sábado, 28 de diciembre de 2019

Un niño descubre nido con huevos de dinosaurio de hace 65 millones de años

Un niño que se encontraba jugando en un terreno se percató de una piedra en la tierra, la cual se miraba extraña

Niño descubre nido con huevos de dinosaurio de hace 65 millones de años. Una de las noticias que dio la vuelta al mundo en el 2019 fue cuando se dio a conocer que un niño de 10 años de China, quien es amante de la ciencia encontró una extraña piedra mientras jugaba en un terreno, sin embargo, nunca imaginó que se trataba de un huevo de dinosaurio de hace 65 millones de años.

El niño de 10 años, que es amante de la ciencia, se dio cuenta de que era un huevo de dinosaurio, que hace 65 millones de años no se veía, pues a través de la forma que tenía lo identificó inmediatamente, lo cual le causó asombro.


Al mirarlo tenía forma y tamaño de un huevo, pues el niño cursa tercer año de primaria en Zhang Yangzhe, el cual se acordó de las excursiones que hacían a los museos de ciencia natural y sobre la historia de los huevos de los dinosaurios, así lo dio a conocer el medio Daily Mail.

El niño acompañado por su madre realizaron la conexión con las autoridades correspondientes, en las cuales los especialistas acudieron a la escena en un terraplén en Heyuan, que es la ciudad conocida por ser la casa de los dinosaurios por las cantidades de descubrimientos que se han realizado en la zona.

Los dinosaurios son animales que habitaron hace muchas décadas en la Tierra, en especial en la mesozoica, conocidos por los restos fósiles, que tiene su significado basado en una persona vieja, seca y fascinante, por lo cual este tipo de animales se extinguieron hace mucho tiempo, lo cual al observar cosas referentes a ellos causa curiosidad.

viernes, 27 de diciembre de 2019

La reserva natural de Torotoro es designada principal sitio turístico de Bolivia


Foto: Getty Images
La reserva natural de Torotoro, caracterizada por kilométricas cavernas rupestres y un reservorio de unas 3,500 huellas de dinosaurios, se certificó por un organismo ligado a la Unesco como principal destino turístico de Bolivia. Esto lo informó el municipio de esa región, en el corazón del país.

A pesar de su reducido tamaño de 16,570 hectáreas, Torotoro alberga con grandes atractivos: 
  • Extensas cavernas
  • Lagunas subterráneas
  • Un cementerio con tortugas petrificadas
  • Unas 3,500 huellas de dinosaurio sobre piedra caliza.

Por lo que, este lugar conforma el segundo reservorio más grande del país, tras Kal Orcko en Chuquisaca, en el sureste.

Unas huellas de dinosaurio en Torotoro.
Foto: Getty Images
La certificación le permite a la reserva “ser parte de la comunidad de destinos (turísticos) Biosphere” a nivel internacional, indicó a la AFP Javier Camacho, director de Turismo del municipio de Torotoro, en el departamento de Potosí.

Las cavernas de Umajalanta (palabra quechua que quiere decir “donde se pierde el agua”) son interminables y apenas se han explorado unos 7 kilómetros de ellas.

En sus galerías subterráneas se formaron, además, por millones de años estalagmitas y estalactitas, trozos filosos de carbonato de calcio. Científicos han encontrado en sus lagunas peces ciegos “bagre”, únicos en el mundo, de hasta 20 centímetros.

Una vista desde arriba de Torotoro.
Foto: Getty Images
En medio de farallones rocosos se hallaron pinturas rupestres, cuyos símbolos de formas geométricas aún no han sido descifrados y hasta una ciudad de piedra formada por la erosión, el viento y, probablemente, el movimiento de agua.

Camacho acotó que “Torotoro es el primer destino turístico de Bolivia que se certifica por la organización Instituto de Turismo Responsable” (ITR), entidad patrocinada por la Unesco y la Organización Mundial de Turismo (OMT).

La certificación, recibida el mes pasado pero divulgada recién, abarca “a todos los atractivos de Torotoro”, acotó el funcionario.

El Parque nacional Torotoro es un área protegida de Bolivia.
Foto: AIZAR RALDES / AFP
El municipio aguarda, sin embargo, la declaratoria por parte de la Unesco como el primer geoparque del país, una distinción que esperan dispare el turismo. En el mundo hay cerca de 130 geoparques, que surgieron a principios de la década de 1990 y forman una Red Mundial de Geoparques.

Apenas cuatro están en América.

En el municipio en cuyo territorio se encuentra la reserva viven unos 12,000 campesinos herederos del pueblo Charca, sometido por el imperio inca a fines del siglo XV y luego por la colonia española.

Mosquito, el insecto que mueve el mundo

Elemento clave en los grandes acontecimientos históricos

Imagen de archivo de un mosquito (auimeesri / Getty Images/iStockphoto)
Lleva 190 millones de años en el planeta y ha sido un elemento clave en la extinción de los dinosaurios, la caída del imperio romano, la conquista de América, la independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa, la segunda guerra mundial...

El mosquito, ese pequeño y molesto insecto, es además el mayor asesino en serie de la humanidad, tanto en términos históricos como actualmente, pues mata cada año a muchas más personas (830.000) que los propios seres humanos (los segundos más mortíferos, con 580.000). El mundo en que vivimos sería muy distinto sin la participación en él de los mosquitos, como certifica el ensayista canadiense Timothy C. Winegard en su libro El mosquito (Ediciones B), una historia de la humanidad vista a partir de la intervención de estos seres.

Influencia
Provocaron la caída del imperio romano, la independencia de EE.UU. y revoluciones

(Raúl Camañas)
Winegard responde a la llamada de este diario desde su casa en Grand Junction (Estados Unidos), en el estado de Colorado. Afirma que “las piezas me fueron encajando como en un puzle, el mosquito ha tenido un impacto enorme en grandes acontecimientos de la historia, debido a las enfermedades mortales que hoy sabemos que transmite, hasta un total de quince, como la malaria y la fiebre amarilla. Es la más efectiva arma de destrucción ­masiva. Leí millares de libros y artículos, hablé con expertos, entre ellos mi padre, que es médico de emergencias, y un día, mientras me ponía repelente –aquí hay muchos–, me vino la idea ­clara de qué tipo de libro tenía que escribir”.

Winegard, exmilitar y doctor en Historia por Oxford, destaca que el protagonista de su libro “ha sobrevivido a todo, ocupa el planeta entero excepto la Antártida, Islandia y alguna islita de las Seychelles o la Polinesia francesa. Ha provocado la muerte de la mitad de todos los seres humanos que han existido, unos 52.000 millones de personas de un total de 108.000 millones”.

“Hay unos 110 billones de mosquitos en el mundo –prosigue–, divididos en unas 3.500 especies diferentes. Son los dueños del universo, no existe ninguna fuerza superior a ellos, si somos fieles a los hechos. Determinan la evolución de la historia aunque, claro, ellos no toman las decisiones sino que se guían exclusivamente por su necesidad de procrear. Pero decir eso duele al ego de los humanos, que se creen decisivos, y los cronistas nos hablan arrogantemente de los líderes militares, de héroes, viajeros, mercaderes, colonos... que tienen mucho más glamur. Pero los mosquitos han sido más decisivos que la mente del general más brillante”.

Un vacío historiográfico
“Admitir su papel duele al ego de los humanos, que se creen más decisivos de lo que son”

Veamos algunos ejemplos de las hazañas de estos bichos. En la extinción de los dinosaurios, el famoso asteroide que impactó sobre la Tierra sólo sería, a decir de Winegard, “el golpe de gracia a su desaparición inevitable” pues cuando se produjo el impacto “hasta el 70% de las especies de dinosaurio ya estaban extintas”, víctimas de las picadas de nuestros amigos. “Eran un blanco fácil. Hemos encontrado mosquitos encerrados en ámbar que contienen sangre de dinosaurio infectada con varias enfermedades que transmiten, que entonces eran bastante nuevas, y los dinosaurios no tenían ningún escudo de defensas para hacerles frente. No todas eran enfermedades letales, pero otras les debilitaban y los dejaban débiles, letárgicos, a merced del ataque de los carnívoros. El mosquito fue un colaborador necesario, imprescindible, en su extinción. Esta teoría es una aportación reciente de algunos científicos”.

