domingo, 29 de marzo de 2020

Hallan fragmentos perdidos de un antiguo continente en una isla de Canadá

Este hallazgo en la isla de Baffin supone que el protocontinente del Atlántico Norte era un 10% más grande de lo que se pensaba hasta ahora

Isla de Baffin - Archivo
Hace 335 millones de años surgió el supercontinente Pangea, un único y enorme pedazo de tierra que emergió de las aguas. 160 millones de años después, esa plataforma comenzó a romperse en pedazos debido a la tectónica de placas, hasta convertirse en lo que hoy son nuestros continentes. Sobre esos primeros trozos rotos, llamados cratones, se acumularon sedimentos como ocurre, por ejemplo, con la capa de espuma cuando se hierve una sopa. Son algo así como las piezas del rompecabezas de nuestro pasado y que los geólogos se afanan en descubrir. Normalmente se encuentran en el centro de las placas, aunque algunos trozos más pequeños han «viajado a la deriva» durante millones de años, en un camino mucho más complicado e incierto que las coloca en lugares insospechados. Y ahora una de estas piezas «perdidas» ha sido descubierta en la isla de Baffin, Canadá, lo que supone un cambio sustancial en la imagen general que creíamos tener del puzle de la Tierra primitiva.

Tal y como publican los geólogos de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) -y responsables del hallazgo- en la revista «Journal of Petrology», se trataría de un pedazo del cratón del Atlántico Norte, un protocontinente que se extendía desde el norte de Escocia, a través de la parte sur de Groenlandia y continúa hacia el sudoeste, hasta Labrador, la provincia más oriental de Canadá. Pero, ¿cómo llegó hasta la aquel lugar?

Un «cohete» llamado kimberlita

«Con estas muestras podemos reconstruir las formas de los antiguos continentes en base a rocas de manto más profundas», explica Maya Kopylova, principal autora de la investigación, en un comunicado. El equipo dio por casualidad con una rara muestra de kimberlita, una roca que se forma a profundidades de entre 150 y 400 kilómetros y que a veces suele «transportar» diamantes desde el interior de la Tierra al exterior, que coincidía con el cratón del Atlántico Norte. «Para los investigadores, las kimberlitas son como cohetes subterráneos que 'recogen pasajeros' en su camino a la superficie», continúa Kopylova. «Los pasajeros son restos de rocas de la pared que contienen una gran cantidad de detalles sobre las condiciones a mucha profundidad y de hace mucho tiempo». 

El hallazgo se hizo concretamente en muestras recogidas en una mina de diamantes de la provincia de De Beers, en el sur de la isla de Baffin. «La composición mineral de otras partes del cratón del Atlántico Norte es tan única que no se puede confundir», afirma la geóloga. «Fue fácil unir las piezas. Los cratones antiguos adyacentes en el norte de Canadá —en el norte de Quebec, el norte de Ontario y en Nunavut— tienen mineralogías completamente diferentes». Es decir, esta parte era diferente a las zonas más cercanas y solo se podía comparar con el del cratón del Atlántico Norte, lo que la convertía en, efectivamente, una pieza perdida del puzle de este protocontinente.

El puzle de nuestra vieja Tierra

Vista desde satélite de la isla de Baffin - Archivo
«Encontrar estas piezas 'perdidas' es como encontrar una pieza que falta de un rompecabezas. Y el puzle científico de la antigua Tierra no puede estar completo sin todas sus piezas», dice Kopylova. Esta nueva pieza señala que el cratón del Atlántico Norte era un 10% más grande de lo que se pensaba hasta ahora. Quién sabe qué otros misterios aguardan ante las «simples» rocas que encierran las entrañas de nuestra vieja Tierra.

Más sorpresas ocultas en la isla de Baffin

No es la primera vez que la isla de Baffin, la más grande de Canadá, la segunda por tamaño en el continente americano y la quinta en todo el mundo -mide medio millón de kilómetros cuadrados, más que toda la superficie española-, da una sorpresa a los geólogos. En 2010, científicos del Departamento de Magnetismo Terrestre de los Institutos Carnegie hallaron un «pedazo» de Tierra primitiva que había sobrevivido 4.500 millones de años sin alteraciones, tal y como era nuestro mundo cuando estaba cubierto por océanos de magma sin solidificar, mucho antes de que se formase Pangea.

De hecho, los investigadores señalaron que este trozo se había formado apenas decenas de millones de años después de la Tierra se «ensamblara» a partir de trozos más pequeños, lo que convertía a esa roca en una especie de cápsula del tiempo de la composición del manto justo de después de la formación del núcleo terrestre, pero antes de aparecer la corteza y los procesos geológicos que acabaron por configurar nuestro planeta tal y como es hoy.


viernes, 27 de marzo de 2020

Así eran los bosques de la Antártida donde vivieron los dinosaurios

Paleobotánica

“La Antártida en el Jurásico, antes de que Sudamérica, África, India y Australia se separaran de ella, tenía un clima cálido y húmedo, con un terreno cubierto por una vegetación exuberante de tipo bosque húmedo, parecido al que hoy se puede observar en los Andes Patagónicos, muy diferente al paisaje glaciar que vemos actualmente”, explica Manuel Montes (España), investigador del IGME y uno de los autores de memoria y mapas.

Base Esperanza. (Foto: IGME)
Debido a esta riqueza paleobotánica excepcional, dichos afloramientos fueron incluidos en una “Zona Antártica de Especial Protección (ZAE)”. La memoria y cartografías que ahora presentan los investigadores del IGME, son un recurso fundamental para delimitar y proteger adecuadamente dicha área, al aportar un marco geográfico y geológico detallado de los afloramientos sensibles de tan singular patrimonio geológico del planeta. El trabajo que ahora ve la luz, los mapas geológico y geomorfológico a escala muy detallada (1:10.000) de bahía Esperanza, un lugar excepcional del planeta por su riqueza geológica y paleobotánica, es el resultado de más de una década de colaboración conjunta entre investigadores del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) y del Instituto Antártico Argentino (IAA). Estos mapas, acompañados de una extensa y detallada memoria, han sido editados conjuntamente por el IGME y el IAA, dentro la nueva “Serie Cartográfica Geocientífica Antártica” del IGME.

Dentro del área cartografiada, se encuentra el Monte Flora que contienen una de las pocas floras fósiles conocidas del período Jurásico en la Antártida. En este yacimiento, de roca oscura y pizarrosa, se han reconocido multitud de fósiles excelentemente preservados de hojas de plantas con esporas (equisetos) y helechos; hojas y madera fósil de plantas con semillas (gimnospermas), hojas y piñas de coníferas y también restos de fauna, como vertebras de peces, bivalvos y fragmentos fósiles de escarabajos, siendo estos últimos los únicos citados en el continente antártico.

