Esta entidad funciona como nexo de unión entre museo y asociaciones, apoyando cada una de las iniciativas comunes
Alosaurio del Museo de Dinosaurios contemplando la exposición de las obras del Concurso Internacional de Ilustraciones Científicas de Dinosaurios que organiza la Fundación Dinosaurios CyL. / FD
Veinte años después, Salas de los Infantes sigue siendo referente en la investigación de los dinosaurios y del periodo en el que estos gigantes reinaban en el Planeta Tierra. Gran parte de la culpa de este éxito lo tiene el trabajo realizado desde la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León que en 2024 está celebrando su vigésimo cumpleaños.
TRABAJOS DE LA FUNDACIÓN
Esta fundación nació el 20 de enero del año 2004 buscando gestionar el patrimonio arqueológico y paleontológico de la Sierra de la Demanda que, por aquel entonces, estaba empezando a descubrirse. La fundación fue promovida por el Ayuntamiento de Salas y el Colectivo Arqueológico - Paleontológico Salense con el objetivo principal de gestionar el Museo de Dinosaurios que había abierto sus puertas en 2001. Además, más allá de estas dos entidades, a lo largo de estas décadas la Fundación Dinosaurios de CyL ha ido recibiendo aportaciones de personas individuales o entidades privadas y públicas como la Diputación de Burgos.
Los principales trabajos que se afrontan desde esta fundación se dividen en dos: investigación a través de la co-organización de excavaciones como la que este año halló los restos de un ankilosaurio en Hortezuelos. Y, por otro lado, la conservación donde sus trabajos se centran en el mantenimiento del museo y sus piezas así como otros lugares relacionados en Castilla y León. Por último y, en parte a través del museo también se encuentra el objetivo de la difusión científica que se puede ver en charlas a escolares, exposiciones, concursos o ciclos como el 'Demanda Ciencia'.
ÚNICA EN CASTILLA Y LEÓN
Desde las zonas rurales no estamos acostumbrados a ser referentes en materia de investigación y quizá por ello en ocasiones como ésta no somos conscientes de lo que supone. Pero lo cierto es que en el caso de los dinosaurios, el municipio de Salas de los Infantes y la zona de la Sierra de la Demanda son exponentes tanto a nivel arqueológico como humano. De hecho, más de dos décadas después el museo de Salas de los Infantes sigue siendo el único dedicado a los gigantes jurásicos en nuestra comunidad autónoma; siendo la muestra salense considerado por muchos como uno de los mejores museos de dinosaurios de España.
No en vano, en ocasiones la fundación y los entes relacionados, como el museo o el colectivo paleontológico, han roto las barreras autonómicas y nacionales siendo partícipes de congresos y visitas internacionales. En el recuerdo quedan hitos como el descubrimiento de la especie Demandasaurus Darwini allá por 2011.
COORDINACIÓN RED DE MUSEOS
Además, durante estos últimos meses la Fundación está de enhorabuena puesto que ha sido elegida como coordinadora de una red de museos paleontológicos donde a través de los fondos Next Generation recibirán unos 300.000 € para labores de promoción, coordinación y modernización de un total de 9 museos españoles sobre dinosaurios.
Hace 46.000 años los neandertales de la cueva burgalesa de Prado Vargas recolectaban fósiles marinos del Cretácico y los trasladaban al interior de esta cavidad de Ojo Guareña, donde tenían su campamento
Los primeros coleccionistas de fósiles de la historia
Por su belleza, para jugar, a modo de moneda de cambio o como elemento identitario del grupo. Una de estas cuatro hipótesis explicaría el motivo que llevó a los neandertales de Prado Vargas a reunir en su cueva la primera colección de fósiles marinos de la historia, hace 46.000 años. Un grupo de investigadores coordinados por la profesora de la Universidad de Burgos Marta Navazo Ruiz acaba de publicar un artículo en la revista internacional Quaternary con los resultados del análisis de los 15 fósiles marinos que desde el año 2016 se han descubierto en la excavación sistemática del nivel 4 del yacimiento de Ojo Guareña.
