sábado, 30 de abril de 2022

JURASSIC WORLD: DOMINION - Tráiler Oficial 2 (Universal Pictures) HD

Nuevo adelanto.

JURASSIC WORLD: DOMINION se estrena el 9 de junio.

Exclusivamente en Cines.

El tamaño ayudó a nadar a reptiles marinos extintos de cuello largo

Científicos de la Universidad de Bristol han descubierto que el tamaño del cuerpo es más importante que la forma para determinar la economía energética de los animales acuáticos al nadar.   

Modelos 3D de tetrápodos acuáticos - S. GUTARRA DÍAZ
Este estudio, publicado en Communications Biology, muestra que los cuerpos grandes ayudan a superar el exceso de resistencia producido por la morfología extrema, desacreditando una vieja idea de que existe una forma corporal óptima para la baja resistencia.

Un hallazgo importante de esta investigación es que los grandes cuellos de los elasmosaurios extintos agregaron resistencia adicional, pero esto fue compensado por la evolución de cuerpos grandes.

Los tetrápodos o 'vertebrados de cuatro extremidades' han regresado repetidamente a los océanos durante los últimos 250 millones de años, y vienen en muchas formas y tamaños, desde ballenas modernas aerodinámicas de más de 25 metros de largo hasta plesiosaurios extintos, con cuatro aletas y cuellos extraordinariamente largos, e incluso ictiosaurios extintos con forma de pez.

Los delfines y los ictiosaurios tienen formas corporales similares, adaptadas para moverse rápido a través del agua produciendo poca resistencia o arrastre. Por otro lado, los plesiosaurios, que vivieron junto a los ictiosaurios en la Era Mesozoica, tenían cuerpos completamente diferentes. Sus enormes cuatro aletas que usaban para volar bajo el agua y las longitudes variables del cuello no tienen paralelo entre los animales vivos. Algunos elasmosaurios tenían proporciones realmente extremas, con cuellos de hasta 20 pies (6 metros) de largo. Es probable que estos cuellos les ayudaran a atrapar peces de rápido movimiento, pero también se creía que los hacían más lentos.   

Hasta ahora, no estaba claro cómo la forma y el tamaño influían en las demandas de energía para nadar en estos diversos animales marinos.

La doctora Susana Gutarra Díaz, paleobióloga de la Escuela de Ciencias de la Tierra de Bristol y del Museo Nacional de Historia de Londres, quien dirigió la investigación, explicó en un comunicado: "Para probar nuestras hipótesis, creamos varios modelos 3D y realizamos simulaciones de flujo por computadora de plesiosaurios, ictiosaurios y cetáceos. Estos los experimentos se realizan en la computadora, pero son como experimentos con tanques de agua".

El Dr. Colin Palmer, ingeniero involucrado en el proyecto, dijo: "Demostramos que aunque los plesiosaurios experimentaron más resistencia que los ictiosaurios o las ballenas de igual masa debido a la forma única de su cuerpo, estas diferencias fueron relativamente menores. Descubrimos que cuando se toma el tamaño en cuenta, las diferencias entre los grupos se volvieron mucho menores que las diferencias de forma. También mostramos que la relación entre la longitud del cuerpo y el diámetro, que se usa ampliamente para clasificar a estos animales acuáticos como más o menos eficientes, no es un buen indicador de baja resistencia".

europapress.es

Fósiles de gigantes de los mares hallados en lo alto de los Alpes

Paleontólogos presentan en Journal of Vertebrate Paleontology conjuntos de fósiles que representan a tres nuevos ictiosaurios que podrían estar entre los animales más grandes que han existido.

Reconstrucción de la vida de un ictiosaurio gigante del Triásico superior
alimentándose en masa de un banco de calamares.
- MARCELLO PERILLO/ UNIVERSITY OF BONN
Desenterrado en los Alpes suizos entre 1976 y 1990, el descubrimiento incluye el mayor diente de ictiosaurio jamás encontrado. La anchura de la raíz del diente es dos veces mayor que la de cualquier reptil acuático conocido, ya que el anterior más grande pertenecía a un ictiosaurio de 15 metros de longitud.

Otros restos esqueléticos incompletos incluyen la vértebra del tronco más grande de Europa, que demuestra que otro ictiosaurio rivaliza con el mayor fósil de reptil marino conocido en la actualidad, el Shastasaurus sikkanniensis de 21 metros de largo de la Columbia Británica (Canadá).

El doctor Heinz Furrer, coautor de este estudio, formó parte de un equipo que recuperó los fósiles durante la cartografía geológica en la Formación Kössen de los Alpes. Más de 200 millones de años antes, las capas de roca aún cubrían el fondo marino. Sin embargo, con el plegamiento de los Alpes, habían acabado a 2.800 metros de altura.

Furrer, que ahora es conservador jubilado del Instituto y Museo Paleontológico de la Universidad de Zúrich, se mostró en un comunicado encantado de haber descubierto "el ictiosaurio más largo del mundo; con el diente más grueso encontrado hasta la fecha y la vértebra troncal más grande de Europa".

Y el autor principal, P. Martin Sander, de la Universidad de Bonn (Alemania), espera que "quizá haya más restos de las gigantescas criaturas marinas ocultas bajo los glaciares. Más grande siempre es mejor --apunta--. Hay claras ventajas selectivas en el gran tamaño del cuerpo. La vida irá allí si puede. Sólo había tres grupos de animales que tenían masas superiores a 10-20 toneladas métricas: los dinosaurios de cuello largo (saurópodos); las ballenas y los ictiosaurios gigantes del Triásico".

Estos monstruosos reptiles de 80 toneladas patrullaban el Panthalassa, el océano del mundo que rodeaba al supercontinente Pangea durante el Triásico tardío, hace unos 205 millones de años. También hicieron incursiones en los mares poco profundos del Tethys, en el lado oriental de Pangea, como demuestran los nuevos hallazgos.

Los ictiosaurios aparecieron por primera vez tras la extinción del Pérmico, hace unos 250 millones de años, cuando desapareció el 95% de las especies marinas. El grupo alcanzó su mayor diversidad en el Triásico Medio y unas pocas especies persistieron hasta el Cretácico. La mayoría eran mucho más pequeñas que el 'S. sikanniensis' y las especies de tamaño similar descritas en el artículo.

Los ictiosaurios, con una forma similar a la de las ballenas actuales, tenían el cuerpo alargado y las aletas de la cola erectas. Los fósiles se concentran en Norteamérica y Europa, pero también se han encontrado ictiosaurios en Sudamérica, Asia y Australia.

