jueves, 31 de enero de 2019

Un arcosaurio parecido a T.Rex masticaba huesos como las hienas

Excrementos fósiles revelan que el arcosaurio depredador Smok wawelski masticaba los huesos de sus presas en busca de sal y médula, un comportamiento más propio de los mamiferos, como la hiena.   

MARTIN QVARNSTRÖM
La mayoría de los dinosaurios depredadores usaban sus dientes en forma de cuchillas para alimentarse de la carne de sus presas, pero generalmente se cree que no eran trituradores de huesos.

La gran excepción se ve en los tiranosaurios grandes, como el Tyrannosaurus rex, que recorrió América del Norte hacia el final de la era de los dinosaurios. Se cree que los tiranosaurios eran osteófagos (explotando voluntariamente el hueso) en base a los hallazgos de coprolitos o excrementos fósiles) ricos en huesos con marcas de mordedura.

En un estudio publicado en Scientific Reports, investigadores de la Universidad de Uppsala pudieron vincular diez coprolitos grandes a Smok wawelski, uno de los principales depredadores de un conjunto del Triásico Tardío (210 millones de años) desenterrado en Polonia.

140 MILLONES DE AÑOS ANTES QUE T.REX    

Este animal bípedo, de 5 a 6 metros de largo, vivió unos 140 millones de años antes de los tiranosaurios de América del Norte y tuvo una apariencia similar a la T. rex, aunque no está del todo claro si era un verdadero dinosaurio o un precursor similar a un dinosaurio.

Tres de los coprolitos fueron escaneados utilizando microtomografía de sincrotrón. Este método se aplicó recientemente a los coprolitos y funciona como un escáner de TC en un hospital, con la diferencia de que la energía en los rayos X es mucho más fuerte. Esto hace posible visualizar estructuras internas en fósiles en tres dimensiones.

Se demostró que los coprolitos contenían hasta el 50 por ciento de los huesos de animales de presa, como los grandes anfibios y los dicinodontos juveniles. Varios dientes serrados aplastados, probablemente pertenecientes al propio productor de coprolito, también se encontraron en los coprolitos. Esto significa que los dientes fueron aplastados repetidamente contra los alimentos duros (e ingeridos involuntariamente) y reemplazados por otros nuevos.

También se puede encontrar evidencia de un comportamiento de aplastamiento de huesos en los fósiles de los mismos lechos de huesos en Polonia. Estos incluyen dientes desgastados y restos de fósiles ricos en huesos de Smok wawelski, así como numerosos huesos aplastados o picados.

Varios de los personajes anatómicos relacionados con la osteofagia, como una cabeza masiva y un cuerpo robusto, parecen ser compartidos por S. wawelski y los tiranosaurios, a pesar de que están relacionados de forma remota y viven con 140 millones de años de diferencia. Por lo tanto, estos grandes depredadores parecen proporcionar evidencia de adaptaciones de alimentación similares que se adquirieron independientemente al principio y al final de la era de los dinosaurios.

Un primo de los dinosaurios arroja nuevas pistas sobre el pasado de la Antártida

A pesar de estar unida durante millones de años al sur de África, los fósiles de la Antártida son únicos en comparación con otras regiones del planeta.

Crédito: Adrienne Stroup, Field Museum
Resulta complicado imaginar la Antártida sin nieve. Sin embargo, no siempre fue así. De hecho, antes de que Pangea se descompusiera en el inmenso puzle que es hoy en día se encontraba unida al sur de África.

Esto lleva a pensar que las especies que vivían en ambas zonas en el pasado debían ser muy similares. Sin embargo, cada vez son más los fósiles hallados en la Antártida que demuestran que el continente helado ya era único hace miles de años, como si ya estuviese preparado para la separación que estaba por venir.

La última prueba de esta fauna sin igual ha sido mostrada justo hoy, en un estudio de Journal of Vertebrate Paleontology en el que un grupo de científicos del Museo Fields describe el fósil de un pariente de los dinosaurios, del tamaño de una iguana, que ha sido hallado recientemente en la tierra de los pingüinos.

El misterio alimentado por el rey de la Antártida

En el estudio estos investigadores describen el hallazgo de un pequeño archosaurio, al que han bautizado como Antarctanax shackletoni. La primera parte del nombre significa “rey de la Antártida”, mientras que la segunda es un homenaje al explorador Ernest Shackleton. Los archosaurios componen un grupo de animales que tuvo especial importancia en la Tierra durante el Triásico. Dentro de él se encontraban los dinosaurios y los pterosaurios, entre otros. A día de hoy los únicos animales emparentados con ellos que sobreviven son los cocodrilos y las aves. 
El fósil hallado pertenece a un pequeño reptil carnívoro, del tamaño de una iguana
En el caso de este fósil no se encontraba el ejemplar completo, aunque había huesos suficientes para definirlo como un animal carnívoro, que cazaba insectos, anfibios y pequeños antecesores de los mamíferos actuales.

Vivió dos millones de años después de que tuviera lugar una gran extinción masiva, que fulminó al 95% de las especies marinas y el 70% de los vertebrados terrestres, a causa de la inestabilidad creada por un gran número de erupciones volcánicas. A pesar de todo, la vida volvió a florecer y algunos de los grupos animales que sobrevivieron comenzaron a expandirse por todo el planeta. Este fue precisamente el caso de los archosaurios, que antes de la catástrofe vivían solo en las inmediaciones del ecuador, pero comenzaron a extenderse poco a poco por otras regiones durante los siguientes millones de años. Pero esta diversificación se hizo especialmente rica en la Antártida, donde parece ser que se creó un reducto de especies que ya estaban extintas en otros puntos del globo.