También se apunta la posibilidad de que fueran los niños quienes se encargarán de ello, ya que hay estudios que prueban que la afición por coleccionar objetos aparece en la infancia, entre los 3 y 6 años, y continúa hasta los 12 para después debilitarse y reaparecer a partir de los 40 años.
El estudio taxonómico de los fósiles ha dado como resultado que todos ellos pertenecen al filo de los moluscos (Mollusca), excepto uno de ellos, que se corresponde con el filo en el que se engloban los erizos de mar (Echinodermata). De los moluscos, la mitad pertenecen a la clase de los bivalvos (Bivalvia) y la otra mitad a la de los gasterópodos (Gastropoda). Dentro de los gasterópodos encontramos que la familia mejor representada con seis especímenes es la de los tylostoma (Tylostomatidae). Los tylostomas son fósiles que pertenecen a la misma clase que los caracoles actuales y que pueden alcanzar los 10 cm, poseen una concha holostomada, con varias espiras, la última de las cuales es de mayor tamaño. Los fósiles de tylostomas hallados en la cueva de Prado Vargas fueron caracoles que habitaron sobre la superficie de fondos marinos poco profundos hace millones de años.
La formación de estos fósiles marinos se produjo durante el Cretácico superior, entre los 100 y los 66 millones de años, en la época de los dinosaurios. Muchos millones de años antes de la aparición de los primeros homininos. En dicho periodo toda esta parte de la Península Ibérica se encontraba sumergida y formaba parte de un mar. Fue la precipitación del carbonato cálcico de estos animales lo que originó en el fondo de este mar la roca caliza. Con el paso del tiempo, los movimientos tectónicos y la acción erosiva del agua, elevó y modificó estos estratos calcáreos, de tal manera que, cuando llegaron los neandertales a Ojo Guareña se encontraron un paisaje y un sistema de cuevas muy parecido al actual, en el cual se conservaban algunos depósitos Cretácicos que contenían estos fósiles.
Los neandertales de la cueva de Prado Vargas, en sus continuos recorridos por el territorio en busca de alimento, maderas para fabricar sus jabalinas o sílex para tallar sus herramientas, localizaron varios depósitos donde afloran estos fósiles. Estos grupos de neandertales procedieron a recogerlos y trasladarlos hasta la cueva, la cual se encuentra a una distancia entre dos y cuatro kilómetros de los diferentes afloramientos con fósiles.
¿Pero por qué los neandertales recolectaron fósiles? Para los coleccionistas prehistóricos, estos fósiles debieron tener un carácter especial más allá del objeto mismo, ya que solamente uno de los fósiles presenta estigmas de haber sido utilizado como percutor para fabricar sus herramientas de piedra. Está claro que la selección y traslado de estos fósiles por parte de estos neandertales al interior de la cueva tienen algún significado y simbolizan algo. Esto ha llevado al equipo investigador a plantear diferentes hipótesis para explicar este comportamiento:
1.- Pudieron haber sido coleccionados simplemente por razones estéticas porque les gustaba la forma de los fósiles.
2.- Pudieron haber sido coleccionados para ser utilizados como elementos para intercambiar dentro del grupo o con otros grupos de neandertales.
3.- Pudieron haber sido coleccionados para ser utilizados como elementos para jugar en el propio campamento.
4.- Pudieron haber sido coleccionados para reforzar la identidad cultural como un elemento de cohesión social del propio grupo, en la medida que estos fósiles les relacionaban directamente con el territorio en el que vivían.
En resumen, es posible que los neandertales de Prado Vargas encontraran los fósiles intencionalmente o por casualidad, pero lo que está claro es que su transporte hasta la cueva fue deliberado, sistemático y repetitivo, por lo que se constata su impulso e interés por recolectar estos fósiles. De esta forma, los neandertales de esta cueva burgalesa se han convertido, hasta el día de hoy, en los primeros coleccionistas de fósiles de nuestro proceso evolutivo.
