jueves, 30 de octubre de 2025

Resuelven el misterio de los ‘tiranosaurios enanos’: no eran jóvenes ‘T. rex’, sino una especie diez veces más pequeña

El análisis de un valioso fósil confirma que el ‘Nanotirano’ fue una especie diferente, que convivió y compitió por los recursos con los tiranosaurios a finales del Cretácico, y que confundió a los investigadores durante décadas

Representación artística de una manada de 'Nanotyrannus' atacando a un
 'T. rex' joven. Anthony Hutchings
En las últimas décadas una de las discusiones más intensas en el mundo de la paleontología ha sido si lo que sabemos sobre el crecimiento de los Tyrannosaurus rex está bien o estamos totalmente equivocados. ¿El motivo? La aparición de un cráneo fosilizado que para algunos científicos pertenecía a un ejemplar juvenil de tiranosaurio y para otros era un impostor. 

El cráneo en cuestión (etiquetado como CMNH 7541) se descubrió en 1946 en una formación llamada Hell Creek, al norte de EEUU, pero no fue hasta 1988 que algunos paleontólogos lo nombraron como Nanotyrannus lancensis, es decir, un “tirano pequeño”. Sin embargo, en 2020, el especialista en tiranosáuridos Thomas D. Carr publicó un estudio detallado que concluía que el cráneo no pertenecía a una especie diferente, sino que encajaba perfectamente dentro de las edades juveniles del Tyrannosaurus rex (unos 12 o 13 años) y que todos los especímenes formaban una sola serie de crecimiento de este famoso depredador.

Ahora, un equipo de científicos liderado por Lindsay Zanno y James Napoli, ha analizado con detalle otro fósil mejor conservado que contradice a Carr y permite, a su juicio, poner fin a la polémica. Se trata de un fósil hallado por unos ganaderos de Montana en 2006 en la misma formación de Hell Creek en el que aparecen los restos de dos dinosaurios que parecían estar peleando al que bautizaron como “Dinosaurios en duelo”. Aparentemente, el fósil ha inmortalizado la lucha entre un Triceratops y un pequeño T. rex, pero las disputas legales sobre su propiedad han pospuesto durante años la posibilidad de examinarlo. 

Tras analizar este fósil con detalle, los investigadores, cuyo trabajo se publica este jueves en la revista Nature, llegan a la conclusión de que no se trataba de un T. rex joven, sino de un ejemplar adulto de una especie diez veces más pequeña. Es decir, se trata de la misma especie que la del cráneo CMNH 7541 de la polémica inicial, Nanotyrannus lancensis. Y, aunque revisiones anteriores ya apuntaban en este sentido, el nuevo análisis es especialmente contundente por la buena conservación de los huesos. 

“Más ágil, veloz y esbelto”

La paleontóloga Lindsay Zanno posa con el famoso fósil de "Dinosaurios en duelo"
 que ha sido determinante en la investigación. NC State University
El examen minucioso del fósil indica que los huesos son maduros —casi completamente desarrollados— en lugar de juveniles, lo que demuestra que hay una diferencia notable en el tamaño adulto entre N. lancensis y T. rex: el primero tenía un peso máximo estimado de alrededor de 700 kg, en comparación con los alrededor de 7.000–8.000 kilos que pesaba un tiranosaurio. 

El trabajo también sugiere que Nanotyrannus tuvo diferentes trayectorias de crecimiento óseo respecto a Tyrannosaurus, lo que se suma a la evidencia de que son dinosaurios distintos. “Para que el Nanotyrannus fuera un T. rex juvenil tendría que desafiar todo lo que sabemos sobre el crecimiento de los vertebrados”, afirma James Napoli, coautor y anatomista de la Universidad de Stony Brook. “No es solo improbable, sino imposible”.

‘T. rex’ era un depredador formidable, pero no reinaba sin rival. A su lado estaba el ‘Nanotyrannus’, un cazador más ágil, veloz y esbelto. / Lindsay Zanno — Paleontóloga y autora principal del estudio 

En el mismo trabajo los autores han analizado otros especímenes descubiertos previamente, que les han permitido identificar una especie separada en el género que han llamado Nanotyrannus lethaeus, en referencia al río Leteo, un guiño a la mitología griega y a cómo esta especie permaneció oculta a plena vista y “olvidada” durante décadas. 

