domingo, 27 de febrero de 2022

XIX CONCURSO DE POSTALES DEL MUSEO DE DINOSAURIOS 2022

Desde el Museo de Dinosaurios, la Fundación Dinosaurios CyL y la Fundación Aspanias Burgos os animamos a todos a participar en el XIX Concurso de Postales del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos).

El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes y la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León organizan el XIX Concurso de Postales del Museo de Dinosaurios.

Podrán participar en este concurso, con uno o más trabajos, todas las personas que lo deseen, admitiéndose únicamente bocetos originales, inéditos y no premiados en ningún otro concurso, con ilustraciones de motivos paleontológicos (relacionados con los dinosaurios) o arqueológicos.


Cada concursante podrá entregar hasta un máximo de 5 bocetos.

Se establecen tres categorías de participación:

  • Modalidad A: personas de menos de 15 años de edad.
  • Modalidad B: personas de 15 años de edad en adelante.
  • Modalidad C: personas con discapacidad.

El tamaño del boceto será de 10.5 X 15 cm, o de 11.5 X 16.5cm, en disposición horizontal o vertical, sin limitación de colores y montado sobre una superficie rígida (mínimo cartulina).

Premios: Se concederá un primer premio para cada modalidad.

  • Modalidad A: Artículos del Museo valorados en 100€ + diploma.

  • Modalidad B: Premio en metálico de 300€ + diploma.

  • Modalidad C: Premio en metálico de 100 € + artículos del Museo valorados en 50 € + diploma.

Bases (descárgatelas aquí).

Plazo: hasta el viernes 6 de mayo de 2022.

www.fundaciondinosaurioscyl.com (concursos)

El verdadero 'John Hammond' de la paleontología

¿Está basado el mecenas de Jurassic Park en Andrew Carnegie, el gran filántropo de la paleontología de principios del siglo XX?

Retrato de Andrew Carnegie. NPG/Wikimedia.
Seguro que todos y todas recordaréis a John Hammond, el adorable ancianito de Jurassic Park, dueño de la empresa InGen. Al principio de la película, en la excavación en Montana de Ellie Sattler y Alan Grant, descubrimos que, además, es mecenas de su excavación. Pero todo parece quedar en que, siendo amante de los dinosaurios, financia este proyecto y punto.

Lo cierto es que en las novelas la realidad es algo diferente: Grant y su equipo trabajan para Hammond. No solo reciben su dinero y lo usan en sus excavaciones, sino que le entregan informes de sus hallazgos y los resultados de investigación. Información que usan desde InGen para ponerla en práctica a la hora de criar dinosaurios. Ya que, a diferencia de la película, en la novela Parque Jurásico, Grant y Sattler trabajan en un yacimiento de nidos y crías de dinosaurio, inspirado en la Colina del Huevo de Montana donde Jack Horner y su equipo descubrieron Maiasaura. Y claro, recibir información fresca, recién investigada, sobre los hábitos reproductivos y de cría de dinosaurios, pues es útil si vas a dedicarte a clonarlos y pretendes que sobrevivan…

La imagen del mecenas en paleontología no es puramente peliculera ni cosa de las novelas, y de hecho, grandes hallazgos de la historia de la Paleontologia de Vertebrados se han debido a este tipo de ayudas. De hecho, es posible que el propio John Hammond esté basado en un personaje histórico, Andrew Carnegie.

Como el ficticio John Hammond de Parque Jurásico, Carnegie era escocés, pero vivió y amasó su fortuna en Estados Unidos. Empezó trabajando en la Compañía Ferroviaria de Pennsylvania, de la que acabó siendo gerente. Creó la Compañía de Aceros Carnegie, que acabó fusionando a otras empresas del sector hasta formar la US Steel. Amasó una enorme fortuna que, como filántropo, dedicó a subvencionar bibliotecas, escuelas, universidades e investigaciones científicas. Y fundó un puñado de instituciones, como la Carnegie Institution for Science, la Carnegie Mellon University, o el Carnegie Museum de Pittsburgh. De hecho, fue a través de este museo y sus investigadores que Carnegie patrocinó sus excavaciones.

Parece ser que su interés en los dinosaurios creció cuando vio reseñado en un periódico el hallazgo, contado de manera ultra sensacionalista, de un gigantesco saurópodo en Wyoming. Carnegie dio la orden al director de su museo en Pittsburgh, William Jacob Holland, de que comprase ese espectacular espécimen para su museo. Tras desplazarse hasta Wyoming, los hombres de Holland no encontraron ese “gigantesco brontosaurio” -y es que la noticia se basaba únicamente en un fémur de gran tamaño- pero en el área de Sheep Creek descubrieron un gigantesco esqueleto casi completo de un dinosaurio saurópodo del ya conocido género Diplodocus, pero que parecía ser una especie nueva. El paleontólogo John Bell Hatcher nombró a esta nueva especie como Diplodocus carnegii en honor a Carnegie, su mayor mecenas y fundador de su museo. Curiosamente, este esqueleto era en realidad la mezcla de varios individuos, pero se procedió a su montaje esquelético como si se tratase de uno solo. Algo, por cierto, muy habitual en los museos. Este montaje colosal se inauguró en 1907 y su fama corrió como la pólvora.

A este ejemplar, aunque compuesto de varios individuos, se le apodó Dippy, y se hizo muy famoso. Andrew Carnegie estaba tan contento con este hallazgo, y supongo que también con el hecho de que el dinosaurio llevara su nombre, que accedió a la petición del rey Eduardo VII de Inglaterra y pagó la realización de réplicas del esqueleto, que se montó en el Museo de Historia Natural de Londres, donde permaneció durante décadas, hasta que recientemente se desmontó y reemplazó por un esqueleto de ballena para montar una exposición itinerante sobre Dippy. Esta donación alentó otras peticiones, y Carnegie las regaló a varios países europeos y americanos, donde se instalaron en sus principales museos. Es por eso por lo que gran cantidad de museos tienen una copia de Dippy, como el Museum für Nasturkunde de Berlin, el Muséum National d’Histoire Naturelle de Paris, el Museo de La Plata en Buenos Aires, o el Museo Nacional de Ciencias Naturales en Madrid, entre otros. Estas donaciones de Carnegie hicieron de Diplodocus un dinosaurio muy popular, e hicieron posible, por primera vez, que personas de todo el mundo vieran de cerca un dinosaurio. También sentaron el precedente de la producción de réplicas de fósiles y esqueleto como negocio, algo que hoy en día es más habitual y que constituye, al menos en parte, la fuente de financiación de muchos museos e instituciones.

Como paleontólogo con proyectos en mente y falta de financiación, me planteo constantemente ¿dónde estarán los Hammond o Carnegie en la actualidad? Y seguro que muchos compañeros y compañeras piensan del mismo modo.

Referencias:

Pérez-García, A; Sánchez-Chillón, B. 2009. Historia de Diplodocus carnegii del MNCN: primer esqueleto de dinosaurio montado en la Península Ibérica. Spanish Journal of Palaeontology, 24-2: 133-148.

Sanz, J.L. 2007. Cazadores de dragones: Historia de los paleontólogos que descubrieron y estudiaron los dinosaurios. Ed. Ariel.

