viernes, 11 de octubre de 2024

El oeste burgalés de Clint Eastwood

A pocos kilómetros alrededor de Salas de los Infantes el viajero encuentra localizaciones donde filmó Sergio Leone, un ejemplo perfecto de municipio medieval y la cuna de Castilla

Aprovechamos una excusa cinéfila para profundizar en los encantos que la rodean. Decidimos seguir las huellas de Clint Eastwood para reconocer pasos de otros personajes que pisaron la región. Empezamos por un campo de prisioneros, el del mítico fuerte Betterville de la película 'El bueno, el feo y el malo', dirigida por Sergio Leone, con inolvidable banda sonora de por Ennio Morricone. Prometíamos nombre propios y, de momento, lo vamos cumpliendo.

La prisión abre sus puertas en el Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla. Mejor emplazamiento no podía haber tenido. Eso mismo pensaría el creador italiano especialista en spaguetti western cuando le propusieron rodar dentro, allá por el año 1966. Tenía claro que algunas escenas se desarrollarían en Roma, Almería y Madrid, pero fueron otro director, Javier Setó, y el jefe de producción, Antonio Pérez Giner, quienes tras emplearse en el film 'El Valle de las Espadas' recomendaron el paraje de la Sierra de la Demanda a Leone. Encontraron allí orografía similar a la de Arizona y Nuevo México, para narrar las peripecias de tres personajes «errabundos, amalgama de todos los defectos humanos durante la Guerra de Secesión», según explicaba el director.

Hasta Carazo habrá que conducir para observar la novedad, bajo la peña de idéntico nombre y junto al río Mataviejas. Allá cumplieron condena Clint Eastwood (Rubio) y Eli Wallach (Tuco); el tercero en discordia era el malísimo Lee Van Cleef (Sentencia). Tú entrarás y saldrás con total libertad, es gratis, mientras descubres la 'Ruta BFM' del salvaje Burgos, trayecto que suma cuatro localizaciones: el Puente Langstone sobre el río Arlanza, la Misión San Antonio en el Monasterio San Pedro de Arlanza, el cementerio de Sad Hill, inaugurado en 2016 con motivo del 50 aniversario de la película y la cárcel de la que venimos hablando, recién construida por agrupaciones lideradas por la Asociación Cultural Sad Hil que, por cierto, ofrece visitas guiadas a quienes prefieran acudir acompañados (https://asociacionculturalsadhill.wordpress.com).

El escenario renace de las cenizas, literalmente. Se ha construido gracias a la madera de las sabinas quemadas durante los incendios del parque natural en 2022. Engordan el atrezo el puente de la cinta, carteles y una mesa de interpretación que ayuda a localizar la película en el terreno. Con el altiplano como paisaje. Bajo el vuelo del buitre leonado, rey de Sabinares del Arlanza-La Yecla, uno de los bosques de sabinas más extensos y mejor conservados del mundo, hábitat de una de las mayores poblaciones de esa clase de carroñeros en España.

Así sabrás que, según órdenes del escenógrafo Carlo Simi, se levantó un imponente fuerte de fosos profundos, con empalizada y edificaciones donde guerra, torturas y ejecuciones eran la norma. Inspirado en el campo nordista de Andersonville, en Georgia, donde se cometieron ejecuciones masivas de prisioneros que malvivían hacinados y recurrieron incluso al canibalismo. Sabido esto, la tremenda paliza que el cabo Wallace propina a Tuco durante el interrogatorio del sargento Sentencia parece menor.

Seis kilómetros separan la cárcel del cementerio de Sad Hill, otro de los hitos de la ruta. Un total de 5.000 cruces de madera jalonada las 5.000 tumbas vacías que aguardan a los pies del Valle de Mirandilla. Algunas con nombres referentes a la película, como la de Arch Stanton, y otras de padrinos que han ayudado a recuperarlo, como la banda Metallica, que inicia sus conciertos con la partitura de la película y las imágenes del duelo final. Queda dirigirse a las ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza, cuna de Castilla y joya del románico. Allí rodaron interiores de la Misión de San Antonio, hospital en el que El Bueno se recupera de sus quemaduras cuidado por El Feo.

