jueves, 28 de noviembre de 2024

Ganadores del XVI Concurso Internacional de Ilustraciones Científicas de Dinosaurios 2024

¡Ya conocemos los ganadores de esta nueva edición!

La Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León junto con el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes organizaron conjuntamente el XVI Concurso Internacional de Ilustraciones Científicas de Dinosaurios 2024 a finales del mes de abril de este año.

El tema principal del concurso son las ilustraciones sobre dinosaurios, que pueden representar reconstrucciones de los animales en vida (locomoción, reproducción, alimentación, etc.), situaciones de conducta (caza, lucha, grupos familiares, manadas y otros), en su medio, de los fósiles originales y de los ecosistemas que ocuparon. Otros grupos de seres vivos ilustrados han sido tortugas, reptiles marinos y pterosaurios, además de documentarse la vegetación y los paisajes característicos del Mesozoico.

Es el único concurso de estas características que se celebra en España y de los pocos que existen a nivel mundial. Su calidad está basada en el jurado que valora las obras presentadas; en esta ocasión ha estado formado por un equipo de 6 especialistas de distintas nacionalidades:

- Mark Witton (Reino Unido) y Robert Nicholls (Reino Unido), paleoilustradores.

- Angélica Torices Hernández (España), Leonardo Salgado (Argentina) e Ignacio Díaz Martínez (España). Paleontólogos especializados en dinosaurios.

- Diego Montero Huerta, miembro del Comité científico del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (España).

En esta decimosexta edición se han seleccionado un total de 42 ilustraciones (el jurado escogió finalmente 32 de ellas) de 23 paleoilustradores de América del Norte y América del Sur (Brasil, Colombia, Chile y México), Europa (España, Alemania y Ucrania) y Asia (Vietnam e Irán). El concurso está consolidado como referencia internacional para artistas de la paleontología.

Puedes ver todas las obras seleccionadas en este Blog de la Fundación Dinosaurios CyL (parte derecha del blog) titulado "Trabajos seleccionados XVI Concurso Internacional de Ilustraciones Científicas de Dinosaurios 2024" (o cliqueando en este enlace). Y de manera presencial en la Exposición que se expondrá en diciembre en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) hasta el mes de marzo de 2025.

Los premios están financiados por la Fundación Dinosaurios CyL y por la empresa salense Hernáiz Construcciones Hercam, S.L. Los premios otorgados han sido los siguientes:

PRIMER PREMIO:

"Buriolestes Fight". Autor: Márcio Luiz de Castro (Brasil).

La ilustración muestra a dos machos de Buriolestes schultzi peleando por el territorio durante el período Triásico en la Formación Santa María en el sur de Brasil. 

Técnica: Escena creada en 3D, utilizando los programas Zbrush, Blender 3D y Adobe Photoshop. 

SEGUNDO PREMIO:

"Tyrannosaurus rex vs Triceratops". Mohamad Haghani (Irán).

Un Tyrannosaurus rex cazando un Triceratops. Termina mordiendo la garganta del triceratops.

Técnica: Arte digital, mezcla de técnicas de Zbrush y photoshop.


PREMIO TIERRA DE DINOSAURIOS:

“Polacanthus de Vallazmorra”. Autor: Adrián Blázquez Riola (España).

Reconstrucción del yacimiento de Vallazmorra en Santo Domingo de Silos (Burgos), trabajado durante la campaña de excavación de este año 2024 por el equipo excavadores de Salas de los Infantes. La obra representa a un solitario nodosaurido, similar a Polacanthus, vagando por un paraje pantanoso de troncos caídos y escasos helechos. Al fondo de la escena un pequeño grupo de grandes iguanodóntidos de altas espinas, similares a Morelladon, buscan una orilla donde beber agua. Dedicado a ese equipo de excavadores que ama las tierras de Burgos todos los veranos.

Técnica artística: Photoshop con tableta gráfica.

ACCÉSIT:

“Daspletosaurus”. Autor: Sergey Krasovskiy (Ucrania).

Una ilustración con la diversidad del bioma del Cretácico Superior de Norteamérica: Daspletosaurus (en el centro), Hadrosáurido (Corythosaurus, a la derecha en el fondo), Champsosaurus (abajo a la derecha), Ceratops (centrosaurio, a la izquierda en el fondo), Troodrntid (abajo a la izquierda).

Por último, nos gustaría agradecer a todos los artistas que han participado en esta decimosexta edición con sus maravillosas ilustraciones. ¡Os esperamos el próximo año!

También cómo no, a la empresa Hernáiz Construcciones Hercam, S.L. por colaborar un año más en este concurso tan especial.

Las heces y vómitos de los dinosaurios muestran cómo se apoderaron del mundo

El estudio de centenares de restos fecales y estomacales fosilizados permite descubrir quién se comía a quién hace 200 millones de años

La imagen muestra un coprolito o hez fosilizada de un 'Smok wawelski' ante la 
reconstrucción de este arcosaurio que trituraba huesos hace más de 210 millones
de años como hacen las hienas hoy. Grzegorz Niedzwiedzki.

Tras años acumulándolos, un grupo de científicos ha estudiado de cerca centenares de heces, vómitos y restos estomacales de los tiempos en los que aparecieron los dinosaurios y dominaron el planeta. Su forma y su contenido, a veces insectos o peces aún por digerir, les ha permitido responder a una pregunta clave para saber cómo eran aquellos ecosistemas: quién se come a quién. La respuesta, que acaban de publicar en la revista Nature, puede explicar uno de los mayores misterios de la vida sobre este planeta: cómo unos animales pequeños y escasos en origen, ascendieron hasta la cúspide, diversificándose extraordinariamente en tamaños y formas, ocupando casi todos los nichos ecológicos, hasta el punto de que solo un asteroide pudo expulsarlos del trono tras millones de años de dominio.

Se sabe tanto del fin de los dinosaurios, como poco de sus inicios. Según el registro fósil, aparecieron hace unos 230 millones de años en la porción sur de Pangea, el supercontinente en el que entonces estaban agrupadas las masas terrestres. Los restos más antiguos se han encontrado en lo que hoy son Argentina y Brasil. Hace una década se halló otro, el Nyasasaurus parringtoni, en la actual Tanzania, aún más antiguo. Pero tanto el país africano como los dos americanos estaban entonces en la región meridional de Pangea, así que no invalida la idea de que venían del sur. Aquellos primeros saurópsidos eran pequeños, no más grandes que un perro, y, como dejó escrito el paleontólogo de la Universidad de Brístol (Reino Unido), Michael Benton, fueron “insignificantes” durante mucho tiempo, tanto en número, como en dominio del espacio ecológico. Sin embargo, hace unos 200 millones de años, en los inicios del periodo Jurásico, ya representaban hasta el 90% de los animales del planeta. Hay muchas teorías sobre cómo conquistaron la Tierra, pero casi todas apuntan a dos ideas: o contaban con una serie de innovaciones y adaptaciones que les hicieron superar al resto o un factor externo —como un cambio climático— eliminó su competencia. El nuevo trabajo usa un enfoque original y novedoso para despejar dudas: el análisis de las heces (coprolitos), los vómitos (regurgitalitos) y restos estomacales (cololitos), que, agrupados, se conocen por el aséptico nombre de bromalitos (comida petrificada).