Gascó, F. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios. Guadalmazan.

muyinteresante.es

sábado, 26 de febrero de 2022

El reino de los dinosaurios terminó en primavera

El asteroide que acabó con casi todos los dinosaurios impactó en la Tierra durante la primavera en el hemisferio norte, según un análisis de fósiles de peces que murieron justo después del impacto.

Ilustración del impacto que acabó con los dinosaurios - JOSHUA KNÜPPE
El equipo internacional de científicos, integrado por investigadores de la Vrije Universiteit (VU) de Ámsterdam (Países Bajos), la Universidad de Uppsala (Suecia), la Vrije Universiteit Brussel (Bélgica) y el ESRF, el Sincrotrón Europeo (Francia), ha conseguido determinar así la estación del año en que el meteorito se estrelló contra la Tierra. Publican resultados en Nature.

Hace unos 66 millones de años, el llamado meteorito de 'Chicxulub' se estrelló contra la Tierra, en lo que hoy es la península de Yucatán (México), marcando la desaparición de los dinosaurios y el fin del periodo Cretácico. Esta extinción masiva sigue desconcertando a los científicos, ya que fue una de las más selectivas de la historia de la vida: desaparecieron todos los dinosaurios no avianos, los pterosaurios, los ammonites y la mayoría de los reptiles marinos, mientras que sobrevivieron mamíferos, aves, cocodrilos y tortugas.   

Un equipo de científicos de la Vrije Universiteit, la Universidad de Uppsala y el ESRF ha arrojado ahora luz sobre las circunstancias que rodearon la diversa extinción de los distintos grupos. Las respuestas proceden de los huesos de los peces que murieron momentos después del impacto del meteorito.

Cuando el meteorito impactó en la Tierra, sacudió la placa continental y provocó enormes olas en masas de agua, como ríos y lagos. Estas movieron enormes volúmenes de sedimentos que engulleron a los peces y los enterraron vivos, mientras que las esférulas de impacto (perlas de vidrio de roca terrestre) llovían desde el cielo, menos de una hora después del impacto.

En la actualidad, el yacimiento del evento de Tanis, en Dakota del Norte (Estados Unidos), conserva un ecosistema fosilizado que incluye peces paleta y esturiones, que fueron víctimas directas del evento.

Los peces fósiles se conservaron de forma excepcional, con sus huesos sin apenas signos de alteración geoquímica. Melanie During, investigadora de la Universidad de Uppsala y de la VU de Ámsterdam y autora principal de la publicación, acudió al lugar para excavar los valiosos ejemplares. "Para nosotros era obvio que teníamos que analizar estos huesos para obtener información valiosa sobre el momento del impacto", explica.

El equipo acudió al ESRF, un acelerador de partículas que produce los rayos X más brillantes del mundo, con un espécimen parcial de pez y secciones representativas de los huesos y realizó una tomografía de rayos X de sincrotrón de alta resolución.   

El ESRF es la herramienta perfecta para investigar este tipo de muestras y la instalación ha desarrollado una experiencia única en paleontología durante las últimas dos décadas.

"Gracias a los datos del ESRF, descubrimos que los huesos registraban un crecimiento estacional, muy parecido al de los árboles, creciendo una nueva capa cada año en el exterior del hueso", explica en un comunicado Sophie Sánchez, de la Universidad de Uppsala, y científica visitante en el ESRF.

"Los anillos de crecimiento recuperados no sólo captaron las historias de vida de los peces, sino que también registraron la última estacionalidad del Cretácico y, por tanto, la estación en la que se produjo la extinción catastrófica", añade el autor principal, Jeroen van der Lubbe, de la VU de Ámsterdam.

Los escáneres de rayos X también mostraron la distribución, las formas y los tamaños de las células óseas, que se sabe que también fluctúan con las estaciones.  

"En todos los peces estudiados, la densidad y los volúmenes de las células óseas pueden rastrearse a lo largo de varios años e indican si fue primavera, verano, otoño o invierno. Vimos que tanto la densidad celular como los volúmenes iban en aumento, pero no habían alcanzado el máximo durante el año de la muerte, lo que implica que el crecimiento se detuvo bruscamente en primavera", explica Dennis Voeten, investigador de la Universidad de Uppsala.   

Paralelamente a los estudios de radiación de sincrotrón, el equipo llevó a cabo un análisis de isótopos de carbono para revelar el patrón de alimentación anual de un pez. La disponibilidad de zooplancton, su presa preferida, oscilaba estacionalmente y alcanzaba un máximo en verano.

Este aumento temporal del zooplancton ingerido enriqueció el esqueleto del pez con el isótopo de carbono 13C, más pesado, en relación con el isótopo de carbono 12C, más ligero.   

"La señal de isótopos de carbono en el registro de crecimiento de este desafortunado pez espátula confirma que la temporada de alimentación aún no había llegado al clímax: la muerte llegó en primavera", afirma During.

Según los científicos, estos hallazgos ayudarán a futuras investigaciones sobre la selectividad de la extinción masiva: en el hemisferio norte, era primavera y, por tanto, los ciclos de reproducción de los organismos estaban comenzando, para luego detenerse abruptamente. En cambio, en el hemisferio sur era otoño y muchos organismos se preparaban para el invierno.

En general, se sabe que los organismos que estaban expuestos morían prácticamente de inmediato. Así que los que se refugiaban en cuevas o madrigueras porque estaban hibernando tenían muchas más probabilidades de sobrevivir en el Paleógeno.

"Nuestros resultados ayudarán a descubrir por qué la mayoría de los dinosaurios murieron mientras que las aves y los primeros mamíferos lograron evadir la extinción", concluye During.

europapress.es

jueves, 24 de febrero de 2022

El fósil de pterosaurio (del Jurásico) más grande del mundo ve la luz en Escocia

El hallazgo, muy bien conservado en la isla escocesa de Skye, ofrece una rara visión del viaje evolutivo de esta antigua maravilla de reptil con alas.

A new genus of pterosaur found on the wave-battered coastline of Scotland's Isle of Skye may have had a wingspan of more than 8.2 feet (2.5 meters), in line with today's biggest albatrosses. By the looks of its bone structure, the winged reptile wasn't done growing when it died. FOTOGRAFÍA DE ILLUSTRATION BY NATALIA JAGIELSKA

Hace unos 167 millones de años, en lo que hoy es la isla de Skye, un reptil alado, posiblemente del tamaño de un albatros, sobrevolaba una laguna subtropical, atrapando peces y calamares con sus dientes mientras los dinosaurios acechaban ruidosos a lo largo de las costas.

De algún modo, este reptil pereció, y su cadáver quedó rápidamente sepultado en los sedimentos del fondo de esa laguna. En 2017, un hallazgo fortuito en las costas de Skye, azotadas por las olas, reveló el fósil resultante: el mejor de su tipo encontrado en dos siglos.

