martes, 30 de junio de 2020

Charla Virtual. Un Paseo entre los dinosaurios de Santa Cruz

Convocado por la AGUISAC el Doctor Fernando Novas, reconocido paleontólogo, director del Museo Argentina de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia hizo un recorrido virtual de las exploraciones llevadas a cabo en la provincia de Santa Cruz a lo largo de su carrera.


La charla se centra en la era Mezosoica a finales del cretácico donde con los continentes ya a la deriva, las transgresiones y regresiones marinas crearon un ambiente de abundante vegetación y clima cálido, donde se desarrollaron especies como los dinosaurios y otros organismos que vivieron con ellos.

Ubicó geográfica y cronológicamente los hallazgos de fósiles de dinosaurios encontrados en las formaciones Mata Amarilla (cerca de 3 lagos) loconsaurus y clasmodosaurus; Cerro Fortaleza ( costa este del Río La Leona) el puertasaurus y talenkauen santacrucensis ; El Calafate (a orillas del lago Argentino en Estancia Bonacord) un plesiosaurio , reptil marino aún no nombrado; y la última expedición a la formación chorrillos , en las barrancas de las Estancias Anita y Alta Vista hacia el sur hasta el límite con Chile.

El primero en explorar esa zona fue Egidio Feruglio en 1938 y muchos años más tarde, en 1980 Francisco Nullo descubre parte del esqueleto de un enorme dinosaurio, que no puede retirar del lugar por las dimensiones del fósil y la dificultad para acceder al sitio. Le pasa el dato al paleontólogo recientemente fallecido José Bonaparte quien logra llevarse unos pocos fósiles y publica el libro de divulgación (1996) "Dinosaurios de América del Sur".

Esto sumado a los  hallazgos de Marcelo Leppe del Instituto Antártico Chileno que encontró lo mismo del otro lado, llevaron al grupo de investigadores y becarios de LACEV, liderados por Fernando Novas a iniciar una expedición en enero de 2019 donde encuentran el dinosaurio descubierto por Nullo y lo bautizan Nullotitan glaciaris.

Además descubren un nuevo fósil de un dinosaurio corredor y lo llaman Isasicursor santacrucensis por su descubridor Marcelo Isasi.

En marzo 2020 regresan a la zona y encuentran otros organismos como gastrópodos, peces, anuros, ofidios, cáscaras de huevos de dinosaurios, vértebras de mamíferos, dientes de terópodos, saurópodos, aves y hasta granos de polen que permitieron a los paleobotánicos del grupo reconstruir el ambiente de bosque que existía en el tiempo en que vivieron estos dinosaurios.

La expedición financiada por el CONICET y el aporte externo del japonés Makoto Manabe, director del Museo de Ciencias  Naturales de Tokio, tuvo que terminar sin poder retirar aún los fósiles más grandes y pesados que estaba previsto que fueran trasladados por un helicóptero de la Fuerza Aérea Argentina, pero debido a la pandemia el operativo se suspendió.  Ahora esperan poder volver cuando la situación lo permita.

Según el propio Novas "Esto recién empieza, la Paleontología es una ciencia que tiene futuro en nuestro país".

El asteroide que mató a los dinosaurios, único culpable

  • Un nuevo estudio insiste en que el impacto de un gran meteorito cambió el mundo hace 66 millones de años, sin la necesidad de otras catástrofes globales

Un Ankylosaurus magniventris, una gran especie de dinosaurio blindado, es 
testigo del impacto de un asteroide, que cayó en la península de Yucatán hace
 66 millones de años. Ni siquiera su gran tamaño y su gruesa armadura protegían 
a su  tipo de la violencia de este desastre cósmico - FABIO MANUCCI
El relato más aceptado acerca de la desaparición de los dinosaurios -excepto aquellos que se convirtieron en aves-, hace referencia al impacto de un gran asteroide hace unos 66 millones de años frente a las costas de lo que hoy es México. El choque provocó una explosión 10.000 veces superior a todo el arsenal atómico que existe en el mundo actual, cambiando el clima de la Tierra durante años, lo que a su vez se llevó por delante al 75% de la vida que existía entonces. Sin embargo, algunos investigadores han sugerido que decenas de miles de años de grandes erupciones volcánicas en la India pudieron haber sido la causa real de la extinción.

¿Realmente el meteorito tuvo un cómplice en la Tierra? No lo cree así un equipo de investigación del Imperial College, el University College de Londres y la Universidad de Bristol, quienes han realizado un modelado del impacto del asteroide que formó el cráter de Chicxulub. A su juicio, la roca de 12 kilómetros de longitud se las bastó por sí sola para crear las condiciones desfavorables para los dinosaurios en todo el mundo. Es más, el vulcanismo masivo podría haber ayudado a la vida a recuperarse del ataque a largo plazo.

Según explica Alessandro Chiarenza, investigador principal y en el Imperial cuando realizó este trabajo, el asteroide provocó un invierno que duró décadas. Estos efectos ambientales diezmaron los entornos adecuados para dinosaurios. En contraste, los efectos de las intensas erupciones volcánicas no fueron lo suficientemente fuertes como para alterar sustancialmente los ecosistemas globales. 

«Nuestro estudio confirma, por primera vez cuantitativamente, que la única explicación plausible de la extinción es el invierno provocado por el impacto que erradicó los hábitats de dinosaurios en todo el mundo», señala Chiarenza, cuyas conclusiones aparecen publicadas en la revista «PNAS».