Hace años dos investigadores del Centro de Biología Evolutiva de la Universidad de Uppsala (Suecia), Martin Qvarnström y Grzegorz Niedźwiedzki, realizaron un estudio piloto con heces fosilizadas. “Nos dimos cuenta del enorme potencial de los coprolitos para reconstruir las redes alimentarias del pasado. El proyecto ha crecido y crecido, dando como resultado este modelo sobre el surgimiento de los dinosaurios”, cuenta Qvarnström, primer autor del nuevo estudio, en un correo. “El material de investigación se recopiló durante 25 años; nos llevó muchos años reunirlo en una imagen coherente”, destaca Niedźwiedzki en una nota de la universidad sueca. Usando sofisticados sistemas de imagen como la microtomografía sincrotrón, pudieron no solo analizar, sino también ver qué había en los coprolitos. Han encontrado restos de distintos animales, de peces casi enteros o de artrópodos, como unos escarabajos, completos. También huesos con marcas de dentelladas o fragmentos de cráneos. No solo se fijaron en su contenido, también les interesaba la forma de la caca.

Entre los centenares de bromalitos, destacan estos regurgitalitos de un 'silesaurus' en los que
descubrieron escarabajos enteros. 
Grzegorz Niedzwiedzki (Qvarnström et al./Nature)
“Debemos utilizar sus formas, tamaños y contenidos para entender quién los produjo y qué comieron sus productores”, explica Qvarnström. “Al hacerlo, podemos reconstruir la estructura de los ecosistemas del pasado, paso a paso, y finalmente reconstruir redes tróficas completas, ¡un trabajo tedioso, pero fascinante!”, detalla. “Las formas pueden decirnos algo sobre el animal que produjo las heces. Por ejemplo, los tiburones y muchos peces tienen un intestino en espiral y producen excrementos con forma de espiral”, completa.

Los investigadores han analizado más de 500 bromalitos recuperados de la llamada cuenca polaca, región de la zona nororiental de Pangea, en lo que hoy es Polonia. Desempolvados de cinco estratos diferentes del registro fósil, les han permitido reconstruir las redes alimenticias en cinco momentos distintos, desde el Triásico Medio (hace unos 230 millones de años) al inicio del Jurásico (hace unos 200 millones de años). Es en ese lapso de 30 millones de años en el que aparecen los dinosaurios y acabaron por dominar no solo la región, sino todo el planeta.

En el primero de los estratos encontraron una gran diversidad de tipos de comida ingerida y hasta parásitos intestinales, pero destacan los restos de coníferas. Del análisis de las heces del segundo de los estadios, solo encontraron un posible dinosaurio que creen sería del género silesaurus, considerado más un precursor que un dinosaurio en sí. Pero en los bromalitos del último y más reciente estrato, ya en el Jurásico, todo ha cambiado. La diversidad de contenidos es diferente, y las variedades son radicalmente distintas, abundando restos de cícadas (emparentadas con las palmeras), helechos y de especies emparentadas con el ginkgo, todas ellas indicadoras de que el clima y el entorno habían cambiado. Además, encontraron coprolitos de gran tamaño y los de nuevos depredadores.

“Aparecen bromalitos más grandes que contienen cosas nuevas, lo que respalda la idea de que los dinosaurios exploraron nuevos nichos y se adaptaron a condiciones ambientales cambiantes de una manera que los animales previamente especializados no pudieron”, sostiene Qvarnström. Y desaparecen los restos de otros grupos de animales. Por ejemplo, el mayor y más abundante herbívoro en la región y en muchas otras partes del planeta eran el dicinodonte que, junto a los etosuarios, representan la inmensa mayoría de la biomasa herbívora. Su dieta era muy diferente de la de los primeros dinosaurios herbívoros, los sauropodomorfos, lo que no les ayudó a evitar su desaparición del registro fósil en el último estadio, siendo los más abundantes en los primeros.

Reconstrucción artística de dinosaurios sauropodomorfos herbívoros que se alimentaban de helechos
 en el ecosistema del Jurásico Temprano de Soltykow, en la actual Polonia. 
Marcin Ambrozik
El modelo que proponen los autores en las conclusiones de su trabajo es muy elegante y convincente: tras la gran extinción masiva del Pérmico al Triásico (aún mayor que la que se llevaría por delante a los dinosaurios), la vida tardó millones de años en recuperarse. Cuando lo hizo ya estaba ahí un tipo de animal nuevo, primero pequeño y omnívoro. Al final del Triásico, los herbívoros dominantes van cediendo el sitio a los dinosaurios también herbívoros. Una serie de fluctuaciones climáticas alteraron la flora y todo el entorno, lo que facilitó la diversificación y crecimeinto en tamaño. En la parte final del proceso, la enorme disponibilidad de grandes consumidores primarios espoléo el desarrollo de los secundarios, los carnívoros gigantes.

Pero, ¿qué pasó? ¿Los dinosaurios llegaron con innovaciones, como un sistema respiratorio más eficiente o su capacidad para cargar su peso sobre las patas traseras, que les daban ventaja? ¿O, como sostienen otros, un factor externo eliminó a los competidores y les favoreció a ellos? Las heces no tienen la respuesta. Pero, apoyados en otros elementos del registro fósil, como los propios huesos de los animales, restos de flora y otros marcadores del ambiente de entonces, parece que todo apunta a que el clima, cambios en el clima, quizá producidos por el vulcanismo provocado por los inicios del resquebrajamiento de Pangea, eliminó a la mayor parte de la competencia.

El investigador del Instituto de Geociencias de la Universidad Complutense y el CSIC, José López Gómez, recuerda que la extinción que marca la frontera entre el Triásico y el Jurásico “fue, muy posiblemente, clave para el desarrollo definitivo de los dinosaurios, ya que pudieron ocupar los espacios que otros dejaron”. Autor de un libro sobre la extinción masiva anterior (La vida al borde del abismo, editada por CSIC-Catarata), López Gómez detalla su argumento: “La extinción fue necesaria para su ascenso, porque se eliminaron competidores”. De estos reptiles solo sobrevivió el cocodrilo. “Pero ni este ni los mamíferos, que también habían comenzado su andadura en el Triásico Superior, pudieron responder como lo hicieron los dinosaurios a las alteraciones que se habían producido en los ecosistemas tras la extinción del Triásico al Jurásico”, completa el investigador, que no ha intervenido en el estudio de Nature.

El paleontólogo británico Michael Benton reconoce la innovación que han supuesto los coprolitos para estudiar esta porción del pasado. Pero también destaca los resultados que han obtenido al analizarlos. “El estudio muestra la sutil interacción con el clima, principalmente árido, y finalmente húmedo, y cómo afectó principalmente a las plantas dominantes, lo que a su vez dio oportunidades para nuevos herbívoros en ciertos puntos”, dice Benton en un correo. Para él, la secuencia sucedida en la cuenca polaca, respalda lo sucedido en otro momento en lo que hoy es América del Sur: “Las faunas iniciales de dinosaurios se expandieron sustancialmente, pero fue necesaria la extinción masiva de finales del Triásico para poner en marcha los pasos finales del reemplazo: la desaparición de carnívoros no dinosaurios y la expansión de carnívoros dinosaurios más grandes”.

