domingo, 30 de mayo de 2021

Descubren un increíble yacimiento de huellas de dinosaurios en el centro de Neuquén

Científicos del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional del Comahue, del Museo del Desierto Patagónico de Añelo y del Instituto de Geología y Paleobiología de la UNRN, dieron a conocer en las trigésimo cuartas Jornadas Argentinas de Paleontología de Vertebrados un nuevo yacimiento de huellas de dinosaurios de la provincia de Neuquén.

Este nuevo yacimiento, ubicado en la zona de Aguada Pichana, a unos 40 km de Añelo, habría sido descubierto en 2019 durante un estudio de impacto ambiental. Durante las tareas de prospección, se hallaron en la base de un cañadón varios sitios con múltiples rastrilladas de huellas de dinosaurios que se orientan en diferentes direcciones. Las mismas corresponden al menos a cuatro diferentes grupos de dinosaurios carnívoros y una perteneciente a dinosaurios herbívoros.

Estas huellas tienen una antigüedad aproximada de 100 millones de años (Cretácico Tardío) y pertenecen a la Formación Candeleros, misma formación en las que aparecen las conocidas huellas del Lago Exequiel Ramos Mexía, en las zonas de Villa El Chocón y Picún Leufú. Este hallazgo representa una nueva e importante localidad icnológica para la provincia de Neuquén.

Los investigadores que participaron de esta investigación, Juan Porfiri, Domenica dos Santos, Mattia Baiano, Diego Pino, Ricardo Gómez y Maisa Tunik, han observado que muchas de las huellas se asemejan con las icnoespecies que se conocen en la zona de El Chocón, aunque destacan que algunas de ellas podrían ser totalmente nuevas. Los estudios geológicos, demuestran que las huellas se produjeron en dos momentos diferentes.

En las más antiguas, los dinosaurios habrían pisado sobre zonas de planicies aluviales; mientras que las más modernas, se habrían formado mientras pisaban sobre facies de canales fluviales. Este trabajo que fue coordinado junto a la compañía responsable por el manejo ambiental, Geólogos Asociados y el operador del área Total Austral.

Los trabajos futuros prevén centrarse en las investigaciones sobre las características de las huellas, sus productores y el paleoambiente en que fueron depositados. También se prevé trabajar en medidas que permitan poner en resguardo este valioso sitio. Para ello, se pretenden llevar adelante acciones de mitigación para la protección de las mismas.

La presencia del mismo tipo de huellas en ambos yacimientos, permiten realizar correlaciones bioestratigráficas estableciendo edades geológicas semejantes para ambos sitios. El nuevo Museo del Desierto Patagónico de Añelo, es quien albergará los registros de dichas huellas incorporándolo a su acervo patrimonial.

Se recuerda visitar el nuevo Museo Virtual de Añelo en www.museosdelapatagonia.com

noticiasnqn.com.ar

viernes, 28 de mayo de 2021

La campaña de excavaciones de la Sierra de la Demanda (Burgos) se desarrollará en julio

El Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.) ha decidido realizar la XVIII campaña de excavaciones paleontológicas en la Sierra de la Demanda (Burgos) en el yacimiento Valdepalazuelos-Tenadas del Carrascal, situado en las proximidades de Torrelara. La campaña se desarrollara en la segunda quincena de julio. 

Trabajando en el yacimiento de Torrelara. Año 2020. Foto: C.A.S.
La campaña de 2020 mostró cómo puede realizarse este tipo de intervenciones (que requieren la participación de un grupo de trabajo), sin que se  produzcan incidencias de salud relacionadas con la pandemia de coronavirus. Para esta próxima campaña las perspectivas son mejores que en 2020, por el hecho de que haya una proporción importante de la población inmunizada, ya sea por haber superado la infección o haber sido vacunada. La opción de seguir adelante supone, sin embargo, que se plantee desarrollar varias normas de funcionamiento del grupo, para evitar riesgos y como medidas de de protección y seguridad. 

El grupo de excavadores seguirá las normas establecidas por las autoridades sanitarias. Se prestará atención especial a la convivencia en el lugar de alojamiento, así como en los trabajos directos en el yacimiento y resto de situaciones diarias con interacción social. Se continuará con el uso rutinario de mascarillas, guardar la distancia social de protección y  el uso exclusivo de algunos útiles de trabajo como guantes. 

El número de participantes se mantendrá en 15 personas trabajando directamente en el yacimiento frente a las 20 a 22 de otras campañas. Ese número garantiza mantener un buen rendimiento del trabajo a realizar. También se continuará con la práctica de formar un núcleo de personas convivientes durante todo el día, semicerrado al exterior. 

La mayor parte de los participantes son universitarios y titulados universitarios, a los que esta experiencia les sirve como formación y como actividad que integrará su currículo para proyectos futuros en los que quieran participar. También hay una representación importante de personas de la comarca, que muestran de esta manera su interés y su compromiso en relación al patrimonio comarcal. 

Trabajando en el yacimiento de Torrelara. Año 2020. Foto: C.A.S.
2021 será el quinto año consecutivo que se excavará en el yacimiento de Torrelara, donde se han registrado hasta el momento 650 piezas fósiles correspondientes a grupos diversos de dinosaurios, otros grupos de vertebrados como cocodrilos, tortugas, pterosaurios, fósiles vegetales, cáscaras de huevos y microfósiles como pólenes. En conjunto las excavaciones están poniendo al descubierto un ecosistema complejo de 145 millones de años de antigüedad. 

El proceso de investigación de los restos recuperados en el yacimiento depende de los tratamientos previos de limpieza y consolidación, que requieren un alto número de horas de trabajo. Hasta la fecha, se ha estudiado y publicado un estudio de un húmero de un dinosaurio saurópodo de tipo braquiosáurido (herbívoros cuadrúpedos de gran tamaño), y está en marcha otro sobre dientes de dinosaurios terópodos (carnívoros). 

La edad del yacimiento de Torrelara se estima en 145 millones de años aproximadamente, en el paso del Jurásico al Cretácico. Ese tiempo corresponde a un periodo significativo en la evolución de los dinosaurios, en el que hubo cambios importantes en las faunas de dinosaurios de todo el planeta. Es especialmente  relevante el hecho de la escasez de restos de saurópodos en el tránsito Jurásico-Cretácico de la península ibérica, que además no suelen ser tan completos como el que se está recuperando en Torrelara. 