Este último hallazgo ayudará un poco más a conocer qué ocurrió exactamente, pero en realidad queda mucho aún por estudiar. Como ha señalado uno de los responsables del hallazgo, Brandon Peecook, en un comunicado de prensa, la Antártida es uno de esos lugares del planeta en los que el ser humano no ha hecho más que empezar a explorar. Seguramente quedan muchos misterios por descubrir sobre aquella Antártida sin hielo, aquella Antártida que podría volver antes de lo que creemos si no tomamos las medidas adecuadas contra el cambio climático a tiempo.

miércoles, 30 de enero de 2019

Descifran cómo se movían los dinosaurios más grandes que vivieron sobre la Tierra

La clave probablemente se encuentra en las poderosas capas de cartílago, lo que permite una gran flexibilidad en las articulaciones, especialmente en el hombro

Reproduccion de dinosaurios en el Museo Paleontologico de Igea . 
/ DANIEL CASTILLO
Huellas de dinosaurios de cuello largo en Marruecos sugieren que orientaban sus patas delanteras hacia delante y los lados, algo que dependía de la velocidad y el centro de masa de aquellos gigantes. Un equipo internacional de investigadores investigó numerosas huellas de dinosaurios al pie de las montañas del Atlas utilizando métodos de vanguardia. Al compararlos con otras pistas de saurópodos, los científicos determinaron cómo avanzaban estos animales que desplazaban docenas de toneladas de peso. Los resultados han sido publicados en el 'Journal of Vertebrate Paleontology'.

Los dinosaurios de cuello largo (saurópodos) figuraron entre los herbívoros más exitosos de la Era Mesozoica, la edad de los dinosaurios. Las características de este grupo eran un cuerpo en forma de barril con patas columnares y un cuello extremadamente largo, que terminaba en una cabeza relativamente pequeña.

Los dinosaurios de cuello largo existieron desde hace aproximadamente 210 a 66 millones de años, por lo que pudieron consolidarse durante un periodo muy largo. También su gigantismo, con el que superaron a otros dinosaurios, apunta a su éxito.

Los saurópodos incluyeron a los animales terrestres más grandes en la historia de la Tierra, algunos de más de 30 metros de largo y hasta 70 toneladas de peso. «Sin embargo, todavía no está claro cómo se movieron exactamente estos gigantes», dice Jens Lallensack, paleontólogo del Instituto de Geociencias y Meteorología de la Universidad de Bonn en Alemania. Las articulaciones de las extremidades eran parcialmente cartilaginosas y, por lo tanto, no se fosilizaron, lo que permitió solo conclusiones limitadas sobre el rango de movimiento.

Las piezas faltantes del rompecabezas se pueden reconstruir con la ayuda de huellas fósiles de aquellos gigantes. Un equipo internacional de investigadores de Japón, Marruecos y Alemania, dirigido por la Universidad de Bonn, ahora ha investigado un sitio único en Marruecos, al pie de las montañas del Atlas. El sitio consta de una superficie de 54 x 6 metros que se colocó verticalmente durante la formación de montañas y muestra cientos de huellas individuales, algunas de las cuales se superponen. Una parte de estas huellas podría asignarse a un total de nueve vías (secuencias de huellas individuales).

«La elaboración de pistas individuales a partir de este lío de huellas confusas fue un trabajo de detective y solo fue posible a través del análisis de modelos 3D de alta resolución en la computadora», dice Oliver Wings, de la Universidad Martin Lutero en Wittenberg (Alemania).

Los investigadores quedaron asombrados por los resultados: las vías son extremadamente estrechas, las huellas derecha e izquierda están casi en línea. Además, las impresiones del antepié no se dirigen hacia delante, como es típico en las pistas de saurópodos, sino que apuntan hacia un lado y, a veces, incluso hacia atrás oblicuamente. Aún más: los animales pudieron cambiar entre ambas orientaciones según fuera necesario. «Las personas pueden girar las palmas hacia abajo cruzando el cúbito y el radio», dice Michael Buchwitz, del Museo de Historia Natural de Magdeburgo.

Sin embargo, este movimiento complicado se limita a los mamíferos y camaleones en los vertebrados terrestres de hoy. No fue posible en otros animales, incluidos los dinosaurios. Los saurópodos, por lo tanto, deben haber encontrado otra forma de girar el antepié hacia adelante.

¿Cómo puede explicarse la rotación del antepié en las pistas de saurópodos? La clave probablemente se encuentra en las poderosas capas de cartílago, lo que permite una gran flexibilidad en las articulaciones, especialmente en el hombro. Pero ¿por qué las manos giraban hacia afuera? «Las manos exteriores con palmas opuestas fueron la condición original en los antepasados bípedos de los saurópodos», explica Shinobu Ishigaki de la Universidad de Ciencias de Okayama, Japón. Por lo tanto, la pregunta debería ser por qué la mayoría de los saurópodos giraron hacia adelante, un movimiento anatómicamente difícil de implementar.

Un análisis estadístico de las pistas de saurópodos de todo el mundo podría proporcionar pistas importantes: al parecer, los animales tendían a tener la parte delantera orientada hacia afuera cuando la pata delantera no se usaba para la locomoción activa, sino solo para cargar peso corporal.

Por lo tanto, las patas delanteras a menudo giraban más hacia afuera cuando el animal se movía lentamente y el centro de masa del cuerpo estaba muy atrás. Solo si también se usaban para el avance, un antepié dirigido al frente era ventajoso. Además, el análisis mostró que la rotación externa de la parte delantera estaba limitada a individuos más pequeños, mientras que en animales más grandes se dirigían principalmente hacia adelante. Los animales grandes aparentemente ya no podían girar sus patas delanteras de lado. «Esta pérdida de movilidad fue probablemente un resultado directo de su gigantismo», dicen los investigadores.

Un pequeño dinosaurio chino ofrece pistas sobre el origen del vuelo

Análisis moleculares en plumas de fósiles de un pequeño dinosaurio con plumas del Jurásico ayudan a identificar cuándo desarrollaron la capacidad de vuelo durante la transición de dinosaurio-ave.