Estos resultados establecen la posibilidad de que al menos dos especies distintas de dinosaurios depredadores coexistieran con Tyrannosaurus en el plazo de un millón de años tras la extinción del Cretácico final, lo que sugiere que la diversidad de dinosaurios era abundante en la época en la que un meteorito acabó con su existencia. “Este descubrimiento ofrece una visión más rica y competitiva de los últimos días de los dinosaurios”, afirma Zanno. “T. rex era un depredador formidable, pero no reinaba sin rival”, concluye. “A su lado estaba el Nanotyrannus, un cazador más ágil, veloz y esbelto”.

Un espécimen espectacular

Angélica Torices, profesora de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), considera que se trata de un artículo excepcional que proporciona una serie de datos muy relevantes sobre la famosa polémica. “El espécimen estudiado por el equipo de Lindsay Zanno es absolutamente espectacular”, destaca. “Está prácticamente completo, lo que les ha permitido una serie de análisis anatómicos y osteológicos mucho más completos de lo que se había podido hacer hasta ahora para llegar a la conclusión de que son dos especies distintas”.

La osteología, apunta la especialista, parece indicar que este ejemplar era prácticamente adulto y estaba ya terminando su crecimiento. “Además, Zanno y Napoli describen un género nuevo e incluso llegan a identificar dos especies distintas de Nanotyrannus”, añade. “El estudio es increíblemente detallado y, sin duda, va a tener gran repercusión en la comunidad paleontológica”.

El estudio demuestra que el individuo tenía al menos 14 años y se encontraba en la fase final de crecimiento, lo que significa que no era un ejemplar juvenil, sino casi adulto. / José Ignacio Canudo — Paleontólogo de la Universidad de Zaragoza (Unizar)

José Ignacio Canudo, paleontólogo de la Universidad de Zaragoza (Unizar), cree que el nuevo estudio aporta pruebas contundentes que resuelven el debate. “El estudio paleohistológico de los huesos demuestra que el individuo tenía al menos 14 años y se encontraba en la fase final de crecimiento, lo que significa que no era un ejemplar juvenil, sino casi adulto”, señala. Además, muchas de las diferencias anatómicas detectadas —como ciertos canales nerviosos o caracteres craneales— se forman durante el desarrollo embrionario y permanecen invariables en la edad adulta, lo que demuestra que no pueden explicarse como simples variaciones del crecimiento“.

Más diversidad de la esperada

Para Canudo, una conclusión relevante de este estudio es que la biodiversidad de terópodos de tamaño mediano y grande era mayor de lo considerado al final del Cretácico, y coexistían al menos dos géneros de tiranosauroideos (Tyrannosaurus y Nanotyrannus) con estilos de vida diferentes. “En otras palabras, la diversidad de grandes depredadores era mucho mayor y más compleja de lo que se consideraba hasta ahora, justo antes del evento que extinguió a la mayoría de los dinosaurios”.

Va a ser difícil zanjar completamente esto si no se hace un estudio exhaustivo de todos los especímenes y se ve cuáles podrían ser Nanotyrannus y cuáles juveniles. / Penélope Cruzado Caballero — Paleontóloga de la Universidad de La Laguna (ULL)

Fabien Knoll, investigador del Departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), cree que el nuevo artículo complementa lo que se publicó el año pasado gracias a un nuevo espécimen excepcional. “En mi opinión, es un estudio muy convincente”, asegura. “Tyrannosaurus no es un dinosaurio cualquiera y, como es comprensible, la polémica ha sido intensa, con opiniones a veces contradictorias expresadas incluso en un mismo congreso, e implicando a varios equipos de investigación”.

'Tyrannosaurus' no es un dinosaurio cualquiera y la polémica ha sido intensa, con opiniones a veces contradictorias expresadas incluso en un mismo congreso. / Fabien Knoll — Investigador del Departamento de Paleobiología del MNCN-CSIC

Para Knoll, el resultado sugiere que el “Nanotirano” era más capaz de cazar presas rápidas y de menor tamaño que Tyrannosauruspor lo que ambas especies no entraban necesariamente en competencia. Sobre la confusión de juveniles como adultos, recuerda que es un tema complejo, porque hay pocos especímenes y son más o menos incompletos. Además, apunta, el error puede ir en ambos sentidos. “Por ejemplo, Lesothosaurus, un dinosaurio del sur de África, era conocido esencialmente por individuos juveniles”, recuerda. “Los fósiles de un individuo adulto descubierto posteriormente fueron considerados como una especie distinta antes de que se reconociera su verdadera naturaleza”.