Revelado hoy en la revista Current Biology, el fósil (llamado Dearc sgiathanach, cuya pronunciación en inglés sería "jark ski-an-ach") está espectacularmente bien conservado, con partes del cráneo, huesos de las extremidades, cola, costillas y vértebras todavía intactas. El fósil se une a una selecto club de élite: no hay muchos yacimientos en el mundo que conserven bien a los pterosaurios, y menos aún que los conserven de esta época tan antigua.

"Normalmente, cuando llegamos a describir fósiles... es un trozo de fémur, un poco de pico", dice la paleontóloga Natalia Jagielska, candidata al doctorado en la Universidad de Edimburgo en Escocia (Reino Unido) y autora principal del estudio. "Por suerte, en el caso de Dearc está muy bien conservado, tanto que es una especie de anomalía".

El equipo de Jagielska también sostiene que Dearc es el mayor pterosaurio bien conservado que se ha encontrado del periodo Jurásico, que duró entre hace 205 y hace 145 millones de años.

Al igual que ocurre con las aves modernas, el tamaño de los pterosaurios se mide a menudo por su envergadura, es decir, la anchura combinada de las dos alas membranosas del animal, cada una de las cuales se mantiene tensa gracias a un cuarto hueso del dedo que es llamativamente largo. Pterosaurios posteriores encontrados en otras partes del mundo, como el Quetzalcoatlus, alcanzaron gigantescas envergaduras de 10 metros o más durante el periodo Cretácico, que duró de hace 145 a hace 66 millones de años.

En cambio, el Dearc data del Jurásico medio. Los fósiles de esta época anterior son escasos y, antes de Dearc, los científicos habían encontrado pocas pruebas fehacientes de que los pterosaurios de este periodo tuvieran una envergadura superior a 1,8 metros. Ahora, los descubridores de Dearc estiman que su envergadura era de al menos 1,9 metros y posiblemente más de 2,5 metros. Ese tamaño sitúa a Dearc en el ámbito de las aves más grandes de la actualidad.

Dearc se suma al patrimonio paleontológico de Escocia como el primer pterosaurio nuevo que se nombra en el país desde que Mary Anning (unapionera coleccionista de fósiles y paleontóloga) encontró el pterosaurio Dimorphodon en 1828.

"Este es probablemente el esqueleto más bonito que se ha encontrado en Gran Bretaña desde la época de Mary Anning", afirma el explorador de National Geographic Steve Brusatte, paleontólogo de la Universidad de Edimburgo y autor principal del estudio.

Lucha contra la marea

Los pterosaurios, los primeros vertebrados que desarrollaron la capacidad de volar, fueron los dominadores de los cielos del Mesozoico: un grupo extraordinariamente diverso de reptiles alados que iban desde criaturas peludas con ojos anchos y boca de rana hasta titanes del tamaño de una jirafa con la envergadura de un avión de combate. Con unos dientes adaptados para inmovilizar a las escurridizas presas del mar, una vista aguda y unas alas más grandes que la altura de un jugador de la NBA, el Dearc se une ahora a estas sagradas filas paleontológicas.

Pero este valioso fósil estuvo a punto de nunca haber visto la luz.

Durante años, Brusatte ha explorado la isla de Skye en busca de huesos fosilizados y rastros, incluidas huellas de dinosaurios de cuello largo tan grandes que sus pisadas parecen charcos de agua dejada por la marea. Dearc emergió de la piedra caliza de la isla durante una expedición de mayo de 2017 dirigida por Brusatte y financiada por la National Geographic Society.

En la mañana del 23 de mayo, Amelia Penny, miembro del equipo, estaba inspeccionando un yacimiento en la costa norte de Skye cuando se percató de un objeto oscuro que se desprendía de la roca. Si Penny hubiera estado allí semanas antes, no lo habría visto: Recientemente, fuertes ráfagas habían agitado las aguas de la costa lo suficiente como para mover las rocas que habían estado cubriendo la losa del fósil.

Durante el almuerzo, Penny le mostró a Brusatte una foto de lo que había visto, que Brusatte reconoció como la mandíbula parcial de un pterosaurio. Incluso por los trozos que asomaban en la roca, el equipo pudo comprobar que este pterosaurio era grande y, por su aspecto, que estaba muy bien conservado.

Por lo general, los pterosaurios se fosilizan mal: Sus huesos eran ligeros y estaban llenos de sacos de aire, lo que era estupendo para volar pero terrible para asegurar la supervivencia de los huesos durante el proceso de fosilización. Además, el registro fósil de los pterosaurios se inclina hacia los juveniles, y los huesos adultos completamente desarrollados son raros y escasos.

A partir de entonces, el equipo de Brusatte se esforzó por salvar el fósil. Los lugares de excavación de la isla se encuentran dentro de láminas de roca en costas azotadas por las olas, que quedan sumergidas y luego expuestas con cada subida y bajada de la marea.

Al día siguiente, Brusatte llamó a Dugald Ross, propietario de un museo local y contratista, para que cortara el fósil de la roca con una sierra de punta de diamante. Pero cuando Ross se puso a trabajar, el equipo se dio cuenta rápidamente de que el fósil no era sólo una mandíbula, ni siquiera sólo un cráneo. Era la mayor parte del esqueleto del animal.

De repente, el equipo tuvo que cortar enormes placas de roca, ya que la subida de las mareas amenazaba con tragarse el yacimiento. Con cada trozo de fósil que salía de la tierra, tenían que subirlo por la pendiente, secarlo y aplicar un material estabilizador, llamado consolidante, a los frágiles huesos expuestos. "Nos apresuramos a sacarlo", dice Brusatte.

A las 4 de la tarde, con el agua chapoteando en la losa fósil aún incrustada en la roca, el equipo llegó a una sombría conclusión: No podrían sacar el resto del fósil de pterosaurio del suelo hasta la siguiente marea baja, hacia alrededor de la medianoche.

Para dar a los frágiles huesos la mejor oportunidad de sobrevivir a la subida de las aguas, los investigadores cubrieron el fósil con consolidante, cruzaron los dedos y esperaron que resistiera el agua. La táctica funcionó y, al final, el equipo se llevó la losa de 181 kilos en una carretilla la noche siguiente.

"Diría que es, con diferencia, lo más importante que hemos encontrado en cualquiera de mis viajes, y sin duda el más estresante de recoger", dice Brusatte. "Nunca he estado más eufórico, pero también más aterrorizado, porque había muchos pasos en los que era como: "¿Qué podría salir mal?".

Volando en cielos atestados

Con el fósil fuera del suelo, el equipo lo transportó a las colecciones de los Museo Nacional de Escocia en Edimburgo, donde el preparador Nigel Larkin lo limpió minuciosamente del exceso de roca y consolidante. Ahí es donde Jagielska se puso a trabajar.

Geóloga de formación, Jagielska ya había estudiado las rocas de Skye y tenía experiencia con la anatomía de las aves. Ahora se encontraba con la oportunidad de estudiar un tipo de animal volador que le resultaba a la vez familiar y totalmente extraño.

Durante más de dos años, Jagielska midió cuidadosamente los huesos del pterosaurio y los comparó con los de los pterosaurios conocidos. El pterosaurio de Skye se parecía en muchos aspectos al conocido Rhamphorhynchus, pero era mucho más grande.