Para Lawrence Tanner, director del Centro para el Estudio del Cambio Ambiental del Le Moyne College (Estados Unidos), el hallazgo clave es que “los dinosaurios reemplazaron a los arcosaurios no dinosaurios en una serie de etapas, no todas a la vez”. Y añade: “Hubo una pérdida importante de los otros grupos en la extinción del final del Triásico final, pero también hubo una gran rotación desde el Noriense tardío hasta el Rhaetiense temprano [las dos edades finales del periodo Triásico], y cambios más graduales en etapas anteriores”. Pero Tanner también plantea la mayor limitación del trabajo: “Los autores infieren que los cambios climáticos y de vegetación impulsaron etapas clave de la diversificación de los dinosaurios en la cuenca polaca. Pero ¿vemos las mismas transiciones evolutivas al mismo tiempo en otras cuencas?” Será la siguiente pregunta a responder.

elpais.com

sábado, 23 de noviembre de 2024

Aclaran el misterio de los dinosaurios conservados en la “Pompeya china” y no fue una erupción

Un nuevo estudio revela por qué se han conservado las escamas, los órganos y hasta el contenido estomacal de algunos especímenes de 125 millones de años

Interpretación artística de un dinosaurio Psittacosaurus con crías siendo cazado
por un mamífero Repenomamus. Una formación fósil en Yixian conservó los
restos de estas especies en combate mortal, congeladas en plena acción. Aquí,
el dinosaurio se muestra con proto-plumas erizadas en la cola.
Alex Boersma / Eurekaalert

De vez en cuando, los paleontólogos dan con un fósil de conservación excepcional. Esos que no solo tienen casi todos los huesos, sino que, incluso, han preservado tejidos blandos como piel y plumas. Son piezas rarísimas y de un valor incalculable para la academia. Sin embargo, en 1990 sucedió una anomalía. En la Formación Yixian, en China, empezaron a aparecer un número anómalo de fósiles de conservación excepcional. No eran uno, ni dos, ni diez… Entre los restos había aves, mamíferos, insectos, ranas, tortugas y, por supuesto, dinosaurios. Restos que habían preservado sus plumas, escamas o pelajes, pero también los órganos internos e, incluso, lo que había dentro de su estómago en el momento de la muerte. ¿Cómo es posible?

Lo lógico parece pensar que tuvo que suceder algo igualmente excepcional que lograra conservar con tanto detalle a un gran número de especímenes durante decenas de miles de años… Y, hasta ahora, los expertos habían especulado que, quizás, la clave estuviera en el vulcanismo de la zona. Erupciones ocurridas oleadas que, o bien sepultaron a los dinosaurios bajo las cenizas como si fuera una Pompeya china prehistórica, o bien, bajo el lodo que baja a toda velocidad la ladera de un volcán tras su erupción. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la reconocida revista Proceedings of the National Academy of Sciences, ha descartado estas dos explicaciones y apoya una mucho más banal porque, quizás, simplemente, no ocurrió nada especial durante esas decenas de miles de años.

La película que nos hemos montado

Según reflexiona el doctor Paul Olsen, coautor del estudio y paleontólogo de la Escuela de Clima de Columbia en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty: tendemos a "atribuir causas extraordinarias, es decir, milagros, a eventos ordinarios cuando no entendemos sus orígenes”. Según los resultados del estudio, “estos fósiles son solo una instantánea de muertes cotidianas en condiciones normales durante un periodo relativamente breve”.

Para llegar a esta conclusión, los expertos analizaron los pequeños granos de zircón que había en los fósiles. En ellos, la proporción de uranio respecto al plomo nos permite calcular su antigüedad ya que, desde el momento en que se forman (con una proporción conocida entre estos dos elementos), el uranio se empieza a desintegrar, aumentando la proporción de plomo con el tiempo. Así es como lograron determinar que los fósiles tenían, de media, unos 125,8 millones de años, situándolos al principio del periodo cretácico. Mediante esta misma técnica, también pudieron determinar que desde la primera muerte hasta la última excepcionalmente conservada en este yacimiento pasaron 93.000 años.

Un poco menos épico

A continuación, analizaron con cuidado las pruebas que tenían y las enfrentaron a las hipótesis relacionadas con el vulcanismo. Por ejemplo, sería poco probable que estas muertes se debieran al lodo de un lahar porque, siendo tan violentos como son, posiblemente habrían dañado los restos, impidiendo una conservación como la que hemos visto. La otra gran opción, como decíamos, era que un flujo piroclástico como el de Pompeya hubiera cubierto la zona con cenizas abrasadoras. Sabemos que la capa de cenizas sobrevivió a la carne y los huesos en Pompeya, que se descomponían bajo la superficie. Sin embargo, estos cadáveres adoptaban una posición pugilística, que así se le llama a la contracción de la espalda y las extremidades ante el dolor producido por el calor extremo del flujo piroclástico.

Y, a pesar de todo, estamos ante “los descubrimientos de dinosaurios más importantes de los últimos 120 años” según Paul Olsen. Todo apunta a que estas criaturas se conservaron debido a eventos más comunes, como el colapso de madrigueras y períodos de lluvias que acumularon sedimentos, sepultando a los muertos en bolsillos sin oxígeno.

Lo improbable

Pero como escribió Conan Doyle: “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”. Y, tal vez, es que no sucedió gran cosa y hemos dado con una zona que, por sus condiciones climáticas durante aquellos 93.000 años, era ideal para preservar fósiles. Esto significa que, posiblemente, haya más yacimientos así esperándonos. En el estudio llegan incluso a sugerir dónde podríamos encontrar otros, concretamente, en ubicaciones de Estados Unidos como Carolina del Norte, Virginia, Connecticut y Nueva Jersey, donde los ambientes fueron similares a Yixian podrían contener fósiles similares.

A lo cual, Paul Olsen añade que "hay que excavar, digamos, 100.000 peces para encontrar un dinosaurio con plumas, y nadie está excavando a la escala de Yixian." Así que, quién sabe, quizás no estemos sabiendo aprovechar todo lo que el registro fósil podría darnos.

QUE NO TE LA CUELEN:

Aunque solemos imaginar los fósiles como esqueletos petrificados, en ocasiones sobreviven tejidos blandos sorprendentemente bien conservados. De hecho, hemos llegado a poder analizar el color de las plumas de algunos dinosaurios a partir de la estructura y pigmentos que han sobrevivido en sus fósiles.

REFERENCIAS (MLA):

MacLennan, Scott, et al. "Extremely Rapid, Yet Non-Catastrophic Preservation of the Flattened-Feathered and 3D Dinosaurs of the Early Cretaceous of China." Proceedings of the National Academy of Sciences, Observational study (2024)

larazon.es

Un fósil de 147 millones de años aportó información desconocida sobre la evolución de los reptiles voladores

La nueva especie hallada habitó la Tierra hacia el final del período Jurásico y podía medir hasta unos 2 metros

Descubrimiento de Skiphosoura bavarica en Baviera aporta nueva
información  sobre la evolución de los reptiles voladores del Jurásico
(Gabriel Ugueto/Handout vía REUTERS)
Hace unos 147 millones de años, en el corazón de lo que hoy conocemos como Baviera, en Alemania, un antiguo reptil volador surcaba los cielos en busca de su presa.

Con una envergadura aproximada de dos metros, una cresta ósea prominente al frente de su hocico y dientes afilados diseñados para perforar y sujetar, esta criatura era un depredador ágil y eficiente en un ecosistema repleto de dinosaurios y otros reptiles prehistóricos.

La cresta ósea y los dientes afilados sugieren un depredador
ágil en búsqueda de pequeñas presas (Current Biology)
Esta especie, hasta ahora desconocida para la ciencia, fue identificada como Skiphosoura bavarica, cuyo fósil excepcionalmente bien conservado fue descubierto en 2015 en el sureste de Alemania. El análisis de los restos se publicó en la revista Current Biology y fue reportado por las agencias de noticias Reuters y Europa Press.