Las especies gigantescas se han descubierto sobre todo en América del Norte, con escasos hallazgos en el Himalaya y Nueva Caledonia, por lo que el descubrimiento de nuevos behemoths en Suiza representa una expansión de su área de distribución conocida.   

Sin embargo, se sabe tan poco de estos gigantes que son meros fantasmas. Pruebas tentadoras del Reino Unido, consistentes en un enorme hueso de mandíbula sin dientes, y de Nueva Zelanda sugieren que algunos de ellos tenían el tamaño de las ballenas azules.   

Un artículo de 1878 describe de forma creíble una vértebra de ictiosaurio de 45 cm de diámetro procedente de allí, pero el fósil nunca llegó a Londres y puede haberse perdido en el mar. Sander señala que "es una gran vergüenza para la paleontología que sepamos tan poco sobre estos ictiosaurios gigantes a pesar del extraordinario tamaño de sus fósiles. Esperamos estar a la altura de este reto y encontrar pronto nuevos y mejores fósiles", apunta.

Estos nuevos ejemplares representan probablemente el último de los leviatanes. "En Nevada, vemos los inicios de los verdaderos gigantes, y en los Alpes el final --subraya Sander, que también fue coautor de un artículo el año pasado sobre un ictiosaurio gigante temprano de la Colina Fósil de Nevada--. Sólo las formas de tamaño medio-grande, como los delfines y las orcas, sobrevivieron hasta el Jurásico".

Mientras que los ictiosaurios más pequeños solían tener dientes, la mayoría de las especies gigantes conocidas parecen no tenerlos. Una hipótesis sugiere que, en lugar de agarrar a sus presas, se alimentaban por succión. "Los que se alimentan a granel entre los gigantes deben haberse alimentado de cefalópodos. Los que tenían dientes probablemente se alimentaban de ictiosaurios más pequeños y peces grandes", sugiere Sander.

El diente descrito en el artículo es sólo el segundo caso de un ictiosaurio gigante con dientes -el otro es el Himalayasaurus, de 15 metros de largo-. Es probable que estas especies desempeñaran funciones ecológicas similares a las de los cachalotes y las orcas actuales. De hecho, los dientes están curvados hacia dentro como los de sus sucesores mamíferos, lo que indica un modo de alimentación de agarre propicio para capturar presas como el calamar gigante.

"Es difícil decir si el diente es de un ictiosaurio grande con dientes gigantes o de un ictiosaurio gigante con dientes de tamaño medio --reconoce Sander con ironía--. Como el diente descrito en el artículo estaba roto en la corona, los autores no pudieron asignarlo con seguridad a un taxón concreto. Sin embargo, una peculiaridad de la anatomía dental permitió a los investigadores identificarlo como perteneciente a un ictiosaurio".

"Los ictiosaurios tienen una característica en sus dientes que es casi única entre los reptiles: el pliegue de la dentina en las raíces de sus dientes --explica--. El único otro grupo que muestra esto son los lagartos monitor".   

Los dos conjuntos de restos óseos, que consisten en una vértebra y diez fragmentos de costillas, y siete vértebras asociadas, han sido asignados a la familia 'Shastasauridae', que contiene los gigantes 'Shastasaurus', 'Shonisaurus' e 'Himalayasaurus'.

La comparación de las vértebras de un conjunto sugiere que pueden haber sido del mismo tamaño o ligeramente más pequeñas que las del 'S. sikkanniensis'. Estas medidas están ligeramente sesgadas por el hecho de que los fósiles han sido deformados tectónicamente, es decir, han sido literalmente aplastados por los movimientos de las placas tectónicas cuya colisión provocó su desplazamiento desde un antiguo fondo marino hasta la cima de una montaña.

Conocidas como la Formación Kössen, las rocas de las que proceden estos fósiles se encontraban en el fondo de una zona costera poco profunda, una laguna muy amplia o una cuenca poco profunda.   

Esto aumenta la incertidumbre en torno a los hábitos de estos animales, cuyo tamaño indica su adecuación a zonas más profundas del océano. "Creemos que los grandes ictiosaurios seguían a los bancos de peces en la laguna. Los fósiles también pueden proceder de animales extraviados que murieron allí", sugiere Furrer.   

"Hace 95 millones de años, la parte nororiental de Gondwana, la placa africana (de la que formaba parte la Formación Kössen), empezó a empujar contra la placa europea, lo que terminó con la formación de los complejísimos amontonamientos de diferentes unidades rocosas (llamados "nappes") en la orogenia alpina hace unos 30-40 millones de años", relata Furrer. Así pues, estos intrépidos investigadores se encontraron hurgando en las rocas heladas de los Alpes y arrastrando trozos de antiguos monstruos marinos casi hasta el nivel del mar una vez más para introducirlos en el registro científico.

europapress.es

jueves, 28 de abril de 2022

Paleontólogos descubren a Maip: el enorme depredador carnívoro que fue uno de los últimos dinosaurios antes de la extinción

El hallazgo de los científicos del CONICET fue publicado en Scientific Reports.

Reconstrucción en vida de Maip realizada por el ilustrador argentino Agustín Ozán. 
Un equipo de científicos del CONICET del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN) descubrió, en la provincia de Santa Cruz, los huesos del megaraptórido más grande conocido hasta el momento. Se estima que este ejemplar carnívoro, en cuyo hallazgo participaron además dos paleontólogos de Japón, habría vivido en la Patagonia en la época anterior a la extinción de los dinosaurios -el denominado Período Cretácico-, hace casi setenta millones de años. El hallazgo de esta especie, que por sus características fue bautizada con el nombre Maip macrothorax, acaba de publicarse en la revista Scientific Reports.

“Con Maip le ganamos a la pandemia”, dice el paleontólogo del CONICET Fernando Novas, jefe del Laboratorio de Anatomía Comparada del MACN y líder del equipo que colectó los huesos de Maip en cercanías a El Calafate días antes de que se desatara la pandemia mundial debido al coronavirus, a mediados de marzo de 2020. Una vez decretado el aislamiento social y preventivo obligatorio, el equipo de treinta paleontólogos y técnicos que se encontraba en pleno viaje de campaña, realizando las exploraciones y excavaciones en la zona, tuvo que interrumpir su tarea. Quedaron aislados en El Calafate, a 2700 kilómetros de Buenos Aires, hasta que pudieron regresar. De vuelta en sus casas, se dividieron las muestras que habían colectado en el campo y continuaron, cada uno desde su hogar, con el proceso de preparación de los fósiles y su posterior estudio. “Si bien la pandemia nos impidió regresar a nuestro lugar de trabajo, pudimos continuar con el análisis de los rasgos morfológicos de Maip sin inconvenientes”, dice Novas, con orgullo.