Para calcular la envergadura del pterosaurio, Jagielska midió los huesos de las alas de las especies relacionadas más conocidas y calculó la relación entre la longitud de los huesos individuales y la envergadura total de los animales. A continuación, utilizó esta relación para predecir que la envergadura de Dearc se situaba entre los 2,2 y los 3,8 metros, lo que coincide con la envergadura de los albatros modernos.

El equipo de Jagielska y Brusatte también realizó una tomografía computarizada del fósil, que reveló un modelo aproximado de la forma de su cerebro (incluyendo los lóbulos ópticos, las regiones asociadas a la vista) y la estructura del oído interno del pterosaurio. El miembro del equipo Greg Funston, investigador postdoctoral de la Universidad de Edimburgo, cortó uno de los huesos del pterosaurio para observar su estructura interna, lo que reveló que este espécimen de Dearc era todavía inmaduro. Por muy grande que fuera Dearc cuando murió, le quedaba mucho por crecer.

Jagielska y Brusatte afirman que el tamaño de Dearc ayudará a los investigadores a comprender mejor el registro fósil global de los pterosaurios, ya que proporciona una referencia para interpretar los huesos menos completos encontrados en el Reino Unido y en otros lugares.

El fósil también muestra que, en el espacio y el tiempo, hubo pterosaurios que se situaron entre los pipsqueaks, relativos del Jurásico temprano, y los gigantes del Cretácico posterior. "Es sorprendente encontrar un pterosaurio de mayor tamaño en el Jurásico Medio, sí, pero personalmente esperaba que se llenara este vacío", dice Taissa Rodrigues, paleontóloga de la Universidad Federal de Espírito Santo de Brasil, que no participó en el estudio.

Escocia podría mostrar más indicios de una fauna de pterosaurios muy diversa: en un informe preliminar que aún no ha pasado la revisión por pares, otro equipo de científicos anunció el 16 de febrero que había encontrado un pterosaurio en la isla de Skye que pertenece a una rama del árbol genealógico diferente a la de Dearc.

Los dos descubrimientos refuerzan la importancia evolutiva del Jurásico Medio. Durante la primera mitad del Jurásico, se cree que muchos grupos diferentes (incluidos dinosaurios, mamíferos e incluso plantas con flores) se diversificaron rápidamente, posiblemente impulsados por la ruptura en curso del supercontinente Pangea. Cuando se combinan con otros pterosaurios de todo el mundo, los fósiles escoceses sugieren que los pterosaurios se diversificaron mucho durante este período, que es también aproximadamente cuando los dinosaurios emplumados que evolucionaron en aves empezaron a desarrollar el planeo y, más tarde, el vuelo con motor.

"Uno casi puede imaginarse a los pterosaurios mirando todo esto diciendo: ¡Ya está bastante lleno de criaturas aquí arriba!", dice David Unwin, paleontólogo de la Universidad de Leicester (Inglaterra), coautor del estudio preliminar sobre los pterosaurios. "Esto es realmente sorprendente, que hubiese suficiente ancho de banda para que todos estos diferentes voladores y protovoladores sobrevivan unos junto a otros".

Sin embargo, a diferencia de Rodrigues, Unwin aún no está convencido del tamaño propuesto por Dearc. Rhamphorhynchus, el animal utilizado para estimar la envergadura del nuevo pterosaurio, tenía unos huesos de las alas excepcionalmente largos y exagerados, dice. Eso significa que las estimaciones de tamaño basadas en sus extremidades podrían tener un sesgo alto. Unwin sostiene que la envergadura de Dearc probablemente no superaba los dos metros de ancho.

Independientemente del tamaño final de Dearc, sigue siendo un fósil escocés superlativo y un importante vínculo con los descubrimientos de Mary Anning, un hecho que llena de orgullo a Jagielska. Trabajando con dos siglos de diferencia, las dos paleontólogas nos han dado una visión más completa de los cielos jurásicos de Escocia.

"Anning está considerada como un símbolo no sólo femenino, sino también de la clase trabajadora", dice Jagielska. "Siento este tipo de conexión".

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

nationalgeographic.es

martes, 22 de febrero de 2022

La Universidad de Vigo halla los primeros fósiles de libélulas del Jurásico-Cretácico en la Península

Lidera un estudio internacional en el Geoparque de las Loras, en las provincias de Palencia y Burgos

Resto fósil de un ala de libélula. DUVI
Investigadores del Centro de Investigación Mariña (CIM) de la Universidad de Vigo han descubierto los primeros fósiles de libélulas del periodo Jurásico-Cretácico, hace unos 145 millones de años, en la Península Ibérica. El hallazgo tuvo lugar en el Geoparque de Las Loras (Palencia-Burgos) fruto del trabajo desarrollado por un equipo internacional liderado por Artai Santos, Bienvenido Díez e Iván Rodríguez-Barreiro.

Los expertos de España, Francia y Alemania localizaron tres alas de libélulas de dos familias hasta ahora desconocidas en la Península, Cymatophlebiidae y Aktassiidae, en afloramientos de travertinos (rocas sedimentarias calcáreas). “Fue una sorpresa muy agradable e inesperada. Estos fósiles son del tránsito Jurásico-Cretácico y en ese momento la Península era una gran isla separada del resto de Europa, por lo que su presencia supone una nueva pieza para el rompecabezas biogeográfico de estos grupos biológicos”, subraya Artai Santos en el diario digital de la UVigo.

Fósiles de alas de libélulas. DUVI
Los resultados del estudio acaban de aparecer publicados en la revista Biology, en un artículo firmado por los tres expertos vigueses junto con Luis M. Sender, de la Universidad de Zaragoza; Torsen Wappler, del Museo de Hesse (Darmstadt) y la Universidad de Bonn; y André Nel, del Museo de Historia Natural de París.

Además de descubrir los fósiles de libélulas, el equipo de expertos también localizó durante las excavaciones realizadas durante los meses de junio y julio de 2021 una flora dominada por Bennettitales, un orden extinto de plantas con semilla, así como la presencia de helechos, conformando un ambiente muy diferente al de otras floras de la misma época y zona geográfica.

“Las floras del Titoniense-Berriasiense son infrecuentes a nivel mundial y muy escasas en la Península. Y en este yacimiento casi el 100% de la flora estaba compuesta por estas plantas”, destaca Santos.

Geoparque Las Loras DCIM\100MEDIA\DJI_0189.JPG
Las Loras pertenece a la red de geoparques mundiales de la Unesco y la excavación se desarrolló en un área con un paleoambiente hidrotermal, algo muy poco común en los depósitos del Jurásico Superior y del Cretácico Inferior en todo el mundo. Y esto resultó determinante para el hallazgo de los 136 especímenes de plantas y de las tres alas de libélulas.

“A través de las fallas, el agua caliente emergía a la superficie formando pozos o pequeños lagos y arroyos de agua caliente. Trabajos previos ya evidenciaron que había crecimiento bacteriano, como ocurre a día de hoy en otros ambientes hidrotermales”, explica Santos.

