jueves, 30 de abril de 2020

De la paleontología a la aeronáutica, obtener ideas de diseño analizando animales voladores extintos

En toda la historia biológica conocida de la Tierra, no han existido nunca animales voladores más grandes que los pterosaurios. Estas fascinantes criaturas surcaron los cielos durante 160 millones de años, mucho más tiempo que el que lleva volando cualquier especie de ave moderna. A pesar de sus capacidades aeronáuticas únicas, estos antiguos seres voladores han sido pasados por alto en la búsqueda de tecnologías de vuelo inspiradas en estructuras biológicas. Unos investigadores esbozan ahora los argumentos básicos de por qué y cómo la fisiología de los animales voladores fósiles podría proporcionar soluciones que la Naturaleza ya encontró hace mucho tiempo para problemas de vuelo modernos, como la estabilidad aérea y la capacidad de los drones para iniciar su vuelo con un salto desde cualquier superficie.

"Hay muchas cosas realmente geniales en el registro fósil que no se exploran porque los ingenieros no suelen recurrir a la paleontología cuando buscan inspiración para cuestiones aeronáuticas ", señala agudamente Liz Martin-Silverstone, paleontóloga en la Universidad de Bristol en el Reino Unido. "Si solo miramos a los animales modernos para inspirarnos, nos estamos perdiendo una gran parte de la morfología generada y estamos ignorando muchas opciones que creo que podrían ser útiles".

Reconstrucción del pterosaurio gigante Hatzegopteryx saltando para despegar, 
justo después de que sus extremidades delanteras hayan dejado el suelo. 
(Imagen: Mark Witton)
Hasta ahora, los ingenieros aeronáuticos en busca de inspiración biológica para diseñar tecnología destinada a drones y otras aeronaves se han centrado en gran medida en la fisiología de los pájaros e insectos modernos; no se les ha ocurrido examinar fósiles. Es verdad que estos, por su naturaleza, están a menudo incompletos; sin embargo, Martin-Silverstone argumenta que hay unos pocos fósiles de pterosaurio selectos que proporcionan una información extraordinariamente profunda de la anatomía de sus alas, lo que resulta esencial para comprender sus capacidades de vuelo.

"Hay dos o tres fósiles de pterosaurio asombrosamente bien conservados que permiten ver las diferentes capas dentro de la membrana del ala, dándonos una idea detallada de sus componentes fibrosos. Además, algunos fósiles se conservan lo suficiente como para mostrar las uniones alares bajo la cadera", explica Martin-Silverstone. "Aunque no se conoce exactamente la forma del ala, conociendo las uniones de la membrana se puede modelar la efectividad de las diferentes formas de ala y determinar cuál habría funcionado mejor en condiciones naturales". Al analizar la morfología de estas antiguas criaturas y la mecánica de vuelo deducible a partir de dicha morfología, se ha conseguido sacar a la luz estrategias de vuelo que no existen en los animales voladores modernos. 

Pasar de una superficie al medio aéreo es un ejemplo. El despegue mediante un salto es lo habitual en todo el reino animal. Sin embargo, un animal grande necesitará correr antes del despegue, a fin de ganar suficiente impulso para pasar al medio aéreo. En cambio, parece que los pterosaurios desarrollaron un método para despegar con un salto desde una posición estacionaria, a pesar de que algunos ejemplares pesaban casi 300 kilogramos. Una hipótesis, propuesta por Mike Habib, del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles (Estados Unidos), sugiere que las membranas alares y las robustas uniones musculares en las alas permitieron a los pterosaurios generar un salto de alta potencia desde sus codos y muñecas, dándoles la altura suficiente para despegar.

"Hoy en día, aeronaves como los drones requieren una superficie plana para su despegue y afrontan bastantes limitaciones en cuanto al modo en que pueden llegar al medio aéreo. La singular fisiología de los pterosaurios para el despegue podría ayudar a resolver algunos de estos problemas", razona Martin-Silverstone.

El análisis de fósiles de pterosaurios también puede proporcionar información sobre cómo prevenir la inestabilidad del vuelo una vez se está en el aire. A diferencia de lo que les ocurre a las velas al volverse inestables ante un viento fuerte, los pterosaurios desarrollaron estrategias para resistir las ondulaciones o vibraciones en sus amplias alas. Hasta ahora, la comunidad aeronáutica se ha esforzado para diseñar componentes que puedan resistir las presiones del vuelo, pero, tal como indica Martin-Silverstone, si los ingenieros logran entender cómo lo hicieron los pterosaurios, por ejemplo, estudiando cómo se estructuró realmente la membrana de sus alas, entonces esa información se podrá utilizar para responder preguntas de la ingeniería aeronáutica acerca del vuelo de vehículos modernos.

Estos elementos fisiológicos únicos no se limitan a los pterosaurios. Otros animales voladores del pasado lejano, como el Microrraptor, tenían alas emplumadas en sus brazos y piernas, mientras que el Yi qi (un dinosaurio recientemente descubierto) tenía alas que combinaban plumas con una membrana parecida a la de un murciélago, una estructura corporal de vuelo que nunca se ha repetido en la Naturaleza desde la extinción de ese animal. Por todo ello, cada vez hay más expertos que creen que muchas estrategias de vuelo aún no han sido exploradas adecuadamente.