El hallazgo y las características del espécimen

El esqueleto de Skiphosoura bavarica es un hallazgo sin precedentes por su estado de preservación tridimensional, un rasgo raro en los fósiles de pterosaurios, cuyos huesos delgados y frágiles suelen aplastarse durante el proceso de fosilización.

Este espécimen incluye casi todos los huesos del esqueleto, lo que permitió a los paleontólogos estudiar con detalle su anatomía. La criatura recibió su nombre científico, que significa “cola de espada de Baviera”, debido a su distintiva cola corta, rígida y puntiaguda.

El hallazgo marca un avance en el entendimiento de
la transición evolutiva de los primeros pterosaurios
a los pterodactiloides (Current Biology)
El análisis del fósil reveló un cráneo de unos 25 centímetros de largo, coronado por una cresta ósea en la parte delantera del hocico, posiblemente extendida por tejido blando en vida, que podría haber sido de colores brillantes o con patrones llamativos. Esta cresta, aunque visible en el fósil, permanece en el terreno de la especulación en cuanto a su apariencia y función.

Los dientes largos y afilados de esta nueva especie sugieren un estilo de caza especializado en presas pequeñas, como lagartijas, mamíferos diminutos, insectos grandes y peces.

Los investigadores deducen que el pterosaurio vivía tierra adentro, posiblemente en bosques densos, donde su agilidad y su capacidad de vuelo le habrían permitido dominar el aire como uno de los mayores depredadores de su ecosistema.

Una pieza clave en la evolución de los pterosaurios

El descubrimiento de Skiphosoura bavarica marca un avance significativo en el entendimiento de la evolución de los pterosaurios. Este reptil volador habitó la Tierra hacia el final del período Jurásico, por lo que se posicionó como una especie de transición entre los primeros pterosaurios de cola larga y los pterodactiloides del Cretácico, que alcanzaron tamaños colosales.

“Esto también pone de relieve otros hallazgos de pterosaurios que ya habíamos hecho, lo que explica mejor dónde se ubican en el árbol genealógico de los pterosaurios y nos permite mostrar esta transición de las formas tempranas a las tardías, y ver qué características estaban cambiando en qué orden”, afirmó David Hone, principal autor del estudio y paleontólogo de la Universidad Queen Mary de Londres, según el medio alemán DW.

Anatómicamente, conservaba características mixtas: una cola corta y rígida, junto con una cabeza y un cuello similares a los de los pterodactiloides más avanzados, mientras que otros aspectos, como la muñeca y los dedos, permanecen menos desarrollados.

La especie cierra una brecha evolutiva entre pterosaurios
primitivos y sus descendientes avanzados, los darwinópteros
(Current Biology)
Este hallazgo permitió a los paleontólogos trazar un esquema más claro sobre cómo estas criaturas aladas evolucionaron hacia formas más especializadas.

Los investigadores destacan que esta especie pertenece a un grupo intermedio conocido como los darwinópteros, que cerraron una brecha evolutiva crítica entre los pterosaurios más primitivos y sus descendientes avanzados. La posición de Skiphosoura bavarica en el árbol genealógico sugiere una secuencia de cambios anatómicos específicos, como el aumento del tamaño del cráneo y el cuello, el acortamiento de la cola y la transformación de la muñeca.

Estos ajustes graduales fueron esenciales para que los pterosaurios desarrollaran habilidades de vuelo más eficientes y, en última instancia, se diversificaran en formas gigantescas como el Quetzalcoatlus, cuya envergadura rivalizaba con la de un avión de combate moderno.

Además, al comparar a Skiphosoura bavarica con otras especies intermedias, como Dearc sgiathanach, que vivió hace unos 170 millones de años, los científicos pudieron delinear una secuencia evolutiva completa, desde los pterosaurios más tempranos hasta los pterodactiloides gigantes. Este avance no había sido posible hasta ahora debido a la falta de especímenes en condiciones óptimas.

Ambos comparten una característica notable: eran inusualmente grandes para su tiempo. Esta observación llevó a los paleontólogos a sugerir que las adaptaciones físicas que permitieron a los pterodactiloides alcanzar tamaños extremos comenzaron a aparecer mucho antes de lo que se pensaba, en especies de transición como estas.

“Es un hallazgo increíble que nos permite reconstruir cómo vivieron y evolucionaron estos asombrosos animales voladores”, afirmó Hone.

infobae.com

viernes, 22 de noviembre de 2024

Científicos pretenden resucitar el sonido de este dinosaurio

Expertos de la Universidad de Nueva York han presentado ya sus resultados preliminares y esperan poder reconstruir el sonido que hacía el Parasaurolophus

Paleoarte de un Parasaurolophus walkeri. / Stevoc86 / Wikimedia Commons
Cada vez somos más conscientes de cómo nos ha condicionado la industria del cine. Nuestras expectativas están mediadas por sus historias y, dejando a un lado la muy necesaria crítica al machismo de la industria y a los inalcanzables cánones de belleza que impone, sus garras han llegado incluso más lejos, hasta la ciencia. ¿Cómo sonaba un dinosaurio? Estamos tan acostumbrados a escucharlos bramar en las películas que apenas nos percatamos de que, en realidad, no tenemos prácticamente ni idea. Es una de las grandes incógnitas de la palentología aunque, ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Nueva York pretenden resucitar la voz de uno de estos “lagartos terribles”.

Concretamente, su mirada está puesta en los Parasaurolophus, un género de dinosaurios herbívoros con pico de pato (hadrosaurios) que posiblemente nos suenen por su icónica cresta en forma de tubo “repeinado”. En la ficción los hemos visto numerosas veces con crestas a cada cual más fantasiosa pero las reconstrucciones más rigurosas son austeras y lo representan con la cresta desnuda, sin membranas ni estructuras adicionales. Y es que, precisamente como hay mucho que desconocemos, lo más cauto es reducir las especulaciones al mínimo y quedarnos con lo que sabemos con gran seguridad, por ejemplo: que la cresta de estos dinosaurios tenía una función sonora, permitiéndoles actuar como una caja de resonancia. Dicho de otro modo: las estructuras internas amplificaban y regulaban el sonido como hace un tambor o el cuerpo de una guitarra.

Lo que sabemos hasta ahora

Durante la últimas décadas se han publicado muchos estudios sobre los sonidos que podían producir los dinosaurios y, en concreto, el Parasaurolophus (en especial el Parasaurolophus walkeri) ha sido muy protagonista. Tenemos incluso imágenes de sus cráneos obtenidas por tomografía computarizada y, por supuesto, modelos digitales a partir de esa información. En particular, los modelos se centran en la cresta que caracteriza a este género y que nos ocupa hoy, explorando su función como posible cámara de resonancia.

Si nos basamos en esos estudios, debemos tener en cuenta que, mediante simulaciones, demostraron cómo la estructura amplificaría sonidos graves que podrían haber sido usados para comunicación a larga distancia. Además, se apoyaron en estudios de huellas cerebrales fósiles esto es: los volúmenes del interior de su cráneo para determinar qué estructuras cerebrales estaban más desarrolladas y ver qué funciones cumplen en sus parientes vivos más cercanos (aves y cocodrilos). Así pues, parece que tenían un sentido del oído bastante sofisticado, lo que sugiere que los Parasaurolophus estaban adaptados para interactuar en un entorno acústico complejo, puede que en manadas bastante escandalosas o, quizás en un entorno con mucho ruido de fondo. Este estudio no solo propone una hipótesis sólida sobre cómo podrían haber sonado estos dinosaurios, sino que también refuerza la idea de que el sonido jugaba un papel crucial en su comportamiento social.