En el artículo han colaborado investigadores de la UBU, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, de la Universidad de Málaga y del Museo de la Evolución Humana.
Fragmento de ámbar encontrado en la Antártida visto al microscopio. Crédito: Johann P. Klages
Por primera vez en la historia científicos han encontrado fragmentos de ámbar en la Antártida, cerrando así una de las pocas lagunas que aún existían en el mapa mundial de descubrimientos de ámbar. Este importante hallazgo se logró gracias a una expedición científica liderada por el Dr. Johann P. Klages, del Instituto Alfred Wegener (Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina), y la Dra. Henny Gerschel, de la Universidad de Minería y Tecnología de Freiberg (TU Bergakademie Freiberg).
Los resultados de esta investigación se publicaron en un artículo reciente donde los expertos detallan las características de este ámbar antártico, denominado ámbar de la Isla Pine en honor a su lugar de origen, la Bahía de la Isla Pine en el Mar de Amundsen, a una latitud de 73.57° sur y longitud de 107.09° oeste.
El lugar del hallazgo, marcado con una x. Crédito: Johann P. Klages et al.
Este descubrimiento se remonta a una expedición realizada en 2017, en la que el equipo científico recuperó un núcleo de sedimento del fondo marino utilizando la plataforma de perforación MARUM-MeBo70, a una profundidad de 946 metros en el océano. El ámbar hallado es una pieza fundamental que proporciona información valiosa sobre las condiciones ambientales de la Antártida Occidental hace unos 90 millones de años, en el período Cretácico. El Dr. Klages, primer autor del estudio, explica que el análisis de los fragmentos de ámbar permite tener una idea más clara del tipo de vegetación y del ecosistema que caracterizaba esa región en tiempos prehistóricos.
El hallazgo del ámbar antártico no solo es un avance en el conocimiento geológico y paleobotánico, sino que también ofrece pistas sobre los ecosistemas que existieron en la Antártida durante el Cretácico medio. Según el Dr. Klages, este descubrimiento es una evidencia tangible que confirma que, en algún momento de su historia, los siete continentes de la Tierra compartieron un clima que permitía la supervivencia de árboles productores de resina, una sustancia que, con el tiempo y en condiciones adecuadas, se transforma en ámbar.
El equipo de investigación apunta a que el ámbar podría contener restos de corteza de árbol en forma de microinclusiones. A través de estudios con microscopía de luz reflejada y de fluorescencia, los investigadores han logrado observar partículas sólidas, transparentes y translúcidas en el ámbar, una señal de que esta resina fue enterrada a una profundidad superficial donde no sufrió descomposición por el calor o la presión. La Dra. Gerschel destaca que el ámbar parece ser de alta calidad, lo cual indica que este material se conservó muy cerca de la superficie terrestre, sin haber sido sometido a profundidades o temperaturas extremas que, de otro modo, habrían degradado la resina.
Posibles fragmentos de corteza de árbol conservados en el interior del fragmento de ámbar. Crédito: Johann P. Klages
Este hallazgo enriquece la reconstrucción de lo que pudo haber sido un ecosistema de bosque templado en la Antártida Occidental. Según estudios anteriores, como el publicado en Nature en 2020, se sabe que en esa época la región cercana al Polo Sur estaba cubierta por un denso y húmedo bosque similar a los actuales bosques templados, ricos en coníferas y especies arbóreas capaces de producir resina.
La presencia de ámbar antártico sugiere también que estos árboles habían desarrollado mecanismos de defensa frente a posibles ataques de parásitos o incendios forestales, una característica que se observa en el flujo patológico de resina de algunos fragmentos de ámbar encontrados. Cuando los árboles de coníferas sufren daños en su corteza, ya sea por insectos o por fuego, tienden a liberar resina como mecanismo de defensa para crear una barrera física y química que les protege de infecciones.