Factores ambientales

Un asteroide de 10 a 12 km de ancho golpeó América 
Central hace 66 millones de años - Gabriele Chiarenza
El ataque de asteroides habría liberado partículas y gases a la atmósfera, bloqueando el Sol durante años y causando un invierno permanente. Las erupciones volcánicas también producen partículas y gases con efectos de bloqueo solar, y alrededor del tiempo de la extinción masiva hubo decenas de miles de años de erupciones en las inundaciones de basalto o escaleras del Decán, en la India actual.

Para determinar qué factor, el asteroide o el vulcanismo, tenía más poder de cambio climático, los investigadores han usado tradicionalmente marcadores geológicos del clima y poderosos modelos matemáticos. En el nuevo documento, el equipo combinó estos métodos con información sobre qué tipos de factores ambientales, como la lluvia y la temperatura, necesitaban cada especie de dinosaurio para prosperar.

Luego pudieron mapear dónde seguirían existiendo estas condiciones en un mundo después del impacto de un gran asteroide o un vulcanismo masivo. Descubrieron que el asteroide por sí solo destruyó todos los hábitats potenciales de los dinosaurios, mientras que el vulcanismo dejó algunas regiones viables alrededor del ecuador.

«En lugar de usar solo el registro geológico para modelar el efecto sobre el clima que el asteroide o el vulcanismo podrían haber causado en todo el mundo, impulsamos este enfoque un paso adelante, agregando una dimensión ecológica para revelar cómo estas fluctuaciones climáticas afectaron severamente a los ecosistemas», señala Alex Farnsworth, de la Universidad de Bristol, coautor del estudio.

Simulación de las áreas habitables y no habitables para los dinosaurios no aviares
«En este estudio agregamos un enfoque de modelado a los datos geológicos y climáticos clave que muestra el efecto devastador del impacto de los asteroides en los hábitats globales. Esencialmente, produce una pantalla azul de muerte para los dinosaurios», dice Philip Mannion, del University College.

Calentamiento volcánico

Aunque los volcanes liberan gases y partículas que bloquean el sol, también liberan dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero. En el corto plazo después de una erupción, los bloqueadores solares tienen un efecto mayor, causando un «invierno volcánico». Sin embargo, a largo plazo, estas partículas y gases salen de la atmósfera, mientras que el dióxido de carbono permanece y se acumula, calentando el planeta.

Después del drástico invierno global inicial causado por el asteroide, el modelo del equipo sugiere que a largo plazo, el calentamiento volcánico podría haber ayudado a restaurar muchos hábitats, ayudando a que la nueva vida que evolucionó después del desastre prospere.

A juicio de los investigadores, las erupciones volcánicas que ocurrieron más o menos al mismo tiempo podrían haber reducido los efectos sobre el medio ambiente causados por el impacto, particularmente al acelerar el aumento de las temperaturas después del invierno de impacto. Este calentamiento inducido por los volcanes ayudó a impulsar la supervivencia y la recuperación de los animales y las plantas que se salvaron la extinción, y muchos grupos se expandieron inmediatamente después, incluidas las aves y los mamíferos.

HOY POR HOY BURGOS: Campaña de excavaciones del CAS en Torrelara, yacimiento de 145 millones de años

30-06-2020

Entrevista con Fidel Torcida, director de las excavaciones del yacimiento de Valdepalazuelos-Tenadas del Carrascal en Torrelara donde habla de los preparativos previos de esta XVII Campaña de excavaciones paleontológicas en la Sierra de la Demanda y, de lo hasta ahora se ha encontrado en él. Como también de la más posible relación y conexión de los restos fósiles de varios dinosaurios que se han encontrado aquí las icnitas del yacimiento cercano de Las Sereas 7 (Quintanilla de las Viñas).

En la misma entrevista también se reivindica, una vez más, la importancia del nuevo Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes para la comarca y se pide que haya un compromiso firme y sólido para llevarlo a cabo. La importancia de los restos fósiles del Museo de Dinosaurios y de los cientos de yacimientos paleontológicos de la Sierra de la Demanda son reconocidos y valorados muy positivamente por la comunidad científica a nivel internacional.

Para escuchar la entrevista pincha en la imagen o en el enlace que sigue a continuación. Duración: 14:19 minutos.


lunes, 29 de junio de 2020

Colbert y los dinosaurios

Ricardo Alonso

Edwin Colbert, Alfred Romer y George Gaylord Simpson son tres de los más importantes paleontólogos del siglo XX y curiosamente los tres fueron, en distintos años, incorporados como miembros extranjeros de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba.

Edwin H. Colbert (1905-2001) fue un paleontólogo norteamericano especialista en vertebrados fósiles de la era de los dinosaurios. Estudió en Nebraska y se doctoró en Columbia en 1935. Pronto se hizo cargo como curador del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, una de las instituciones señeras. Allí se formó la mayor colección de reptiles fósiles del mundo, especialmente cráneos y esqueletos de dinosaurios.

Además de enseñar como profesor en la Universidad de Columbia, comenzó sus trabajos de investigación que lo llevaron a recorrer todos los continentes en busca de restos de vertebrados fósiles, especialmente reptiles y anfibios. Enfocó sus intereses científicos en el suroeste de los Estados Unidos donde realizó valiosos hallazgos de dinosaurios que le permitieron crear decenas de géneros nuevos.