Estos restos vegetales se conservan, porque se acumularon en el fondo de un lago, hace 160 millones de años, al pie de montañas con volcanes activos, como lo muestran diferentes capas de ceniza volcánica de color más claro entre las rocas. Además, en el área de bahía Esperanza se reconocen las formas del relieve derivadas del cambio a las condiciones climáticas más cálidas en Antártida durante el Holoceno (hace 14.000 años) y que continúan en la actualidad con el calentamiento global. “La retracción de los arcos morrénicos de derrubios glaciares o las de las propias lenguas de hielo, de cuyos frentes en regresión hay registro desde 1902, indican claramente la tendencia al calentamiento y el deshielo propia de los periodos interglaciares”, comenta Francisco Nozal, otro de los investigadores del IGME y autor del Mapa Geomorfológico. Todos estos procesos también se encuentran cartografiados y serán de gran ayuda para la comprensión y determinación de la evolución futura del sistema climático de nuestro planeta. (Fuente: IGME/DICYT)

UN PROYECTO DE CIENCIA CIUDADANA: RECUPERANDO LA MEMORIA DEL PATRIMONIO MINERO ARAGONÉS

EL MUSEO DE CIENCIAS NATURALES DE LA UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA LANZA UN NUEVO PROYECTO DE CIENCIA CIUDADANA. EL OBJETIVO ES PONER EN VALOR EL PATRIMONIO MINERO DE ARAGÓN. EL PROYECTO ES DOBLE: RECUPERAR LA MEMORIA PERDIDA DE LAS PEQUEÑAS EXPLOTACIONES MINERAS ARAGONESAS, Y GENERAR UNA EXPOSICIÓN PERMANENTE SOBRE MINAS Y MINERALES DE ARAGÓN. PARA ELLO, HACE UN LLAMAMIENTO A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE QUIERAN COLABORAR APORTANDO HISTORIAS, CONOCIMIENTO Y EJEMPLARES.

Aragón ha sido territorio minero desde que la historia es historia. Las grandes explotaciones de minerales son escasas, pero las pequeñas abundan por todo el territorio aragonés desde los Pirineos hasta el sur de Teruel. Nuestra institución cuenta con un número importante de ejemplares minerales entre sus colecciones (ver aquí). Pero no existe una exposición dedicada a las minas y minerales de Aragón. Desde el Museo lanzamos un proyecto de Ciencia Ciudadana que pretende devolver a la vida a estas minas olvidadas, recolectando información acerca de sus nombres, su localización (coordenadas o como llegar), los minerales que se extraían, fotografías, y esas pequeñas historias que encierran y se han perdido o son desconocidas para la mayoría.

El primer objetivo de nuestro proyecto es recuperar un conocimiento patrimonial a punto de perderse. La situación de cuarentena que estamos viviendo en nuestro país puede transformarse en el momento adecuado para recordar lo que sabemos de estas minas y hablar con padres y abuelos sobre sus historias. La manera de participar es fácil, mediante correo electrónico a nuestra dirección museonat@unizar.es. Allí puedes hacernos llegar todo este tipo de información. Con todas vuestras aportaciones iremos compartiendo la historia de las minas aragonesas, tanto en nuestra página web como en nuestras redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram).

La segunda parte del proyecto es crear, entre todos, una colección púbica de minerales procedentes de estas explotaciones, que se convierta en parte de la exposición permanente del Museo. Para ello, hacemos un llamamiento a todas las personas que estén interesadas en realizar donaciones. A los aficionados a la mineralogía, que durante décadas han recuperado ejemplares en las escombreras. A los que tenéis minerales que recogisteis hace muchos años, o quizá lo hicieran vuestros abuelos o ¿quién sabe quién? Es el momento de sacarlos del fondo del armario en el que ahora se encuentran como paso previo a terminar en la basura. Más adelante, cuando acabe la cuarentena, habrá tiempo de donarlos al museo.

México: hallan restos de un dinosaurio emplumado hasta ahora desconocido

MADRID (DPA).- Un nuevo dinosaurio emplumado que vivió en Nuevo México hace 67 millones de años recién descubierto es una de las últimas especies de raptores sobrevivientes conocidas, según una nueva publicación en la revista Scientific Reports.

Reconstrucción digital de Dineobellator notohesperus hallado en Ojo Alamo, 
en Nuevo México Fuente: Reuters
El Dineobellator notohesperus se suma a la comprensión de los científicos de la paleobiodiversidad del suroeste de Estados Unidos, ofreciendo una imagen más clara de cómo era la vida en esta región cerca del final del reinado de los dinosaurios.

Steven Jasinski, quien recientemente completó su doctorado en el Departamento de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de la Universidad de Pensilvania en la Escuela de Artes y Ciencias, dirigió el trabajo para describir la nueva especie, en colaboración con el asesor doctoral Peter Dodson de la Escuela de Medicina Veterinaria y Artes y Ciencias de Penn y con Robert Sullivan, del Museo de Historia y Ciencia Natural de Nuevo México, en Albuquerque. 

En 2008, Sullivan encontró fósiles de las nuevas especies en rocas cretácicas de la cuenca de San Juan, Nuevo México. Él, junto con su equipo de campo de Jasinski y James Nikas, recolectó el espécimen en tierras federales de Estados Unidos con un permiso emitido por la Oficina de Administración de Tierras.

Todo el espécimen fue recuperado durante cuatro temporadas de campo. Jasinski y sus coautores le dieron a la especie su nombre oficial, Dineobellator notohesperus , que significa "guerrero navajo del suroeste", en honor a las personas que hoy viven en la misma región donde alguna vez vivió este dinosaurio.

El Dineobellator , así como su primo asiático Velociraptor , pertenecen a un grupo de dinosaurios conocidos como los dromaeosauridae . Los miembros de este grupo se conocen comúnmente como dinosaurios "raptores", gracias a películas como Jurassic Park y Jurassic World.

Pero a diferencia de las bestias aterradoras representadas en la película, el Dineobellator medía aproximadamente 1 metro a la cadera y aproximadamente 2 metros de largo, mucho más pequeño que sus homólogos de Hollywood.

Rapaces y pequeños
Los dinosaurios rapaces son generalmente depredadores pequeños y de constitución ligera. En consecuencia, sus restos son raros, particularmente del suroeste de los Estados Unidos y México. "Si bien los dromaeosauridos se conocen mejor en lugares como el norte de Estados Unidos , Canadá y Asia , se sabe poco del grupo más al sur de América del Norte", dice Jasinski.

Si bien no se recuperaron todos los huesos de este dinosaurio, los huesos del antebrazo tienen pliegues (pequeñas protuberancias en la superficie donde las plumas serían ancladas por los ligamentos), una indicación de que Dineobellator tenía plumas en la vida, similares a las inferidas para velociraptor.