Martin-Silverstone defiende, en definitiva, que si combinamos el conocimiento sobre animales voladores vivos con el conocimiento acerca de los extintos, tendremos muchas más posibilidades de superar los obstáculos que aún dificultan algunos aspectos del vuelo artificial humano. En cambio, si nos limitamos a buscar inspiración en los animales modernos, entonces nos estaremos perdiendo una gran diversidad que podría resultarnos útil. (Fuente: NCYT Amazings)

Los ecosistemas lacustres necesitaron 10 millones de años para recuperarse tras una extinción masiva

La extinción masiva del final del Pérmico (EPME), hace aproximadamente 252 millones de años (Ma), causó una grave crisis de los ecosistemas marinos y terrestres, y alrededor del 75% de las especies biológicas terrestres desaparecieron. ¿Cuánto tiempo tardaron los ecosistemas terrestres en recuperarse?

Un equipo de investigación dirigido por el Prof. Wang Bo del Instituto de Geología y Paleontología de Nanjing de la Academia China de Ciencias (NIGPAS) encontró que tanto los ecosistemas de lagos como los de bosques que forman turba probablemente tardaron hasta 10 millones de años en recuperarse después de la EPME. Los resultados se publicaron en la revista Geología.

Se cree que los ecosistemas marinos se habían recuperado sustancialmente para el período Anisiano Medio y Tardío (unos 8-10 millones de años más tarde) y su restauración aún estaba en curso en la última parte del Triásico Tardío (200 Ma). Sin embargo, la pauta de recuperación de los ecosistemas lacustres todavía no está clara debido al altamente fragmentado registro fósil de agua dulce.

Los investigadores realizaron un estudio sistemático de los sedimentos lacustres del Triásico Medio en la cuenca de Ordos (China), que incluía la estratigrafía, la sedimentología y la paleontología en tres afloramientos del borde meridional de la cuenca.

A-C: coprolitos de peces; D y E: fotomicrografías en rodajas de coprolitos 
de peces; F y G: escarabajos; H: peces; I: ostrácodos; J: pequeños camarones. 
(Foto: NIGPAS)
Las edades isotópicas U-Pb de las capas tufáceas en tres afloramientos dataron el esquisto rico en materia orgánica del Triásico en 242 Ma en la Formación Tongchuan del Triásico Medio. El esquisto orgánico rico en la parte inferior de la Formación Tongchuan representa la primera aparición conocida de un lago perenne profundo después de la EPME y es 5 millones de años anterior a cualquier registro previo.

Los esquistos han producido abundantes fósiles, incluyendo microalgas, macroalgas, notostráceos, ostrácodos, insectos, peces y coprolitos de peces. Proporcionan datos sobre el primer ecosistema lacustre complejo del Triásico conocido. Ese ecosistema es un componente clave de los lagos del Mesozoico, que eran diferentes de los lagos pre-Mesozoicos en los que las larvas de dípteros estaban ausentes y los escarabajos acuáticos eran raros. 

La restauración de un complejo ecosistema lacustre coincidió con la finalización de la "brecha del carbón", que fue un intervalo de aproximadamente 10 millones de años durante el cual no se depositó carbón en todo el mundo.

Se cree en general que la reaparición de la veta de carbón del Triásico Medio representa una restauración significativa del ecosistema forestal después de la EPME. Por lo tanto, tanto los ecosistemas de los lagos como los de los bosques que forman la turba probablemente tardaron hasta 10 millones de años en recuperarse, mucho más tiempo que el período de recuperación de las comunidades vegetales que se infiere de los datos palinológicos. (Fuente: NCYT Amazings)

Descubierto en Madagascar un extraño mamífero de hace 66 millones de años

Un equipo de investigadores internacionales ha descubierto un nuevo y extraño mamífero de 66 millones de años, del tamaño de la zarigüeya que vivía entre dinosaurios y cocodrilos masivos en Madagascar, la cuarta isla más grande de la Tierra, según publican en la revista 'Nature'.

Reconstrucción de Adalatherium hui - Denver Museum of  Nature 
& Science/Andrey Atuchin.
El hallazgo del nuevo mamífero, llamado 'Adalatherium', que se traduce de los idiomas malgache y griego y significa 'bestia loca', se basa en un esqueleto casi completo que está asombrosamente bien conservado, el más completo para cualquier mamífero mesozoico descubierto hasta ahora en el hemisferio sur.

El director del equipo, el doctor David Krause, conservador principal de Paleontología de Vertebrados en el Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver y profesor emérito en Stony Brook University, señala que, "sabiendo lo que sabemos sobre la anatomía esquelética de todos los mamíferos vivos y extintos, es difícil imaginar que un mamífero como 'Adalatherium' podría haber evolucionado, rompe muchas reglas".