La paleontóloga Penélope Cruzado Caballero, de la Universidad de La Laguna (ULL), considera que el trabajo es “muy trascendente” y revoluciona lo que sabíamos y obliga a revaluar muchas cosas que se habían dicho sobre T. rex, sobre su diversidad, evolución o etología. “El estudio también habla de que el tiranosaurio ya no estaba tan solo y que debía compartir el espacio con otro”, subraya. “En este caso se habla de partición de nichos ecológicos, para que ambos pudieran convivir sin hacerse competencia en la obtención de alimentos, por ejemplo”. 

Sobre si zanja o no definitivamente la cuestión, Cruzado recuerda que sigue habiendo muchos estudios que dicen lo contrario. “Hay que recordar que hay otros especímenes que dicen lo contrario a lo de este artículo”, señala. “Así que va a ser difícil zanjar completamente esto si no se hace un estudio exhaustivo de todos los especímenes y se ve cuáles podrían ser Nanotyrannus y cuáles juveniles y, en definitiva, obtenemos el marco completo para poder tener mas claro lo que ocurre”.  

eldiario.es

Nuevas excavaciones en el Geoparque Las Loras confirman la presencia de dinosaurios en Peña Amaya

La excavación, dirigida por el paleontólogo Fidel Torcida, ha contado con un equipo de especialistas del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes

Excavación paleontológica en Peña Amaya.
Las excavaciones en el Geoparque Las Loras, dirigidas por el paleontólogo, Fidel Torcida, confirman la presencia de dinosaurios en Peña Amaya. Durante diez intensos días, un equipo de excavadores del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes ha desarrollado una campaña de excavaciones paleontológicas en las faldas de Peña Amaya, dentro del territorio del Geoparque Mundial Unesco Las Loras. Los trabajos se han llevado a cabo en una capa de conglomerados del Cretácico Inferior, donde se han encontrado nuevas evidencias fósiles de dinosaurios, confirmando una vez más la relevancia paleontológica de este enclave.

Excavación paleontológica en Peña Amaya.
La excavación ha contado con un equipo de especialistas y con la colaboración de varios voluntarios, que han tenido la oportunidad de participar directamente en el delicado proceso de búsqueda, consolidación y extracción de los restos fósiles. Una experiencia que combina ciencia, formación y participación ciudadana, y que contribuye a reforzar el vínculo entre la comunidad y el patrimonio del territorio.

Excavación paleontológica en Peña Amaya.
Precisamente, para acercar este rico patrimonio a los vecinos y vecinas del territorio, se organizó una jornada de puertas abiertas que reunió a más de cuarenta visitantes. Niños y adultos pudieron acercarse al yacimiento, escuchar las explicaciones del equipo investigador y observar de cerca cómo se desarrolla una excavación paleontológica. La actividad tuvo una gran acogida y despertó un entusiasmo generalizado: muchos asistentes expresaron la emoción de poder vivir una experiencia única y cumplir el sueño de ver una excavación paleontológica en directo.

La iniciativa se completó con un programa de charlas divulgativas, organizadas con el objetivo de profundizar en los conocimientos sobre los dinosaurios y el trabajo que rodea al estudio de sus fósiles. Una serie de conferencias que, además, sirvieron para celebrar el Día Internacional de la Geodiversidad.

Una charla informativa sobre excavaciones de dinosaurios en el Geoparque Las Loras.
El propio Fidel Torcida ofreció una conferencia sobre el reto evolutivo de los dinosaurios gigantes, mientras que la restauradora del Museo de Salas de los Infantes, Caterine Arias, impartió la ponencia De la tierra a la vitrina; el largo viaje de los fósiles, en la que explicó las fases de restauración y conservación que permiten que los fósiles lleguen al museo en perfecto estado.

