Ricardo Alonso
Edwin Colbert, Alfred Romer y George Gaylord Simpson son
tres de los más importantes paleontólogos del siglo XX y curiosamente los tres
fueron, en distintos años, incorporados como miembros extranjeros de la
Academia Nacional de Ciencias de Córdoba.
Edwin H. Colbert (1905-2001) fue un paleontólogo
norteamericano especialista en vertebrados fósiles de la era de los
dinosaurios. Estudió en Nebraska y se doctoró en Columbia en 1935. Pronto se
hizo cargo como curador del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York,
una de las instituciones señeras. Allí se formó la mayor colección de reptiles
fósiles del mundo, especialmente cráneos y esqueletos de dinosaurios.
Además de enseñar como profesor en la Universidad de
Columbia, comenzó sus trabajos de investigación que lo llevaron a recorrer
todos los continentes en busca de restos de vertebrados fósiles, especialmente
reptiles y anfibios. Enfocó sus intereses científicos en el suroeste de los
Estados Unidos donde realizó valiosos hallazgos de dinosaurios que le
permitieron crear decenas de géneros nuevos.
Es famoso su descubrimiento de los dinosaurios de Ghost
Ranch en Nueva México donde encontró una docena de esqueletos que se habían
conservado en una especie de cementerio fósil. Al estudiarlos comprobó que se
trataba de un grupo de dinosaurios terópodos celofísidos (Coleophysis) que
vivieron unos 200 millones de años atrás en el límite entre los períodos
Triásico y Jurásico.
Realizó excavaciones en Texas, Arizona, Alaska y también en
Oceanía, Israel, Brasil y otros países. En cada uno de sus viajes iba
descubriendo nuevos dinosaurios que estudiaba y publicaba en revistas
especializadas.
En 1933 se casó con Margaret Matthew, hija de otro eminente
paleontólogo: William D. Matthew. El abuelo de Margaret también fue
paleontólogo. Ella se interesó en el arte y se convirtió en una especialista en
representar a los seres que vivieron en remotos tiempos, especialmente
vertebrados. Margaret Matthew Colbert tuvo cinco hijos con Edwin y, a pesar de
la carga que significaba la atención del hogar y la crianza de su prole, se dio
tiempo para acompañar a su esposo en largas travesías de exploración y
participar del hallazgo de numerosos nuevos dinosaurios para la ciencia. Además
de realizar con su fino arte exquisitas ilustraciones de los seres pretéritos.
El logo de la Sociedad Internacional de Paleontología de los Vertebrados fue
diseñado por ella.
El libro de los dinosaurios
Colbert no solo prospectaba dinosaurios y los exhumaba, sino
que además los preparaba para su estudio y posterior exposición en las vitrinas
del museo de Nueva York que llegó a tener la mayor colección mundial. Con ánimo
de escribir una guía explicativa sobre los dinosaurios del museo preparó un
libro que se convertiría en un "best seller" del tema. La primera edición
salió en 1945 con el título (en inglés): "El libro de los Dinosaurios. Los
reptiles dominantes y sus distintos parientes". Esa sería la primera de
muchas ediciones dado el éxito alcanzado. El valor de la obra estaba cimentado
en las buenas ilustraciones y en un texto muy simple y claro, de lectura amena,
pero con rigor científico. Lo cierto es que Colbert supo alimentar un creciente
interés del público por los dinosaurios en la década de 1940 y su libro fue tan
popular que se mantuvo por más de 20 años en ventas.
Colbert se hizo conocido por haber escrito los primeros
libros divulgativos sobre dinosaurios y por haberle dado un lado humano a la
paleontología y lograr que la ciencia fuera más accesible para los no
iniciados. Así lo supo expresar el Dr. Gene Gaffney, quien lo sucedió como
curador de reptiles fósiles en el museo.
En 1965 la editorial Eudeba de Buenos Aires compró los
derechos para la traducción al español de la obra y se la encargó al Dr.
Osvaldo Alfredo Reig (1929-1992), prestigioso paleontólogo argentino reconocido
internacionalmente. Reig se formó en la Universidad Nacional de la Plata bajo
la tutela del zoólogo Ángel Cabrera y el geólogo Pablo Groeber pero no llegó a
graduarse. Por sus conocimientos enciclopédicos y aportes científicos en
biología evolutiva, especialmente en el campo de la zoología y paleontología,
fue nombrado doctor honoris causa de las universidades de Buenos Aires y
Barcelona, así como miembro de las academias de ciencias de los Estados Unidos
y la Unión Soviética. Realizó estudios en Harvard y en Londres.