MATT MARTYNIUK/CREATIVE COMMONS.
'Anchiornis' era un pequeño dinosaurio de cuatro alas con plumas que vivía en lo que hoy es China hace unos 160 millones de años, casi 10 millones de años antes del 'Archaeopteryx', la primera ave reconocida. Un equipo de investigadores del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing, en China, la Universidad Estatal de Carolina del Norte y la Universidad de Carolina del Sur, en Estados Unidos, analizaron las plumas de 'Anchiornis' para ver cómo diferían a nivel molecular de las de las aves fósiles más jóvenes y las aves modernas.

"Las plumas modernas de las aves están compuestas principalmente de beta-queratina, una proteína que también se encuentra en la piel, las garras y los picos de reptiles y aves. Las plumas difieren de estos otros tejidos que contienen beta-queratina, porque la proteína de la pluma se modifica de una manera que los hace más flexibles", dice en un comunicado la coautora de un artículo que describe la investigación Mary Schweitzer, profesora de Ciencias Biológicas en la Unversidad de Carolina del Norte con una cita conjunta en el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte.   

"En algún momento durante la evolución de las plumas, uno de los genes de la beta-queratina experimentó un evento de eliminación, haciendo que la proteína resultante fuera un poco más pequeña. Esta eliminación cambió la biofísica de la pluma a algo más flexible, un requisito para el vuelo. Si podemos señalar cuándo, y en qué organismos, se produjo ese evento de eliminación, comprenderemos mejor cuándo evolucionó cuándo evolucionó el vuelo durante la transición de los dinosaurios a las aves", subraya.

EXPRESIÓN DE DOS PROTEÍNAS EN LAS PLUMAS   

Los investigadores, liderados por Yanhong Pan, investigador visitante del Instituto Nanjing, examinaron plumas fosilizadas de 'Anchiornis', usando microscopía electrónica de alta resolución, así como múltiples técnicas químicas e inmunológicas para determinar la composición molecular de las plumas. Hicieron lo mismo con otras plumas de las eras Mesozoica y Cenozoica, así como con otros tejidos de beta-queratina que no se esperaba que mostraran esta eliminación, y luego compararon los resultados con plumas y tejidos de aves modernos.   

Encontraron que las plumas de 'Anchiornis' estaban formadas por beta-queratinas y alfa-queratinas, una proteína que todos los vertebrados terrestres tienen, incluidos los mamíferos. Esto fue sorprendente porque la alfa-queratina está presente solo en pequeñas cantidades en las plumas modernas. Además de coexpresar ambas proteínas de la queratina, las plumas de 'Anchiornis' ya habían sufrido el evento de eliminación que diferencia a las plumas de otros tejidos.  

"Los relojes moleculares, que utilizan los científicos como puntos de referencia para la divergencia genética y evolutiva, predicen que la eliminación, y por lo tanto las plumas de vuelo funcionales, evolucionaron hace unos 145 millones de años --dice Schweitzer--. 'Anchiornis' es millones de años más viejo, pero tiene la forma de proteína acortada. Este trabajo muestra que podemos utilizar datos de fósiles moleculares para mejorar los relojes moleculares y su precisión. Podemos comenzar a programar los eventos genéticos en la transición de dinosaurio-ave a través de ausencia o presencia de estas dos queratinas. Los datos también proporcionan más información sobre cómo evolucionaron las plumas para permitir el vuelo".   

Los detalles del trabajo, del que Pan es el autor principal, se publican en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

martes, 29 de enero de 2019

Yacimiento de Costalomo-Ruta Tierra de Dinosaurios (1)

HOMBRE GEOLÓGICO

Huella de Atila. Foto: C.A.S.
Con esta nueva entrega viajaremos hasta una región ubicada al sureste de la provincia de Burgos. Nuestro camino comenzará en la comarca de Salas de los Infantes, una pequeña región en la que se encuentra el yacimiento de Costalomo, uno de los enclaves de icnitas (huellas fósiles) de dinosaurio más importantes de España. Forma de hecho parte de la candidatura de icnitas de dinosaurio de la península ibérica a Patrimonio de la Humanidad por UNESCO presentada en 2010, aunque aún no han sido declaradas como tal. Y aunque podría formar parte del contexto geológico de Fósiles e Icnofósiles del Mesozoico continental, lo cierto es que no está incluido en él.

Imagen de las huellas fósiles en relieve del yacimiento de 
Costalomo  (obtenida de fundaciondinosaurioscyl.com)
Además de este yacimiento la localidad de Salas de los infantes cuenta con un museo arqueológico y paleontológico que iremos descubriendo en próximas entradas, al igual que otros 3 yacimientos de icnitas de gran importancia ubicados en las proximidades de esta comarca. Todos estos lugares conforman la conocida como ruta Tierra de Dinosaurio, que permite conectarlos entre sí al tiempo que ofrece a los visitantes un viaje increíble por tierras burgalesas, permitiéndole vislumbrar una ventana al pasado a través de la cual es posible conocer cómo era y quién vivía en esta región durante el periodo Cretácico inferior, hace entre 120 y 140 millones de años (recordemos la entrada El Mesozoico, cuando los reptiles dominaban la Tierra).

Imagen del mapa terrestre en el periodo Cretácico, momento en el que la 
península Ibérica era archipiélago de islas ubicadas entre Europa y África 
(agrega.juntadeandalucia.es)
Además de su ubicación y su datación, estos cuatro yacimientos comparten otras características en común: son yacimientos de huellas fósiles de dinosaurios, declarados BIC (Bien de Interés Cultural) por la Junta de Castilla y León; están vinculados a un mismo ecosistema subtropical, compuesto de coníferas, helechos acuáticos y arbóreos (como corroboran las plantas fósiles encontradas en algunos de estos yacimientos y que hoy en día se pueden ver en el museo); y que todos presentan relación con la presencia de cauces, llanuras fluviales de grandes ríos y lagos poco profundos, que permitieron la formación de las huellas fósiles cuando los dinosaurios caminaron por sus superficies embarradas.