Las características de las extremidades anteriores del animal, incluidas las áreas ampliadas de las garras, sugieren que este dinosaurio podría flexionar fuertemente sus brazos y manos. Esta habilidad puede haber sido útil para aferrarse a la presa, usando sus manos para animales más pequeños como pájaros y lagartos, o tal vez sus brazos y pies para especies más grandes como otros dinosaurios.

Su cola también poseía características únicas. Mientras que la mayoría de las colas de las aves rapaces eran rectas y rígidas con estructuras en forma de varilla, la cola del Dineobellator era bastante flexible en su base, permitiendo que el resto de la cola permaneciera rígida y actuara como un timón.

"Piensa en lo que sucede con la cola de un gato mientras corre. Si bien la cola en sí misma permanece recta, también gira constantemente mientras el animal cambia de dirección. Una cola rígida que es altamente móvil en su base permite una mayor agilidad y cambios de dirección, y potencialmente ayudó al Dineobellator a perseguir presas, especialmente en hábitats abiertos", dijo Jasinski.

Este nuevo dinosaurio proporciona una imagen más clara de la biología de los dinosaurios dromaeosauridos de América del Norte, especialmente en lo que respecta a la distribución de plumas entre sus miembros.

"A medida que encontramos evidencia de que más miembros poseen plumas, creemos que es probable que todos los dromaeosauridos tengan plumas. El descubrimiento también insinúa algunos de los hábitos depredadores de un grupo de dinosaurios icónicos carnívoros que vivieron justo antes del evento de extinción que acabó con todos los dinosaurios que no eran pájaros", agregó el investigador.

Jasinski planea continuar su investigación de campo en Nuevo México con la esperanza de encontrar más fósiles: "Fue con mucha búsqueda y un poco de suerte que este dinosaurio fue encontrado saliendo de una pequeña ladera. Hacemos mucho senderismo y es fácil pasar por alto algo o simplemente caminar por el lado equivocado de una colina y perder algo. Esperamos que cuanto más busquemos, tengamos más posibilidades de encontrar más Dineobellators u otros dinosaurios".

Reptiles voladores dominaron los cielos sobre el actual Sáhara

Tres nuevas especies de pterosaurios dentados, reptiles voladores del período Cretácico, que vivieron hace unos 100 millones de años en un ecosistema fluvial lleno de vida, han sido identificados en fósiles descubiertos en el actual Desierto del Sáhara.

Megan Jacobs.
"Los restos de pterosaurios son muy raros, y los más conocidos son de Europa, América del Sur y Asia. Estos nuevos hallazgos son muy emocionantes y proporcionan una ventana al mundo de los pterosaurios en el Cretácico africano", dijo en un comunicado la autora principal, Megan L. Jacobs, candidata al doctorado en geociencias en la Universidad de Baylor, que dirigió al equipo internacional de científicos responsable del hallazgo.

El estudio, publicado en la revista Cretaceous Research, está ayudando a descubrir la historia evolutiva poco conocida de África durante la época de los dinosaurios. La investigación encuentra que los pterosaurios africanos eran bastante similares a los encontrados en otros continentes. Su mundo incluía cazadores de cocodrilos y dinosaurios carnívoros, con pocos herbívoros. Muchos depredadores, incluidos los pterosaurios dentados, se alimentaron de una sobreabundancia de peces.

"Para animales tan grandes, habrían pesado muy poco", dijo Jacobs. "Sus envergaduras tenían alrededor de 3 a 4 metros, con sus huesos casi delgados como el papel y llenos de aire, muy similar a las aves. Esto permitió que estas criaturas increíbles alcanzaran tamaños increíbles y aún así pudieran despegar y volar por los cielos".

Los pterosaurios agarraban a sus presas mientras estaban en vuelo, usando un conjunto de grandes dientes en forma de espiga para atrapar. Los grandes pterosaurios como estos habrían podido alimentarse a lo largo de cientos de kilómetros, con evidencia fósil que muestra que volaron entre América del Sur y África, de forma similar a las aves actuales como los cóndores y los albatros, dijeron los investigadores.

Los especímenes, identificados por investigadores a partir de trozos de mandíbulas con dientes, se obtuvieron de mineros fósiles en un pequeño pueblo llamado Beggaa, a las afueras de Erfoud, en el sureste de Marruecos. Estos aldeanos suben diariamente a la mitad de la ladera de un gran acantilado, conocido como los lechos de Kem Kem, a una capa de arena gruesa, el lecho más fosilífero.

"Excavan todo lo que encuentran, desde dientes hasta huesos hasta esqueletos casi completos", dijo Jacobs. "Luego venden sus hallazgos a comerciantes y científicos que realizan trabajos de campo, asegurando que los aldeanos ganen suficiente dinero para sobrevivir mientras obtenemos nuevos fósiles para describir. Estos fragmentos de pterosaurios son únicos y se pueden identificar fácilmente, si sabe qué buscar".

Una de las especies, Anhanguera, anteriormente solo se sabía que era de Brasil. Otro, Ornithocheirus, hasta ahora solo se había encontrado en Inglaterra y Asia Central.

El hallazgo de este año lleva a cinco el total de pterosaurios dentados cuyos restos se han encontrado en las camas de Kem Kem, con el primero descrito en la década de 1990 y el segundo el año pasado, dijo Jacobs. Los especímenes serán parte de una adquisición en un museo en Marruecos.

jueves, 26 de marzo de 2020

El ancestro de todos los animales, identificado en fósiles de Australia

El primer ancestro en el árbol genealógico que contiene los animales más conocidos hoy, incluidos los humanos, ha sido descubierto por geólogos de la Universidad de California Riverside.

UC Riverside.
La pequeña criatura parecida a un gusano, llamada Ikaria wariootia, es el primer bilateral u organismo con una parte delantera y trasera, dos lados simétricos y aberturas en cada extremo conectadas por un intestino. El documento se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Los primeros organismos multicelulares, como esponjas y esteras de algas, tenían formas variables. Conocido colectivamente como la Biota Ediacárica, este grupo contiene los fósiles más antiguos de organismos complejos y multicelulares. Sin embargo, la mayoría de estos no están directamente relacionados con los animales actuales, incluidas las criaturas en forma de nenúfar conocidas como Dickinsonia que carecen de las características básicas de la mayoría de los animales, como la boca o el intestino.

El desarrollo de la simetría bilateral fue un paso crítico en la evolución de la vida animal, dando a los organismos la capacidad de moverse con determinación y una forma común pero exitosa de organizar sus cuerpos. Una multitud de animales, desde gusanos hasta insectos, desde dinosaurios hasta humanos, se organizan alrededor de este mismo plan básico del cuerpo bilateral.

