martes, 27 de febrero de 2024

Descubren en China una nueva especie de dinosaurio acorazado con cuernos en sus mejillas

Esta especie data del Cretácico Superior, hace unos 96-90 millones de años atrás, y pertenece a los anquilosaurios, que tenían un cuerpo acorazado para protegerse de depredadores.

Vertebrate Anatomy Morphology Paleontology.

Científicos chinos descubrieron una nueva especie de dinosaurio acorazado que tiene cuernos dobles, se trata del Datai yingliangis, de tipo anquilosaurio, que habitó al sureste de China.

De acuerdo con un artículo de Sci News, los paleontólogos encontraron 2 cráneos de esta especie, de la época del Cretácico Superior hace unos 96-90 millones de años atrás.

Recordemos que, los anquilosaurios son muy admirados en la paleontología por su curiosa anatomía, puesto que parecen estar blindados, o acorazados, por capas superficiales muy resistentes y pesadas que protegían sus anatomías.

Pese a su impotente apariencia, eran herbívoros, de patas cortas, que se alimentaban de vegetación baja y podían pesar varias toneladas. Además, tenían colas largas con protuberancias en la punta, como espinas o durezas, para defenderse de sus depredadores.

Un dinosaurio acorazado único

Según detalló la paleontóloga Lida Xing, de la Universidad de Geociencias de China, los cráneos fueron desenterrados en la Formación Zhoutian y los dos estaban muy bien conservados.

Los fósiles estaban juntos, uno apoyado sobre el otro, explicó Xing, pero su ontogenia esquelética (el desarrollo de sus huesos) tenía etapas diferentes, lo que permitió diferenciarlos.

Los expertos dicen que este espécimen es único porque es uno de los pocos que tenían cuernos en la parte superior del cráneo y también en las mejillas, por debajo de los ojos.

“La nueva especie cae en el grado de anquilosaurinos asiáticos próximos a los linajes de taxones derivados o forma un linaje hermano de Pinacosaurus “, explicó Xing.

“Con base en estos conocimientos, el género Datai representa una importante adición a la fauna de vertebrados del Cretácico Superior temprano del sureste de China y resalta el potencial futuro en esta región para una mejor comprensión del origen y la evolución temprana de los anquilosaurinos”, añadió.

El estudio se publicó en revisión en la revista Vertebrate Anatomy Morphology Palaeontology, a finales de 2023, pero esta semana finalmente se encuentra disponible con el visto bueno de los pares.

biobiochile.cl

Canal 54 Burgos: charlamos con Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios

Canal 54 Burgos

Repasamos con el director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, Fidel Torcida, la actualidad del mundo de los dinosaurios de la Sierra de la Demanda. 


canal54.es

sábado, 24 de febrero de 2024

XXI CONCURSO DE POSTALES DEL MUSEO DE DINOSAURIOS 2024

Desde el Museo de Dinosaurios, la Fundación Dinosaurios CyL y la Fundación Aspanias Burgos os animamos a todos a participar en el XXI Concurso de Postales del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos).

El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes y la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León organizan el XXI Concurso de Postales del Museo de Dinosaurios.

Podrán participar en este concurso, con uno o más trabajos, todas las personas que lo deseen, admitiéndose únicamente bocetos originales, inéditos y no premiados en ningún otro concurso, con ilustraciones de motivos paleontológicos (relacionados con los dinosaurios) o arqueológicos.

Cada concursante podrá entregar hasta un máximo de 5 bocetos.

Se establecen tres categorías de participación:

  • Modalidad A: personas de menos de 15 años de edad.
  • Modalidad B: personas de 15 años de edad en adelante.
  • Modalidad C: personas con discapacidad.

El tamaño del boceto será de 10.5 X 15 cm, o de 11.5 X 16.5cm, en disposición horizontal o vertical, sin limitación de colores y montado sobre una superficie rígida (mínimo cartulina).

Premios: Se concederá un primer premio para cada modalidad.

  • Modalidad A: Artículos del Museo valorados en 100€ + diploma.
  • Modalidad B: Premio en metálico de 300€ + diploma.
  • Modalidad C: Premio en metálico de 100 € + artículos del Museo valorados en 50 € + diploma.

Bases (descárgatelas aquí).

Plazo: hasta el domingo 5 de mayo de 2024.

www.fundaciondinosaurioscyl.com (concursos)

Las aves modernas evolucionaron antes de la extinción de los dinosaurios

Según una nueva investigación, la división se produjo durante el período Cretácico tardío, hace unos 87 millones de años.

Foto: Unsplash.com: mehdisepehri (referencial).
Un estudio internacional liderado por científicos chinos y estadounidenses reveló que las aves modernas empezaron a evolucionar mucho antes de lo que se pensaba, antes incluso de que los dinosaurios desaparecieran de la faz de la Tierra.

El estudio, publicado recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se basa en el análisis de los genomas de 124 especies de aves vivas y en la construcción de un árbol evolutivo para las neoaves, grupo que incluye el 95% de todas las aves modernas.

Los investigadores combinaron los registros fósiles con los datos genéticos y descubrieron que las principales líneas evolutivas de las aves se pueden dividir en dos grupos: las especies terrestres y las acuáticas.

Según los expertos, la división se produjo durante el período Cretácico tardío (hace unos 87 millones de años), mucho antes de la extinción de los dinosaurios hace unos 66 millones de años.

Los hallazgos contradicen la creencia generalizada de que la extinción de los dinosaurios fue seguida por una rápida evolución de las especies de aves y los estudios que apuntaban a que la catástrofe que acabó con los dinosaurios eliminó la competencia de las aves por los recursos, lo que facilitó su rápida diversificación en las 11.000 especies que vemos hoy en día.

El evento que causó la desaparición de los dinosaurios "parece haber tenido un impacto limitado en la evolución de las aves", según uno de los autores del estudio, Wu Shaoyuan, citado este lunes por la agencia estatal Xinhua.

Los investigadores que participaron en el estudio señalaron asimismo que un evento de calentamiento global ocurrido hace 55 millones de años fue el responsable de la evolución de algunas aves marinas modernas como los pingüinos y las gaviotas.

cooperativa.cl

Japón halla por primera vez huesos de un tiranosáurido, fragmentos de mandíbula inferior

Japón encontró recientemente fragmentos fosilizados de mandíbula inferior de un tiranosáurido, la familia a la que pertenece el tiranosaurio, en las islas Amakusa (sur del país), lo que supone el primer hallazgo para el país de huesos de este ejemplar, que se estima que podría medir hasta ocho metros.

Los fragmentos hallados datan de hace aproximadamente 74 millones de años y la investigación que derivó en su descubrimiento estuvo liderada por los museos Fukui Prefectural Dinosaur y Amakusa City Goshoura Cretaceous.

Japón ya había encontrado antes dientes fosilizados de tiranosáurido, pero es la primera vez que da con huesos, lo que "ayudará a comprender los hábitats de los grandes dinosaurios carnívoros en Asia", apuntaron los investigadores en declaraciones recogidas por la agencia de noticias local Kyodo.

Los fragmentos de mandíbula estaban en estratos del Cretácico superior (época que se extiende desde 100,5 hasta 66,0 millones de años atrás) en la localidad de Reihoku, ubicada en la isla Shimoshima del conjunto de islas Amakusa, prefectura de Kumamoto.