Las características que encontraron en este nuevo dinosaurio resultaron muy novedosas: los paleontólogos descubrieron que Maip tenía entre nueve y diez metros de largo y un peso de aproximadamente cinco toneladas. Para soportar dicho peso, su columna vertebral estaba compuesta por enormes vértebras interconectadas por un complejo sistema de músculos, tendones y ligamentos, que el equipo pudo reconstruir a partir de observar una serie de rugosidades y estrías en sus regiones articulares. Ese sistema, infieren los científicos, le permitía al animal mantenerse erguido sobre sus patas traseras mientras caminaba o corría.

“Los huesos de Maip nos ayudaron a entender mejor la anatomía de los megaraptores. Pertenecen a una familia cuyo esqueleto no era como el de un tiranosaurio, grande pero pesado, sino que eran animales ligeros. Es decir que sus huesos no eran macizos sino que presentaban una gran cantidad de huecos internos que los hacían mucho más livianos, algo así como un ladrillo hueco comparado con uno macizo –explica el becario del CONICET Mauro Aranciaga Rolando, primer autor del artículo-. Además tenían cola larga y patas largas, lo que también corrobora que eran animales relativamente ágiles. Lo más característico de estos dinosaurios son sus brazos: largos, gigantes, rematados por unas garras de hasta treinta y cinco centímetros de largo, con las que inferimos que agarraban y despedazaban a sus víctimas. Eran su arma principal, ya que sus dientes eran afilados pero pequeños”.

Los paleontólogos ya tenían cierta información sobre la familia de los megaraptores: el primero de los hallazgos de este grupo de dinosaurios fue Megaraptor namunhuaiiquii, descubierto en 1996 por Novas en la provincia de Neuquén, al que le siguieron los descubrimientos de nuevos megaraptores en Australia, Japón y Tailandia. “Cuando tuve la fortuna de descubrir al primer megaraptor en Neuquén fue un impacto grande”, recuerda Novas, “porque se trataba de un enorme carnívoro que tenían manos provistas de garras de unos cuarenta centímetros de largo. Algo nunca antes visto. Después se descubrieron parientes más pequeños de esta especie en Australia. Luego también en otras regiones de la Patagonia, y se fue ampliando la familia de estos peligrosos depredadores. Estos hallazgos se completan con Maip: ahora tenemos a uno de los más grandes, robustos y de los últimos que vivieron en la zona antes de la extinción masiva de fines del Cretácico”, advierte el científico.

El nombre de Maip fue elegido por Aranciaga Rolando. La elección tuvo que ver con que “proviene de un ser maligno de la mitología Tehuelche que habitaba en la cordillera y mataba usando el frío. Justamente, el hallazgo de Maip se produjo al sur de El Calafate, desde donde se aprecia la fastuosa Cordillera de los Andes, un lugar de temperaturas muy frías. Además, para los tehuelches, Maip representaba la sombra que deja la muerte a su paso, mientras que nosotros imaginamos que, durante el Cretácico, este gran depredador con su enorme tamaño habría provocado algo similar”, explica el becario. El término macrothorax, por su parte, hace referencia a la enorme cavidad torácica que poseía este dinosaurio.

Maip fue hallado en una zona muy particular: la Estancia La Anita, ubicada a pocos kilómetros de la localidad de El Calafate. Un territorio que, setenta millones de años atrás, era muy diferente: “Era un ecosistema cálido –describe Novas-. Había caracoles acuáticos y terrestres, plantas de muy distinta filiación, era un bosque, casi una selva, con charcos, lagos, arroyos, y diversas criaturas como ranas, tortugas, peces, aves pequeñas y mamíferos. La cordillera de los Andes todavía no se había elevado. De todos esos organismos que vivían en ese entonces fuimos colectando restos fósiles, y ahora, con Maip, agregamos a un super depredador, lo que nos permite ir completando la pirámide alimenticia.”.

Este lugar, que era tan distinto hace setenta millones de años, fue para el equipo de investigación un paisaje de ensueño. “Cuando estamos de campaña, la oficina de la paleontólogos muchas veces se traslada temporalmente a un lugar hermoso, y este fue el caso”, admite Aranciaga Rolando. “Hoy es un lugar rodeado de montañas enormes, glaciares, lagos, que demanda que tengamos que caminar muchas horas en condiciones climáticas extremas, pero estando allí, mientras excavábamos para sacar a este dinosaurio que estuvo setenta millones de años enterrado y mirábamos el Lago Argentino, sentíamos una plenitud increíble”. Novas coincide: “Es un sitio que hoy tiene una vista extraordinaria, un paisaje digno de una película de El señor de los anillos. Desde lo alto del filo, uno puede divisar el Glaciar Perito Moreno, distintos picos montañosos como las Torres del Paine o El Chaltén. Y este sitio es un lugar privilegiado, además, porque nos permite ir conociendo cada vez mejor a los distintos integrantes de ese ecosistema que se desarrolló al sur del Calafate. Es un tesoro fósil que recién comenzamos a descubrir y comprender”.

Y si bien el esqueleto de Maip brinda mucha información, todavía quedan muchas preguntas sin respuesta. “Aún desconocemos varias partes del esqueleto de este animal, como el cráneo y los brazos, por eso mismo pensamos volver al lugar para buscar más fósiles”, adelanta Novas. Por su parte, Aranciaga Rolando agrega que “los megaraptores son predadores bastante enigmáticos, y si bien Maip nos ayudó a atar varios cabos sueltos, en especial sus relaciones de parentesco con otros dinosaurios carnívoros, todavía quedan por dilucidar aspectos de su comportamiento de caza, por ejemplo cuáles habrían sido sus presas favoritas, entre otras cosas”. Para contestar estos interrogantes, los paleontólogos ya están planificando una próxima expedición, que esperan concretar a comienzos del 2023, con el fin de recabar más datos de estos antiguos habitantes del sur patagónico.

Equipo de investigación:

Mauro Aranciaga Rolando, becario doctoral del CONICET en el MACN

Matías Motta, becario doctoral del CONICET en el MACN

Federico Agnolín, investigador del CONICET en el MACN

Fernando Novas, investigador del CONICET en el MACN

Makoto Manabe, científico del National Museum of Nature and Science de Tokio

Takanobu Tsuihiji, científico del National Museum of Nature and Science de Tokio

conicet.gov.ar

Geolodía Burgos 2022: Burgos: El ferrocarril minero de la Sierra de la Demanda: caminos de hierro a un pasado remoto

Lugar: Riocavado de la Sierra-Barbadillo de Herreros

Geolodía 2022, Burgos. "El ferrocarril minero de la Sierra de la Demanda: Caminos de hierro a un pasado remoto".