Grupo de trabajo. DUVI
Estos ecosistemas favorecían un nicho ambiental protegido, un auténtico “oasis ecológico” para las Bennettitales y las libélulas. “Lo más interesante de esta formación desde un punto de vista paleoecológico es, sin duda, la presencia de travertinos formados en un ambiente hidrotermal, un tipo de yacimientos que son únicos a nivel mundial y que deben ser puestos en valor y protegidos”, demandan los investigadores.


farodevigo.es

El rasgo inusual en dinosaurios: el antiguo pájaro con ‘barbilla móvil’ que recorrió China hace 120 millones de años

Estudio determinó nuevas especies de aves primitivas del Cretácico. Uno de ellas habría tenido una barbilla móvil que lo ayudaría con su alimentación.

Recreación de nuevos fósiles de aves encontrados en China. Ilustración de
Cindy Joli, Julio Francisco Garza Lorenzo y René Dávila Rodríguez.
Aproximadamente a 80 millas del extremo occidental de la Gran Muralla China, los paleontólogos encontraron reliquias de un mundo antiguo. Durante las últimas dos décadas, equipos de investigadores han desenterrado más de 100 especímenes de aves fósiles que vivieron hace aproximadamente 120 millones de años, durante la época de los dinosaurios.

Sin embargo, muchos de estos fósiles han resultado difíciles de identificar: están incompletos y, a veces, muy triturados.

En un nuevo artículo publicado en el Journal of Systematics and Evolution, los investigadores examinaron seis de estos fósiles e identificaron dos nuevas especies. Una de ellas tenía un rasgo nunca antes visto en otro dinosaurio: un apéndice óseo móvil en la punta de su mandíbula inferior que pudo haber ayudado al ave a buscar comida.

Evolución de las aves

“Fue un proceso largo y laborioso descubrir qué eran estas cosas”, dice Jingmai O’Connor, autora principal del estudio y curadora asociada de paleontología de vertebrados en el Field Museum de Chicago.

“Estos nuevos especímenes incluyen dos nuevas especies que aumentan nuestro conocimiento de las faunas de aves del Cretácico, y encontramos combinaciones de características dentales que nunca habíamos visto en ningún otro dinosaurio”, indicó.

“Estos fósiles provienen de un sitio en China que ha producido fósiles de aves que son bastante similares a las aves modernas, pero todos los fósiles de aves descritos hasta ahora no tienen cráneos preservados con los cuerpos”, dice el coautor Jerry Harris de Universidad Tecnológica de Utah. “Estos nuevos especímenes de cráneo ayudan a llenar ese vacío en nuestro conocimiento de las aves de este sitio y de la evolución de las aves en su conjunto”.

Un ave durante el proceso de eclosión.
Todas las aves son dinosaurios, pero no todos los dinosaurios son aves. Un pequeño grupo de dinosaurios evolucionó hasta convertirse en aves que coexistieron con otros dinosaurios durante 90 millones de años.

Las aves modernas son descendientes del grupo de aves que sobrevivieron a la extinción que acabó con el resto de los dinosaurios, pero muchas aves prehistóricas también se extinguieron entonces. El trabajo de O’Connor se centra en estudiar diferentes grupos de pájaros primitivos para descubrir por qué algunos sobrevivieron mientras que otros se extinguieron.

El sitio de fósiles en el noroeste de China, llamado Changma, es un lugar importante para investigadores como O’Connor que estudian la evolución de las aves. Es el segundo sitio de aves fósiles del Mesozoico –la época de los dinosaurios– más rico del mundo, pero más de la mitad de los fósiles encontrados allí pertenecen a la misma especie, Gansus yumenensis. 

Determinar qué fósiles son Gansus y cuáles no lo son es complicado; los seis especímenes que O’Connor y sus colegas examinaron en este estudio son principalmente cráneos y cuellos, partes que no se conservan en los especímenes conocidos de Gansus. Los fósiles también estaban algo aplastados por su tiempo en las profundidades de la Tierra, lo que dificultó su análisis.

“El sitio de Changma es un lugar especial”, dice el coautor del estudio Matt Lamanna del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburgh. “Las rocas que contienen fósiles allí tienden a dividirse en láminas delgadas a lo largo de antiguos planos de lecho. Entonces, cuando estás excavando, es como si literalmente estuvieras retrocediendo las páginas de la historia, capa por capa descubriendo animales y plantas que no han visto la luz del día en aproximadamente 120 millones de años”.

latercera.com

domingo, 20 de febrero de 2022

Así es el Museo de Dinosaurios que demanda Salas de los Infantes

Proponen conectar 4.000 metros de sala de exposiciones, otros tantos de almacén y un laboratorio visible al visitante en un mismo espacio. En la zona exterior se reparten estatuas gigantes de dinosaurios a modo de ruta por la zona

Interior del Museo de Dinosaurios. Foto de hace años.
El Ayuntamiento de Salas y el equipo de la Fundación Dinosaurios de Castilla y León definen en el último escrito remitido a la Junta de Castilla y León el Museo de los Dinosaurios que esperan desde hace más de una década. Ya tienen la parcela municipal en zona dotacional y sin cargas añadidas que «se ha comunicado en diferentes ocasiones a la Junta de Castilla y León». No presentan plan de viabilidad, como exige la Junta, porque «para hacer tal estimación de un modo aproximado tendrían que conocerse las dimensiones, recursos y previsión de inversión». Sí tienen muy claro lo que debería tener el futuro Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes.

Más de 8.000 metros cuadrados distribuidos en una zona de recepción y distribución de visitantes y una sala de exposición «amplia, alta y adaptable con previsión a futuras divisiones en caso necesario por medio de elementos constructivos efímeros». La superficie no debería ocupar menos de 4.000 metros cuadrados en un solo nivel. Los almacenes de fondos deberían contar con más de 4.000 metros cuadrados y disponer un sistema de almacenamiento horizontal para depositar los fósiles pero también moldes, réplicas y útiles de las excavaciones.

Esperan ampliar el taller laboratorio de restauración y conservación de los cuatro metros cuadrados actuales a 150. Plantean que tenga un acceso directo al almacén para facilitar la movilidad del trabajo sin poner en riesgo piezas sumamente frágiles y un espacio abierto para que el trabajo pueda ser visible al público. Una zona de investigación, biblioteca y documentación. Una zona de exposiciones temporales, un aula taller para actividades didácticas, un salón de actos para conferencias, espacios administrativos, tienda de merchandaising de unos 200 metros cuadrados y almacén para los elementos no científicos.

Aunque se busca expandir el museo más allá de sus paredes. Definen la posibilidad de contar con un mirador al entorno para contextualizar el lugar desde un punto de vista paleontológico y geológico. A las afueras del museo una excavación simulada, un jardín de rocas típicas de la comarca y estatuas de dinosaurios.

Un bosque de dinosaurios

Un recurso con mucho éxito en otras instalaciones, como el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), son las reproducciones en tamaño gigante de dinosaurios. Se busca en primer lugar reproducciones de las especies que han aparecido en la comarca, con Demandasaurus y Europatitán al frente de este bosque de dinosaurios que podrían ir más allá de los alrededores del museo. De esta manera, la propuesta de Salas, establece la instalación de estatuas o réplicas en diferentes puntos de la localidad para «propiciar un recorrido turístico entre las distintas partes del casco urbano y del museo».