Los museos llevaron a cabo en conjunto la excavación a partir de la que se recogieron los huesos en el año 2014, pero no pudieron confirmar hasta ahora que pertenecieran a este dinosaurio de la familia del tiranosaurio.

Los investigadores utilizaron tomografía computarizada (procedimiento con rayos X) para determinar si las piezas eran parte de un hueso dentario y descubrieron que pertenecían a una sección de la mandíbula inferior que sostenía los dientes.

Las características de los dientes restantes, que "eran grandes y tenían una sección transversal claramente elíptica", les llevaron a identificar los huesos como pertenecientes a un tiranosáurido.

Las partes del lado izquierdo y derecho del hueso fueron encontradas juntas y la respectiva al lado izquierdo medía 14 centímetros de largo y ocho de grosor, mientras que la correspondiente al lado derecho tenía el mismo grosor y una longitud de 17 centímetros. EFE

infobae.com

martes, 20 de febrero de 2024

200 años del primer dinosaurio

Tras milenios de inspirar toda clase de leyendas, en febrero de 1824 el primero de estos seres recibió su nombre. A dos siglos de aquel debut científico, los descubrimientos no paran. Gracias al uso de nuevas tecnologías, los paleontólogos amplían su intrincado árbol genealógico y revelan aspectos anteriormente desconocidos de estas especies increíblemente diversas que dominaron el planeta durante casi 165 millones de años.

Más que cualquier otro grupo de animales extintos, los dinosaurios cautivan la
imaginación de grandes y pequeños. / Museo de Historia Natural de Dinamarca.

Hace exactamente dos siglos, mientras el poeta Lord Byron languidecía y el continente americano se fracturaba en naciones soberanas y recién independizadas, nació una obsesión, un fenómeno cultural inagotable: la dinomanía. Fue por entonces, en febrero de 1824, cuando el naturalista y teólogo inglés William Buckland realizó la primera descripción científica de un dinosaurio: aquella mandíbula y enormes extremidades desenterradas en los siglos XVII y XVIII en una cantera cerca de Oxford, al sur de Inglaterra, no eran los restos de gigantes, dragones, grifos y otras de criaturas mitológicas como se especuló durante miles de años cada vez se encontraban materiales similares. Eran, más bien, fragmentos de un gran reptil. En las páginas de la revista de la Sociedad Geológica de Londres, este clérigo lo llamó Megalosaurus —justamente “gran reptil”— casi 20 años antes de que el biólogo Richard Owen acuñara en 1842 la palabra “dinosaurio”.

Fue el despegue. En una época en la que se pensaba que la extinción era una idea descabellada, estas criaturas maravillosas capturaron la imaginación del público con mucha más fuerza que otros animales desaparecidos. Fue un enamoramiento inmediato: en 1852, el escritor Charles Dickens mencionó al Megalosaurus en el primer párrafo de su novela Bleak House y en 1854 el escultor Benjamin Waterhouse Hawkins creó varias estatuas enormes de animales prehistóricos —incluido este depredador de 6 metros de largo que, como se supo tiempo después, vivió hace 166 millones de años— para los jardines del Crystal Palace en Londres.

Además de gestar una industria millonaria —promovida por infinitas películas, documentales, juguetes, parques de atracciones, libros, o destinos turísticos—, este grupo de animales de todos los tamaños y formas conquistaron todos los continentes y constituyen un gran enigma científico, un misterio en pleno auge. Como repiten los paleontólogos, vivimos en la edad de oro del estudio de los dinosaurios.

La paleontología aún es un campo en el que realizamos continuamente nuevos hallazgos

Steve Brusatte de Universidad de Edimburgo 

En todas partes del mundo se están descubriendo nuevos fósiles a un ritmo asombroso. En promedio, cada dos semanas una nueva especie se suma a las casi 2000 conocidas. “La paleontología aún es un campo en el que realizamos continuamente nuevos hallazgos”, dice el paleontólogo Steve Brusatte de Universidad de Edimburgo y autor de Auge y caída de los dinosau rios: La nueva historia de un mundo perdido. “Nunca puedes predecir lo que vas a encontrar”.

Un estudio estimó que se habían encontrado menos del 30 % de todos los dinosaurios no aviares y que aumentar el recuento hasta el 90 % requeriría más de un siglo de exploración. Es decir, la mayoría de las especies aún no se han descubierto. “Estudiar dinosaurios es como tratar de armar un rompecabezas de mil piezas pero contar solo con diez”, cuenta a SINC la paleontóloga argentina Ariana Paulina Carabajal. “Cada hallazgo es una nueva pieza que nos ayuda a tener una imagen un poco más clara”.

La fascinación por los dinosaurios no se acaba. Científicos quieren saber cómo vivían, qué hacían, cómo nacían, de qué color eran, qué sonidos hacían, cómo morían, por qué desaparecieron. Nuestra comprensión de estos animales ha avanzado mucho en los últimos dos siglos. Hoy sabemos que ciertos dinosaurios se movían en manadas. Algunos tenían parásitos en los huesos y en los intestinos, cáncer y tumores, marcas de mordeduras y rasguños, trastornos del desarrollo, fracturas, amputaciones. Los dinosaurios podrían haber contraído malaria y otras enfermedades transmitidas por insectos.

Estudiar dinosaurios es como tratar de armar un rompecabezas de mil piezas pero contar solo con diez

Ariana Paulina Carabajal, paleontóloga argentina 

Mandíbula inferior del primer dinosaurio nombrado en 1824,
'Megalosaurus bucklandii'. / Universidad de Oxford.
“Mediante tomografías computadas, confirmamos que miembros de  los abelisáuridos, un familia de depredadores de América del Sur, presentaban enfermedades congénitas de desarrollo y marcas de mordiscos con infecciones”, revela el paleontólogo italiano Mattia Baiano, investigador del Museo Municipal Ernesto Bachmann en Neuquén, Argentina, autor de un artículo sobre el tema publicado recientemente en BMC Ecology and Evolution. “Estudiar estas enfermedades abre una ventana para conocer más sobre la biología de estos animales”.

Una carrera hacia grandes hallazgos

Desde el siglo XIX, el interés por los dinosaurios fue tal que impulsó en el oeste estadounidense duras competencias entre cazadores de fósiles, ávidos de celebridad y riquezas. “La élite industrial de Estados Unidos se apresuró a abrazar a los dinosaurios como las criaturas extintas más emblemáticas de su nación”, señala el historiador Lukas Rieppel en su libro Assembling the Dinosaur: Fossil Hunters, Tycoons, and the Making of a Spectacle. “Como resultado, estos animales llegaron a simbolizar el poder económico del país, ofreciendo prueba material de su historia excepcional y su extraordinaria promesa”.

Así, el hallazgo de los primeros fósiles de Tyrannosaurus rex en Montana fue celebrado como un triunfo comercial y político más que científico. En su primer reportaje sobre este icónico depredador publicado en 1905, The New York Times lo describió como “el animal de combate más formidable del que haya registros”, “el rey de todos los reyes en el dominio de la vida animal”, “el caudillo absoluto de la tierra”, un “devorador de hombres de la jungla”, “el señor absoluto de la guerra de su época hace 8.000.000 de años”, lo cual expone lo poco se sabía a comienzos del siglo XX.