Imagen ejemplo de un paisaje de un entorno acuático en el Cretácico
(larazóndigital.es)
El yacimiento de Costalomo comenzó a excavarse en 2003, ante la existencia de unas 30 huellas de gran relevancia que se encontraban a la intemperie. Tras este proceso fueron descubiertas un total de 239 icnitas datadas del periodo Cretácico inferior, con unos 130 millones de años de antigüedad, todas ellas formadas en lo que fueron las orillas del inmenso río que surcaba la zona de Salas de los Infantes en aquel momento. Estas huellas conforman distintos rastros (huellas correlativas pertenecientes a un mismo dinosaurio) de una gran importancia y singularidad como a continuación veremos, siendo por este motivo su declaración como BIC en 2005.

Imagen parcial de las huellas que componen el yacimiento de Costalomo 
(fundaciondinosaurioscyl.com)
Los rastros descubiertos, tras haber sido minuciosamente estudiados, se han ido clasificando y relacionando con diversas especies de dinosaurios, un trabajo mucho más difícil de lo que parece. Una de estas especies fue el iguanodón, un dinosaurio herbívoro que se movía en mandas y que poseía la habilidad para caminar a dos o a cuatro patas. Estas huellas son una de las más valiosas, ya que los rastros de este tipo no son muy comunes en el resto del mundo. Además de sus huellas, en este yacimiento han sido hallados restos prácticamente completos de los esqueletos de estos inmensos animales, que actualmente se conservan en el Museo de Dinosaurios de Salas.

Reconstrucción de cómo podría ser un ejemplar de iguanodón, realizada 
por Andrés Serna.
Otra de los tipos de huellas encontrados en el yacimiento de Costalomo conforman dos rastros que se han relacionado con dinosaurios saurópodos, que son los enormes herbívoros cuadrúpedos de cuello y cola largos. Estas huellas tienen además la peculiaridad de estar en relieve, convirtiendo este rastro en algo único en el mundo. Para corroborar que se trata de esta clase de animales, en la comarca de Salas de los Infantes se han recuperado diversos huesos de este tipo de dinosaurios, destacando en especial los restos del espécimen recuperado en el yacimiento de El Oterillo por su inmenso tamaño. Se trata de una escápula (hueso del hombro) que tiene una longitud de 1,68 metros, por lo que el dinosaurio pasó fácilmente de los 25 metros de longitud, lo que le convierte en unos de los más grandes de Europa.

Imagen de la excavación en el Yacimiento del Oterrillo II de un ejemplar de
Saurópodo (fundaciondinosaurioscyl.com).
También han aparecido en el yacimiento de Costalomo una serie de huellas de escasas dimensiones que han sido atribuidas a dinosaurios carnívoros de pequeño tamaño. Esta es también la primera cita de este tipo de huellas en Burgos y, de nuevo, son únicas debido a que otra vez lo que hemos encontrado son el relieve sobre el estrato. Pero si hay unas huellas importantes en el yacimiento de Costalomo estas son las que pertenecen a un rastro formado por doce huellas tridáctilas de entre 65 y 75 cm, con dedos largos y esbeltos acabados en garras. El espectacular rastro se ha relacionado con un dinosaurio carnívoro de al menos 10 metros de longitud y 4 de altura. En base a la distancia entre las huellas, se ha podido también saber que este ejemplar se estaba moviendo muy lentamente, quizás acechando alguna presa, ya que los pasos que encontramos en el rastro son muy cortos. La importancia de estas huellas reside en dos factores, uno de ellos su perfecto estado de conservación, que permite apreciar las potentes garras con las que estaban dotadas las patas de este animal y, sobre todo, porque estas huellas se han preservado como relieves sobre la roca, algo único en todo el mundo.

Imagen de las huellas tridáctila con la garra en relieve sobre la roca 
(fundaciondinosaurioscyl.com).
El proceso de formación como podemos observar en el siguiente esquema, cuenta con cinco fases: En primer lugar el dinosaurio pisa sobre barro muy blando y plástico bajo el que hay una capa de arenas, hundiendo su pie hasta contactar con la capa arenosa, después debido a la textura del barro y a su forma de caminar, el dinosaurio no rompe su huella si no que la retira hacia atrás dejando su molde en el barro, posteriormente, nuevas arenas cubren y rellenan la huella, estas arenas una vez consoliden se soldarán con la capa de arenas inferiores que sujetarán la huella, con el paso del tiempo esa arena se transforma en roca y millones de años después la erosión y las excavaciones paleontológicas sacan a la luz estas impresionantes huellas.

Imagen del esquema de formación de las huellas en relieve de Costalomo 
(fundaciondinosaurioscyl.com).
Tras conocer el proceso de formación de este rastro, nos podemos dar cuenta de que no son exactamente huellas sino más bien perfectas réplicas del pie de los dinosaurios que las produjeron en 3D, algo único en el mundo, aquí radica su importancia y su excepcionalidad.

Como habéis podido descubrir, el yacimiento paleontológico de Costalomo es uno de los más importantes, no solo a nivel nacional sino también a nivel mundial, debido a sus características únicas y a su estado de conservación. Esto lo convierte en un destino geológico más que recomendable de visitar, que unido al resto de yacimientos que conforman la Ruta Tierra de Dinosaurios, los cuales iremos conociendo en próximas entradas, no dejarán a nadie indiferente.


sábado, 26 de enero de 2019

Boletín Informativo número 72, otoño 2018

Os adjuntamos el último Boletín informativo número 72 de la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León. Podéis descargaros aquí el boletín septuagésimo segundo de nuestra Fundación Dinosaurios CyL.




































viernes, 25 de enero de 2019

Jornadas 2019: XXXV Jornadas de Paleontología de la SEP

Presentación

Las XXXV Jornadas de Paleontología de la Sociedad Española de Paleontología se celebrarán en la ciudad de Baza (Granada), del 2 al 5 de octubre de 2019, y las organizará el Institut Catalá de Paleoecologia Humana i evolució Social (IPHES) y la Universidad de Málaga (UMA), con la colaboración del Ayuntamiento de Baza, la Universidad a Distancia (sede de la UNED en Baza), la Universidad de Granada (UGR) y la Universidad Rovira i Virgili (URV).