Estos fragmentos de ámbar son una prueba directa de que el bosque que cubría la Antártida occidental durante el Cretácico medio era un ecosistema complejo y dinámico. Además, el equipo de investigación espera encontrar restos fósiles de microorganismos o insectos atrapados en el ámbar, lo que ofrecería un panorama aún más detallado de la biodiversidad que habitaba estos antiguos bosques antárticos.
Para la Dra. Gerschel y el Dr. Klages, este descubrimiento representa un verdadero viaje en el tiempo, una oportunidad única para explorar cómo eran los ecosistemas de la Tierra hace millones de años. Comprender las condiciones climáticas y ecológicas de esa época es crucial no solo para la paleontología, sino también para predecir los posibles cambios que nuestro planeta podría experimentar en el futuro bajo el impacto del cambio climático. El estudio del ámbar antártico promete brindar respuestas sobre la evolución de los ecosistemas y los ciclos naturales de adaptación y resiliencia de la Tierra.
Klages JP, Gerschel H, Salzmann U, et al. First discovery of Antarctic amber. Antarctic Science. Published online 2024:1-2. doi:10.1017/S0954102024000208
El deshielo en los Alpes italianos revela fósiles ocultos durante 280 Ma.
Milán, 13 nov (EFE).- El deshielo y la reducción de nieve por el cambio climático ha revelado un ecosistema entero fosilizado oculto durante 280 millones de años en los Alpes italianos, un hallazgo que se expone desde este miércoles en el Museo de Historia Natural de Milán.
Los fósiles desvelan “increíbles rastros de vida y naturaleza prehistórica”, como huellas de al menos cinco animales diferentes, entre estos reptiles, anfibios o insectos, de los que se hallaron marcas de largos dedos o estelas de largas colas en movimiento, explicó el museo en un comunicado.
La primera huella la encontró una alpinista que avisó a un experto y desde 2023 un equipo de investigadores fotografían y mapean cientos de huellas fósiles a casi 3.000 metros de altitud.
“La conservación de detalles es impresionante, como las huellas de las yemas de los dedos y la piel del vientre de algunos animales”, comentó Lorenzo Marchetti, uno de los paleontólogos que ha trabajado en este descubrimiento.
Con estas huellas, los investigadores podrán determinar con mayor precisión las rutas que llevaban a cabo estos animales en el Pérmico, el último Período de la Edad Paleozoica, concretó el museo de Milán.
“En ese momento los dinosaurios no existían todavía, pero las huellas más grandes encontradas aquí debían ser de animales de dimensiones considerables, de hasta 2-3 metros de longitud”, señaló Cristiano Dal Sasso, paleontólogo del Museo de Historia Natural de Milán.
También se han encontrado marcas del agua como ondulaciones de olas en las orillas de antiguos lagos o gotas de lluvia que cayeron sobre el barro antes de que se convirtiera en piedra incrustada en las paredes de los picos alpinos del parque regional de Orobie Valtellinesi, en la provincia de Bérgamo (norte).
“Estos fósiles son testigos de un período geológico lejano, pero con una tendencia al calentamiento global muy similar a la de hoy, entonces causado por inmensas erupciones volcánicas, deshielo de los casquetes polares y desarrollo de ambientes tropicales que causaron la extinción de muchos animales”, explicaron los investigadores.
Por ello, aseguran: “El pasado tiene mucho que enseñarnos sobre lo que ahora, por nuestra causa, podemos hacer en el mundo”.
Os recordamos que podéis visitar la exposición 'Dinosaurios Ilustrados', una ventana al pasado prehistórico en La Estación de la Ciencia y la Tecnología (Burgos) hasta el próximo martes 19 de noviembre de 2024.