Los biólogos evolutivos que estudian la genética de los animales modernos predijeron que el ancestro más antiguo de todos los bilaterianos habría sido simple y pequeño, con órganos sensoriales rudimentarios. Se pensó que preservar e identificar los restos fosilizados de tal animal era difícil, si no imposible.

Durante 15 años, los científicos acordaron que las madrigueras fosilizadas encontradas en depósitos del período Ediacárico de 555 millones de años en Nilpena, Australia del Sur, fueron hechas por bilaterales. Pero no había señales de la criatura que hizo las madrigueras, dejando a los científicos con nada más que especulaciones.

Scott Evans, un recién graduado doctoral de UC Riverside; y Mary Droser, profesora de geología, notaron impresiones minúsculas y ovales cerca de algunas de estas madrigueras. Utilizaron un escáner láser tridimensional que reveló la forma regular y consistente de un cuerpo cilíndrico con una cabeza y cola distintas y una musculatura levemente acanalada. El animal osciló entre 2-7 milímetros de largo y aproximadamente 1-2.5 milímetros de ancho, siendo el más grande el tamaño y la forma de un grano de arroz, el tamaño correcto para haber hecho las madrigueras.

"Pensamos que estos animales deberían haber existido durante este intervalo, pero siempre entendimos que serían difíciles de reconocer", dijo Evans." Una vez que tuvimos los escáneres tridimensionales, supimos que habíamos hecho un descubrimiento importante".

Los investigadores, que incluyen a Ian Hughes de UC San Diego y James Gehling del Museo del Sur de Australia, describen a Ikaria wariootia, nombrada para reconocer a los custodios originales de la tierra. El nombre del género proviene de Ikara, que significa "lugar de encuentro" en el idioma Adnyamathanha. Es el nombre de Adnyamathanha para una agrupación de montañas conocida en inglés como Wilpena Pound. El nombre de la especie proviene de Warioota Creek, que se extiende desde la cordillera Flinders hasta la estación de Nilpena.

"Es el fósil más antiguo que tenemos con este tipo de complejidad", dijo Droser en un comunicado. "Dickinsonia y otras cosas importantes probablemente fueron callejones sin salida evolutivos. Sabíamos que también teníamos muchas cosas pequeñas y pensamos que podrían haber sido los primeros bilaterianos que estábamos buscando".

A pesar de su forma relativamente simple, Ikaria era complejo en comparación con otros fósiles de este período. Se enterró en delgadas capas de arena bien oxigenada en el fondo del océano en busca de materia orgánica, lo que indica capacidades sensoriales rudimentarias. La profundidad y la curvatura de Ikaria representan extremos delanteros y traseros claramente distintos, apoyando el movimiento dirigido que se encuentra en las madrigueras.

Las madrigueras también conservan las crestas transversales en forma de "V", lo que sugiere que Ikaria se movió al contraer los músculos a través de su cuerpo como un gusano, conocido como locomoción peristáltica. La evidencia de desplazamiento de sedimentos en las madrigueras y los signos de que el organismo alimentado con materia orgánica enterrada revelan que Ikaria probablemente tenía boca, ano y intestino.


Bernissart, la mina que oculta miles de dinosaurios

Buscaban carbón, pero dieron con huesos de iguanodonte. Esta mina belga proporcionó en el siglo XIX los fósiles mejor conservados de ese género, y sigue albergando más 

Uno de los iguanodontes de Benissart expuesto en el Museo de Ciencias 
Naturales de Bruselas. (Paul Hermans / CC BY-SA-3.0)
Los paleontólogos tienen sus templos y objetos de culto: son los museos de ciencias naturales y los fósiles que en ellos se exponen. Una de las reliquias más admiradas es el conjunto de esqueletos completos de iguanodontes expuesto en el Museo de Ciencias Naturales de Bruselas y hallado en el siglo XIX en el interior de una mina en Bernissart, Bélgica.

Los iguanodontes son reptiles que vivieron en la actual Europa occidental y América del Norte hace cientos de millones de años. Los de Bernissart constituyen la colección de dinosaurios mejor conservados del mundo. A diferencia de la mayoría de aquellos animales extinguidos –reconstruidos a base de moldes sintéticos y huesos de plástico–, los iguanodontes de Bernissart son auténticos huesos fosilizados.

Los fósiles hallados en Tilgate Forest se parecían a los de la iguana, aunque eran mucho más grandes

Fueron trabajosamente articulados sobre rígidas estructuras de hierro. En ellos no hay postizos ni resortes, solo capas de barniz que les otorgan un aspecto oscuro, inquietante e incluso, para muchos, inverosímil. Pero no hay engaño alguno. Son el testimonio de los primeros estudios sobre la anatomía y la postura de los dinosaurios que más abundaron en Europa durante el Cretácico inferior (hace entre 144 y 97 millones de años). ¿Cómo supimos de su existencia?

En busca de vestigios

Para conocer al primer científico que estudió un iguanodonte debemos remontarnos a la década de 1820, en el sur de Inglaterra. Allí, el médico y geólogo Gideon Algernon Mantell buscaba nuevos fósiles. En aquella época, los geólogos iban al campo a caballo y exploraban los yacimientos impecablemente vestidos con chistera negra, pañuelo al cuello y chaqueta larga.

Uno de los esqueletos completos de 'Iguanodon bernissartensis' en la posición 
en que se encontró (dibujo de Lavalette de 1883). (Dominio público)
Las canteras eran uno de los lugares que más fósiles proporcionaban. En ellas muchos trabajadores pasaban largas horas extrayendo pesados bloques de roca. Todas las tareas se realizaban a mano, hecho que facilitaba el hallazgo de huesos fosilizados. Mantell conocía la importancia de la pedrera de Tilgate Forest, al sur del país. Incluso llegó a pagar cuantiosas sumas a los picapedreros que le suministraban los mejores ejemplares.

Dientes de iguana

En 1822, Mantell encontró unos extraños dientes con una forma que desconocía. Durante tres años estuvo visitando varias colecciones inglesas de anatomía comparada para identificarlos. Un día, en el antiguo Museo Hunteriano del Colegio Real de Cirujanos de Londres, se fijó en los dientes de una iguana procedente de las islas Barbados. Los fósiles de Tilgate Forest se parecían a los de la iguana, aunque eran mucho más grandes. Mantell llegó a la conclusión de que aquellos dientes habían pertenecido a un reptil extinguido, que se alimentaba de plantas y con muchas similitudes con una iguana gigante.

En 1825 dio a conocer el resultado de sus investigaciones a la Royal Society de Londres. Escogió el nombre de Iguanodon, que significa “diente de iguana”, para denominar científicamente al nuevo género. Nueve años después encontró partes de un esqueleto de Iguanodon en una cantera de Maidstone, también al sur de Inglaterra. Dedicó todos sus esfuerzos a reconstruir la anatomía de aquel reptil, pero no pudo disponer de todas las piezas necesarias. Ello le llevó a cometer algunos errores, como creer que el Iguanodon tenía un cuerno encima del hocico.