Y es que en términos evolutivos, las islas son excepcionales porque en ellas los animales evolucionan de forma aislada, a menudo durante millones de años en situaciones completamente diferentes a las especies del continente. Como resultado, se desarrollan en diferentes formas y tamaños y evolucionan hacia nuevas especies que, con el tiempo suficiente, generan aún más especies nuevas.

Así, aunque una reconstrucción real podría llevar a pensar que el 'Adalatherium' era un tejón común y corriente, su "normalidad" es literalmente sólo superficial. Debajo de la superficie, su esqueleto es nada menos que "extravagante". Tiene características primitivas en su región del hocico (como un hueso septomaxilla) que no se habían visto durante cien millones de años en el linaje que conduce a los mamíferos modernos. 

"Su cavidad nasal presenta un sorprendente mosaico de características, algunas de las cuales son muy estándar para un mamífero, pero otras que nunca antes había visto en nada", explica el doctor James B. Rossie que, junto con el fallecido Yaoming Hu, ambos de la Universidad Stony Brook, integraban el equipo investigador. 

'Adalatherium' tenía más orificios en la cara que cualquier mamífero conocido, que le servían como pasajes para los nervios y los vasos sanguíneos que suministraban un hocico muy sensible que estaba cubierto de bigotes. Y hay un agujero muy grande en la parte superior de su hocico para el que simplemente no hay nada similar en ningún mamífero conocido, vivo o extinto.

Los dientes de 'Adalatherium' tienen una construcción muy diferente a la de cualquier mamífero conocido. Su columna vertebral tenía más vértebras que cualquier mamífero mesozoico y uno de sus huesos de las patas estaba curiosamente curvo.

Aproximadamente del tamaño de una zarigüeya de Virginia, 'Adalatherium' también era inusual ya que era muy grande para su tiempo. La mayoría de los mamíferos que vivían junto a los dinosaurios eran mucho más pequeños, de tamaño de ratón en promedio.

Pertenece a un grupo extinto de mamíferos llamados gondwanatherianos porque solo se conocen del antiguo supercontinente del sur de Gondwana. Este tipo de fósiles se encontraron por primera vez en Argentina en la década de 1980, pero desde entonces también se han encontrado en África, India, la Península Antártica y Madagascar. Primero se pensó que estaban relacionados con los perezosos, los osos hormigueros y los armadillos modernos, pero "ahora se sabe que formaron parte de un gran experimento evolutivo que fracasó y se extinguió en el Eoceno, hace unos 45 millones de años", explica Krause.

Antes del descubrimiento del esqueleto casi completo del 'Adalatherium', los gondwanatherianos solo se conocían por dientes aislados y fragmentos de mandíbula, con la excepción de un cráneo de Madagascar descrito por Krause y su equipo en 2014.

La integridad y la excelente preservación del esqueleto del 'Adalatherium' potencialmente abre nuevas ventanas sobre cómo eran los gondwanatherianos y cómo vivían, pero las características extrañas aún tienen que adivinar el equipo científico.

Como lo expresó la principal colaboradora de Krause, Simone Hoffmann, del Instituto de Tecnología de Nueva York, "el 'Adalatherium' es el más extraño de los raros. Tratar de averiguar cómo se movía es casi imposible porque, por ejemplo, su parte delantera nos cuenta una historia diferente a su parte trasera".

El equipo de investigación, en el que han participado científicos de Estados Unidos, Madagascar, Reino Unido y Alemania, aún está descubriendo pistas, pero cree que, aunque 'Adalatherium' podría haber sido un poderoso animal de excavación, también era capaz de correr e incluso podría tener otras formas de locomoción.

La historia tectónica de placas de Gondwana proporciona evidencia independiente de por qué 'Adalatherium' es tan extraño. Fue encontrado en rocas fechadas cerca del final del Cretácico, hace 66 millones de años. Madagascar, con el subcontinente indio unido al este, se separó de África más de cien millones de años antes y finalmente se aisló como una isla en el Océano Índico cuando el subcontinente indio se separó hace aproximadamente 88 millones de años y se dirigió hacia el norte.

Eso dejó el linaje que finalmente resultó de la evolución del 'Adalatherium', aislado de las poblaciones continentales, durante más de 20 millones de años, "tiempo suficiente para desarrollar sus muchas características absurdas", explica Krause.

El 'Adalatherium' es solo una pieza, pero una pieza importante, en un gran rompecabezas sobre la evolución temprana de los mamíferos en el hemisferio sur --añade-- Desafortunadamente, la mayoría de las piezas aún faltan". Más que nada, este descubrimiento subraya a los investigadores cuánto queda por aprender haciendo nuevos descubrimientos de los primeros mamíferos en Madagascar y otras partes de la antigua Gondwana.

El nuevo mamífero 'Adalatherium' es solo el último de una serie de extraños animales descubiertos por Krause y su equipo de investigación en Madagascar en los últimos 25 años. Los descubrimientos anteriores han incluido una rana depredadora gigante blindada, ('Beelzebufo'), un cocodrilo vegetariano de nariz pug ('Simosuchus') y un pequeño dinosaurio con dientes de conejo ('Masiakasaurus').