Añaden la posibilidad de llegar a acuerdos con agentes económicos comarcales para recorrer los municipios del entorno prolongando su estancia en el territorio. «Estamos convencidos de que el museo, amplificando sinergias mediante la puesta en valor de estos singulares recursos patrimoniales, va a constituir un elemento impulsor y un estímulo del desarrollo económico, social y cultural del sureste de Burgos», explican. Lo saben de primera mano.

El museo actual «ha sido un factor revulsivo para el desarrollo de actividades e iniciativas que tiene a estos fósiles como protagonistas». En cuanto al equipo, calculan una plantilla de 10 personas con formación y cualificación y apoyos en temporada alta. Actualmente emplean a dos personas y una restauradora encadenando contratos temporales. El ayuntamiento destina 100.000 euros para esta instalación. Desde 2001 han superado los 242.000 visitantes y el año pasado recibieron 14.500 visitantes, un 90% más que en el año anterior.

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Salas propone acudir a fondos europeos para el nuevo Museo de Dinosaurios

El Ayuntamiento de Salas de los Infantes descarta ampliar museo actual por «no disponer de espacio». Rechaza un ‘Museo del territorio’ porque debe dedicarse a la riqueza paleontológica.  La Junta reconoce que se recibió un informe «pero no era lo exigido»

En la imagen uno de los espacios donde se conservan fósiles que no han podido
 liberar de la momia por falta de espacio para su restauración. I.L.M.
El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes despliega el 10% de la riqueza paleontológica de los dinosaurios de la Sierra de la Demanda en poco más de 900 metros cuadrados, si contamos los 500 de patio exterior. Exigen desde hace 20 años un museo único, especializado y de referencia regional diez veces más grande que la instalación actual. Dos décadas donde no encuentran la respuesta de la administración competente en patrimonio y turismo, la Junta de Castilla y León. El último desencuentro la respuesta a una propuesta recibida en verano por la Dirección Regional de Patrimonio. «Si hubo respuesta, completa, con un dossier extenso y apreciaciones del equipo científico reivindicando lo que merece la riqueza actual en materia de dinosaurios que tiene esta zona y la futura», explica el alcalde de Salas, Francisco Azúa. Reivindica que «el valor añadido de nuestra propuesta en una zona como esta, rural cumple con los criterios de los fondos europeos, pero no se tiene en cuenta y luego se les llena la boca hablando de despoblación».

Por ello en la propuesta, en la que se descartan la ampliación del museo actual y desvirtuar el proyecto paleontológico con un 'Museo del territorio' propuesto por Patrimonio, apuntan que «el momento es óptimo para aprovechar la excepcional financiación que va a llegar a España a través del Plan para la recuperación de Europa, merced al instrumento ‘NextGeneration EU’». El informe enumera que el territorio incluye los parámetros de territorio montañoso, periférico, envejecido y masculinizado donde son necesarias inversiones para recuperar la cohesión. Remarcan que «el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes se erige como un elemento de referencia que puede agrupar varios objetivos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española». Añaden que «encaja perfectamente» en estrategias como ‘Transformar nuestro mundo: Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible’ de la Unesco; la ley para el desarrollo sostenible del medio rural; el Programa de Desarrollo Rural de Castilla y León de la Junta; y en el Plan Operativo Feder React-UE de Castilla y León aprobado por la Comisión Europea el 29 de julio. Y en diciembre de 2020 el Ayuntamiento de Salas remitió una solicitud para contemplar el Museo de la Evolución de los Dinosaurios de Castilla y León como proyecto para ser financiado por los fondos NextGenerationEU.

Aunque la Consejería de Cultura afirmaba que «todo sigue igual» hace unos días, sí reconoce que el informe llegó en octubre pero «está incompleto». El handicap, como en los últimos 20 años, la financiación del día a día de la instalación. Para la administración regional «no existe un informe detallado de viabilidad económica del futuro museo, el Ayuntamiento debería trasladar cómo financiarlo». Algo que deja entrever que no será la Junta quien asuma esa gestión y que no entrará  dentro de la Red Regional de Museos (MEH, MUSAC, Museo Etnográfico y Museo de la Siderurgia) que se demanda desde Salas.

«En veinte años hemos enviado mil y una notificaciones, cada año salen nuevos hallazgos que demuestran su riqueza, y mi indignación va creciendo, invité a los últimos responsables de Patrimonio y Cultura a visitar la zona, que lo conozcan, y la callada por respuesta», añade Azúa. Espera a la conformación de un nuevo gobierno regional para «volver a solicitar de una vez el Museo que los dinosaurios de Salas necesita y ahora los  Fondos Europeos son una importante oportunidad de desbloquearlo por fin». 

Materia prima 

Esta es la zona de trabajo donde la Conservadora del Museo de Dinosaurios de

Salas, donde apenas dispone de espacio para su labor ni para el almacenamiento

de los fósiles. I.L.M.

En más de dos décadas de investigación y trabajo arqueológico el Colectivo Arqueológico de Salas (CAS), la Fundación Dinosaurios de Castilla y León con el apoyo de ayuntamientos de la zona y la Diputación Provincial, han recuperado 150 yacimientos que documentan el paso de los dinosaurios en diferentes épocas por estas tierras de la Sierra de la Demanda.

Se han recuperado fósiles de hasta 21 ejemplares de dinosaurios diferentes, siete tipos de fósiles de otros vertebrados y 14 especies vegetales de 145 a 125 millones de años.

Cuatro son holotipos, es decir, la especie se ha descrito en estas tierras. Son Demandasaurus darwini (apareció en 2004), Europatitan eastwoodi (definido en un artículo en 2017), la tortuga Larachelus (descrita en 2012) y el lagarto Arcanosaurus (recuperado en los 90). Solo se expone el 10% de lo que se ha encontrado. Poco se puede enseñar de los dos saurópodos descubiertos en estas tierras. El museo actual es pequeño en espacio (sus salas de exposiciones ocupan poco más de 330 metros cuadrados) y por altura. Los techos de la actual instalación están a tres metros del suelo. Montar Demandasaurus Darwini necesitaría un poco más porque medía 3,5 metros hasta la cadera y alcanzaba los 10 metros de largo. Para Europatitan con 13 metros de altura, once solo de cuello, es evidente que las actuales instalaciones se quedan pequeñas. Lo único que se puede ver de uno de los dinosaurios gigantes de Europa está en las reproducciones 3D de la Universidad de Carolina del Sur.

Además, tampoco caben más restos entre estanterías y espacios alternativos de almacén. Hay material paleontológico en hasta tres almacenes «están llenos, ya no caben más, si esto estuviera en Estados Unidos sería noticia diaria», lamenta Azúa. En un pequeño rincón de la España Vaciada parece que es un problema que un grupo de voluntarios desentierren ese tesoro conservado durante millones de años.

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sábado, 19 de febrero de 2022

A la sombra del Tiranosaurio: Otros dinosaurios carnívoros verdaderamente temibles

Francesc Gascó-Lluna (Pakozoico)

Hubo grandes dinosaurios carnívoros más allá del famoso Tyrannosaurus. A lo largo de 150 millones de años, llegaron a aparecer gigantescos dinosaurios depredadores más de una vez.