Este tipo de actividades que se realizan en torno al patrimonio paleontológico de la Sierra de la Demanda sirven de estímulo e impulso al desarrollo económico y cultural de esa comarca, apoyando la creación de empleo y el mantenimiento de la población. El hándicap que supone realizar estos proyectos en el ámbito rural no es un obstáculo insalvable para desarrollarlos, de hecho se está consiguiendo una proyección nacional e internacional de nuestra comarca como marca de calidad, ya sea en investigación o en formación universitaria. En general, la Ciencia y sus proyectos de estudio, divulgación y educativos tienen un impacto social evidente, como se manifiesta en los más de 231.000 visitantes alcanzados por el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes. La repercusión económica del turismo paleontológico, cultural en suma, es muy significativa en el ámbito rural, y desde la organización consideran que debería ser potenciado y planteado como una estrategia autonómica que incluyera el sobresaliente patrimonio que suponen los yacimientos de dinosaurios burgaleses. 

europapress.es

jueves, 27 de mayo de 2021

Fósiles microscópicos registran antiguas condiciones climáticas

Restos dejados por antiguas bacterias marinas en forma de pequeñas partículas magnéticas han dejado un registro de las condiciones climáticas pasadas que la tecnología permite descifrar.

Imágenes de microscopio electrónico de transmisión de magnetofósiles con
ejemplos de cuboctaedros (centro superior, redondeado) y prismas alargados
(centro inferior, cuadrado) - COURTNEY WAGNER

Hace cincuenta y seis millones de años, cuando el clima de la Tierra se calentó entre cinco y ocho grados Celsius, evolucionaron nuevos mamíferos terrestres, se expandieron los bosques tropicales, aparecieron insectos y reptiles gigantes y cambió la química del océano.

A pesar de todo, las bacterias en el océano en lo que ahora es Nueva Jersey mantuvieron un registro de los cambios en su entorno mediante la formación de pequeñas partículas magnéticas. Ahora, esas partículas y su registro son todo lo que queda de estos microorganismos. Gracias a las nuevas herramientas de investigación, finalmente se está leyendo ese registro.

En una investigación publicada en la revista Paleoceanography and Paleoclimatology, investigadores que incluyen a la estudiante de doctorado de la Universidad de Utah Courtney Wagner y el profesor asociado Peter Lippert informan las pistas climáticas que se pueden encontrar al analizar las partículas fósiles magnéticas o magnetofósiles.

"Interpretamos las abundancias relativas de estas diferentes poblaciones de magnetofósiles en función de la forma y el tamaño, que son una función de las especies de bacterias, para codificar cambios ambientales que no son tan evidentes en otros conjuntos de datos fósiles o proxies geoquímicos", dice Lippert en un comunicado.

Usando su método FORC (que significa curvas de inversión de primer orden, una forma de medir magnéticamente y describir estadísticamente las firmas magnéticas en una muestra de roca o sedimento), extrajeron tres subconjuntos diferentes de magnetofósiles de antiguos sedimentos marinos costeros.

"Cada una de las poblaciones de magnetofósiles nos dice algo un poco diferente sobre el medio ambiente", dice Wagner. Uno consiste en magnetofósiles 'gigantes en forma de aguja', asociados con un aumento de hierro y una expansión de un gradiente entre el agua de mar oxigenada y desoxigenada. Otro contiene magnetofósiles 'equivalentes', que pueden registrar condiciones más estables a largo plazo en el océano y el último contiene magnetofósiles 'alargados', que pueden indicar condiciones estacionales.

Los resultados son importantes porque permiten a los investigadores rastrear la química del océano a lo largo de un evento de calentamiento global similar al que está experimentando la Tierra actualmente. Por ejemplo, los resultados parecen mostrar que la costa de Nueva Jersey disminuyó rápidamente en oxígeno cerca del comienzo del antiguo evento de calentamiento y luego los niveles de oxígeno fluctuaron a partir de entonces.

"Todo esto tiene implicaciones potenciales para comprender cómo el cambio climático afectará a estos sensibles ecosistemas costeros hoy y en el futuro", dice Wagner.

europapress.es

martes, 25 de mayo de 2021

La curiosa historia detrás del logo de Jurassic Park: "No quiero dinosaurios de carne y hueso"

Desde la publicación del libro hasta la posterior serie de películas, el logotipo de la popular saga ha ido sufriendo varios cambios en su diseño hasta llegar al que conocemos hoy

El proceso creativo que se esconde detrás de un logotipo suele ser más largo y tedioso de lo que se puede llegar a pensar. Una vez se consigue el producto, dotarlo de una buena imagen puede ser el sutil detalle que marque la diferencia entre que sea o no un producto de éxito.

Por ello, no es de extrañar que antes de llegar a la imagen final, por el camino se queden mil y un bocetos, propuestas o ideas que, por una razón u otra, no terminaron de convencer.

Pero lo cierto es que este proceso creativo, en ocasiones, puede resultar un verdadero quebradero de cabeza. Este es el caso de la imagen de 'Jurassic Park', que fue modificada un buen puñado de veces antes de convertirse en la que ahora todos conocemos.

Este proceso, que ha trascendido gracias a lo que han ido contando los diferentes protagonistas, comenzó en el año 1991 y por aquel entonces 'Jurassic Park' no era más que el título de una novela de ciencia ficción con un par de meses en el mercado. El libro lo firmaba el afamado escritor estadounidense Michael Crichton, que por en esos años ni él mismo se podía llegar a imaginar lo que terminaría significando la pieza, que se convertiría en su obra más notable y en una de las mayores sagas de la historia del cine.

En búsqueda de dotar de una imagen reconocible a la novela, Crichton buscaría la ayuda de un especialista, contratando al diseñador Chip Kidd para que le hiciera el boceto de la portada.

A pesar de que Crichton no se cerraba a ninguna idea, sí dejó clara su única premisa: no quería dinosaurios de carne y hueso, algo que a Kidd le tuvo que resultar, como mínimo, curioso. También buscaba que el diseño fuera simple y reconocible, poniendo como ejemplo el póster de la película 'Tiburón' de 1975 (Jaws en inglés, Fauces en algunas traducciones al castellano).

Kidd se puso a trabajar en la idea, para la que planteó una gran multitud de posibilidades, como sombras, garras o huellas, pero ninguna parecía convencer del todo a Crichton. Cuando ya parecía haberse quedado sin ideas, Kidd decidió ir a visitar un museo, y fue precisamente allí donde le llegaría la inspiración.