La isla en sí está llena de animales (y plantas) que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta, incluyendo cucarachas silbantes, gorgojos jirafa, ranas tomate, salamandras satánicas de cola de hoja, camaleones pantera, y tenrecs rayados para nombrar algunos. Y, por supuesto, está el grupo característico de mamíferos --lémures-- que se hizo famoso en las películas animadas de 'Madagascar'. Hace sólo unos pocos miles de años, la fauna de Madagascar también incluía aves elefantes de más de 600 kilos, lémures del tamaño de un gorila e hipopótamos pigmeos.

El «santo grial» de los dinosaurios, aún más raro de lo que se creía

Un ejemplar hallado en Marruecos muestra que los misteriosos espinosaurios tenía una enorme cola para nadar por los ríos como los cocodrilos

Reconstrucción de un espinosaurio: mandíbulas largas y estrechas con dientes 
cónicos, y una cola única para la locomoción acuática - Davide Bonadonna
Los únicos restos conservados en todo el mundo de espinosaurio, un formidable depredador de más de doce metros de longitud que vivió en África hace unos 100 millones de años, fueron destruidos en un ataque aéreo aliado sobre Múnich, Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial. Así que este animal se convirtió en casi «una criatura mítica, el 'santo grial' para los paleontólogos que salían en busca de dinosaurios», explica Nizar Ibrahim, de la Universidad de Detroit Mercy (EE.UU.) y explorador de «National Geographic». Solo quedaron unos dibujos de los huesos destruidos, a los que se sumaron algunos restos aislados encontrados a lo largo de los años. Todo indicaba que se trataba de una especie muy inusual, pero lo que ahora han encontrado Ibrahim y su equipo «es aún más extraño y espectacular de lo que podríamos haber imaginado en nuestros sueños más locos», asegura el investigador a ABC en un correo electrónico.

Reconstrucción del esqueleto de la cola del espinosaurio (los huesos faltantes 
se muestran en blanco) - Dibujos: Marco Auditore. Fotos: Gabriele Bindellini.
Según cuentan este miércoles en la revista «Nature», los paleontólogos hallaron los restos de un espinosaurio juvenil en la formación geológica del Kem Kem, un área de 95 millones de años de antigüedad en el sureste de Marruecos. El esqueleto de Spinosaurus aegyptiacus comprende algo inesperado: una cola casi completa que en su totalidad debía de medir 5,3 metros, más o menos la mitad de la longitud del ejemplar. La cola en forma de paleta era flexible y capaz de moverse lateralmente para impulsar al dinosaurio a través del agua, de una manera similar a la de los cocodrilos modernos. Es decir, el espinosaurio, el depredador más largo conocido por la ciencia, era acuático y utilizaba la propulsión de la cola para nadar y cazar presas en un sistema fluvial masivo. Es la primera vez que se conoce un dinosaurio con esa adaptación.

Peces como automóviles

«¡Imagínese nadar en un gran río y ser perseguido por un dinosaurio depredador gigante con lomo de cocodrilo y una vela encima!», dice Ibrahim. Algunos de los peces que perseguía eran verdaderos gigantes, incluidos los celacantos del tamaño de un automóvil. 

Dos espinosaurios cazan un Onchopristis, un pez sierra prehistórico, en las aguas 
del sistema del río Kem Kem en lo que ahora es Marruecos - Jason Treat, NG 
Staff y Mesa Schumacher /Arte: Davide Bonadonna / Fuente: Nizar Ibrahim, 
Universidad de Detroit Mercy
«La cola era una estructura altamente especializada, similar a una aleta, que habría impulsado al animal a través del agua. Permitió a este dinosaurio perseguir activamente presas en la corriente, y esa es la primera vez que se ve algo así en un dinosaurio», explica el paleobiólogo. Esta forma de nadar era una ventaja para el espinosaurio, que podía explotar una fuente de alimento -los peces- que no estaba disponible para otros dinosaurios depredadores.

Durante la existencia del espinosaurio, las temperaturas cálidas (polos sin hielo, alto nivel del mar) eran la norma en el mundo, pero el Sáhara también albergaba grandes sistemas fluviales, que se extendían por todo el norte de África. Allí es donde el espinosaurio cazaba a sus presas. El área también estaba cerca de la costa, por lo pudo existir cierta influencia marina en el ecosistema.

«Siempre quise encontrar otro esqueleto de espinosaurio», reconoce Ibrahim, bien conocido por ser el descubridor de otras especies de dinosaurios. Su expedición, financiada por la National Geographic Society, lo encontró y resultó ser aún más extraordinario de lo que creía.

martes, 28 de abril de 2020

El dinosaurio que cojeaba hace 150 millones de años

Los fósiles de un pequeño dinosaurio bípedo, de hábitos vegetarianos, revelan que sufrió dos fracturas en su pie izquierdo, además de artritis, lo que le provocó una cojera que pudo acelerar su muerte.