Reconstrucción de Spinosaurus. FGL.
Hay vida más allá del famoso Tyrannosaurus. Este gigantesco dinosaurio carnívoro es el favorito de mucha gente y protagonista indiscutible de la saga de Jurassic Park. Pero lo cierto es que cuando este popular dinosaurio apareció, la era de los dinosaurios estaba prácticamente llegando a su fin. Y es que Tyrannosaurus rex habitó Norteamérica durante el piso o época Maastrichtiense, entre hace 70 y 66 millones de años. Y antes de esto, los dinosaurios ya llevaban 150 millones de años dominando las faunas terrestres del planeta. Y claro, dio tiempo a que grandes dinosaurios carnívoros aparecieran más de una vez.

Los dinosaurios se dividen tradicionalmente en dos principales grupos Saurísquios y Ornitísquios. Y dentro de los Saurísquios existen dos grandes grupos, los Sauropodomorfos (grandes dinosaurios de cuello largo y sus parientes cercanos, a este grupo pertenecen formas tan populares como Diplodocus, Brachiosaurus, Camarasaurus o Brontosaurus) y los Terópodos (principalmente carnívoros, con dientes afilados y garras, que incluyen a formas tan famosas como Tyrannosaurus, Velociraptor o Deinonychus, así como al linaje de las aves). Estos dinosaurios terópodos, como los demás grupos de dinosaurios, aparecieron a mediados del periodo Triásico. Al principio eran animales de pequeño y mediano tamaño, ya que compartían el mundo con otros animales, como los “rauisuquios”, unos parientes de los cocodrilos que fueron grandes depredadores de su época. Pero a finales del Triásico tuvo lugar una gran extinción en masa que fulminó toda competencia. Y ahí si que los dinosaurios empezaron a dominar el mundo. En este periodo, el famoso Jurásico, los dinosaurios se diversificaron y llegaron a hacerse gigantes. Faunas de dinosaurios fueron apareciendo y relevándose a lo largo de los siguientes 140 millones de años. Y entre los terópodos aparecieron formas realmente formidables.

Spinosaurus

Fue descrito en 1915 por el paleontólogo alemán Ernst Stromer a partir de un esqueleto parcial encontrado en Egipto que, lamentablemente, fue destruido en los bombardeos de Munich de la Segunda Guerra Mundial. Spinosaurus (cuyo nombre significa “lagarto con espinas”), tiene una apariencia muy característica por tener espinas vertebrales muy altas formando una vela a lo largo de su lomo. Sin embargo, los pocos fósiles con los que fue descrito en 1915, y el poco conocimiento sobre sus parientes cercanos que teníamos entonces, llevaron a que su reconstrucción fue un terópodo muy generalista con vela.

Con el paso de las décadas y gracias a nuevos descubrimientos se pudo ir afinando mejor su aspecto. Por ejemplo, con el hallazgo de su pariente Baryonyx, descubierto mucho más tarde, en 1983. Baryonyx era un terópodo extraño, con un hocico alargado, dientes cónicos y garras enormes en las manos. Su anatomía permitió relacionarlo con Spinosaurus, del que se corrigió su reconstrucción, ahora incluyendo un hocico alargado semejante al de un cocodrilo, y garras grandes en sus manos.

En 2014, justo 100 años después de la descripción original de Stromer, el paleontólogo Nizar Ibrahim y sus colaboradores, entre quienes estaba Paul Sereno, publicaron el hallazgo de nuevos ejemplares de Spinosaurus encontrados en Marruecos. Estos revelaron que, si bien las reconstrucciones de este dinosaurio no iban desencaminadas, era todavía más extraño. Piernas cortas, lomo alargado, brazos largos que posiblemente llegaban al suelo. Su vela parecía tener una morfología más cuadrada e irregular y, lo más sorprendente, posiblemente sea el primer dinosaurio no aviano que podría estar adaptado a una vida anfibia. Gracias a los nuevos hallazgos, además, se ha podido estimar que su longitud superaba a los 13 metros de Tyrannosaurus rex. Vivió en el Cretácico inferior en lo que hoy es África.

Carcharodontosaurus

Reconstrucción de Carcharodontosaurus. FGL.
Stromer también describió en 1931 otro terópodo impresionante hallado en las expediciones africanas, Carcharodontosaurus (cuyo nombre significa “lagarto con dientes de tiburón”), un terópodo emparentado con los Allosaurus del Jurásico. Pero vivió a mediados del Cretácico. Si bien no se ha encontrado un esqueleto completo, los restos hallados hasta la fecha (un gigantesco cráneo muy completo, patas traseras, vértebras sueltas) permiten estimar que se trataría de un dinosaurio terópodo de gran tamaño, capaz de rivalizar con Tyrannosaurus rex en dimensiones. Lamentablemente, los fósiles que formaron parte de la publicación original de Stromer también se perdieron en el mismo bombardeo que los de Spinosaurus, pero por suerte, se han realizado más hallazgos desde entonces.

Giganotosaurus

Reconstrucción de Giganotosaurus. FGL.
Se trata de un pariente cercano de Carcharodontosaurus, sólo que vivió en Sudamérica a mediados del Cretácico. Sus primeros fósiles fueron descubiertos en 1993 por el aficionado Rubén Carolini en la provincia de Neuquén, en Argentina. Fue estudiado y publicado en 1995 por los paleontólogos Leonardo Salgado y Rodolfo Coria. Su esqueleto está más completo que el de Carcharodontosaurus, y permite estimar que tendría un tamaño comparable al de Tyrannosaurus, o mayor. De ahí su nombre, que significa “lagarto gigante del sur”.

Torvosaurus

Reconstrucción de un Torvosaurus alimentándose de un Turiasaurus. FGL.
Aunque todos los dinosaurios terópodos gigantes que hemos mencionado hasta ahora son del periodo Cretácico, la primera edad de losgigantes fue el Jurásico. Y para los dinosaurios terópodos no fue menos. Megalosaurus (el primer dinosaurio descubierto por la ciencia) fue un dinosaurio terópodo del Jurásico medio de Europa que fácilmente habría alcanzado los 9 metros de largo. Pero un pariente suyo, Torvosaurus, podría haber superado con facilidad ese tamaño, lo que lo convierte en candidato a haber sido “el rival” de Tyrannosaurus rex durante el Jurásico superior. Torvosaurus fue descrito por Peter Galton y James Jensen en 1979 a partir de un esqueleto parcial encontrado en Colorado, Estados Unidos. Restos parecidos, pertenecientes a Torvosaurus o un pariente muy cercano han sido descritos también en Uruguay. E incluso en la Península ibérica: se han descrito fósiles de Torvosaurus en Portugal, y entre las faunas de finales del Jurásico cuyos restos se encuentran en yacimientos de la cordillera Ibérica (como en yacimientos de Teruel o Valencia) se atisba la presencia de un gigantesco megalosaurio que podía alcanzar o superar los 10 metros de largo.