Sábado 7 de mayo (previa inscripción).

Geolodía es una iniciativa de divulgación en la que se realizan excursiones geológicas de campo guiadas por geólog@s, gratuitas y abiertas a todos los públicos.

Cada año se realiza un Geolodía por cada provincia el primer o segundo fin de semana de mayo. Los Geolodías tienen lugar en entornos de gran interés geológico y ofrecen una información sencilla pero rigurosa. Permiten ver esos lugares con “ojos geológicos” y entender cómo funciona la Tierra sobre la que vivimos y de cuyos recursos naturales dependemos. Quienes participan comprenden también el valor de nuestro patrimonio geológico y la necesidad de protegerlo.

Fecha límite de inscripción 1 de mayo de 2022 a las 24:00. Plazas limitadas

Preinscripción obligatoria en:

https://forms.gle/oJFFiNmFvo7SopNs7

Una vez completadas las plazas de autobús, los participantes inscritos sin plaza, irán por sus propios medios a Riocavado de la Sierra

Salida del autobús de Burgos a las 8h:00h de Plaza de Santa Teresa (SOLO INSCRITOS CONFIRMADOS), junto al museo de la Evolución Humana MEH.

Parada en Salas de los Infantes (desvío a Barbadillo del Pez, antes del puente sobre el río Arlanza): 8:50 h.

La actividad y bus es gratuito. Una vez completadas las plazas el resto de participantes deberán ir por sus propios medios. Hasta completar cupo.

Punto de encuentro en Riocavado de la Sierra: 9:20 h. Parque de juegos junto a la carretera que sube al puerto del Manquillo.

Hora de regreso (aproximada): 19:30 h.

Punto de encuentro en Riocavado de la Sierra: 9:20 h. Parque de juegos junto a la carretera que sube al puerto del Manquillo https://goo.gl/maps/f1GSCejVM3g4PCjU8

Más información en esta web y en:

https://asociaciongeocientificadeburgos.com/category/geolodia/

CONSULTAS: geolodiaburgos2022@gmail.com  

Cómo pre-Geolodía se puede asistir hasta completar aforo el viernes 6 de mayo, a la conferencia de Alejandro Robador Moreno a las 8h30  “Cambios climáticos ¿Puede un calentamientoglobal hace 56millones de años explicar la situación actual?”

https://geolodia.es/geolodia-2022/burgos-2022/

sábado, 23 de abril de 2022

El trilobites inspira lentes con profundidad de campo sin precedentes

Inspirándose en los ojos de unos trilobites de hace 500 millones de años, investigadores han desarrollado una cámara en miniatura con una lente bifocal con una profundidad de campo sin precedentes.

Ilustración de cómo la metalente modelada sobre la lente compuesta de un trilobite
 enfoca simultáneamente el objeto tanto cerca (conejo) como lejos (árbol).
- S. KELLEY/NIST
La cámara puede tomar imágenes simultáneamente de objetos tan cerca como 3 centímetros y tan lejos como 1,7 kilómetros. El equipo del NIST (National Institute of Standards and Technology) de EEUU ideó un algoritmo informático para corregir las aberraciones, agudizar los objetos a distancias intermedias entre estas distancias focales cercanas y lejanas y generar una imagen final enfocada que cubriera esta enorme profundidad de campo.

Estas cámaras ligeras de gran profundidad de campo, que integran tecnología fotónica a escala nanométrica con fotografía basada en software, prometen revolucionar los futuros sistemas de imágenes de alta resolución. En particular, las cámaras aumentarían en gran medida la capacidad de producir imágenes muy detalladas de paisajes urbanos, grupos de organismos que ocupan un gran campo de visión y otras aplicaciones fotográficas en las que los objetos cercanos y lejanos deben enfocarse con nitidez.

Todos los trilobites tenían un amplio rango de visión, gracias a los ojos compuestos: ojos únicos compuestos de decenas a miles de pequeñas unidades independientes, cada una con su propia córnea, cristalino y células sensibles a la luz. Pero un grupo, Dalmanitina socialis, fue excepcionalmente previsor. Sus ojos bifocales, cada uno montado sobre tallos y compuestos por dos lentes que desvían la luz en diferentes ángulos, permitieron a estas criaturas marinas ver simultáneamente presas flotando cerca y enemigos distantes acercándose a más de un kilómetro de distancia. Sobre este ejemplo de la naturaleza se han desarrollado las nuevas lentes, que se presentan en Nature Communications.

Los investigadores fabricaron una serie de lentes diminutas conocidas como metalenses. Estas son películas ultrafinas grabadas o impresas con grupos de pilares a nanoescala diseñados para manipular la luz de formas específicas. Para diseñar sus metalenses, Agrawal y sus colegas tachonaron una superficie plana de vidrio con millones de diminutos pilares rectangulares de escala nanométrica. La forma y la orientación de los nanopilares constituyentes enfocaban la luz de tal manera que la metasuperficie actuaba simultáneamente como una lente macro (para objetos cercanos) y una lente telefoto (para objetos distantes).

Específicamente, los nanopilares capturaron la luz de una escena de interés, que se puede dividir en dos partes iguales: luz polarizada circularmente a la izquierda y polarizada circularmente a la derecha. (La polarización se refiere a la dirección del campo eléctrico de una onda de luz; la luz polarizada circularmente a la izquierda tiene un campo eléctrico que gira en sentido contrario a las agujas del reloj, mientras que la luz polarizada circularmente a la derecha tiene un campo eléctrico que gira en el sentido de las agujas del reloj).   

Los nanopilares doblaron la luz polarizada circularmente izquierda y derecha en diferentes cantidades, dependiendo de la orientación de los nanopilares. El equipo dispuso los nanopilares, que eran rectangulares, de modo que parte de la luz entrante tuviera que viajar a través de la parte más larga del rectángulo y otra parte a través de la parte más corta. En el camino más largo, la luz tuvo que atravesar más material y, por lo tanto, menos curvatura.   

La luz que se desvía en diferentes cantidades se lleva a un foco diferente. Cuanto mayor sea la flexión, más cerca se enfoca la luz. De esta forma, dependiendo de si la luz viaja por la parte más larga o más corta de los nanopilares rectangulares, la metalente produce imágenes tanto de objetos lejanos (a 1,7 kilómetros) como cercanos (a unos pocos centímetros).