ADELINE MARCOS (SINC)

Reconstrucción de dos ejemplares de Othnielosaurus en su entorno en lo que 
hoy es América del Norte. Uno de ellos presenta una cojera debido a varias 
patologías que sufría en su pie izquierdo. / José Antonio Peñas (SINC)
Los fósiles de dinosaurios dicen mucho más sobre estos animales de lo que pensamos. No solo permiten identificar una especie o deducir su tamaño. A través de la paleopatología, los paleontólogos también pueden indicar qué enfermedades o dolencias pudieron padecer hace millones de años y si fueron estas las causantes de su muerte.

"El estudio de las patologías de los animales del pasado es una ventana abierta para conocer el comportamiento y la biología de organismos que vivieron hace muchos millones de años", señala a SINC Penélope Cruzado-Caballero, científica del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología de la Universidad Nacional de Río Negro en Argentina.

Al analizar las fracturas de los fósiles, pueden aclarar si estas fueron provocadas por golpes fortuitos o por luchas en épocas de apareamiento, y sobre todo si sobrevivieron a ellas. En caso de hacerlo, esto mostraría cómo les afectó tener estas heridas o dolencias en su día a día. 
En el dinosaurio se descubrieron dos fracturas que "redujeron en cierto grado la actividad del animal", explica la investigadora Penélope Cruzado-Caballero
En un estudio, publicado en la revista Historical Biology, la científica, junto al grupo Aragosaurus de la Universidad de Zaragoza, investigadores de la Universidad del País Vasco y otros centros estadounidenses, analizó los huesos del pie izquierdo (falanges) aparentemente dañado de un pequeño dinosaurio bípedo, llamado Othnielosaurus consors, hallado en el siglo XIX en la Formación de Morrison en el estado de Wyoming, al oeste de EEUU, que data de unos 150 millones de años de antigüedad.

Los resultados confirman que este animal, de hábitos vegetarianos y de unos 15 kilos de peso, presentaba tres tipos de patologías en su pie izquierdo: una forma de artritis de origen metabólico, familiar o idiopático posiblemente, y dos fracturas –una de impacto y otra de pilón– que pudieron producirse por dos accidentes a lo largo de su vida.

"Ambas fracturas fueron probablemente bastante dolorosas y redujeron en cierto grado la actividad del animal. Hemos podido observar que las fracturas presentan cierto grado de curación, por lo que se puede pensar que Othnielosaurus sobrevivió con ellas durante un tiempo, aunque eso implicó dificultades para caminar y posiblemente le provocó una cojera", comenta Cruzado-Caballero.


Un desenlace fatal
La fractura no estaba totalmente curada en el momento de su muerte
Según los investigadores, las patologías en este individuo le impidieron desplazarse normalmente, le limitaron a la hora de obtener alimentos y le ocasionaron un estado de salud más frágil. "Esto pudo debilitarlo y convertirlo en una presa fácil para los depredadores. La cojera y la malnutrición pudieron ser las causas últimas que llevaron a este Othnielosaurus a un desenlace fatal", subraya la investigadora.

La supervivencia de este animal, también conocido como reptil de Marsh en honor a su descubridor en 1879, –el famoso paleontólogo estadounidense Othniel Charles Marsh que protagonizó la Guerra de los Huesos junto a su rival Edward Drinker Cope–, no debió durar mucho tiempo, dicen los autores. La prueba es que la fractura de impacto no estaba totalmente curada en el momento de su muerte.

Sin embargo, no queda del todo claro si estas dolencias contribuyeron directa o indirectamente a su fin, ya que el dinosaurio pudo eficazmente evitar a depredadores durante un tiempo. Lo que sí confirma el trabajo es que la presencia de patologías en los pies de dinosaurios y otros vertebrados terrestres del pasado "pudo condicionar la vida cotidiana de estos animales", concluye Cruzado-Caballero.

Masterclass de arqueología y paleontología de la Fundación Palarq


La Fundación Palarq protagoniza una iniciativa pionera en nuestro país al poner en contacto a los más importantes investigadores de los proyectos que financia con el gran público, a través de la publicación diaria de una serie de masterclass en formato de vídeo, con las que acerca al espectador especializado y no especializado, a la investigación arqueológica y paleontológica de primera línea de nuestro país.




Masterclass de Arqueología y Paleontología

Estas masterclass de arqueología y paleontología, ofrecidas por los directores de los proyectos y recogidas en un accesible formato de videoconferencias, van dirigidas a todos los públicos, no únicamente a los diferentes especialistas del tema, y son difundidas tanto a través de su web, como por sus cuentas de Facebook, Twitter, Youtube e Instagram.

Dadas las circunstancias del confinamiento, se trata sin duda de una oportunidad única para acceder a este tipo de contenido especializado y en un formato breve y sencillo para poder abarcar a todos los públicos.

Accede a las masterclass en su página web, donde se actualiza el contenido diariamente.

El único y "peligroso" lugar en el que convivieron 3 de los dinosaurios carnívoros más grandes que habitaron la Tierra

El paisaje geográfico del norte de África está dominado actualmente por el desierto del Sahara.