Dame un si(mulador)

Un modelo impreso en 3D de los cráneos de Parasaurolophus a una escala de 1:3
en comparación con el fósil original. El modelo blanco representa
los pasajes nasales dentro del cráneo. Hongjun Lin / Eurekalert
A partir de los estudios previos, el equipo de investigadores de la Universidad de Nueva York ha diseñado un modelo físico que, dicho de otro modo, no es más que una maqueta que, en este caso, se comporta de forma parecida a como podría hacerlo al cresta de estos dinosaurios. Para ello, también han tenido en cuenta ejemplos modernos de parientes cercanos, como las aves, cuyas crestas en ocasiones también actúan como cajas de resonancia. El modelo dista mucho de parecerse a la bestia prehistórica de 80 millones de años de antigüedad, 5 metros de alto y más de 3.000 kilos, pero el aparato, apodado “linophone”, es una aproximación interesante. En pocas palabras, el modelo consistía en una estructura similar a las cavidades de resonancia de la cresta del Parasaurolophus suspendida en el aire con hilos de algodón.

Los investigadores reprodujeron sonidos utilizando este modelo y captaron el resultado con un micrófono para luego analizar los datos. Y, hasta donde han podido estudiar, los resultados encajan con lo esperado a partir del modelo matemático que han utilizado, confirmando que sus investigaciones van por buen camino. “Quería algo simplificado y accesible tanto para modelar como para construir un dispositivo físico”, explicó Hongjun Lin, que ha presentado los resultados del modelo físico hoy en el 187º Encuentro Virtual de la Sociedad Acústica de América.

“Pasaba horas leyendo libros, viendo películas e imaginando cómo sería si los dinosaurios todavía existieran. No fue hasta la universidad que me di cuenta de que los sonidos que escuchamos en películas y programas—aunque hipnóticos—son completamente fabricados utilizando sonidos de animales modernos. Fue entonces cuando decidí profundizar y explorar cómo podrían haber sonado realmente los dinosaurios”. Testimonios que el experto remató con una clara declaración de intenciones: “Mi objetivo final es recrear el sonido del Parasaurolophus”, un sueño que todavía está lejos a pesar de los muchos intentos que la paleontología ya carga a sus espaldas, pero que, sin duda, está un poco más cerca que ayer.

QUE NO TE LA CUELEN:

Durante algún tiempo se supuso que los dinosaurios, tal vez, no eran capaces de vocalizar, dado que los cocodrilos no tienen cuerdas vocales y son sus parientes vivos más próximos junto con las aves. Sin embargo, las hipótesis más aceptadas sostienen que eran capaces de modular la voz de forma más parecida a como lo hace un pájaro que al aéreo sonido que emite un cocodrilo.

REFERENCIAS (MLA):

Acoustical Society of America. “The Parasaurolophus’ Pipes: Modeling the Dinosaur’s Crest to Study Its Sound”. 187th Meeting of the Acoustical Society of America, 21 Nov. 2024.

Riede T, Eliason C, Miller E, Goller F, Clarke J. Coos, booms, and hoots: The evolution of closed-mouth vocal behavior in birds. Evolution (N Y). 2016;70(8):1734-1746. doi:10.1111/evo.12988 https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27345722

Clarke J, Chatterjee S, Li Z et al. Fossil evidence of the avian vocal organ from the Mesozoic. Nature. 2016;538(7626):502-505. doi:10.1038/nature19852 https://static1.squarespace.com/static/5440102fe4b06dfc38466967/t/5804ff769f745696920778ed/1476722554263/fossil-evidence-of-the-avian-vocal-organ-from-the-mesozoic.pdf

Senter P. Voices of the past: a review of Paleozoic and Mesozoic animal sounds. Hist Biol. 2008;20(4):255-287. doi:10.1080/08912960903033327 https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/08912960903033327

larazon.es

martes, 19 de noviembre de 2024

La Fundación 'Dinosaurios de CyL' cumple dos décadas de proyectos e investigación

Esta entidad funciona como nexo de unión entre museo y asociaciones, apoyando cada una de las iniciativas comunes

Alosaurio del Museo de Dinosaurios contemplando la exposición de las obras
 del Concurso Internacional de Ilustraciones Científicas de Dinosaurios
que organiza la Fundación Dinosaurios CyL. / FD
Veinte años después, Salas de los Infantes sigue siendo referente en la investigación de los dinosaurios y del periodo en el que estos gigantes  reinaban en el Planeta Tierra. Gran parte de la culpa de este éxito lo tiene el trabajo realizado desde la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León que en 2024 está celebrando su vigésimo cumpleaños.

TRABAJOS DE LA FUNDACIÓN

Esta fundación nació el 20 de enero del año 2004 buscando gestionar el patrimonio arqueológico y paleontológico de la Sierra de la Demanda que, por aquel entonces, estaba empezando a descubrirse. La fundación fue promovida por el Ayuntamiento de Salas y el Colectivo Arqueológico - Paleontológico Salense con el objetivo principal de gestionar el Museo de Dinosaurios que había abierto sus puertas en 2001. Además, más allá de estas dos entidades, a lo largo de estas décadas la Fundación Dinosaurios de CyL ha ido recibiendo aportaciones de personas individuales o entidades privadas y públicas como la Diputación de Burgos.

Los principales trabajos que se afrontan desde esta fundación se dividen en dos: investigación a través de la co-organización de excavaciones como la que este año halló los restos de un ankilosaurio en Hortezuelos. Y, por otro lado, la conservación donde sus trabajos se centran en el mantenimiento del museo y sus piezas así como otros lugares relacionados en Castilla y León. Por último y, en parte a través del museo también se encuentra el objetivo de la difusión científica que se puede ver en charlas a escolares, exposiciones, concursos o ciclos como el 'Demanda Ciencia'.

ÚNICA EN CASTILLA Y LEÓN

Desde las zonas rurales no estamos acostumbrados a ser referentes en materia de investigación y quizá por ello en ocasiones como ésta no somos conscientes de lo que supone. Pero lo cierto es que en el caso de los dinosaurios, el municipio de Salas de los Infantes y la zona de la Sierra de la Demanda son exponentes tanto a nivel arqueológico como humano. De hecho, más de dos décadas después el museo de Salas de los Infantes sigue siendo el único dedicado a los gigantes jurásicos en nuestra comunidad autónoma; siendo la muestra salense considerado por muchos como uno de los mejores museos de dinosaurios de España.

No en vano, en ocasiones la fundación y los entes relacionados, como el museo o el colectivo paleontológico, han roto las barreras autonómicas y nacionales siendo partícipes de congresos y visitas internacionales. En el recuerdo quedan hitos como el descubrimiento de la especie Demandasaurus Darwini allá por 2011.

COORDINACIÓN RED DE MUSEOS

Además, durante estos últimos meses la Fundación está de enhorabuena puesto que ha sido elegida como coordinadora de una red de museos paleontológicos donde a través de los fondos Next Generation recibirán unos 300.000 € para labores de promoción, coordinación y modernización de un total de 9 museos españoles sobre dinosaurios.

tuvozenpinares.com

Los primeros coleccionistas de fósiles de la historia

Hace 46.000 años los neandertales de la cueva burgalesa de Prado Vargas recolectaban fósiles marinos del Cretácico y los trasladaban al interior de esta cavidad de Ojo Guareña, donde tenían su campamento

Los primeros coleccionistas de fósiles de la historia
Por su belleza, para jugar, a modo de moneda de cambio o como elemento identitario del grupo. Una de estas cuatro hipótesis explicaría el motivo que llevó a los neandertales de Prado Vargas a reunir en su cueva la primera colección de fósiles marinos de la historia, hace 46.000 años. Un grupo de investigadores coordinados por la profesora de la Universidad de Burgos Marta Navazo Ruiz acaba de publicar un artículo en la revista internacional Quaternary con los resultados del análisis de los 15 fósiles marinos que desde el año 2016 se han descubierto en la excavación sistemática del nivel 4 del yacimiento de Ojo Guareña.