Es famoso su descubrimiento de los dinosaurios de Ghost Ranch en Nueva México donde encontró una docena de esqueletos que se habían conservado en una especie de cementerio fósil. Al estudiarlos comprobó que se trataba de un grupo de dinosaurios terópodos celofísidos (Coleophysis) que vivieron unos 200 millones de años atrás en el límite entre los períodos Triásico y Jurásico.

Realizó excavaciones en Texas, Arizona, Alaska y también en Oceanía, Israel, Brasil y otros países. En cada uno de sus viajes iba descubriendo nuevos dinosaurios que estudiaba y publicaba en revistas especializadas.

En 1933 se casó con Margaret Matthew, hija de otro eminente paleontólogo: William D. Matthew. El abuelo de Margaret también fue paleontólogo. Ella se interesó en el arte y se convirtió en una especialista en representar a los seres que vivieron en remotos tiempos, especialmente vertebrados. Margaret Matthew Colbert tuvo cinco hijos con Edwin y, a pesar de la carga que significaba la atención del hogar y la crianza de su prole, se dio tiempo para acompañar a su esposo en largas travesías de exploración y participar del hallazgo de numerosos nuevos dinosaurios para la ciencia. Además de realizar con su fino arte exquisitas ilustraciones de los seres pretéritos. El logo de la Sociedad Internacional de Paleontología de los Vertebrados fue diseñado por ella.

El libro de los dinosaurios

Colbert no solo prospectaba dinosaurios y los exhumaba, sino que además los preparaba para su estudio y posterior exposición en las vitrinas del museo de Nueva York que llegó a tener la mayor colección mundial. Con ánimo de escribir una guía explicativa sobre los dinosaurios del museo preparó un libro que se convertiría en un "best seller" del tema. La primera edición salió en 1945 con el título (en inglés): "El libro de los Dinosaurios. Los reptiles dominantes y sus distintos parientes". Esa sería la primera de muchas ediciones dado el éxito alcanzado. El valor de la obra estaba cimentado en las buenas ilustraciones y en un texto muy simple y claro, de lectura amena, pero con rigor científico. Lo cierto es que Colbert supo alimentar un creciente interés del público por los dinosaurios en la década de 1940 y su libro fue tan popular que se mantuvo por más de 20 años en ventas.

Colbert se hizo conocido por haber escrito los primeros libros divulgativos sobre dinosaurios y por haberle dado un lado humano a la paleontología y lograr que la ciencia fuera más accesible para los no iniciados. Así lo supo expresar el Dr. Gene Gaffney, quien lo sucedió como curador de reptiles fósiles en el museo.

En 1965 la editorial Eudeba de Buenos Aires compró los derechos para la traducción al español de la obra y se la encargó al Dr. Osvaldo Alfredo Reig (1929-1992), prestigioso paleontólogo argentino reconocido internacionalmente. Reig se formó en la Universidad Nacional de la Plata bajo la tutela del zoólogo Ángel Cabrera y el geólogo Pablo Groeber pero no llegó a graduarse. Por sus conocimientos enciclopédicos y aportes científicos en biología evolutiva, especialmente en el campo de la zoología y paleontología, fue nombrado doctor honoris causa de las universidades de Buenos Aires y Barcelona, así como miembro de las academias de ciencias de los Estados Unidos y la Unión Soviética. Realizó estudios en Harvard y en Londres.

Fue el fundador del Laboratorio de Vertebrados Fósiles del Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán. Durante ese tiempo estudió ranas fósiles de la época de los dinosaurios que se encuentran en la Quebrada de las Conchas camino a Cafayate y que fueran descubiertas por geólogos prospectores de uranio de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Las bautizó Saltenia ibañezi, en homenaje a Salta.

El "Libro de los Dinosaurios" de Colbert (Buenos Aires, Eudeba, 184 pág.), se convirtió en la única obra disponible para enterarse del tema y rápidamente se transformó en libro de texto en las cátedras de paleontología, biología y público en general. Se hicieron varias ediciones que se agotaron rápidamente. Una de sus icónicas fotos era la de una huella gigante de dinosaurio, rellena con 80 litros de agua, y un niño que se estaba bañando plácidamente en su interior. La obra es hoy un clásico del tema aunque ya ha sido superada ampliamente.

El precursor de Spielberg

Luego Colbert escribiría unos 400 trabajos científicos y unos 20 libros entre los que merecen nombrarse, por sus títulos en inglés, "Evolución de los Vertebrados" (1955), "El mundo de los dinosaurios" (1961), "La edad de los reptiles" (1965), "Hombre y dinosaurios" (1968), "Los grandes cazadores de dinosaurios" (1984), "Excavando en el pasado" (1989) y "Apuntes de un cazador de fósiles" (1980), los dos últimos de forma autobiográfica. Fue galardonado con importantes distinciones y premios como la medalla "Daniel Giraud Elliot" (1935) de la Academia Nacional de Ciencias de los

Estados Unidos; la medalla Romer-Simpson (1989), máxima distinción de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados; el premio geológico “Hayden Memorial” (1997), entre otros. Una contribución científica fundamental de Colbert fue el hallazgo del pequeño reptil Lystrosaurus en rocas de 220 millones de años en varios continentes, entre ellos la Antártida, en 1969. Ese dato fue crucial para ayudar a solidificar los argumentos de la deriva continental. En 1970, los Colbert se mudaron a Flagstaff (Arizona), donde él se hizo cargo como curador de paleontología de vertebrados del museo de Northern Arizona.