El espinosaurio es el mayor depredador del Cretácico. GETTY
Pero hace unos 100 millones de años, la región era hábitat de algunos de los animales carnívoros más grandes que habitaron la Tierra.

En los territorios que actualmente ocupan los países de Marruecos, Egipto y Níger, convivieron (y compartieron comida) tres de los dinosaurios más grandes del periodo cretácico (entre 145 millones y 66 millones de años), dice a BBC Mundo el paleontólogo Paul Sereno, de la Universidad de Chicago, Estados Unidos.

Sereno es uno de los autores de una investigación reciente sobre una parte de esta región: el complejo geológico Kem Kem, en el sureste de Marruecos.

Pero ¿cuáles eran estos "peligrosos" dinosaurios que habitaron esta zona y cómo se aseguraban de encontrar suficiente carne para todos?

Qué dinosaurios eran

El carcarodontosaurio podía medir hasta 12 metros de largo. GETTY
La investigación en la que participó Sereno señala que "al menos tres de los cuatro depredadores de cuerpo grande presentes en los complejos Kem Kem (Marruecos) y Bahariya (Egipto) se encuentran entre los dinosaurios depredadores más grandes (10% superiores) que se hayan registrado".

"Hay un triunvirato de depredadores. [Los tres] Los encontramos en Níger, en Egipto, en Marruecos", dice Sereno a BBC Mundo. "En América del Norte solo tenemos uno, el tiranosaurio. A veces encuentras dos [depredadores]... Es muy raro encontrar tres animales grandes en la misma área".

"Parece que este trío de depredadores caracterizó el cretácico africano durante 30 o 40 millones de años", agregó Sereno.

Los tres dinosaurios identificados son:

Espinosaurio: el mayor depredador del Cretácico. Las estimaciones de su tamaño llegan hasta los 18 metros, lo que lo harían más grande que el Tiranosaurio Rex, aunque más esbelto, según el Museo de Historia Natural de Reino Unido.

Carcarodontosaurio: que podía medir 12 metros de largo, con puntiagudos "dientes de sable" de hasta 20 centímetros de largo.

Abelisaurio: podía medir nueve metros de largo, según el Museo de Historia Natural de Reino Unido.

El abelisaurio podía medir nueve metros de largo. GETTY
"Parece que solo ocurre en África. Lo más cercano sería América del Sur, donde tienes abelisaurios y carcarodontosaurios, y solo un espinosaurio. Es el lugar más cercano donde tenemos esos tres grupos. [Pero] No los hemos encontrado directamente juntos, así que es en África donde vemos tres depredadores juntos, en tres lugares distintos", indica Sereno a BBC Mundo.

En los complejos Kem Kem, en Marruecos, y Bahariya, en Egipto, otro gigante se une al trío de depredadores, según los fósiles analizados por el estudio.

Se trata del Deltadromeus, un dinosaurio de unos ocho metros de largo con las patas delanteras alargadas. Pero como los paleontólogos no han podido encontrar ningún resto de su cráneo, se desconoce de qué se alimentaba.

Pero bastaban sus otros tres compañeros carnívoros para que otro de los autores del estudio, el paleontólogo Nizar Ibrahim, se refiera a Kem Kem, como "el lugar que fue el más peligroso de la historia de la Tierra".

Era "un lugar donde un humano, si viajara en el tiempo, no duraría mucho", dijo Ibrahim, profesor asistente de Biología de la Universidad de Detroit en Mercy e investigador visitante de la Universidad de Portsmouth.

Sin embargo, Sereno se mostró en desacuerdo con esta declaración de su colega.

El deltadromeus también habitaba la región de Kem Kem. GETTY IMAGES
"No creo que sea una afirmación científica", dijo a BBC Mundo. "No sé si un organismo hubiera podido ser comido ahí más que en otro lugar".

Pero ¿de qué se alimentaban tan enormes criaturas viviendo en el mismo lugar? ¿Había comida para todos?

Comida acuática
Es lo que se preguntó el paleontólogo Ernst Freiherr Stromer von Reichenbach en 1936 y se conoce como el "enigma Stromer".

Generalmente, la cúspide de la pirámide alimenticia está formada por uno o dos depredadores grandes, pero no tres, dice Sereno a BBC Mundo.

¿Cómo se mantenían alimentados entonces los tres grandes dinosaurios del norte de África?

Según el coautor de la investigación David Martill, de la Universidad de Portsmouth, había abundantes peces de gran tamaño en la zona.

"Este lugar estaba lleno de peces absolutamente enormes, incluidos los celacantos gigantes y el pez pulmonado. El celacanto, por ejemplo, era probablemente cuatro o incluso cinco veces mayor que el celacanto de hoy. Había un enorme tiburón sierra de agua dulce llamado Onchopristis con los dientes rostrales más temibles, eran como dagas de púas, pero maravillosamente brillantes", dice Martill, coautor de la investigación.