Esta mañana se ha inaugurado exposición "Dinosaurios Ilustrados: Imágenes de un mundo perdido" en la Estación de la Ciencia y la Tecnología de Burgos. La muestra, abierta al público hasta el 19 de noviembre, es fruto de la colaboración entre la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Burgos (UBU) y el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, con la colaboración de la Fundación para el estudio de los Dinosaurios en Castilla y León y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
El acto ha contado con la presencia del rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos, la alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, y la alcaldesa de Salas de los Infantes, Ada Marcos. Durante sus intervenciones, subrayaron la importancia de esta iniciativa para la divulgación científica y la puesta en valor del patrimonio paleontológico de la provincia.
El rector, Manuel Pérez Mateos, destacó el compromiso de la UBU con la promoción del conocimiento científico en la región. “Nos sentimos muy felices y muy contentos de poder inaugurar esta exposición, que, aunque sencilla, recoge ilustraciones de gran valor artístico y científico realizadas por los participantes del concurso anual de paleo-ilustración organizado por el Ayuntamiento de Salas de los Infantes", señaló. Pérez Mateos también enfatizó la relevancia de los yacimientos de la zona, que alberga huellas tridimensionales de dinosaurios de más de 125 millones de años de antigüedad. “Son un tesoro cultural y patrimonial que la Universidad de Burgos pretende poner en valor”, añadió al recordar el convenio firmado en 2023 con el Ayuntamiento de Salas de los Infantes y el Museo de Dinosaurios.
También hizo hincapié en la el espacio que alberga la exposición, La Estación de la Ciencia y la Tecnología, fruto de la colaboración con el Ayuntamiento de Burgos, “un extraordinario espacio por el que anualmente pasan más de 40.000 personas”.
Por su parte, la alcaldesa de Salas de los Infantes, Ada Marcos, expresó su satisfacción por la colaboración con la Universidad de Burgos y el Ayuntamiento de Burgos, un primer paso para actividades más ambiciosas en las que ya se trabaja y pondrán en valor de los restos paleontológicos de la Sierra de la Demanda. La alcaldesa también reafirmó la importancia de estas iniciativas para impulsar el desarrollo cultural y turístico en la España vaciada, demando un mayor apoyo de las administraciones para lograr este objetivo.
La alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala, calificó la exposición como un puente entre la ciudad y la provincia, "una oportunidad excepcional de juntar provincia y ciudad en un espacio tan importante como la Estación de la Ciencia y la Tecnología", señaló. Ayala destacó el valor científico y turístico de la exposición, invitando a todos los burgaleses a disfrutar de esta "ventana al pasado lejano de los dinosaurios y un verdadero privilegio".
También puso en valor el trabajo de la unidad de Cultura científica de la Universidad de Burgos y del Museo de dinosaurios de los infantes, dirigido por Fidel Torcida, “un esfuerzo colectivo para acercar el conocimiento científico, que es lo qué demanda la sociedad, especialmente la gente joven”.
Finalmente, Jordi Rovira, delegado del rector para la Divulgación y Cultura Investigadora, adelantó que ya se ha empezado a trabajar para preparar una gran exposición, previsiblemente a finales de 2026, de la misma temática.
Además de ilustración de diferentes ediciones del concurso promovido por la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León. Además, la exposición incluye réplicas de fósiles de dinosaurios descubiertos en Burgos, así como el esqueleto de un pequeño dinosaurio hipsilofodonte. Esta muestra también busca dar a conocer la paleoilustración, una disciplina que permite entender cómo ha evolucionado la representación de los dinosaurios a lo largo de la historia.
Así es el cráneo de la nueva especie de ave descripta, Navaornis hestiae, en comparación con el de un tero actual. / Stephani Abramowicz (NHM-Los Angeles).
Un equipo internacional, del que participaron investigadores del Conicet, encontró el fósil tridimensional del ave, que bautizaron con el nombre de la diosa griega Hestia. El hallazgo aporta nuevas claves sobre la evolución de las aves
En la mitología griega, Hestia era la diosa de la casa y el hogar. Era conocida por ser al mismo tiempo la más antigua y la más joven entre los dioses olímpicos.
Un grupo internacional de científicos describió por primera vez una especie de ave extinta que vivió en el actual territorio de Brasil. Decidieron que lleve el nombre de la diosa Hestia y aclararon sus razones a través de un estudio que se publicó en la revista Nature.