Los objetos encontrados por los mineros no eran restos fosilizados de árboles, sino huesos de vertebrados

Mantell fue el primer gran estudioso de los dinosaurios. Su sueño era encontrar un cráneo completo junto con un esqueleto articulado. Por desgracia, murió sin saber qué aspecto tenían realmente los iguanodontes.

¿Carbón o restos óseos?

En plena efervescencia industrial, la localidad belga de Bernissart también fue tierra de mineros. La actividad cotidiana de estos trabajadores quedaba muy lejos de las labores reservadas a la búsqueda de restos de dinosaurios. Paradojas de la historia, darían con uno de los restos fósiles más relevantes para la paleontología.

Taller de montaje del primer esqueleto de iguanodonte de Bernissart. 
De pie, bajo el dinosaurio y con la rodilla doblada, Louis de Pauw 
(fotografía de 1882). (Dominio público)
A principios de 1878 abrieron una galería en el pozo de extracción Fosse Sainte-Barbe, a 322 m de profundidad, en busca de una veta rica en carbón. En febrero, el minero Jules Créteur descubrió, a golpe de pico, unos extraños objetos que él y sus compañeros creyeron “troncos de árboles rellenos de oro”. Pero aquellos objetos no estaban hechos de oro, sino de pirita, un mineral de color parecido. Tampoco eran restos fosilizados de árboles, sino huesos de grandes vertebrados.

No quedaba otra, había que contactar con expertos, así que algunos de esos huesos se mandaron a Pierre-Joseph van Beneden, anatomista y profesor de la Universidad de Lovaina, para que los examinara. De forma paralela, se informó al ingeniero Gustave Arnould, jefe de minas de la provincia, sobre los ricos depósitos fósiles encontrados en la mina.

Consciente de la trascendencia del hallazgo, Arnould escribió un telegrama a Edouard Dupont, director del Real Museo Nacional de Historia Natural de Bélgica, el 12 de abril. Decía así: “Descubrimiento importante. Osamentas en mina de carbón Bernissart. Se descomponen en pirita. Envíen Depauw [sic] mañana para llegar estación Mons 8 h de la mañana. Estaré allí. Urgente. Gustave Arenaut [sic]”.

Intentos y éxitos

En el texto, Arnould mencionaba el acuciante problema que presentaban los fósiles: una vez que se extraían de la capa de carbón y quedaban expuestos al aire se transformaban en pirita. Este fenómeno es el que había confundido a los mineros, haciéndoles creer que habían encontrado el antiguo jardín del rey Midas (quien, según la leyenda, convertía en oro todo lo que tocaba).

Las excavaciones se vieron detenidas por un temblor de tierra que dejó atrapado al equipo en la mina

Dupont pidió al paleontólogo Louis de Pauw que realizara una corta visita a Bernissart. De Pauw debía desarrollar un método para evitar la piritización de los fósiles. No iba a ser tarea fácil, porque en ocasiones los huesos acababan descomponiéndose en un polvo verdoso, como si estuvieran afectados de una extraña enfermedad.

Intentó frenar la “infección” empleando diversos tratamientos medicinales. Uno de ellos consistió en aplicar una peligrosa mezcla de alcohol saturado en arsénico y goma laca. Creía que la goma endurecería los huesos y el arsénico mataría la enfermedad en una acción combinada. Hoy sabemos que el supuesto mal de los huesos es un simple proceso químico que solo depende de la humedad ambiental.

Durante muchos años se dieron capas de sustancias conservantes sobre los huesos para evitar su descomposición. Esto explica el brillo y los reflejos de la superficie de los iguanodontes de Bernissart.

Mientras los científicos intentaban resolver el fenómeno de descomposición de los fósiles, el anatomista Van Beneden completó el estudio de los ejemplares puestos a su disposición. En mayo anunció solemnemente a los miembros de la Real Academia Belga que los huesos y dientes recuperados en Bernissart pertenecían al Iguanodon.

Inicio de las excavaciones

Ilustración que muestra a varios ejemplares de iguanodontes junto a otros 
dinosaurios. (Belov2014 (https://abelov2014.deviantart.com/) / CC BY-SA-3.0)
Ese mismo mes, la junta directiva de la mina ofreció los fósiles al Estado belga. Las excavaciones, que empezaron bajo la dirección de Louis de Pauw, se prolongaron hasta agosto, y se vieron súbitamente detenidas por un temblor de tierra que dejó atrapados a De Pauw y su equipo en la mina durante horas. El lugar se estaba volviendo inestable y peligroso. Tras el derrumbe, la mina empezó a inundarse, y en octubre se suspendieron todos los trabajos, porque las galerías se habían sumergido completamente.

Seis meses más tarde, los equipos de bombeo habían logrado drenar el agua y reabrir la mina. Las excavaciones se alargaron ininterrumpidamente desde 1879 hasta 1881. En ese intervalo se desenterraron numerosos esqueletos completos de Iguanodon. Y apareció un nuevo problema. Los fósiles ocupaban cada vez más espacio. La falta de sitio para almacenarlos obligó a suspender los trabajos por segunda vez.

Un tesoro bajo tierra

La mina de Bernissart había sido clausurada, pero un país vecino codiciaba sus riquezas paleontológicas. Alemania ocupó Bélgica durante la Primera Guerra Mundial. No tardó en encargar al paleontólogo Otto Jaekel el reinicio de las excavaciones y la obtención del mayor número de ejemplares para el Museo de Berlín. Se abrió una nueva galería, pero cuando Jaekel estaba a punto de alcanzar la capa fosilífera, los aliados liberaron Bélgica y cesaron los trabajos.

Durante los años siguientes, los intentos de reiniciar las excavaciones fracasaron por falta de apoyo económico. En 1921 hubo que abandonar la mina y poco después se inundó de nuevo. En 2002, tres sondeos geotécnicos permitieron recuperar muestras de huesos y dientes de Iguanodon. Se evidenciaba que siguen allí sepultados más esqueletos de dinosaurio. Quién sabe cuántos.

Este artículo se publicó en el número 444 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a redaccionhyv@historiayvida.com.

domingo, 22 de marzo de 2020

Dos aficionados resuelven un enigma de 50 años y descubren un nuevo género de gusano

Un profesor y su alumno han resuelto el misterio que rodeaba a un extraño gusano prehistórico hallado en 1969.

Foto del fósil del gusano Utahscolex.
Whitaker, et. al. / The University of Kansas
En 1969, se descubrió el espécimen fósil muy raro de un gusano marino en el estado estadounidense de Utah. Desconcertados por su origen, los investigadores clasificaron al gusano en un género llamado Palaeoscolex, y el interés por el espécimen disminuyó durante 50 años. Posteriormente, el gusano, al que le faltan las terminaciones posteriores y anteriores, fue incluido en el género Wronascolex, según un comunicado de la Universidad de Kanzas en Phys.org.