El tema principal de las XXXV Jornadas de Paleontología se centrará en “Patrimonio paleontológico y desarrollo”.

Podréis encontrar más información sobre las mismas en la primera circular (enlace).


Conoce a Eretmorhipis carrolldongi, el ornitorrinco del Triásico

Ningún animal vivo se parece a un ornitorrinco, pero hace unos 250 millones de años, algo así nadó en mares poco profundos en lo que hoy es China, encontrando presas al contacto con un pico cartilaginoso.   

Un artículo sobre el recién descubierto reptil marino 'Eretmorhipis carrolldongi' del periodo Triásico inferior se publica este jueves en la revista 'Scientific Reports'.

GIANLUCA DANINI
Además de su pico similar al del ornitorrinco, 'Eretmorhipis' tenía aproximadamente 70 centímetros de largo, con un cuerpo largo y rígido, cabeza pequeña y ojos diminutos, y cuatro aletas para nadar y moverse. Además, por su espalda corrían láminas huesudas.

Previamente, se conocía 'Eretmorhipis' solo por fósiles parciales sin cabeza, explica el coautor del artículo, Ryosuke Motani, paleontólogo del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad de California, Davis, en Estados Unidos. "Es un animal muy extraño --apunta Motani--. Cuando empecé a pensar en la biología, me quedé realmente perplejo".

Los dos nuevos fósiles muestran que el cráneo del animal tenía huesos que habrían sustentado un pico de cartílago. Al igual que el ornitorrinco moderno, hay un gran agujero en los huesos en el centro del pico. En el ornitorrinco, el pico está lleno de receptores que le permiten cazar al tacto en arroyos fangosos.

A principios del Triásico, el área estaba cubierta por un mar poco profundo, de aproximadamente un metro de profundidad, sobre una plataforma de carbonato que se extendía a lo largo de cientos de millas. Se encontraron fósiles de 'Eretmorhipis' en lo que eran hoyos más profundos, o lagunas, en la plataforma. No hay fósiles que muestren qué comió 'Eretmorhipis', pero probablemente se alimentó de camarones, lombrices y otros invertebrados pequeños, señala Motani.

Su cuerpo largo y huesudo significa que 'Eretmorhipis' probablemente fue un mal nadador, añade Motani. "No sobreviviría en el mundo moderno, pero no tenía rivales en ese momento", destaca.   

Relacionado con los ictiosaurios parecidos a los delfines, 'Eretmorhipis' evolucionó en un mundo devastado por el evento de extinción masiva al final de la Era Pérmica. El fósil proporciona más evidencia de la rápida evolución que se produjo durante el Triásico temprano, concluye Motani.

miércoles, 23 de enero de 2019

Hallan en Calama restos de un reptil volador

En el sector de Cerritos Bayos se encuentra un grupo de investigadores y paleontólogos de la Universidad de Chile, desenterrando fósiles de hace más de 150 millones de años atrás.

Según informó El Mercurio de Calama, esta zona, hoy desértica, hace 150 millones de años estuvo cubierta por el mar y fue habitada por enormes especies, como peces y reptiles que luego se extinguieron.

Años después de que los mares se secaran, los restos paleontológicos de esta fauna prehistórica permanecieron bajo tierra producto de la erosión, transformando la zona en una de las más ricas a nivel nacional en esta área.

Hoy, Calama se ha convertido en el epicentro nacional de la paleontología. De hecho desde el 12 de diciembre un grupo de investigadores de la Universidad de Chile, en conjunto con personal de la Corporación de Cultura y Turismo, se encuentran en el sector de Cerritos Bayos, excavando un Tliosaurio, un reptil que vivió hace más de 150 millones de años atrás.

Sin embargo, este no es el único hallazgo que se ha realizado en esta zona. De hecho, en el último Congreso de Paleontología realizado en Punta Arenas, se dio a conocer el hallazgo de un reptil volador (pterosaurio), el que según explican son las especies de este tipo, más al norte, que se han encontrado.

Proyecto

Jhonatan Alarcón, paleontólogo de la Universidad de Chile, explica que en la actualidad se encuentran en la zona en el marco del proyecto Anillo Conicyt de Investigación y Ciencia (Proyecto ACT172099).

El equipo de trabajo es liderado por el paleontólogo Rodrigo Otero y se está trabajando en asociación con el museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama, dependiente de la Corporación del Cultura y Turismo de Calama.

Alarcón comenta que este proyecto se basa en “la búsqueda y el estudio de vertebrados fósiles y nosotros nos encontramos en Cerritos Bayos, en específico escarbando un vertebrado, un reptil marino”, dijo y agregó que para esta excavación hay varios paleontólogos y también un técnico de Argentina.

Explica que no es la primera vez que vienen a esta zona. “Hemos tenido unas campañas anteriores en búsqueda de otros vertebrados, búsqueda de vertebrados marinos del Jurásico”, dijo Alarcón.

Los investigadores estarán hasta el 20 de diciembre, donde tras excavar y retirar los restos paleontológicos del Tliosaurio, serán llevados para que sean estudiados por los investigadores.

“Se compara con miembros conocidos del grupo y ahí se determina si se trata de una nueva especie o de algo ya conocido”, explica el profesional.