Lleva 190 millones de años en el planeta y ha sido un elemento clave en la extinción de los dinosaurios, la caída del imperio romano, la conquista de América, la independencia de Estados Unidos, la Revolución Francesa, la segunda guerra mundial...

El mosquito, ese pequeño y molesto insecto, es además el mayor asesino en serie de la humanidad, tanto en términos históricos como actualmente, pues mata cada año a muchas más personas (830.000) que los propios seres humanos (los segundos más mortíferos, con 580.000). El mundo en que vivimos sería muy distinto sin la participación en él de los mosquitos, como certifica el ensayista canadiense Timothy C. Winegard en su libro El mosquito (Ediciones B), una historia de la humanidad vista a partir de la intervención de estos seres.

Influencia
Provocaron la caída del imperio romano, la independencia de EE.UU. y revoluciones

Winegard responde a la llamada de este diario desde su casa en Grand Junction (Estados Unidos), en el estado de Colorado. Afirma que “las piezas me fueron encajando como en un puzle, el mosquito ha tenido un impacto enorme en grandes acontecimientos de la historia, debido a las enfermedades mortales que hoy sabemos que transmite, hasta un total de quince, como la malaria y la fiebre amarilla. Es la más efectiva arma de destrucción ­masiva. Leí millares de libros y artículos, hablé con expertos, entre ellos mi padre, que es médico de emergencias, y un día, mientras me ponía repelente –aquí hay muchos–, me vino la idea ­clara de qué tipo de libro tenía que escribir”.

Winegard, exmilitar y doctor en Historia por Oxford, destaca que el protagonista de su libro “ha sobrevivido a todo, ocupa el planeta entero excepto la Antártida, Islandia y alguna islita de las Seychelles o la Polinesia francesa. Ha provocado la muerte de la mitad de todos los seres humanos que han existido, unos 52.000 millones de personas de un total de 108.000 millones”. 

“Hay unos 110 billones de mosquitos en el mundo –prosigue–, divididos en unas 3.500 especies diferentes. Son los dueños del universo, no existe ninguna fuerza superior a ellos, si somos fieles a los hechos. Determinan la evolución de la historia aunque, claro, ellos no toman las decisiones sino que se guían exclusivamente por su necesidad de procrear. Pero decir eso duele al ego de los humanos, que se creen decisivos, y los cronistas nos hablan arrogantemente de los líderes militares, de héroes, viajeros, mercaderes, colonos... que tienen mucho más glamur. Pero los mosquitos han sido más decisivos que la mente del general más brillante”.

Un vacío historiográfico
“Admitir su papel duele al ego de los humanos, que se creen más decisivos de lo que son”

Veamos algunos ejemplos de las hazañas de estos bichos. En la extinción de los dinosaurios, el famoso asteroide que impactó sobre la Tierra sólo sería, a decir de Winegard, “el golpe de gracia a su desaparición inevitable” pues cuando se produjo el impacto “hasta el 70% de las especies de dinosaurio ya estaban extintas”, víctimas de las picadas de nuestros amigos. “Eran un blanco fácil. Hemos encontrado mosquitos encerrados en ámbar que contienen sangre de dinosaurio infectada con varias enfermedades que transmiten, que entonces eran bastante nuevas, y los dinosaurios no tenían ningún escudo de defensas para hacerles frente. No todas eran enfermedades letales, pero otras les debilitaban y los dejaban débiles, letárgicos, a merced del ataque de los carnívoros. El mosquito fue un colaborador necesario, imprescindible, en su extinción. Esta teoría es una aportación reciente de algunos científicos”. 

Hasta en los bares
“Los ingleses en India escogieron el gin-tonic por la quinina, que los combatía”

Los mosquitos –a Winegard le gusta hablar de “el general Anófeles”, aludiendo a una de sus más letales especies– hicieron caer tanto a la democracia ateniense como al imperio romano, según detalla el libro (“Julio César y Napoléon quisieron drenar las marismas pontinas, cercanas a Roma, llamadas ‘el valle de la muerte’, algo que sólo conseguiría Mussolini mucho después”). También ayudaron a la expansión del cristianismo, jugaron su papel en las Cruzadas o en la conquista de América. “Hernán Cortés y Pizarro no fueron conquistadores de millones de personas, como a lo mejor cree alguna gente en España. La población indígena fue diezmada por las enfermedades procedentes de Europa, que trajeron, en efecto, los españoles, que eran inmunes, como ha explicado bien Jared Diamond. Las enfermedades mataron a millones, fueron el factor principal. Los conquistadores se limitaron a recoger los frutos de la enfermedad, los mosquitos fueron la herramienta para exterminar y subyugar a los indígenas. No quiere decir que los españoles fueran unos santos: Colón y otros supervisaron brutales actos de barbarie y violencia sexual contra los nativos pero, cuantitativamente (95%), las enfermedades fueron decisivas”.

En los años y siglos siguientes, el fracaso de diversas tentativas francesas e inglesas por arrebatar a España sus colonias se explica también por la falta de defensas de los soldados que enviaban desde Europa. La independencia de Estados Unidos también es deudora de las masacres provocadas por el mosquito en diferentes frentes.

Dinosaurios
“El famoso asteroide sólo fue el golpe de gracia a una especie que ya habían sentenciado”

“La economía de las colonias se basaba –cuenta Winegard– en el trabajo esclavo. Al principio, no había discriminación racial, pero enseguida se vio que los africanos, debido a sus defensas genéticas, soportaban los embates del insecto y se convirtieron en el bien más preciado”.

Winegard puede pasarse una vida contando anécdotas: “Los colonizadores ingleses en la India escogieron el gin-tonic como cóctel por su contenido en quinina, que los combatía”. Hay donde escoger: “¿Sabía que en Barcelona, a principios del XIX, la fiebre amarilla mató a 20.000 personas en tres meses, lo que supuso perder el 20% de la población de la ciudad?”. Más: los escoceses cedieron su soberanía a los ingleses por culpa de los mosquitos, que los habían arruinado; la llamada gripe española mató a cinco veces más gente que la Primera Guerra Mundial que la expandió; los nazis usaron a estos insectos como arma contra los aliados; recientemente, boicotearon los Juegos Olímpicos de Río 2016, golpeados por el zika...

Conquistadores de América
“Cortés y otros sólo recogieron el trabajo de exterminio hecho por los mosquitos”

El mosquito, asegura el autor tras su inmersión de años en el tema, “parece narcisista, no tiene más propósito que propagarse y, de paso, matar personas. A pesar de que polinizan ciertas plantas, se trata de especies vegetales que podrían reproducirse a través de otros insectos. No son esenciales para ningún otro animal, por lo que su hipotética desaparición no alteraría el ecosistema”. ¿Le ha cogido cariño? “Tras tanta investigación, he entendido que son la mejor arma que existe, y admiro su capacidad de adaptación y evolución. Como dijo Darwin, no sobrevive el más fuerte ni el más inteligente, sino el que se adapta mejor al cambio. Es el rey de la supervivencia, una criatura fantástica. Parecía que íbamos a acabar con ellos, con el DDT y otros insecticidas, pero han resurgido como el ave fénix, desarrollando nuevas inmunidades y estimulados por el calentamiento climático. Seguimos en guerra contra ellos, la fundación Bill y Melinda Gates son los más activos”.

Asesinos de Tutankamón, Alejandro Magno, Vasco da Gama, Cromwell, el papa Gregorio V, el explorador Livingstone, Teresa de Calcuta… Hoy, algo más controlados, han conseguido sin embargo infectar a celebridades como George Clooney. Si, por la noche, alguno de estos increíbles insectos no les deja dormir, tras leer a Winegard, podrán pensar al menos que lo que les desvela es el zumbido de la historia.