Ahora, el enigma sobre el género del pequeño animal se resolvió gracias al profesor y coleccionista privado Paul Jamison, y su alumno, Riley Smith. Los apasionados cazadores de fósiles encontraron otro espécimen bien conservado del mismo gusano en sedimentos en Spence Shale (Utah), una unidad geológica de 506 millones de años que alberga una gran cantidad de fósiles.

Utilizando métodos modernos, el hallazgo fue estudiado por expertos de la Universidad de Kansas. Los investigadores concluyeron que se toparon con un nuevo género de gusanos marinos del Cámbrico, previamente desconocido para la ciencia, según una publicación en la revista paleontológica PalZ.

El nuevo género fue denominado Utahscolex. Los autores del estudio, liderado por Anna Whitaker, de la Universidad de Kanzas, creen que sus parientes lejanos persisten en la actualidad, informa Phys.org. Estos son priapulidos, que viven en aguas frías, enterrándose en los sedimentos del fondo. Estos animales tienen una trompa cubierta de púas, con la que capturan alimentos.

La oscuridad y no el frío fue lo que acabó con los dinosaurios

El hollín de los incendios a escala mundial provocados por un impacto de asteroide pudo bloquear la luz solar el tiempo suficiente para provocar la extinción masiva que mató a la mayoría de la vida en la Tierra, incluidos los dinosaurios, hace 66 millones de años.

NASA.
El evento de extinción Cretáceo-Paleógeno aniquiló alrededor del 75 por ciento de todas las especies en la Tierra. Un impacto de asteroide en la punta de la península de Yucatán en México causó un período de frío y oscuridad prolongados, llamado invierno de impacto, que probablemente alimentó una gran parte de la extinción masiva. Pero los científicos han tenido dificultades para descifrar los detalles del impacto del invierno y cuál fue el mecanismo exacto que mató la vida en la Tierra.

Un nuevo estudio en la revista Geophysical Research Letters simula las contribuciones de las emisiones de azufre, polvo y hollín del impacto a la oscuridad y el frío extremos del invierno de impacto. Los resultados muestran que el frío habría sido severo pero probablemente no lo suficientemente devastador como para provocar una extinción masiva. Sin embargo, las emisiones de hollín de los incendios forestales mundiales oscurecieron el cielo lo suficiente como para matar los fotosintetizadores en la base de la red alimentaria durante más de un año, según el estudio.

"Esta poca luz parece ser una señal realmente grande que podría ser devastadora para la vida", dijo Clay Tabor, geocientífico de la Universidad de Connecticut y autor principal del nuevo estudio. "Parece que estas condiciones de poca luz son una explicación probable para gran parte de la extinción".

Los resultados ayudan a los científicos a comprender mejor esta intrigante extinción masiva que finalmente allanó el camino para la evolución de los humanos y otros mamíferos. Pero el estudio también proporciona información sobre lo que podría suceder en un escenario de invierno nuclear, según Tabor.

"El principal impulsor de un invierno nuclear es en realidad de hollín en una situación de tipo similar", dijo Tabor. "Lo que realmente destaca es cuán potencialmente impactante puede ser el hollín en el sistema climático”.

El impacto del asteroide Chicxulub arrojó nubes de eyección en la atmósfera superior que luego llovió de regreso a la Tierra. Las partículas que regresan habrían tenido suficiente energía para asar la superficie de la Tierra y encender incendios forestales globales. El hollín de los incendios, junto con los compuestos de azufre y el polvo, bloquearon la luz solar y causaron un impacto invernal que duró varios años. Investigaciones anteriores estiman que las temperaturas globales promedio cayeron en al menos 26 grados Celsius.

Los científicos saben que la extrema oscuridad y el frío fueron devastadores para la vida en la Tierra, pero aún están separando qué componente era más dañino para la vida y si las partículas de hollín, sulfato o polvo eran más perjudiciales para el clima.

En el nuevo estudio, Tabor y sus colegas utilizaron un modelo climático sofisticado para simular los efectos climáticos del hollín, sulfatos y polvo del impacto. Sus resultados sugieren que las emisiones de hollín de los incendios mundiales absorbieron la mayor cantidad de luz solar durante el mayor tiempo posible. El modelo mostró que las partículas de hollín eran tan buenas para absorber la luz solar que los niveles de fotosíntesis cayeron por debajo del uno por ciento de lo normal durante más de un año.

"En base a las propiedades del hollín y su capacidad para absorber eficazmente la luz solar entrante, hizo un muy buen trabajo al evitar que la luz solar llegara a la superficie", dijo Tabor. "En comparación con el polvo, que no permaneció en la atmósfera durante casi el mismo tiempo, y el azufre, que no bloqueó tanta luz, el hollín podría impedir que casi toda la luz llegue a la superficie durante al menos un año".

La oscuridad habría sido devastadora para los fotosíntesis y podría explicar la extinción masiva a través de un colapso de la red alimentaria, según los investigadores. Toda la vida en la Tierra depende de fotosintetizadores como plantas y algas que cosechan energía de la luz solar.

Curiosamente, la caída de temperatura probablemente no fue tan perturbadora para la vida como la oscuridad, según el estudio.

"Es interesante que en su modelo, el hollín no necesariamente provoque un enfriamiento mucho mayor en comparación con otros tipos de partículas de aerosol producidas por el impacto, pero el hollín hace que la luz solar en la superficie disminuya mucho más", dijo Manoj Joshi, una dinámica climática profesor de la Universidad de East Anglia en el Reino Unido que no estaba relacionado con el nuevo estudio.

En regiones como las altas latitudes, los resultados sugieren que los océanos no se enfriaron significativamente más de lo que lo hacen durante un ciclo normal de las estaciones.

"Aunque el océano se enfría en una cantidad apreciable, no se enfría tanto en todas partes, particularmente en las regiones de latitudes más altas", dijo Tabor. "En comparación con los casi dos años sin actividad fotosintética del hollín, parece ser una importancia secundaria".