El espécimen identificado habitó en el sureste del actual territorio de Brasil hace 80 millones de años atrás.
Los investigadores, que pertenecen a instituciones de los Estados Unidos, Argentina, Brasil, Portugal y el Reino Unido, observaron que la nueva especie tenía un cráneo con una estructura que se asemeja a las aves modernas, pero pertenece a un linaje primitivo.
Cómo se llama el ave prehistórica
William Nava observa el cráneo y el esqueleto de Navaornis hestiae. Fue el descubridor de los restos fósiles del espécimen. / Crédito: A. Martinelli, Museo Argentino de Ciencias Naturales
El nombre completo de la nueva especie es Navaornis hestiae, y su hallazgo es tan importante que los editores de la revista Naturelo presentan en la tapa de la edición de esta semana.
La primera parte del nombre rinde homenaje a la persona que encontró el sitio donde estaban los restos, William Nava, que es responsable del Museo de Paleontología de Marília, en San Pablo, Brasil.
Los restos del ave del Cretácico Tardío fueron hallados en el yacimiento paleontológico en Presidente Prudente, Brasil.
Esta ilustración muestra especies de aves relacionadas. Navaornis hestiae se muestra en el medio. A la izquierda, se encuentra una de las primeras aves, como Archaeopteryx lithographica, y a la derecha, un ave actual de Brasil. / Ilustración de Júlia d’Oliveira.
En la actualidad, se considera que las aves son el único grupo de dinosaurios que sobrevivió a la extinción masiva que marcó el final de la Era Mesozoica, también conocida como “Era de los dinosaurios”, hace 65 millones de años.
Después, durante el Cenozoico, las aves se diversificaron masivamente. Pasaron a ser abundantes en cada rincón del planeta, desde las zonas polares hasta los trópicos.
Antes del estudio publicado en Nature, había limitaciones en el conocimiento de la evolución del cráneo y el cerebro de las aves modernas por la escasez de fósiles tridimensionales bien preservados de aves que vivieron entre 250 y 66 millones de años atrás.
Los fósiles de enantiornites, el grupo de aves más diverso de aquel momento, suelen estar aplanados y eso dificulta su estudio.
En cambio, el fósil de Navaornis se ha conservado en tres dimensiones, y eso permitió hacer comparaciones detalladas con las aves actuales. También facilitó comprender más el desarrollo de estructuras craneales y endocraneales características de las aves modernas.
El hallazgo es singular por su cráneo sin dientes, con ojos grandes y un cráneo abovedado que recuerda el de las aves modernas. Sin embargo, tiene rasgos arcaicos en el paladar y en el cráneo, como un telencéfalo pequeño y un cerebelo poco desarrollado. Ese conjunto de características refleja una etapa intermedia entre el Archaeopteryx y las aves actuales.
Qué importancia tiene el descubrimiento
El descubridor de los restos fósiles William Nava junto con el primer autor del estudio Luis Chiappe y Agustín Martinelli. Allí están trabajando en el Museo de Paleontología de Marília, Brasil (Gentileza del equipo de investigación).
En diálogo con Infobae, Agustín Martinelli, investigador del Conicet y jefe de la Sección de Paleontología de Vertebrados en el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), contó cómo se hizo el estudio.
Los restos fueron hallados en un sitio, excavado sistemáticamente desde 2017, en Brasil. El yacimiento fue identificado por Nava. “En 2018, comenzaron a estudiarse los fósiles. Más adelante fueron sometidos a una microtomografía en Brasil para obtener mayor información sobre su estructura”, detalló.
De acuerdo con Martinelli, la especie se distingue de otras aves del Mesozoico, que se extendió entre los 250 y los 66 millones de años, debido a la tridimensionalidad de sus restos. “Incluyen un cráneo bien preservado, que se asemeja al de un ave moderna, aunque con características claramente primitivas”, dijo.