Pelo de mamut o huevo fecundado de dinosaurio: «joyas» reales de los museos de ciencia

  • Todos ellos pueden ser admirados ahora mismo en diferentes centros mundiales 

Imagen de Lyuba, el bebé de mamut mejor conservado - AFP
Si tuviéramos que diseñar un Museo Insólito de la Ciencia estos son algunos de los objetos que posiblemente no deberían faltar. Todos ellos pueden ser admirados en este momento por las mentes más curiosas, si bien para ello es obligado realizar un pequeño viaje por algunos de los principales museos de ciencia del mundo.

El universo de los dinosaurios

Hace unos 68 millones de años vivió en la faz de la Tierra un dinosaurio herbívoro de hasta 9 metros de largo, el Triceratops. Hasta el momento tan sólo se han encontrado cuatro esqueletos casi completos de este dinosaurio de tres cuernos.

Uno de ellos –bautizado con el nombre de Cliff- se encuentra en el Museo de las Ciencias de Boston y es uno de sus huéspedes más mediáticos.

Otro museo estadounidense -el de Ciencias de Buffalo- alberga un huevo fosilizado y fecundado de un tamaño mayor al de un balón de fútbol, su propietario fue el extinto Aeyornis, también conocido como «ave elefante».

El Aeyornis fue una de las aves corredoras de mayor tamaño que han vivido en nuestro planeta, medía tres metros y pesaba, aproximadamente, media tonelada; un ave que vivía a sus anchas en la isla de Madagascar.

Entre pelos y plumas

En el corazón del Océano Indico, en la isla Mauricio, vivió de forma endémica el dodo (Raphus cucullatus) un ave no voladora que se extinguió por culpa del ser humano. El último ejemplar vivo fue visto en el siglo diecisiete.

En el Museo de Historia de la Universidad de Oxford se encuentra el «Dodo de Oxford», un ejemplar que murió, al parecer, de un disparo en la cabeza. En este museo se conservan los únicos tejidos que nos podrían revelar cómo era su aspecto exterior, una cabeza y una pata momificada.

En el año 2014 un trabajador del Museo Británico Norris descubrió por azar un sobre con una caligrafía decimonónica en la que se advertía de su contenido: «pelo de mamut hallado en perfecto estado en un iceberg de Siberia». En el interior había una madeja desordenada de pelaje de este animal prehistórico. Parecer ser que el sobre provenía del Museo de San Petersburgo, que alberga en la actualidad una de las mejores colecciones de mamuts del mundo.

Meteoritos marcianos

Muchos de nosotros tenemos grabado en nuestra retina dos trajes blancos avanzando torpemente entre los cráteres lunares, los que utilizaron Neil Amstrong y Buzz Aldrin en el primer paseo lunar.

Años después del Apolo 11, la NASA donó el traje de Neil Amstrong al Museo Nacional del Aire y del Espacio del Instituto Smithsonian, ubicado en Washington. Es conocido que en el viaje de regreso se transportaron ingentes cantidades de rocas lunares, que actualmente se encuentran repartidas por diferentes museos del mundo.

Mucho más difícil de conseguir que una roca lunar es un meteorito marciano. Se calcula que hasta la fecha han caído en nuestro planeta poco más de una treintena de meteoritos procedente del planeta rojo. El de mayor tamaño –de unos dieciocho kilos de peso- cayó en Nigeria a comienzos de la década de los sesenta del siglo pasado.

El salón The Vault –la bóveda- del Museo de Historia Natural de Londres alberga una de las mejores colecciones de meteoritos marcianos del mundo. Una verdadera delicia para los amantes de la astronomía.

Puestos a fantasear, qué mejor meteorito para nuestro museo que el conocido como el ALH84001, formado en Marte hace unos cuatrocientos millones de años y que fue encontrado en el hielo antártico.

Este meteorito no ha estado exento de polémica desde su descubrimiento. Fue portada de todos los periódicos internacionales en 1996, después de que la NASA convocara una rueda de prensa anunciando que había encontrado en él unas formas semejantes a las bacterias. Con ello se daba a entender la existencia de una posible primitiva forma de vida microscópica marciana. 
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

jueves, 26 de diciembre de 2019

HORARIO MUSEO DE DINOSAURIOS FIESTAS NAVIDEÑAS Y AÑO NUEVO

¡Desde la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León y el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes os deseamos unas Felices Fiestas Navideñas!

¡¡¡Y PRÓSPERO AÑO 2020!!!

El Museo de Dinosaurios estará abierto en su horario habitual, salvo los días 24, 25 y 31 de diciembre de 2019 y, el 1 y 6 de enero de 2020, que permanecerá cerrado por fiestas navideñas.





¡OS ESPERAMOS!

Un fósil muestra el primer caso conocido de cuidados paternos

Los animales, parecidos a los lagartos, murieron juntos hace 309 millones de años mientras el progenitor protegía a la cría con su cuerpo y su cola

Los fósiles de 'D. unamakiensis' encontrados en Canadá 
UNIVERSIDAD DE CARLETON
Hace 300 millones de años, la atmósfera terrestre tenía casi el doble de oxígeno que ahora y el mundo posible era fascinante. Ciempiés de dos metros y medio de largo como el Arthopleura convivían con las Meganeura, libélulas descomunales con 70 centímetros de envergadura. A su alrededor, crecían árboles que superaban los 40 metros, desde el mar, los anfibios comenzaban la invasión de tierra firme y allí empezaron a desarrollarse los reptiles. En aquel periodo, conocido como Carbonífero porque fue entonces cuando se formaron los depósitos de la roca que hizo posible la Revolución Industrial, se produjo, posiblemente, un hito histórico en la evolución animal.

En un yacimiento cercano a la localidad de Sidney, en la costa este de Canadá, se encontraron recientemente los restos fosilizados de lo que parece una trágica escena familiar. Dos esqueletos (parecidos a una pareja de lagartos) de una especie de sinápsidos bautizada como Dendromaia unamakiensis yacen entrelazados en el interior del tocón de un árbol que podría ser su guarida. En un trabajo que se publica hoy en la revista Nature Ecology& Evolution, la investigadora de la Universidad de Carleton en Ottawa (Canadá) Hillary Maddin y su equipo describen cómo el individuo pequeño parece protegerse con los cuartos traseros del mayor, que le rodea con su cola. Ambos perecieron repentinamente, sepultados y quedando en la posición en que fueron encontrados 309 millones de años después.

Reconstrucción del Heleosaurus, la segunda especie conocida que cuidaba de sus crías 
GHEDOGHEDO
Hoy, que los progenitores cuiden de sus crías es una estrategia habitual entre muchas especies de vertebrados. Ese tipo de comportamiento puede ser costoso para los padres, que tienen que repartir con los pequeños el alimento que encuentran y enfrentarse a peligros para defenderles. Pero parece que a muchas especies les compensa. Hasta ahora, el ejemplo de cuidado paterno más antiguo que se conoce es el de otro sinápsido, el Heleosaurus scholtzi, que vivió en Sudáfrica durante el Pérmico, unos 40 millones de años después que el animal que se presenta hoy.

Reconstruir el origen de este tipo de comportamiento es complicado, porque no es habitual encontrar a padres e hijos fosilizados juntos en un gesto último que pueda considerarse una evidencia válida de que compartían ese tipo de relación. En este caso, el lugar en el que fueron hallados, junto a la raíz de un árbol que podía hacer de guarida, se parece a los refugios en los que animales similares que existen hoy cuidan de sus crías. Lo mismo sucede con el acto de proteger al pequeño con el cuerpo y ocultarlo con la cola. Este comportamiento se ha encontrado, además de en animales modernos, en fósiles de Heleosaurus y en los sinápsidos del Triásico, que comienza hace 250 millones de años, Galesaurus y Thrinaxodon.

