viernes, 31 de marzo de 2023

Científicos descubren que el Tiranosaurio rex tenía labios y no se le veían los dientes

La boca de este temible dinosaurio en realidad se parecía más a la de una iguana que a la de un cocodrilo, indica un reciente estudio.

Ilustración de un T. Rex sin dientes permanentemente visibles.
Ilustración: Mark P. Witton.
Un nuevo estudio sugiere que los dinosaurios depredadores, como el Tyrannosaurus rex, no tenían los dientes permanentemente expuestos como se representa en las películas. Al contrario, tenían labios escamosos, similares a los de los lagartos, que cubrían y sellaban sus bocas, según publican los investigadores en la revista Science.

Investigadores y artistas han debatido si los dinosaurios terópodos, el grupo de dinosaurios bípedos que incluye carnívoros y depredadores superiores como el T. rex y el velociraptor, así como las aves, tenían bocas sin labios en las que los dientes superiores perpetuamente visibles colgaban sobre sus mandíbulas inferiores, similar a la boca de un cocodrilo.

Sin embargo, un equipo internacional de investigadores cuestiona ahora algunas de las representaciones más conocidas y afirma que estos prehistóricos animales tenían labios parecidos a los de los lagartos y a los de su pariente, el tuatara —un raro reptil que sólo se encuentra en Nueva Zelanda—, que son los últimos supervivientes de un orden de reptiles que prosperó en la era de los dinosaurios.

Más parecido a un lagarto que a un cocodrilo

En el estudio más detallado realizado hasta ahora sobre este tema, los investigadores examinaron la estructura de los dientes, los patrones de desgaste y la morfología de la mandíbula de los grupos de reptiles labiados y no labiados y descubrieron que la anatomía y funcionalidad de la boca de los terópodos se parece más a la de los lagartos que a la de los cocodrilos. Esto implica tejidos bucales con labios escamosos que cubren sus dientes.

Películas y documentales nos han hecho creer que los T. Rex tenían dientes que
sobresalían de su boca. Foto: CBC.
Estos labios probablemente no eran musculosos, como en los mamíferos. La mayoría de los labios de los reptiles cubren los dientes, pero no pueden moverse de forma independiente: no pueden doblarse hacia atrás en forma de gruñido ni realizar otros movimientos que asociamos a los labios de los humanos u otros mamíferos.

El coautor del estudio, Derek Larson, director de Colecciones e Investigador en Paleontología del Museo Real de Columbia Británica (Canadá), apunta que "a los paleontólogos les suele gustar comparar animales extinguidos con sus parientes vivos más cercanos, pero, en el caso de los dinosaurios, sus parientes más cercanos han sido evolutivamente distintos durante cientos de millones de años y hoy están increíblemente especializados". 

Otro coautor, el doctor Mark Witton, de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), comenta que "los artistas de dinosaurios han ido y venido sobre los labios desde que empezamos a restaurar dinosaurios durante el siglo XIX, pero los dinosaurios sin labios se hicieron más prominentes en las décadas de 1980 y 1990. Entonces se arraigaron profundamente en la cultura popular a través de películas y documentales.

"Curiosamente, nunca hubo un estudio o descubrimiento específico que instigara este cambio y, en gran medida, probablemente reflejaba la preferencia por una nueva estética de aspecto feroz más que un cambio en el pensamiento científico. Estamos cambiando esta representación popular cubriendo sus dientes con labios de lagarto. Esto significa que muchas de nuestras representaciones favoritas de dinosaurios son incorrectas, incluido el icónico T. rex de Jurassic Park", apunta.

La anatomía de la boca del T. rex

Los resultados descubrieron que el desgaste de los dientes en los animales sin labios era notablemente diferente del observado en los dinosaurios carnívoros y que los dientes de los dinosaurios no eran más grandes, en relación con el tamaño del cráneo, que los de los lagartos modernos, lo que implica que no eran demasiado grandes para cubrirlos con labios.

Además, la distribución de los pequeños orificios alrededor de las mandíbulas, que suministran nervios y sangre a las encías y a los tejidos que rodean la boca, era más parecida a la de los lagartos en los dinosaurios que a la de los cocodrilos. La modelización del cierre bucal de las mandíbulas de terópodos sin labios mostró que la mandíbula inferior tenía que aplastar los huesos de soporte de la mandíbula o desarticular la articulación de la mandíbula para sellar la boca.

"Como le dirá cualquier dentista, la saliva es importante para mantener la salud de los dientes. Los dientes que no están cubiertos por los labios corren el riesgo de secarse y pueden sufrir más daños durante la alimentación o la lucha, como vemos en los cocodrilos, pero no en los dinosaurios", explica Kirstin Brink, profesora adjunta de Paleontología de la Universidad de Manitoba (Canadá) y coautora de la investigación.

Según apunta, "los dientes de los dinosaurios tienen un esmalte muy fino y los de los mamíferos, grueso (con algunas excepciones). El esmalte de los cocodrilos es un poco más grueso que el de los dinosaurios, pero no tanto como el de los mamíferos. Hay algunos grupos de mamíferos que sí tienen el esmalte expuesto, pero su esmalte está modificado para soportar la exposición".

Por su parte, Thomas Cullen, profesor adjunto de Paleobiología en la Universidad de Auburn (Estados Unidos) y autor principal del estudio, sostiene que "aunque en el pasado se ha argumentado que los dientes de los dinosaurios depredadores podían ser demasiado grandes para estar cubiertos por los labios, el estudio demuestra que, en realidad, sus dientes no eran atípicamente grandes".

"Incluso los dientes gigantes de los tiranosaurios son proporcionalmente similares en tamaño a los de los lagartos depredadores vivos cuando se comparan por el tamaño del cráneo, lo que rechaza la idea de que sus dientes eran demasiado grandes para cubrirlos con los labios", resalta.

Los resultados aportan nuevas ideas sobre cómo reconstruimos los tejidos blandos y el aspecto de los dinosaurios y otras especies extinguidas. Esto puede contribuir información crucial sobre cómo se alimentaban, cómo mantenían su salud dental y los patrones más amplios de su evolución y ecología.

larepublica.pe

El Museo de Dinosaurios de Salas desarrolla una nueva programación de investigación y divulgación

El espacio museístico tiene previsto exponer a lo largo de 2023 fósiles de dinosaurios que hasta ahora no se han mostrado así como seguir desarrollando proyectos de investigación

Visitantes en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes.
Foto: Museo de Dinosaurios.
El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes planifica diversos proyectos y actividades en 2023, con fines fundamentalmente de investigación, divulgación y didáctica, con la colaboración de la Fundación Dinosaurios de Castilla y León y el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas, C.A.S.

A lo largo de 2023 tiene previsto exponer fósiles de dinosaurios que hasta ahora no se han mostrado, por ejemplo los del ornitópodo (herbívoro) que se ha identificado como el más pequeño en el mundo de todos los conocidos o, en contraste con el anterior, del gigante Europatitán, que posee una costilla de 2,1 metros de longitud y cuyo cuello mediría 10 metros de largo. A corto plazo, el Museo pondrá de nuevo en funcionamiento el puesto de Realidad Virtual con imágenes del dinosaurio Demandasaurus, del que podrán disfrutar los visitantes en los días de Semana Santa, una instalación que utilizan de forma entusiasta los visitantes del Museo.

Fémur y vertebra caudal de saurópodo. Museo de Dinosaurios. CAS.
Los turistas podrán disfrutar también durante estos días vacacionales de la visita a los yacimientos de icnitas que forman parte de la ruta 'Tierra de Dinosaurios', establecida entre Quintanilla de las Viñas y Regumiel de la Sierra. Esta ruta patrimonial recibe una media anual de 7.500 visitantes (http://www.fundaciondinosaurioscyl.com/es/c/?idsec=365).

Investigación

Entre los proyectos de investigación que va a acometer el Museo, se contempla el estudio del cráneo de dinosaurio ornitópodo: cedido por el Museo Luberri (Oiartzun, Gipuzkoa), que es uno de los más completos de dinosaurios que se han recuperado en la Península Ibérica. Después de su estancia en el Sincrotrón de Grenoble (Francia), se ha iniciado el procesamiento de las imágenes obtenidas, lo que permitirá conocer su anatomía interna craneal, vías nerviosas y de circulación sanguínea con la mayor nitidez posible. En esta investigación participan diversas instituciones: Universidad del País Vasco, Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), Universidad Nacional de Río Negro y Conicet (Argentina). Es un proyecto ambicioso tanto en la participación y colaboración científicas como en los resultados que se esperan obtener.

Vista parcial del Yacimiento Valdepalazuelos- Tenada del Carrascal.
Museo de Dinosaurios. CAS.
Respecto al Yacimiento Valdepalazuelos- Tenada del Carrascal (Torrelara), después de cinco campañas de excavación, se han recogido más de un millar de fósiles muy bien conservados, entre los que sobresalen dinosaurios de varios tipos. Se ha publicado del yacimiento la presencia de dos dinosaurios saurópodos (gran tamaño, herbívoros, cuadrúpedos, cuello y cola largos), que tienen rasgos diferentes a los de especies ya conocidas. Asimismo, otro estudio documenta restos de al menos cinco especies de Terópodos (carnívoros), entre las que destacan Eotyrannosáuridos, es decir, antepasados del famoso Tyrannosaurus Rex. Para este verano se tiene previsto realizar una nueva campaña de excavaciones en Torrelara, una vez conocida la importancia de este yacimiento en el contexto del final del Jurásico (145 millones de años atrás) en la península Ibérica.

Otro proyecto se desarrolla en el Geoparque Las Loras. Desde 2022 se ha iniciado una colaboración con los gestores del Geoparque para recuperar, estudiar y difundir varios hallazgos de dinosaurios aparecidos en su espacio. En 2023 se avanzará en un proyecto que implica también a las universidades de Cantabria, País Vasco y Zaragoza.

Argentina: Desde el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas, C.A.S. se contactó hace unos años con centros de investigación argentinos, y se realizaron viajes para conocer sus museos, dinosaurios, etc. Uno de los proyectos desarrollados fue una campaña de excavaciones en El Chocón, Patagonia, en 2011; el dinosaurio recuperado es pariente de Demandasaurus, descrito en la Sierra de la Demanda. En la actualidad, un investigador del CONICET argentino elabora una tesis doctoral en la que se incluye ese dinosaurio; el Museo de Dinosaurios colabora en dicha investigación, que tratará de dilucidar si los fósiles corresponden a una nueva especie e indagar sobre su parentesco con Demandasaurus.

Las investigaciones también se centrarán en el dinosaurio de Vegagete: este ejemplar diminuto ya ha dado varias sorpresas de trascendencia internacional gracias a los primeros estudios publicados; entre otras conclusiones, ha servido para establecer un nuevo grupo de dinosaurios, los denominados Rabdodontomorfos. Las líneas de investigación que se desarrollan en 2023 se dirigen a reconstruir su cráneo, estudiar en detalle su historia evolutiva y establecer una nueva especie. También en este caso la colaboración científica es internacional: Universidad Nacional de Río Negro (Argentina) y el Instituto Real de Ciencias Naturales (Bélgica).

Otros proyectos

El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes tiene en cartera la puesta en marcha de una exposición sobre dinosaurios. El Museo ha iniciado una colaboración para participar y coorganizar una exposición sobre dinosaurios en España, del Museo de Historia Natural de New York (EEUU), que se celebrará en otoño de 2023. El Museo salense participa asesorando sobre el diseño de la exposición, la impartición de conferencias para docentes y para público en general, así como en la aportación de fósiles de dinosaurios que forman parte de sus fondos patrimoniales. El impacto de dicha exposición se prevé que sea muy alto y permitirá difundir la existencia, el trabajo y los dinosaurios del Museo sálense más allá de nuestras fronteras.

Otra muestra hará referencia a ilustraciones científicas de dinosaurios. Para este año, se coorganizarán dos exposiciones en las que se mostrarán ilustraciones de dinosaurios participantes en las sucesivas ediciones del concurso internacional que convoca la Fundación Dinosaurios CyL. Se celebrarán en León y Galicia, y en ella participan diversas instituciones gallegas y castellanoleonesas, siendo su principal impulsora la Universidad de Vigo.

Además, junto a otros museos españoles de paleontología, incluidos dinosaurios, el Museo salense participa en la creación de una asociación internacional para la gestión y promoción de los recursos de cada territorio participante. Se pretende que con la paleontología como recurso se integren otros de tipo social, cultural, ambiental, para consolidarse como herramientas que crean riqueza. Hasta ahora participan museos de España, Portugal, Francia y Hungría. En 2023 se dará un impulso a este proyecto, con el fin de incorporar más participantes, diseñar iniciativas comunes y buscar la financiación necesaria para desarrollarlas.

burgosconecta.es

jueves, 30 de marzo de 2023

¿Cómo sabemos cuánto pesaban los dinosaurios?

Desde comprobar el volumen de una escultura a escala hasta realizar complejos cálculos matemáticos basados en la longitud de ciertos huesos, estimar el peso de estos gigantes del pasado nunca ha resultado una tarea fácil.

Ilustración de Iguanodon en el bosque, a partir de modelos 3D./ CoreyFord/iStock
Los dinosaurios son, sin duda, el grupo de animales extintos que más fascinación y curiosidad despierta, especialmente en los niños. En los últimos dos siglos, el estudio de los dinosaurios ha dado avances realmente sorprendentes, se ha pasado de considerarlos poco más que lagartos gigantes, corpulentos y torpes, a descubrir las criaturas de sangre caliente esbeltas y activas que hoy sabemos que eran.

Estimar el tamaño de un dinosaurio es una tarea no demasiado complicada, dependiendo de la cantidad de restos disponibles y de su calidad. Si se encuentra un esqueleto completo y perfectamente articulado, lo que los paleontólogos denominan ‘en conexión anatómica’, calcular su longitud es tan sencillo como tomar una cinta métrica y extenderla desde el hocico hasta la punta de la cola. Sin embargo, lo habitual es que los restos aparezcan dispersos, fragmentados e incompletos…

Es posible calcular el tamaño aproximado de un dinosaurio a partir de una huella, un fémur e incluso una vértebra. Estas aproximaciones implican a veces ciertas asunciones más o menos acertadas. En ocasiones, como sucedió con la accidentada reconstrucción del aspecto de Spinosaurus desde su descubrimiento hasta hoy, nuevos fósiles aportan datos que corrigen las aproximaciones anteriores, y proporcionan información novedosa que mejora las estimaciones.

Reconstrucción de Spinosaurus de finales de la década de 1980 (izquierda) y
 actual (derecha). — B.Croucher – G.Monroy-Becerril.
Sea como sea, el tamaño de un dinosaurio es relativamente fácil de calcular, comparado con el cálculo del peso. Calcular el peso de un dinosaurio, como el de cualquier otro animal fósil, representa todo un reto para la paleontología. A lo largo de la historia se han desarrollado varios métodos, que principalmente se resumen en dos: el cálculo volumétrico basado en la densidad, y el cálculo escalado de medidas.

Densidades y volúmenes

Sabemos desde los tiempos de Arquímedes que todo cuerpo sumergido en un fluido desaloja un volumen de fluido, igual al volumen del cuerpo sumergido. Si disponemos, por lo tanto, de ese volumen, y conocemos la densidad del cuerpo sumergido, basta echar una cuenta para saber cuánto pesa el cuerpo en cuestión.

Escultura de ‘Brontosaurus’ por Charles M. Knight, para facilitar el cálculo
de peso. — Campione et al., 2020.
La forma original que desarrolló el paleontólogo neoyorkino William K. Gregory para calcular el peso de los dinosaurios se basaba en este fundamento. En 1905, y con la ayuda del escultor Charles M. Knight, creó una figura a escala de Brontosaurus, el conocido gran saurópodo. La réplica fue cortada en fragmentos fáciles de manejar y sumergida en un recipiente con agua. Conocido el volumen del modelo, solo tuvo que aplicar la corrección correspondiente a la escala, para aproximar el volumen del dinosaurio en vida.

A principios del siglo XX —cuando Gregory realizó este experimento— se pensaba que los grandes saurópodos vivían en el agua. Por esta razón, el paleontólogo dio por sentado que su densidad debía de ser algo superior a la del agua. Al final de los cálculos, estimó que Brontosaurus pesaría unas 34 toneladas.

Este método implica una serie de asunciones que permiten una mayor o menor fiabilidad según el dinosaurio del que se trate. Por ejemplo, se asume que la reconstrucción es científicamente rigurosa; sin embargo, el aspecto de muchos dinosaurios se ha visto modificado en las últimas décadas. Si bien, la forma general de animales como Tyrannosaurus es bastante bien conocido y parece muy poco probable que cambie significativamente en el futuro, hay otros dinosaurios, como Argentinosaurus, cuya forma corporal es aún objeto de especulación. Y eso afecta al volumen calculado.

Por otro lado, se requiere otra asunción muy fuerte: la densidad. Gregory asumió que Brontosaurus tendría una densidad de un 10 % mayor a la del agua, pero hoy sabemos que eran animales con esqueletos extraordinariamente ligeros, huesos huecos, y sacos aéreos, como las aves actuales. Es probable que su densidad fuese entre un 5 y un 15 % menor que la del agua.

Modelo 3D de Spinosaurus, según los últimos descubrimientos./ Racksuz/iStock.
Hoy en día este método sigue utilizándose, pero de una forma mucho más precisa y exacta. Los huesos y restos fósiles se escanean y, mediante modelado digital en 3D, se van incorporando músculos, vísceras y piel. El mismo ordenador puede calcular, entonces, la información del volumen de la criatura modelada, sin necesidad de crear la escultura y sumergirla en agua.

Escalando medidas conocidas

Este segundo método puede ser muy útil para comprobar el tamaño de dinosaurios cercanos a las aves actuales, así como de otros animales extintos con parientes evolutivos modernos. Al fin y al cabo, las aves son un grupo muy especializado de dinosaurios que sobrevivió a la extinción y llegó hasta nuestros días. No obstante, también puede proporcionar información de otros grupos de dinosaurios, cuyo plan corporal y de comportamiento se asemeje al de animales modernos, aunque pertenezcan a otros grupos taxonómicos y no tengan relaciones evolutivas directas.

El cálculo por escalado se basa en el uso de modelos matemáticos que permiten extrapolar el peso de un animal a partir de una o unas pocas medidas corporales, como la longitud del fémur o del húmero. A partir de la ecuación, calibrada con seres vivos actuales que podemos medir y pesar, podemos tomar las medidas de animales extintos, de los que tengamos esos huesos, y echar cuentas.

Ilustración de Iguanodon en el bosque, a partir de modelos 3D./ CoreyFord/iStock.
También este método tiene algunas limitaciones. Por ejemplo, existen animales que no conservan las mismas proporciones que los animales actuales; ciertos rasgos como una coraza ósea —como Ankylosaurus—, una cabeza grande y muy ornamentada —como Triceratops— o un cuello y cola muy largos —como Diplodocus— pueden requerir ecuaciones distintas, que no siempre se pueden calibrar con animales modernos.

¿Por qué no usar los dos métodos?

Estos métodos de cálculo de peso no son alternativos. De hecho, pueden complementarse. Por ejemplo, si tenemos un dinosaurio que no se parezca a ningún animal moderno, como Therizinosaurus, podemos utilizar el método volumétrico para estimar su peso en virtud de los datos disponibles —su morfología, el tipo de huesos, etc.—, y, a partir de ahí, desarrollar ecuaciones que permitan calcular el peso de otros dinosaurios pertenecientes al mismo grupo, a partir de restos incompletos.

Pero incluso este sistema, combinando los dos métodos, puede tener errores. Y regresamos al extraño caso de Spinosaurus. Desde su descubrimiento y hasta principios del siglo XXI, se asumió que esta criatura era bípeda. Para su reconstrucción se utilizó, inicialmente, un terópodo genérico, y desde 1987, se utilizó como modelo a Baryonyx, un pariente cercano de Spinosaurus, descubierto ese mismo año. Su reconstrucción, a partir de restos parciales, se basaba en el escalado de este pariente, asumiendo que era un gran dinosaurio bípedo, con patas traseras largas, y una cola que hacía de contrapeso, con la característica vela en la espalda.

Sin embargo, los descubrimientos de la última década han cambiado drásticamente el aspecto de este dinosaurio. Hoy sabemos que sus patas traseras eran cortas, y la cola extraordinariamente larga, semejante a la de un cocodrilo. Sabemos también que tenía hábitos anfibios y pasaba gran parte de su vida en el agua, por lo que, probablemente, fuese más denso de lo que se pensaba. El cálculo volumétrico requiere de un cambio drástico en el modelo tridimensional del animal, y una corrección de su densidad; y dado que sus proporciones no guardan relación con Baryonyx y otros espinosáuridos, el método de escalado tampoco puede emplearse con precisión.

Al final, lo que tenemos son aproximaciones. En algunos casos serán mucho más cercanas a la realidad, y en otros, como Spinosaurus, el margen de error será más amplio. Pero, por supuesto, cuanto más se estudie a estos animales, mejor será el conocimiento sobre ellos, y más exactos y precisos serán los cálculos.

Referencias:

Campione, N. E. et al. 2020. The accuracy and precision ofbody mass estimation in non‐avian dinosaurs. Biological Reviews, 95(6), 1759-1797. DOI: 10.1111/brv.12638

muyinteresante.es

domingo, 26 de marzo de 2023

Científicos descubren que los trilobites también tenían ojos medianos en la frente

Aulacopleura konincki | foto Dwergenpaartje en Wikimedia Commons.
Investigadores de las Universidades de Colonia y Edimburgo han detectado unos ojos previamente pasados por alto en los trilobites cuya forma y función podrían ayudar a mejorar la clasificación evolutiva de los artrópodos arcaicos.

Los trilobites, criaturas marinas prehistóricas, tenían los llamados ojos medianos, ojos únicos en la frente, además de sus ojos compuestos, según ha descubierto ahora una investigación dirigida por la Dra. Brigitte Schoenemann, del Instituto de Zoología de la Universidad de Colonia, y el profesor Dr. Euan Clarkson, de la Universidad de Edimburgo.

Estos ojos únicos se encuentran en todos los artrópodos y también en muchos parientes de los extintos trilobites. Suelen ser pequeños ojos en forma de copa (ocelos), a veces incluso dotados de lentes, y no muy distintos de los ojos humanos. Estos llamados ojos medianos son típicos de todos los artrópodos, pero aún no se habían descubierto en los trilobites a pesar de 150 años de investigación.

Ojos compuestos y medianos de trilobites | foto B. Schoenemann et al.
Los científicos suponen que estos ojos eran característicos de la fase larvaria de los animales. Los ojos únicos estaban situados bajo una capa transparente del caparazón, que se volvió opaca durante el proceso de fosilización. Ambas circunstancias contribuyeron a que los ocelos no se descubrieran hasta ahora. Los investigadores también detectaron ojos medianos en otros artrópodos de unos 500 millones de años de antigüedad. Dependiendo de su estatus evolutivo, estos artrópodos tenían diferente número de ojos medianos. En el futuro, el número y la forma de los ojos individuales ayudarán a clasificar el estado evolutivo de cada especie de artrópodo. Los investigadores han publicado sus hallazgos en Scientific Reports – Nature. 

Los artrópodos suelen tener dos tipos de ojos: los compuestos y los llamados “ojos medianos”. Estos últimos se sitúan en el centro de la frente, entre los ojos compuestos. Sólo los trilobites, un importante grupo de artrópodos del Paleozoico, no parecían tener ojos medianos.

Ojos compuestos y medianos de trilobites | foto B. Schoenemann et al.
Ésta era la suposición hasta que Schoenemann y Clarkson examinaron un espécimen del trilobite Aulacopleura koninckii en el que se había raspado parte de la cabeza. Encontraron en la parte delantera de la cabeza tres manchas ovaladas casi idénticas, oscuras, discretas y diminutas, del mismo tamaño. Estas tres estructuras son paralelas entre sí y se abren ligeramente en abanico en la parte inferior. Las tres manchas se caracterizan por un contorno liso y claro y un color marrón oscuro uniforme. Este aspecto claro y regular distingue esta estructura de formaciones aleatorias producidas por descomposición o fosilización, y corresponde a las reliquias esperadas de ojos medianos simples dotados de una capa de pigmento. Aunque se trate de un hallazgo aislado, apoya la hipótesis de que los trilobites tuvieron originalmente ojos medianos, explicó Schoenemann.

En el trilobite Cyclopyge sibilla, que vivía en el océano, los investigadores también hallaron tres ojos medianos en forma de copa en la llamada glabela, la región situada en medio de la frente entre los grandes ojos compuestos, que incluso parecían tener una lente no muy diferente de la de los ojos humanos, por lo que estaban claramente más diferenciados y probablemente eran mucho más eficientes que los del trilobite Aulacopleura, que vivía en el fondo.

En su artículo, los investigadores también se plantean por qué los ojos medianos de los trilobites han pasado desapercibidos hasta ahora: Estos ojos están presentes en los trilobites en la fase larvaria, pero se encuentran bajo lo que probablemente sea un caparazón delgado y transparente (cutícula), que se vuelve opaco durante la fosilización. Ambas cosas explican por qué han permanecido sin descubrir hasta ahora, añadió.

De este modo, los investigadores han resuelto el misterio de la ausencia de ojos centrales en los trilobites. Schoenemann: «Estos ojos en forma de copa derivan de los de los primitivos animales con patas en forma de muñón, los llamados gusanos de terciopelo, pequeños animales parecidos a gusanos con patas. El número original de ojos medianos es 2, que todavía tienen los arácnidos actuales, muy conservadores. En los artrópodos filogenéticamente muy primitivos (por ejemplo, la Cindarella eucalla del Cámbrico inferior de China) son 4, mientras que los animales modernos, como insectos y crustáceos, sólo tienen 3. Con ayuda del número de ojos medianos de un artrópodo, disponemos ahora de una importante herramienta para determinar su posición en el árbol evolutivo.

Fuentes

University of Cologne | Schoenemann, B., Clarkson, E.N.K. The median eyes of trilobites. Sci Rep 13, 3917 (2023). doi.org/10.1038/s41598–023–31089–7

labrujulaverde.com

sábado, 25 de marzo de 2023

Descubren en La Rioja una gran cantidad de restos óseos de un dinosaurio carnívoro, que avalan una nueva especie

  • En los próximos meses se confirmará que se trata de una nueva especie, una vez publicado en el registro paleontológico
  • Estos animales habitaron los parajes riojanos hace 120 millones de años

Brazo recreado del espinosáurido. GOBIERNO RIOJANO.
Los restos fósiles de un dinosaurio espinosáurido hallados en Igea (La Rioja), confirman que es el más completo de la península ibérica y, posiblemente, de Europa, y, además, que puede tratarse de una nueva especie de este tipo de dinosaurios.

Esta es una de las principales conclusiones del hallazgo de estos restos, localizados en el yacimiento Virgen del Villar 2 en la campaña de excavaciones de julio de 2022, y que, tras su estudio, se han presentado este viernes, en Logroño.

El director de la investigación, el paleontólogo e investigador de la Universidad del País Vasco, Xabier Pereda, ha destacado a Efe el alcance del hallazgo y lo "excepcional de este yacimiento, que no ha finalizado de excavarse y que está siendo muy fructífero en sus resultados".

Hasta la actualidad, en los yacimientos de Igea se han localizado cuatro esqueletos parciales pertenecientes otros tantos individuos de espinosáuridos, algunos muy fragmentados, pero los hallados en esta última campaña -el quinto de los esqueletos- ha dicho, son los más completos y avalan la tesis de una nueva especie de espinosáurido.

Así lo ha detallado Pereda, quien ha precisado que en los próximos meses se confirmará que se trata de una nueva especie, una vez concluida toda la investigación del material encontrado y publicado en el registro paleontológico.

También ha informado de que la nomenclatura de esta nueva especie de espinosáuridos que habitaron la península ibérica será alusiva a La Rioja. Esta nueva sumará a las tres existentes en la actualidad en la Península, que son el Vallibonavenatrix, localizado en Castellón; el Camarillasaurus, en Teruel; y el Iberospinus, en Portugal.

Durante la presentación de los resultados de la investigación se ha mostrado también un brazo restaurado del espinosáurido -huesos de brazo, antebrazo y mano, incluidas las garras-, así como la reconstrucción del brazo en vida del dinosaurio a tamaño real.

Un dinosaurio de entre 7 y 8 metros de longitud

Se calcula que los restos del esqueleto hallado corresponderían a un dinosaurio de entre 7 y 8 metros de longitud; 2,5 y 3 metros de altura y una masa corporal aproximada de 1.300 a 1.500 kilos, ha informado Pereda.

Los restos hallados de este gran dinosaurio, y que están depositados en el Centro Paleontológico de Igea, son huesos craneales, incluido parte de un dentario que también conserva varios alvéolos y secciones de los dientes, así como dientes aislados.

Se han hallado elementos del esqueleto axial, como vértebras cervicales, dorsales y caudales, además de costillas; un miembro delantero prácticamente completo, incluidos elementos del brazo, antebrazo y mano, con varias falanges distales o garras.

Además, forman parte del hallazgo huesos del miembro trasero (pierna), como fémur, tibia, metatarsos y falanges, incluidas garras y huesos de las cinturas escapular y pélvica (cadera). 

Junto a esta gran cantidad de restos óseos de este espinosáurido, han aparecido en el yacimiento restos fósiles de fauna y flora asociada, entre ellos, restos de peces óseos de grandes dimensiones, restos vegetales de helechos, arborescentes y excrementos fosilizados, entre otros.

La Rioja, región clave para comprender la evolución de los espinosáuridos

Los espinosáuridos se caracterizan por tener un cráneo alargado y dientes cónicos como los de los cocodrilos, lo que los convirtió en superdepredadores, principalmente, de peces, pero también de otros animales, como lagartos y cocodrilos.

Probablemente, estos animales que habitaron estos parajes riojanos hace 120 millones de años, acecharían a lo largo de la orilla de un gran lago, es decir, vadeaban como una garza en aguas poco profundas para atrapar peces y otros vertebrados en lugar de nadar activamente, ha detallado Pereda.

Ha recalcado que estos hallazgos convierten a La Rioja en una región clave para la comprensión de la evolución de este grupo de dinosaurios y, a la vez, en un referente a nivel mundial en el estudio de los espinosáuridos.

Actualmente, esta comunidad autónoma cuenta con 11.000 icnitas (huellas fosilizadas) de saurópodos, terópodos y ornitópodos del Cretácico Inferior, distribuidas en 170 yacimientos, que se encuentran íntegramente en su estado original. Treinta de ellos están incluidos en la "Ruta de las icnitas" de La Rioja.

rtve.es

Geocientíficos arrojan luz sobre la evolución de la vida compleja

Un nuevo estudio realizado por geocientíficos de Virginia Tech, en Estados Unidos, arroja luz sobre la evolución de la vida hace 800 millones de años, según publican en la revista 'Science Advances'.

Muestras de rocas carbonatadas recolectadas en el Cratón del Norte de China.
- CHRISTINA FRANUSICH / VIRGINIA TECH.

Los hallazgos del equipo revelan un aumento del nitrógeno biológicamente disponible durante la época en que los eucariotas marinos --organismos cuyas células tienen un núcleo-- se convirtieron en dominantes. Las células eucariotas complejas evolucionaron hasta convertirse en organismos pluricelulares y se les atribuye el inicio de una nueva era para la vida en la Tierra, incluidos los animales, las plantas y los hongos.

"Donde nos encontramos hoy, con la vida tal como es en el planeta, es la suma total de todos los acontecimientos que sucedieron en el pasado --explica en un comunicado Ben Gill, profesor asociado de geoquímica sedimentaria y coautor del estudio--. Y éste es un acontecimiento clave en el que pasamos de ecosistemas dominantemente procariotas a eucariotas. Si eso no hubiera ocurrido, hoy no estaríamos aquí", asegura.

Las investigaciones anteriores se centraron en el papel del fósforo en el surgimiento de los eucariotas, pero Junyao Kang, estudiante de doctorado del Departamento de Geociencias y autor principal del artículo, sentía curiosidad por saber qué papel desempeñó el nitrógeno en este acontecimiento.

"Estos datos son únicos porque prácticamente no existen datos sobre los isótopos del nitrógeno en el Neoproterozoico temprano, es decir, hace entre mil millones y 800 millones de años", explica Kang.

En colaboración con la Universidad de Nanjing (China), Kang lleva dos años trabajando para comprender qué impulsó el surgimiento de los eucariotas mediante el análisis de isótopos de nitrógeno de muestras de rocas del Cratón del Norte de China. Esta región, que alberga rocas de hace 3.800 millones de años, estuvo antaño cubierta por un océano.

"Teníamos una idea aproximada de cuándo los eucariotas alcanzaron el éxito ecológico --explica Shuhai Xiao, catedrático de Geobiología y coautor del artículo--. Llevaban allí mucho tiempo en un estado discreto hasta hace unos 820 millones de años, cuando se hicieron abundantes".

Para investigar por qué, Kang tomó los datos de las muestras de roca, los introdujo en una base de datos más amplia y los analizó a través de una escala temporal más larga que abarcaba diferentes ubicaciones geográficas. "Una vez que hicimos este tipo de integración y lo pusimos en una imagen global, vimos el aumento de los nitratos a través del tiempo, que ocurrió hace unos 800 millones de años", recuerda.

La colaboración internacional fue clave para relacionar estos nuevos datos con acontecimientos biológicos, sobre todo con la aparición de los eucariotas. Gill y Rachel Reid, también geoquímica de la Facultad de Ciencias y coautora del artículo, aportaron análisis críticos mediante recursos como el espectrómetro de masas del Laboratorio de Isótopos Estables de Geociencias de Virginia Tech. Un analizador elemental acoplado al espectrómetro de masas permitió a los investigadores extraer gas nitrógeno puro de las muestras para su análisis.

Gill está especializado en la reconstrucción de los ciclos químicos presentes y pasados de nuestro planeta. Colabora con paleontólogos para estudiar el registro de la vida conservado en el registro geológico y examina qué posibles factores ambientales podrían haber permitido cambios en la vida a lo largo de la historia.

Reid, que suele centrar sus investigaciones en los acontecimientos más recientes de la Tierra, tuvo la oportunidad especial de ofrecer sus conocimientos sobre los isótopos del nitrógeno a estos fósiles antiguos. Por su parte, Feifei Zhang, geoquímica de la Universidad de Nanjing y cuarta coautora del artículo, aportó información sobre la cantidad de oxígeno disponible en los océanos durante la época en que aumentó la abundancia de nitrato.

Xiao, que ha ayudado a excavar y estudiar algunos de los fósiles más antiguos de todo el mundo, dijo que este tipo de estudio le da esperanzas para futuros descubrimientos. Los miembros del equipo esperan colaborar con la NASA en futuras subvenciones, como el programa de exobiología que apoya su investigación actual.

"Podemos unir los puntos de las composiciones isotópicas de nitrógeno en el pasado antiguo y luego ir al siguiente paso e inferir cuánto nitrato estaba disponible para los organismos --afirma Xiao--. Y luego vinculamos eso con los datos fósiles para demostrar que hay una relación".

Aunque los antiguos océanos desaparecieron hace tiempo, lo que ocurrió en ellos está registrado en las rocas, y su estudio proporciona un vínculo entre la historia de la Tierra, el presente y el futuro.

"Los geólogos miran las rocas por la misma razón que los operadores bursátiles miran la curva del Dow Jones cuando toman la decisión de vender o comprar acciones. La historia geológica escrita en las rocas nos proporciona un contexto importante sobre los cambios globales en el futuro", concluye Xiao.

europapress.es

jueves, 23 de marzo de 2023

¿Conoces la Paleobiónica?, otro camino al futuro desde la Paleontología

Nuestro aragosaurero Samuel Zamora del IGME ha participado en el programa de divulgación de la ciencia Ágora que emite Aragón Radio y dirige Marcos Ruiz. La entrevista ha tratado sobre la Paleobiónica, o la manera de investigar en los fósiles con las nuevas tecnologías como la robótica.

Samuel hace un repaso de su trabajo con las nuevas tecnologías desde el año 2005 que empezó a usar el escáner CT para realización reconstrucciones en 3D de equinodermos fósiles del Cámbrico de Purujosa (Zaragoza). Unos organismos de más de 500 millones de años con una morfología diferente a sus parientes más modernos. Estos modelos fueron los que permitieron reconstruir aspectos bien desconocidos de su vida, cómo era el modo de alimentación.

La parte más novedosa de la entrevista ha sido cuando Samuel ha tratado el tema de Paleobiónica, una disciplina paleontológica emergente que pretende construir robots a partir de modelos de organismos extinguidos. En la actualidad la robótica y la biónica están creando muchos robots a partir de organismos actuales, pero esto tiene sus limitaciones. En el pasado la vida ha explorado y usado muchas morfologías para solucionar problemas que hoy en día no tiene. El desarrollo de una tecnología de “robots blandos” con modelos de fósiles puede abrir una línea totalmente novedosa para la paleontología, por una parte, nos puede ayudar a entender mejor como era la biología de estos organismos del pasado. Pero, por otra puede ofrecer soluciones a problemas actuales que la evolución ya resolvió y simplemente necesitamos recuperar esta información.

Puedes escuchar la entrevista en el podcast de Ágora en Radio Aragón

aragosaurus.com

martes, 21 de marzo de 2023

Los dinosaurios nos enseñan paleobiogeografía

Demandasaurus darwini: Ilustración de Raúl Martin para Museo de Dinosaurios 
y CAS.
La revista Enseñanza de las Ciencias de la Tierra acaba de publicar un número monográfico sobre dinosaurios y su valor en la enseñanza. Hay diversas aportaciones que pueden ser descargadas de manera libre. Una de ellas es de nuestro aragosaurero José Ignacio Canudo, que, junto a Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes publican un artículo sobre dinosaurios y paleobiogeografía.

La disposición de los continentes y de los océanos ha variado de posición a lo largo de la historia de la Tierra, es el objetivo de la paleogeografía. Si además se estudia como interviene la posición de los continentes en la movilidad de los organismos se llama paleobiogeografía. Los dinosaurios fueron organismos terrestres para los cuales los océanos representaban barreras difíciles de superar. Por tanto, en cada continente teníamos unos determinados tipos de dinosaurios. Solo cuando las masas terrestres se unían por el movimiento de las placas tectónicas se producían puentes de tierra que permitía el intercambio entre las faunas de los diferentes continentes.

Ruta de dispersión de los rebaquisáuridos en el Cretácico inferior. 
En el artículo se citan algunos ejemplos de cómo los dinosaurios resuelven cuestiones paleogeográficas como si había o no conexión terrestre de Europa y África en el Cretácico inferior, o cuando separaron de una manera definitiva África de Sudamérica por la apertura del Atlántico sur. Sin duda uno de los casos más paradigmáticos en la península ibérica es Demandasaurus darwini. Un dinosaurio fuera de tiempo y lugar descrito en el Cretácico inferior del entorno de Salas de los Infantes (Burgos).

Demandasaurus se incluye en los saurópodos rebaquisáuridos. La ilustración es de Raúl Martin para el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes y el CAS. Son dinosaurios con amplia distribución y diversidad al final del Cretácico inferior y comienzo del Cretácico superior en Sudamérica y África, donde se han descrito casi una docena de especies. Los modelos paleogeográficos indican que estos dos continentes estaban unidos al final del Cretácico inferior, por tanto, es una distribución esperable. Sin embargo, África estaba separada de Europa por el océano Tetis, que supondría una barrera para los dinosaurios. La sorpresa fue encontrar hace unos años al rebaquisáurio Demandasaurus darwini en rocas del Cretácico inferior de la Cordillera Ibérica. La explicación paleogeográfica es sencilla, durante un intervalo de tiempo se produjo una conexión entre Europa y África que permitió la conexión de los dinosaurios durante un corto período de los dos continentes. En definitiva, este dinosaurio reescribió la historia paleogeográfica de esta parte del mundo…

Si quieres conocer más, solo tienes que bajarte el artículo.

Canudo, J.I., Torcida Fernández-Baldor, F. 2021. Los dinosaurios nos enseñan paleobiogeografía. Enseñanza de las Ciencias de la Tierra 29(1), 18-26.

aragosaurus.com

Los restos del dinosaurio espinosáurido más completo de la península se presentan en Logroño

Los investigadores del equipo 'Garras' consideran que puede ser el más importante del registro europeo

Miembros del equipo 'Garras' se saludan tras descubrir uno de los restos
fósiles de dinosaurio en Igea en 2022. S. S. J.
El Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja en Igea presentará el próximo viernes 24 de marzo en Logroño los resultados de la excavación realizada en julio de 2022 en el monte igeano. Los restos hallados suponen el descubrimientos de un dinosaurio carnívoro de gran tamaño, como ya adelantó Diario LA RIOJA el año pasado.

El equipo de la excavación 'Garras' se centró en verano en el yacimiento 'Virgen del Villar-2'. Considera que la cantidad y calidad del material fósil recuperado en la citada campaña tendrá un impacto social y científico a nivel nacional e internacional por tres motivos: «Es el dinosaurio espinosáurido más completo de la península ibérica, se trata de uno de los terópodos más completos del registro español y posiblemente sea el espinosáurido con más piezas del registro europeo, rivalizando incluso con el icónico dinosaurio inglés Baryonyx».

Asimismo, incide en que «se trata de un descubrimiento de primer orden y se va a convertir sin duda alguna en uno de los descubrimientos paleontológicos más importantes de toda la historia de La Rioja y está llamado a convertirse en una referencia en la paleontología nacional».

La presentación se llevará a cabo el viernes 24 a las 19.00 horas, en el salón de actos del instituto Sagasta de Logroño. En primer lugar intervendrá el director honorífico del Centro de Interpretación Paleontológica de La Rija en Igea, Pachi Sáez-Benito. Después lo hará el investigador, doctor y director de la excavación, Xabier Pereda. Continuará el alcalde de Igea, Sergio Álvarez, y cerrará el evento la presidenta del Gobierno de La Rioja, Concha Andreu.

Se ofrecerá una valoración preliminar de la campaña de 2022 y se mostrará un brazo restaurado del espinosáurido (huesos de brazo, antebrazo y mano, incluyendo garras) así como la reconstrucción del brazo en vida del dinosaurio a tamaño real.

larioja.com

sábado, 18 de marzo de 2023

El Museo de Dinosaurios de Salas recibe el premio "Valores por encima del valor'

Cajaviva y Fundación Caja Rural pusieron en valor la iniciativa de entidades y personas que trabajan por un entorno mejor en la séptima edición de los Premios Valores por Encima del Valor. La bodeguera Pilar Pérez de Albéniz de Bodegas Peñalba, Parkinson Burgos, ACCEM Burgos, el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) y la Fundación VIII Centenario de la Catedral. Burgos 2021 fueron los galardonados en la edición de este 2023, que se celebró el miércoles 15 de marzo en el Hotel NH Collection.

Los ciudadanos decidieron al ganador del Premio en la categoría 'Popular', que este año recayó en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos), que desde su puesta en marcha en 2001 ha recibido más de 253.000 personas. Su director Fidel Torcida, destacó este galardón que reconoce el trabajo de todos aquellos que trabajan cada año por el Museo, empezando por el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas, y todos aquellos en torno al Museo y las actividades que realizan.

tuvozenpinares.com

Paleoarte, el arte de resucitar el pasado

La representación artística permite imaginar el aspecto de formas de vida extinguidas que ningún ojo humano ha visto nunca.

El primer lobo europeo, (Canis lupus) del yacimiento de Ponte Galeria, en Roma; 

al fondo, un proboscídeo (Palaeoloxodon antiquus) también de la campiña romana 

y  uno de los animales simbólicos del Pleistoceno. / Flavia Strani

A través de sus obras, los paleoartistas nos permiten explorar el pasado y ver lo que de otro modo solo podríamos imaginar. Cada obra creada nos proyecta a lugares inaccesibles, con criaturas fantásticas de todas las formas y tamaños, ofreciendo al observador la rara oportunidad de recrear el anhelo de cualquier paleontólogo y de muchas personas: viajar en el tiempo.

Mundos perdidos

La popularidad social de la que goza la paleontología es sin duda un privilegio del que pocas disciplinas científicas pueden presumir. Esto se debe a que lo que encontramos en el pasado tiene una entidad física, real; mientras que el futuro está armado con la imaginación y contiene un sinfín de especulaciones. También se debe a la idea de que en nuestro planeta han existido ‘mundos perdidos’ con formas de vida muy diferentes a las de hoy. Tal vez por eso la paleontología ha despertado desde siempre un gran interés entre la sociedad, inspirando siglos de expediciones y descubrimientos, y sigue manteniendo a día de hoy la fascinación por las historias que nos remontan al pasado.

Si podemos imaginar el aspecto de un tiranosaurio o el de un neandertal a partir de un simple fósil, es gracias a la suma de los estudios de los paleontólogos y de las reconstrucciones de los artistas que ponen su habilidad al servicio de esta ciencia. Podríamos decir que es una relación en la cual el artista se convierte en los ojos del científico. Esta sinergia entre paleontología y arte se llama paleoarte, y es el término acuñado en 1987 por el ilustrador científico Mark Hallett para designar las artes visuales (ilustración, escultura y animación) que sirven para representar objetivamente y con exactitud la vida del pasado, ya sea un animal, una planta, etc.

Primeras ilustraciones

Aunque el término 'paleoarte' es de reciente uso, el vínculo entre la paleontología y las artes ha existido desde siempre, ya desde épocas en la que ni siquiera entender el significado de un fósil era fácil, y menos aún poder imaginar el aspecto de criaturas que ningún ojo humano había visto antes.

Las primeras ilustraciones retrataban las huellas, las plantas, las conchas o los huesos fósiles tal como aparecían en la realidad, sin precisar información de las partes no encontradas o de los tejidos no mineralizados, que en tan raras ocasiones fosilizan. Eran tiempos en los que aún no existía la fotografía y las ilustraciones eran la única herramienta con la que comunicar con éxito las imágenes de los descubrimientos paleontológicos a la comunidad científica. Este es el caso del Códice de Madrid I (Codex Madrid I) de hace más de 500 años de Leonardo da Vinci, en donde el maestro renacentista representó unas conchas y trazas fósiles.

Ya en los años 1600 y 1700 las ilustraciones de fósiles aparecen en un gran número de monografías dedicadas al naturalismo, como las primeras plantas fósiles retratadas en el volumen ‘Lithophylacii Britannici Ichnographi’ (1699), de Edward Lhwyd y en ‘Herbarium deluvianum’ (1709), de Johann Jakob Schechzer. Este último es recordado por ser el primer libro dedicado enteramente al estudio de los vegetales fósiles.

‘Duria Antiquior’, acuarela de 1830, es la primera representación de una escena
de vida prehistórica basada en evidencias fósiles. / Henry de la Beche
Pero no fue hasta el comienzo del siglo XIX, coincidiendo con el surgimiento de la paleontología, cuando los fósiles empiezan a ser tan abundantes que se hace necesaria la representación gráfica de todo ese conocimiento grabado en piedra. Es precisamente con el nacimiento de los grandes museos de historia natural y con las primeras exposiciones cuando las representaciones de la vida del pasado se difunden impresas en formato papel y sus esculturas conquistan la realidad tridimensional. La acuarela ‘Duria Antiquior’ (1830), pintada por el geólogo y paleontólogo Henry de la Beche e inspirada en los descubrimientos de la paleontóloga Mary Anning, es considerada la primera verdadera obra de arte paleontológica, ya que ilustró por primera vez una escena faunística en la que animales prehistóricos interactúan entre sí (en realidad, devoran o son devorados) en un hábitat coherente.