En 1986 se organizó en Albuquerque (New Mexico, Estados Unidos), el Primer Simposio Internacional sobre huellas de dinosaurios, al cual asistieron los mejores especialistas de todo el mundo. Entre ellos algunos que se harían muy mediáticos más tarde gracias a Spielberg y Jurassic Park.

Figuras como Jack Horner, Robert Baker, Adolf Seilacher, David Gillette, Martin Lockley, Kevin Padian, David Unwin, Phililp Currie, Georges Demarthieu, Jame Farlow, Giusseppe Leonardi, Paul Olsen, William Sarjeant, Richard Thulborn y Mary Wade estuvieron presentes y fueron partícipes de un libro que luego publicó Cambridge University Press.

Dado que mi tesis de grado había sido sobre las huellas de dinosaurios en las minas de uranio del Valle del Tonco en Salta, y el trabajo académico se publicara en el Acta Geológica Lilloana de Tucumán, fui invitado a participar como representante argentino y a exponer sobre el tema. Se dio la feliz circunstancia de que en el mismo hotel se hospedaran Edwin Colbert y su esposa Margaret que participaban del simposio. Ello llevó a que durante una semana, todas las mañanas desayunáramos y conversáramos sobre el tema favorito de los dinosaurios; el potencial paleontológico de Argentina con estratos ricos en dinosaurios del Triásico, Jurásico y Cretácico, su libro que había sido traducido al español en nuestro país, y muchos otros temas. Luego lo visité en su oficina del museo de Northern Arizona en Flagstaff donde apreciamos sus últimos hallazgos en dinosaurios. Siempre me quedó esa maravillosa sensación de estar con dos glorias intelectuales que compartían sus conocimientos con humildad y la generosidad propia de los verdaderos sabios. Edwin Colbert falleció en Flagstaff, a los 96 años, el 16 de noviembre de 2001. Su legado en el mundo de la paleontología fue, es y será imperecedero.


La pandemia no frena las excavaciones de la Sierra de la Demanda este verano pero se adaptarán con un grupo reducido de participantes

El grupo de excavadores pasará de unos 22 a 15 y se controlará el contacto social en el lugar de alojamiento y en las excavaciones e, igualmente, se usará mascarilla y guantes durante los trabajos

Trabajos en el yacimiento de Torrelara. / C.A.S.
El Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.) ha decidido realizar la XVII campaña de excavaciones paleontológicas en la Sierra de la Demanda en el yacimiento Valdepalazuelos-Tenadas del Carrascal, situado en las proximidades de Torrelara.

La situación actual de pandemia que sufre el planeta ha obligado a analizar detenidamente los pros y contras, incluidos riesgos de contagio entre los participantes. «La opción de seguir adelante supone el plantear varias normas de funcionamiento del grupo que eviten los riesgos y sirvan de protección y seguridad», explican desde el CAS.

El grupo de excavadores deberá seguir las normas establecidas por las autoridades sanitarias y se prestará atención especial a la convivencia en el lugar donde se alojarán, así como en los trabajos directos en el yacimiento y resto de situaciones diarias con interacción social. Se incidirá en el uso de mascarillas, guardar la distancia social de protección y el uso exclusivo de algunos útiles de trabajo como guantes.

El número de participantes disminuirá levemente, para dejarlo en 15 personas trabajando directamente en el yacimiento frente a las 20 a 22 de otras campañas. «Una reducción mayor supondría limitar en gran medida el rendimiento del trabajo a realizar. Se plantea que habrá un núcleo de personas que al convivir durante todo el día funcione en la práctica como una 'burbuja' o grupo semicerrado al exterior», aclaran desde el colectivo.

Cuatro años en Torrelara

Este será el cuarto año sucesivo que se trabajará en el yacimiento de Torrelara, donde se han registrado hasta el momento 450 piezas fósiles correspondientes a grupos variados de dinosaurios, otros grupos de vertebrados como cocodrilos, fósiles vegetales, cáscaras de huevos y microfósiles como pólenes. En conjunto las excavaciones están poniendo al descubierto un ecosistema complejo de 145 millones de años de antigüedad.

El proceso de investigación de los restos recuperados en el yacimiento, y que han sido sometidos a un delicado tratamiento de limpieza y consolidación, se ha iniciado con los dientes de dinosaurios terópodos (carnívoros) y el húmero de un saurópodo de gran tamaño.

La edad del yacimiento de Torrelara se estima en 145 millones de años aproximadamente, en el paso del Jurásico al Cretácico. Ese tiempo corresponde a un periodo significativo en la evolución de los dinosaurios, en el que hubo cambios importantes en las faunas de dinosaurios de todo el planeta. Es también relevante el hecho de la escasez de restos de saurópodos en el tránsito Jurásico-Cretácico de la península ibérica, que además no suelen ser tan completos como el que se está recuperando en Torrelara.

Otros proyectos

Otro proyecto que está previsto desarrollar este año es la limpieza y consolidación del yacimiento de icnitas de dinosaurios Las Sereas 7, en Quintanilla de las Viñas. Este yacimiento forma parte de la ruta patrimonial 'Tierra de dinosaurios' que abarca desde aquí hasta Regumiel de la Sierra y que tiene al Museo de Dinosaurios en Salas de los Infantes como centro de interpretación.

Este tipo de actividades que se realizan en torno al patrimonio paleontológico de la Sierra de la Demanda sirven como estímulo e impulso al desarrollo económico y cultural de esa comarca, apoyando la creación de empleo y el mantenimiento de la población. La ciencia y sus proyectos de estudio, divulgación y educativos tienen un impacto social evidente, como se manifiesta en los más de 220.000 visitantes alcanzados por el Museo de Dinosaurios.