El interés por conocer el origen y la evolución de los animales que cuidan de sus crías está también relacionado con comprender la historia evolutiva de los mamíferos, que aparecieron hace algo más de 200 millones de años y son un tipo de animales en los que el cuidado materno es fundamental ya que todos los bebés necesitan la leche de sus madres para sobrevivir. En este sentido, en otro artículo que se publica hoy en Nature Ecology & Evolution, David Ford y Roger Benson, de la Universidad de Oxford, plantean que los animales como D. unamakiensis no son ancestros de los mamíferos, como se piensa ahora, sino que están relacionados con otro grupo conocido como diápsidos, que dio lugar a los cocodrilos, los lagartos, las tortugas o las aves. La aparición de nuevos fósiles será necesaria para seguir reconstruyendo un árbol genealógico de la vida que se vuelve borroso cuando se retrocede millones de años en el tiempo profundo de la historia terrestre.

martes, 24 de diciembre de 2019

Evidencias del hallazgo de un cerebro fósil de artrópodo del Cámbrico

Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard ha encontrado lo que creen que es evidencia de un cerebro de artrópodo fosilizado.  

Muestras presentadas como tejido neuronal fosilizado - 
PROCEEDINGS OF THE ROYAL SOCIETY B: BIOLOGICAL SCI
En su artículo publicado en Proceedings of the Royal SocietyB, el grupo describe la evidencia que encontraron y por qué creen que es materia neuronal fosilizada.   

Los arqueólogos creen ampliamente que la materia blanda, particularmente la materia neural blanda, no puede fosilizarse. Investigaciones previas han sugerido que dicho material blando siempre se descompondrá por procesos biológicos antes de que pueda llevarse a cabo la fosilización.  

Pero en los últimos años, varios equipos de investigación informaron haber encontrado lo que creen que es tejido nervioso fosilizado en artrópodos del período Cámbrico (hace entre 541 y 485 millones de años), criaturas antiguas de la familia de insectos, arañas y crustáceos.

La mayoría de estas afirmaciones se han encontrado con reacciones encontradas por la mayoría de la comunidad arqueológica. En este nuevo esfuerzo, los investigadores informan evidencia de materia neuroglial en un artrópodo fosilizado del período Cámbrico.

El espécimen encontrado por el equipo en un sitio en Utah se conoce como Alalcomenaeus, una pequeña criatura que se sabe que fosiliza bien debido a su exoesqueleto resistente. En general, no se ha encontrado evidencia de tejido blando en tales hallazgos.  

Pero el nuevo hallazgo tenía lo que los investigadores describen como manchas simétricas a lo largo de la parte media de la criatura que, observaron, se parecía a parte del sistema nervioso central en los artrópodos modernos.

Durante las pruebas, descubrieron que la mancha tenía rastros de carbono, que, según los investigadores, se encuentra en abundancia en el tejido nervioso. También encontraron durante el trazado de la ruta de la mancha que se encontraba con los cuatro ojos de la criatura, lo que sugiere tejido nervioso.   

Los investigadores afirman que tal evidencia es suficiente para concluir que la mancha que encontraron en el Alalcomenaeus es materia neural fosilizada, evidencia de la fosilización de los tejidos blandos.

Como prueba adicional, los investigadores examinaron un segundo Alalcomenaeus fosilizado que se había encontrado en la misma parte de Utah. Informan que el segundo espécimen tenía manchas muy similares al primero.   

También informaron que un equipo en China había encontrado un espécimen con manchas casi idénticas que se recuperó de un sitio muy similar al de Utah. Los investigadores sugieren que las condiciones únicas podrían ser la razón por la cual las tres muestras tienen lo que puede ser tejido neural fosilizado.

Vertebrados protegían a sus crías hace más de 300 millones de años

Hace más de 300 millones de años los vertebrados protegían a sus crías, al menos de acuerdo con un fósil descubierto en Canadá, hallazgo publicado el lunes.

La escena fosilizada muestra un vertebrado adulto que envuelve con su cola una cría, en un gesto de protegerla, lo que constituye el ejemplo más antiguo de cuidado parental en vertebrados.

Ambos animales de una especie hasta ahora desconocida de "varanopidae" que se asemeja a los lagartos actuales, pertenecen a la extinta familia de los synapsidas, vertebrados terrestres de los que descienden los mamíferos.

Los fósiles, de unos 309 millones de años, se conservaron parcialmente en los acantilados de Nueva Escocia, en Canadá: uno corresponde a un adulto, de 20 a 30 centímetros de largo, y el otro a una cría de unos 8 centímetros, colocado detrás de la extremidad posterior y rodeado por la cola, describe la revista Nature Ecology & Evolution.

El estudio sugiere que el adulto protegió a su cría rodeándola con su cola, creando una especie de capullo familiar, comportamiento que sugiere que estos animales proporcionaron "cuidado parental" a sus crías, "ayudándolas a sobrevivir", dijo PAF Hillary Maddin, investigadora de paleontología de vertebrados en la Universidad de Carleton en Ottawa.

"Quizás se estaban escondiendo de los depredadores. Parece que quedaron enterrados muy rápidamente y murieron por eso", explica la investigadora.

Es el ejemplo más antiguo conocido de cuidado parental postnatal (también llamado cuidado parental extendido) en vertebrados, 40 millones de años anterior al descubrimiento anterior, en Sudáfrica.

Como cuidado parental se define cualquier comportamiento de los progenitores, machos o hembras, destinados a mejorar las condiciones y expectativa de vida de sus crías luego del nacimiento.

Estas estrategias ahora las usan ampliamente la mayoría de los vertebrados (aves, reptiles, mamíferos, peces).

"Nuestro descubrimiento sugiere que este comportamiento apareció muy temprano en el linaje que condujo a los mamíferos", dijo la investigadora.

Además permite "comprender mejor la evolución" de los primeros vertebrados, que hace unos 320 millones de años, se separaron en dos ramas, en una de ellas estaban los synapsidas (como estos fósiles) de los que descienden los mamíferos y en la otra los reptiles, incluidas las aves.


sábado, 21 de diciembre de 2019

Descubren el bosque fósil más antiguo del mundo en Nueva York

  • La red de árboles, que podría haberse extendido hasta Pensilvania, tiene 386 millones de años
  • Sus restos han sido descubiertos por un equipo de científicos en una cantera de arenisca en Cairo (Estados Unidos) 

Imagen de la cantera donde se han encontrado los restos botánicos fósiles. 
CHARLES VER STRAETEN
Restos del bosque fósil más antiguo del mundo han sido descubiertos por un equipo de científicos en una cantera de arenisca en la localidad de Cairo, en el estado de Nueva York (EE.UU.), según un estudio que publica este jueves la revista Current Biology.

La amplía red de árboles, que podría haberse extendido desde Nueva York hasta Pensilvania, tiene unos 386 millones de años, lo que supone de dos a tres millones más que el considerado hasta ahora el más viejo, situado en el pueblo de Gilboa, también en Nueva York, y a 40 kilómetros del nuevo descubrimiento.

"Este descubrimiento arroja nueva luz sobre la evolución de los árboles y el papel transformador que desempeñaron en la configuración del mundo en el que vivimos hoy", indica un comunicado de la Universidad de Cardiff (Reino Unido).

Científicos de la de las universidades de Cardiff y Binghamton (EE.UU) y del Museo Estatal de Nueva York cartografiaron una extensión de 3000 metros cuadrados del bosque en una cantera abandonada. En aquel bosque había, al menos, dos tipos de árboles, cladoxilópsidos -precursores de los actuales helechos de troncos altos coronados con un penacho de ramas- y arqueópteros -de tronco leñoso-. Además descubrieron un ejemplar de un tercer tipo de árbol que no ha sido identificado, pero que podría haber sido licópodo, indica la nota.