Concretamente en la tienda de regalos y recuerdos, donde se topó con un diagrama de un tiranosaurio rex que decidió siluetear y presentar. Crichton, otrora frustrado, se quedó maravillado con esta última idea, adoptando esta silueta como portada de su libro.

El salto a la gran pantalla

Sin embargo, la idea de la novela no tardó en ser vendida a la industria cinematográfica, ya que enseguida se dieron cuenta de su enorme potencial, cerrando un acuerdo con Universal Studios para realizar un largometraje que estaría dirigido por el mismísimo Steven Spielberg.

Esto obligaría a diseñar también un logotipo para el film, que además querían que estuviera presente dentro de este. Es decir, que además de representar a la película, hiciera lo propio con el parque en el que se desarrolla toda la acción de la misma.

En esta ocasión, a pesar de contar como base con la idea del libro desarrollada por Kidd, el diseño correría a cargo del equipo creativo de Universal Studios. Tom Martin, con un gran bagaje a sus espaldas, sería el encargado de liderar el proyecto.

Pero no sería Martin el responsable del diseño definitivo, que sería obra de Sandy Collora, un artista conceptual que basó su logotipo en la tapa de la novela, optando por un diseño más sencillo y limpio que convenció a todos casi de inmediato.

Su propia simplicidad, así como lo descriptivo que era, sería ideal para su adaptación al parque de la película, por lo que pronto se transformó en realidad, trascendiendo hasta nuestros días como el característico diseño que conocemos.

Un logo que, a pesar de mantener su imagen original, se fue adaptando en cada película, cambiando colores y añadiendo detalles para refrescar su apariencia, que se mantuvo intacta casi desde el origen como imagen de la saga.

Un anfibio prosperó en la Antártida tras la mayor extinción terrestre

Un anfibio del tamaño de una salamandra que vivió en el Triásico temprano, tras la mayor extinción en la historia del planeta hace 252 millones de años, ha sido identificado en fósiles de la Antártida.

Los cuatro especímenes fósiles de Micropholis stowi excavados en las Montañas
Transantárticas - CHRISTIAN SIDOR
Se trata de Micropholis stowi, una especie de temnospóndilo, un grupo de anfibios extintos conocidos a partir de depósitos fósiles en todo el mundo. En un artículo publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology, los investigadores de la Universidad de Washington Bryan Gee y Christian Sidor informan sobre la primera aparición de Micropholis en la Antártida antigua.

"Anteriormente, Micropholis solo se conocía de especímenes sudafricanos", dijo Gee, investigador postdoctoral. "Ese aislamiento se consideró bastante típico de los anfibios en el hemisferio sur durante el Triásico temprano. Cada región (Sudáfrica, Madagascar, Antártida, Australia) tendrá su propio conjunto de especies de anfibios. Ahora, estamos viendo que Micropholis estaba más extendido de lo que se reconoció anteriormente".

De más de 30 anfibios del Triásico Temprano en el hemisferio sur, Micropholis es ahora solo el segundo encontrado en más de una región, según Gee. Eso es sorprendente dada la geografía de la Tierra. En el Triásico Temprano, la mayoría de los continentes de la Tierra estaban conectados como parte de una gran masa continental, Pangea. Lugares como Sudáfrica y la Antártida no estaban tan separados como lo están hoy, y pueden haber tenido climas similares. Algunos científicos teorizan que estas regiones cercanas podrían albergar diferentes especies de anfibios como consecuencia de la extinción masiva del final del Pérmico. Thank you for watching   

"Se había propuesto que solo había pequeñas poblaciones de sobrevivientes y un bajo movimiento de especies en el Triásico Temprano, lo que podría haber explicado estas diferencias regionales", dijo Gee en uncomunicado.

Encontrar Micropholis en dos regiones puede indicar que esta especie era un "generalista" -adaptable a muchos tipos de ambientes- y podría propagarse fácilmente después de la extinción masiva.

Alternativamente, es posible que muchos otros anfibios realmente vivieran en múltiples regiones, como Micropholis, pero los paleontólogos aún no han encontrado evidencia. Si bien algunas regiones del hemisferio sur como Sudáfrica se han muestreado bien, otras no, como la Antártida, que en el Triásico Temprano era relativamente templada, pero hoy está cubierta en gran parte por capas de hielo.

El equipo de Sidor recolectó cráneos y otras partes frágiles del cuerpo de cuatro individuos de Micropholis durante un viaje de recolección de 2017-2018 a las Montañas Transantárticas. En 2019, Gee acordó venir a la Universidad de Washington para dirigir el análisis de fósiles de anfibios de ese viaje después de completar su doctorado en la Universidad de Toronto.

Sidor entregó los fósiles y un microscopio a Gee, donde analizó los especímenes en su casa por las medidas de distanciamiento relacionadas con el covid-19.   

"Tener acceso al microscopio fue realmente la pieza más esencial del equipo, para poder identificar todas las características anatómicas a pequeña escala que necesitamos para probar definitivamente que se trataba de fósiles de Micropholis", dijo Gee.

europapress.es

sábado, 22 de mayo de 2021

MARY ANNING, LA PALEONTÓLOGA OLVIDADA

INCANSABLE BUSCADORA DE FÓSILES

Foto: CC
Aunque actualmente Mary Anning es poco conocida, la aportación a la Paleontología de esta incansable buscadora de fósiles, infravalorada en su tiempo por su condición de mujer, fue fundamental en el descubrimiento de nuevas especies de reptiles marinos y voladores, y contribuyó a arrojar nueva luz sobre estos grandes especímenes extinguidos hace millones de años.

Cuando pensamos en algunos de los grandes reptiles marinos que nadaron en los mares de la Tierra hace millones de años, o en los que surcaron los cielos de nuestro planeta en el principio de los tiempos, nos vienen a la mente bestias tan impresionantes como el ictiosaurio, el plesiosaurio o el pterodáctilo, animales que nos resultan a la vez fascinantes y aterradores. Pero lo que sin embargo no tenemos tan claro es quién descubrió para la ciencia a estos colosos desaparecidos en los abismos del tiempo. De hecho, ese mérito debemos atribuirlo a una singular mujer que vivió en el siglo XIX y cuyo nombre es Mary Anning.

