jueves, 29 de junio de 2023

La Tierra tal y como se encontraba durante su última glaciación, ilustrada en un estupendo mapa

Hace aproximadamente 25.000 años, gigantescas capas de hielo enterraban la mayor parte de Asia, Europa y América durante el Último Máximo Glacial, lo que se conoce coloquialmente como la última edad de hielo. Durante esa época, el final del Pleistoceno, los glaciares cubrieron casi la totalidad de un mundo habitado por mamuts y tigres dientes de sable. Un momento de la historia en el que las temperaturas globales eran aproximadamente 6 grados más bajas que las actuales.

Los científicos llevan siglos estudiando cómo ocurrieron las edades de hielo y, gracias a las últimas investigaciones, sabemos que ocurren por factores como los niveles fluctuantes de dióxido de carbono, la posición de la Tierra y cuánto calor recibe nuestro planeta del sol. Por ejemplo, la forma de la órbita de la Tierra varía en un ciclo de 96.000 años, y el planeta es más frío cuando la gravedad de Júpiter lo atrae más lejos del sol.

Lo cierto es que la Tierra ha estado experimentando un enfriamiento constante durante los últimos 50 millones de años. Según explica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, hace unos 4,5 millones de años, se formó el puente terrestre del Istmo de Panamá entre América del Norte y América del Sur, lo que pudo desencadenar la última edad de hielo. El Atlántico y el Pacífico ya no podían intercambiar agua tropical, forzando el agua cálida hacia el norte y aumentando precipitaciones en forma de nieve. La nevada creó glaciares y capas de hielo, desviando la luz solar y continuando la tendencia de enfriamiento de la Tierra.

¿Y cómo era el mundo durante esa última edad de hielo? Las condiciones eran muy secas. Debido a que la mayor parte del agua en la superficie de la Tierra era hielo, hubo pocas precipitaciones (la mitad que ahora). Además, el nivel del mar era mucho más bajo y las costas estaban mucho más alejadas porque la glaciación atrapó el agua en capas de hielo. Este mapa del cartógrafo Perrin Remonté publicado en Visual Capitalist ilustra cómo se veía el mapa del mundo en esa época.

Puedes consultar el mapa en su máxima resolución aquí. 

Tal y como podemos apreciar, hay diferencias drásticas entre la Tierra tal y como la conocemos y durante la última edad de hielo. Como mencionamos antes, los niveles del mar eran mucho más bajos (unos 120 metros menos que en la actualidad) a medida que el agua del océano que se evapora se almacenó en las capas de hielo, casquetes polares y glaciares en lugar de regresar al océano. La vista de Japón es alucinante: el bajo nivel del agua convirtió el Mar de Japón en un lago y un puente terrestre conectó la región con el continente.

Las bajas temperaturas y el clima seco durante la última edad de hielo provocó la expansión de los desiertos y la desaparición de los ríos. La mayor parte de Canadá y el norte de Europa estaban cubiertos por grandes capas de hielo. Estados Unidos era una mezcla de hielo y bosques nevados. Las áreas que hoy son desiertos, como el Mojave, estaban llenas de lagos. África tenía una mezcla de praderas en su mitad sur y desiertos en el norte (el desierto del Sahara ya existía) y Asia era una combinación de desiertos tropicales en el oeste, desiertos alpinos en China y praderas en la India.

Lugares que ahora no existen

También se formaron algunas regiones de tierra seca que ahora están bajo el agua. Algunos ejemplos son el continente perdido Sundaland, una extensión del sureste de Asia que forma las islas de Indonesia en el presente y que dio origen al famoso mito de la Atlántida; el puente terrestre de Bering, ahora un estrecho que conecta Asia y América del Norte y que da origen a la teoría de que los humanos antiguos cruzaron entre los dos continentes; otro puente terrestre que conectaba Gran Bretaña con el resto de Europa y una conexión de la isla de Irlanda a Gran Bretaña gracias a una capa de hielo gigante.