La repercusión económica del turismo paleontológico, cultural en suma, es muy significativa en el ámbito rural, y consideramos que debería ser potenciado y planteado como una estrategia autonómica que incluyera el sobresaliente patrimonio que suponen los yacimientos de dinosaurios burgaleses.

jueves, 25 de junio de 2020

V Concurso de fotografía geológica "Tierra de Dinosaurios", 2020: Suspendido

La quinta edición del Concurso de fotografía geológica “Tierra de Dinosaurios” queda suspendida para este año 2020



Debido a la pandemia existente en estos momentos y en momentos anteriores, la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León ha decidido recortar alguna de las actividades que organiza la Fundación y suspender el V Concurso de fotografía geológica “Tierra de Dinosaurios”, 2020.

Os pedimos disculpas y os emplazamos a participar en próximas ediciones.

Estos son los dinosaurios que vivieron en México; medían más de 20 metros

En varios estados se han encontrado fósiles de hasta 199,6 millones de años, correspondiente al Jurásico Temprano

Se han mas encontrado restos en el norte del país FOTO: PIXABAY
El pasado mes de mayo el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó que encontró los restos de al menos 60 mamuts en los terrenos donde se construye el nuevo Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, en Santa Lucía. Sin embargo, esta no es la primera vez que se encuentran fósiles de organismos que habitaron el país hace millones de años.

De acuerdo al INAH se han encontrado fósiles de dinosaurio que tienen una antigüedad que va de 199,6 millones de años, correspondiente al Jurásico Temprano, a los 65,5 millones de años, en el Cretácico Tardío.

Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas, Durango, Puebla, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, son los principales estados donde se han encontrado restos de estas especies, debido a que estos lugares alguna vez fueron una costa de mar poco profundo, en donde el clima era mucho más cálido y húmedo, causando una vegetación tropical, indican algunos especialistas.

Estos son los dinosaurios que vivieron el país

Syntarsus

Foto: Flickr
Este predador emparentado con Coelophysis, era un dinosaurio delgado, con brazos cortos y piernas largas. Vivió en el Jurásico temprano (hace 200 millones de años), y se cree que tenía un tamaño de 2 a 3 metros, pesaba 40 kilos. Los huesos de sus patas estaban fusionados y tenían el cuello y la cola muy largos.

Los restos se encontraron en el Cañón Huizachal de Tamaulipas. Son considerados los fósiles de dinosaurio más antiguos de México.

Gorgosaurus

Foto: Wikipedia
Es parte de la familia Tyrannosauridae, ya que tiene extremidades traseras largas y fuertes, en las que cada dedo terminando en una gran garra, y pequeñas manos con dos dedos, además es el carnívoro de mayor tamaño encontrado en el país. 

Formó parte del Cretécico tardío (hace más de 70 millones de años), tenía un tamaño de 8 metros y un peso de tres toneladas. Al cazar podía alcanzar una velocidad de 40 kilómetros por hora.

Sus restos han sido hallados en Baja California, Sonora y varias localidades de Coahuila. En Michoacán existen huellas que se consideran son del Gorgosaurus.

Lambeosaurus

Foto: Wikipedia
Pertenece al grupo de hadrosaurios con cresta, vivió en el Cretácico tardío (70 millones de años) y se alimentaba de hierbas.

Era una especie de hasta 23 toneladas, y media de entre 9 a 16 metros de largo, uno de los hadrosaurios más grandes que se conocen, que se piensa frecuentaba las partes bajas de bahías, lagunas y estuarios.

Kritosaurus

Foto: Wikipedia
Este dinosaurio habitó el país en Cretácico tardío y pertenece al grupo de los hadrosaurios, comúnmente conocido como dinosaurios pico de pato. Medía hasta 9 metros y pesaba 4 toneladas. Además se movía en grandes manadas buscando plantas para comer.


Struthiomimus

Foto: Wikipedia

Perteneciente al grupo de los llamados “imitadores de aves”, estos dinosaurios muy parecidos a las avestruces también vivieron durante el Cretácico tardío.

Debido a su esqueleto se cree que era capaz de alcanzar grandes velocidades, además de ser muy ágil y se alimentaba tanto de carne, plantas e insectos. Pesaba 150 kilos y medía cuatro metros. Se han encontrado restos en Coahuila y Baja California.

Alamosaurus

Foto: Wikipedia
Se trata de un dinosaurio de la familia de los titanosáuridos, del grupo de los saurópodos. Fueron los últimos de su clase que sobrevivieron hasta el final del periodo Cretácico. Medían 21 metros y tenía un peso de 33 toneladas.

Se han descubierto restos de esta especie en Chihuahua y Coahuila, mientras que en Puebla se han encontrado huellas de lo que podría ser un primo del Alamosaurus.

Labocania

Foto: Wikipedia
Vivió hace 80 millones de años; medía 6 metros y pesaba 1.5 toneladas. Se considera familiar del Tyrannosaurus. Era carnívoro y se han localizado restos en Baja California. Se ha encontrado un maxilar, dientes aserrados y otros fragmentos del cuerpo en nuestro país.