Más allá de lo temibles que puedan parecernos estos dinosaurios, y de las pasiones que levanten por sus dientes y garras, la presencia de superdepredadores en los ecosistemas del Mesozoico tuvo su efecto. Envueltos en una carrera armamentística, depredadores y presas aumentaron el tamaño hasta los máximos que ha contemplado la vida sobre la Tierra firme. Las adaptaciones fisiológicas que permitieron este aumento de tamaño y sus límites son todo un tema de investigación en la actual paleobiología de dinosaurios. Y, por lo tanto y como suele decirse, eso ya es otro tema.

Referencias:

Stromer, E. 1931. Wirbeltiere-Reste der Baharijestufe (unterestes Canoman). Ein Skelett-Rest von Carcharodontosaurus nov. gen. Abhandlungen der Bayerischen Akademie der Wissenschaften, Mathematisch-naturwissenschaftliche Abteilung, 9(Neue Folge): 1–23.

Brusatte, S.L.; Sereno, P.C. 2007. A new species of Carcharodontosaurus (dinosauria: theropoda) from the Cenomanian of Niger and a revision of the genus. Journal of Vertebrate Paleontology, 27(4): 902-916.

Ibrahim, N. et al. 2014. Semiaquatic adaptations in a giant predatory dinosaur. Science. doi:10.1126/science.1258750

Coria, R. A.; Salgado, L. 1995. A new giant carnivorous dinosaur from the Cretaceous of Patagonia. Nature, 377 (6546): 224–226.

Galton, P.M.; Jensen, J.A. 1979. A new large theropod dinosaur from the Upper Jurassic of Colorado. Brigham Young University Geology Studies, 26(1):1-12.

Cobos, A. et al. 2014. Megatheropods as apex predators in the typically Jurassic ecosystems of the Villar del Arzobispo Formation (Iberian Range, Spain). Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology, 399: 31-41.

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Los dinosaurios gigantes de Teruel y Valencia vivieron en un clima con lluvias monzónicas

Una nueva investigación determina que los grandes dinosaurios jurásicos del este peninsular vivieron en zonas costeras bajo un clima monzónico con dos estaciones, seca y húmeda, muy diferenciadas.

Fotografía de campo y dibujo esquemático de los sedimentos depositados en los ambientes fluviales, eólicos y deltaicos que habitaban los dinosaurios durante el Jurásico Superior, en el área de Riodeva (provincia de Teruel). / Campos-Soto y colaboradores (Sedimentology)

Un estudio, liderado por geólogas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), arroja luz sobre los ambientes sedimentarios y el clima en el que vivieron los dinosaurios del este de Iberia durante el Jurásico Superior (entre 154 y 145 millones de años de antigüedad aproximadamente). En concreto, esta investigación se basa en el análisis de rocas sedimentarias en las que se encuentran los principales yacimientos de dinosaurios de las provincias de Teruel y Valencia.

El trabajo, publicado en la revista Sedimentology, también cuenta con la participación de investigadores de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, de la Universidad de Oviedo, Universidad de Caen (Francia), Universidad de Leeds (Reino Unido) y Colorado School of Mines (EE UU).

La investigación revela que las faunas de dinosaurios de finales del Jurásico vivían en zonas costeras en las que había una gran variedad de ambientes sedimentarios. Estas áreas estaban formadas por dunas eólicas y grandes llanuras de inundación con abundante vegetación que estaban surcadas por ríos. En las llanuras también había lagos muy someros de agua dulce a los que llegaba sedimento transportado por los ríos, el cual se depositaba en pequeños deltas.

Los dinosaurios de finales del Jurásico vivían en zonas costeras formadas por dunas eólicas y grandes llanuras de inundación

“Gracias al estudio detallado de las rocas jurásicas hemos podido determinar que las zonas costeras se formaron en un clima que tenía dos estaciones muy marcadas”, indica Sonia Campos-Soto, autora principal del estudio.

Las conclusiones indican que en las estaciones secas apenas llovía, por lo que los ríos transportaban menos agua e, incluso, se podían secar. El sedimento arenoso era transportado por el viento y se acumulaba en las dunas eólicas. Por otro lado, el estudio también determina que en las estaciones húmedas se producían lluvias torrenciales, como sucede en la actualidad en las zonas afectadas por los monzones. 

Durante estos periodos de fuertes lluvias, los ríos transportaban gran cantidad de agua a muy alta velocidad y se desbordaban, lo que daba lugar a inundaciones. Además, las corrientes de agua podían transportar troncos de árboles y grandes cantos de sedimento erosionados de las llanuras de inundación, y podían llegar a arrastrar a los dinosaurios. Tras las inundaciones, los dinosaurios que transitaban por las zonas inundadas dejaron sus pisadas en el sedimento fangoso húmedo.

Reconstrucción idealizada de los ambientes sedimentarios que habitaban los dinosaurios en el este de Iberia durante el Jurásico Superior. / Campos-Soto y colaboradores (Sedimentology).

Mismo clima que en Brasil

En la actualidad, un sistema costero similar al que había en el Jurásico Superior en el este de Iberia se encuentra en el Parque Nacional de Lençois Marahensis, en el noreste de Brasil.

María Isabel Benito, profesora de la Universidad Complutense de Madrid e investigadora principal de uno de los proyectos de investigación que ha financiado este estudio, indica que “este sistema costero se sitúa en una región de Brasil en la que se desarrollan lluvias estacionales, en la que hay dunas eólicas que se desarrollan y avanzan sobre deltas formados en lagos someros de agua dulce, ríos y llanuras de inundación que tienen abundante vegetación, de forma muy similar a los ambientes sedimentarios que había en el Jurásico Superior y en los que vivían los dinosaurios”.

Para llevar a cabo la investigación, se ha realizado un amplio análisis de ocho secciones estratigráficas en las provincias de Teruel y Valencia

Por su parte, Alberto Cobos, director gerente de la Fundación Dinópolis y paleontólogo coautor del estudio, destaca que “estas conclusiones sedimentológicas suponen un gran avance para comprender el contexto paleoambiental y paleoclimático en el que vivieron los dinosaurios, como los saurópodos gigantes Turiasaurus y Losillasarus, entre otros.”

Para poder llevar a cabo esta investigación, se ha realizado un amplio análisis de ocho secciones estratigráficas en la provincia de Teruel (áreas de Cedrillas, El Castellar, Formiche Alto, Mora de Rubielos y Riodeva) y en la de Valencia (áreas de Losilla-Alpuente, Benagéber y Villar del Arzobispo), que en total comprenden un inmenso registro sedimentario de 5.072 metros de espesor. Asimismo, se han recolectado 455 muestras de roca para realizar estudios microscópicos.

Imágenes de Google Earth del Parque Nacional de Lençois Marahensis (noreste de Brasil) donde se desarrollan dunas eólicas, canales fluviales, deltas, llanuras de inundación vegetadas y lagos someros. / Campos-Soto y colaboradores (Sedimentology).

Referencia:

Campos-Soto et al. (2022) “Where humid and arid meet: Sedimentology of coastal siliciclastic successions deposited in apparently contrasting climates”. Sedimentology.

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