Tan solo unos años después, en 1854, los jardines del Crystal Palace Park de Londres ostentaron el honor de albergar la primera gran exposición escultórica de dinosaurios del mundo. A pesar de su inexactitud para los estándares actuales, los modelos esculpidos por Benjamin Waterhouse Hawkins con la ayuda de Sir Richard Owen fueron un hito en el avance del paleoarte, ya que no solo representaron el conocimiento más reciente que se tenía sobre dinosaurios, sino que también fueron las primeras obras que se comercializaron como juguetes y postales.

A finales del siglo XIX, el ritmo cada vez mayor de descubrimientos de dinosaurios trajo consigo un renovado interés en las reconstrucciones artísticas de los hallazgos. Durante este tiempo destacó Charles Robert Knight, una de las figuras clave de la paleoilustración.

En el siglo XX, el interés por el paleoarte experimentó una nueva ‘edad de oro’ con numerosos ilustradores formando sus carreras en torno a esta disciplina. Destacaron Zdeněk Burian, un prolífico pintor checo con más de 500 dibujos y pinturas de todo tipo de formas de vida prehistóricas; James Gurney, pintor estadounidense y creador de la serie de libros ilustrados ‘Dinotopia’ y de numerosas obras para revistas y libros; o Mauricio Antón, uno de los paleoartistas más destacado de Europa, especializado en felinos dientes de sable.

Los dinosaurios resucitan en la gran pantalla

El cine hace que muchos jóvenes decidan estudiar paleontología, y que las instituciones inviertan más fondos en este campo.

El vínculo entre la paleontología y las artes visuales ha existido prácticamente desde siempre. Esta sinergia siguió desempeñando en 1900 un papel fundamental para la difusión de la paleontología. Pero no fue hasta la llegada del cine como espectáculo a principios del siglo XX cuando asistimos a una difusión sin precedentes de esta ciencia. Es en este momento cuando los dinosaurios se convierten en verdaderos iconos de los mundos perdidos, sembrando un valioso precedente para futuras películas.

Willis O’Brien, el auténtico padre de los dinosaurios en el cine, animando
una maqueta de Triceratops en ‘The Lost World’ (1925).
El máximo artífice de devolver a la vida a estos animales fue Willis O’Brien, pionero de los efectos especiales cinematográficos, quien con ‘The Lost World’ (1925), basada en una novela de Sir Arthur Conan Doyle, resucitó a los dinosaurios en la gran pantalla mediante la técnica de animación fotograma a fotograma (o ‘stop-motion’). La acogida de las películas entre el público fue tal que, tras 1925, innumerables filmes con criaturas prehistóricas como protagonistas invadieron el mercado y las animaciones de estos animales se hicieron tan populares que han ido influenciando nuestra imaginación sobre el pasado a lo largo del tiempo.

Casi un siglo después de estas primeras películas, la prueba de que la paleontología sigue emocionando a los espectadores y de que el paleoarte ayuda a este fin la tenemos en los estrenos de sagas de ciencia ficción como ‘Jurassic Park’ (1993, 1997 y 2001) y ‘Jurassic World’ (2015, 2018 y 2022) o ‘65’ (2023), la próxima película en traer de nuevo los dinosaurios al cine.

El trabajo del paleoartista consiste en expresar visualmente lo que documenta la ciencia

Hoy en día las reconstrucciones, ya sean bidimensionales o tridimensionales, se realizan en colaboración entre paleontólogos y paleoartistas, quienes proponen una síntesis actualizada de la que pudo ser la apariencia del fósil. Debido a esto, son muchos los que consideran que el paleoarte no puede existir fuera del ámbito científico.

De dentro afuera

Para dibujar un animal que nunca ha sido visto, lo ideal es construir de dentro afuera, como en una disección vista marcha atrás. Es decir, partir del esqueleto, reconstruir la musculatura y, finalmente, las capas más externas, como el pelaje o las plumas. Por último, solo queda emplazarlo en su entorno, gracias a restos de plantas y a su contexto geológico. Esto implica tener comprensión anatómica de las especies actuales (como plantas, invertebrados, mamíferos, reptiles y aves, etc.), y también de la técnica artística (por ejemplo, habilidad en el dibujo) necesaria para realizar una ilustración clara y de impacto comunicativo. Con este fin, lo más conveniente es que los paleoilustradores sean al mismo tiempo científicos y artistas.

Dado que la mayoría de los fósiles encontrados son fragmentos de organismos que vivieron hace miles o millones de años, toda reconstrucción implica un cierto nivel de especulación. Por ejemplo, la coloración de la mayoría de los animales extintos se desconoce a partir de la evidencia fósil. Por lo tanto, para crear una obra de paleoarte riguroso, los artistas deben decidir cómo llenar estos vacíos, y la manera de hacerlo es trabajar en colaboración con los especialistas.

Proceso de reconstrucción de Gazella borbónica, una gacela del Pleistoceno
Inferior de Aragón. / Flavia Strani
Este es el caso de 'Gazella borbonica', una pequeña gacela que vivió en el área de Teruel hace 2 millones de años. Para crear la obra de paleoarte a partir de los restos encontrados (en este caso un cráneo muy completo y piezas del cuerpo), el primer paso es ayudarse de los mismos huesos de las gacelas actuales para añadir las partes no encontradas, como puede ser el estuche córneo o las mandíbulas. El siguiente paso es reconstruir los principales músculos y tendones (porque los huesos tienen marcas que reflejan donde se anclan) para dar forma al animal y, finalmente, representar los detalles más superficiales como el pelo o la coloración tomando inspiración de las gacelas actuales, ya que son imposibles de conocer a partir del material fósil.

Aragonictis araid, un ejemplo de paleoarte aragonés

Reconstrucción en vida de Aragonictis araid. / Flavia Strani
Solo existen unos pocos fósiles encontrados en los alrededores de Daroca, parte de una mandíbula y algunos dientes sueltos de 12 millones de años de edad de un nuevo mamífero carnívoro desconocido para la ciencia. Una vez recuperados, la primera etapa fue la investigación por parte de los paleontólogos. Ellos estudiaron los restos, tomaron medidas, y le dieron un nombre al animal, 'Aragonictis araid', para su publicación formal en la revista de referencia ‘Journal of Vertebrate Paleontology’. Una vez terminada la investigación, el paleoartista tuvo como encargo realizar una ilustración en vida del animal. A través de ella, el hallazgo llegó a los medios de comunicación y, finalmente, a la sociedad, promocionando el valor de los fósiles aragoneses a nivel mundial. El carácter didáctico de la ilustración es tal, que fue elegida portada del volumen de la revista que incluye esta publicación científica.

Daniel De Miguel investigador ARAID en el Departamento de Ciencias de la Tierra (Área de Paleontología) de la Universidad de Zaragoza.

Flavia Strani investigadora Juan de la Cierva en el Departamento de Ciencias de la Tierra (Área de Paleontología) de Unizar.

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