Tras la finalización de los trabajos de campo, los materiales recuperados se encuentran en proceso de limpieza, consolidación y estudio en los laboratorios del Museo de Salas de los Infantes. Los resultados permitirán conocer con mayor detalle las especies que habitaron la zona hace más de 120 millones de años. “Hemos recuperado alrededor de 40 elementos fósiles que presentaban un estado de conservación muy delicado”, indicó Fidel Torcida al tiempo que asegura que “lo más interesante ha sido la identificación de restos pertenecientes a dinosaurios saurópodos (herbívoros con cola y cuello largos de tamaño y peso elevados).

Esta intervención paleontológica se relaciona con un proyecto más amplio de investigación sobre los dinosaurios del Geoparque en el que participan varias universidades y centros de investigación. Además, la iniciativa se enmarca en el Plan de Sostenibilidad Turística en Destino Geoparque Mundial Unesco Las Loras (Municipios de la provincia de Burgos) y reafirma el compromiso del Geoparque Las Loras con la investigación científica, la conservación del patrimonio geológico y paleontológico, y la divulgación del conocimiento entre la sociedad.

palenciaenlared.es

martes, 28 de octubre de 2025

Los dinosaurios no estaban en declive antes del asteroide que acabó con ellos

Un equipo internacional de investigadores, con representación española, halla en unos fósiles de Nuevo México (EE UU) las pruebas de que los dinosaurios eran diversos y abundantes durante el Cretácico final

Una representación del meteorito que extinguió a los dinosaurios
 hace unos 66 millones de años. Adastra (Getty Images)
Hace 66 millones de años tuvo lugar la extinción masiva más emblemática de la historia de la Tierra: la de los dinosaurios. Mientras algunos investigadores sostienen que su desaparición fue un proceso gradual, otros defienden que ocurrió de forma súbita tras el impacto de un asteroide. Un equipo de investigadores, liderado por el geólogo Andrew G. Flynn, de la Universidad Estatal de Nuevo México (EE UU), y con participación española, pretende esclarecer este evento, cuyo debate ha dividido a la comunidad científica durante décadas.

La investigación, que se publica hoy en la revista Science, apunta que existen evidencias sólidas de que los dinosaurios siguieron siendo diversos, activos y bien adaptados hasta el final del Cretácico, justo antes del impacto que marcó el fin de su era. Basados en una nueva geocronología del Miembro Naashoibito, una unidad rocosa rica en fósiles dentro de la Formación Kirtland (al norte de Nuevo México), los análisis sitúan sus depósitos entre 66,4 y 66,0 millones de años, lo que indica que los restos fósiles encontrados allí corresponden a algunos de los últimos dinosaurios que habitaron América del Norte.

Según los autores, entre los que figura el investigador español Jorge García Girón (Universidad de León), los datos sobre diversidad y actividad refuerzan la idea de que su desaparición no fue un proceso paulatino, sino el resultado de un evento repentino y global. Así lo explica Flynn, autor principal de la investigación: “Durante años se pensó que en el oeste de Estados Unidos existía una fauna homogénea, una especie de comunidad uniforme de dinosaurios. Pero eso era solo porque no teníamos buenos registros rocosos de esa época”. Este geólogo, experto en paleoclimatología, continúa: “Ahora, con dos yacimientos bien datados (Hell Creek y Kirtland), vemos que son muy distintos entre sí. Tienen dinosaurios diferentes, lo que nos indica que existían regiones ecológicas separadas, en las que prosperaban distintas especies”.

Los dinosaurios, dice el investigador, interactuaban constantemente con su entorno, como cualquier otro grupo de animales. Y es este factor el que explica la diferenciación ecológica y variedad de especies: “Nuestros modelos muestran que la fauna del sur prefería temperaturas altas. Era una región más cálida, y eso parece ser el principal factor discriminante. La latitud influye, pero está ligada al clima”.

Caitlin Leslie, una de las investigadoras, recolecta muestras paleomagnéticas
 en la Cuenca de San Juan. Daniel J. Peppe
Sin embargo, los fósiles de Nuevo México carecen de un elemento importante: de la capa que marca el impacto del asteroide, la llamada frontera K–Pg, con su característico depósito de iridio. “Nos falta la capa de cenizas y escombros”, aclara Flynn. “Sabemos que nuestros fósiles datan de los últimos 300.000 años del Cretácico, lo cual, en tiempo geológico, es cercano al impacto. Todo indica que los dinosaurios estaban prosperando hasta que ocurrió el evento que los eliminó”.