"Espectacular" red de raíces
Los científicos también encontraron una gran y "espectacular" red de raíces, algunas de más de once metros de largo que pertenecían a los arqueópteros. El bosque habría desaparecido por una inundación, según los expertos, que se basan en la gran cantidad de fósiles de peces que eran visibles en la superficie de la cantera.

El equipo considera que el bosque del Cairo es más antiguo que el de Gilboa porque los fósiles están más abajo en la secuencia de rocas que se dan en las montas circundantes de Catskill.

El doctor Chris Berry, de la Universidad de Cardiff señala que para "entender realmente cómo los árboles comenzaron a extraer dióxido de carbono de la atmósfera tenemos que entender la ecología y los hábitat de los primeros bosques y sus sistemas de raíces".

Para el experto este "notable hallazgo" permite "pasar de las generalidades de la importancia de las grandes plantas que crecen en los bosques a lo específico: qué plantas, en qué hábitats y qué tipos de ecología estaban impulsando el proceso de cambio global".

jueves, 19 de diciembre de 2019

Diego Pol: «Todavía está en discusión el estado del planeta antes del meteorito que eliminó a los dinosaurios»

El investigador del Conicet en el Museo Egidio Feruglio, de Chubut, y revisor del trabajo que acaba de publicarse en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales se refirió a un nuevo descubrimiento en El Calafate que podría brindar datos importantes sobre la etapa previa al impacto del meteorito que terminó con los dinosaurios en la tierra.

Diego Pol.
En los últimos días se dio a conocer una noticia destacada en el mundo de la paleontología: el descubrimiento de un grupo de elementos fosilizados de la época previa a la desaparición de los dinosaurios que podrían ser claves para entender como estaba el planeta antes de este suceso. Ese grupo de hallazgos está ubicado a unos 30 kilómetros de El Calafate.

Diego Pol, investigador del Conicet en el Museo Egidio Feruglio, de Chubut, y revisor del trabajo que acaba de publicarse en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales; brindó detalles al respecto en la 99.9: «es un descubrimiento de colegas del Museo Argentino de Ciencias Naturales y venían trabajando hace varios años en el sur de Santa Cruz. Dieron a conocer una muestra muy completa de la fauna de aquella época que fue poco tiempo antes de la extinción masiva que borró a los dinosaurios de la faz de la tierra».

La desaparición de los dinosaurios tiene un motivo claro, pero no se ha llegado aún a reconocer cuál era la situación previa al hecho de desencadenó ese cambio en el planeta: «se está reabriendo esta pregunta nuevamente. Hubo un gran meteorito que impactó en la península de Yucatán y eso tuvo un impacto en el clima produciendo un cataclismo a nivel mundial, pero quedan algunas preguntas abiertas sobre el estado de los ecosistemas en el planeta en los momentos previos, como si estuviera en una crisis ecológica y sólo fue una gota que rebalsó el vaso o era un mundo en equilibrio y el cataclismo lo desestabilizó», planteó como hipótesis. En ese sentido, el descubrimiento en El Calafate, puede ser central: «para saber eso tenemos que sumar datos sobre lo que pasaba antes de ese hecho y es difícil encontrar las rocas que tienen los fósiles de la edad adecuada. No hay muchas rocas de la edad tan precisa previo al impacto del meteorito».



El planeta era muy distinto en aquellos años con un continente muy grande en la zona sur donde convergían distintos sectores hoy separados por enormes cantidades de océano: «teníamos todo un hemisferio sur en forma de arco que unía Sudamérica, la Antártida y Australia en una época donde el planeta entero era mucho más cálido que ahora. La Antártida estaba cubierta de bosques y los dinosaurios migratorios pudieron llegar allí sin problemas».

En ese sentido, la Patagonia se ha transformado en una fuente de descubrimientos constantes: «hay muchísimos yacimientos y tenemos uno de los registros más importantes a nivel mundial, entre los 3 o 4 primeros lugares. Hay una explosión de hallazgos y es un impacto directo de la cantidad de científicos que se han dedicado a la paleontología. Las tecnologías impactan mucho, pero sobre todo en el estudio de los fósiles; pero el hallazgo tiene que ver con la cantidad de horas hombre buscando los fósiles», finalizó Pol.

martes, 17 de diciembre de 2019

La Tierra, envenenada antes del asteroide que acabó con los dinosaurios

Depósitos fósiles han revelado un proceso de contaminación global de mercurio y calentamiento en el planeta por vulcanismo, antes de que los dinosaurios perecieran por el impacto de un asteroide.   

Un análisis geoquímico dirigido por la Universidad de Michigan de conchas de moluscos marinos fósiles de todo el mundo está proporcionando nuevas ideas sobre la respuesta climática y la contaminación ambiental por mercurio derivado de las erupciones volcánicas masivas en lo que hoy es la India.

Los científicos han debatido durante mucho tiempo la importancia de las erupciones de las 'Traps del Decán', que comenzaron antes del impacto y duraron, intermitentemente, casi un millón de años.   

A partir de las mismas muestras de conchas, los investigadores encontraron lo que parece ser una señal global de calentamiento abrupto del océano y concentraciones de mercurio claramente elevadas. Los volcanes son la mayor fuente natural de mercurio que ingresa a la atmósfera.

Las huellas digitales químicas dobles comienzan antes del evento de impacto y se alinean con el inicio de las erupciones de las Traps del Decán.   

Cuando los investigadores compararon los niveles de mercurio de las conchas antiguas con las concentraciones en conchas de almejas de agua dulce recolectadas en un sitio actual de contaminación industrial por mercurio en el Valle de Shenandoah de Virginia, los niveles fueron más o menos equivalentes.

La evidencia del estudio, publicado en Nature Communications, respalda la idea de que el volcanismo de las Traps de Decán tuvo impactos climáticos y ecológicos que fueron profundos, duraderos y globales, concluyeron los investigadores.

"Por primera vez, podemos proporcionar información sobre los distintos impactos climáticos y ambientales del vulcanismo de Traps del Decán mediante el análisis de un solo material", dijo Kyle Meyer, autor principal del nuevo estudio. "Fue increíblemente sorprendente ver que las mismas muestras exactas donde las temperaturas marinas mostraban una señal de calentamiento abrupta también exhibían las concentraciones más altas de mercurio, y que estas concentraciones eran de magnitud similar a un sitio de contaminación industrial moderna por mercurio”.

domingo, 15 de diciembre de 2019

Lo que nadie ha visto hasta ahora: así es la Antártida bajo el hielo

Radares y cálculos sobre el movimiento del hielo dibujan los contornos del continente blanco y revelan un nuevo mapa con sorpresas nunca vistas hasta ahora

(Imagen: NASA)
Bajo el hielo de la Antártida hay tierra firme, todo un continente que apenas podemos vislumbrar desde las bases científicas cuando en esta época comienza el verano austral y llegan nuevas expediciones. Sin embargo, desde hoy conocemos con mucha mayor precisión qué hay debajo de esa capa blanca y cómo es de vulnerable al cambio climático. Un equipo de glaciólogos liderados por la Universidad de California en Irvine ha publicado el mapa topográfico más preciso elaborado hasta ahora.

Los radares de los aviones que sobrevuelan el continente son capaces de traspasar la masa de hielo y rebotar contra la superficie continental. Esa señal, unida a otros cálculos físicos sobre el comportamiento del hielo, ha ido dibujando los contornos de la tierra, cuyos detalles recoge el proyecto BedMachine y se publican en la revista 'Nature Geoscience'. Esta información es muy valiosa porque la orografía de la Antártida puede hacer que el calentamiento global llegue a causar mayores estragos de los previstos en algunas zonas, pero también podría ayudar a conservar otras, ya que existen huecos y lugares mucho más profundos de lo que se pensaba.