Centrosaurus

Esta especie formaba parte del grupo de los ceratópsidos, conocidos como dinosaurios con cuernos por su elaborada cresta, denominada gola, y un par de protuberancias óseas que apuntaban hacia delante, como si fueran dos pequeños cuernos arriba de los ojos y uno grande en la punta de la nariz.


heraldodemexico.com.mx

Hallado en Japón el huevo de dinosaurio fosilizado más pequeño nunca visto

  • Mide unos 4,5 centímetros de largo por 2 de diámetro, anunciaron científicos nipones
  • Tiene unos 100 millones de años y pertenece a una especie de pequeño terópodo

Imagen de unos huevos de dinosaurio fosilizados de hace 110 millones de años 
hallados en Japón. / E.P.
Un grupo de científicos japoneses anunció este martes el hallazgo del huevo de dinosaurio fosilizado más pequeño del que se tiene constancia en todo el mundo, de unos 4,5 centímetros de largo por 2 de diámetro.

El descubrimiento podría arrojar "nueva luz sobre cómo los dinosaurios de menor tamaño se reproducían y anidaban", según dijeron sus autores, un equipo de investigadores de la Universidad de Tsukuba y del Museo de Ciencias Naturales y Humanas de Hyogo (oeste de Japón), en una rueda de prensa recogida por la agencia local Kyodo.

El huevo fosilizado fue hallado en un estrato datado en el Cretácico inferior en Hyogo, y los científicos creen que tiene unos 100 millones de años de antigüedad y que pertenecía a una especie de pequeño terópodo.

Uno de los miembros del equipo científico, Kohei Tanaka, destacó la importancia de estos restos fosilizados que pueden aportar pistas sobre dinosaurios de pequeño tamaño, dado que su hallazgo es mucho menos frecuente que el de otros de mayor talla como los conocidos tiranosaurios, también de la familia de los terópodos.

El huevo se encontraba en una zona considerada como una de las más ricas en este tipo de fósiles datados en la época del Cretácico.

Restos de huevos fosilizados de dinosaurios también han sido hallados, aunque de mayor tamaño, en excavaciones en otros puntos del planeta como España o Mongolia.

martes, 23 de junio de 2020

Diario de los Dinosaurios 12. Año 2020

Ya está disponible el último Diario de los Dinosaurios en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes para que te lo puedas llevar (gratuito) y leerlo este verano en el sitio donde más te apetezca.
En los sitios habituales de Burgos también será repartido.

La Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León acaba de editar el número 12 del Diario de los Dinosaurios, que recoge las actividades y noticias generadas -entre otras- por los investigadores que trabajan con el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes durante el año 2019.

Portada de la duodécima edición del Diario de los Dinosaurios. / FD.
El artículo principal de este número y que encabeza también la portada del Diario trata de la de los dinosaurios de Torrelara: Empieza a desvelarse el ecosistema que ocuparon.

El artículo, así como la redacción científica del Diario de los Dinosaurios lo firma Fidel Torcida Fernández-Baldor que, también pone el foco en la última excavación que se realizó en Torrelara en 2019.

Además, el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas de los Infantes (C.A.S.) “habla” del Congreso científico único en España, que celebró su XX Aniversario de las Jornadas Internacionales Paleontológicas celebradas en Salas de los Infantes (Burgos) en septiembre de 2019.

Las colaboraciones las firman José Ignacio Canudo (director del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza), Diego Castanera (paleontólogo, Instituto de Paleontología Miquel Crusafont, Barcelona), Attila Ösi (profesor de la Universidad de Eötvös –Budapest-), René Hernández (paleontólogo, Universidad Autónoma de México). También hay una entrevista a Steve Brusatte (es profesor en paleontología de vertebrados en la Universidad de Edimburgo -Escocia- y divulgador científico que recientemente ha publicado su último libro, Auge y caída de los dinosaurios, traducido a 20 idiomas y está siendo un éxito de ventas).

Una publicación decana en la divulgación científica

El Diario de los Dinosaurios es una publicación gratuita, única en España sobre dinosaurios, que sirve de puente entre la ciencia y la sociedad de una forma amena y rigurosa. Utiliza un lenguaje periodístico, accesible a todas las edades y sectores sociales donde se informa tanto de los recientes hallazgos científicos localizados en las campañas de excavación de la Sierra de la Demanda como de las últimas noticias relacionadas con el patrimonio paleontológico en otros lugares del mundo.

Está dirigido tanto a especialistas en la materia como a todos los sectores de la sociedad pues se ha constituido en un medio asequible y accesible de dar a conocer la importancia de nuestro patrimonio paleontológico. El diario utiliza un lenguaje sencillo pero riguroso, cuenta además con una página dedicada al público infantil y de un apartado en inglés que resume los contenidos más importantes. Además, es importante destacar que el Diario de los dinosaurios ha sido primera publicación de sus características que incorpora un “logo de lectura fácil” en el que las noticias más destacadas se adaptan para que puedan ser comprendidas por personas con discapacidad intelectual.  

En la elaboración de sus artículos participan científicos de gran prestigio nacional e internacional. El primer ejemplar vio la luz en el año 2006 y desde entonces se han lanzado 12 ediciones del mismo.

Cuando acabe toda esta situación que estamos viendo por el Covid-19 saldrá la edición impresa y se podrá adquirir en los usuales puntos de distribución de manera gratuita. Hasta entonces, os dejamos la edición digital para que podáis ojear este último número del Diario de los Dinosaurios. Esperamos que os guste. 

Hasta que os hagáis con él, podéis descargároslo en el siguiente enlace en formato pdf.

Pincha aquí.