Como resultado, las regiones costeras de latitudes altas pueden haber sido refugios de por vida en los meses posteriores al impacto. Según los investigadores, las plantas y los animales que viven en el Ártico o en la Antártida ya están acostumbrados a grandes cambios de temperatura, frío extremo y poca luz, por lo que podrían haber tenido una mejor oportunidad de sobrevivir al impacto del invierno.

jueves, 19 de marzo de 2020

Un fósil de la era de los dinosaurios cuestiona el origen de las aves modernas

La especie que se encontró en Bélgica muestra grandes semejanzas con el gallo y el pato

Reconstrucción artística del ave moderno 

más antiguo del mundo.
En el interior de una piedra que no mide mucho más que la palma de una mano sigue intacto el cráneo de un ave de la era de los dinosaurios. Esta roca adornada por huesos rotos y diminutos, que a simple vista parecía poca cosa, fue descubierta hace 20 años en Bélgica y dejada en un cajón. Pero hace dos años el equipo de Daniel Field, investigador del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Cambridge, decidió escanearla sin muchas expectativas. De repente, bajo los ojos asombrados de los científicos se dibujó el cráneo de unos cinco centímetros del ave moderna más antigua que se ha registrado hasta hoy que vivió hace unos 66,7 millones de años. “Nuestro trabajo refleja la importancia que puede tener una roca y la paleontología para la historia de la evolución biológica. Este descubrimiento completa un vacío que teníamos sobre la diversificación de las aves debido a la escasez de fósiles registrados de esta era mesozoica”, explica Field. 

La forma de los huesos de esta especie llamada Asteriornis maastrichtensis (fue descubierta en la formación Maastricht) muestra grandes semejanzas con los del pato y del gallo, según los resultados que se publican este miércoles en Nature. “Esta combinación nunca se había visto en otros fósiles y hace suponer que este ave forma parte del árbol genealógico de estos dos animales con los que vivimos a diario”, cuenta el experto británico manejando la piedra en su mano. Para confirmar dichas características, los investigadores han reconstruido el cráneo en tres dimensiones y el pico del nuevo fósil se asemeja claramente al de un gallo, mientras que la zona de la frente y tras los ojos se parece más al de un pato. La parte posterior de la mandíbula comparte características con ambas aves. 
Esta combinación nunca se había visto en otros fósiles y deja suponer que este pájaro forma parte del árbol genealógico de estos dos animales con los que vivimos a diario
DANIEL FIELD
El ave, cuyo mote en inglés es wonderchicken (pollo maravilla en inglés, como si fuese un superhéroe), no debía pesar más de cuatrocientos gramos visto el grosor de sus patas. “En función de las patas podemos estimar el peso del animal gracias a una simple ecuación. Claramente estos huesos no podrían sostener un cuerpo más gordo”, confirma Field señalando un hueso largo de unos cinco milímetros de grosor en un lado de la roca color arena.

Se sabe cuando emergieron, pero no de dónde vinieron. Las hipótesis previas que dejaron los estudios sobre los fósiles más recientes sugerían que la evolución de las aves modernos más antiguos venían del hemisferio sur, de la Antártida. Ahora, este descubrimiento plantea nuevas preguntas. “¿Cómo podría ser, ya que se ha encontrado uno más antiguo en el hemisferio norte? Lo más increíble es que este fósil cuadra con todo lo que pensábamos nosotros de esa época”, asevera Juan Benito, autor del estudio e investigador especializado en la evolución de las aves.

Pájaros de la familia de los 'galliformes' como el gallo. DANIEL FIELD
Lo que pasó en esa era tan lejana dónde todavía andaban los dinosaurios fue la caída de un meteorito que acabó con todas las especies de más de un kilo mientras los bosques ardían. “Esta ausencia acabó con muchas especies, con todas las aves ligadas a los bosques”, relata Benito. Pero el wonderchicken se salvó mientras que todas las aves con las que competían desaparecieron de golpe. Estas conclusiones se presentan de nuevo gracias al aspecto de las patas y a su procedencia de sedimentos marinos. Field explica que las aves que tienen las patas cortas son las que viven en las alturas, en las ramas de un árbol y por lo tanto en los bosques, mientras que las que tienen las patas largas viven en el suelo, en la playa, en la zona costera.

Esto hace suponer que el tipo de morfología del A. maastrichtensis, cuyo nombre se deriva de Asteria, una diosa griega de las estrellas fugaces que se convierte en una codorniz, no desapareció. Pero quizás haya dado lugar a dos ramas de especies que evolucionaron, por una parte hacia el pato (anseriformes), por otra, hacia el gallo (galliformes). “No podemos confirmar que sea el ancestro más lejano de estos dos animales, pero está claro que comparten un ancestro común”, concluye Field. “Los fósiles de esa época no han sido bien preservados. Tenemos mucho que aprender de lo que hemos encontrado”, añade guardando en una caja roja el descubrimiento más increíble de su carrera hasta ahora.

Toni Gabaldón, experto en la evolución de las aves del Instituto de Investigación Biomédica en Barcelona (IRB), asegura que siempre es muy útil que la gente encuentre evidencias físicas y aporte información suplementaria y más cuando se trata de una época de la cual no tenemos muchos datos debido a la extinción. "Han construido una matriz de 297 datos morfológicos de este fósil y de otras especies para construir el árbol evolutivo. Nosotros con el ADN podemos cubrir la evolución temprana, de hace unos miles de años, pero el trabajo que han hecho permite ir mucho más allá”, explica.

Para él, el resultado más llamativo del estudio es el lugar dónde ha sido encontrado el fósil que, como lo confirma el estudio y sus autores, pone en cuestión las teorías previas sobre el origen de estas aves modernas. Además, en ese mismo estrato también han encontrado un fósil de un dinosaurio volador de la misma época que vivía con esas aves. Gabaldón se suma a la idea de que estar en la costa les ayudó a sobrevivir y la dieta que seguían también. “Las aves vivían de lo que le dejaban los otros y por lo tanto se alimentaban de cosas más diversas”, cuenta.

Este pequeño fósil da mucha información y permite a los expertos trazar nuevos caminos de investigación para entender de dónde vienen el pato y el gallo. La primera pista es que Gondwana, el supercontinente que al partirse dio lugar a tierras del hemisferio sur como Sudamérica, África, Australia, Madagascar y la Antártida, ya no parece la única opción.

miércoles, 18 de marzo de 2020

Los dinosaurios más famosos de la era mesozoica

Tiranousaurio Rex, diplodocus, triceratops, velociraptor... recordamos las especies que una vez caminaron sobre la Tierra.

Los primeros dinosaurios evolucionaron durante el período Triásico medio a tardío, hace unos 230 millones de años, en la parte del supercontinente de Pangea que actualmente se corresponde con América del Sur. Antes de eso, los reptiles terrestres dominantes eran arcosaurios (reptiles dominantes), terápsidos (reptiles similares a mamíferos) y pelicosaurios (como el Dimetrodon que vivió durante el periodo Pérmico). Se cree que los primeros arcosaurios son del período Triásico temprano, hace aproximadamente entre 227 y 242 millones de años. Evolucionaron velozmente y lograron diversificarse dando lugar a carnívoros, pero también a herbívoros. 

Durante aproximadamente 20 millones de años después de la evolución de los dinosaurios, los reptiles más temibles de la Tierra fueron los cocodrilos prehistóricos. Habría que esperar hasta el comienzo del período Jurásico, hace 200 millones de años, para que los dinosaurios hicieran su aparición en escena en el planeta y comenzaron su ascenso a la dominación. 