“Esa preservación en 3D resulta inusual en el registro fósil de aves de este período, ya que los restos suelen aparecer en lajas bidimensionales, como ocurre con los hallazgos en China. Si bien esos restos en lajas son impactantes, no presentan profundidad”, aclaró.
Esta imagen muestra los restos fósiles del ave Navaornis hestiae (a), y la reconstrucción tridimensional (b) de la anatomía del cráneo. En azul, se muestra el telencéfalo; en verde, los lóbulos ópticos; en púrpura, resto del cerebro; y en rosa, el oído interno). / Guillermo Navalón y Stephanie Abramowicz.
En cambio, la nueva especie sobresale por su preservación. “La morfología de esta nueva especie presenta una estructura intermedia entre el Archaeopteryx y las aves actuales”, precisó.
El ambiente en el que el ave habitaba estaba caracterizado por la presencia de ríos y una vegetación abundante. El animal se alimentaba de insectos y otros pequeños organismos, mientras se desplazaba cerca de las orillas de los ríos. Coexistía con tortugas, lagartos, cocodrilos y dinosaurios.
“La especie era voladora y tenía un tamaño pequeño, con una longitud no mayor a los 12 centímetros. Si bien se asemejaba a una paloma moderna, presentaba detalles anatómicos de un ave primitiva, del grupo de los enantiornites”, detalló el científico.
La relevancia de este hallazgo reside en que Navaornis hestiae “presenta una morfología intermedia entre las aves más primitivas del Jurásico y las aves modernas. Prueba también que el grupo de las enantiornites, al que pertenecía, era mucho más diverso de lo que se creía”, expresó.
El financiamiento del estudio sobre Navaornis hestiae estuvo a cargo de varias instituciones internacionales y fondos específicos: Fundación FAPERJ de Brasil, el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, Estados Unidos, y el Conicet, entre otras instituciones.
La Fundación Dinosaurios de Castilla y León celebra su vigésimo aniversario con un proyecto europeo entre manos que permitirá la difusión y creación de una red de museos paleontológicos del medio rural
El gerente de la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León, Fidel Torcida, en el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos). / ICAL
La Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León celebra este 2024 su vigésimo aniversario, y lo hace con el importante reto de «mantenerse año tras año» y «seguir creciendo». Así lo indica a Ical el gerente de la Fundación, Fidel Torcida, que señala que uno de los principales objetivos de la Fundación es lograr nuevos patronos, que les permitan «crecer en proyectos» y lograr así «reforzar la Fundación».
Esta entidad sin ánimo de lucro, cuyos fines se dirigen a la gestión, promoción y divulgación del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos), nació en el año 2004, como necesidad para la gestión del patrimonio arqueológico y paleontológico de la comunidad autónoma. Tal y como recuerda Torcida, su creación estuvo promovida por el propio Colectivo Arqueológico de Salas (C.A.S.), con el Ayuntamiento de Salas de los Infantes como principal impulsor, aunque a lo largo de estas dos décadas también ha contado con el apoyo y participación de otras instituciones públicas y privadas.
Aunque los inicios fueron «poco a poco», desde la Fundación se muestran orgullosos de los retos que han ido superando durante estos veinte años, dado que, tal y como recuerda Torcida. Al poco de empezar tuvieron que afrontar la grave crisis económica que golpeó a España en 2008, y que llevó a la pérdida de algunos de los patronos que apoyaron el proyecto en su inicio. Sin embargo, lograron reponerse a este revés, y mantener tanto sus proyectos como las excavaciones.
En este punto, recuerdan, que el principal apoyo para el trabajo y continuidad de los proyectos llega precisamente desde la Diputación de Burgos, mientras que el peso de la actividad científica recae en el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas, así como en los Amigos de la Fundación, que apoyan su actividad con donaciones anuales y trabajo voluntario.