Pese a que Flynn reconoce que este registro es todavía limitado, tiene esperanza en que nuevos yacimientos permitan esclarecer esa etapa de la prehistoria: “Nuestro sitio en Nuevo México es apenas el segundo en Norteamérica con edades bien controladas. Pero con cada nuevo yacimiento, especialmente fuera de Estados Unidos, como en Asia, Sudamérica o Europa, podremos reconstruir una imagen más precisa de cómo era la diversidad de los dinosaurios justo antes de su desaparición”.

De acuerdo con Thomas Richard Holtz, paleontólogo estadounidense ajeno a la nueva investigación, esta aporta una base sólida al debate sobre la extinción. “El artículo toma diversas líneas de evidencia, principalmente datación geológica y un censo de vertebrados terrestres del final de la era de los dinosaurios en Norteamérica, y las combina para demostrar que la diversidad no disminuyó hacia el final de su reinado”, explica.

Holtz recuerda que el registro fósil es, por naturaleza, irregular. “No todos los organismos o especies se fosilizan, y no todos los lugares del mapa tendrán fósiles formándose en la misma época. Por lo tanto, siempre existen preguntas sobre cuál era la verdadera diversidad de un grupo en el pasado”. Pero, detalla, este nuevo estudio ayuda a aclarar una cuestión importante: la edad del Miembro Naashoibito. Durante años se discutió si esos yacimientos —con restos de Alamosaurus, un colosal dinosaurio herbívoro— eran más antiguos que los depósitos de Hell Creek, en Montana, Wyoming y las Dakotas. “El nuevo estudio combina diferentes tipos de datos geológicos para demostrar que es, de hecho, un depósito del Cretácico tardío, equivalente en el tiempo al de Hell Creek. Dicho de otro modo, hubo dinosaurios que formaron parte de la comunidad de Naashoibito y que habrían presenciado los efectos del impacto final”.

La paleontóloga Penélope Cruzado Caballero subraya un avance clave: “Lo interesante de este trabajo es su enfoque multidisciplinar”, explica. “No solo han analizado los fósiles y los ambientes en los que vivieron, sino que han incorporado datos geocronológicos muy precisos. Eso permite situar los restos en el límite de extinción”.

Sin embargo, la investigadora —experta en la paleobiología de los dinosaurios ornitópodos y también ajena al nuevo estudio— insta a la cautela. “El propio artículo lo reconoce: los resultados se basan en una región concreta del mundo, relativamente cercana al área del impacto. Las conclusiones, por tanto, deben tomarse con cuidado”, advierte. “En España, por ejemplo, en los Pirineos aragoneses y catalanes tenemos yacimientos de datación similar, pero con menor diversidad faunística porque aún tenemos que hacer trabajo de campo”.

¿Final abrupto o declive gradual?

Aunque se muestra prudente, reconoce una tendencia: “Decir que fue blanco o negro es difícil. Todo tiene matices. Pero es cierto que los últimos estudios van apuntando cada vez más hacia un impacto catastrofista inmediato. Aunque todavía harán falta muchos años de investigación para entender bien qué sucedió”. A su juicio, la gran tarea pendiente es ampliar el mapa de las investigaciones. “El trabajo de Flynn y su equipo es extraordinario, pero necesitamos más estudios como este en otras regiones del mundo. Si logramos replicar estas investigaciones en otros lugares, podremos comparar resultados. Necesitamos mucha comparabilidad de datos para poder entender mejor el contexto de lo que ocurrió”.

Elena Cuesta, especialista en la paleobiología de los dinosaurios terópodos, tiene una opinión similar: “El propio artículo lo reconoce: seguimos hablando solo de Norteamérica. No sabemos qué estaba ocurriendo en el resto del planeta”, señala. “Estados Unidos cuenta con una gran infraestructura de financiación y una tradición paleontológica muy fuerte. Por eso se estudian mucho más especies icónicas como Tyrannosaurusrex o Triceratops. Pero hay otras regiones con un potencial enorme para contrastar o matizar estas conclusiones”. La especialista destaca que estudios que se realizan en países como Argentina, donde se está analizando a los últimos dinosaurios de la Patagonia, podrían ayudar a equilibrar la balanza de una ciencia que, según la experta, históricamente ha estado muy centrada en el hemisferio norte: “Esos datos podrían ofrecer una visión del sur global”.