Tras ese trabajo, los descubrimientos pueden difundirse ya sea a través de revistas científicas, charlas o encuentros.

En tanto explicó que los restos, luego de ser estudiados son devueltos al museo de historia natural que está en Calama.

Riqueza

El investigador de la Universidad de Chile explica que el sector de Cerritos Bayos, es una zona privilegiada para la búsqueda de este tipo de fósiles.

“En específico, Cerritos Bayos es bastante rico en fauna marina del Jurásico, de alrededor de 150 millones de años y hay invertebrados marinos y bastantes vertebrados que habitaron en esa época, en lo que ahora es el Desierto de Atacama, en específico en esta localidad que es bastante rica, son relativamente abundantes este tipo de hallazgos”, sentenció Jhonatan Alarcón.

En este sentido dijo que aún cuando hay mucha riqueza paleontológica en esta zona, todavía existe desconocimiento de la ciudadanía del tesoro que tenemos en nuestras manos.

“Muchos no tienen idea de lo que tienen en su ciudad, en las cercanías y por eso tampoco está muy protegido, ni lo valorado de que lo debería ser , pero es más que nada porque no se conoce mucho. Nosotros una de las labores es dar a conocer estos hallazgos y hacer que esto cambie”, puntualizó el paleontólogo investigador.

Respecto al trabajo que se hace en terreno, Jhonatan Alarcón cuenta que antes de empezar a excavar, se solicita permiso.

Tras ello, se recorre la zona que se sabe que hay antecedentes de hallazgos anteriores y que tenga las características adecuadas para conservar restos y una vez que se encuentran estos restos, se procede a la excavación con herramientas manuales principalmente.

Colaboración

Gran parte de la colección de restos paleontológicos que están al resguardo en el Museo de Historia Natural y Cultural del Desierto de Atacama, han sido recolectados por el equipo liderado por el director del Área Museo y Patrimonio de la Corporación de Cultura y Turismo, Osvaldo Rojas.

Él, se encuentra trabajando junto a los investigadores de la U. de Chile.

“El museo de Historia Natural, entidad que pertenece ala Corporación de Cultura y Turismo de Calama, dentro de los principales postulados que mantiene es la proyección y la difusión del patrimonio cultural regional. En ese contexto hemos trabajado con múltiples investigadores a nivel nacional en las materias de sus especialidades”, explicó Rojas.

Dijo que dentro de estas especialidades están los paleontólogos. “Hemos tenido la suerte de poder contar con profesionales de primer nivel en la interpretación de los restos que guardo en las colecciones del museo y principalmente, en el ámbito de la paleontología. Hemos podido darnos cuenta que, dentro de todos los vestigios que encontramos, aparecen restos de los más variados animalitos prehistóricos que poblaron este territorio”.

Respecto de la importancia que tiene esta zona para el área de la paleontología, Rojas comentó que hasta este lugar han llegado investigadores no sólo de Chile, sino que también de otros países.

“La Corporación ha hecho alianzas principalmente con la Universidad de Chile en esta materia, a través de la Red Anillo Paleontológico que nos permite investigar e interpretar este rico patrimonio cultural”, señala Osvaldo Rojas.

Además resalta que los investigadores han venido varias veces durante el año y que durante estas visitas realizan charlas a los estudiantes. “Con el propósito de que entreguen estos conocimientos a nuestros estudiantes que son nuestro público objetivo y es una de las principales misiones que tenemos como Corporación”, puntualizó Osvaldo Rojas.

Pterosaurios

Estos últimos días se publicó por la prensa nacional el hallazgo de reptiles voladores, uno de ellos fue en Calama y fue hecha por Osvaldo Rojas.

Los avances de este hallazgo fueron presentados en el último encuentro de paleontología en Punta Arenas.

La importancia de este hallazgo es que se trata de una especie que, por primera vez, se encuentra en Chile.

Según comentó el paleontólogo de la universidad de Chile, Jhonatan Alarcón lo que encontró Rojas fue una parte de este reptil volador, conocido como pterosaurio y que al parecer, se trata de una de las alas.

Se estima que esta especie se extinguió hace unos 66 millones de años atrás, son abundantes en Europa, especialmente en Alemania.

Dientes de tiburón descubiertos en una roca que alojó un T. Rex fósil

Dientes fósiles de un tiburón de la era de los dinosaurios han aparecido en la misma roca de la que se extrajó un famoso fósil de Tiranosuario Rex en Dakota del Sur hace 20 años.  

(C) VELIZAR SIMEONOVSKI, FIELD MUSEUM
El T. Rex SUE es el fósil más famoso de la Formación Hell Creek de Dakota del Sur, el esqueleto más completo jamás descubierto del dinosaurio más popular del mundo.   

Cuando los científicos del Field Museum retiraron la roca que rodeaba los huesos de SUE hace 20 años, mantuvieron el sedimento sobrante (llamado matriz).

Durante décadas, la matriz sobrante estuvo almacenada bajo tierra en el museo, hasta que los científicos y voluntarios comenzaron a rebuscar meticulosamente en busca de pequeños fósiles. De esta forma, encontraron restos de un tiburón que vivía en un río del que SUE probablemente bebía.

"Este tiburón vivió al mismo tiempo que el T. rex SUE, era parte del mismo mundo", dice Pete Makovicky, conservador de dinosaurios del Museo Field y uno de los autores del estudio que describe la nueva especie y que se publica en 'Journal of Paleontology'. "La mayor parte de su cuerpo no estaba preservado, porque los esqueletos de los tiburones están hechos de cartílago, pero pudimos encontrar sus diminutos dientes fosilizados", subraya.

El equipo, dirigido por Terry Gates, de 'North Carolina State University' (Estados Unidos), nombró al tiburón 'Galagadon nordquistae', un guiño a sus dientes, que tienen una forma de triángulo escalonado como las naves espaciales en el videojuego Galaga de 1980, y Karen Nordquist, voluntaria del museo que descubrió los fósiles.