Los dinosaurios vivieron en la Tierra durante aproximadamente entre 160 y 180 millones de años (aproximadamente 45 veces más que el tiempo que lleva la humanidad sobre la Tierra). Todos los dinosaurios no aviarios se extinguieron hace unos 66 millones de años. Y su nombre es obra del naturalista inglés Sir Richard Owen quien acuñó el término Dinosauria en 1842, derivado del griego deinos, que significa "terriblemente grande", y sauros, que significa "lagarto". 

¿Cuántas especies conocidas hay de dinosaurios extintos? Aproximadamente 700 especies diferentes.

Aunque los mosasaurios, ictiosaurios, pterosaurios, plesiosaurios y Dimetrodon son comúnmente considerados dinosaurios, técnicamente no son dinosaurios. El término "dinosaurio" se refiere solo a los reptiles que habitan la tierra que tienen una estructura específica de cadera, entre otros rasgos. 

¿Sabías que el nombre "Velociraptor" significa ladrón veloz? Hoy conoceremos a los dinosaurios más conocidos y profundizaremos en sus características y peculiaridades. Como la brutal mordedura del Tiranosaurio rex que era más del doble de poderosa que una mordedura de león. Fue el carnívoro más feroz de todos.

Como hemos comentado anteriormente, existe una infinidad de dinosaurios, sin embargo hay algunos más conocidos que incluso han llegado a protagonizar algunas películas de fantasía como Parque Jurásico (Jurassic Park, en inglés).

¿Preparado para viajar al pasado?

Tiranousaurio Rex

El Tiranousaurio Rex (Tyrannosaurus rex) cuyo nombre significa Reptil Tirano, vivió durante el periodo Cretácico tardío. Medía de 10 a 14 metros de longitud y pesaba entre cuatro y siete toneladas (su cráneo medía apenas 1,5 metros de largo). Era uno de los carnívoros más feroces y también de los más temidos. A pesar de su tamaño, muchos paleontólogos creen que podría correr eficientemente detrás de una presa y, ciertamente, superar a un humano. El T. rex vivió en un área de la Tierra que ahora constituye el oeste de América del Norte hace unos 66 millones de años.

Triceratops

El Triceratops (Triceratops horridus), cuyo nombre significa Horrible Cabeza con Tres Cuernos, vivió durante el periodo Cretácico tardío hace 66-68 millones de años. Los especímenes adultos podían medir entre 8 y 9 metros de largo y 3 metros de alto, con una masa corporal de entre 6.000-12.000 kilos. Con su colosal tamaño, este dinosaurio se alimentaba de plantas duras y ricas en fibra. Fue el mayor de los dinosaurios cornudos de esta etapa. Los primeros fósiles conocidos de un Triceratops se encontraron cerca de Denver, Colorado en 1887.

Velociraptor

El Velociraptor (Velociraptor mongoliensis), cuyo nombre significa "ladrón rápido o veloz", era de tamaño pequeño (aproximadamente 1,8 metros de longitud y apenas 15 kilogramos), más inteligente que la mayoría de los dinosaurios y un corredor rápido gracias a sus dos patas traseras. De hecho, podía alcanzar hasta 65 kilómetros por hora, lo que le venía de perlas para cazar presas, pues era carnívoro (su presa favorita pudo ser el protoceratops). Vivió durante el periodo Cretácico tardío y cazaba en grupo.

Diplodocus

El Diplodocus (Diplodocus longus) cuyo nombre significa "doble haz", hace referencia a los huesos de forma extraña que se encuentran en la cola del Diplodocus (que contenía alrededor de 80 vértebras). El extremo de su cola era tan delgado que le permitía usarla como un látigo para defenderse de los depredadores. Este dinosaurio vivió en un área que ahora es el oeste de América del Norte al final del período Jurásico, hace unos 150 millones de años. Parece que podía medir hasta 35 metros y pesar alrededor de 10 a 15 toneladas de peso. Vivió durante el periodo Jurásico tardío. Se trataba de un dinosaurio herbívoro que se alimentaba de hojas y frutos de árboles altos y arbustos, así como helechos y equisetos que crecían a nivel del suelo.

Braquiosaurio

El braquiosaurio (Brachiosaurus Brancai), cuyo nombre significa Reptil con Brazos, vivió en el periodo Jurásico tardío en lo que actualmente es América del Norte. Este herbívoro estaba adaptado para alimentarse de árboles altos. Se estima que ingería unos 200-400 kilos de comida al día. Tenía un cuello largo, una cabeza pequeña y una cola relativamente corta. Medía hasta 28 metros de alto y pesaba aproximadamente 50 toneladas. Era el único dinosaurio que tenía las patas delanteras más largas que las traseras. Es un saurópodo, como el Diplodocus y el Apatosaurus.

Estegosaurio

Nadie sabe por qué el estegosaurio (que se traduce como "lagarto cubierto") tenía placas tan distintivas que en promedio medían 60 centímetros de alto y de ancho. De promedio, medía alrededor de 9 metros de largo y 4 metros de alto y pesaba dos toneladas como máximo. Algunos creen que las placas puntiagudas de este dinosaurio podrían haber sido de colores brillantes y podrían moverse, y las puntas en la cola podrían haber sido horizontales en lugar de verticales, lo que ayudaría a alejar a los depredadores. El estegosaurio vivió en las llanuras de lo que es ahora Norteamérica hace unos 150 millones de años. Era un dinosaurio herbívoro de finales del período Jurásico.

Iguanodonte

El Iguanodonte (Iguanodon Bernissartensis), cuyo nombre significa “diente de iguana, vivió a principios del Cretácico hace unos 125 millones de años. Fue descubierto por primera vez en 1822 por el geólogo inglés Gideon Mantell y fue el segundo dinosaurio en recibir un nombre formal (en 1825), el primero fue Megalosaurus (en 1824). Se trataba de un dinosaurio herbívoro que pesaba alrededor de 3,5 toneladas y alcanzaba unos 10 metros de longitud. Junto con Tyrannosaurus rex y el Estegosaurus, el iguanodonte fue uno de los tres dinosaurios que inspiraron la aparición de Godzilla.

Arqueópterix

El Arqueópterix (Archaeopterix Lithographica) cuyo nombre significa “ala antigua”, vivió en el periodo Jurásico. Se trata de una ave primitiva carnívora que contaba con unas garras de aspecto aterrador y dientes afilados. Respecto a su dieta, probablemente incluía pequeños reptiles, mamíferos e insectos. Medía aproximadamente 60 centímetros y pesaba 500 gramos. Sus características fisiológicas lo colocan como una especie de transición evolutiva entre los dinosaurios y las aves.