Fue el fundador del Laboratorio de Vertebrados Fósiles del
Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Durante ese
tiempo estudió ranas fósiles de la época de los dinosaurios que se encuentran
en la Quebrada de las Conchas camino a Cafayate y que fueran descubiertas por
geólogos prospectores de uranio de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Las
bautizó Saltenia ibañezi, en homenaje a Salta.
El "Libro de los Dinosaurios" de Colbert (Buenos
Aires, Eudeba, 184 pág.), se convirtió en la única obra disponible para
enterarse del tema y rápidamente se transformó en libro de texto en las
cátedras de paleontología, biología y público en general. Se hicieron varias
ediciones que se agotaron rápidamente. Una de sus icónicas fotos era la de una
huella gigante de dinosaurio, rellena con 80 litros de agua, y un niño que se
estaba bañando plácidamente en su interior. La obra es hoy un clásico del tema
aunque ya ha sido superada ampliamente.
El precursor de Spielberg
Luego Colbert escribiría unos 400 trabajos científicos y
unos 20 libros entre los que merecen nombrarse, por sus títulos en inglés,
"Evolución de los Vertebrados" (1955), "El mundo de los
dinosaurios" (1961), "La edad de los reptiles" (1965),
"Hombre y dinosaurios" (1968), "Los grandes cazadores de
dinosaurios" (1984), "Excavando en el pasado" (1989) y
"Apuntes de un cazador de fósiles" (1980), los dos últimos de forma
autobiográfica. Fue galardonado con importantes distinciones y premios como la
medalla "Daniel Giraud Elliot" (1935) de la Academia Nacional de
Ciencias de los
Estados Unidos; la medalla Romer-Simpson (1989), máxima
distinción de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados; el premio geológico
“Hayden Memorial” (1997), entre otros. Una contribución científica fundamental
de Colbert fue el hallazgo del pequeño reptil Lystrosaurus en rocas de 220
millones de años en varios continentes, entre ellos la Antártida, en 1969. Ese
dato fue crucial para ayudar a solidificar los argumentos de la deriva continental.
En 1970, los Colbert se mudaron a Flagstaff (Arizona), donde él se hizo cargo
como curador de paleontología de vertebrados del museo de Northern Arizona.
En 1986 se organizó en Albuquerque (New Mexico, Estados
Unidos), el Primer Simposio Internacional sobre huellas de dinosaurios, al cual
asistieron los mejores especialistas de todo el mundo. Entre ellos algunos que
se harían muy mediáticos más tarde gracias a Spielberg y Jurassic Park.
Figuras como Jack
Horner, Robert Baker, Adolf Seilacher, David Gillette, Martin Lockley, Kevin
Padian, David Unwin, Phililp Currie, Georges Demarthieu, Jame Farlow, Giusseppe
Leonardi, Paul Olsen, William Sarjeant, Richard Thulborn y Mary Wade estuvieron
presentes y fueron partícipes de un libro que luego publicó Cambridge
University Press.
Dado que mi tesis de grado había sido sobre las huellas de
dinosaurios en las minas de uranio del Valle del Tonco en Salta, y el trabajo
académico se publicara en el Acta Geológica Lilloana de Tucumán, fui invitado a
participar como representante argentino y a exponer sobre el tema. Se dio la
feliz circunstancia de que en el mismo hotel se hospedaran Edwin Colbert y su
esposa Margaret que participaban del simposio. Ello llevó a que durante una
semana, todas las mañanas desayunáramos y conversáramos sobre el tema favorito
de los dinosaurios; el potencial paleontológico de Argentina con estratos ricos
en dinosaurios del Triásico, Jurásico y Cretácico, su libro que había sido
traducido al español en nuestro país, y muchos otros temas. Luego lo visité en
su oficina del museo de Northern Arizona en Flagstaff donde apreciamos sus
últimos hallazgos en dinosaurios. Siempre me quedó esa maravillosa sensación de
estar con dos glorias intelectuales que compartían sus conocimientos con humildad
y la generosidad propia de los verdaderos sabios. Edwin Colbert falleció en
Flagstaff, a los 96 años, el 16 de noviembre de 2001. Su legado en el mundo de
la paleontología fue, es y será imperecedero.