"Era tan pequeño, que podría perderse si no estabas mirando con mucho cuidado", dice Nordquist, un químico retirado que ha estado tamizando a través de la tierra para encontrar pequeños fósiles para el museo durante 15 años. "A simple vista, solo se ve como un pequeño bulto, hay que tener un microscopio para poder verlo bien", añade.

UN TIBURÓN PEQUEÑO  

Los dientes solo tienen un milímetro de ancho, aproximadamente el diámetro de la cabeza de un alfiler, y el tiburón al que pertenecían también era pequeño. "Galagadon' tenía menos de dos pies de largo --dice Makovicky--. Es comparable a los tiburones bambú que viven en la actualidad. Probablemente, tenía una cara plana y probablemente tenía colores de camuflaje; como sus parientes hoy tienen un patrón de camuflaje. Habría comido invertebrados pequeños y probablemente pasaron una buena cantidad de tiempo recostados en el fondo del cauce”.

Pero mientras 'Galagadon' no rompe registros de ningún tamaño, su descubrimiento está haciendo que los científicos cuestionen lo que pensaron que sabían sobre el área donde se encontró el T. rex SUE. "Siempre habíamos pensado que la localidad de SUE era un lago formado por un río parcialmente seco. La presencia de este tiburón sugiere que debe haber al menos alguna conexión con los ambientes marinos --dice Makovicky--. Estos animales se dirigían hacia los ríos desde el mar".

"Hoy en día, los tiburones alfombra, que incluyen tiburones de bambú y orectolóbidos, viven en su mayoría en las aguas del sudeste asiático y Australia, por lo que es sorprendente encontrar sus fósiles en la localidad de SUE. Durante el Cretácico tardío, los continentes continuaron separándose, aislando aún más a los dinosaurios y otros animales terrestres, y al mismo tiempo crearon los océanos Atlántico e Índico. Con ocasionales vías marítimas que conectan estos océanos jóvenes, hemos encontrado fósiles de vida marina que florecen a nivel mundial, incluyendo 'Galagadon' y sus parientes ", dice Eric Gorscak, investigador asociado del Museo Field y otro de los autores del estudio.  

El estudio también refleja la importancia de aprender sobre fósiles más allá de dinosaurios grandes y llamativos. "Cada especie en un ecosistema desempeña un papel de apoyo, al mantener a toda la red unida", dice Terry Gates, profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y afiliado de investigación del Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte y autor principal del artículo que describe al tiburón. "No hay manera de que entendamos qué cambió en el ecosistema durante el tiempo de la extinción en masa al final del Cretácico sin conocer todas las maravillosas especies que existían antes", añade.

"La mayoría de las personas, cuando piensan en fósiles, piensan en grandes huesos de dinosaurios enormes, pero en la tierra hay huesos de pequeños animales --dice Nordquist--. Cuando obtienes esos huesos y los identificas, tienes una idea de todo el entorno: todo lo que vivió con los grandes dinosaurios".

martes, 22 de enero de 2019

Hallan los sillares visigóticos de Quintanilla de las Viñas

En el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes hay dos réplicas de estos dos sillares hechos por Ricardo Santamaría ("el de Contreras") en 1999 para el museo salense. 

Robados en 2004, han sido encontrados por Arthur Brand, el 'Indiana Jones' del arte, en el jardín de una familia aristocrática al norte de Londres

Los dos relieves visigóticos sustraídos de la ermita de Quintanilla de las Viñas en 2004 han sido encontrados en el jardín de una familia aristocrática al norte de Londres. Ha sido Arthur Brand, conocido detective del arte, el que ha dado con ellos tras casi una década de pesquisas. Fueron entregados ayer en la Embajada de España en Londres, donde fueron reconocidos por la directora del Museo de Burgos, Marta Negro. Pronto viajarán a España y serán sometidos a rehabilitación antes de que puedan ser expuestos, previsiblemente en el Museo de Burgos. Los sillares, que datan del siglo VII y de valor incalculable, fueron vendidos como elementos decorativos de jardín.

Paleoartistas: así trabajan los retratistas de la prehistoria

Mauricio Antón.
Los artistas no suelen visitar los museos donde se exponen sus obras. Mauricio Antón lo hace con calma, sabiéndose anónimo. Pasea por las silenciosas salas de uno de los museos más visitados de España observando los cuadros –sus cuadros–, explicando detalles, rememorando anécdotas. A su alrededor, los visitantes admiran las pinturas con fruición, pero ninguno parece sospechar que tiene a su autor a escasos metros.

Solo la responsable de la tienda del museo parece reconocerle.

—¡Ya no te vemos por aquí nunca! —le espeta con una sonrisa.

—Ya, es que ahora trabajo en el laboratorio —responde él, azorado, las manos enterradas en los bolsillos, la sonrisa colgada del labio. Antón busca inspiración en sitios extraños como laboratorios, excavaciones o la sabana africana.

Tarbosaurus. Mauricio Antón.
Los prefijos importan, así que deberíamos matizar que Mauricio Antón no es simplemente artista; él es paleoartista. Se conoce con este nombre al reducido gremio de ilustradores que recrean, basándose en criterios científicos, especies de fauna y flora extintas hace millones de años.

Sus obras se exponen en los museos más importantes del mundo, se reproducen en libros y documentales de audiencias planetarias. Sin embargo, pocas veces se les pone nombre. 

Mauricio Antón y Raúl Martín son quizá los paleoartistas más reconocidos de España. Sus obras conviven en la sección de paleobiología del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, por el que hoy pasea el primero. Martín está especializado en paleozoico y mesozoico; en dinosaurios, vaya. Antón se ha ido decantando más por el terciario.

Enormes mamuts, curiosos neandertales y amenazantes tigres de dientes de sable pueblan sus dibujos. Este último es su animal totémico, su preferido. «Me encantan los dinosaurios, pero cada uno tiene una debilidad. La mia es esta», dice mientras pasea por el museo.