Gerta Keller, catedrática del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Princeton (EE UU), ha expresado su desacuerdo con las conclusiones del estudio. “Que la desaparición de los dinosaurios fue abrupta por el impacto de un asteroide a finales del Cretácico fue teoría propuesta por primera vez en 1980 por Luis Álvarez, premio Nobel, y su hijo Walter con gran entusiasmo. Desde entonces, la teoría se ha repetido con pocos o ningún cambio, y la mayoría la cree. El artículo no es de buena calidad porque omite mucha información”, comenta.

Keller defiende una explicación alternativa, basada en el cambio climático y las erupciones volcánicas del Deccan, en la India. De acuerdo con la investigadora, esto condujo al declive a largo plazo de los dinosaurios durante 300.000 a 400.000 años. Sostiene además que la datación del momento de la caída del gran asteroide ha sido malinterpretada: “Se descubrió, por la verdadera edad del cráter de Chicxulub, que este se estrelló en Yucatán 200.000 años antes de la extinción masiva de los dinosaurios hace 66 millones de años”. Y enfatiza: “Fue un simple incidente en nuestro universo, mientras la vida continuaba como siempre”.

Según Cuesta, lo más rescatable de este trabajo es su demostración de que la ciencia está viva. “Cada nuevo fósil, cada nueva datación puede cambiar lo que creíamos saber. Hipótesis bastante robustas años después pueden desmantelarse de repente y generar otras nuevas. Debemos seguir explorando, excavando y financiando la ciencia. Solo así tendremos el conocimiento de este periodo de la historia de la Tierra”.

elpais.com

domingo, 26 de octubre de 2025

Las ‘momias’ de hadrosaurio son en realidad moldes de arcilla creados por microbios

Nuevos fósiles hallados en Wyoming (EE UU) muestran que la piel y las pezuñas de los dinosaurios con pico de pato que se creía ‘momificados’ no se fosilizaron, sino que quedaron impresas en finas capas de arcilla formadas por microbios durante la descomposición. El hallazgo redefine cómo pueden preservarse los tejidos blandos en el registro fósil.

'Momia' del dinosaurio juvenil con pico de pato Edmontosaurus annectens con
Tyler Keillor, de la Universidad de Chicago. / University of Chicago Fossil Lab
Las llamadas ‘momias’ de dinosaurios con pico de pato de Wyoming (EE UU) ofrecen nuevas claves sobre la preservación de tejidos blandos en el registro fósil. Un equipo de paleontólogos, liderado por la Universidad de Chicago (EE UU), ha demostrado que la piel y las pezuñas de estos animales no son restos fosilizados, sino delicados moldes de arcilla formados por microbios durante la descomposición de los cadáveres.

“La ‘plantilla de arcilla’ es un proceso de preservación que antes se pensaba que se daba principalmente en animales de cuerpo blando mucho más antiguos y pequeños, que suelen conservarse como láminas aplanadas en entornos marinos. Sin embargo, hemos descubierto que este mismo proceso también se encuentra en las ‘momias’ de dinosaurios, que son animales grandes preservados en tres dimensiones”, dice a SINC Baumgart Stephanie Lynn, coautora del trabajo en la Universidad de Florida (EE UU).

Hemos descubierto que este mismo proceso también se encuentra en las ‘momias’ de dinosaurios, que son animales grandes preservados en tres dimensiones

Baumgart Stephanie Lynn, coautora del trabajo en la Universidad de Florida 

Reconstrucción de una escena de hace unos 66 millones de años
 que muestra al dinosaurio con pico de pato. / Dani Navarro
Este hallazgo sugiere que la formación de plantillas de arcilla podría ser un proceso de preservación más común de lo que se creía, y que quizá otras ‘momias’ también presenten este tipo de conservación. La piel es un material resistente y tarda más en descomponerse que los músculos o las vísceras, además se seca por exposición antes del enterramiento.