Los continentes fueron habitados por animales de grandes tamaños como el mamut lanudo, el mastodonte, el castor gigante y el tigre dientes de sable, pero la mayor parte de esa fauna se extinguió hacia el final de la época del Pleistoceno. La mayoría de los glaciares se retiraron y se derritieron a medida que el planeta se calentaba, pero parte de la capa de hielo sigue ahí. Los glaciares en la Península Antártica, por ejemplo, pueden remontarse a esa época, según el Servicio Geológico de EEUU.

El pleistoceno concluyó mientras los humanos modernos, u Homo sapiens, se extendieron por la mayor parte de la Tierra antes de que terminara el período. Y más tarde el Pleistoceno fue precedido por la época del Plioceno y seguido por la época del Holoceno, en la que todavía vivimos hoy.

Mapa: Perrin Remonté

xakata.com

sábado, 10 de junio de 2023

jueves, 1 de junio de 2023

El CAS plantea la última excavación de dinosaurios en Torrelara este verano

El Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas de los Infantes no puede abordar «con seguridad» el trabajo bajo una pared de dos metros donde hay más fósiles. Requiere una logística compleja que «sin apoyo regional no podemos asumir»

Trabajos en el yacimiento de Torrelara de anteriores campañas. ECB

El Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (CAS) afronta su vigésima campaña con las mismas estrecheces de siempre y la impotencia de no recibir todos los apoyos necesarios para rescatar lo que el sedimento ofrece. Afrontan la quinta excavación en el rico yacimiento de Valdepalazuelos-Tenadas del Carrascal en la localidad de Torrelara. Probablemente será la última excavación en esta zona y se abordará otro yacimiento en próximas campañas.

«Es probable que esta sea la última campaña en Torrelara y no porque el yacimiento esté agotado sino por la dificultad de mantener la seguridad para trabajar allí ante las dimensiones que está tomando la superficie de excavación», explica el director del Museo de Dinosaurios de Salas y responsable de los trabajos científicos, Fidel Torcida. La fosa donde han aparecido hasta seis especies diferentes de dinosaurios de la época final del Jurásico, es decir, huesos de hace 145 millones de años, se ha ido agrandado con el tiempo.

En la evolución del trabajo de campo se observa que la colección de fósiles, en seis años han obtenido un millar de restos que se corresponden con 850 registros diferentes, «se meten bajo una pared de dos metros de altura que hace muy difícil avanzar», añade el director de la excavación. Es un reto logístico y operativo que sin más apoyos que los de los municipios de Torrelara y Salas de los Infantes y la Diputación Provincial no pueden asumir.

El sistema que plantea este tipo de intervenciones es retirar la capa estéril, sin registro paleontológico, superior con maquinaria pesada y, una vez finalizada la excavación, reponerlo. «Es meterse en el monte, con dos metros de altura ¿se puede hacer? Sí, con mucho esfuerzo pero es un trabajo logístico que podríamos afrontar si la excavación tuviera un apoyo regional», demanda. En los 20 años de trabajos paleontológicos consecutivos del CAS de Salas de los Infantes en muy contadas ocasiones se ha contado con apoyo de la Junta de Castilla y León. Se financiaron actuaciones vinculadas a las icnitas de dinosaurios, huellas, cuando se estableció una candidatura conjunta con Soria y La Rioja para optar a ser Patrimonio de la Humanidad. «Una intervención así, aún con el esfuerzo que su pone, si tuviéramos la financiación suficiente podríamos plantearnos una continuidad», añade Torcida.

El material es único y es el bastón en el que se apoyan para seguir reivindicando recursos a todas las administraciones, en especial la regional porque son sus competencias. «Hacemos lo que podemos que es producir conocimiento y acumular argumentos para evidenciar que el patrimonio que hay en este entorno es sobresaliente».