Los enigmas que tenemos están en constante cambio

Cecilia Apaldetti de la Universidad Nacional de San Juan 

Tras un impasse provocado por la depresión económica de 1930 y dos guerras mundiales, la paleontología de dinosaurios renació. En especial, gracias a un investigador que cambió la imagen de estos animales para siempre: en 1964, el científico John Ostrom cuestionó la creencia generalizada de que los dinosaurios eran especies de movimientos lentos, pesados, que arrastraban la cola como cocodrilos. El hallazgo de un pequeño depredador bípedo al que llamó Deinonychus lo llevó a proponer que muchos dinosaurios habían sido ágiles, inteligentes, capaces de cazar en grupo.

“Cada descubrimiento trae consigo nuevas preguntas”, explica la paleontóloga Cecilia Apaldetti de la Universidad Nacional de San Juan, quien investiga algunas de las especies más antiguas de dinosaurios en el Parque Provincial Ischigualasto. “Los enigmas que tenemos están en constante cambio”.

En 1980, por ejemplo, el geólogo Walter Álvarez y su padre, el físico Luis Álvarez, plantearon una hipótesis audaz: el impacto de un asteroide habría causado la muerte de la mayoría de estos animales hace 66 millones de años. Recién en los 90s, se confirmó que el cráter dejado por este asteroide —conocido como Chicxulub, que tenía entre 10 y 15 kilómetros de diámetro— yacía bajo la costa de Yucatán, en México. Si bien la colisión fue devastadora, varios científicos piensan que seis familias principales de dinosaurios ya estaban en declive en los 10 millones de años anteriores al gran impacto.

La representación de los dinosaurios evolucionó en los últimos dos siglos gracias
al hallazgo de nuevas evidencias. / Blue Rhino Studio.
Pero, pese a lo que muchos creen, el asteroide Chicxulub no aniquiló a todos estos animales. Algunos grupos de depredadores o terópodos —que incluyen al imponente T. rex y el Velociraptor— sobrevivieron. Su tamaño corporal disminuyó gradualmente, una tendencia que, junto con muchos otros cambios en sus esqueletos, condujo finalmente a la aparición de las aves. Tras años de controversias, el descubrimiento del primer dinosaurio emplumado en el noreste de China en 1996 (Sinosauropteryx prima), concluyó el debate: “Durante mucho tiempo se había pensado que los dinosaurios eran un grupo evolutivo sin salida”, recuerda el paleontólogo canadiense Philip Currie. “Hoy la mayoría de los biólogos y paleontólogos reconocen que las aves modernas son descendientes directas de los dinosaurios”.

Misterios sin resolver

Los dinosaurios constituyen un fenómeno cultural complejo. Su popularidad actual adopta varias formas. Por un lado, al transmitir la emoción del peligro sin representar una amenaza real, fascinan a niños y niñas e inspiran vocaciones científicas, al mismo tiempo que nos incitan a imaginar un mundo sin nosotros y a presagiar las posibilidades de nuestra extinción. Y por el otro, sus esqueletos se han convertido en artículos de lujo: constituyen un negocio que ha engendrado un voraz mercado negro con caza furtiva de fósiles, contrabando ilegal y polémicas subastas visitadas por millonarios ansiosos por colocar el esqueleto de un Triceratops o un Gorgosaurus en el vestíbulo de una de sus mansiones.

La saga Jurassic Park ha hecho más por la ciencia que muchos gobiernos

José Luis Sanz, paleontólogo español 

Y no solo eso. Los dinosaurios también incitan roces diplomáticos, como el causado por los restos del pequeño Ubirajara jubatus, llevado irregularmente a Alemania en 1995 y devuelto a Brasil en 2023, tras la presión de paleontólogos sudamericanos.

Aunque muchos científicos despotriquen por sus exageraciones y errores anatómicos, la saga de Jurassic Park —cuya séptima entrega ya tiene fecha de estreno: 2 de julio de 2025— ocupa un puesto importante en los dos siglos de dinosaurios. El libro de Michael Crichton —llevado al cine en 1993 por Steven Spielberg— encendió la imaginación de la audiencia, pero también inyectó fondos en la paleontología. “La saga Jurassic Park ha hecho más por la ciencia que muchos gobiernos”, dijo una vez el paleontólogo español José Luis Sanz, autor de Dinosaurios y otros animales: paleontología y su impacto en la cultura popular.

La dinomanía lanzó una nueva generación de paleontólogos, que, más allá del marketing que rodea y alienta este campo -al fin y al cabo, depredadores enormes como el T. rex, Spinosaurus y el Giganotosaurus o titanosaurios descomunales de la talla del Patagotitan y el Garumbatitan simbolizan poder—, enfrentan los misterios. Como destaca la paleontóloga Andrea Arcucci, no hay certezas absolutas sobre estos organismos; las inferencias siempre son provisorias.

“Uno de los grandes obstáculos en el estudio de los dinosaurios es no tener análogos más cercanos actuales con qué comparar su biología", indica esta investigadora de la Universidad Nacional de San Luis. “Están las aves y los reptiles vivientes pero la diversidad genética y fisiológica es muy grande”.

A esto se le suma otro obstáculo: la gran mayoría de los organismos que han vivido en el planeta no dejaron rastro, no se convirtieron en fósiles. Fueron consumidos, descompuestos. “El número de especies de dinosaurios recuperadas nunca será más que una fracción minúscula del número de especies que debieron haber existido”, se lamenta Currie.

La dinomanía impulsa una industria millonaria de películas, documentales,
parques de diversiones, libros y exhibiciones en museos. / Blue Rhino Studio.
A dos siglos de su primera descripción científica, hay tantas preguntas como respuestas. “Aún estamos muy lejos de comprender las razones evolutivas, genéticas y ecológicas que expliquen por qué crecieron tanto”, confiesa el paleontólogo Fernando Novas, del Museo Argentino de Ciencias Naturales, en Buenos Aires. “Esta tendencia a un aumento desmesurado del tamaño corporal no se volvió a repetir en la historia natural”.

A otros científicos, en cambio, les gustaría conocer más sobre sus comportamientos sociales, incluso las interacciones entre distintas especies. “Que se hayan fosilizado en el mismo sitio muchos restos no implica directamente gregarismo o que hayan vivido en manadas", sostiene el paleontólogo Juan Ignacio Canale del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann” en la provincia argentina de Neuquén. “Otras preguntas importantes aun sin respuesta incluyen las extinciones parciales de ciertos grupos. Se ha trabajado mucho sobre la gran extinción hace 66 millones de años, pero se han producido otras extinciones parciales de las cuales hay pocas evidencias. Por ejemplo, hace unos 90 millones de años desaparecieron varios linajes de dinosaurios en América del Sur, como grupos de herbívoros de cuello largo y feroces depredadores de la familia de los carcarodontosáuridos, como Giganotosaurus y Meraxes”.