Sin embargo, sin más procesamiento, eso dejaría objetos a distancias intermedias (varios metros de la cámara) desenfocados. Agrawal y sus colegas utilizaron una red neuronal, un algoritmo informático que imita el sistema nervioso humano, para enseñar al software a reconocer y corregir defectos como la borrosidad y la aberración de color en los objetos que residían a medio camino entre el foco cercano y lejano de los metalentes. El equipo probó su cámara colocando objetos de varios colores, formas y tamaños a diferentes distancias en una escena de interés y aplicando la corrección de software para generar una imagen final enfocada y libre de aberraciones en todo el rango de kilómetros de profundidad de campo.

Los metalentes desarrollados por el equipo aumentan la capacidad de captación de luz sin sacrificar la resolución de la imagen. Además, debido a que el sistema corrige automáticamente las aberraciones, tiene una alta tolerancia al error, lo que permite a los investigadores usar diseños simples y fáciles de fabricar para las lentes en miniatura, dijo en un comunicado Amit Agrawal, uno de los autores de la investigación.

europapress.es

Expertos piden una mayor colaboración entre zoológicos y museos

Las colecciones de animales de zoológicos y museos de historia natural --especímenes vivos en el primer caso, conservados en el otro-- constituyen un exhaustivo tesoro sobre la biodiversidad.

Reconstrucción de imagen de tomografía computarizada de YPM HERA 023166
- JAIMI GRAY/UNIVERSITY OF FLORIDA 
 

Sin embargo, los zoológicos y los museos rara vez comparten datos entre sí. Un nuevo estudio publicado en la revista 'BioScience' expone una vía para aumentar la colaboración entre estos grupos que mejoraría nuestra comprensión del reino animal.

"Los museos cuentan con una gran cantidad de especímenes conservados que proporcionan a los científicos gran cantidad de información, pero muy pocos datos sobre cómo vivían los animales en su día a día", afirma en un comunicado Gregory Watkins-Colwell, director de la colección de herpetología e ictiología del Museo Peabody de Yale, en Estados Unidos, y coautor del artículo.

"Los zoológicos y acuarios, por su parte, disponen de abundantes datos sobre la historia vital, el comportamiento y la salud de los animales --añade--. Combinar esta información complementaria sería una gran ayuda para los estudiosos y serviría a las misiones de investigación y educación tanto de los museos como de los zoológicos".

Las instituciones acreditadas por la Asociación de Zoológicos y Acuarios albergan unos 800.000 animales vivos, principalmente en Estados Unidos. Los zoológicos y acuarios mantienen un amplio registro de cada animal a su cargo, con información sobre su historia vital, comportamiento, salud, pedigrí, fisiología y protocolos de cría utilizados durante su vida, como la dieta y los tratamientos veterinarios. También recogen y conservan periódicamente muestras biológicas, como sangre, plasma y ADN.

Los museos de historia natural albergan entre 500 y 1.000 millones de especímenes biológicos en Estados Unidos y unos 3.000 millones en todo el mundo, según el artículo. Los registros de un espécimen suelen incluir información sobre dónde, cuándo y quién lo recogió, así como su taxonomía y método de conservación. Estos registros suelen recoger el momento de la vida del animal inmediatamente anterior a su muerte, pero ofrecen poca información sobre todo el tiempo anterior, explica Watkins-Colwell.   

"Los museos de historia natural se beneficiarían claramente de tener acceso a los registros detallados de la historia de la vida que mantienen los zoológicos, que son datos en gran medida no disponibles para los museos y los investigadores que dependen de ellos --subraya--. Por ejemplo, la química de la sangre de un guepardo podría ser muy valiosa para un investigador. Al mismo tiempo, los zoológicos también pueden ser importantes fuentes de especímenes conservados para los museos".   

Muchos zoológicos albergan especies raras, en peligro de extinción o incluso extinguidas en la naturaleza, lo que hace muy difícil, si no imposible, que los museos las recojan de forma ética, según el documento, cuyos 35 coautores representan a zoológicos y museos de todo Estados Unidos.

Los autores añaden que deshacerse de los animales muertos es una necesidad logística y a menudo legal para los zoológicos, que carecen de experiencia e instalaciones para albergar especímenes conservados. Como alternativa, los zoológicos podrían depositar especímenes de alto valor científico en los museos de historia natural, ampliando el valor de sus colecciones para la investigación y la enseñanza y reforzando su credibilidad como organizaciones científicas orientadas a la conservación.

"Depositar especímenes en los museos puede ayudar a los zoológicos a saber más sobre la salud del animal mientras vivía bajo su cuidado --quizás un elefante tenía un diente infectado que no se detectó mientras vivía--, un conocimiento que podría informar las prácticas de un zoológico y beneficiar sus colecciones", explica Watkins-Colwell.

En la misma línea, Alex Shepack, investigador postdoctoral de la Universidad de Notre Dame y coautor del artículo, insiste en que "depositar un espécimen de un zoo en un museo puede prolongar la 'vida' de ese animal a perpetuidad, proporcionando oportunidades de investigación, educación y conservación en los años venideros".

Existen asociaciones entre zoológicos y museos. Por ejemplo, el Museo Peabody ha recibido especímenes de zoológicos de todo Estados Unidos. Desde 2010, el zoológico del condado de Sedgwick, en Wichita, ha donado al museo más de 770 especímenes y muestras de tejido. Esos materiales se han utilizado en 22 proyectos de investigación y cursos en Yale.

Las barreras que impiden una mayor colaboración son, en gran medida, culturales, aclara Watkins-Colwell.   

"Cuando iniciamos las conversaciones entre el personal del zoo y el del museo, nos dimos cuenta de lo poco que entendían unos y otros de las formas en que todos utilizamos las colecciones y mantenemos los datos --recuerda el coautor Steven Whitfield, biólogo de conservación del zoo de Miami--. Mientras trabajábamos juntos durante tres días para organizar este manuscrito, vimos un gran interés en la colaboración de personas que realmente nunca habían estado juntas en una sala".   

Los dos tipos de instituciones varían en su énfasis en la investigación. Mientras que muchos museos se centran en la investigación, los zoológicos hacen más hincapié en la salud y el bienestar de sus especímenes vivos, explica el documento.

También puede haber obstáculos legales para transferir especímenes animales entre los zoológicos y los museos, y los sistemas de gestión de registros digitales que utilizan los museos y los zoológicos suelen ser incompatibles.

"Sin embargo, lo que debería unir a estas instituciones es el interés compartido por preservar la biodiversidad, en sus diversas formas, y contribuir a nuestro conocimiento colectivo de estos animales --señala Sinlan Poo, científico investigador principal del zoológico de Memphis y autor principal del artículo--. En última instancia, la mejora de la colaboración requerirá que el personal de los zoológicos y los museos establezca relaciones y comparta sus ideas y enfoques científicos entre sí". Según Watkins-Colwell, el nuevo estudio es un primer paso para iniciar ese diálogo.

europapress.es

jueves, 21 de abril de 2022

Pruebas de que los pterosaurios cambiaban de color

Paleontólogos han descubierto importantes pruebas de que los pterosaurios, parientes voladores de los dinosaurios, eran capaces de controlar el color de sus plumas utilizando pigmentos de melanina.

Reconstrucción artística del pterosaurio emplumado Tupandactylus, que muestra
los tipos de plumas a lo largo de la parte inferior de la cresta: monofilamentos
oscuros y plumas ramificadas de colores más claros - BOB NICHOLS
El estudio, publicado en la revista 'Nature', ha sido dirigido por las paleontólogas del University College Cork (UCC), en Irlanda, la doctora Aude Cincotta y la profesora Maria McNamara, y el doctor Pascal Godefroit, del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, con un equipo internacional de científicos de Brasil y Bélgica.

El nuevo estudio se basa en el análisis de un nuevo cráneo fosilizado de 115 millones de años de antigüedad del pterosaurio 'Tupandactylus imperator' procedente del noreste de Brasil. Los pterosaurios convivieron con los dinosaurios hace entre 230 y 66 millones de años.

Esta especie de pterosaurio es famosa por su extraña y enorme cresta. El equipo descubrió que la parte inferior de la cresta tenía un borde difuso de plumas, con plumas cortas y peludas y plumas ramificadas y esponjosas.

"No esperábamos ver esto en absoluto --reconoce la doctora Cincotta--. Durante décadas los paleontólogos han discutido sobre si los pterosaurios tenían plumas. Las plumas de nuestro espécimen cierran definitivamente el debate, ya que están claramente ramificadas a lo largo de toda su longitud, como las aves actuales".

El equipo estudió entonces las plumas con microscopios electrónicos de alta potencia y encontró melanosomas conservados, gránulos del pigmento melanina. Inesperadamente, el nuevo estudio muestra que los melanosomas de los distintos tipos de plumas tienen formas diferentes.

"En las aves actuales, el color de las plumas está fuertemente ligado a la forma de los melanosomas" --explica la profesora McNamara--. Como los tipos de plumas de los pterosaurios tenían diferentes formas de melanosomas, estos animales debían tener la maquinaria genética para controlar los colores de sus plumas. Esta característica es esencial para el patrón de color y demuestra que la coloración era una característica crítica incluso de las primeras plumas".

Gracias a los esfuerzos colectivos de los científicos belgas y brasileños y a las autoridades que trabajan con un donante privado, el extraordinario ejemplar ha sido repatriado a Brasil.   

"Es muy importante que fósiles tan importantes desde el punto de vista científico como éste se devuelvan a sus países de origen y se conserven de forma segura para la posteridad --subraya Godefroit--. Estos fósiles pueden ponerse a disposición de los científicos para su estudio y pueden inspirar a a las futuras generaciones de científicos a través de exposiciones públicas que celebren nuestro patrimonio natural".

europapress.es

martes, 19 de abril de 2022

Descubren los signos de vida más antigua de la Tierra

HispanTV

Investigadores descubren en Canadá los fósiles de algunas de las primeras formas de la vida en la Tierra con una antigüedad de unos 4280 millones de años.

Los fósiles de algunas de las primeras formas de vida que existieron sobre la Tierra.

Un grupo internacional de científicos asegura haber encontrado en una piedra fósil los signos de vida más antigua de la Tierra que se remontan a hasta 4280 millones de años, según publica la revista Science Advances.

“Utilizando muchas líneas de evidencia diferentes, nuestro estudio sugiere fuertemente que un número de diferentes tipos de bacterias existieron en la Tierra entre 3750 y 4280 millones de años. Esto significa que la vida podría haber comenzado tan solo 300 millones de años después de la formación de la Tierra. En términos geológicos, esto es rápido: aproximadamente una vuelta del Sol alrededor de la galaxia”, afirmó Dominic Papineau, autor principal del estudio.

Las evidencias fueron descubiertas en una roca del tamaño de un puño, hallada en 2008 por Papineau en el Cinturón de rocas verdes de Nuvvuagittuq (NGB, por sus siglas en inglés) en Quebec, Canadá. En un estudio de 2017, el equipo encontró filamentos, protuberancias y conductos en la piedra que parecían haber sido creados por bacterias.

Sin embargo, algunos expertos pusieron en tela de juicio que las marcas, que datan de unos 300 millones de años antes de lo que se considera como la primera señal de vida antigua, fueran de origen biológico. Tras realizar un análisis más detallado durante los años posteriores, el equipo halló un tallo con ramas paralelas en un lado de casi un centímetro de longitud, así como centenares de estructuras esféricas distorsionadas cerca de tubos y filamentos.

Los especialistas estiman que algunas de estas estructuras sí podrían generarse a través de reacciones químicas casuales, pero el tallo, con alta probabilidad, fue de origen biológico, ya que no se ha encontrado ninguna estructura como está generada solo por la química, explican en un comunicado desde University College de Londres (Reino Unido).

Además, los científicos descubrieron subproductos químicos mineralizados, que indican que las bacterias, que dejaron señales de vida en la piedra, se alimentaban de hierro y azufre, así como también del dióxido de carbono mediante una forma de fotosíntesis en la que no interviene el oxígeno.

pressenza.com

domingo, 17 de abril de 2022

Estudian la vida de los peces del Jurásico en la Antártida

Investigadores de la Universidad Nacional de La Plata buscarán determinar cómo eran esos peces, pero también con qué fauna convivían y las rutas o corredores marinos que estaban abiertos y podrían haber permitido el intercambio de especies. 

De la cuarta campaña en la Península Antártica, el equipo trajo 9 cajones de
entre 30 y 45 kilos de muestras. 
Investigadores de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) trabajan junto al Instituto Antártico Argentino (IAA) en el registro de peces fósiles de 150 millones de años al sur de la Península Antártica, lo que permitirá conocer la evolución de esas formas de vida, su adaptación a los cambios climáticos y sus migraciones durante la conformación de los continentes. 

Soledad Gouiric Cavalli, doctora en Ciencias Naturales de la UNLP e investigadora del Conicet en el Museo de La Plata, afirmó a Télam que mientras realizaba su tesis doctoral se dio cuenta que había poco registro sobre los peces argentinos del período Jurásico en territorio antártico, lo que la llevó a contactarse con el responsable del proyecto de Paleontología de Vertebrados del IAA, Marcelo Reguero.

"Me propuso presentar el plan para una campaña de investigación de campo que terminamos concretando en 2016", contó Gouiric Cavalli.

"Esto sirve para interpretar parte de la historia evolutiva de la zona, incluyendo no sólo la diversidad faunística sino proporcionando información sobre posibles interacciones tróficas, estimaciones de paleotemperaturas y paleocorrientes"

Soledad Gouiric Cavalli, investigadora del Conicet

La investigación se centró en un lugar en la Península Antártica donde afloran sedimentos marinos de la Formación Ameghino, que se ubica a unos 114 kilómetros al sur de la isla Marambio, uno de los puntos más australes en los que se desplegaron campamentos científicos a través de helicópteros.

"En esa primera experiencia logramos reunir una gran cantidad de muestras que nos permitieron ampliar las líneas de investigación, pensar en la vinculación entre los peces de Argentina y la Antártida con fósiles del mismo período encontrados en el Corredor Caribeño y en Europa", señaló la especialista.

Ese hallazgo "permite inferir una relación entre los peces del Paleo-Pacífico y del mar Tetis que cubría parte de lo que hoy es Europa", detalló y añadió que buscan "dilucidar qué peces habitaron en los mares que cubrían lo que hoy conocemos como Argentina y Antártida para entender su historia evolutiva y su vinculación con los que habitaban en el mar de Tetis".

Los materiales aparecen en lajas quebradas que hay que ensamblar en un
rompecabezas con los restos fósiles para poder estudiarlos en detalle.
"La realidad es que cualquier estudio de peces fósiles en Argentina y la Antártida es muy valioso porque los peces fósiles del hemisferio sur son prácticamente desconocidos en comparación con los del hemisferio norte ya que la investigación en nuestra región está en pleno desarrollo", añadió.

La investigación permitirá conocer cómo eran esos peces, pero también con qué fauna convivían y las rutas o corredores marinos que estaban abiertos y podrían haber permitido el intercambio de especies.

"Esto sirve para interpretar parte de la historia evolutiva de la zona, incluyendo no sólo la diversidad faunística sino proporcionando información sobre posibles interacciones tróficas, estimaciones de paleotemperaturas y paleocorrientes", ponderó.

Entre los hallazgos hay "formas de peces que no estaban representadas en Argentina, distintos estadíos ontogenéticos de una misma especie, grupos, órdenes y familias; lo más probable es que la gran mayoría de lo que encontremos sea no conocido para la ciencia hasta ahora", indicó Gouiric Cavalli.

Un desafío para los investigadores es que los materiales aparecen en lajas quebradas que hay que ensamblar en un rompecabezas con los restos fósiles para poder estudiarlos en detalle. "Este verano encontramos algunas muestras completas en algunas lajas y eso nos facilitará la tarea de estudio", remarcó.

La investigadora describió el lugar de trabajo como "un milhojas de piedras con distintos niveles de lajas superpuestas; una vez que identificamos un punto de interés por algún indicio visible podemos pasar hasta ocho horas sentados partiendo lajas con un martillo en busca de fósiles".

De la cuarta campaña en la zona el verano pasado, el equipo trajo 9 cajones de entre 30 y 45 kilos de muestras para ser procesadas e incorporadas al repositorio de fósiles del IAA.

"Este verano volvimos con unas 200 muestras que equivalen a unos 500 kilos de lajas, lo que es posible porque los helicópteros que despliegan y repliegan los campamentos también hacen vuelos para recuperar los cajones de muestras o para trasladar herramientas a los campamentos", precisó sobre la logística que requiere la investigación.

Gouiric Cavalli afirmó que armar un campamento en la Antártida "es algo muy
costoso para el Estado nacional".
Los campamentos en general son de unos 25 a 30 días dependiendo de la meteorología, pero este verano se extendió a 40 días y el equipo regresó a finales de febrero.

"Viajamos con cuatro personas; los investigadores reconocen en el terreno cuáles son las muestras más interesantes y los sitios a explorar, los técnicos conocen los métodos más eficaces para extraerlas y el personal del Comando Conjunto Antártico de las Fuerzas Armadas (Cocoantar) se encarga de brindar apoyo logístico para sostener el despliegue en un lugar tan inhóspito", detalló.

Gouiric Cavalli afirmó que armar un campamento en la Antártida "es algo muy costoso para el Estado nacional y un esfuerzo muy grande para todas las personas que se trasladan", por lo que destacó la importancia de "recuperar todas las muestras que se encuentren aunque no sean objeto de nuestras investigaciones particulares".

"Además se registran las condiciones de cada hallazgo porque la orientación del fósil en una laja podría ayudar a precisar la corriente del agua en aquel momento; y el calentamiento global que se evidencia año a año produce cambios notables en la fisonomía del paisaje antártico que dejan al descubierto nuevas superficies a explorar", precisó.

El proyecto de Paleontología Vertebrados del IAA está incluido en el Plan Anual Antártico.

La base Marambio está ubicada en la isla del mismo nombre sobre el mar de Weddell, al noreste de la Península Antártica y a 3.304 kilómetros de Buenos Aires.

Las temperaturas en el lugar llegan a los treinta grados bajo cero y los vientos a 120 km/h, una velocidad que evita una gran acumulación de nieve en la zona de su meseta.

telam.com.ar

viernes, 15 de abril de 2022

La Tierra avanza hacia la creación de un nuevo supercontinente

Mediante la creación de simulaciones y modelos científicos, los expertos auguran la formación de un gran supercontinente en nuestro planeta dentro de unos 200 millones de años, aunque su ubicación exacta aún es motivo de debate.

Mapamundi donde se muestra la actual distribución de los continentes de la Tierra. 
Foto: iStock
¿Cómo era la Tierra hace millones de años?¿Había tantos continentes como en la actualidad? Pues en realidad, hace unos 200 millones de años existía un supercontinente llamado Pangea que en un momento dado se dividió creando los actuales continentes que hoy conforman nuestro planeta. En realidad, estas masas de tierra no son inmutables (ya que se desplazan debido a las placas tectónicas, unas placas de corteza que se asientan sobre el manto terrestre) y es muy posible que los actuales continentes acaben formando otro supercontinente dentro de aproximadamente unos 200 millones de años. Los investigadores especulan con que los supercontinentes se forman en ciclos regulares de una vez cada 600 millones de años. Así que como Pangea se formó hace unos 310 millones de años, y se comenzó a separar hace unos 180, los investigadores creen que el siguiente supercontinente se formará dentro de unos 200 o 250 millones de años, es decir que actualmente nos encontramos en el ecuador del actual ciclo de formación (así que podemos estar tranquilos).