También se apunta la posibilidad de que fueran los niños quienes se encargarán de ello, ya que hay estudios que prueban que la afición por coleccionar objetos aparece en la infancia, entre los 3 y 6 años, y continúa hasta los 12 para después debilitarse y reaparecer a partir de los 40 años.

El estudio taxonómico de los fósiles ha dado como resultado que todos ellos pertenecen al filo de los moluscos (Mollusca), excepto uno de ellos, que se corresponde con el filo en el que se engloban los erizos de mar (Echinodermata). De los moluscos, la mitad pertenecen a la clase de los bivalvos (Bivalvia) y la otra mitad a la de los gasterópodos (Gastropoda). Dentro de los gasterópodos encontramos que la familia mejor representada con seis especímenes es la de los tylostoma (Tylostomatidae). Los tylostomas son fósiles que pertenecen a la misma clase que los caracoles actuales y que pueden alcanzar los 10 cm, poseen una concha holostomada, con varias espiras, la última de las cuales es de mayor tamaño. Los fósiles de tylostomas hallados en la cueva de Prado Vargas fueron caracoles que habitaron sobre la superficie de fondos marinos poco profundos hace millones de años.

La formación de estos fósiles marinos se produjo durante el Cretácico superior, entre los 100 y los 66 millones de años, en la época de los dinosaurios. Muchos millones de años antes de la aparición de los primeros homininos. En dicho periodo toda esta parte de la Península Ibérica se encontraba sumergida y formaba parte de un mar. Fue la precipitación del carbonato cálcico de estos animales lo que originó en el fondo de este mar la roca caliza. Con el paso del tiempo, los movimientos tectónicos y la acción erosiva del agua, elevó y modificó estos estratos calcáreos, de tal manera que, cuando llegaron los neandertales a Ojo Guareña se encontraron un paisaje y un sistema de cuevas muy parecido al actual, en el cual se conservaban algunos depósitos Cretácicos que contenían estos fósiles.


Los neandertales de la cueva de Prado Vargas, en sus continuos recorridos por el territorio en busca de alimento, maderas para fabricar sus jabalinas o sílex para tallar sus herramientas, localizaron varios depósitos donde afloran estos fósiles. Estos grupos de neandertales procedieron a recogerlos y trasladarlos hasta la cueva, la cual se encuentra a una distancia entre dos y cuatro kilómetros de los diferentes afloramientos con fósiles.

¿Pero por qué los neandertales recolectaron fósiles? Para los coleccionistas prehistóricos, estos fósiles debieron tener un carácter especial más allá del objeto mismo, ya que solamente uno de los fósiles presenta estigmas de haber sido utilizado como percutor para fabricar sus herramientas de piedra. Está claro que la selección y traslado de estos fósiles por parte de estos neandertales al interior de la cueva tienen algún significado y simbolizan algo. Esto ha llevado al equipo investigador a plantear diferentes hipótesis para explicar este comportamiento:

1.- Pudieron haber sido coleccionados simplemente por razones estéticas porque les gustaba la forma de los fósiles.

2.- Pudieron haber sido coleccionados para ser utilizados como elementos para intercambiar dentro del grupo o con otros grupos de neandertales.

3.- Pudieron haber sido coleccionados para ser utilizados como elementos para jugar en el propio campamento.

4.- Pudieron haber sido coleccionados para reforzar la identidad cultural como un elemento de cohesión social del propio grupo, en la medida que estos fósiles les relacionaban directamente con el territorio en el que vivían.

En resumen, es posible que los neandertales de Prado Vargas encontraran los fósiles intencionalmente o por casualidad, pero lo que está claro es que su transporte hasta la cueva fue deliberado, sistemático y repetitivo, por lo que se constata su impulso e interés por recolectar estos fósiles. De esta forma, los neandertales de esta cueva burgalesa se han convertido, hasta el día de hoy, en los primeros coleccionistas de fósiles de nuestro proceso evolutivo.

En el artículo han colaborado investigadores de la UBU, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, de la Universidad de Málaga y del Museo de la Evolución Humana.

Por primera vez en la historia los científicos han encontrado fragmentos de ámbar en la Antártida, a 946 metros de profundidad

Fragmento de ámbar encontrado en la Antártida visto al microscopio.
Crédito: Johann P. Klages
Por primera vez en la historia científicos han encontrado fragmentos de ámbar en la Antártida, cerrando así una de las pocas lagunas que aún existían en el mapa mundial de descubrimientos de ámbar. Este importante hallazgo se logró gracias a una expedición científica liderada por el Dr. Johann P. Klages, del Instituto Alfred Wegener (Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina), y la Dra. Henny Gerschel, de la Universidad de Minería y Tecnología de Freiberg (TU Bergakademie Freiberg).

Los resultados de esta investigación se publicaron en un artículo reciente donde los expertos detallan las características de este ámbar antártico, denominado ámbar de la Isla Pine en honor a su lugar de origen, la Bahía de la Isla Pine en el Mar de Amundsen, a una latitud de 73.57° sur y longitud de 107.09° oeste.

El lugar del hallazgo, marcado con una x. Crédito: Johann P. Klages et al.
Este descubrimiento se remonta a una expedición realizada en 2017, en la que el equipo científico recuperó un núcleo de sedimento del fondo marino utilizando la plataforma de perforación MARUM-MeBo70, a una profundidad de 946 metros en el océano. El ámbar hallado es una pieza fundamental que proporciona información valiosa sobre las condiciones ambientales de la Antártida Occidental hace unos 90 millones de años, en el período Cretácico. El Dr. Klages, primer autor del estudio, explica que el análisis de los fragmentos de ámbar permite tener una idea más clara del tipo de vegetación y del ecosistema que caracterizaba esa región en tiempos prehistóricos.

El hallazgo del ámbar antártico no solo es un avance en el conocimiento geológico y paleobotánico, sino que también ofrece pistas sobre los ecosistemas que existieron en la Antártida durante el Cretácico medio. Según el Dr. Klages, este descubrimiento es una evidencia tangible que confirma que, en algún momento de su historia, los siete continentes de la Tierra compartieron un clima que permitía la supervivencia de árboles productores de resina, una sustancia que, con el tiempo y en condiciones adecuadas, se transforma en ámbar.

El equipo de investigación apunta a que el ámbar podría contener restos de corteza de árbol en forma de microinclusiones. A través de estudios con microscopía de luz reflejada y de fluorescencia, los investigadores han logrado observar partículas sólidas, transparentes y translúcidas en el ámbar, una señal de que esta resina fue enterrada a una profundidad superficial donde no sufrió descomposición por el calor o la presión. La Dra. Gerschel destaca que el ámbar parece ser de alta calidad, lo cual indica que este material se conservó muy cerca de la superficie terrestre, sin haber sido sometido a profundidades o temperaturas extremas que, de otro modo, habrían degradado la resina.