Se ha trabajado mucho sobre la gran extinción hace 66 millones de años, pero se han producido otras extinciones parciales de las cuales hay pocas evidencias

Juan Ignacio Canale del Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann 

Si bien saben que nunca conocerán todas las especies de dinosaurios que existieron, la riqueza paleontológica de países como Argentina, Mongolia, Estados Unidos, China y regiones de España y Brasil incita a muchos científicos a salir año tras año al campo a buscar más y nuevos fósiles. Y también a examinarlos con nuevos ojos a partir de avances tecnológicos: tomógrafos permiten el estudio de cavidades y estructuras internas como el cerebro o cavidades neumáticas de estos animales; aceleradores de partículas revelan al detalle el interior de huevos fosilizados; potentes microscopios electrónicos exponen el ritmo de crecimiento de las distintas especies e incluso la edad que tenían al morir. Por ejemplo, se estima que la vida promedio de un T. rex era de solo 20 años.

“Buscamos entender cada detalle de su modo de vida”, asegura el paleontólogo Sebastián Apesteguía, de la Fundación Azara (Universidad Maimónides). “En las primeras décadas del siglo XXI vemos un florecimiento de estudios antes considerados raros. Con métodos y tecnologías innovadoras, aportan a la paleontología una visión muchísimo más completa que la que contábamos hace medio siglo”.

Tras dos siglos de su debut científico, la magia de los dinosaurios sigue intacta. Así continuará mientras en las próximas décadas sigan emergiendo del olvido nuevos fósiles, tejidos, huellas, dientes y plumas conservadas en ámbar de los animales evolutivamente más exitosos en la historia de la vida terrestre, como los llamó el paleontólogo estadounidense Robert T. Bakker. “Hay tanto que no conocemos, hay tanto por descubrir”, afirma con entusiasmo Apaldetti. “Mientras más salgamos al campo, más preguntas y respuestas tendremos”.

Fuente: SINC

Derechos: Creative Commons

agenciasinc.com

Nuevo género y especie de espinosáurido, primera reconocida con nombre riojano

RTVE La Rioja

"La cazadora del lago". Un equipo de paleontólogos, que lleva varios años excavando e investigando en terrenos de Igea, ha descubierto una nueva especie de un gran dinosaurio. El hallazgo se ha publicado en una revista científica británica y se le ha denominado Riojavenatrix.

https://x.com/RTVELaRioja/status/1759568413209288925?s=20

https://www.rtve.es/play/videos/informativo-telerioja/informativo-telerioja-19-02-2024/15976740/ (del 7:20 al 8:21 minutos)

rtve.es

domingo, 18 de febrero de 2024

Un desconocido cementerio de dinosaurios aparece repentinamente en Marruecos con las claves de su extinción

Los últimos dinosaurios desaparecieron hace unos 66 millones de años, junto con hasta el 90% de todas las especies de la Tierra. 

Se han encontrado fósiles de varios tipos de abelisaurios que muestran la
diversidad de dinosaurios en Marruecos a finales del Cretácico. SOCIEDAD
INVESTIGACIÓN  Y TECNOLOGÍA. EUROPA PRESS / ANDREY ATUCHIN
Los últimos dinosaurios desaparecieron hace unos 66 millones de años, junto con hasta el 90% de todas las especies de la Tierra, incluidos los mosasaurios, plesiosaurios, pterosaurios y amonitas. El patrón de extinción del final del Cretácico y sus causas se han debatido durante más de 200 años.

Ahora, el descubrimiento de nuevos fósiles de Abelisauridos -parientes lejanos de los tiranosaurios- en Marruecos sugieren que los dinosaurios africanos siguieron siendo diversos hasta el final. Esto apunta a que su desaparición se produjo repentinamente, con el impacto de un asteroide gigante, según ha informado el medio especializado phys.org

Aunque los dinosaurios representan una pequeña proporción de los fósiles, la región es tan rica en fósiles que ha producido la mejor imagen de los dinosaurios africanos desde el final de la era de los dinosaurios. En lugar de encontrar las mismas pocas especies, los paleontólogos suelen recuperar fósiles de nuevas especies, lo que sugiere que los lechos albergan una fauna de dinosaurios extremadamente diversa.

Las nuevas especies, halladas a las afueras de Casablanca, vivieron al final del período Cretácico y muestran que los dinosaurios eran diversos en África justo antes de su extinción masiva por un asteroide hace 66 millones de años.

Una especie, encontrada cerca de la ciudad de Sidi Daoui, está representada por el hueso del pie de un depredador de aproximadamente dos metros y medio de largo. El otro, procedente de la cercana Sidi Chennane, es la espinilla de un carnívoro que creció hasta unos cinco metros de largo.

Ambos formaban parte de una familia de dinosaurios carnívoros primitivos conocidos como abelisaurios, y vivieron junto al abelisaurio mucho más grande Chenanisaurus barbaricus, lo que demuestra que Marruecos era el hogar de diversas especies de dinosaurios justo antes de que un asteroide gigante impactara al final del Cretácico, poniendo fin a la era de dinosaurios.

"Lo sorprendente aquí es que se trata de lechos marinos. Es un mar tropical poco profundo lleno de plesiosaurios, mosasaurios y tiburones. No es exactamente un lugar donde uno esperaría encontrar muchos dinosaurios. Pero estamos encontrándolos", dijo el Dr. Nick Longrich, del Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath, que dirigió el estudio.

El impacto de un asteroide gigante en la península de Yucatán se ha relacionado con su desaparición, aunque se ha argumentado que los dinosaurios ya estaban en declive. Los dinosaurios marroquíes sugieren ahora que prosperaron en el norte de África hasta el final.

huffingtonpost.es

viernes, 16 de febrero de 2024

El CAS y Fundación Dinosaurios inician en Salas (Burgos) este sábado el 'Ciclo Demanda Ciencia'

Salas de los Infantes y su comarca disfrutarán a lo largo de 2024 de una programación variada sobre Ciencia.

El C.A.S. y Fundación Dinosaurios CyL inician este sábado en Salas (Burgos) 
el 'Ciclo Demanda Ciencia' con el paleontólogo Dr. Ignacio Díaz Martínez. - 
COLECTIVO ARQUEOLÓGICO Y PALEONTOLÓGICO DE SALAS

El Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.) y la Fundación Dinosaurios de Castilla y León, en colaboración con el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes programan el Ciclo Demanda Ciencia.

El ciclo se desarrollará a lo largo de 2024, y constará de actividades de divulgación científica de formato diverso como conferencias, mesas redondas, tertulias-café, talleres, excursiones guiadas y otras actividades lúdicas.

Los temas que se abordarán comprenderán un abanico de disciplinas y saberes científicos relacionados con el patrimonio cultural, la paleontología, la arqueología, la biología, la dietética o la medicina. Las actividades contarán con especialistas procedentes de universidades y centros de investigación del país, incluidos técnicos e investigadores del Museo de Dinosaurios salense.

El ciclo iniciará su andadura con la conferencia “Todos caminaron. Pero pocos dejaron huellas…. Una historia de dinosaurios”, impartida por el paleontólogo Dr. Ignacio Díaz Martínez (Universidad de Cantabria). Se celebrará en el Teatro Auditorio salense, sábado 17, 19.30 h.

El Dr. Díaz Martínez posee un currículo de excelencia, en el que se incluye: tesis doctoral sobre icnitas (huellas fósiles) de dinosaurios de La Rioja; profesor de la Universidad de Río Negro (Argentina) de 2014-2022; investigador integrado en CONICET (Argentina) de 2019-2022; más de 160 publicaciones científicas. Comoo curiosidad ha publicado un estudio sobre las huellas de los astronautas en la Luna. Ha trabajado con los investigadores salenses desde hace varios años, y es coautor de la descripción de Iniestapodus burgensis, un nuevo tipo de huella de dinosaurio que se halló en yacimientos de Quintanilla de las Viñas.