Acantilado marino formado por una alternancia de arcillas oscuras del Jurásico
Inferior y calizas de la Formación Blue Lias en Lyme Regis, Dorset, Reino Unido.
 Es uno de los lugares donde los Anning hicieron algunos de sus primeros
hallazgos fósiles. 
Foto: CC
Nacida el 21 de mayo de 1799 en la localidad costera de Lyme Regis, situada al oeste de Dorset, en Inglaterra, Mary pertenecía a una familia protestante pobre. Nada hacía sospechar entonces que la niña estaría destinada a convertirse en una prolífica buscadora de fósiles. De hecho, su búsqueda empezó muy pronto, cuando acompañaba a su padre Richard durante sus largos recorridos por los escarpados acantilados de Lyme Regis, donde recolectaba fósiles para venderlos a los turistas.

LOS PRIMEROS FÓSILES

Ilustración del cráneo de ictiosaurio encontrado por Joseph Anning,
el hermano de Mary, en 1811.
Foto: CC
Los padres de Mary pertenecían a un grupo religioso conocido como los "disidentes", denominación que recibían los distintos grupos religiosos protestantes que discrepaban de la "iglesia establecida" en Inglaterra y en los países anglosajones. Richard, su padre, se ganaba la vida como ebanista y, cuando podía, vendía los fósiles que iba recogiendo. Richard Anning y su esposa, Mary Moore, tuvieron muchos hijos, pero casi todos murieron de forma prematura. De hecho, Mary fue bautizada con el nombre de la primera hija de la pareja que falleció en el incendio de la casa.

Richard, su padre, se ganaba la vida como ebanista y, cuando podía, vendía los fósiles que iba recogiendo a lo largo de la costa de Lyme.

Dibujo de 1814 de una parte de los restos del esqueleto del primer ictiosaurio
encontrado por Mary Anning. 
Foto: CC
Tras la muerte de Richard Anning en 1810, la familia tuvo que subsistir gracias a la caridad lo que, añadido al rechazo social que provocaba la opción religiosa escogida por los Anning, hizo que Mary y su hermano Joseph no recibieran una educación adecuada. Tal como hiciera su padre, Mary y Joseph montaron una especie de puesto en el que vendían al público las curiosidades que habían ido recolectando. Aquel mismo año, su hermano Joseph hizo un gran hallazgo: el cráneo de un ictiosauro. Pero sería la propia Mary la que descubriría el resto del esqueleto un año después. Tras el hallazgo, por el pueblo donde vivían los Anning empezó a correr el rumor de que la joven había encontrado el esqueleto de un monstruo. Y es que dicho fósil tenía la apariencia de un pez enorme y de un cocodrilo, de ahí el nombre de ictiosaurio,"pez lagarto".

LA COMUNIDAD CIENTÍFICA

Sería en 1818 cuando Mary captó el interés de un acaudalado coleccionista de fósiles llamado Thomas Birch, al que vendió otro esqueleto completo de un ictiosaurio. Birch organizó una subasta de fósiles cuyas ganancias entregó a la familia Anning. Esto permitió a Mary ganar algún crédito entre la comunidad geológica y poder dedicarse con más tranquilidad económica a la búsqueda de fósiles. Pero muchos científicos ignoraron totalmente la contribución de Mary a estos hallazgos. Fue el caso del cirujano Everard Home, el cual, obviando por completo el nombre de la descubridora, en varios artículos en los que hablaba sobre el descubrimiento del primer esqueleto de ictiosaurio no mencionaba en absoluto el nombre de Mary. Es más, atribuyó la minuciosa limpieza y preparación del fósil al personal del museo creado por el naturalista, viajero y anticuario William Bullock, cuando en realidad fue obra de Mary. De aquella manera, la joven quedaba apartada por completo del mundo académico a pesar de haber sido ella la descubridora del fósil, un fósil que sería vendido por tan solo veintitrés libras. Más tarde el ejemplar llegaría al Museo de Historia Natural de Londres, donde actualmente tan solo puede verse el cráneo.

De aquella manera, la joven paleontóloga quedaba apartada por completo del mundo académico a pesar de haber sido ella la descubridora del fósil, un fósil que sería vendido por veintitrés irrisorias libras.

Sobre estas líneas se puede ver una carta y una ilustración hechas
en 1823 por Mary Anning anunciando el descubrimiento de un
fósil animal que sería conocido como plesiosaurio. Foto: CC
Mary siguió incansable con la búsqueda de nuevos fósiles, y algunos de los más importantes llegarían en el año 1823. Según una biografía publicada por el Museo de Historia Natural, Mary descubrió entonces el esqueleto completo de un enorme reptil marino: un plesiosaurio. El espécimen era tan grande y estaba en tan buen estado de conservación que muy pronto llamó la atención del zoólogo francés Georges Cuvier, el cual al principio dudó del hallazgo hasta que vio los dibujos del ejemplar en un artículo del geólogo y paleontólogo William Daniel Conybeare.

Sobre el trabajo de Mary, en 1823 el Bristol Mirror llegó a publicar lo siguiente: "Esta perseverante mujer ha ido día sí día también durante años en busca de restos fósiles de importancia cada marea, durante varios kilómetros sobre los acantilados de Lyme, que arroja masas que son su objetivo inmediato, ya que sólo éstas contienen las valiosas reliquias de un mundo antiguo, que debe ser arrebatado en el momento de su caída, con el riesgo continuo de ser aplastadas por los fragmentos que caían de vez en cuando o ser destruidas por el flujo de la marea: a su esfuerzo debemos casi todos los excelentes especímenes de ictiosauro de las grandes colecciones".

En 1826, Mary obtuvo el dinero suficiente para comprar una casa y abrir una tienda de fósiles que llamó "Almacén de fósiles Anning". Poco después, en 1828, Mary descubriría un magnífico espécimen de pterosaurio, un reptil volador que vivió durante casi todo el mesozoico (hace 251 millones de años) y posteriormente descubrió otras especies de peces extintas. Junto al paleontólogo William Buckland, uno de los pocos científicos que nombraría a Mary como su descubridora, sería pionera en el estudio de los coprolitos: las heces fosilizadas, conocidas en aquel entonces como "piedras bezoar".

DESAGRAVIOS CONTINUADOS

En 1830, Henry De la Beche hizo esta ilustración conocida como el Duria Antiquior.
Fue la primera representación de la vida prehistórica basada, fundamentalmente,
en las evidencias fósiles encontradas por Mary Anning. Foto: CC
A medida que pasaba el tiempo, la confianza de Mary en sí misma iba en aumento, tanto que en 1839 escribió una carta al Magazine of Natural History para poner en duda algunas afirmaciones vertidas en la publicación acerca de que el fósil que se había descubierto de un tiburón prehistórico llamado Hybodus era una especie nueva. Mary afirmaba en su escrito que ella misma había descubierto ese mismo tiburón muchos años antes y que, por lo tanto, no representaba ninguna novedad.

