domingo, 22 de noviembre de 2015

La extinción de los dinosaurios, ¿patrimonio de la humanidad?


Al inicio de esta semana el gobierno del estado mexicano de Yucatán, anunció que está apoyando activamente la solicitud para que el cráter de Chixchulub sea declarado Patrimonio Natural de la Humanidad, por la Organización de la Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, UNESCO.

Este cráter, de 180 km de diámetro, es nada más ni nada menos que el resultado del impacto de un meteorito, de hace 65 millones de años. Justamente el que inició uno de los cinco mayores eventos de extinción masiva que han ocurrido en la Tierra.

Se trata, por supuesto, de la extinción de los dinosaurios, llamado el evento del Cretácico-Paléogeno (K/Pg), en el que también desaparecieron los amonites -una subclase de moluscos cefalópodos-, y la mayoría de los reptiles voladores y acuáticos.

Como ha señalado el científico mexicano Jaime Urrutia Fucugauchi: “La colisión que formó el cráter es un suceso que marcó las fronteras de las eras geológicas y modificó la evolución de los organismos. Con ello desapareció el 75 por ciento de las especies...”

Urrutia Fucugauchi, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias e investigador titular del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, es uno de los geofísicos mexicanos que han presentado las bases científicas de la solicitud a la UNESCO, junto con Ligia Pérez Cruz, también investigadora de la UNAM, Mario Rebolledo y Laura Hernández, ambos del Centro de Investigación Científica de Yucatán, CICY; con la colaboración de Sean Gulick (University of Texas), Clive R. Neal (University of Notre Dame, Indiana) y Joanna Morgan (Imperial College London).

Desde hace tres años, Chixchulub se encuentra incluido en la llamada Lista Tentativa de la UNESCO, en la cual cada país, perteneciente a la ONU, puede solicitar la inclusión de uno o varios lugares con importancia cultural o natural, para que sean considerados posteriormente en las nominaciones para ser considerados Patrimonio de la Humanidad.

En el proceso para conseguir la nominación se deben aportar pruebas que apoyen la importancia del lugar, por eso, en este caso es necesaria la participación de quienes se han dedicado a investigar el cráter de forma extensiva.

Este cráter fue descubierto como tal en 1978, cuando dos geofísicos Antonio Camargo y Glen Penfield -uno mexicano, el otro estadounidense-, contratados por la empresa mexicana PEMEX, realizaban mediciones para buscar yacimientos de petróleo en la zona, encontrando mediciones magnéticas, que les dieron indicios de la existencia de una estructura geológica, que consideraron primero podría ser un volcán submarino, pero que finalmente identificaron como un cráter de impacto.

Los estudios geológicos posteriores indicaron que el terreno tenía una alta cantidad de iridio, elemento químico poco abundante en la Tierra, pero mucho más abundante en los meteoritos, lo que llevó a pensar que en ese sitio debió ocurrir el impacto de un meteorito muy grande. Poco después, el físico estadounidense Luis Álvarez, junto con su hijo, el geólogo Walter Álvarez propusieron la hipótesis de que la extinción de muchos plantas y animales en el Cretácico, por las fechas y condiciones, podía haber estado relacionada con el impacto de un meteorito en Chicxulub.

Pero la importancia de que la zona de Chicxulub sea declarada como Patrimonio de la Humanidad, tiene que ver no sólo con el evento de extinción, sino con el evento mismo del impacto, que generó un tipo de terreno muy especial, que localmente hizo posible que se formaran los cenotes (estanques naturales, abastecidos por ríos subterráneos), y que a la larga llevaron al establecimiento de ecosistemas muy particulares en la zona, pero que además globalmente modificó el clima de la Tierra e hizo posible el establecimiento y evolución de otras especies animales, incluidos a los primates.

Además el cráter mismo es una oportunidad de estudiar y entender procesos no sólo de nuestro planeta, sino del Sistema Solar, pues como explican Jaime Urrutia y Ligia Pérez: “Los impactos y formación de cráteres constituyen uno de los procesos fundamentales que controlan la evolución de las superficies planetarias en el Sistema Solar [...] Parte de los estudios del origen del sistema planetario se basan en los meteoritos que caen en la Tierra, los cuales fueron formados en las etapas iniciales”.

Sin embargo por las condiciones de nuestro planeta, a diferencia de otros cuerpos en el Sistema Solar -como la Luna o Marte-, no tenemos aquí muchos cráteres “bien conservados” que nos permitan estudiar directamente no sólo el meteorito, sino los cambios de configuración que ocurren en las superficies planetarias, cosa que sí sucede con Chixchulub, no sólo por su tamaño, sino por el hecho de que la mitad del cráter esté bajo el agua, lo que ha contribuido a su conservación.


Aunque es cierto que es totalmente casual que el meteorito en cuestión cayera donde cayó hace millones de años cuando por supuesto no existíamos ni siquiera los seres humanos, a fin de cuentas si la UNESCO termina reconociendo a ese lugar como Patrimonio de la Humanidad, para la comunidad científica mexicana, sí que será un logro, nada casual, sino producto del trabajo de muchos investigadores, de los que podemos, desde ahora, estar muy orgullosos.

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