Un antiguo pez extinto como el esturión tomó su propio camino evolutivo

Una especie extinta de pez de hace 300 millones de años es muy similar al esturión, incluido su hocico sobresaliente, pero tomó un camino evolutivo distinto de los ancestros del esturión.   

Recreación de Tanyrhinichthys mcallisteri - N. TAMURA 2020
El hallazgo indica que, aunque antiguas, las características que permitieron a Tanyrhinichthys prosperar en su entorno surgieron varias veces en diferentes linajes de peces, una explosión de innovación que anteriormente no se apreciaba por completo para los peces en este período de tiempo. 

"El esturión se considera una especie 'primitiva', pero lo que estamos mostrando es que el estilo de vida del esturión es algo para lo que se ha seleccionado en ciertas condiciones y ha evolucionado una y otra vez", dice en un comunicado Lauren Sallan, paleobióloga de la Universidad de Penn State y autor principal de la investigación que deparó estos hallazgos, publicados en Zoological Journal of the Linnean Society.

"Los peces son muy buenos para encontrar soluciones a los problemas ecológicos", dice en un comunicado Jack Stack, primer autor del estudio, que trabajó en la investigación como estudiante de pregrado de Penn y ahora es un estudiante graduado en la Universidad Estatal de Michigan. "Esto muestra el grado de innovación y convergencia que es posible en los peces. Una vez que sus números aumentaron lo suficiente, comenzaron a producir nuevas morfologías que ahora vemos que han evolucionado numerosas veces a lo largo de la historia de los peces, en condiciones ecológicas similares".   

El primer fósil de Tanyrhinichthys se encontró en 1984 en un área rica en fósiles llamada Kinney Brick Quarry, aproximadamente a media hora al este de Albuquerque, Nuevo México. El primer paleontólogo en describir la especie fue Michael Gottfried, un miembro de la facultad del estado de Michigan que ahora se desempeña como asesor de Stack para su maestría.

"El espécimen parece que alguien encontró un pez y simplemente tiró de la parte delantera de su cráneo", dice Stack. Muchas especies de peces modernos, desde el pez espada hasta el pez vela, tienen hocicos protuberantes que se extienden frente a ellos, a menudo ayudando en su capacidad de arremeter contra las presas. Pero esta característica es mucho más rara en los peces antiguos. En la década de 1980, cuando Gottfried describió el espécimen inicial, postuló que el pez se parecía a un lucio, un depredador de emboscada con un hocico más largo.   

Durante la última década, sin embargo, se han encontrado varios especímenes más de Tanyrhinichthys en la misma cantera. "Esos hallazgos fueron un impulso para este proyecto, ahora que teníamos mejor información sobre este enigmático y extraño pez", dice Stack.

En el momento en que Tanyrhinichthys deambulaba por las aguas, los continentes de la Tierra se unieron en el supercontinente masivo llamado Pangea, rodeado por un solo océano grande. Pero también fue una edad de hielo, con hielo en ambos polos. Justo antes de este período, el registro fósil mostró que los peces con aletas radiadas, que ahora dominan los océanos, estaban explotando en la diversidad. Sin embargo, hace 300 millones de años, "fue como si alguien pulsara el botón de pausa", dice Sallan.

"Existe la expectativa de que habrá más diversidad, pero no se ha encontrado mucho, probablemente debido al hecho de que simplemente no ha habido suficiente trabajo en este período de tiempo, especialmente en los Estados Unidos, y particularmente en el oeste de los Estados Unidos".

Con el objetivo de llenar algunos de estos vacíos caracterizando aún más a Tanyrhinichthys, Stack, Sallan y sus colegas, examinaron de cerca los especímenes en detalle y estudiaron otras especies que datan de este período de tiempo. "Esto suena realmente simple, pero obviamente es difícil en la ejecución", señala Stack, ya que los fósiles se comprimen cuando se conservan. Los investigadores dedujeron una anatomía tridimensional utilizando las formas de los peces modernos para guiarlos.

Lo que notaron arrojó dudas sobre la concepción de Tanyrhinichthys como un lucio. Mientras que un lucio tiene un hocico alargado con sus mandíbulas al final, lo que le permite apresurar a su presa de frente, Tanyrhinichthys tiene un hocico alargado con sus mandíbulas en la parte inferior.

"Toda la forma de este pez es similar a la de otros habitantes del fondo", dice Stack. Sallan también notó estructuras similares a canales en su hocico concentradas en la parte superior de su cabeza, lo que sugiere los lugares donde se unirían los órganos sensoriales. "Estos habrían detectado vibraciones para permitir que los peces consuman a sus presas", dice Sallan.

Los investigadores notaron que muchas de las especies que habitaban en entornos similares poseían hocicos más largos, lo que Sallan llamó "como una antena para su cara".    "Esto también tiene sentido porque era un ambiente de estuario", dice Sallan, "con grandes ríos que lo alimentan, agitan el agua y la hacen turbia. En lugar de usar la vista, tienes que usar estos otros órganos sensoriales para detectar presa." 

A pesar de esto, otras características de la morfología de los diferentes peces antiguos eran tan diferentes de Tanyrhinichthys que no parecen haber compartido un linaje entre sí, ni el esturión moderno desciende de Tanyrhinichthys. En cambio, los largos hocicos parecen ser un ejemplo de evolución convergente, o muchos linajes diferentes, todos llegando a la misma innovación para adaptarse bien a su entorno.