A medida que pasaba el tiempo, la confianza de Mary en sí misma iba en aumento, tanto que en 1839 escribió una carta al Magazine of Natural History para poner en duda algunas afirmaciones vertidas acerca del fósil de un tiburón prehistórico llamado Hybodus.

A pesar de todos sus hallazgos, su curiosidad científica y su perseverancia, Mary siempre fue considerada una intrusa por la comunidad científica. Contra ella jugaba el hecho de ser una mujer, pobre y de clase trabajadora. Las mujeres de su clase social normalmente solo podían dedicarse al servicio doméstico, a trabajar en las fábricas o a las duras tareas del campo. A pesar de que Mary sabía tanto o más sobre fósiles que la mayoría de paleontólogos masculinos de su época, solo ellos podían publicar la descripción científica de los especímenes que Mary encontraba. Y ni siquiera estaban obligados a mencionar su nombre. Una joven que acostumbraba a acompañar a a menudo a Mary en sus búsquedas de fósiles dijo sobre ello: "Mary dice que el mundo la ha utilizado hasta la saciedad, estos hombres de ciencia han chupado su cerebro, y han sacado un gran partido publicando obras, de las cuales ella elaboró los contenidos, sin recibir nada a cambio".

UN ADIÓS TEMPRANO

A pesar de su poca formación científica, los descubrimientos, conocimientos sobre el terreno y habilidad de Mary Anning para la clasificación de los fósiles, le granjearon cierta reputación entre algunos paleontólogos que en algunas ocasiones compartían con ella sus viajes en búsqueda de nuevos fósiles. Entre ellos se encontraba el geólogo William Buckland y el anatomista y paleontólogo Richard Owen, el cual acuñaría el término "dinosaurio" (lagarto terrible) en 1842. También mantuvo correspondencia y vendió fósiles a otros científicos destacados, como el geólogo Adam Sedgwick.

A pesar de la poca formación científica de Mary, sus descubrimientos, conocimientos sobre el terreno y su habilidad para la clasificación de los fósiles, le granjearon cierta reputación entre algunos paleontólogos.

Con los años, la salud de Mary se vio muy afectada y su trabajo se fue ralentizando. En marzo de 1847, un cáncer de mama acabó con su vida. Henry de la Beche, presidente de la Sociedad Geológica de Londres y amigo personal de Mary, escribió un obituario que fue publicado en las actas de la Sociedad, un honor solo reservado a los miembros masculinos. En la actualidad, la mayoría de especialistas reconocen el valor científico de los descubrimientos de Mary Anning y los subrayan como una de las contribuciones más importantes a los inicios de la Paleontología. En el año 2010, Mary Anning fue reconocida por la Royal Society como una de las diez científicas británicas más influyentes de la historia y su legado incluso ha hecho fortuna en un popular trabalenguas que todos los niños ingleses aprenden en la escuela: "She Sells Sea Shells on the Sea Shore" (Ella vende conchas marinas en la orilla del mar). 

PARA SABER MÁS

Película

Ammonite (2020)

Director: Francis Lee

nationalgeographic.com.es

Un resumen del Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología de Coimbra (XIX EJIP)

Durante la semana pasada, del 12 al 15 de mayo, se celebró la decimonovena edición del Encuentro de Jóvenes Investigadores en Paleontología (EJIP). El Comité Organizador, formado por jóvenes investigadores en Paleontología de distintas instituciones portuguesas y españolas, incluía diversos miembros del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED, y eligió la ciudad de Coimbra (Portugal) como anfitriona de esta edición.

El encuentro contó con la participación de más de noventa jóvenes investigadores de distintos países, incluyendo España, Portugal y Argentina. Se han presentado más de sesenta trabajos científicos, además de cuatro charlas magistrales.

Durante el congreso se han llevado a cabo tres workshops de fotografía de fósiles de invertebrados, de fotogrametría, y de conservación y restauración de vertebrados fósiles. Los participantes han podido también asistir a un workshop de Morfometría Geométrica ofrecido por Transmitting Science. Además, se ha realizado la segunda edición de la Mesa Redonda sobre Patrimonio Paleontológico, en la que se ha discutido la importancia de la protección y conservación del patrimonio paleontológico, su valor científico, socioeconómico y sociocultural, así como el encuadramiento legal y las herramientas disponibles para garantizar su protección.

El increíble patrimonio histórico y cultural de la ciudad de Coimbra, que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2013, ha inspirado la elección del tema “Patrimonio Paleontológico y Divulgación” para el XIX EJIP. Lamentablemente, la modalidad online no nos ha permitido realizar las salidas de campo que habíamos planteado para visitar algunos de los puntos de interés paleontológico de la región: por un lado (al este), el Paleozoico de la Zona Centroibérica y por el otro (al oeste) el notable Mesozoico de la Cuenca Lusitana. La Sierra de Buçaco, el Cabo Mondego y la comarca del Rabaçal son ejemplos de este patrimonio, pero existen muchos otros que podríamos enumerar en la región. ¡Lo dejaremos para una próxima oportunidad!

A modo de resumen de la participación del GBE en el XIX EJIP de Coimbra aquí dejamos un listado de los trabajos presentados y demás actividades (iremos ampliando información en los próximos días):

  • Barbero MHC, Santos FE, Coloma FO. 2021. Análisis de las estructuras tróficas del Eoceno medio ibérico: comparación entre las faunas de vertebrados de las cuencas del Duero y del Pirineo Oriental. In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 39.
  • de Celis A, Guerrero A, Perales-Gogenola L, Narváez I, Páramo A, Suárez-Bilbao A, de Miguel C, Cuesta E, Marcos-Fernández F, Sanguino F, Martín-Jiménez M, Onrubia M, Barrios-de Pedro S. 2021. Evoluciona o extínguete: un juego educativo para acercar la Paleontología y el trabajo de las paleontólogas al alumnado de Educación Secundaria. In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 37.
  • López-Moreno S, Cantalapiedra JL, Pérez-García A. 2021. Patrones macroevolutivos de los testudínidos (Pan-Testudinidae) a nivel global en el transcurso de su historia evolutiva. In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 53.
  • Marcos F. 2021. ¿Por qué la legislación española de Patrimonio Cultural defiende el Patrimonio Paleontológico? In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 25.
  • Martín Higuera A, Bolet A, Ortega F, Pérez-García A. New insights on the taxonomical identity of an anguimorph maxilla from Armuña (upper Campanian, Segovia, Spain). In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 55.
  • Pérez AG, Vidal D. 2021. Evolución morfo-funcional del cuello en Abelisauridae (Dinosauria:Theropoda). In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 50.
  • Zamora EG, Vidal D. 2021. CT scan usage towards more realistic dinosaur tail reconstructions. In: de Celis A, Guerrero A, Mocho P, Páramo A, Beccari V, Caprichoso C, Colmenar J, Garcia GG, Jacinto A, João P, Malafaia E, Pais V, Pereira S, Silvério G (Eds). Abstract book of the XIX EJIP, Coimbra, Portugal, p. 48.