Se detiene al llegar a uno de sus cuadros. El yacimiento de Batallones, en Madrid, es uno de los más importantes del mundo por la gran cantidad de restos de depredadores que en él se han encontrado.

Esto se representa fielmente en la ilustración de Antón, donde se ven varios tipos de canes y felinos acechando entre la maleza. El conjunto es equilibrado y evocador, una pradera salpicada de animales que resultan familiares a la vez que extraños; un paisaje más propio de un safari extraterrestre que de la campiña madrileña.  
“Existen animales, ecosistemas, mundos enteros que son maravillosos y la gente no los conoce. Solo están en las mentes de unos cuantos científicos” MAURICIO ANTÓN. PALEOARTISTA
Puede tener una pátina artística, pero lo cierto es que no hay nada arbitrario en esta pintura. Ni los animales, ni su color, ni su postura. «Miro que el conjunto tenga una buena composiciòn», reconoce Antón, «pero en la mayoría de detalles estoy muy atado por las investigaciones». Esta yuxtaposición entre lo artístico y lo científico hace que el proceso de creación de los cuadros sea, a veces, un trabajo de equipo.

Antón trabaja con los paleontólogos para comprender, a partir de unos huesos, cómo podían ser estos animales prehistóricos. Insuflar carne y vida a un montón de fósiles y plasmarlo en un dibujo. En el caso de Batallones, la pintura se realizó en mes y medio, pero resume gráficamente 30 años de investigaciones y descubrimientos. «Ha sido mi mayor colaboración con este museo, el ir dando forma a toda la información que se ha ido recopilando en todos estos años», explica.

Antes de hacer el cuadro definitivo, el artista debe hacer un estudio fisiológico de cada animal que aparecerá en él. Antón, por tanto, no empieza haciendo un boceto, sino dibujando huesos. Después les añade músculos y finalmente superpone una última capa de pelo y piel para hacerse una idea del aspecto final de un animal. Estos estudios no aparecen en sus ilustraciones finales, pero son necesarios para lograr una representación fiel del animal.

Pocas instituciones están dispuestas a contratar a un paleoartista para hacer una pieza original. Por eso, es muy probable que ya hayas visto antes alguno de los trabajos de Mauricio Antón, pues sus ilustraciones se replican con asiduidad en museos y publicaciones.

Pelecanimimus. Mauricio Antón.
No pasa solo con su trabajo, las ilustraciones en este género suelen repetirse en bucle, incluso para ilustrar periodos o zonas distintas. «Y es una pena porque existen animales, ecosistemas, mundos enteros que son maravillosos y la gente no los conoce. Solo están en las mentes de unos cuantos científicos», lamenta el pintor.

Mauricio Antón sigue paseando por el museo, que poco a poco se llena de visitantes. Dirige sus andares distraídos a esqueletos y reconstrucciones «Este está mal montado», susurra en tono confidente.

Nos paramos ante otra de sus ilustraciones, mientras él va explicándola profusamente. Es un simple cuadro, pero encierra más información de la que puede parecer. «La ilustración es una forma de traducir los datos científicos y que puedan ser asimilados por todo el mundo. Estas ilustraciones tienen el potencial de llegar muy rápidamente a los niños», comenta el paleoartista. 
"Nos dijeron que esto en España nunca se podría publicar porque no interesa, no va en nuestra cultura. Cinco años después llegó Parque Jurásico y empezó la fiebre de los dinosaurios" MAURICIO ANTÓN. PALEOARTISTA
A él, de hecho, su vocación le llegó de niño. «Tenía siete u ocho añitos; vi dibujos de fauna prehistórica y me quedé fascinado», explica. Asegura que esta profesión tiene una motivación emocional, «te atrae antes de que lo puedas racionalizar mucho», reflexiona.

Mauricio Antón supo que quería ser paleoartista de niño y mantuvo esa condición de adulto, aunque el término ni siquiera existía por aquel entonces. Después de estudiar bellas artes en Venezuela volvió a la España de los 80 con la maleta llena de pinturas y expectativas.

Homo ergaster. Mauricio Antón.
Probó suerte como pintor surrealista, colando en sus cuadros algún dinosaurio, algún tigre de dientes de sable… Pero la suerte se le escurría. «Aquí las modas iban más por el expresionismo abstracto, era la época de la movida… y yo no encajaba. Mis exposiciones tuvieron un éxito, digamos, moderadito», comenta con sorna.

Los fracasos le fueron encaminando hacia su auténtica vocación. Empezó a colaborar con un conocido suyo, José Luís Sanz, que está considerado el mayor experto en dinosaurios de España. Su primer proyecto conjunto fue un libro sobre estas bestias pretéritas que nunca vio la luz. «Nos dijeron que esto en España nunca se podría publicar porque no interesa, no va en nuestra cultura. Cinco años después llegó Parque Jurásico y empezó la fiebre de los dinosaurios».

Puede que aquel proyecto no prosperara, pero la colaboración continuó, como bien muestran los paneles del museo en el que nos encontramos. Después vendría la BBC, con la que trabajó en la serie Caminando entre bestias; National Geographic, para el que realizó ilustraciones de varios homínidos; o la Universidad de Columbia, con la que ha publicado diversos libros.

El museo empieza a llenarse y los niños se agolpan ante los esqueletos y las ilustraciones. Podemos ver de primera mano esa fascinación infantil por la fauna pretérita de la que Mauricio Antón habla a menudo, un embrujo misterioso que él asegura haber acabado descifrando.

«Con el tiempo te das cuenta de que esa fascinación reside en la mezcla entre imaginación y realidad, los niños se dan cuenta de que esto no está inventado. Tiene todo ese misterio y esa invitación a la fantasía, pero proviene de los datos científicos. Esto es real».