Posibles fragmentos de corteza de árbol conservados en el interior del
fragmento de ámbar. Crédito: Johann P. Klages
Este hallazgo enriquece la reconstrucción de lo que pudo haber sido un ecosistema de bosque templado en la Antártida Occidental. Según estudios anteriores, como el publicado en Nature en 2020, se sabe que en esa época la región cercana al Polo Sur estaba cubierta por un denso y húmedo bosque similar a los actuales bosques templados, ricos en coníferas y especies arbóreas capaces de producir resina.

La presencia de ámbar antártico sugiere también que estos árboles habían desarrollado mecanismos de defensa frente a posibles ataques de parásitos o incendios forestales, una característica que se observa en el flujo patológico de resina de algunos fragmentos de ámbar encontrados. Cuando los árboles de coníferas sufren daños en su corteza, ya sea por insectos o por fuego, tienden a liberar resina como mecanismo de defensa para crear una barrera física y química que les protege de infecciones.

Estos fragmentos de ámbar son una prueba directa de que el bosque que cubría la Antártida occidental durante el Cretácico medio era un ecosistema complejo y dinámico. Además, el equipo de investigación espera encontrar restos fósiles de microorganismos o insectos atrapados en el ámbar, lo que ofrecería un panorama aún más detallado de la biodiversidad que habitaba estos antiguos bosques antárticos.

Para la Dra. Gerschel y el Dr. Klages, este descubrimiento representa un verdadero viaje en el tiempo, una oportunidad única para explorar cómo eran los ecosistemas de la Tierra hace millones de años. Comprender las condiciones climáticas y ecológicas de esa época es crucial no solo para la paleontología, sino también para predecir los posibles cambios que nuestro planeta podría experimentar en el futuro bajo el impacto del cambio climático. El estudio del ámbar antártico promete brindar respuestas sobre la evolución de los ecosistemas y los ciclos naturales de adaptación y resiliencia de la Tierra.

FUENTES

Alfred Wegener Institute / Helmholtz Zentrum für Polar und Meeresforschung

Klages JP, Gerschel H, Salzmann U, et al. First discovery of Antarctic amber. Antarctic Science. Published online 2024:1-2. doi:10.1017/S0954102024000208

labrujulaverde.com

jueves, 14 de noviembre de 2024

El deshielo en los Alpes italianos revela fósiles ocultos durante 280 millones de años

El deshielo en los Alpes italianos revela fósiles ocultos durante 280 Ma.
Milán, 13 nov (EFE).- El deshielo y la reducción de nieve por el cambio climático ha revelado un ecosistema entero fosilizado oculto durante 280 millones de años en los Alpes italianos, un hallazgo que se expone desde este miércoles en el Museo de Historia Natural de Milán.

Los fósiles desvelan “increíbles rastros de vida y naturaleza prehistórica”, como huellas de al menos cinco animales diferentes, entre estos reptiles, anfibios o insectos, de los que se hallaron marcas de largos dedos o estelas de largas colas en movimiento, explicó el museo en un comunicado.

La primera huella la encontró una alpinista que avisó a un experto y desde 2023 un equipo de investigadores fotografían y mapean cientos de huellas fósiles a casi 3.000 metros de altitud.

“La conservación de detalles es impresionante, como las huellas de las yemas de los dedos y la piel del vientre de algunos animales”, comentó Lorenzo Marchetti, uno de los paleontólogos que ha trabajado en este descubrimiento.

Con estas huellas, los investigadores podrán determinar con mayor precisión las rutas que llevaban a cabo estos animales en el Pérmico, el último Período de la Edad Paleozoica, concretó el museo de Milán.

“En ese momento los dinosaurios no existían todavía, pero las huellas más grandes encontradas aquí debían ser de animales de dimensiones considerables, de hasta 2-3 metros de longitud”, señaló Cristiano Dal Sasso, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Milán.

También se han encontrado marcas del agua como ondulaciones de olas en las orillas de antiguos lagos o gotas de lluvia que cayeron sobre el barro antes de que se convirtiera en piedra incrustada en las paredes de los picos alpinos del parque regional de Orobie Valtellinesi, en la provincia de Bérgamo (norte).

“Estos fósiles son testigos de un período geológico lejano, pero con una tendencia al calentamiento global muy similar a la de hoy, entonces causado por inmensas erupciones volcánicas, deshielo de los casquetes polares y desarrollo de ambientes tropicales que causaron la extinción de muchos animales”, explicaron los investigadores.

Por ello, aseguran: “El pasado tiene mucho que enseñarnos sobre lo que ahora, por nuestra causa, podemos hacer en el mundo”.

eldiario.es

“Dinosaurios Ilustrados”, una ventana al pasado prehistórico

Os recordamos que podéis visitar la exposición 'Dinosaurios Ilustrados', una ventana al pasado prehistórico en La Estación de la Ciencia y la Tecnología (Burgos) hasta el próximo martes 19 de noviembre de 2024.

Esta mañana se ha inaugurado exposición "Dinosaurios Ilustrados: Imágenes de un mundo perdido" en la Estación de la Ciencia y la Tecnología de Burgos. La muestra, abierta al público hasta el 19 de noviembre, es fruto de la colaboración entre la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Burgos (UBU) y el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, con la colaboración de la Fundación para el estudio de los Dinosaurios en Castilla y León y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

El acto ha contado con la presencia del rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos, la alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, y la alcaldesa de Salas de los Infantes, Ada Marcos. Durante sus intervenciones, subrayaron la importancia de esta iniciativa para la divulgación científica y la puesta en valor del patrimonio paleontológico de la provincia.


El rector, Manuel Pérez Mateos, destacó el compromiso de la UBU con la promoción del conocimiento científico en la región. “Nos sentimos muy felices y muy contentos de poder inaugurar esta exposición, que, aunque sencilla, recoge ilustraciones de gran valor artístico y científico realizadas por los participantes del concurso anual de paleo-ilustración organizado por el Ayuntamiento de Salas de los Infantes", señaló. Pérez Mateos también enfatizó la relevancia de los yacimientos de la zona, que alberga huellas tridimensionales de dinosaurios de más de 125 millones de años de antigüedad. “Son un tesoro cultural y patrimonial que la Universidad de Burgos pretende poner en valor”, añadió al recordar el convenio firmado en 2023 con el Ayuntamiento de Salas de los Infantes y el Museo de Dinosaurios.

También hizo hincapié en la el espacio que alberga la exposición, La Estación de la Ciencia y la Tecnología, fruto de la colaboración con el Ayuntamiento de Burgos, “un extraordinario espacio por el que anualmente pasan más de 40.000 personas”.

Por su parte, la alcaldesa de Salas de los Infantes, Ada Marcos, expresó su satisfacción por la colaboración con la Universidad de Burgos y el Ayuntamiento de Burgos, un primer paso para actividades más ambiciosas en las que ya se trabaja y pondrán en valor de los restos paleontológicos de la Sierra de la Demanda. La alcaldesa también reafirmó la importancia de estas iniciativas para impulsar el desarrollo cultural y turístico en la España vaciada, demando un mayor apoyo de las administraciones para lograr este objetivo.

La alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, calificó la exposición como un puente entre la ciudad y la provincia, "una oportunidad excepcional de juntar provincia y ciudad en un espacio tan importante como la Estación de la Ciencia y la Tecnología", señaló. Ayala destacó el valor científico y turístico de la exposición, invitando a todos los burgaleses a disfrutar de esta "ventana al pasado lejano de los dinosaurios y un verdadero privilegio".