Para más información sobre el XIX EJIP de Coimbra puedes visitar su blog aquí. Puedes descargar el volumen con los resúmenes del congreso aquí.

godzillin.blogspot.com

Hallan en Marruecos fósiles de una especie de lagarto marino gigante que medía ocho metros y cazaba como las serpientes

"Los últimos descubrimientos muestran perfectamente que la lista de especies presentes aquí está lejos de concluir y que el futuro todavía depara grandes sorpresas y descubrimientos", asegura Nathalie Bardet, paleontóloga del Museo Nacional de Historia Natural de París.

University of Bath 2021 / Andrey Atuchin
En un estudio publicado recientemente en la revista científica Cretaceous Research, un grupo de investigadores reveló las características de una nueva especie de mosasaurio (lagartos marinos extintos emparentados con las actuales serpientes y los dragones de Komodo) descubierta en Marruecos.

En total, fueron hallados dos cráneos completos y mandíbulas, suficientes para determinar que se trataba de fósiles de una nueva especie a la que denominaron 'Pluridens serpentis'. Ello eleva a 13 la cifra de especies de mosasaurios descubiertas en esa región. 

De acuerdo con los científicos, el 'Pluridens serpentis' habría vivido durante el período Cretácico y estaba "floreciendo" desde un punto de vista evolutivo cuando fue aniquilado junto a la mayoría de las especies de la Tierra por el impacto de un colosal asteroide hace 66 millones de años.

"La diversidad de estos fósiles es asombrosa. Lejos de disminuir en diversidad, los mosasaurios parecían estar alcanzando su punto máximo justo antes de extinguirse", señala Nick Longrich, paleontólogo del Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath, en el Reino Unido. "No encontramos ninguna evidencia de que este grupo estuviera teniendo problemas. Desde un punto de vista evolutivo, estaban teniendo éxito, hicieron todo bien, pero nada puede prepararte para un asteroide".

El 'Pluridens serpentis' poseía mandíbulas largas y delgadas con numerosos dientes pequeños en forma de gancho para agarrar presas pequeñas como peces y calamares. Sus ojos eran pequeños, lo que sugiere que tenía una visión pobre. Sin embargo, su hocico contaba con docenas de aberturas para los nervios, índice de una posible capacidad de cazar al detectar los movimientos del agua y los cambios de presión. Estos nervios pueden haber sido sensibles a pequeñas variaciones en la presión del agua, una adaptación que se observa en las serpientes marinas.

"Por lo general, cuando los animales desarrollan ojos pequeños, es porque dependen más de otros sentidos", explica Longrich. "El hecho de que el 'Pluridens serpentis' tuviera tantos nervios en el hocico puede significar que usaba cambios en la presión del agua para detectar animales en condiciones de poca luz, ya sea de noche o en aguas profundas y oscuras".

El paleontólogo también subraya que el animal probablemente usaba su lengua para cazar, como lo hacen las serpientes.

"Muchas serpientes y lagartos acuáticos mueven sus lenguas bifurcadas bajo el agua, utilizando señales químicas para rastrear a sus presas", comenta.

Por su parte, la paleontóloga del Museo Nacional de Historia Natural de París, Nathalie Bardet, afirma que los últimos descubrimientos muestran perfectamente que la lista de especies presentes en Marruecos "está lejos de concluir y que el futuro todavía depara grandes sorpresas y descubrimientos".

"El 'Pluridens serpentis' destaca la importancia del patrimonio paleontológico de Marruecos para ayudar a ilustrar la historia de la vida", concluyen los investigadores en el estudio.

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viernes, 21 de mayo de 2021

Dinosaurios ibéricos: lagartos terribles de España y Portugal

En esta galería fotográfica echamos un vistazo a algunas de las páginas de la historia de los dinosaurios que han quedado escritas entre las capas de roca y arena de la península Ibérica.

Desde el Triásico, hace unos 220 millones de años, pasando por el Jurásico, hasta llegar al Cretácico Tardío en el que se extinguieron la mayor parte de los dinosaurios que poblaron la Tierra, lo que hoy es la península Ibérica ocupó un lugar estratégico entre las masas continentales emergidas de un planeta con una superficie en constante cambio.

Desde muy temprano, y debido a su localización geográfica privilegiada, primero ocupando una posición central en el primer supercontinente, Pangea, y luego conformándose como una de las islas de mayor importancia durante los restantes 150 millones de años, la placa Ibérica, hablando en términos geológicos, ha sido un lugar propicio para la diversidad biológica y la especiación de las especies animales y vegetales asentadas en sus territorios, de gran diversidad geológica y ambiental. 

Sin embargo, no es hasta hace unos 170 millones de años, durante el Jurásico Medio, que podemos encontrar las primeras evidencias de la presencia de dinosaurios en lo que hoy es España y Portugal, momento a partir del cual la península Ibérica ha sido cuna, así como testigo del auge y ocaso, de los "lagartos terribles" que antaño dominaron la Tierra.

Desde algunos de los dinosaurios más pequeños que poblaron nuestro planeta, hasta otros de los más grandes; carnívoros o herbívoros; dotados de placas, crestas, plumas o alas; acuáticos o corredores; nuestro territorio es un libro abierto de la historia de estos colosos. En esta galería fotográfica echamos un vistazo a algunas de las páginas que han quedado escritas entre las capas de roca y arena que el tiempo ha ido depositando, y desenterramos para vosotros algunos de los dinosaurios ibéricos que habitaron entre nuestras fronteras y las de nuestros vecinos lusos.

