En abril de este año, un equipo de astrónomos liderado por Nikku Madhusudhan anunció la posible detección de vida en el exoplaneta K2-18b, a más de 120 años luz de la Tierra. En la atmósfera de aquel mundo cubierto por un gran océano había una tenue señal de dimetil sulfuro. En nuestro planeta, ese compuesto solo producen organismos vivos, sobre todo microbios marinos.
En una rueda de prensa, Madhsusudhan aseguró que solo había una probabilidad de tres entre mil de que esto tuviese otra explicación que la vida extraterrestre, pero sus colegas científicos no estaban de acuerdo y se pasaron varias semanas realizando experimentos para aguarle la fiesta.
La búsqueda de vida extraterrestre en mundos oceánicos como K2-18b, muy abundantes en el universo, abriría el espectro de los planetas habitables, pero hacen falta más pruebas para asegurar que pueden albergar seres vivos.
Daniel Mediavilla, natural de Castrillo de la Reina (Burgos), es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, y en este reportaje luce una camiseta del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes.
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