Los organizadores del “Ciclo Demanda Ciencia” apuestan por reforzar la comarca de Sierra de la Demanda burgalesa como factoría tanto de Ciencia como de su difusión de calidad. Estas iniciativas suponen una buena oportunidad para acceder a la comunicación y divulgación científicas en un entorno rural como el de Castilla y León donde sus habitantes no tienen acceso fácil a centros de investigación, ni contacto directo con investigadores que, en el caso de los más jóvenes, puedan servir de referencia para fomentar una vocación científica. Es constatable que, en Castilla y León, comunidad autónoma especialmente ruralizada y con población muy dispersa, convocatorias como estas contribuyen a dinamizar social y económicamente los distintos territorios.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Ciclo Demanda Ciencia: Conferencia: Dr. Ignacio Díaz Martínez

Primera actividad de una serie que se va a llevar a cabo a lo largo del año, se ha llamado "Ciclo Demanda Ciencia". Este primer ciclo se impulsa en primer lugar desde el Colectivo Arqueológico-Paleontológico de Salas (C.A.S.),  y tanto la  Fundación Dinosaurios CyL y el Museo de Dinosaurios tienen su implicación con el mismo.

Esta primera conferencia, a cargo del Dr. Ignacio Díaz de la Universidad de Cantabria, tendrá lugar el sábado 17 de febrero a las 19:30h en el auditorio de Salas de los Infantes.




domingo, 11 de febrero de 2024

Y ellas dibujaron un mapa de estrellas

Hoy es 11 de febrero, el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia. En este día vamos a recordar a unas mujeres que no solo cambiaron completamente el panorama en la astronomía, sino también las dificultades que se encontraron en su camino. Alguna de las cosas que tuvieron que pasar nos pueden parecer increíbles, pero otras siguen ocurriendo. Así pues, vamos a recordar la historia de, más o menos, un centenar de mujeres que fueron conocidas como las Computadoras Astronómicas de Harvard.

En el el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia recordamos a las «computadoras de Harvard» en la sala de computación y personal del Observatorio de la Universidad de Harvard, 1891. Imagen original de la Harvard Library y versión coloreada por Marina Amaral para Pioneras 1850-1960 (Desperta Ferro Ediciones, 2023).

Williamina Fleming no había tenido una vida fácil. Era una migrante británica en Estados Unidos, con un hijo pequeño y que había sido abandonada por su marido. Hacia 1881 servía como empleada del hogar en casa de Edward Charles Pickering, director del Observatorio de Harvard. En ese momento también el conocido astrónomo sentía una obvia indignación ante la aparente incompetencia de su asistente. Debió pensar que para lo que hacía, seguro que le salía más barato meter en el observatorio a su criada y, dicho y hecho, fue lo que hizo. Así empezó a trabajar Fleming, sin formación alguna previa en este campo, en el apasionante mundo de la astronomía.

Puede que, en realidad, “apasionante” no fuera la definición en ese momento, ya que tenía que encargarse de un trabajo bastante repetitivo. Pero no solo lo hizo bien, sino que, con el tiempo fue la primera mujer de Harvard en recibir un cargo institucional, en 1899, pasando a ser la conservadora del Archivo de Fotografías Astronómicas. Unos años después también fue elegida para la Royal Astronomical Society de Londres, pero como socia honoraria, ya que hasta 1915 no pudieron entrar como miembros de pleno derecho. Podía haber logrado muchas más cosas, pero una neumonía acabó con su vida en 1911, con apenas 54 años.

Contra viento y marea

Ahí podía haber quedado la cosa, pero Pickering se dio cuenta de la enorme ventaja de contratar mujeres. Había comprobado que eran igual o más eficientes que los hombres, pero le costaban la mitad. De hecho, en realidad, esta historia empieza un poco antes, porque la idea le vino porque ya había tres mujeres trabajando en el observatorio desde 1875, Rhoda G. Saunders, Anna Winlock (la hija del anterior director del observatorio, Joseph Winlock), and Rebecca Titsworth Rogers, esposa de uno de los profesores.

Vista general del Observatorio de Harvard. Fuente: Harvard Library.
El caso es que había mucho trabajo que hacer en el observatorio, ya que Pickering quería terminar un mapa de todo el universo visible, a través de una serie de fotografías astronómicas. Eso eran muchas fotos. Muchísimas. Así que inició una campaña de contratación de mujeres, que irían quedando bajo la dirección de Fleming. Serían unas ochenta contratadas antes de su muerte. Hay que decir en su honor que se convertiría en un conocido defensor de la educación superior femenina tras comprobar las capacidades de sus nuevas asistentes… aunque no se tradujese en un mejor pago.

Al principio serían sobre todo mujeres vinculadas a quienes trabajaban ya en Harvard, parientes de otros astrónomos, como las tres primeras. No era una cuestión de nepotismo como tal, sino que las referencias familiares eran fundamentales para avalar el trabajo femenino… y este era un problema general en todo el mundo en esa época. Es más, en realidad muchos científicos ya recibían la ayuda de sus esposas e hijas sin estar oficialmente contratadas, que nunca recibieron el reconocimiento que merecían y que muchas veces quedaron invisibilizadas, ya que muchas no llegaron a aparecer en ningún documento oficial. Quizás convenga recordar el caso de Einstein y Mileva Maric en este punto.

Además, hay que tener en cuenta que otro profesor de Harvard, Edward Clark, más o menos por la misma época, había escrito en su libro Sex in Education que las mujeres eran peores para las tareas intelectuales y que, además, si se esforzaban en ellas se quedarían estériles, porque, en teoría, la sangre que usaran para desarrollar el cerebro no podría usarse en el aparato reproductor, y la menstruación, por tanto, detraería fuerzas para el desarrollo intelectual. El director del observatorio astronómico de Cambridge, George Biddell Airy, también se mostró en contra de la educación superior femenina, no solo porque consideraba que no serían capaces, sino también porque pensaba que la educación arruinaría el delicado carácter femenino. Un escenario muy lejano de los valores del actual día internacional de la mujer y la niña en la ciencia.

Un grupo que cambiaría la ciencia

Teniendo esto en cuenta, las conocidas como “computadoras astronómicas de Harvard” no partían de una buena base de confianza y respeto por parte de la sociedad en general. Pero superaron todas las expectativas. Su trabajo, en principio, consistía en observar las fotografías en placas de vidrio que astrónomos de todo el mundo enviaban al observatorio y consignarlas para realizar un mapa estelar. En referencia a este método de observación mediante fotografías, bastante novedoso, Fleming dijo en un discurso pronunciado en la Exposición Universal de Chicago (1893) que no siempre hay que aferrarse a los métodos antiguos, y no porque hayan prevalecido siglos tiene que ser considerados necesariamente mejores. A nadie se le escapó en la sala que había otro sentido ahí, ya que era un discurso que se titulaba “A Field for Woman’s Work in Astronomy» (Un campo para el trabajo de las mujeres en Astronomía).