Sereno cree que el espinosaurio estaba adaptado para moverse en el agua, por lo que se habría alimentado de animales acuáticos, y que esto explicaría la coexistencia con los otros dos depredadores y que hubiera comida para todos.

sábado, 25 de abril de 2020

20 museos de ciencias de todo el mundo que puedes visitar virtualmente

  • Del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid al Museo de la Cosmonáutica de Moscú, pasando por el del Aire y el Espacio de Washington o el de Ciencia y Tecnología Leonardo Da Vinci de Milán. Todos de manera virtual y al alcance de la mano 
  • Gracias a las fotografías de 360º, los paneles informativos, la recreación virtual y los detalles ampliados, visitar estos museos desde casa puede ser un buen plan cultural para los días de confinamiento 

Museo de Historia Natural de Londres
Si un museo es el mejor plan cuando la lluvia nos sorprende en nuestros viajes, también lo puede ser cuando estamos encerrados sin poder salir de casa. Gracias a las visitas virtuales tenemos infinidad de museos al alcance de nuestra mano y para ello no necesitaremos más que una buena conexión a internet.

Mediante fotografías de 360º podemos caminar por las salas de algunos de los museos de ciencias más importantes del mundo, deteniéndonos en sus vitrinas, consultando sus textos explicativos y contemplando las mejores y más didácticas colecciones que hacen la ciencia accesible a todos los públicos.

Mediante recreaciones virtuales llevadas a cabo por los propios museos, o gracias al trabajo de divulgación proporcionado por Google Arts & Culture, aquí tienes explicadas suficientes ramas de la ciencia como para cubrir las semanas de confinamiento que sean necesarias.
No nos vamos muy lejos. El Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid es el más importante de España y además uno de los más antiguos de Europa. Comenzó su andadura en 1771 de la mano de Carlos III y cuenta con una colección de casi ocho millones de especímenes. Desde aquí puedes dar un paseo por sus principales salas.
Un museo que se centra en exhibiciones oceanográficas y marinas, orientado a la divulgación científica sobre flora y fauna marina, su entorno y su conservación. Cuenta también con salas repletas de acuarios. Es el museo más visitado del norte de Alemania.
Este museo fue inaugurado en 1924 y alberga una gran colección de instrumentos científicos que han marcado la historia de la humanidad, desde la antigüedad hasta principios del siglo XX. Más de 20.000 objetos relacionados con las matemáticas, la química, la medicina o las comunicaciones.
Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford OXFORD MUSEUM
El museo se estableció como tal en 1860 y nació como centro de estudios científicos de la Universidad de Oxford. Hoy lleva a cabo exposiciones y actividades para el público y los estudiantes de todas las edades. De su colección destaca su Megalosaurus y el famoso Oxford Dodo, los únicos restos de tejido blando de dodo, el ave no voladora extinta en el siglo XVII por culpa del hombre.
Todo empezó en 1927 como museo de Historia de la Ciencia y adoptó el nombre de Museo Galileo en 2010 tras una renovación radical. Una manera práctica y completa de conocer lo que la ciencia nos ha dejado a lo largo de los siglos, combinando instrumentos científicos y un instituto dedicado a la investigación. El Museo Galileo también está disponible en Google Arts & Culture.
Fue fundado en 1869 y es toda una institución en lo que a historia natural se refiere. Cuenta con 45 salas destinadas a exposiciones permanentes que interpretan y difunden información sobre culturas humanas, el mundo natural y el universo a través de un amplio programa de investigación científica, educación y exhibición.
Posiblemente el museo más famoso del Instituto Smithsonian, una de las visitas básicas en Washington. A través de la visita virtual de su web puedes recorrer todas sus salas, desde fósiles y dinosaurios hasta océanos, bosques e insectos. Su mapa es de gran utilidad y además ofrece la posibilidad de visualización en modo de realidad virtual para móviles.
Uno de los museos más famosos del mundo y un gran imprescindible si visitamos Londres, un verdadero centro de investigación científica. Un museo que con sus 80 millones de especímenes parece no tener fin. Google ofrece además la posibilidad de descubrirlo a través de una completa experiencia interactiva.
Museo de Ciencias Naturales de Houston GOOGLE ART & CULTURE
Fue fundado en 1909 y desde entonces su intención ha sido siempre cultivar el conocimiento de las ciencias naturales y difundirlo. Incluye en su colección temas como la astronomía, la ciencia espacial, la cultura nativa americana, la paleontología, la energía, la química, las gemas y minerales, las conchas marinas o la vida silvestre.