Falta una localización, la de la Batalla del Puente Langstone, para la que se permitió la tala de miles de chopos. Sus descendientes han vuelto a colonizar la zona y solo quedan un par de pilas de apoyo del puente deterioradas y restos de las trincheras que se distinguen desde la parte elevada de la ladera, suficiente para imaginar a los más de 2.000 extras que aparecieron vestidos de unionistas y confederados. El río Arlanza se disfrazó de Río Grande y la pasarela debió volar tres veces, nada menos. La primera no convencía al director, poco espectacular, por eso para la segunda colocaron 12 cámaras y 400 kilos de TNT. El honor de detonar por segunda vez se cedió a un coronel del ejército español que, por descoordinación entre órdenes, destrozó el puente sin que ninguna cámara estuviera encendida (parece un chiste, pero es verdad). Tras reconstruirlo, a la tercera fue la vencida. Gracias a la 'App Sad Hill' tú mismo puedes volarlo. «Hace una reconstrucción virtual del puente, se superpone el móvil en la zona y lo dinamitas», cuentan sus impulsores. Podrás disfrutar de otras reconstrucciones virtuales con ella; además, la app sirve de cicerone si vas solo.

A orillas del Arlanza

Ya que estás por allí, decíamos al principio, aprovecha para conocer otras joyas del entorno. Puede servirte de campamento base Salas de los Infantes, a orillas del Arlanza y a las puertas de la Sierra de la Demanda. Aparece en el siglo X, como parte del alfoz de Lara. Luego engorda el señorío de los Velasco, ligado a trashumancia y a carretería. Desde 1834 se convierte en cabeza de uno de los seis partidos judiciales de la provincia que lleva su nombre. Se trata de la población más urbana de la zona, dividida en cinco barrios: Costana, la Botica, la Plaza, el Valle y la Loma.

Quedan en ellos algunas casas con blasones y una botica, antaño, en la Plaza del Condestable con símbolos de alquimia e interesantes grabados en la fachada. El vecindario pasa tiempo en la sencilla la Plaza Mayor, sube al altozano que alberga la gótica iglesia de Santa María, con portada renacentista del siglo XVI. Dentro, asegura la leyenda que un arca guarda los restos de las cabezas de los siete Infantes de Lara (más nombres propios de los prometidos).

Por el camino de subida encontrará el visitante tumbas antropomorfas de los siglos IX y X pertenecientes a un poblado desaparecido, el de Gozmediano. En otro altillo, el del barrio de Costana, espera la iglesia de Santa Cecilia, con preciada cruz románica de bronce y esmaltes dentro. Y para aficionados a los dinosaurios, esos enormes seres extinguidos, las huellas de las bestias de Costalomo, en su Museo de Dinosaurios, donde exhiben una buena cantidad de fósiles.

Románico en vivo

Imposible dejar de lado el famosísimo e interesante monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos, a solo 20 minutos en coche de la localidad. Su claustro románico es uno de los rincones más buscados en la provincia de Burgos; cuenta con dos niveles y algunas de las manifestaciones románicas más conocidas de Europa, capitales que mezclan representaciones animales con otras vegetales y las historiadas. El de abajo pertenece a dos épocas: las galerías oriente y norte al siglo XI y las de poniente y sur al siglo XII; el superior se construyó a finales del siglo XII. Lo más aplaudido, seis bajorrelieves del primer maestro: La Ascensión, Pentecostés, La Sepultura y Resurrección, El Descendimiento, Los Discípulos de Emaús y La Duda de Santo Tomás (este último gana en enamoramiento artístico).

También dan palmas de gusto los recién llegados ante la preciosa botica y frente al ciprés plantado en el año 1882 que suma más de 25 metros de alto, al que el escritor Gerardo Diego (otro nombre a sumar a los ya citados) dedicó su famoso poema: «Enhiesto surtidor de sombra y sueño / que acongojas el cielo con tu lanza. / Chorro que a las estrellas casi alcanza / devanado a sí mismo en loco empeño. / Mástil de soledad, prodigio isleño, / flecha de fe, saeta de esperanza. / Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza, / peregrina al azar, mi alma sin dueño. / Cuando te vi señero, dulce, firme, /qué ansiedades sentí de diluirme / y ascender como tú, vuelto en cristales,/ como tú, negra torre de arduos filos, / ejemplo de delirios verticales, / mudo ciprés en el fervor de Silos».

Situado sobre un cruce de caminos históricos, los de la Ruta de la Lana, la del Destierro de El Cid o el Camino Castellano-Aragonés, antes de su creación, ya en el siglo IX, existía allí un monasterio dedicado a San Sebastián. Pero es a partir del año 1042 cuando, bajo iniciativa de un monje, Domingo (otro nombre), recibió el lavado de cara y de cuerpo. Lo catapultaría a la fama la futura santidad de Domingo, convirtiéndolo en centro de peregrinación al que acudían muchos en busca de favores divinos. Puedes visitarlo durante todo el año (www.abadiadesilos.es/) y acceder a la iglesia para escuchar cantos gregorianos si tienes suerte y apareces cuando haya celebración cantada.

