sábado, 7 de junio de 2025

EL ESTUDIO DE UN MEGAYACIMIENTO DE HUELLAS DE DINOSAURIOS DE MARRUECOS PROPORCIONA DATOS SORPRENDENTES

En el proceso de investigación participó el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos)

Yacimiento de Ilmilchil.
En octubre de 2023 se desplazó a Marruecos un equipo de paleontólogos de la Universidad de La Rioja, y dirigido por el Dr. Félix Pérez Lorente, en colaboración con las Universidades de Rabat, Agadir, Granada y Jaén, así como colaboradores de la asociación  Amigos del Museo de Enciso (La Rioja) y Guías de Galve (Teruel). 

Uno de sus principales objetivos era trabajar en el megayacimiento de Aït Aki ou Ikkou (Ilmilchil, Alto Atlas), de finales del Jurásico, 150 millones de años de antigüedad. El yacimiento es espectacular por su extensión, 650 m2, su contenido, 500 icnitas en más de 40 rastros, y su peligrosa pendiente de 60º.

Dentro del yacimiento, formado mayoritariamente por huellas de dinosaurios terópodos, el foco se centró en varios rastros que alcanzaban una gran longitud: hasta 24 metros. Estos largos rastros son muy escasos en el planeta, y su primer interés es que dan mucha información sobre cómo se desplazaban los dinosaurios, con variaciones de paso, dirección, velocidad, etc.

Sin embargo, el análisis detallado de los mismos conllevó una sorpresa: las huellas estaban deformadas de varias maneras, lo que dependía de cómo se orientaban en el yacimiento. Y, lo más importante, esas deformaciones se producían también en las dimensiones de las huellas, la longitud  de los pasos y zancadas, la anchura de los rastros, etc. Esto se complicaba con el hecho de que la erosión ponía al descubierto pisadas que pertenecían al mismo rastro, pero que en aparecían en distintas capas superpuestas y tenían formas distintas.

En las conclusiones de los investigadores se subraya que el estudio de la forma de las icnitas y de la toma de datos de la locomoción de los dinosaurios pueden no servir para obtener datos fieles de la anatomía del animal o de sus movimientos, y que se formulen resultados incorrectos en estudios de estos yacimientos. Es, por tanto un estudio muy técnico pero que incide en la metodología de los investigadores de icnitas, en la que hay que considerar aspectos que distorsionan los datos que impiden llegar a conclusiones correctas.

Hay una pre-publicación de esta investigación, disponible on line en la revista Journal of Africa Earth Science: 

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1464343X25001438?via%3Dihub

M. Masrour, M. Boutakiout, J. Herrero Gascón, R. Ochoa Martínez, F. Torcida Fernández, F. Pérez-Lorente

viernes, 6 de junio de 2025

Hace 33 millones de años, estas moscas ya engañaban a sus depredadores imitando avispas

Un fósil checo revela que el mimetismo batesiano existía hace más de 30 millones de años y estaba moldeado por aves extintas, no por pájaros actuales. Una pista clave sobre la evolución de los engaños visuales.

Un paseo por el campo puede ser una experiencia relajante… hasta que una avispa empieza a rondar. Lo curioso es que, muchas veces, lo que parece una avispa no lo es. Las llamadas moscas sírfidas, por ejemplo, son maestras del disfraz: inofensivas, sin aguijón, pero visualmente idénticas a una avispa. Este truco evolutivo, conocido como mimetismo batesiano, es una estrategia de supervivencia común en la naturaleza. Lo que no sabíamos hasta ahora era que este fenómeno no es un invento reciente. De hecho, un fósil hallado en la República Checa sugiere que estos engaños visuales ya se producían hace más de 30 millones de años.

El estudio, publicado en Current Biology, ha identificado a una especie extinta de sírfido, Spilomyia kvaceki, con un patrón de coloración tan preciso que no deja dudas sobre su objetivo: parecerse a una avispa. Lo más impactante no es solo la calidad del mimetismo, sino su antigüedad. Hasta ahora, las pruebas fósiles de mimetismo en insectos eran escasas y poco convincentes. Este nuevo hallazgo cambia el escenario por completo y obliga a reescribir parte de lo que creíamos sobre la evolución de estas estrategias.

Un fósil sorprendente hallado en Chequia

Fuente: Current Biology
El descubrimiento se produjo en el yacimiento de Děčín-Bechlejovice, al norte de la República Checa, una zona conocida por sus fósiles del Oligoceno temprano. Allí, investigadores de la Universidad Carolina encontraron un espécimen extraordinariamente bien conservado de una mosca del género Spilomyia. El fósil fue bautizado como Spilomyia kvaceki, en homenaje al paleobotánico Zlatko Kvaček. Lo destacable no es solo su estado de conservación, sino el nivel de detalle en el patrón de coloración de su cuerpo.

Según los autores del trabajo, este fósil es “el primer caso conocido de mimetismo preciso de avispa en un insecto fósil”. Esto lo convierte en una pieza clave para comprender cómo y cuándo apareció esta estrategia en la historia evolutiva. Hasta ahora, los fósiles de imitadores solo mostraban parecidos vagos con sus modelos, lo que dificultaba confirmar que realmente se tratase de un caso de mimetismo batesiano.


¿Qué es el mimetismo batesiano y por qué importa?

El mimetismo batesiano es una forma de engaño evolutivo en la que una especie inofensiva adopta la apariencia de otra peligrosa para evitar ser devorada. En este caso, moscas que imitan a avispas. Las verdaderas avispas cuentan con aguijones y una reputación bien ganada, por lo que los depredadores aprenden rápidamente a evitarlas. Si una mosca logra parecerse lo suficiente a una avispa, tiene muchas más probabilidades de sobrevivir.

Recreación de una mosca que imita avispas. Fuente: ChatGPT / E. F.
Esta forma de camuflaje tiene una importancia central en ecología y evolución, ya que refleja cómo la presión selectiva puede moldear la apariencia de una especie en función de sus relaciones con otras. Es una especie de “guerra fría” evolutiva donde los depredadores deben aprender a distinguir entre presa real y trampa. Lo sorprendente de este estudio es que el mimetismo de Spilomyia kvaceki no solo era preciso, sino que apareció en un contexto ecológico muy diferente al actual.

Las aves del pasado también fueron engañadas

Uno de los puntos más interesantes del estudio es que el mimetismo de esta especie fósil no estaba dirigido a los pájaros actuales, sino a otro grupo de aves extintas. En la actualidad, los principales depredadores de insectos en Europa son los pájaros paseriformes (como los jilgueros, gorriones o mirlos), pero hace 33 millones de años estos aún no dominaban los ecosistemas.

Fuente: Current Biology

“El mimetismo de avispas que vemos en las sírfidas actuales ya estaba completamente formado cuando Europa estaba dominada por aves muy diferentes”, explica la investigadora principal del estudio, Klára Daňková. En concreto, el trabajo sugiere que las aves no paserinas, como las del grupo Coraciimorphae (abejarucos, martines pescadores) y Apodiformes (vencejos), podrían haber sido las responsables de ejercer esta presión selectiva en el pasado.

Este dato no solo amplía el marco temporal del mimetismo, sino que también obliga a reconsiderar el papel que distintas aves han tenido en la evolución de los insectos. La interacción entre depredador y presa no solo se da en el presente, sino que tiene raíces profundas que se remontan a decenas de millones de años.

Un mimetismo tan real que engaña hasta en piedra

Lo que más asombra de este fósil es el nivel de precisión en la imitación. Según el estudio, el patrón de coloración de Spilomyia kvaceki reproduce con gran fidelidad las marcas corporales de las avispas sociales, como las del género Palaeovespa, también encontradas fosilizadas en el mismo yacimiento. Esto respalda la hipótesis de que existía una interacción ecológica real entre modelo (avispa) e imitador (mosca), incluso hace más de 30 millones de años.

El fósil muestra bandas oscuras y claras bien definidas, una morfología corporal estilizada y proporciones similares a las de las avispas actuales. Todo ello apunta a que el parecido no era casual, sino el resultado de una evolución dirigida. “La precisión del fósil es extraordinaria”, señala el equipo en el artículo. Esto representa una prueba tangible de que la evolución del mimetismo batesiano no solo es más antigua de lo que creíamos, sino también más sofisticada.

Lo que este hallazgo cambia sobre la evolución animal

Hasta ahora, se pensaba que el mimetismo de alta precisión era un fenómeno relativamente moderno, resultado de la evolución paralela entre insectos y aves paseriformes. Este nuevo fósil demuestra que esa idea es incompleta. El mimetismo ya estaba presente mucho antes de la aparición de estos pájaros y, por tanto, debió surgir bajo otras condiciones ecológicas.

La presencia simultánea de fósiles de avispas y moscas imitadoras en el mismo entorno geológico sugiere que la presión evolutiva no solo era real, sino efectiva. Esto no solo aporta evidencia directa de cómo se desarrolló el mimetismo, sino que también ayuda a reconstruir el ecosistema de esa época: uno en el que insectos, aves y otras especies interactuaban de formas complejas.

Además, abre nuevas preguntas sobre la estabilidad de los rasgos evolutivos. Si un patrón visual fue tan efectivo hace 33 millones de años como lo es hoy, ¿qué nos dice eso sobre la constancia de ciertos comportamientos depredadoresa lo largo del tiempo? ¿Y sobre la capacidad de la selección natural para fijar estrategias de engaño?

Referencias

Klára Daňková et al., Highly accurate Batesian mimicry of wasps dates back to the Early Oligocene and was driven by non-passerine birds, Current Biology (2025). DOI: 10.1016/j.cub.2025.02.069.

martes, 3 de junio de 2025

RECORDATORIO DE PLAZOS: X JORNADAS INTERNACIONALES SOBRE PALEONTOLOGÍA DE DINOSAURIOS Y SU ENTORNO

Queremos recordaros algunos plazos importantes de las X Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno, Salas de los Infantes (Burgos) del 4 al 6 de septiembre de 2025:

- 15 de junio: límite de envío de resúmenes. Plantilla para elaborarlos: https://docs.google.com/document/d/14KRYb20lLAbhs8dJLi8Qnq7_w5zLzB4h/edit?pli=1&tab=t.0

- 1 de julio: límite para realizar la inscripción con cuota reducida.

Segunda circular con más información: https://drive.google.com/file/d/1agR2B0R_FfqoePmcXep8nFSostAH5cRB/view

De nuevo, deseamos reiterar nuestra invitación a que participéis en las Jornadas, así como al conjunto de los integrantes de vuestro equipo e institución a la que pertenecéis. Asimismo, os agradeceríamos que deis la máxima difusión posible de nuestra convocatoria  las Jornadas

Un cordial saludo.

Comité Organizador X Jornadas

dinosaurioscyl.blogspot.com

¿Puede un dinosaurio de 70 millones de años enseñarnos algo sobre el cáncer? Científicos hallan nuevas pistas en tejidos fósiles

Un estudio revela tejidos blandos y proteínas en fósiles de dinosaurios, lo que podría ofrecer claves sobre la evolución del cáncer y el desarrollo de futuras terapias. La investigación redefine cómo conservar fósiles y abre una nueva vía en la medicina paleobiológica.

Un dinosaurio fosilizado conserva proteínas que podrían cambiar la forma
en que entendemos el cáncer. Ilustración artística: Sora / Edgary R.
La paleontología ha dejado de ser solo huesos. Un equipo internacional de científicos ha demostrado que, incluso millones de años después de su extinción, los dinosaurios aún pueden revelar secretos sobre la salud y la enfermedad. Un nuevo estudio publicado en la revista Biology y liderado por investigadores de Anglia Ruskin University y el Imperial College London, ha identificado estructuras celulares similares a glóbulos rojos en los huesos fósiles de un Telmatosaurus transsylvanicus, un dinosaurio herbívoro que vivió hace unos 70 millones de años. ¿La novedad? Estas estructuras podrían contener proteínas clave para entender la evolución del cáncer.

El hallazgo no solo cambia nuestra visión sobre la conservación fósil. También sugiere que las proteínas, al ser más estables que el ADN, podrían ser una fuente confiable de información molecular en especies extintas. Esta nueva evidencia refuerza la idea de que enfermedades como el cáncer no son exclusivas de los humanos modernos, sino que tienen raíces profundas en la evolución de los vertebrados. De hecho, una investigación previa en el mismo dinosaurio ya había identificado señales compatibles con un tumor maligno.

Tejidos blandos en fósiles abren la puerta a una nueva medicina paleobiológica
 contra el cáncer. Ilustración artística: DALL-E / ERR.
Ahora, el enfoque cambia del esqueleto al tejido blando. Los autores del estudio instan a los museos y centros de conservación a valorar más los fósiles que preservan componentes celulares, ya que las técnicas moleculares emergentes permitirán extraer información antes inimaginable.

"Los dinosaurios, como organismos longevos y de gran tamaño, constituyen un caso convincente para investigar cómo las especies gestionaron la susceptibilidad y la resistencia al cáncer a lo largo de millones de años", dijo Justin Stebbing, catedrático de Ciencias Biomédicas de la Universidad Anglia Ruskin.

Cuando los glóbulos rojos fosilizados hablan

El estudio se centró en un espécimen notablemente bien conservado del Telmatosaurus transsylvanicus, un dinosaurio de hocico plano perteneciente al grupo de los hadrosaurios, cuyos restos fueron hallados en la Cuenca de Hateg, en Rumanía. Usando microscopía electrónica de barrido (SEM), los investigadores identificaron estructuras de baja densidad que se asemejan morfológicamente a eritrocitos humanos.

"Queríamos ver si este tumor en el dinosaurio podría darnos alguna información sobre cualquier paralelo con los cánceres humanos, porque el tumor que tenía este dinosaurio era un ameloblastoma, un tumor benigno en la mandíbula, que los humanos también tienen", dijo la Dra. Biancastella Cereser, especialista en cáncer en Imperial College London y autora del estudio.

Estas estructuras no son una ilusión óptica. Su forma, distribución y densidad coinciden con lo que se esperaría de glóbulos rojos, lo que sugiere que estas células no solo estaban presentes, sino que podrían haber sido parcialmente preservadas. Aunque no contienen ADN viable, sí podrían retener proteínas estables, ofreciendo así un retrato molecular del pasado.

La importancia de este descubrimiento radica en su repetibilidad. Análisis comparativos en otros fósiles también han detectado componentes similares, lo que plantea la posibilidad de que la conservación de tejidos blandos sea más común de lo que se pensaba.

Esto representa un cambio de paradigma en paleontología, donde tradicionalmente se ha privilegiado el estudio del esqueleto sobre el de las células.

Una ventana molecular a enfermedades prehistóricas

El cáncer es una enfermedad tan antigua como la vida compleja. Ya se han documentado tumores en fósiles de reptiles marinos y dinosaurios, pero hasta ahora, estos diagnósticos se basaban exclusivamente en malformaciones óseas. La posibilidad de estudiar proteínas implicadas en procesos celulares, como la división y la apoptosis, abre nuevas puertas para entender su origen.

Los científicos creen que estos datos podrían iluminar sobre por qué ciertos animales eran más resistentes al cáncer. Los dinosaurios, como organismos grandes y longevos, enfrentaban un alto riesgo de desarrollar tumores simplemente por tener más células y vivir más tiempo.

Si lograron sobrevivir con tasas relativamente bajas de cáncer, podría deberse a mecanismos biológicos aún desconocidos, pero identificables a través del estudio de sus proteínas.

"Las proteínas, sobre todo las que se encuentran en tejidos calcificados como los huesos, son más estables que el ADN y menos susceptibles a la degradación y la contaminación. Esto las convierte en candidatas ideales para estudiar enfermedades antiguas, incluido el cáncer, en especímenes paleontológicos", dijo Stebbing.

Imágenes representativas obtenidas por microscopía electrónica de barrido (SEM) que muestran
estructuras similares a eritrocitos en el hueso fosilizado de la mandíbula de un Telmatosaurus
transsylvanicus con patología. A la izquierda, imágenes en modo de electrones secundarios
resaltan la morfología superficial (flechas rojas). A la derecha, imágenes en modo
retrodispersado del mismo campo visual revelan variaciones de densidad internas.
 Fuente: Biology.
El estudio también destaca la estabilidad de las proteínas en huesos calcificados. A diferencia del ADN, que se degrada con rapidez, las proteínas pueden persistir durante millones de años, especialmente cuando quedan atrapadas en estructuras óseas compactas. Esto las convierte en candidatas ideales para estudios paleomoleculares, incluyendo el análisis de enfermedades como el cáncer, la artritis o infecciones crónicas.

Proteómica del pasado: una herramienta del futuro

La técnica utilizada en el estudio se conoce como paleoproteómica. Esta disciplina emergente permite extraer y analizar proteínas antiguas, revelando detalles moleculares que ni siquiera la morfología puede mostrar. Al aplicar estas técnicas a fósiles bien preservados, los investigadores pueden reconstruir funciones celulares, rutas metabólicas e incluso perfiles inmunitarios.

Hasta ahora, estas técnicas han sido poco utilizadas en paleontología. La mayoría de los estudios se ha centrado en el ADN antiguo, cuyo alcance temporal es mucho más limitado. La paleoproteómica, en cambio, permite explorar edades mucho más remotas, como el Cretácico, y estudiar a organismos extintos con una resolución sin precedentes.

El estudio de Telmatosaurus demuestra la viabilidad del enfoque. Al identificar patrones de conservación proteica en los huesos del dinosaurio, los autores sentaron las bases para futuras investigaciones que podrían comparar muestras de diferentes especies, regiones o periodos. Esta visión transversal permitirá comprender mejor la evolución de las enfermedades y cómo ciertos linajes lograron mecanismos de defensa más eficientes.

"Nuestra investigación, que utiliza métodos relativamente infrautilizados, invita a nuevas exploraciones que podrían ser la clave de futuros descubrimientos que podrían beneficiar a los seres humanos. Sin embargo, es crucial que se coordinen los esfuerzos de conservación de fósiles a largo plazo para garantizar que los futuros investigadores tengan acceso a especímenes adecuados para las investigaciones moleculares de vanguardia", dijo Stebbing.

Revalorizar los fósiles: mucho más que huesos

"A diferencia de las estructuras esqueléticas por sí solas, los tejidos blandos contienen proteínas que proporcionan información molecular que puede revelar los mecanismos biológicos subyacentes de las enfermedades", dijo Stebbing.

El nuevo enfoque implica un cambio de mentalidad en la conservación paleontológica. Hasta ahora, el valor de un fósil solía medirse por su completitud esquelética o rareza taxonómica. Sin embargo, el nuevo estudio aboga por dar prioridad a los restos que contienen tejidos blandos, por mínimos que parezcan.

Esto implica retos logísticos y éticos. Preservar proteínas requiere condiciones específicas, y no todos los museos están preparados para conservar fósiles en estas condiciones. Además, deben establecerse protocolos claros sobre el muestreo de fósiles para evitar su deterioro.

Científicos hallaron estructuras similares a glóbulos rojos en fósiles de un
Telmatosaurus, lo que permitió detectar proteínas preservadas que podrían revelar
 cómo estos dinosaurios enfrentaban enfermedades como el cáncer hace 70 millones
 de años. Ilustración artística: DALL-E / ERR.
Pero el potencial científico lo justifica. Como señalan los investigadores, entender cómo evolucionó la resistencia al cáncer en organismos como los dinosaurios podría tener aplicaciones biomédicas en humanos. Los descubrimientos del pasado podrían traducirse en terapias del futuro, siempre que los fósiles adecuados estén disponibles.

¿Qué sigue? El camino hacia la medicina evolutiva

Los autores del estudio insisten en que esto es solo el comienzo. Con técnicas más avanzadas y fósiles mejor conservados, la investigación futura podría identificar proteínas implicadas en enfermedades específicas, comparar mutaciones en diferentes linajes y hasta establecer cronologías evolutivas de ciertas patologías.

También planean ampliar el número de especies estudiadas. Analizar fósiles de otros dinosaurios, reptiles o incluso mamíferos antiguos permitiría comprobar si los patrones observados en Telmatosaurus se repiten en otros linajes. Esto validaría la hipótesis de que ciertos mecanismos celulares de protección contra el cáncer ya estaban presentes hace millones de años.

A largo plazo, se abre la puerta a una nueva disciplina: la medicina paleobiológica. Esta integraría conocimientos de biología molecular, evolución, oncología y paleontología para entender la historia natural de las enfermedades humanas. No como una simple curiosidad científica, sino como una vía real para mejorar la salud del presente.

"Parque Jurásico no está bien, porque lo que dijeron es que el ADN de los dinosaurios podría recuperarse y clonarse para resucitar a los dinosaurios, pero no podemos sacar ADN de esto porque se descompone por el clima y el tiempo", dijo el profesor Stebbing. "Pero lo que hemos descubierto es que en realidad hemos descubierto que las proteínas en los tejidos blandos pueden sobrevivir con el tiempo."

Referencias

Stebbing J, Chandrasinghe PC, Cereser B, Bertazzo S, Csiki-Sava Z. Preserving fossilized soft tissues: Advancing proteomics and unveiling the evolutionary history of cancer in dinosaurs. Biology. (2025). doi:10.3390/biology14060370

muyinteresante.com

Hace 73 millones de años, las aves y los dinosaurios anidaban juntos en el Ártico

Un nuevo estudio descubre los fósiles más antiguos de crías de aves en regiones polares, 25 millones de años antes de lo que se creía.

Aunque hoy millones de aves migran al Ártico para criar, este comportamiento no es nuevo: ya lo hacían hace 73 millones de años, según un nuevo estudio. El hallazgo se basa en fósiles de aves del periodo Cretácico encontrados en Alaska. En ciencia, el Cretácico fue la última etapa de la era de los dinosaurios, hace entre 145 y 66 millones de años. También se menciona el grupo Neornithes, que engloba a todas las aves modernas, y la formación Prince Creek, una zona rica en fósiles en el norte de Alaska. Este estudio desplaza en decenas de millones de años el origen de la cría de aves en los polos.

Las primaveras árticas de hoy, con su sinfonía de trinos y nidadas mullidas, no son tan distintas de las que sonaban hace 73 millones de años. Un nuevo estudio publicado en la revista Science y liderado por Lauren Wilson, doctoranda en Princeton y exalumna de la Universidad de Alaska Fairbanks, revela el caso más antiguo conocido de aves anidando en regiones polares.

“Las aves existen desde hace 150 millones de años”, explica Wilson. “Durante la mitad de ese tiempo, han estado criando en el Ártico”.

Este estudio, basado en su tesis de máster, se llevó a cabo con fósiles diminutos de huesos y dientes recolectados en un yacimiento del norte de Alaska, en la formación Prince Creek. Allí, Wilson y su equipo identificaron múltiples especies de aves que anidaban en pleno Cretácico: aves buceadoras parecidas a los colimbos actuales, aves similares a gaviotas, y otras afines a patos y gansos. Y todo ello, mientras los dinosaurios aún eran los amos del planeta.

Antes de este hallazgo, el registro más antiguo de aves reproduciéndose en regiones polares se remontaba a unos 47 millones de años, mucho después del impacto del asteroide que acabó con el 75 % de las especies terrestres. “Esto adelanta en 25 a 30 millones de años la evidencia de cría de aves en zonas polares”, afirma Pat Druckenmiller, director del Museo del Norte de la Universidad de Alaska y codirector del estudio. Los fósiles analizados forman parte de la colección de este museo.

“Hoy en día, el Ártico es una especie de guardería para aves modernas”, comenta Druckenmiller. “Y es fascinante pensar que ya llevaban haciéndolo desde hace 73 millones de años”.

El hallazgo en sí es notable por la extrema fragilidad de los huesos de ave, especialmente los de crías, que son porosos y se destruyen con facilidad. “Encontrar huesos de aves del Cretácico ya es raro”, señala Wilson. “Pero encontrar huesos de crías es casi milagroso. Por eso estos fósiles son tan importantes”.

Los restos fueron recuperados de la ribera del río Colville, en la vertiente norte de Alaska. Allí, los investigadores identificaron más de 50 huesos o fragmentos óseos. Gracias a una metodología inusual en la excavación, que prioriza tanto los grandes restos como los más diminutos, el equipo pudo recuperar materiales que suelen pasar desapercibidos. A diferencia de otros proyectos de paleontología vertebrada que se centran en huesos grandes, aquí se tamiza sedimento para luego analizarlo al microscopio, recuperando incluso fragmentos microscópicos.

Según Druckenmiller, este enfoque ha convertido a Alaska en “uno de los mejores lugares del país para fósiles de aves de la era de los dinosaurios”. Más aún, afirma, estos pequeños huesos y dientes aportan un nivel de detalle sorprendente sobre la fisiología y el comportamiento de los animales que habitaron el Ártico en el Cretácico.

El estudio también plantea una posible conexión con los Neornithes, el grupo que incluye a todas las aves modernas. Algunos huesos descubiertos muestran características típicas de este grupo, y varias de las aves analizadas carecían de dientes, como ocurre con las aves actuales. Si se confirmara que pertenecen a los Neornithes, serían los fósiles más antiguos jamás hallados de este linaje, superando en antigüedad a los actuales registros de hace 69 millones de años.

No obstante, los autores subrayan que para confirmar esta hipótesis se necesitaría encontrar un esqueleto parcial o completo. “Pero incluso sin eso”, concluye Druckenmiller, “el valor científico de estos pequeños huesos es enorme”.

Este descubrimiento no solo reescribe el mapa evolutivo de las aves, sino que también resalta la riqueza paleontológica del Ártico y la importancia de buscar respuestas no solo en los grandes fósiles, sino también en los más pequeños y frágiles fragmentos del pasado.

REFERENCIA

Arctic bird nesting traces back to the Cretaceous

Imagen: Ilustración de aves del Cretácico con otros dinosaurios de la misma época al fondo. Un artículo publicado en la revista Science documenta el primer ejemplo conocido de aves que anidaban en las regiones polares. Crédito: Ilustración de Gabriel Ugueto

quo.eldiario.es

Vida hace 346 millones de años: el descubrimiento que marca un antes y un después en el estudio de los fósiles

Un grupo de investigadores ha descubierto que la fecha de nacimiento de una especie es 14 millones de años más antigua de lo que se creía

Una recreación de la especie Westlothiana lizziae. / DE AGOSTINI
 PICTURE LIBRARY
De vivir bajo el agua a habitar en tierra firme y todo hace 346 millones de años. Un grupo de investigadores ha logrado determinar la edad exacta de la especie Westlothiana lizziae, un animal con aspecto de salamandra hallado en Escocia en 1984 con ancestros comunes de los anfibios, aves, reptiles y mamíferos actuales, entre ellos los humanos.

Los científicos, pertenecientes a la Universidad de Texas, en Estados Unidos, han experimentado con un fósil al que, finalmente, ya pueden poner fecha aproximada de nacimiento: hace 346 millones de años, o lo que es lo mismo, 14 millones de años más antiguas de lo que se creía hasta ahora.

El equipo ha estado liderado por el científico Héctor Garza y el estudio, que se ha publicado en la revista PLOS One, supone ya un hito ya que sitúa a esta especie en un misterioso agujero en el registro fósil llamada la Brecha de Romer.

Una técnica arriesgada

El hallazgo gana valor e importancia no solo por lo que supone para la comunidad científica, sino al mismo tiempo por la técnica empleada por Garza, quien se acaba de graduar con su doctorado del Departamento de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Escuela de Geociencias de la Universidad de Texas en Austin.

El método de trabajo utilizado por Garza y su equipo ha supuesto ir un paso más allá en lo hasta ahora establecido, ya que si bien los geocientíficos pueden usar cristales de circón, un mineral natural, para determinar la antigüedad de una roca, no todos los tipos de roca son susceptibles a este tipo de análisis.

En su lugar, el equipo de científicos ha empleado, de forma arriesgada, una técnica geoquímica llamada datación radiométrica, puesto que la zona en Escocia donde se descubrieron los fósiles de esta especie estaba cerca de antiguos volcanes con lava endurecida que formaba roca basáltica, donde no era posible que se formasen circones.

En declaraciones a Europa Press, Garza ha confesado creer que esta es, precisamente, una de las razones por las que "nadie intentó investigarlas antes". "Debido al tiempo y esfuerzo que requiere obtener circones y luego correr el riesgo de no encontrarlos", ha añadido el científico.

Un golpe de suerte

Sin embargo, el grupo de investigadores tuvo suerte. En su momento, el lodo fue cayendo en cascada desde los volcanes y, entonces, la lava y los escombros erosionaron aquellos sedimentos que contenían el mineral natural, de tal forma que estos fueron arrastrados hasta un lago donde se formaba caliza y sepultaron a estas criaturas.

Gracias a esto, los científicos han podido radiografiar 11 muestras de roca y extraer así circones de la roca que rodeaba seis de los fósiles. A continuación, y a través de la utilización de láser de uranio-plomo en estos minerales naturales, han podido determinar su edad más antigua.

La Brecha de Romer

Lo significativo del descubrimiento, más allá de la edad de estos fósiles, recae en que la especie se sitúa en un periodo de tiempo bautizado como la Brecha de Romer. En este periodo, que data de entre 360 y 345 millones de años, se han descubierto muy pocos fósiles, por motivos que la comunidad científica desconoce con certeza.

Lo que sí se sabe es que durante este tiempo de la historia los peces acuáticos dieron un salto evolutivo, desarrollando así pulmones y cuatro patas para convertirse así en animales terrestres, algo que le pasó a esta especie de Westlothiana lizziae.

cadenaser.com

jueves, 29 de mayo de 2025

GANADORES DEL XXII CONCURSO DE POSTALES DEL MUSEO DE DINOSAURIOS 2025

El 9 de mayo, se reunió el jurado para fallar los premios del XXII Concurso de Postales del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, siendo premiados los siguientes trabajos:

PRIMER PREMIO CATEGORÍA A:

Victoria Veselinova (Salas de los Infantes).

ACCÉSIT CATEGORÍA A:

Zayra Nadiecca Romero (Salas de los Infantes).

PRIMER PREMIO CATEGORÍA B:

Isabel Valero Giménez (Cuevas del Almanzora, Almería).

PRIMER PREMIO CATEGORÍA C:

Ariadna Rey Mojarín (Colegio El Alba Autismo, Burgos).

ACCÉSIT CATEGORÍA C:

Iván Tobar Hervías (Colegio El Alba Autismo, Burgos).





El jurado estuvo compuesto por:

Rocío Camarero Cabezón – Licenciada en Bellas Artes –

Caterine Arias Riesgo - Licenciada en Bellas Artes – Conservadora-Restauradora Museo de Dinosaurios.

Diego Montero Huerta – Equipo científico del Museo de Dinosaurios-

Rosa María Vicario – profesora Colegio Público Fernán González de Salas de los Infantes.

¡Muchas gracias a todos los participantes y enhorabuena a los ganadores!

Y el domingo 25 de mayo tuvo lugar la entrega de premios del XXII Concurso de Postales del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes. En la entrega estuvieron Fidel Torcida, director del Museo y Ada Marcos, alcaldesa de Salas de los Infantes y presidenta de la Fundación Dinosaurios CyL, además de todos los premiados: Victoria Veselinova, Isabel Valero, Ariadna Rey, Zayra Nadiecca e Iván Tobar.

Con estas iniciativas, desde el Museo se busca fomentar la creatividad, la participación ciudadana y la conexión con el patrimonio paleontológico que atesora nuestra comarca.

Muchas gracias a todos los que han participado y hasta el año que viene.

Tejido blando desconocido identificado en dinosaurios

Investigadores han encontrado evidencia de una estructura de tejido blando previamente desconocida en la región de las mejillas de muchas especies de dinosaurios, a la que han denominado "exoparia".

Una visualización del tejido blando de un dinosaurio. - HENRY SHARPE
Este hallazgo profundiza nuestra comprensión de la anatomía de los dinosaurios y pone de relieve las limitaciones de los métodos actuales para reconstruir partes de la anatomía que no se pueden conservar correctamente.

Debido a que los músculos y los tejidos se degradan con el tiempo, existen muy pocos ejemplos de anatomía blanda como esta en dinosaurios, afirma Henry Sharpe, estudiante de maestría del Departamento de Ciencias Biológicas y primer autor del estudio que describe la exoparia, publicado en la revista Journal of Anatomy.

Aunque los huesos pueden desenterrarse y reensamblarse para formar esqueletos semicompletos, "durante mucho tiempo nadie contó con un método para determinar qué músculos y tejidos pudieron haber tenido los dinosaurios", explica Sharpe en un comunicado, quien se ha enfrentado a esta cuestión de primera mano como autodenominado "paleoartólogo", cuya cartera incluye representaciones realistas de dinosaurios para artículos de investigación.

Eso cambió en la década de 1990 con la creación del "Soporte Filogenético Existente", un método que utiliza a los parientes modernos más cercanos de los dinosaurios -cocodrilos y aves- para comprender mejor sus tejidos y músculos.

Este enfoque tiene un problema, señala Sharpe: "Cada músculo que se pudiera reconstruir en un dinosaurio solo sería uno presente en un cocodrilo o un ave. ¿Qué pasaría si los dinosaurios tuvieran músculos propios que no estaban presentes en los dinosaurios que dieron origen a las aves, o que las aves perdieron o adaptaron para formar algo diferente?".

Esta pregunta rondaba por la mente de Sharpe mientras examinaba el cráneo de un Edmontosaurio llamado Gary. Una peculiar estructura con reborde en el hueso cerca de la mejilla le llamó la atención. Cuando empezó a investigar qué podría ser, no encontró ninguna respuesta. "Había estas partes grandes y corrugadas del cráneo. Si estuviéramos observando el cráneo de un mamífero, diríamos que es el músculo de la mejilla. Pero se supone que los reptiles no tienen músculo de la mejilla", dice. "Esto nos hizo pensar: ¿Y si hay algo aquí que contradice el modelo actual de los músculos de los dinosaurios?".

En su afán por comprender mejor esta parte de la anatomía de los dinosaurios, Sharpe y sus colaboradores comenzaron a examinar la misma zona del cráneo en otras especies de dinosaurios y encontraron evidencia de la misma estructura en todas ellas.

"Siempre estaba en el mismo punto, lo que para nosotros era un buen indicio de que se trataba de un músculo o un ligamento".

Para confirmar su hipótesis de que esta zona del hueso albergaba antiguamente algún tipo de estructura de tejido blando, los investigadores cortaron finas secciones de hueso de dinosaurio. Como explica Sharpe, los tejidos blandos, como los músculos o los ligamentos, están anclados al hueso mediante fibras de colágeno.

AYUDA A ANCLAR UN LIGAMENTO

"Ayuda a anclar ese músculo o ligamento al hueso, para evitar que se separe y cause lesiones al animal".

Tras la descomposición del tejido blando y la pérdida del hueso, quedan fragmentos de estas fibras de colágeno que pueden analizarse al observar cortes finos de hueso mediante la proyección de luz polarizada.

"Parece como si alguien hubiera tomado el hueso justo debajo de la superficie y lo hubiera raspado con un bisturí", afirma Sharpe.

Los investigadores también emplearon una técnica llamada THLEEP para observar cortes óseos desde múltiples ángulos del pómulo y la mandíbula inferior, examinando la orientación tridimensional de las fibras. Esto se debió, como explica Sharpe, a que "estas fibras de colágeno no se insertan en cualquier ángulo irregular, sino que siguen el ángulo de inserción del músculo".

En todas las especies de dinosaurios analizadas, las fibras de colágeno mostraron una conexión entre la mejilla y la mandíbula inferior, lo que confirma que la estructura del tejido blando era similar a la de un músculo o ligamento de la mejilla.

Se observó una variación en los tamaños y ángulos de inserción entre las diferentes especies de dinosaurios, lo que, según Sharpe, indica que este nuevo tejido blando se utilizaba para algo especializado, como estabilizar la mandíbula o contribuir a la forma en que los dinosaurios consumían los alimentos.

"No sabemos exactamente para qué se utiliza, pero sabemos que es claramente importante para la forma diferente en que estos dinosaurios mastican, ya que lo modifican de distintas maneras".

europapress.es

martes, 27 de mayo de 2025

Nueva edición de Jornada de Puertas Abiertas en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes

El pasado sábado 24 de mayo, en horario de mañana y tarde, se celebró una nueva edición de Jornada de Puertas Abiertas en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, para mostrar a los interesados las nuevas instalaciones del mismo. 

El Director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, Fidel Torcida, y la restauradora-conservadora, Caterine Arias, atendieron a los visitantes, mostrando y explicando el trabajo especializado y delicado de recuperación, restauración y conservación de los fósiles que forman parte de los fondos patrimoniales del museo salense (la única institución de Castilla y León donde se desarrolla este tipo de trabajos). Asimismo, se mostró el nuevo almacén, del que también se explicó su funcionamiento, organización e importancia en la custodia segura de los fósiles. 

Un “regalo sorpresa” aguardaba a los afortunados visitantes en una sala del edificio: varios fósiles de distintos dinosaurios que sobresalen por su buena conservación, su interés científico y su condición de inéditos para el público, pues la falta de espacio suficiente en las salas del museo impide que se expongan de forma permanente. De nuevo la participación e interés que ha despertado esta iniciativa fueron grandes; Destacó la asistencia de un grupo de jóvenes voluntarios que han participado en las excavaciones paleontológicas en la Sierra de la Demanda durante estos últimos años.







El Torneo de Fútbol 7 "Dinosaurios Cup" cumple 25 ediciones

El Instituto Provincial para el Deporte y Juventud de Diputación de Burgos y el Ayuntamiento de Salas de los Infantes junto con la colaboración de la Delegación Burgalesa de Fútbol y el C. P. Salas organizan la XXV Dinosaurios Cup de Fútbol 7 en Salas de los Infantes, los días 31 de mayo 1 de junio en el cual van a participar 44 equipos de la provincias de Burgos y Soria. Es la tercera prueba puntuable del Grupo Sur del XVIII Circuito Provincial Escolar de Fútbol 7.

Los equipos participantes en este evento deportivo el sábado 31 de mayo son:

Categoría alevín masculino: E. F. Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas A, B Y Femenino, Racing Lermeño A y B, C.D. Calasanz de Soria, Escuela de fútbol de Roa A y B, C. D. Uxama Promesas (Burgo de Osma), C.D. Covaleda y CD Norma San Leonardo.

Categoría infantil masculino: E. F. Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas A y B , C. D. Uxama Promesas (Burgo de Osma), Norma San Leonardo, Racing Lermeño A y B , C.D. Calasanz de Soria (Soria), C.D. Covaleda , Escuela de fútbol de Roa y CD San Pedro (Burgos)

Y el día 1 de junio domingo:

Categoría prebenjamín: E. F. Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas A y B, Escuela de fútbol de Roa, C. D. Uxama Promesas (Burgo de Osma), C.D. Calasanz (Soria), Arandina CF, Norma San Leonardo , C.D. San Pedro y Racing Lermeño A y B.

Categoría benjamín: E. F. Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas A y B, Racing Lermeño A y B, C.D. Calasanz de Soria, Escuela de fútbol de Roa A y B, C. D. Uxama Promesas (Burgo de Osma), C. D. Covaleda y Arandina C.F.

Categoría infantil femenino: E. F. Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas, Covaleda y CD. Uxama Promesas (Burgo de Osma).

Los partidos se disputarán en el Campo de Fútbol Municipal José Rojo Martín "Pacheta" en Salas de los Infantes. En ambos días el programa se desarrollará de la siguiente forma:

15:00 h. desfile y presentación de equipos.

15:15 h. desarrollo de la competición.

A partir de las 17:45 h "el gol de tu vida" con premios especiales.

20:15 finales de cada categoría.

20:45 entrega de trofeos.

Además, el domingo 1 de junio se realizará un acto como celebración del XXV Aniversario del Torneo.

burgos.es

domingo, 25 de mayo de 2025

DIARIO DE LOS DINOSAURIOS · NÚMERO 17

Ya está disponible el último Diario de los Dinosaurios en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes para que te lo puedas llevar (gratuito) y, leerlo en el sitio donde más te apetezca y compartirlo con los tuyos.

En los sitios habituales de Burgos también está disponible.

La Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León acaba de editar el número 17 del Diario de los Dinosaurios, que recoge las actividades y noticias generadas -entre otras- por los investigadores que trabajan con el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes durante el año 2024. El balance de los 20 años de la Fundación Dinosaurios CyL o las X Jornadas Internacionales sobre Paleontología de Dinosaurios y su Entorno que se celebrarán en Salas de los Infantes (Burgos) en septiembre de 2025 y contará con los siguientes conferenciantes:

  • Dra. Ángela D. Buscalioni. Universidad Autónoma de Madrid (España).
  • Dr. José Luis Carballido. CONICET- Museo Paleontológico Egidio Feruglio (Argentina).
  • Dra. Penélope Cruzado Caballero. Universidad de la Laguna (España).
  • Dr. José Manuel Gasca. Universidad de Salamanca (España).
  • Dra. Kimberley Chapelle. Stony Brook University (Estados Unidos)/University of the Witwatersrand (South Africa).
  • Dr. Peter Falkingham. Liverpool John Moores University, (United Kingdom).

El Diario es gratuito y su tirada es de 10.000 ejemplares.

En el artículo principal de este número, Fidel Torcida nos habla de los nuevos hallazgos del yacimiento de Vallazmorra (Hortezuelos, Santo Domingo de Silos).

Las colaboraciones las firman el paleontólogo Lucas N. Lerzo (Fundación Azara - Universidad de La Laguna – CONICET, Argentina), Maribel Herrero (Museo Paleontológico José María Herrero), Erik Isasmendi Mata (Universidad del País Vasco, UPV/EHU), Víctor Contreras (Universidad de León) y el Colectivo Arqueológico y Paleontológico (C.A.S.). En la sección de opinión Fidel Torcida Fernández-Baldor (director del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes).

La entrevista para este nuevo número es a prestigiosa paleontóloga Ángela Delgado Buscalioni (CIPB-UAM). Es directora del Centro propio de Investigación para la Integración en Paleobiología de la Universidad Autónoma de Madrid, una de las principales investigadoras del yacimiento de Las Hoyas, en la provincia de Cuenca y una figura de relevancia de la paleontología española de las últimas décadas.

Una publicación decana en la divulgación científica

El Diario de los Dinosaurios es una publicación gratuita, única en España sobre dinosaurios, que sirve de puente entre la ciencia y la sociedad de una forma amena y rigurosa. Utiliza un lenguaje periodístico, accesible a todas las edades y sectores sociales donde se informa tanto de los recientes hallazgos científicos localizados en las campañas de excavación de la Sierra de la Demanda como de las últimas noticias relacionadas con el patrimonio paleontológico en otros lugares del mundo.

Está dirigido tanto a especialistas en la materia como a todos los sectores de la sociedad pues se ha constituido en un medio asequible y accesible de dar a conocer la importancia de nuestro patrimonio paleontológico. El diario utiliza un lenguaje sencillo pero riguroso, cuenta además con una página dedicada al público infantil y de un apartado en inglés que resume los contenidos más importantes. Además, es importante destacar que el Diario de los dinosaurios ha sido primera publicación de sus características que incorpora un “logo de lectura fácil” en el que las noticias más destacadas se adaptan para que puedan ser comprendidas por personas con discapacidad intelectual.  

En la elaboración de sus artículos participan científicos de gran prestigio nacional e internacional. El primer ejemplar vio la luz en el año 2006 y desde entonces se han lanzado 17 ediciones del mismo.

Al frente de la dirección científica está Fidel Torcida Fernández-Baldor (director del Museo de Dinosaurios).

Esperamos como siempre que os guste. 

Hasta que os hagáis con él, podéis descargároslo en el siguiente enlace en formato pdf (cliquea aquí). 6,36 MB.

www.fundaciondinosaurioscyl.com (todos los Diarios)

sábado, 24 de mayo de 2025

Descubren un ‘monstruo marino’ de 85 millones de años que cazaba como un halcón bajo el agua: es una criatura única en el mundo (tanto que es una especie nueva)

Un fósil hallado en 1988 al fin ha sido identificado como una nueva y extraña especie marina con una sorprendente forma de cazar.