Annie Jump Cannon mira por un telescopio en la terraza del College Hall
de Wellesley, Massachusetts. Fuente: 
JSTOR.
Además, lo que iba a ser un trabajo mecánico, en realidad escondía otras dificultades que las mujeres tuvieron que ir superando, y que llevaron a desarrollar técnicas, clasificaciones y estrategias que renovarían la astronomía del momento. Annie Jump Cannon, por ejemplo, desarrolló un nuevo método para clasificar las estrellas. Lo hizo completando el trabajo de otra mujer del equipo, Antonia Maury. Se adoptó internacionalmente en 1922 y, básicamente, es el que sigue vigente. Henrietta Leavitt, también miembro del equipo, no solo descubrió una gran cantidad de estrellas nuevas, sino que desarrolló nuevas teorías y mecanismos para medir las distancias estelares y ayudó a comprender las dimensiones reales del universo. Selina Cranch Bond realizó los cálculos para tener en cuenta los efectos atmosféricos y las variaciones orbitales para fijar las posiciones exactas de las estrellas.

Algunas crearon sus propias carreras ya fuera de Harvard, como Margaret Harwood, que acabó dirigiendo un observatorio en Nantucket (Massachusetts). También descubrió el asteroide 886 Washingtonia, pero se silenció su descubrimiento y se atribuyó, cuatro días después a George Peters, porque se consideró inadecuado que una mujer recibiera atención pública por un descubrimiento así. También la carrera de Margaret Walton Mayall trascendió su trabajo en Harvard cuando fue nombrada directora de la American Association of Variable Star Observers, cargo que ostentó desde 1949 hasta 1973.

El catálogo resultante del trabajo de estas mujeres se llamó Catálogo Henry Draper, en honor a dicho astrónomo, que lo había iniciado. Eso sí, quien financió el proyecto no fue él, sino su viuda, Mary Anna Draper. Dos mujeres más ayudaron, con sus donaciones, a mantenerlo, Uriah Atherton Boyden y Catherine Wolfe Bruce. Esta última donó unos 50.000 dólares para que se pudiera construir un telescopio mejor.

La labor de estas mujeres abrió el camino para otras y, tras la muerte de Pickering en 1919, el Harvard siguió contratando mujeres para trabajar en el observatorio y el grupo de las Computadoras siguió en marcha. En 1925 Cecilia Helena Payne-Gaposchkin era la primera en obtener un doctorado en el Radcliffe College. Lo hizo con una tesis revolucionaria que cambió la astronomía, al proponer que las estrellas están hechas, básicamente, de hidrógeno. Sería la primera en obtener un puesto como profesora en Harvard y la primera en dirigir un departamento.

A veces las cosas son complicadas

Estudiar sus vidas y carreras no ha sido fácil. No siempre se reconocía su labor, a veces estaban ausentes en los registros laborales y muchas veces se obvió su nombre. Por ejemplo, en 1931 Solon Bailey publicó una obra sobre el personal del Observatorio de Harvard, que tituló History and Work of the Harvard Observatory. En él puede verse cómo algunos nombres de mujeres que trabajaron están completamente ausentes, como el de Ruth Bailey o Juanita Wells. En otros casos se salta años enteros de trabajo, como pasó con los casos de la propia Williamina Fleming o Henrietta Leavitt. Parece que muchas mujeres estuvieron como “voluntarias” en el observatorio sin que a nadie se le ocurriera registrar su estancia en el mismo.

Analizando espectros estelares en el Observatorio de Harvard, 1891.
Fuente: Harvard Library.
Aun así, y aunque hemos dicho que se las conoce como las Computadoras astronómicas de Harvard, otro nombre ha sido mucho más habitual, el de “el harén de Pickering”. Porque, aunque cambiaran el mundo de la astronomía, seguían siendo objeto de desprecio y burla. Por cierto, el sistema que inventó Cannon tampoco lleva su nombre y se conoce como “sistema Harvard”. Los periódicos de la época consignaron sus descubrimientos, pero muchas veces con titulares enormemente machistas, del tipo “Woman Scientist at Harvard Has Amazed Astronomers By Discovery of New Star” (Una mujer científica de Harvard asombra a los astrónomos con el descubrimiento de una nueva estrella, Boston Sunday Post, 4 junio 1905), o “Brainy Boston Women Learn Sky’s Profoundest Secrets” (Las inteligentes mujeres de Boston aprenden los secretos más profundos del cielo, Boston Sunday Journal, 10 julio 1904).

También hay que señalar que las únicas mujeres no blancas que trabajaron para el observatorio de Harvard hasta 1975, por lo que puede verse en la documentación, fueron las peruanas que atendían la sede del observatorio en Perú, el Boyden Station, que se situó primero cerca de Lima y luego en Arequipa. Solo algunos de sus nombres se han documentado, como los de Vincenta, Josefina, and Pelionela en documentos privados, ya que no eran astrónomas sino el personal doméstico.

Tampoco el pago les parecía justo a las mujeres del observatorio. De hecho, Fleming se quejó de ello en su diario, y se preguntaba si Pickering no sabía que ella tenía una familia que mantener, al igual que cualquier hombre. No solo demostraron que las mujeres podían ser científicas, también constataron cómo habían tenido que hacer el doble para obtener la mitad. Hoy seguimos celebrando el 11 de febrero, día internacional de la mujer y la niña en la ciencia, como símbolo de la labor de las científicas por ir cerrando esas brechas, y por todo lo que tuvieron que sacrificar.

Bibliografía:

https://mujeresconciencia.com/2015/11/08/astronomas-en-harvard/

Dava, Sobel. The Glass Universe : How the Ladies of the Harvard Observatory Took the Measure of the Stars. Viking, New York, 2016

Zrull, L. S. (2021). «Women in Glass: Women at the Harvard Observatory during the Era of Astronomical Glass Plate Photography«, 1875–1975. Journal for the History of Astronomy, 52(2), 115-146.

Marina Amaral y Dan Jones. Pioneras 1850-1960. Desperta Ferro Ediciones, 2023.

despertaferro-ediciones.com

Vivió hace 237 millones de años en La Rioja y fue el inicio de las primeras ramas de mamíferos

Fue un primo lejano de los mamíferos y, aunque no era parte de este grupo, ya poseía numerosos rasgos mamalianos, como un paladar óseo bien desarrollado y dientes complejos, explicaron los investigadores

Riojanodon nenoi. Investigadores del Conicet bautizaron así a un pequeño animal que vivió hace unos 237 millones de años en La Rioja. Los restos fósiles de un ejemplar fueron hallados en el Parque Nacional Talampaya. El espécimen no dejó sólo sus huesos, sino una importante pista evolutiva: de los estudios hechos sobre dientes y paladar, surge que se trata de un linaje, hasta ahora desconocido, que está vinculado al origen de los mamíferos y su diversificación en diferentes grupos.

“Es una nueva especie de lo que se conoce como cinodonte probainognatio. Era un bicho pequeño, no mayor a una comadreja actual. Fue un primo lejano de los mamíferos y, aunque no era parte de este grupo, ya poseía numerosos rasgos mamalianos, como un paladar óseo bien desarrollado y dientes complejos”, explicó Agustín Martinelli, investigador del Conicet e integrante del equipo integrante del equipo Archosaur Research Group (ARG) y de la Asociación Paleontológica Argentina (APA).