Foto: Davide Bonadonna. C.A.S.
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Europatitan eastwoodi

Sus restos fueron descubiertos entre los años 2003 y 2006 en la sierra burgalesa de la Demanda, pero debido a la complejidad que afrontaron los investigadores para preparar y estudiar sus fósiles, este dinosaurio no fue descrito completamente hasta el año 2017. Con 35 toneladas de peso y 27 metros de largo de los cuales hasta 10 podían pertenecer a su cuello, este dinosaurios es nada más y nada menos que el dinosaurio más alto de Europa descubierto hasta la fecha. Tenía unos huesos enormes con grandes huecos internos de estructura es­­ponjosa que servían para minimizar el peso del esqueleto, ya que, de no ser así, hubiera colapsado bajo su propio peso. Habitó la península Ibérica hace 125 millones de años.

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Concavenator corcovatus

Foto: iStock
Aunque es popularmente conocido como "Pepito", Concavenaor corcovatus, que significa "el cazador jorobado de Cuenca", fue bautizado así en honor a sus hábitos depredadores. Se tratade un dinosaurio excepcional hallado en el yacimiento conquense de Las Hoyas y cuyos restos son los mejor conservados de la especie en la península Ibérica. Con una joroba característica que nacía de la parte baja de su espalda a la altura de la cadera, este terópodo -suborden que engloba a dinosaurios carnívoros y bípedos- medía unos seis metros de longitud y vivió hace unos 125 millones de años, cuando Las Hoyas eran un humedal y en la Península reinaba un clima subtropical.

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Allosaurus europaeus

Foto: iStock
Pese a que su nombre significa lagarto extraño, el Allosaurus es uno de los grandes dinosaurios carnívoros más abundantes del registro fósil. Podía llegar a medir 7 metros de longitud, pesar en torno a una tonelada y contaba con una especie de pequeñas crestas en el cráneo a la altura de los ojos. Abundante en Estados Unidos, pobló la Tierra entre hace 154 y 145 millones de años y su descubrimiento en Portugal en el año 2006 dio origen a la definición de una nueva especie, Allosaurus Europaeus.

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Aviatyrannis jurassica

Foto: Robinson Kunz

Este dinosaurio de fiero aspecto fue hallado en la mina de Guimarora, en Portugal. Vivió durante el Jurásico tardío, hace entre 157 y 152 millones de años. Conocido como la "abuela del tirano" que es lo que significa el nombre de Aviatyrannis jurassica, este animal habitó la tierra 80 millones de años antes que su pariente, el archiconocido Tyrannosaurus rex, y a pesar de sus pequeñas dimensiones, aproximadamente las de un pavo, fue un carnívoro depredador del cual se presumía que suplía su falta de tamaño con una ferocidad sin parangón.

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Pelecanimimus polyodon

Foto: José Antonio Peñas / SINC
Pelecanimimus fue el primer dinosaurio no aviano descubierto en los años 90 en el yacimiento de Las Hoyas, un humedal de hace 125 millones de años situado en la actual Cuenca. Único en su tipo, su estudio reciente ha revelado nuevos conocimientos de los conocidos como ornitomimosaurios, un grupo de dinosaurios terópodos emparentados con las aves modernas que habitaron Laurasia y África durante el Cretácico.

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Vallibonavenatrix cani

Foto: José Antonio Peñas.
Sus restos fueron hallados en la localidad castellonense de Vallibona en los años 90, donde rodeado de un paisaje subtropical costero, cercano a un delta fluvial, vivió hace 125 millones de años. Vallibonavenatrix cani, fue un carnívoro de entre unos 8 o 9 metros que perteneció al grupo de los espinosáuridos y se trata del único representante de la familia descrito en la península Ibérica. Los espinosáuridos se caracterizan por la peculiar forma de suscráneo y dientes, que presentan ciertas semejanzas con los de los cocodrilos. Además, son muy reconocibles por el desarrollo de espinas neurales altas en algunas de sus vértebras, lo que conforma una especie de vela sobre el dorso de su espalda a la que deben su nombre.

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Ceratosaurus aff. nasicornis

Foto: iStock
Los ceratosaurios son algunos de los primeros dinosaurios descritos en la historia de la paleontología. Su nombre significa lagarto con cuerno en referencia al cuerno que lucían en la parte superior delantera del hocico, y responden a la típica descripción de un dinosaurio bípedo de patas robustas y brazos cortos que midió cerca de 6 metros y alcanzó la media tonelada de peso. Habitó en Europa entre hace 154 y 145 millones de años, y concretamente en la península Ibérica sus restos han sido hallados en Portugal, en el conocido yacimiento de Valmitao, en el municipio de Lourinha.

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Iguanodones

Foto: iStock
El iguanodón o iguanodonte (diente de iguana), es un género que incluye a dos e incluso posiblemente a 3 especies de dinosaurios que habitaron en Europa durante el cretácico temprano, entre hace 129 y 120 millones de años. Fueron dinosaurios herbívoros grandes y robustos que pudieron alcanzar fácilmente los 11 metros de longitud y las 4 toneladas de peso. En la península Ibérica se conocen por los restos hallados principalmente en Castellón y Teruel, y los cuales se identifican respectivamente con las especies Iguanodon bernissartensis e Iguanodon galvensis.

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Lohuecotitan pandafilandi

Foto: Commons Wikimedia / PePeEfe
Medía entre 15 y 20 metros de largo, pero por suerte para sus coetáneos era herbívoro. Este enorme dinosaurio habitó la península Ibérica hace unos 75 millones de años y probablemente estaba dotado de una armadura compuesta de huesos y placas dérmicas. Conocido como el gigante de Cuenca, sus restos fueron encontrados fortuitamente en Lo Hueco, Cuenca, durante las obras del trazado del Ave entre Madrid y Valencia. Se trata del titanosáurio del Cretácico Tardío mejor descrito de toda toda Europa, y como curiosidad cabe decir que su apellido, pandafilandi, hace honor al gigante imaginario, Pandafilando de la Fosca Vista, con el que quiso luchar nuestro caballero andante, Don Quijote de la Mancha.

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Iberomesornis romerali

Foto: Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid /
José-Manuel Benito Álvarez / Locutus Borg
Solo se conoce un ejemplar de esta emblemática especie a medio camino entre un Archaeopteryx y las aves modernas. El fósil fue hallado completamente defenestrado en una diminuta sección de roca caliza en Las Hoyas, Cuenca, y da fe de un pequeño dinosaurio de apenas el tamaño de un gorrión que habitó en nuestro territorio entre hace unos 129 y 125 millones de años. Aunque no se tienen restos de la cabeza del animal, su posición en el árbol filogenético de las aves hace pensar a los expertos que tuvo dientes. 