El nuevo mapa revela características inesperadas. Por ejemplo, que el cañón terrestre más profundo del mundo se encuentra bajo el glaciar Denman, en la Antártida Oriental; que existen formaciones rocosas que protegen el hielo que fluye a través de las montañas Transantárticas; que el lecho de los glaciares Support Force y Recovery es cientos de metros más profundo de lo que se pensaba, y que las características del lecho aumentan el riesgo de una fusión rápida del hielo en los glaciares Thwaites y Pine Island, en la Antártida Occidental.

Muchas sorpresas

"Tenemos muchas sorpresas en todo el continente, especialmente en las regiones que no habían sido mapeadas previamente en detalle con radar", explica Mathieu Morlighem, profesor de la Universidad de California y líder del proyecto, en una nota de prensa. "Al acercarnos a sectores particulares de la Antártida, se encuentran detalles esenciales, como huecos debajo del hielo que pueden acelerar, disminuir o incluso detener la retirada de los glaciares", añade.

Nuevo mapa de la Antártida. (Foto: Mathieu Morlighem)
Para obtener estos resultados, el proyecto BedMachine ha combinado diversas fuentes de datos, tanto de los vuelos con radar como del movimiento del flujo de hielo o incluso información sísmica.

Desde 1967, numerosas misiones han sobrevolado la Antártida obteniendo datos de espesor del hielo de casi un millón de millas. Los radares montados en las alas de los aviones emiten una señal que penetra los glaciares y las capas de hielo y rebota cuando se encuentra con tierra firme. Sin embargo, esto no es suficiente, porque los vuelos en línea recta dejan amplias zonas sin cubrir.

Por eso, BedMachine ha recurrido a métodos físicos para discernir qué hay entre las líneas de sondeo del radar, utilizando información altamente detallada sobre el movimiento del hielo alrededor de los contornos terrestres.

Grandes profundidades tierra adentro

Gracias a esta técnica, el equipo de investigación ha averiguado las verdaderas dimensiones del cañón del glaciar Denman. "Los mapas más antiguos sugerían que era más pequeño, pero nos faltaba algo", comenta Morlighem, "ahora sabemos cuánto hielo llena el cañón al combinar los datos de su movimiento y los del radar. Según nuestros cálculos, está a 3.500 metros bajo el nivel del mar, es el punto más profundo en tierra. Dado que es relativamente estrecho, sabemos que tiene que tener esas dimensiones".

La Antártida, desde el aire. (Foto: Wong Sang Lee/Korea University of 
Science and Technology)
Esta metodología ya se ha empleado con éxito en Groenlandia, mejorando la comprensión de los investigadores de la criosfera sobre la dinámica del hielo, la circulación oceánica y los mecanismos de retirada de los glaciares. Trasladar este estudio a la Antártida era más complejo, pero ha permitido saber que "las corrientes de hielo en algunas áreas están relativamente bien protegidas por las características del suelo subyacente, mientras que otras muestran un mayor riesgo de inestabilidad".

El buque español Hespérides, en camino

Mientras conoce los datos de esta investigación, la geóloga española Carlota Escutia, que trabaja en el Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (Universidad de Granada-CSIC), ya está pensando en su próxima expedición a la Antártida, a bordo del buque Hespérides. El barco oceanográfico ya está de camino y ella viajará a Argentina para embarcarse a finales de año. En su opinión, la información que ofrece el proyecto BedMachine tiene un gran valor para entender lo que puede suceder en el continente helado en el futuro.

“Este mapa tiene muchísimo más detalle que lo que había hasta ahora y nos aporta muchos datos sobre el relieve que hay por debajo de la capa de hielo”, explica en declaraciones a Teknautas. “El casquete de hielo, que tiene espesores de hasta dos y tres kilómetros, está apoyado en tierras más bajas que el nivel del mar. Esto tiene unas consecuencias muy importantes en cuanto a su vulnerabilidad, porque está atacado por el calentamiento atmosférico en su parte superficial y por el calentamiento del océano en su parte basal”, comenta.

Fotografía facilitada por la Armada española de su buque oceanográfico,
 Hespérides. (EFE)
Así, conocer el relieve que existe dentro de la tierra sumergida es importante porque existen ríos de hielo que están haciendo de muro de contención. “Si desaparecen en su parte más próxima al mar, el resto corre el riesgo de deshacerse más deprisa, igual que pasaría cuando se destruye una presa y el agua causa destrozos río abajo”, destaca.

En la actualidad, los investigadores disponen de información detallada sobre qué lugares están perdiendo una mayor cantidad de hielo y “son precisamente los que aparecen por bajo el nivel del mar”, lo cual es un dato muy relevante. “Tierra adentro, las profundidades pueden superar los 3.000 metros y estas zonas nos han de preocupar más de cara al futuro”, afirma la experta.

Los efectos del deshielo

El deshielo importa sobre todo por el efecto que puede tener en la subida global del nivel del mar. Tanto la Antártida como Groenlandia tienen su casquete asentado sobre tierra, de manera que, si se deshace, un gran volumen de agua pasará a los océanos. Además, perder la capa blanca implicaría que la radiación solar ya no es reflejada sino absorbida por la tierra y el mar, con lo cual aumenta todavía más el calentamiento.

Por otra parte, también se vería alterada la circulación oceánica alrededor de la Antártida. Precisamente, investigar este aspecto es uno de los principales objetivos de Escutia y del Hespérides en esta campaña. “Estudiamos épocas cálidas del pasado, con concentraciones de CO2 en la atmósfera y temperaturas más elevadas que en la actualidad. Estos datos sirven para analizar los cambios que pueden ocurrir en el futuro. La información que obtenemos se utiliza en las proyecciones del IPCC”, comenta.

Esta investigadora, que acumula una larga experiencia en expediciones antárticas, es testigo de la evolución del clima. “Es difícil apreciar cambios desde el barco a simple vista, como sí hacen los colegas que llevan 20 años trabajando en tierra, pero lo vemos por las mediciones, las corrientes cambian de velocidad y las aguas cálidas se acercan cada vez más a la Antártida”.

sábado, 14 de diciembre de 2019

Bienvenidos a la Patagonia, la fábrica mundial de dinosaurios

La provincia argentina de Neuquén cuenta con la colección paleontológica más importante de Sudamérica y experimenta un auge de museos sobre la temática

El hervíboro 'Futalognkosaurus Dukei' medía unos 34 metros de largo. 
PROYECTO DINO
Un paisaje marciano. Un desierto rojizo de sierras y mesetas junto a un lago que se esfuma en el horizonte. Dinosaurios. Restos de ellos por todas partes. Fósiles de todos los tipos de vida que existieron en la Tierra hace millones de años. Un ecosistema completo petrificado.

En el camino hacia ese pasado se cruzan, veloces, zorros y ñandúes. Velan por los viajeros los santos paganos en improvisados altares de palos y piedras repletos de ofrendas y escupen fuego en el medio de la nada las imponentes instalaciones de extracción de gas y petróleo. Por momentos parece el paisaje de la película Mad Max. Este es el aspecto de la zona del lago Los Barreales, en Neuquén, en la Patagonia argentina, una provincia en el límite con Chile, a más de 980 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. El símil cinematográfico tiene sentido al considerar que hace 100 millones de años Argentina y Namibia (escenario del film) eran parte de un mismo continente.