También puso en valor el trabajo de la unidad de Cultura científica de la Universidad de Burgos y del Museo de dinosaurios de los infantes, dirigido por Fidel Torcida, “un esfuerzo colectivo para acercar el conocimiento científico, que es lo qué demanda la sociedad, especialmente la gente joven”.

Finalmente, Jordi Rovira, delegado del rector para la Divulgación y Cultura Investigadora, adelantó que ya se ha empezado a trabajar para preparar una gran exposición, previsiblemente a finales de 2026, de la misma temática. 

Además de ilustración de diferentes ediciones del concurso promovido por la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León. Además, la exposición incluye réplicas de fósiles de dinosaurios descubiertos en Burgos, así como el esqueleto de un pequeño dinosaurio hipsilofodonte. Esta muestra también busca dar a conocer la paleoilustración, una disciplina que permite entender cómo ha evolucionado la representación de los dinosaurios a lo largo de la historia.

Galería fotográfica

ubu.es

Descubren en Brasil una especie de pájaro que convivió con los dinosaurios hace 80 millones de años

Así es el cráneo de la nueva especie de ave descripta, Navaornis hestiae,
en comparación con el de un tero actual. / Stephani Abramowicz
(NHM-Los Angeles).
Un equipo internacional, del que participaron investigadores del Conicet, encontró el fósil tridimensional del ave, que bautizaron con el nombre de la diosa griega Hestia. El hallazgo aporta nuevas claves sobre la evolución de las aves

En la mitología griega, Hestia era la diosa de la casa y el hogar. Era conocida por ser al mismo tiempo la más antigua y la más joven entre los dioses olímpicos.

Un grupo internacional de científicos describió por primera vez una especie de ave extinta que vivió en el actual territorio de Brasil. Decidieron que lleve el nombre de la diosa Hestia y aclararon sus razones a través de un estudio que se publicó en la revista Nature.

El espécimen identificado habitó en el sureste del actual territorio de Brasil hace 80 millones de años atrás.

Los investigadores, que pertenecen a instituciones de los Estados Unidos, Argentina, Brasil, Portugal y el Reino Unido, observaron que la nueva especie tenía un cráneo con una estructura que se asemeja a las aves modernas, pero pertenece a un linaje primitivo.

Cómo se llama el ave prehistórica

William Nava observa el cráneo y el esqueleto de Navaornis hestiae.
 Fue el descubridor de los restos fósiles del espécimen. / Crédito:
A. Martinelli, Museo Argentino de Ciencias Naturales
El nombre completo de la nueva especie es Navaornis hestiae, y su hallazgo es tan importante que los editores de la revista Nature lo presentan en la tapa de la edición de esta semana.

La primera parte del nombre rinde homenaje a la persona que encontró el sitio donde estaban los restos, William Nava, que es responsable del Museo de Paleontología de Marília, en San Pablo, Brasil.

Los restos del ave del Cretácico Tardío fueron hallados en el yacimiento paleontológico en Presidente Prudente, Brasil.

Esta ilustración muestra especies de aves relacionadas. Navaornis hestiae se
muestra en el medio. A la izquierda, se encuentra una de las primeras aves,
como Archaeopteryx lithographica, y a la derecha, un ave actual de Brasil.
/ Ilustración de Júlia d’Oliveira
.
En la actualidad, se considera que las aves son el único grupo de dinosaurios que sobrevivió a la extinción masiva que marcó el final de la Era Mesozoica, también conocida como “Era de los dinosaurios”, hace 65 millones de años.

Después, durante el Cenozoico, las aves se diversificaron masivamente. Pasaron a ser abundantes en cada rincón del planeta, desde las zonas polares hasta los trópicos.

Antes del estudio publicado en Nature, había limitaciones en el conocimiento de la evolución del cráneo y el cerebro de las aves modernas por la escasez de fósiles tridimensionales bien preservados de aves que vivieron entre 250 y 66 millones de años atrás.

Los fósiles de enantiornites, el grupo de aves más diverso de aquel momento, suelen estar aplanados y eso dificulta su estudio.

En cambio, el fósil de Navaornis se ha conservado en tres dimensiones, y eso permitió hacer comparaciones detalladas con las aves actuales. También facilitó comprender más el desarrollo de estructuras craneales y endocraneales características de las aves modernas.

El hallazgo es singular por su cráneo sin dientes, con ojos grandes y un cráneo abovedado que recuerda el de las aves modernas. Sin embargo, tiene rasgos arcaicos en el paladar y en el cráneo, como un telencéfalo pequeño y un cerebelo poco desarrollado. Ese conjunto de características refleja una etapa intermedia entre el Archaeopteryx y las aves actuales.

Qué importancia tiene el descubrimiento

El descubridor de los restos fósiles William Nava junto con el primer autor
del estudio Luis Chiappe y Agustín Martinelli. Allí están trabajando en el
Museo de Paleontología de Marília, Brasil (Gentileza del equipo de
 investigación).
En diálogo con Infobae, Agustín Martinelli, investigador del Conicet y jefe de la Sección de Paleontología de Vertebrados en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), contó cómo se hizo el estudio.

Los restos fueron hallados en un sitio, excavado sistemáticamente desde 2017, en Brasil. El yacimiento fue identificado por Nava. “En 2018, comenzaron a estudiarse los fósiles. Más adelante fueron sometidos a una microtomografía en Brasil para obtener mayor información sobre su estructura”, detalló.

De acuerdo con Martinelli, la especie se distingue de otras aves del Mesozoico, que se extendió entre los 250 y los 66 millones de años, debido a la tridimensionalidad de sus restos. “Incluyen un cráneo bien preservado, que se asemeja al de un ave moderna, aunque con características claramente primitivas”, dijo.

“Esa preservación en 3D resulta inusual en el registro fósil de aves de este período, ya que los restos suelen aparecer en lajas bidimensionales, como ocurre con los hallazgos en China. Si bien esos restos en lajas son impactantes, no presentan profundidad”, aclaró.

Esta imagen muestra los restos fósiles del ave Navaornis hestiae (a), y la
reconstrucción tridimensional (b) de la anatomía del cráneo. En azul, se
muestra el telencéfalo; en verde, los lóbulos ópticos; en púrpura,
resto del cerebro; y en rosa, el oído interno). / Guillermo Navalón y
Stephanie Abramowicz.
En cambio, la nueva especie sobresale por su preservación. “La morfología de esta nueva especie presenta una estructura intermedia entre el Archaeopteryx y las aves actuales”, precisó.

El ambiente en el que el ave habitaba estaba caracterizado por la presencia de ríos y una vegetación abundante. El animal se alimentaba de insectos y otros pequeños organismos, mientras se desplazaba cerca de las orillas de los ríos. Coexistía con tortugas, lagartos, cocodrilos y dinosaurios.

“La especie era voladora y tenía un tamaño pequeño, con una longitud no mayor a los 12 centímetros. Si bien se asemejaba a una paloma moderna, presentaba detalles anatómicos de un ave primitiva, del grupo de los enantiornites”, detalló el científico.

La relevancia de este hallazgo reside en que Navaornis hestiae “presenta una morfología intermedia entre las aves más primitivas del Jurásico y las aves modernas. Prueba también que el grupo de las enantiornites, al que pertenecía, era mucho más diverso de lo que se creía”, expresó.

El financiamiento del estudio sobre Navaornis hestiae estuvo a cargo de varias instituciones internacionales y fondos específicos: Fundación FAPERJ de Brasil, el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, Estados Unidos, y el Conicet, entre otras instituciones.

infobae.com