Actuaciones y próximos proyectos
En estos veinte años de historias son varios los proyectos y actuaciones que han podido poner en marcha desde la Fundación, situándose en primer lugar las excavaciones paleontológicas que realiza el C.A.S., y cuyo desarrollo apoya la Fundación Dinosaurios desde el inicio de su actividad.
Torcida subraya también el concurso internacional de ilustraciones científicas de dinosaurios, que este 2024 celebra su XVI edición. A lo largo de estos años han participado en él paleoartistas profesionales de Europa, América del Norte y del Sur, Asia y África, y además destaca por ser el «único concurso de Europa», tal y como recuerda Torcida, que pone en valor las exposiciones que se han generado en distintos puntos del país.
Otro punto a destacar fue el conocido como Diario de Dinosaurios, el «único de su tipo en difusión de paleontología de dinosaurios», tal y como apuntan desde la Fundación. Tiene un carácter divulgativo y de comunicación del trabajo propio de la Fundación, y cuenta con la colaboración de paleontólogos prestigiosos tanto nacionales como internacionales.
Echando la vista atrás, Fidel Torcida pone en valor también la exposición 'Al encuentro de los Titanes. Dinosaurios en Castilla y León', que se llevó a cabo en a finales de 2006 e inicios de 2007 en Burgos, y después viajó a Valladolid en 2008. «Nos hizo muy visibles, y aunque fue un reto realizar esa exposición, creo que es uno de los mejores logros de la Fundación», señala Torcida.
Actualmente, la Fundación se prepara para acoger otro de sus grandes proyectos, esta vez europeo, y con financiación de los Fondos Next Generation, que le permitirá desarrollar un proyecto de difusión y creación de una red de museos paleontológico del medio rural. La Fundación para el estudio de los Dinosaurios de Castilla y León será la encargada de coordinar este proyecto 2024-2025, en el que están integrados, además del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, el Ayuntamiento de Igea (La Rioja), los ayuntamientos de Coll de Nargó, Isona i Conca Deliá y Villanova de Meià (Lleida), Ayuntamiento de Alpuente (Valencia), Ayuntamiento de Loarre y comarca de Ribagorza (Huesca) y la Fundació Jardí Botànic-Museu Balear de Ciènces Naturals de Sóller (Islas Baleares).
Hoy en día la Fundación tiene como patronos al Ayuntamiento de Salas de los Infantes, la Diputación de Burgos, el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) y el Colectivo Arqueológico y Paleontológico de Salas (C.A.S.). Patronos a los que agradecen su ayuda y colaboración, aunque desde la Fundación subrayan también la importancia de poder contar con más patronos que les permitan seguir creciendo.
«No conseguimos crecer, y es importante hacerlo y no mantenerse en unos proyectos fijos, que aunque están muy bien, hay que renovarse y ofrecer más cosas a la sociedad», afirma Torcida, que lamenta la situación en la que se encuentran los dinosaurios a nivel autonómico. «A escala regional estamos mal», indica, en referencia a la nueva ley de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León. La Fundación ha expresado en varias ocasiones su oposición a esta nueva normativa, y consideran que tiene que «rectificarse» por la «protección de los fósiles de dinosaurios en toda la Comunidad».
Torcida explica así que el apoyo al patrimonio paleontológico supone una «inversión», y destaca el potencial de esta provincia, y lo que podría llevarse a cabo de contar con más apoyo. Así, pone como ejemplo el Parque temático de Dinópolis, en Teruel, y que cuenta con el apoyo del Gobierno de Aragón. «Se apoyan las excavaciones, la investigación y los resultados son muy buenos. Teruel puede tener una gran riqueza de dinosaurios y nosotros también la tenemos», apunta.
Recuerda así la importancia del yacimiento de Torrelara, que han excavado estos últimos años, un yacimiento «fantástico», que, de contar con más apoyo, podrían haber excavado en menos tiempo. «El no contar con el apoyo financiero suficiente nos obliga a ir más despacio y obtener menos resultados de los muchos que podemos obtener, porque aquí la riqueza paleontológica es inmensa», concluye.