Sólo en Torrelara se han obtenido, en cinco campañas finalizadas, restos fósiles de dos saurópodos gigantes que no son la misma especie. «Sabíamos que había más de un saurópodo pero en el primer estudio de un húmero hemos descubierto que uno es un braquiosáurido ya sabemos que es diferente del otro ejemplar aunque son familia, no están muy lejos». Estos gigantes son similares a las especies descritas en Salas como el Europatitan eastwoodi o el Demandasaurus darwini. Son herbívoros, cuadrúpedos, de cola y cuello largos, tamaños grandes y de varias toneladas de peso. Engrosarían la lista de gigantes que han aparecido en la Demanda en estos años de trabajo.

Además, en este yacimiento se han obtenido seis especies diferentes de la familia de los Terópodos que son dinosaurios carnívoros, cazadores y carroñeros. Además, también se han obtenido fósiles de Tireóforos que son dinosaurios con espinas y placas óseas defensivas.

La diversidad de este yacimiento, que es un registro fiel de finales del Jurásico, con 145 millones de años de antigüedad, abarca también la presencia de Pterosaurios, que son reptiles voladores, además de cocodrilos, tortugas, peces o moluscos. También se realizan estudios de la vegetación que servía de alimento a los herbívoros gigantes de cuello largo. Se han rescatado piezas como ramas, pólenes, impresiones de tallos y hojas de diversas especies.

Uno de los hallazgos más singulares fue el de una columna de uno de estos gigantes de Torrelara. Una pieza de una tonelada especialmente singular y que es un símbolo de lo que podría ser y no es Salas de los Infantes. Un ejemplar tan extraordinario que no se puede consolidar, restaurar y estudiar por falta de espacio para poder trabajar y hasta de un equipo estable que tire de cincel, pincel y resinas para restaurar la pieza.

No se ha tocado ni un 1%

Y es que no llega a un 1% el material sobre el que se ha podido trabajar, aunque se han planteado ya dos investigaciones. Una de ellas sobre el estudio del húmero que habla del braquiosaurio. Y otra el resultado del análisis de piezas dentales y fragmentos de una mandíbula del segundo saurópodo que se cree diferente pero habrá que esperar las conclusiones de este artículo aún en revisión para aclararlo.

Poco más se ha podido hacer. Fósiles de 145 millones de años se extraen entre el sedimento con mucho cuidado y se da una capa protectora que los encapsula, lo que se llama momias, para los más grandes. Y se guardan. En el Museo de Salas de los Infantes apenas queda espacio, se ha iniciado la obra de un almacén aledaño y en la comarca demandan desde hace años la implicación regional para crear un espacio museístico acorde a la riqueza de los fósiles humanos porque, ademas de icnitas, hay cientos de fósiles en un registro único y de referencia mundial.

«En Torrelara nos están saliendo fósiles muy completos, con un excelente estado de conservación y piezas muy llamativas y bonitas que podrían dedicarse a la divulgación y la difusión pero apenas hemos podido intervenir ni en un 1% de este material», añade el también director de la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios de Castilla y León. El nuevo museo llevaría implícito un equipo de restauración estable y constante para contar con espacio y personal para abordar, por ejemplo, esa parte de columna recuperada en la primera campaña de Torrelara.

El equipo cuenta con una restauradora desde 2001 pero su dedicación a la conservación de piezas del Museo de Dinosaurios de Salas es intermitente. «Es verdad que el museo necesitaría financiación extra, que está en la espalda de un Ayuntamiento pequeño que hace un gran esfuerzo pero, en el ámbito de la conservación, se necesita un trabajo continuo y estable a lo largo del año», remarca Fidel Torcida.

El material tarda años en excavarse a un ritmo muy lento. Casi tanto como el del compromiso de un nuevo museo regional que permitiría ampliar la exposición de fósiles y la superficie de trabajo durante todo el año. Hoy apenas se puede ver un 10% de la colección.

elcorreodeburgos.com