HERRERA EN COPE BURGOS CON RAÚL GONZÁLEZ

Hablamos con Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, para conocer los detalles de la 17ª campaña de excavaciones de dinosaurios en el yacimiento de Valdepalazuelos-Tenadas del Carrascal en Torrelara (Burgos). Para escuchar la entrevista pincha en la imagen.


sábado, 20 de junio de 2020

Fósiles de Patagonia desvelan el origen perdido de la araucaria

Nuevos fósiles de coníferas bien preservados de la Patagonia, Argentina, muestran que un grupo de árboles tropicales en peligro de extinción tiene raíces en el antiguo supercontinente que una vez comprendió Australia, la Antártida y América del Sur.   

Hojas de araucaria - GABRIELLA ROSSETTO-HARRIS, 
PENN STATE UNIVERSITY
"El género Araucaria, que incluye el conocido pino de la Isla Norfolk, es único porque es tan abundante en el registro fósil y todavía vive en la actualidad", dijo Gabriella Rossetto-Harris, estudiante de doctorado en geociencias en Penn State y autora principal del estudiar.

"Aunque pueden crecer hasta 60 metros de altura, el pino de la Isla Norfolk también es una planta de interior popular que puedes reconocer en la oficina de un dentista o en un restaurante", comenta en un comunicado.

La araucaria creció en todo el mundo a partir de hace unos 170 millones de años en el período Jurásico. Alrededor del tiempo de la extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años, la conífera se restringió a ciertas partes del hemisferio sur, dijo el coautor Peter Wilf, profesor de geociencias y asociado en el Instituto de Sistemas Ambientales y de la Tierra (EESI).

Hoy, existen cuatro grupos principales de Araucaria, y el momento de cuándo y dónde evolucionaron estos linajes vivos aún se debate, dijo Rossetto-Harris. Uno crece en América del Sur, y los otros tres se extienden por Nueva Caledonia, Nueva Guinea y Australia, incluida la Isla Norfolk. Muchos son ahora especies en peligro de extinción o vulnerables. Por lo general, se cree que el grupo de pinos de Norfolk, el más diverso con 16 especies, evolucionó cerca de su área de distribución moderna en el Pacífico occidental mucho después de que el supercontinente de Gondwan se separó a partir de hace unos 50 millones de años, agregó Rossetto-Harris.

Investigadores de Penn State y el Museo Paleontológico Egidio Feruglio, en Chubut, Argentina, encontraron los fósiles en dos sitios en la Patagonia: Río Pichileufú, que tiene una edad geológica de aproximadamente 47,7 millones de años, y Laguna del Hunco, con una edad geológica de aproximadamente 52,2 millones de años. Analizaron las características fósiles y las compararon con las especies modernas para determinar a qué grupo viviente pertenecían los fósiles. Luego desarrollaron un árbol para mostrar las relaciones entre los fósiles y las especies vivas. Informaron sus hallazgos en una edición reciente del American Journal of Botany.   

Según los investigadores, a diferencia del grupo sudamericano vivo de Araucaria, que tienen hojas grandes y afiladas, los fósiles de coníferas patagónicas tienen pequeñas hojas en forma de aguja y restos de conos que se parecen mucho al grupo de pinos de la isla Norfolk de Australia. También encontraron un fósil de un cono de polen unido al extremo de una rama, que también es característico del grupo.

"El nuevo descubrimiento de un cono de polen fósil aún unido a una rama es raro y espectacular", dijo Rossetto-Harris, quien también es un erudito ambiental del EESI. "Nos permite crear una imagen más completa de cómo eran los antepasados de estos árboles".   

Los investigadores utilizaron 56 nuevos fósiles de Río Pichileufú para expandir la descripción taxonómica de Araucaria pichileufensis, una especie descrita por primera vez en 1938 utilizando solo un puñado de especímenes.

"Históricamente, los científicos han agrupado los fósiles de Araucaria encontrados en Río Pichileufú y Laguna del Hunco como la misma especie", dijo Rossetto-Harris. "El estudio muestra, por primera vez, que aunque ambas especies pertenecen al grupo de pinos Norfolk de Araucaria, hay una diferencia en las especies de coníferas entre los dos sitios".

Los investigadores nombraron a la nueva especie de Laguna del Hunco Araucaria huncoensis, para el sitio donde se encontró. Según Rossetto-Harris, los fósiles son unos 30 millones de años más antiguos que muchas estimaciones para cuando evolucionó el linaje australasiano.

Los hallazgos sugieren que hace 52 millones de años, antes de que América del Sur se separara por completo de la Antártida, y durante los primeros millones de años después de que se iniciara la separación, los parientes de los pinos de la Isla Norfolk formaban parte de una selva tropical que se extendía a través de Australasia y la Antártida y hasta la Patagonia, dijo Rossetto-Harris.

El cambio en las especies de Araucaria del sitio más antiguo de Laguna del Hunco al sitio más joven de Río Pichileufú puede ser una respuesta al enfriamiento y secado climáticos que ocurrieron después de que América del Sur se aisló por primera vez.

"Estamos viendo los últimos trozos de estos bosques antes de que el Pasaje Drake entre la Patagonia y la Antártida comenzara realmente a ensancharse y profundizarse y presentara una gran cantidad de grandes cambios climáticos que eventualmente causarían que esta versión de Araucaria se extinguiera en América del Sur, pero sobrevivir en la selva tropical australiana y luego extenderse y prosperar en Nueva Caledonia", dijo Rossetto-Harris.