurios hace años que se quedó pequeño. Lo que en el Plan PAHIS del Patrimonio de Castilla y León de 2004 aparecía como un gran museo de dinosaurios, con equipo de restauración e investigación, en coordinación con el museo de Icnitas de Soria, se quedó sobre el papel ante diferencias entre el Ayuntamiento de Salas de los Infantes y la Junta de Castilla y León. Desencuentros sobre la parcela y la gestión tienen encallado el desarrollo de un proyecto que llegó a tener dos partidas presupuestarias para arrancar.
Quince años después en las pequeñas vitrinas y las cuatro
paredes del Museo de Salas apenas se puede exponer ni un 10% de los fósiles
recuperados durante todos estos años por el Colectivo Arqueológico y
Paleontológio de Salas (CAS) y la Fundación Dinosaurios de Castilla y León,
financiada por el Ayuntamiento de la localidad y la Diputación. Y las que se
ven no son las piezas más importantes. Dos de los cuatro holotipos de
dinosaurios más espectaculares como los saurópodos Demandasaurus o Europatitan,
con un cuello de 11 metros, se guardan. «Muchos vienen atraídos por esos
nombres, que se han definido aquí, que tienen su importancia como Demandasaurus
que confirma el trasvase de dinosaurios entre África y Europa, pero ¿dónde los
metemos?», lamenta el director del museo, Fidel Torcida.
En la zona de depósito de restos, perfectamente ordenados en
cada pequeño rincón que encuentran, con paredes repletas de estanterías, está
la reconstrucción de la vida en la Sierra de la Demanda entre el Jurásico y el
Cretácico. Hay restos de hasta 21 ejemplares de dinosaurios diferentes, siete
tipos de fósiles de otros vertebrados y 14 especies vegetales de 145 a 125
millones de años antigüedad. Allí se conservan restos de cuatro holotipos, dos
de ellos de saurópodos que podrían estar expuestos al contar con diferentes
partes de su anatomía, pero no caben. Algunas piezas están desmontadas «no hay
espacio» y otras se dejan montadas en un rincón del laboratorio «porque al
estar en estudio lo necesitas incorporado», explica Torcida.
En Torrelara, en tres campañas, ya han aparecido más de 400
fósiles. Muchos de gran tamaño como la columna del saurópodo de una tonelada de
peso que se tuvo que extraer del yacimiento con una grúa el verano pasado. En
un año no se ha podido tocar. «Necesitamos mucho tiempo para restaurar lo de
Torrelara, son años de trabajo y ahora mismo no podemos asegurar a una persona
a jornada completa todo el año. Aquí hay muchísimo trabajo como para dos o tres
restauradores», señala Torcida. Así que las piezas más grandes se conservan en
unos almacenes municipales hasta que la ampliación propuesta por el
Ayuntamiento con fondos propios sea una realidad.
Aún así las momias (protección que rodea al fósil que se
extrae con sedimento del yacimiento para evitar que se dañe en el traslado y
hasta que se restaura y consolida) se acumulan en un laboratorio de
restauración que se queda pequeño. En la mesa de trabajo una vértebra de la
espalda que «es interesante para identificar la especie». Se ha eliminado la
capa de poliuretano que la rodeaba y «se va limpiando poco a poco», explica la
restauradora Catherine Arias. Un proceso que le llevará tres semanas. «Está muy
fragmentado y eso te obliga a ir limpiando, consolidando y parando y mientras
espero tengo cosas pequeñitas como dientes y así para hacerlo cuando no puedo
intervenir en la vértebra».
Reseña que tendría material para trabajar tres piezas al
mismo tiempo en el proceso de espera que tiene la intervención. «El problema es
que este laboratorio al ser pequeñito no puedes tener varias piezas similares
para trabajar en ellas», añade.
Esto hace que el trabajo posterior a la excavación sea
extraordinariamente lento. El equipo de investigación tiene sus trabajos a
parte de esta labor. Torcida es profesor de Geología y Biología en un instituto
de Logroño. «Usamos nuestro tiempo libre para esto porque nos apasiona y
hacemos lo que podemos con los medios que tenemos», explica el también docente
y miembro del CAS de Salas, Victor Urién.
De ahí que, si un equipo de investigación dedicado a un
proyecto al 100% y con fondos públicos de investigación tarda más de un año en
elaborar una publicación, aquí los tiempos son aún lentos por la envergadura
del material a estudio y por la falta de continuidad en la investigación que no
permite mirar a largo plazo. Demandasaurus darwinii apareció en el campo en
2004 pero no se publicó su existencia y su nombre, puesto que la especie se ha
definido aquí, hasta 2011.
Con Europatitan Eastwodii, otro saurópodo que dio la vuelta
al mundo y que se definió en estas tierras de la Demanda, se tardaron once años
desde que se extrajeron las piezas de 2004 a 2006 y se divulgó en una revista
científica en 2017.
Ciencia que realizan una decena de investigadores y
voluntarios de la Fundación Dinosaurios de Castilla y León, y el CAS que creen
en el retorno en el ámbito rural al que pertenecen los restos. Un nicho de
desarrollo en medio de la España vaciada. «Es una posibilidad de crear puestos
de trabajo cualificados, especializados, que crean masa crítica y que ya se ha
sentido en el sector turístico, pero faltan cosas por hacer», resume Urién.
Respecto a la ampliación que ya ha avanzado el Ayuntamiento
«está muy bien pero eso no nos resuelve el problema de espacio lo que hay que
hacer es pensar en el futuro», avanza Torcida. Por eso creen que el proyecto de
entrar en la red de museos regionales, con capacidad de desarrollo de
investigación y con un equipo de una o dos personas de restauración.
«Aquí hay material para un proyecto internacional y si no
hay un compromiso de la Junta por implicarse en el mantenimiento no es viable
para un Ayuntamiento de 2.000 habitantes», consideran.
Desde la administración regional apuntan que «estamos
dispuestos a colaborar, mediante las fuentes de financiación posibles, en la
construcción del centro, siempre que pueda contarse con terrenos que cumplan
los requerimientos técnicos, y que se aseguren las posibilidades de una gestión
sostenible de la infraestructura», explican desde Patrimonio.
Con todo, el modesto viaje que se propone hacia el mundo del
jurásico en este rincón de la provincia de Burgos permite ver de una manera
clara qué había en este rincón que atraía a grandes herbívoros por su
vegetación y agua y, tras ellos para darles caza, los dinosaurios carnívoros. Y
están a pocos metros porque «este suelo que pisamos en esta zona es el mismo
que había entonces», de ahí que se hayan documentado más de dos centenares de
yacimientos de los que sólo se han excavado ocho.
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