Las huellas del pasado aparecen a cada paso en la región que guarda la mayor colección paleontológica de Sudamérica. Allí existe una ventana al pasado cretácico que puede visitarse todo el año, aunque se recomienda hacerlo durante el verano argentino, en enero y febrero, cuando el clima cálido del sur propicia el turismo al aire libre. Esa ventana se llama Proyecto Dino, a 90 kilómetros de la capital homónima de Neuquén. Un campamento científico abierto al público con el apoyo de fondos públicos y privados (Universidad Nacional del Comahue y petroleras) que acaba de levantar sus persianas luego de cinco años de cierre por conflictos con la comunidad indígena y de financiación. Aquí se han hallado más de treinta tipos nuevos de dinosaurios, con 1.500 piezas de fósiles de vertebrados y más de 400 restos de vegetales de entre 90 y 100 millones de años de antigüedad. Y siguen encontrándose. “Esta es una fábrica de dinosaurios”, ironiza su histriónico director, el geólogo y paleontólogo Jorge Calvo. 
Aquí se han hallado más de treinta tipos nuevos de dinosaurios, con 1.500 piezas de fósiles de vertebrados y más de 400 restos de vegetales de entre 90 y 100 millones de años de antigüedad. Y siguen encontrándose 
Las condiciones geológicas y geográficas de la Patagonia facilitan los innumerables hallazgos, entre los que destacan dos de las especies más grandes en la historia del planeta: el carnívoro cazador Giganotosaurus carolinii (de entre doce y trece metros de largo y casi siete toneladas) y el herbívoro Futalognkosaurus dukei (de unos treinta y cuatro metros y de hasta cincuenta toneladas). El primero vivió hace 97 millones de años y supera en tamaño al popular Tyrannosaurus rex. Fue hallado en 1993 en un pueblo a pocos kilómetros, llamado El Chocón, por Rubén Carolini, un mecánico aficionado a la paleontología que como todos los lugareños trabajaba en la hidroeléctrica estatal. Una vez privatizada (en 1992) empujó al paro a cientos de trabajadores obligando a la comunidad a reinventarse. Pasó de tener 5.000 habitantes en los años setenta a menos de cincuenta el año que cerró la empresa, según el censo oficial.

El año siguiente se estrenó Parque jurásico y, aunque todavía hoy no alcanza los 1.000 residentes, la sensación de los locales es que los dinosaurios salvaron al pueblo. “Ahí creció de nuevo la población. Los huesos estaban en un salón de un club hasta que se empezó a reformar el museode El Chocón, el antiguo taller mecánico de Hidronor donde trabajaba Carolini. Esa es la historia del comienzo de la paleontología en esta zona. Ahí resurgió el pueblo”, resume Calvo, radicado en la provincia desde 1987 y testigo de la metamorfosis. Desde entonces, todos los pueblos de la región anhelan su museo paleontológico. Ya hay cinco con muestras importantes y tres en surgimiento. Dentro de poco tiempo habrá 1 por cada 28.000 habitantes. Todos sobre dinosaurios. “Está lleno”, resume el científico.

El paleontólogo Jorge Calvo junto a la cadera más grande descubierta. 
PROYECTO DINO
Quien en realidad encontró el Giganoto fue una campesina, pero quien se quedó con el nombre y la estatua a lo Indiana Jones fue el mecánico. “Ella encontró el fósil custodiando a una chiva que se le escapó, fue a buscarla caminando y lo encontró”. A partir de ahí se inició la cadena de alertas que acabó en el protagonismo de Carolini por haber sido quien informó a la Universidad Nacional del Comahue. Gracias a ellos se supo que el carnívoro más grande encontrado hasta el momento mundo era un superpredador capaz de comerse a inmensos herbívoros que lo triplicaban en tamaño. Eso se debía no tanto a su ferocidad como a su oportunismo: los saurópodos (herbívoros de cuello largo) eran muy lentos. El Giganoto, con un cráneo de casi dos metros de largo y con el fémur más largo que la tibia, tampoco conseguía mucha velocidad. De modo que por más amenazante que pareciera, un pequeño y audaz reptil podía evadirlo sin problemas.

Más temible era el Megaraptor, un pariente más feroz aunque menos conocido que el protagonista de Parque Jurásico. La diferencia fundamental radica en el modo de conseguir sus presas. Según Calvo, el primero era cazador y el segundo carroñero, aunque esto último es aún motivo de controversia. Lo seguro es que ambos eran tiranos. Deberían compartir prefijo, pero la hipótesis inicial acerca de la ubicación de la primera garra encontrada asignó al Giganoto a una familia que no le correspondía. “El paleontólogo que lo encontró vio que era parecida a la del Velociraptor de Parque Jurásico y la ubicó en el pie. Dijo 'este es Mega-raptor' porque era más grande, pero acá en la excavación del Futalognkosaurus encontramos la misma garra asociada a la mano. Completa, articulada. Entonces descubrimos que el Megaraptor no tenía la garra en el pie sino en la mano, así que ya no podía ser un raptor. Después se descubrió un cráneo y supimos que fue un pariente del Tyrannosaurus rex, que usaba los brazos porque era el arma más mortal que tenía. El nombre no se puede cambiar, ya quedó, pero la realidad es que no es un raptor sino una especie nueva de tiranosaurio”, aclara Calvo. El hallazgo del esqueleto casi completo con el cráneo incluido, en 2003, fue un hecho inédito en el estudio de esa especie. “Megaraptor era porque tenía una garra grande y filosa, que llegaba hasta los 50 centímetros sumando los huesos y el estuche”, explica el paleontólogo, convencido de que este animal, de hasta ocho metros de largo, mataba a sus presas desgarrándolas.

La segunda joya del campamento es el Futalognkosaurus dukei, hallado en 2007. Es uno de los herbívoros más grandes del planeta y vivió hace unos 90 millones de años. Medía entre 34 y 36 metros de largo, pesaba cerca de 80 toneladas (el equivalente a la suma de 40 elefantes) y tenía la cadera más grande hasta ahora conocida, de 2,55 metros de ancho. Su colosal esqueleto es, además, uno de los más completos encontrados, con el 70% de las piezas rescatadas. Calvo relata su hallazgo como si fuese Sherlock Holmes. “Es como el trabajo de un perito forense, la pregunta es quién lo mató y por qué”. Esas son las intrigas con las que el paleontólogo sostiene la atención en el recorrido. Con ese anzuelo invita a los turistas a poner manos a la obra en una cuadrícula fértil en la que, asegura, algunos visitantes han encontrado fósiles. Si esa es la experiencia que se busca, los turistas pueden alojarse en una de las casillas rodantes del campamento de Proyecto Dino por entre 100 y 300 dólares por persona (unos 90 a 270 euros) y sentirse paleontólogos por unos días. Guiados por profesionales, recorren las zonas de los hallazgos, participan de excavaciones, se les permite preparar fósiles y visitar el laboratorio. Duermen, trabajan y comen como los jóvenes científicos que allí residen, lejos de cualquier comodidad hotelera.

Huellas, huevos y 'dragones'

Las excavaciones de Futalognko abrieron el portal al Cretácico. El geólogo y paleontólogo que trabaja allí desde hace 20 años todavía se asombra. “Cuando empezamos a sacar el dinosaurio vimos las plantas, los peces, los cocodrilos, las tortugas, las cáscaras de huevo. Se trataba de un ecosistema. Es único en el mundo. Encontrar un ecosistema fósil es rarísimo”. Todo parece extraordinario en la geología neuquina. “El año pasado le dimos nombre a un reptil volador. Argentinadraco se llama, que significa dragón argentino. Todo el tiempo descubrís cosas. Especies nuevas permanentemente porque está todo ahí. Están las plantas, las hojas preservadas, geodas. Tenemos una familia de 5 cocodrilitos juntos. Probablemente hayan muerto sepultados en una crecida de agua, tipo Pompeya o en un alud. Son casos excepcionales de muertes en grupo”.
DINOSAURIOS HASTA EN EL VINO
Por donde se excava aparecen fósiles en Neuquén. Es lo que le ocurrió en 2001 a la Bodega Familia Schroeder cuando comenzaron a preparar los cimientos para sus cavas en San Patricio del Chañar, a 44 kilómetros de la ciudad de Neuquén. El Panamericansaurus schroederi vivió hace 75 millones de años. Era herbívoro, pesaba unas 16 toneladas, tenía cerca de 6 metros de alto y entre 10 y 12 de largo. Sus restos están expuestos en el sótano de la empresa que se puede conocer en la visita guiada, antes de culminar con la degustación de los vinos. La zona de los viñedos se ubica entre el lago Los Barreales y la ciudad de Neuquén, por lo que se puede incluir sin problemas en el itinerario. Infinidad de álamos adornan los límites laterales de la ruta que conecta ambos puntos y sobre la que florecen cientos de plantaciones de peras y manzanas típicas de esa parte del Alto Valle. Es el paisaje prepetrolero, que dominaba casi toda la región antes del furor del fracking del que se quejan los campesinos. Por ahora, también abundan los viñedos tanto orgánicos y experimentales como de prestigio como las bodegas Del Fin del Mundo, Secreto Patagónico o Malma.