Forma parte del Museo Nacional de la Ciencia y la Industria de Londres y es un lugar en el que aprender sobre los logros científicos que nos ha dejado la historia. Un buen repaso a las matemáticas, la geofísica, las telecomunicaciones e incluso los inicios de la informática, todo acompañado por un buen número de inventos que siempre llaman la atención.
El Museo de Ciencias Naturales de Bruselas presume de albergar la mayor sala de dinosaurios de toda Europa, encabezada por sus famosos iguanodones de Bernissart, donde aparecieron hasta 30 de ellos a finales del siglo XIX. El cuerpo humano y su evolución, las especies urbanas y los minerales también tienen aquí un espacio de especial protagonismo.
Junto al de Ciencias Naturales, este es otro de los museos del Smithsonian que hay que visitar en Washington. Tiene posiblemente la mejor colección del mundo sobre aviación y artefactos espaciales, y junto al Metropolitan de Nueva York es el museo más visitado del país. Una exposición que recoge la historia desde que el ser humano quiso echar a volar hasta nuestros días.
En Viena tienes a tu disposición una de las mayores y más antiguas colecciones de meteoritos del mundo. Se acompaña de enormes dinosaurios, la vaca marina de Steller e incluso la famosa Venus paleolítica de Willendorf. De antropología hasta astronomía, en este museo de 1889 tienes un poco de todo.
Un museo diferente ubicado en el sótano del monumento ‘A los conquistadores del espacio’ de Moscú. Fue inaugurado en 1981 y recoge la carrera espacial soviética mostrando su tecnología, sus protagonistas y su documentación mediante vídeo y fotografías. En la visita virtual tienes un espacio dedicado a la cara femenina del espacio.
Museo de la Cosmonáutica de Moscú GOOGLE ART & CULTURE
Estamos ante una de las instituciones de investigación más importantes del mundo sobre evolución biológica y geológica, así como biodiversidad. Con más de 30 millones de artículos que abarcan zoología, paleontología, geología y mineralogía, el Museo de Historia Natural de Berlín se afana en poner la ciencia al alcance de todo el mundo.

Un museo dedicado al mundo del insecto en el que se recogen muestras de más de 700.000 especies, muchas de ellas solo presentes en China. Desde insectos fósiles de la era de los dinosaurios hasta los presentes hoy día en todos los continentes. Cuenta con un espacio especialmente extenso dedicado a las mariposas.
Es el mayor museo de ciencia y tecnología de Italia y uno de los más importantes del mundo. Haciendo honor a su nombre, destaca la colección de modelos de máquinas basados en dibujos de Leonardo Da Vinci. Una buena herramienta divulgativa sobre energía, materiales, comunicación, transporte y física de partículas.
Fue inaugurado en 1877 y es el único museo de ciencias japonés administrado a nivel estatal. Se centra en dos grandes bloques, la ‘Galería Japón’ trata la naturaleza y la historia del archipiélago japonés, y la ‘Galería Global’ profundiza en la historia de la vida en todo el planeta. Siempre sin olvidar lo que la ciencia y la tecnología nos ha dejado a lo largo de los años.
Es el centro dedicado a la ciencia y la tecnología más importante de Corea del Sur. Es relativamente moderno, fue inaugurado en 2008, y su objetivo es despertar el interés por las ciencias entre los más jóvenes, apostando especialmente por la interactividad.
Trento dedica seis pisos a ciencias y naturaleza, biodiversidad, innovación y tecnología. Está especialmente centrado en dar a conocer el entorno alpino por el que se ve rodeada la ciudad, pero sin dejar tampoco de tratar temas de interés global para toda la familia, incluidos los más pequeños.

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Nuevos fósiles de ranas atestiguan el pasado cálido de la Antártida

El descubrimiento de fósiles de los primeros anfibios modernos conocidos en la Antártida proporciona más evidencia de un clima cálido y templado en la Península Antártica antes de su separación del supercontinente del sur, Gondwana, según publica en la revista 'Scientific Reports'. Los fósiles pertenecen a la familia de las ranas con casco.

Recreación del antiguo fósil de rana antártica - 
Thomas Mörs y sus colegas del Museo Sueco de Historia Natural, en Estocolmo, descubrieron los restos fosilizados de un hueso de la cadera y de un cráneo ornamentado durante las expediciones a la Isla Seymour, Península Antártica, entre 2011 y 2013.

Los especímenes tienen aproximadamente 40 millones de años, son del período Eoceno y ambos pertenecen a la familia 'Calyptocephalellidae', también conocida como ranas con casco. Hasta la fecha no se han encontrado rastros de anfibios de sangre fría o reptiles de familias que aún existen en la Antártida.

La evidencia previa sugiere que las capas de hielo se formaron en la Península Antártica antes de la ruptura final del supercontinente meridional Gondwana en los continentes del hemisferio sur actual, incluidas América del Sur y la Antártida.

El nuevo descubrimiento sugiere que las condiciones climáticas de la Península Antártica durante el Eoceno medio tardío pueden haber sido comparables con el clima húmedo y templado en los bosques de América del Sur en la actualidad, donde se encuentran exclusivamente las cinco especies vivas de rana con casco.

Los resultados indican que los bosques de América del Sur pueden ser un análogo moderno del clima antártico justo antes de la glaciación del continente austral y ahora pueden albergar especies originalmente encontradas en toda la península antártica.

viernes, 24 de abril de 2020

El planeta que habito

Doce cosas que deberías saber de la Tierra

12 cosas que todo ciudadano debería saber de la Tierra. La recopilación está inspirada en el artículo “Alfabetización en ciencias de la Tierra” de Pedrinaci et. al. (2013)


¡Feliz día de la Tierra!