El investigador resumió una secuencia temporal a la agencia CTyS de la Universidad Nacional de La Matanza: estos cinodontes, dijo, “se diversificaron previamente al surgimiento de los dinosaurios”, mientras que “los mamíferos que conocemos hoy en día tuvieron su auge recién después de la extinción de los grandes dinosaurios del Mesozoico”. Los primeros trabajos de campo que permitieron dar con los restos fósiles fueron en 2014. Se extendieron hasta 2022.

“Recién en septiembre de 2014 encontramos el cráneo, en el campo en la Formación Chañares”, repasó la investigadora del Conicet Julia Desojo, quien coordinó los trabajos de campo al Parque Nacional Talampaya y es presidenta de APA.

“Es uno de los tantos casos donde mostramos el trabajo interdisciplinario que realizamos, entre geólogos, paleontólogos, técnicos y becarios, tanto locales como internacionales”, rescató la científica.

La descripción del Riojanodon nenoi fue publicada en la prestigiosa revista The Anatomical Record. “Encontramos restos de las mandíbulas y dientes. Es algo bastante peculiar lo de este extinto animal, porque es una forma de dentición herbívora dentro de un grupo que era principalmente carnívoro. De alguna forma, se abrió una rama de herbivorismo en esta línea evolutiva”, detalló Martinelli.

Un bautismo que es homenaje

Riojanodón nenoi. La primera palabra significa “diente de La Rioja”. La segunda es un homenaje a Roberto “Neno” Narváez, guardaparque del Parque Nacional Talampaya y actor clave en las campañas paleontológicas en esa región.

“Hace más de diez años que trabajamos en esta zona. Personas como Neno son importantísimas porque conocen al territorio como la palma de su mano”, rescató el paleontólogo Martinelli. “Imaginate que acá no hay caminos ni nada marcado, pero, como un baqueano experto, él nos va diciendo en qué lugar están las rocas de distinto color y, por lo tanto, antigüedad, como ningún mapa lo describe”, elogió el investigador.

Los restos hablan del tiempo pero también del espacio

Para los investigadores, el hallazgo, además de aportar nuevas pistas en términos evolutivos, ofrece nueva evidencia de cómo la fauna prehistórica de Sudamérica de esa época se condice con la del sur de África, abonando la teoría según la cual ambos territorios estaban unidos hace unos cuantos millones de años.

Un potencial enorme

El Riojanodon vivió durante el período Triásico, hace entre 237 y 236 millones de años. No llegó a convivir con los dinosaurios, aunque sí con sus predecesores. Los restos fósiles de este animal fueron encontrados a partir de trabajos de campo en la Formación Chañares, una de los depósitos de rocas continentales triásicas más ricas en contenido fósil de América del Sur.

Debido a su abundancia y diversidad, los especímenes hallados en esta formación constituyen uno de los mejores registros de tetrápodos –grupo de los vertebrados que tienen dos pares de extremidades– del Triásico Medio-Superior.

“Estos fósiles que presentamos son solo una mínima muestra del potencial paleontológico de nuestro patrimonio que debemos cuidar y difundir entre todos”, repasó Desojo. “Para ello, estamos tanto los cultores de la paleontología como las autoridades provinciales y nacionales y la APA, que conecta a todos los activos sobre la paleontología nacional”, rescató la investigadora y titular de APA.

elciudadanoweb.com

Descubren insectos que convivieron con los últimos dinosaurios

Especialistas del CONICET hallaron restos fósiles de artrópodos que habitaron el sur argentino hace 70 millones de años. Se trata de unos de los pocos hallazgos de esta antigüedad a nivel mundial y fue publicado en Nature Communications Biology.

Especialistas del CONICET descubrieron restos fósiles de insectos que
convivieron con los últimos dinosaurios, en rocas de la Formación
Chorrillo, Santa Cruz. Foto: gentileza investigadores.
Un equipo interdisciplinario de especialistas del CONICET, liderado por Fernando Novas, investigador del Consejo en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACNBR, CONICET), descubrió restos fósiles de insectos en rocas de la Formación Chorrillo. El hallazgo científico fue publicado en la revista Nature Communications Biology y podría completar la historia de un ecosistema perteneciente a la Patagonia argentina que data de aproximadamente 70 millones de años.

El sitio geográfico se encuentra ubicado unos 30 kilómetros de El Calafate, en la región sudoeste de la provincia de Santa Cruz. Se trata de un lugar de difícil acceso, donde la naturaleza toma protagonismo y plantea diversos desafíos. No obstante, para el equipo, la travesía dio sus frutos: “Valió la pena, no solo por estar frente a un paisaje imponente, sino también por la abundancia de fósiles que hallamos”, resalta Novas.

Allí, entre 2018 y 2019, el equipo de paleontólogos dio con los restos óseos del Nullotitan glaciaris, un dinosaurio saurópodo de gran tamaño descubierto originalmente por el geólogo argentino Francisco Nullo, en el año 1980.

Con el correr de las expediciones, además, lograron recolectar una gran cantidad de material, que incluye huesos de dinosaurios gigantes, tanto herbívoros como carnívoros, fósiles de otros animales, como ranas y peces, dientes de mamíferos, caracoles terrestres y acuáticos, y restos de plantas. “Nos dio un marco general de cómo era el ambiente, de cómo eran los distintos componentes de un antiguo ecosistema que existía en el sur argentino inmediatamente antes de la extinción de los dinosaurios”, destaca Federico Agnolín, investigador del CONICET en el MACNBR y coautor del trabajo.

Sin embargo, lo más sorprendente sucedió durante el análisis de las más de 60 muestras de rocas recolectadas en la formación Chorrillo: “Procesamos muestras para tratar de recuperar restos microscópicos de plantas, tales como granos de polen y esporas de helechos, y para nuestra sorpresa aparecieron restos microscópicos de esqueletos quitinosos en excelente estado de conservación”, resalta la experta en polen fósil Valeria Perez Loinaze, investigadora del CONICET en el MACNBR.

Izq: cabeza de una efímera (Ephemeroptera) encontrada en la Formación Chorrillo.
Der: Ojo de un insecto no identificado. Foto: gentileza investigadores.
Por esto, el estudio recientemente publicado advierte a los paleoentomólogos del mundo sobre la potencialidad de hallar restos de insectos siguiendo los mismos métodos. “No estamos hablando de insectos en ámbar-resina fósil-, sino de restos conservados, en tres dimensiones, en rocas de aspecto normal”, indica Novas. Y agrega: “Es muy probable que restos de este tipo se estén pasando por alto en la investigación de insectos fósiles, ya que aparecieron en preparaciones en donde lo común es buscar restos vegetales, y no insectos”.

Los insectos del Cretácico

Como explica el investigador del CONICET en el MACNBR Ezequiel Vera, las faunas de insectos de fines del Cretácico son poco conocidas en todo el mundo. “Particularmente, en el hemisferio sur existe una brecha con respecto a las faunas de insectos de la última parte del período Cretácico”, afirma.

Mediante la implementación de las metodologías palinológicas habituales el equipo de trabajo logró poner fin a este desconocimiento con la identificación de fósiles correspondientes a insectos acuáticos del período Cretácico. “Algo interesante de destacar es que esta fauna de insectos acuáticos se encontró en rocas en donde abundan fósiles de plantas que habitaban lagunas, y que muy posiblemente sirvieron como alimento y refugio de estos invertebrados”, comenta Vera.