En el Museo de Villa El Chocón se exhibe una escultura del mecánico 
Rubén Carolini, que halló el giganotosaurus que lleva su apellido, junto a las 
piezas originales del esqueleto. M.V.E.
Más frecuentes, según los expertos, son las huellas. Verlas desde cerca, sin embargo, provoca una fascinación atípica. Parecen frescas, como si el animal hubiera huido minutos antes. Se ven tan nítidas que los turistas tienden a creer que son falsas. Calvo despeja por qué no lo son. “Esto era una zona de lagunas donde el animal iba a tomar agua y dejaba la marca en el barro arcilloso. La huella se seca con el sol y se endurece. Cuando hay inundación, el agua no la rompe, la tapa con sedimento y se preserva. Si es una inundación lenta, no la erosiona. Arriba de las huellas había 1.000 metros de roca tapándolas. Esos 1.000 metros desaparecieron, se erosionaron y quedaron a la vista”. Las que están en la zona del lago Los Barreales fueron descubiertas en 1991 y datan de hace unos 100 millones de años. Por los característicos 3 dedos y su gran tamaño, se cree que son de megaraptor. “La huella habla de la vida que tenía el animal. Cómo caminaba, cómo se movía, si era una persecución, si fue al agua. El hueso te dice qué especie de dinosaurio era. Nada más. Cómo vivía, qué hacía ahí, lo dicen las huellas”, explica el científico. También hay pisadas de herbívoros que pueden verse 'en negativo', sobresaliendo por debajo del corte rocoso. El paleontólogo se para debajo de ellas para entender lo que se está viendo. “Ves la silueta de la huella en la roca. Son de herbívoros. Ellos no dejan pisadas en detalle como los carnívoros. Dejan pozos, como un elefante”.

El paisaje rojizo y árido de Proyecto Dino parece marciano. PROYECTO DINO
A pocos pasos, se muestran restos originales de cáscaras de huevos (de 5 milímetros de espesor) que pertenecieron a un pterosaurio, un antepasado de las aves. En la zona se practicaba una suerte de crianza solidaria. “La primera madre ponía el nido y después iban todas al mismo lugar. Se creaban centros de nidificación y entre todas cuidaban los huevos porque si estaban aislados, no los podían ver y ellas mismas los podían pisar. Eran animales que tenían la cabeza a 10 metros de altura. Además supuestamente no tenían razonamiento, no sabemos”, duda Calvo dispuesto a dejarse sorprender por el avance científico.

El gas de Vaca Muerta

A 22 kilómetros de Proyecto Dino está Añelo, la capital latinoamericana del fracking (fracturación hidráulica). El circuito de Proyecto Dino también incluye a la gallina argentina de los huevos de oro. Un furor de origen prehistórico. “Todos hablan de Vaca Muerta, pero nadie sabe qué es”, sentencia Calvo parado junto a una escala geológica. A 7.000 metros bajo sus pies está Vaca Muerta; el segundo yacimiento de gas más importante del mundo y el cuarto en petróleo. Como geólogo, también instruye sobre el origen de ese combustible fósil. “El mar entraba a la cuenca neuquina, depositaba el sedimento, las algas y los microorganismos y se transformaba todo en protopetróleo. Se llama roca madre y es el origen del petróleo”. Debido a la presión sale por los poros y las grietas y sube a formaciones superiores, a 2000 metros, de donde lo extraen las petroleras. Calvo recoge una pequeña botella de vidrio con un líquido ocre. Lo destapa y lo acerca a los turistas para que puedan sentir el inconfundible olor a combustible. “Este petróleo es de acá”, presenta. El 'oro negro' no siempre es negro. “Puede ser de distinto color, hasta transparente. Cuanto más oscuro, más rico es porque más subproductos derivados tenés. Cuanto más claro, más destilado, menos cosas se pueden hacer”, distingue.

El petróleo de las capas superiores se acabó. Con el fracking intentan exprimir la roca madre. “Ponen líneas donde destruyen la roca y la bombardean con agua y arena a mucha presión. Así, el petróleo empieza inyectarse en los otros pozos para sacarlo a superficie”, detalla Calvo, quien desestima el daño medioambiental. “Está a 2.600 metros. No hay agua potable ahí. La que se usa para extraer el petróleo es mínima, las ciudades usan más. Este agua se vuelve a usar en otros pozos y cuando ya no funciona más, queda adentro y se sella”. Pero el esplendor energético todavía no se palpa en las ciudades ni los pueblos de Neuquén. Con la angustiosa experiencia de la hidroeléctrica, la comunidad desconfía de las industrias extractivas. Temen que los dinosaurios no puedan salvarlos siempre. Calvo lo reconoce a pesar de haber contado desde el inicio con el aporte de las petroleras para sus proyectos paleontológicos. “Neuquén debería ser como Abu Dabi, Arabia Saudita o Emiratos Árabes, pero acá el petróleo no deja nada. Pareciera que todo se va a Buenos Aires. A la ciencia no llega nada. Cuando se acabe todo el petróleo y el gas se van a acordar de los dinosaurios y va a ser tarde”.

QUÉ VER EN LOS 8 MUSEOS DE DINOSAURIOS DE NEUQUÉN
  • Museo Municipal Ernesto Bachmann de El Chocón. El carnívoro más grande conocido y la historia de su descubridor, el mecánico Rubén Carolini.
  • Museo Municipal Carmen Funes en Plaza Huincul. Piezas originales del gigante herbívoro Argentinosaurus huinculensis y la historia local de la explotación del petróleo.
  • Museo Provincial de Ciencias Naturales Profesor Juan A.Olsacher, en Zapala. El dinosaurio más antiguo de Neuquén. Un ave en la que se conservaron semillas que comió poco antes de morir. El museo también cuenta con la colección mineralógica más importante del país.
  • Museo Paleontológico Municipal Argentino Urquiza, en Rincón de los Sauces. Tienen el fósil de titanosaurio más completo encontrado hasta el momento y más de 400 piezas de otros dinosaurios.
  • Museo Municipal de Ciencias Naturales de Senillosa. Fósiles de pequeños lagartos, tortugas, cocodrilos y hallazgos arqueológicos. Dirección: Olascoaga y Avenida San Martín 320 Senillosa
  • Museo Municipal Picún Leufú. Huellas pertenecientes a ornitisquios, saurisquios, saurópodos y terópodos. Algunas, únicas en el mundo.
  • Museo Municipal de Las Lajas. Fue inaugurado en marzo de 2019. Se especializa en espelología, el estudio de las cavernas, dado que en esa zona hay muchas que se pueden visitar. Además repatriarán fósiles de dinosaurios que hasta ahora se encuentran en el Museo de Plaza Huincul. Dirección: Saavedra 474, Las Lajas.
  • Museo de Geología y Paleontología de la Universidad Nacional del Comahue - Proyecto Dino en Lago Los Barreales. Es el yacimiento más grande de Sudamérica. Tienen al carnívoro más grande que se conoce y a uno de los herbívoros de mayor tamaño. Una de las pocas ventanas al pasado que permiten conocer el ecosistema completo del Cretácico. El recorrido dura cerca de tres horas. Recomendaciones: Contactar antes de ir para comprobar los horarios de apertura, alquilar un vehículo, llevar algunas provisiones y GPS. Algunos están muy lejos, con pocos locales para conseguir provisiones.