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Torvosaurus gurneyi

Foto: iStock
Con 10 metros de longitud, 5 toneladas de peso y un cráneo de hasta 1,15 metros dotado de unas temibles mandíbulas, Torvosaurus gurneyi fue el dinosaurio más grande que ha poblado Europa durante el Jurásico Tardío y posiblemente uno de los depredadores más temibles. Sus restos en la península Ibérica han sido hallados en nuestro país vecino, en la llamada Formación Lourinhã, mas no en España. Sin embargo se baraja la posibilidad de que algunos fósiles hallados en Teruel y datados en el Jurásico, pudieran pertenecer a esta especie que vivió entre hace 154 y 145 millones de años.


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Europelta carbonensis

Foto: Andrey Atuchin
Se trata del nodosaurio europeo más antiguo descubierto, y fue hallado en una mina de lignito de la provincia de Teruel, la Mina de Santa María, en la localidad de Ariño. Este dinosaurio acorazado de 5 a 6 metros de longitud habitó en la península Ibérica hace entre 113 y 101 millones de años, durante el Cretácico temprano, y hoy sabemos de él gracias 2 esqueletos parciales asociados que representan el material fósil más completo conocido de un anquilosaurio en Europa.

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Dos de las primeras aves voladoras

Foto: SINC / Raúl Martín / UMA-UAM
En esta imagen podemos apreciar los fósiles de dos aves que pudieron ser de las primeras en desarrollar estrategias para mejorar su eficiencia de vuelo en fases muy tempranas de su evolución. A la izquierda del todo encontramos a Concornis lacustris, con un peso de apenas 70 gramos y 34 centímetros de envergadura, y a quien corresponde el fósil situado más a la derecha de la fotografía. El segundo fósil corresponde a los restos de Eoalulavis hoyasi, mucho más pequeño y ligero, de solo 12 centímetros de longitud, 26 centímetros de envergadura y 14 gramos de peso. Ambos habitaron entre hace 129 y 125 millones de años, y sus restos fueron hallados en Las hoyas, Cuenca. También sendos pájaros pertenecen a un grupo anterior a todas las aves modernas, las enantiornitas, que convivieron con sus parientes, los dinosaurios, y se extinguieron con ellos hace 65 millones de años, quedando las aves neornitas como únicos representantes de este linaje.

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Miragalla Longicollum

Foto: iStock
Miragaia longicollum es la única especie conocida del género extinto del mismo nombre y que vivió a finales del período Jurásico, hace aproximadamente 150 millones de años en lo que es hoy Europa. Fue descubierto en 2009 por Octávio Mateus, en la región portuguesa de Miragaia, de donde proviene su nombre. El apellido longicollum hace referencia a su cuello largo.

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Morelladon beltrani

Foto: Peter Montgomery
Morelladon beltrani fue un dinosaurio de la clase de los iguanondontios descubierto en la Cantera del Más de la Parreta, en Morella, Castellón, de la cual recibe su nombre. Habitó en lo que hoy es la península Ibérica entre hace unos 129 y 125 millones de años. Este dinosaurio herbívoro llegó a medir 6 metros de longitud y como característica peculiar poseía una especie de espinas verticales que partiendo desde su espina dorsal le dotaban de una especie de vela o cresta que recorría su espada, y de la cual se ignora su función.

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Stegosaurus ungulatus

Foto: iStock
Stegosaurus, que significa "lagarto con tejado" o "lagarto cubierto" fue bautizado así en referencia a las placas óseas que nacen de su espina dorsal. Estos gigantes que alcanzaron los 9 metros de longitud habitaron lo que hoy es la península Ibérica a finales del período Jurásico, hace aproximadamente entre 156 y 144 millones de años. Su aparición tuvo lugar concretamente en 2 yacimientos portugueses, los de Casal Novo y Vale Pombas. Herbívoro, cuadrúpedo, y pesadamente constituido, Stegosaurus tenía una distintiva e inusual postura, con un lomo fuertemente arqueado, los miembros anteriores cortos, la cabeza cerca del suelo y la cola rígida sostenida en el aire. Su arsenal de placas y de púas ha sido el tema de muchas conjeturas. Las espinas fueron utilizadas muy probablemente para la defensa, mientras que las placas también se han propuesto como mecanismo defensivo, como parte de la exhibición y de las funciones de termorregulación.

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Tamarro inesperatus

Foto: Imagen: Óscar Sanisidro / Institut Català de
Paleontologia / Museu Conca Dellà
Su nombre significa “tamarro inesperado” y procede de una criatura del folklore pirenaico conocido como tamarro, famoso por ser muy esquivo y difícil de encontrar. Fue hallado en el año 2003 en el Pirineo catalán, y se trata de un pequeño dinosaurio de la familia de los troodóntidos que vivió hace 66 millones de años, apenas 200.000 años antes de que se produjera la extinción masiva del Cretácico. Se cree que estaban cubiertos de plumas, tenían alas de tamaño pequeño o mediano y una larga cola que ayudaría a dirigir el vuelo, aunque estrictamente hablando eran planeadores y no voladores. Midió entre 1,5 y 2 metros de largo, con una cola que supondría la mitad de su longitud total y exhibió aproximadamente 1 metro de altura y unos 20 kilogramos de peso. Probablemente se alimentaba de pequeños animales o de carroña de la cual arrancaba la carne a fuerza a base de tirar de ella con sus fuertes mandíbulas.

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Un plesiosaurio castellonense

Foto: AgeFotoStock
No es un dinosaurio, pero como curiosidad nos parecía que se podía incluir en esta lista. Se trata de un plesiosaurio, un reptil cuellilargo marino que habitó los mares de todo el planeta entre hace 200 y 65 millones de años. A mitad del periodo citado, hace unos 125 millones de años, la península Ibérica era muy diferente a como la conocemos ahora. Tanto, que en lo que hoy es la localidad de Morella en Castellón, por ejemplo, se había desarrollado un gran delta junto a la costa. En esas aguas poco profundas vivió este grupo de reptiles marinos, de cabeza pequeña, cuello largo, cola corta, con grandes aletas, y de cuerpo ancho y cilíndrico. Aunque convivieron con los dinosaurios y se extinguieron a la vez, estos reptiles, que pudieron superar los 15 metros de longitud, no estuvieron cercanamente emparentados con ellos.

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