Identifican como nueva especie a uno de los reptiles marinos más icónicos de
 Norteamérica. Representación fantasiosa. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez
Durante décadas, los restos fósiles encontrados en la ribera del río Puntledge, en la isla de Vancouver, habían desconcertado a los paleontólogos. Eran huesos antiguos, fosilizados hace unos 85 millones de años, que sugerían la existencia de un depredador marino tan inusual que desafió la clasificación científica. Hoy, por fin, esa criatura tiene nombre: Traskasaura sandrae. Y su historia, contada por un equipo internacional de investigadores en un reciente estudio publicado en el Journal of Systematic Palaeontology, no podría ser más fascinante.

Con una longitud de 12 metros, un cuello extremadamente largo y dientes capaces de aplastar caparazones, este nuevo miembro de la familia de los elasmosaúridos era mucho más que un “dinosaurio acuático” al uso. Lo que lo distingue no es solo su anatomía peculiar, sino su sorprendente modo de caza: atacaba desde arriba, descendiendo sobre sus presas con una técnica única entre los reptiles marinos conocidos. Algo así como un halcón sumergido en el océano cretácico.

El enigma de Puntledge

Los restos fosilizados de un ejemplar joven fueron clave para que los científicos
pudieran identificar esta nueva especie. Fuente: Museo y Centro de
 Paleontología de Courtenay y Distrito
La historia comienza en 1988, cuando Michael y Heather Trask, dos aficionados a la paleontología, encontraron por casualidad un esqueleto incompleto mientras exploraban la orilla del río. Aquellos restos, aunque bastante erosionados, captaron la atención de la comunidad científica. Sin embargo, su conservación parcial y la falta de referencias claras en la literatura dificultaron cualquier clasificación firme. Durante años, el esqueleto reposó en el Museo de Courtenay, en la Columbia Británica, mientras los científicos esperaban encontrar más pistas.

El misterio empezó a resolverse con el hallazgo, años después, de un segundo ejemplar: un individuo joven con huesos perfectamente conservados. Este fósil, sumado al descubrimiento de un húmero aislado, permitió comparar estructuras anatómicas clave y evidenció que los tres especímenes compartían características únicas. La combinación de elementos antiguos (llamados plesiomórficos) con rasgos evolutivos avanzados dio forma a un nuevo género.

El lagarto de los Trask

El nombre Traskasaura sandrae no es casual. “Traskasaura” honra a la familia Trask, descubridores del primer fósil, mientras que “sandrae” conmemora a Sandra Lee O’Keefe, figura cercana a los autores del estudio, fallecida tras una larga lucha contra el cáncer. Un tributo doble que une la ciencia con la historia personal y humana detrás del hallazgo.

La investigación, liderada por F. Robin O’Keefe y un equipo de paleontólogos de Canadá, Chile y Estados Unidos, fue publicada el 22 de mayo de 2025. En ella se describe a Traskasaura como un reptil marino extraordinario. Su cuello, compuesto por al menos 50 vértebras, lo convierte en uno de los elasmosaúridos más alargados conocidos. Pero su verdadera rareza está en su esqueleto postcraneal.

Este peculiar elasmosaurio es, de hecho, uno de los fósiles más emblemáticos de
Norteamérica, y en 2023 fue declarado símbolo fósil oficial de la Columbia Británica.
 Fuente: Museo y Centro de Paleontología de Courtenay y Distrito
Uno de los descubrimientos más llamativos es la forma de sus aletas: parecidas a alas de avión invertidas, lo que sugiere que estaban optimizadas para el movimiento hacia abajo. En lugar de ascender hacia la superficie, como hacen la mayoría de los depredadores marinos buscando presas contra la luz, Traskasaura descendía velozmente desde arriba para sorprender a sus víctimas. Esta estrategia depredadora es insólita en el registro fósil y representa una innovación ecológica radical.

Sus poderosas mandíbulas, equipadas con dientes gruesos y acanalados, eran perfectas para triturar conchas duras. Los investigadores apuntan a los ammonites —moluscos extintos con conchas en espiral, comunes en la zona durante el Cretácico— como su presa principal. Un menú duro, pero accesible para un cazador especializado como este.

Una estrella fósil en la Columbia Británica

Con el paso del tiempo, los fósiles de Traskasaura se convirtieron en un símbolo local. En 2023, tras una campaña de divulgación y una votación popular, fue oficialmente declarado "Fósil Provincial" de Columbia Británica. Este reconocimiento no solo celebró su singularidad paleontológica, sino que consolidó su importancia cultural para la región.

Los tres ejemplares descritos en el estudio provienen de la Formación Haslam, una unidad geológica del Cretácico superior. Esta zona ha sido especialmente prolífica en fósiles marinos, pero Traskasaura destaca por su nivel de conservación y su rareza anatómica. Gracias a estas piezas, los paleontólogos no solo identificaron un nuevo género, sino que también lograron trazar su lugar en el árbol evolutivo de los elasmosaúridos.

Curiosamente, aunque su esqueleto comparte ciertas similitudes con especies halladas en el hemisferio sur, como los aristonectinos de la Antártida, los análisis filogenéticos indican que estos parecidos surgieron de forma convergente: es decir, evoluciones paralelas para resolver problemas similares, como la búsqueda eficiente de alimento.

Un legado científico y humano

Más allá de su impacto académico, la historia de Traskasaura sandrae encarna la esencia de la paleontología: una disciplina donde el azar, la paciencia y la cooperación humana se unen para desenterrar secretos del pasado profundo. Desde una familia explorando la naturaleza por simple curiosidad hasta un equipo internacional reescribiendo la historia natural del Pacífico norte, este descubrimiento es un testimonio del poder del trabajo colectivo.

Los huesos que durante décadas confundieron a los expertos han dado lugar a un nuevo capítulo en la historia de los reptiles marinos. Con Traskasaura sandrae, el océano del Cretácico revela que aún guarda monstruos, no de leyenda, sino reales, extraños y maravillosos.

Referencias

O’Keefe, F. R., Armour Smith, E., Clark, R. O., Otero, R. A., Perella, A., & Trask, P. (2025). A name for the Provincial Fossil of British Columbia: a strange new elasmosaur taxon from the Santonian of Vancouver Island. Journal of Systematic Palaeontology, 23 (1). doi: 10.1080/14772019.2025.2489938

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