La Tierra se encamina hacia un solo continente

Al parecer los científicos saben aproximadamente cuándo, pero también se preguntan cómo, se formaría el futuro supercontinente. De hecho, un equipo de investigadores de la Universidad de Lisboa ha planteado cuatro modelos distintos para la formación de supercontinentes, a los que ha dado los siguientes nombres: Novopangea, Pangea Última, Amasia y Aurica. Los dos últimos son los que, según estos modelos, tendrían más posibilidades de formarse. Así, Amasia se formaría si todos los continentes avanzaran hacia el hemisferio norte (la Antártida quedaría sola en el hemisferio sur), y Aurica se formaría alrededor del ecuador y se extendería hacia los hemisferios norte y sur.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Lisboa ha planteado cuatro modelos distintos para la formación de supercontinentes.

Pangea, el supercontinente de la Tierra hace 250 millones de años. Foto: iStock
Tanto en el caso de la formación de Amasia como en el de Aurica, se produciría un cambio drástico en el clima global. ¿Y cómo sería? Para lograr arrojar luz sobre el tema, el equipo investigador ha llevado a cabo una simulación (en colaboración con el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA) para predecir el clima de este nuevo supercontinente. Entre otras cosas, los investigadores vaticinan que las temperaturas descenderían en picado provocando una congelación nunca antes vista en nuestro planeta y que al menos se extendería durante los siguientes 100 millones de años. En el caso de Amasia, el modelo planteado pronostica una nueva Edad de Hielo y con ella la desaparición de la biodiversidad que actualmente se halla presente en las zonas tropicales (aunque es posible que pudieran surgir nuevas especies que se adaptaran al clima extremadamente frío de la Tierra). Por otra parte, en el escenario que prevé la formación del supercontinente Aurica, el resultado sería muy diferente. La Tierra absorbería la luz solar de esta zona causando un aumento de las temperaturas, lo que se vería agravado por la ausencia de casquetes polares, que son los encargados de reflejar el calor de la atmósfera terrestre.

Mapa del Anillo de Fuego del Pacífico. Foto: PD
Pero ¿tienen claro los expertos qué supercontinente se formará en la Tierra? De hecho, los científicos afirman que tras la ruptura de Pangea hace 175 millones de años, se formó el Anillo de Fuego, una zona de subducción a lo largo del perímetro del océano Pacífico del cual se alimentan todos los volcanes de la Tierra y que es el causante de devastadores terremotos. Durante su creación, Eurasia, el actual megacontinente (una masa de tierra más pequeña que un supercontinente) formado por Europa y Asia, ya se topó con esta peligrosa zona del planeta. Así que a medida que Eurasia se mueva lateralmente a lo largo del Anillo de Fuego, en algún momento chocará con el contiene americano con el que acabará formando un nuevo supercontinente en los próximos 200 a 250 millones de años. Este nuevo supercontinente es el que los científicos han bautizado como Amasia, y ¿dónde estará situado? No existe consenso entre los investigadores, aunque el estudio apuesta por el océano Ártico.

nationalgeographic.com.es 

martes, 12 de abril de 2022

Diario de los Dinosaurios 14. Año 2022

Ya está disponible el último Diario de los Dinosaurios en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes para que te lo puedas llevar (gratuito) y, leerlo estas vacaciones de Semana Santa en el sitio donde más te apetezca y compartirlo con los tuyos.

En los sitios habituales de Burgos también está disponible.

La Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León acaba de editar el número 14 del Diario de los Dinosaurios, que recoge las actividades y noticias generadas -entre otras- por los investigadores que trabajan con el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes durante el año 2021.

En el artículo principal de este número, Fidel Torcida nos habla de la quinta campaña consecutiva del yacimiento inagotable de Torrelara. La portada del Diario es para el 20 Aniversario que nuestro Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes cumplió en septiembre de 2021.

Las colaboraciones las firman José Manuel Gasca (Universidad de Salamanca), Pablo Navarro-Lorbés (Universidad de La Rioja), Andrés Santos-Cubedo (Universitat Jaume I de Castellón. Director del Museo de Bejís Bejís -Castellón-), José Ángel Sánchez Fabián (Geoparque Mundial UNESCO Las Loras) y el Colectivo Arqueológico y Paleontológico (C.A.S.). En la sección de opinión Fidel Torcida (Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes).

La entrevista para este nuevo número es a Matthew Herne, paleontólogo que trabaja en la University of New England (Australia). Ha dirigido múltiples campañas de excavación. Ha participado en la descripción de nuevas especies de dinosaurios australianos. Actualmente trabaja en la fauna del Cretácico medio de la formación Winton, en Queensland, y en la interpretación de las huellas de dinosaurio de la Península de Dampier, en Australia Occidental. 

Una publicación decana en la divulgación científica

El Diario de los Dinosaurios es una publicación gratuita, única en España sobre dinosaurios, que sirve de puente entre la ciencia y la sociedad de una forma amena y rigurosa. Utiliza un lenguaje periodístico, accesible a todas las edades y sectores sociales donde se informa tanto de los recientes hallazgos científicos localizados en las campañas de excavación de la Sierra de la Demanda como de las últimas noticias relacionadas con el patrimonio paleontológico en otros lugares del mundo.

Está dirigido tanto a especialistas en la materia como a todos los sectores de la sociedad pues se ha constituido en un medio asequible y accesible de dar a conocer la importancia de nuestro patrimonio paleontológico. El diario utiliza un lenguaje sencillo pero riguroso, cuenta además con una página dedicada al público infantil y de un apartado en inglés que resume los contenidos más importantes. Además, es importante destacar que el Diario de los dinosaurios ha sido primera publicación de sus características que incorpora un “logo de lectura fácil” en el que las noticias más destacadas se adaptan para que puedan ser comprendidas por personas con discapacidad intelectual. 

En la elaboración de sus artículos participan científicos de gran prestigio nacional e internacional. El primer ejemplar vio la luz en el año 2006 y desde entonces se han lanzado 14 ediciones del mismo.

Al frente de la dirección científica está Fidel Torcida Fernández-Baldor (director del Museo de Dinosaurios).

Esperamos como siempre que os guste.

Hasta que os hagáis con él, podéis descargároslo en el siguiente enlace en formato pdf.

Pincha aquí (3,7 MB).

domingo, 10 de abril de 2022

SEGUNDA CIRCULAR: IX Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno

Desde el Comité organizador de las IX Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno nos invitan a descargar la segunda circular y las normas para realizar los resúmenes.

Recordaros que en ella encontraréis, entre otras cosas, las fechas límite para la inscripción y para el envío de los resúmenes además de algunas novedades. Al final del archivo Word de las normas de los resúmenes, se encuentra una plantilla adjunta la cual recomendamos utilizar.