La casa del anacoreta

Nueva propuesta. Treinta y cinco minutos únicamente separan Salas de los Infantes del Eremitorio de Cueva Andrés, que aguarda en un precioso paraje, dentro un claro del bosque y junto a un arroyo que vierte sus aguas al río Torralba. Mozárabe, proviene del siglo X y está compuesto por una covacha que serviría de refugio al eremita, un altar y algunas sepulturas. Lo que más impacto causa al llegar allí es el arco de herradura tallado en relieve, presente en lo que debió ser antiguamente el altar con inscripción casi ilegible debido al paso de los años que todo lo desgasta, y la cruz griega esculpida en el interior. Dicen de él los expertos que se trata de un ejemplo antológico del arte altomedieval.

Herencia medieval

Siguiente destino, Covarrubias, a 26 minutos de nuestro centro de operaciones. Su clarísimo carácter medieval es innegable, por eso se ha convertido en uno de Los Pueblos más bonitos de España. Suma títulos a este, siete son los monumentos protegidos como Bienes de Interés Cultural que alberga. Entre ellos, protagonistas: el Torreón de Fernán González o de Doña Urraca (X), actual museo de armas medievales; la Ex Colegiata de San Cosme y San Damián (XII- XV); el Archivo del Adelantamiento de Castilla elevado por mandato real de Felipe II en 1575, actual museo del Libro de Fadrique de Basilea; la iglesia de Santo Tomás (XV); y un crucero y un rollo jurisdiccional del XVI.

Los edificios más famosos se alternan con típicas casas con soportales de planta baja de piedra y superior sobre vigas de madera con balconadas cubiertas y con fragmentos de la muralla que hasta finales del XVI rodeaba la localidad. Personajes y personas, por ejemplo, la princesa Kristina de Noruega y su tumba, la ermita de San Olav dedicada a la joven mujer que nunca quiso salir de su país y acabó perdiendo la vida en el ajeno. Curiosidad… el nombre de Covarrubias parece proceder de las cuevas de color ocre rojizo que se abren en las paredes rocosas de la Sierra de las Mamblas. No te marches sin probar el cordero lechal (y las cerezas, cuando sea época, ahora no).

Lo más natural

Nos alejamos de las piedras para vivir la naturaleza. El Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla regala cortados calizos y verdes sabinas. Cañones, escarpes, encinares... añaden vistas y posibilidad de caminatas. Magnifica resulta la sucesión de estructuras plegadas del desfiladero de la Yecla, garganta fina y de hondo calado rascada en las calizas de las Peñas de Cervera. Puentes y pasarelas colgantes ayudan a recorrerlo y disfrutarlo. Por el cielo que le pone techo vuelan rapaces como el águila perdicera, la real, la calzada, el halcón peregrino, el gavilán, el azor, el alimoche, el búho real y otras acuáticas, más el señor del viento del que hablamos hace unas líneas, el buitre leonado. Por la tierra, aunque no los encuentres, moran lobos, corzos, jabalíes, nutrias, gatos monteses y ginetas.

De los sabinares del Arlanza habrá que recordar de nuevo que se trata de los más extensos y mejor conservados del planeta, algunas de sus vegetales habitantes soplan 2.000 velas en su tarta de cumpleaños. Residen felices entre encinas, quejigos, rebollos y el bosque de ribera cercano al río. Dentro del parque natural, también ofrecen espacio a turistas y locales el valle medio del Arlanza, las Peñas de Cervera, el cañón del Mataviejas, la meseta de Carazo, el monte Gayubar y la sierra de Las Mamblas.

A solo 29 minutos (siempre en coche) de Salas de los Infantes, un buen destino para los andarines lo pone el Parque Natural del Cañón del Río Lobos, sobre el eje de un profundo cañón de escarpados farallones calizos, compartido sin pelea entre Burgos y Soria. Un total de sus 4.000 hectáreas se definen como burgalesas de las 9.580 que lo forman; con diversidad de hábitats: cortados rocosos, bosques de sabinas y pinos, áreas de vegetación palustre y bosques de ribera. El misterio envuelve sus contornos, lo sienten quienes acuden a conocerlo. Ya, falta tiempo para ver todo en un fin de semana, por eso animamos a quedarse más días o a volver otros sábados y domingos. Nada de lo contado se moverá de allí. Si la montaña no va a Mahoma… sabes lo que toca.

elcorreo.com

No hay comentarios: