domingo, 15 de diciembre de 2019

Lo que nadie ha visto hasta ahora: así es la Antártida bajo el hielo

Radares y cálculos sobre el movimiento del hielo dibujan los contornos del continente blanco y revelan un nuevo mapa con sorpresas nunca vistas hasta ahora

(Imagen: NASA)
Bajo el hielo de la Antártida hay tierra firme, todo un continente que apenas podemos vislumbrar desde las bases científicas cuando en esta época comienza el verano austral y llegan nuevas expediciones. Sin embargo, desde hoy conocemos con mucha mayor precisión qué hay debajo de esa capa blanca y cómo es de vulnerable al cambio climático. Un equipo de glaciólogos liderados por la Universidad de California en Irvine ha publicado el mapa topográfico más preciso elaborado hasta ahora.

Los radares de los aviones que sobrevuelan el continente son capaces de traspasar la masa de hielo y rebotar contra la superficie continental. Esa señal, unida a otros cálculos físicos sobre el comportamiento del hielo, ha ido dibujando los contornos de la tierra, cuyos detalles recoge el proyecto BedMachine y se publican en la revista 'Nature Geoscience'. Esta información es muy valiosa porque la orografía de la Antártida puede hacer que el calentamiento global llegue a causar mayores estragos de los previstos en algunas zonas, pero también podría ayudar a conservar otras, ya que existen huecos y lugares mucho más profundos de lo que se pensaba.

El nuevo mapa revela características inesperadas. Por ejemplo, que el cañón terrestre más profundo del mundo se encuentra bajo el glaciar Denman, en la Antártida Oriental; que existen formaciones rocosas que protegen el hielo que fluye a través de las montañas Transantárticas; que el lecho de los glaciares Support Force y Recovery es cientos de metros más profundo de lo que se pensaba, y que las características del lecho aumentan el riesgo de una fusión rápida del hielo en los glaciares Thwaites y Pine Island, en la Antártida Occidental.

Muchas sorpresas

"Tenemos muchas sorpresas en todo el continente, especialmente en las regiones que no habían sido mapeadas previamente en detalle con radar", explica Mathieu Morlighem, profesor de la Universidad de California y líder del proyecto, en una nota de prensa. "Al acercarnos a sectores particulares de la Antártida, se encuentran detalles esenciales, como huecos debajo del hielo que pueden acelerar, disminuir o incluso detener la retirada de los glaciares", añade.

Nuevo mapa de la Antártida. (Foto: Mathieu Morlighem)
Para obtener estos resultados, el proyecto BedMachine ha combinado diversas fuentes de datos, tanto de los vuelos con radar como del movimiento del flujo de hielo o incluso información sísmica.

Desde 1967, numerosas misiones han sobrevolado la Antártida obteniendo datos de espesor del hielo de casi un millón de millas. Los radares montados en las alas de los aviones emiten una señal que penetra los glaciares y las capas de hielo y rebota cuando se encuentra con tierra firme. Sin embargo, esto no es suficiente, porque los vuelos en línea recta dejan amplias zonas sin cubrir.

Por eso, BedMachine ha recurrido a métodos físicos para discernir qué hay entre las líneas de sondeo del radar, utilizando información altamente detallada sobre el movimiento del hielo alrededor de los contornos terrestres.

Grandes profundidades tierra adentro

Gracias a esta técnica, el equipo de investigación ha averiguado las verdaderas dimensiones del cañón del glaciar Denman. "Los mapas más antiguos sugerían que era más pequeño, pero nos faltaba algo", comenta Morlighem, "ahora sabemos cuánto hielo llena el cañón al combinar los datos de su movimiento y los del radar. Según nuestros cálculos, está a 3.500 metros bajo el nivel del mar, es el punto más profundo en tierra. Dado que es relativamente estrecho, sabemos que tiene que tener esas dimensiones".

La Antártida, desde el aire. (Foto: Wong Sang Lee/Korea University of 
Science and Technology)
Esta metodología ya se ha empleado con éxito en Groenlandia, mejorando la comprensión de los investigadores de la criosfera sobre la dinámica del hielo, la circulación oceánica y los mecanismos de retirada de los glaciares. Trasladar este estudio a la Antártida era más complejo, pero ha permitido saber que "las corrientes de hielo en algunas áreas están relativamente bien protegidas por las características del suelo subyacente, mientras que otras muestran un mayor riesgo de inestabilidad".

El buque español Hespérides, en camino

Mientras conoce los datos de esta investigación, la geóloga española Carlota Escutia, que trabaja en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (Universidad de Granada-CSIC), ya está pensando en su próxima expedición a la Antártida, a bordo del buque Hespérides. El barco oceanográfico ya está de camino y ella viajará a Argentina para embarcarse a finales de año. En su opinión, la información que ofrece el proyecto BedMachine tiene un gran valor para entender lo que puede suceder en el continente helado en el futuro.

“Este mapa tiene muchísimo más detalle que lo que había hasta ahora y nos aporta muchos datos sobre el relieve que hay por debajo de la capa de hielo”, explica en declaraciones a Teknautas. “El casquete de hielo, que tiene espesores de hasta dos y tres kilómetros, está apoyado en tierras más bajas que el nivel del mar. Esto tiene unas consecuencias muy importantes en cuanto a su vulnerabilidad, porque está atacado por el calentamiento atmosférico en su parte superficial y por el calentamiento del océano en su parte basal”, comenta.

Fotografía facilitada por la Armada española de su buque oceanográfico,
 Hespérides. (EFE)
Así, conocer el relieve que existe dentro de la tierra sumergida es importante porque existen ríos de hielo que están haciendo de muro de contención. “Si desaparecen en su parte más próxima al mar, el resto corre el riesgo de deshacerse más deprisa, igual que pasaría cuando se destruye una presa y el agua causa destrozos río abajo”, destaca.

En la actualidad, los investigadores disponen de información detallada sobre qué lugares están perdiendo una mayor cantidad de hielo y “son precisamente los que aparecen por bajo el nivel del mar”, lo cual es un dato muy relevante. “Tierra adentro, las profundidades pueden superar los 3.000 metros y estas zonas nos han de preocupar más de cara al futuro”, afirma la experta.

Los efectos del deshielo

El deshielo importa sobre todo por el efecto que puede tener en la subida global del nivel del mar. Tanto la Antártida como Groenlandia tienen su casquete asentado sobre tierra, de manera que, si se deshace, un gran volumen de agua pasará a los océanos. Además, perder la capa blanca implicaría que la radiación solar ya no es reflejada sino absorbida por la tierra y el mar, con lo cual aumenta todavía más el calentamiento.

Por otra parte, también se vería alterada la circulación oceánica alrededor de la Antártida. Precisamente, investigar este aspecto es uno de los principales objetivos de Escutia y del Hespérides en esta campaña. “Estudiamos épocas cálidas del pasado, con concentraciones de CO2 en la atmósfera y temperaturas más elevadas que en la actualidad. Estos datos sirven para analizar los cambios que pueden ocurrir en el futuro. La información que obtenemos se utiliza en las proyecciones del IPCC”, comenta.

Esta investigadora, que acumula una larga experiencia en expediciones antárticas, es testigo de la evolución del clima. “Es difícil apreciar cambios desde el barco a simple vista, como sí hacen los colegas que llevan 20 años trabajando en tierra, pero lo vemos por las mediciones, las corrientes cambian de velocidad y las aguas cálidas se acercan cada vez más a la Antártida”.

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