Restos de un lepidóptero encontrado en la Formación Chorrillo.
Foto: gentileza investigadores.
Los restos de insectos fueron montados en plaquetas de vidrio para ser analizados bajo el microscopio. Se efectuaron exhaustivas comparaciones con otros insectos fósiles y vivientes, tarea en la que intervinieron los entomólogos Julieta Massaferro del Programa del Departamento Conservación y Educación Ambiental del Parque Nacional Nahuel Huapi (CENAC/APN) y Mateo Monferrán, Lara Sabater y Oscar Gallego, especialistas del CONICET en el Centro de Ecología Aplicada del Litoral (CECOAL, CONICET-UNNE), con el objetivo de determinar las relaciones de parentesco de los organismos hallados.

El conjunto fósil descubierto incluye fragmentos de cabezas, alas y escamas que permiten la determinación de las principales agrupaciones de insectos: los quironómidos (dípteros parecidos a mosquitos, pero que no se alimentan de sangre), lepidópteros (mariposas y polillas), y efemerópteros (efímeras, parientes lejanos de las libélulas). También se identificaron varios especímenes incompletos que no pudieron ser clasificados dentro de la gran diversidad de insectos.

Aparato bucal de la larva de un "falso mosquito". Foto: gentileza investigadores.
Los resultados del estudio mostraron que los quironómidos descubiertos en la formación Chorrillo presentan similitudes con animales que, en la actualidad, habitan la región de Australasia.  “Este hecho resulta significativo, porque consiste en una nueva evidencia sobre las relaciones entre las faunas de dicha región con las del extremo sur de Sudamérica”, puntualiza Novas.

Cabe destacar que, como prólogo a este descubrimiento, el equipo dirigido por Novas publicó en el año 2023 otro hallazgo realizado en el mismo sitio, donde el protagonista fue un pequeño molar de mamífero similar al ornitorrinco australiano. “Una de las fuentes de alimento que posee los ornitorrincos vivientes son los quironómidos”, explica Novas. Y continua: “Este nuevo aporte no sólo brinda información sobre el grupo de los insectos, sino que permite comprender el rol ecológico que cumplieron dichos organismos en ese ecosistema prehistórico del sur argentino”.

Hacia el futuro

Para Novas el inesperado descubrimiento de estos restos microscópicos en los yacimientos de El Chorrillo no solo ubica a la provincia de Santa Cruz en un potencial centro de investigaciones en materia paleontológica, sino que, además, “anima a los paleoentomólogos a una búsqueda exhaustiva de restos de insectos en unidades geológicas de diferentes edades”. Y agrega: “Esto podría proporcionar una forma única de ampliar nuestro conocimiento sobre la diversidad pasada de diferentes grupos de insectos”.

Para el paleontólogo del CONICET, la abundancia de restos quitinosos en los yacimientos de Chorrillo promete nuevos descubrimientos. Por este motivo, y de cara al futuro, se plantea profundizar el tema en posteriores investigaciones de campo: “Sin duda, estas rocas que asoman al sur de El Calafate pueden ofrecer pistas novedosas acerca de las causas que motivaron la extinción de los dinosaurios y de otros organismos a fines de la Era Mesozoica”, concluye Novas.

Referencia bibliográfica:

Vera, EI, Monferran, MD, Masssaferro, J. et al. Un conjunto de insectos del Maastrichtiano de la Patagonia arroja luz sobre la diversidad de artrópodos antes del evento K/Pg. Común Biol 6 , 1249 (2023). https://doi.org/10.1038/s42003-023-05596-2

conicet.gov.ar

sábado, 10 de febrero de 2024

"Camarones y medusas de hace 500 millones de años": dos paleontólogos aficionados descubren un lecho marino con 400 fósiles al sur de Francia

El nuevo depósito se ha llamado "Cabrières Biota" y ha servido para publicar un estudio sobre animales que se refugiaron en latitudes altas escapando de las temperaturas ecuatoriales extremas

Reconstrucción artística de la Biota de Cabrières.
Eric Monceret y Sylvie Monceret-Goujon, son dos amantes de la paleontología que hoy no pueden ocultar su alegría y su asombro. Desde que tenían 20 años han dedicado su tiempo libre a explorar la naturaleza y buscar fósiles en el sur de Francia. De hecho, su nombre aparece asociado en varios hallazgos que han servido para estudios paleontológicos en universidades como Cambridge o, en este caso, Laussana.

La diferencia es que ahora, el descubrimiento que han hecho en la zona de Montagne Noire, en el departamento francés de Hérault, es realmente enorme: Un lecho marino, al que han llamado "Cabrieres Biota" con cientos de pequeños fósiles que han movilizado a un gran grupo de investigadores de la Facultad de Geociencias y Medio Ambiente de la Universidad de Lausana y del Centro Nacional para la Investigación Científica, la institución de investigación más importante de Francia.

Sylvie Monceret es una de las personas que descubrió
la biota.
Dice Sylvie que muy rápidamente comprendieron la importancia del descubrimiento: "pasamos del asombro a la emoción". El estudio posterior se acaba de publicar en la revista Nature Ecology & Evolution porque lo que han descubierto tiene información sin precedentes sobre los ecosistemas del período Ordovícico y cómo se movieron los seres vivos de la época para evitar las altas temperaturas del agua del mar.

En todo caso, su hallazgo, sólo por las dimensiones, es sensacional: Cerca de 400 fósiles "excepcionalmente bien conservados" que datan de hace 470 millones de años. Sylvie y Eric han encontrado artrópodos (milpiés y camarones) y cnidarios (medusas y corales), además de numerosos tipos de algas y esponjas marinas. Ya se considera uno de los yacimientos fósiles más ricos y diversos del mundo para este período (el Ordovícico Inferior). El estado de conservación de los especímenes también ha llamado la atención de los investigadores

Sylvie y Eric Monceret.
Además de los componentes de cáscara de los fósiles, han podido encontrar "elementos blandos" que son "extremadamente raros en estos yacimientos". Con ellos, por ejemplo se puede entender el sistema digestivo y las cutículas de algunos de estos seres porque los restos están en "un notable estado de conservación".

El estudio que ha permitido este hallazgo nos habla del clima de la época. La alta biodiversidad de este sitio paleontológico, el hecho de que hubiera numerosas especies tan distintas concentradas en un punto tan pequeño "sugiere que esta área, hace 470 millones de años, sirvió como refugio para especies que habían escapado de las altas temperaturas" Al norte, en ese momento, podían sobrevivir. En las zonas más ecuatoriales, el agua se había vuelto inhabitable porque se estaba produciendo un calentamiento global.

Farid Saleh, investigador de la Universidad de Lausana y primer autor del estudio dice que en esta época de intenso calor , los seres vivos que podían moverse se marcharon "a refugios de latitudes altas". Lo hacían para "escapar de las temperaturas ecuatoriales extremas". Es una situación, la de las migraciones masivas por el calor que puede volver a producirse: "El pasado lejano nos da una idea de nuestro posible futuro cercano", añade Jonathan Antcliffe, investigador de la Universidad de Lausana y coautor del estudio.

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