La científica explica así el proceso: “Se forma una biopelícula sobre un cuerpo en descomposición y, por lo general, tiene una carga negativa. La arcilla del sedimento circundante tiene una carga positiva, por lo que esta biopelícula atrae las partículas de arcilla hacia el cadáver, de manera similar a como un globo cargado estáticamente atrae el cabello cuando se sostiene sobre la cabeza. Las partículas de arcilla recubren la piel del cadáver y capturan los detalles finos de su textura. La piel real no se conserva, pero la forma general permanece”.

Una réplica milimétrica

El estudio, publicado en Science, describe cómo hace unos 66 millones de años los cuerpos del hadrosáurido Edmontosaurus annectens quedaron cubiertos por una finísima capa de arcilla que conservó con detalle la superficie externa de los animales.

“El tapete microbiano era una fina película depositada en cada recoveco de la piel del animal que, al atraer estos minerales de arcilla, consiguió que esta película sobreviviera a la descomposición de la materia orgánica y el propio tapete microbiano. Esto dejó como producto final una máscara de arcilla que replicaba cada pliegue de cada escama de la piel a escala submilimétrica con total fidelidad”, señala a SINC Daniel Vidal, de la Universidad de Chicago y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), coautor del estudio.

El tapete microbiano era una fina película depositada en cada recoveco de la piel del animal que, al atraer estos minerales de arcilla, consiguió que esta película sobreviviera a la descomposición

Daniel Vidal, de la Universidad de Chicago y la UNED 

A diferencia de los casos tradicionales de fosilización de tejidos blandos, que suelen ocurrir en ambientes finos y pobres en oxígeno como lagunas o fondos marinos, estas momias se formaron en depósitos fluviales gruesos.

La pezuña, conservada en sección como una capa muy fina de arcilla, cubre el
hueso terminal del dedo del pie de una momia adulta del dinosaurio con pico
 de pato Edmontosaurus annectens. / UChicago Fossil Lab
“Es posible que este mecanismo también pueda conservar impresiones de tejidos blandos en otros fósiles grandes; todo depende del entorno y de la rapidez del enterramiento. Requiere que haya arcilla en el sedimento y que el tejido blando seco sobreviva el tiempo suficiente hasta quedar enterrado”, puntualiza la paleontóloga.

“Podemos decir que muchas de estas ‘momias’ de dinosaurio no se preservan evitando la descomposición de la materia orgánica original, sino por un replicado milimétrico realizado por la acción de microorganismos que depositaron una fina capa de arcilla”, explica a SINC María Ciudad Real Ballestero, de la UChicago y la UNED, coautora del estudio.

Reconstrucción más precisa

Mediante documentos y fotografías históricas, los investigadores localizaron los mismos yacimientos del este de Wyoming donde, a inicios del siglo XX, se descubrieron las primeras ‘momias de dinosaurios’. En este lugar excavaron dos nuevos ejemplares de Edmontosaurus: un juvenil tardío y un adulto temprano, ambos con amplias áreas de piel conservada.

Son las pezuñas más antiguas documentadas en un vertebrado terrestre, el primer reptil con pezuñas confirmado y el primer animal de cuatro patas con pezuñas 

Paul Sereno, Universidad de Chicago 

El juvenil representa la primera momia subadulta conocida y el primer dinosaurio de gran tamaño con un contorno carnoso completamente conservado, que incluye una cresta de cuello y tronco.

Por su parte, el adulto. apodado "Ed Sr.", conserva la fila completa de púas de la cola y las pezuñas más antiguas documentadas en cualquier tetrápodo, convirtiéndose así en el primer reptil con patas y pezuñas.

“El hallazgo de crestas en la línea media y de pezuñas en los pies nos ofrece más información para reconstruir con mayor precisión a Edmontosaurus annectens. Ahora sabemos que este dinosaurio presentaba una cresta carnosa a lo largo de la línea media, así como espigas también en la línea media, cada una alineada con una de las vértebras”, señala Lynn.

Para Paul Sereno, autor principal del estudio en la Universidad de Chicago, afirma: “Hay muchas ‘novedades’ asombrosas conservadas en estas momias con pico de pato: las pezuñas más antiguas documentadas en un vertebrado terrestre, el primer reptil con pezuñas confirmado y el primer animal de cuatro patas con pezuñas con diferentes posturas de extremidades anteriores y posteriores”.

Las espigas descubiertas se superponen entre sí, algo más común en los lagartos que en los dinosaurios o sus parientes vivos más cercanos, los cocodrilos y las aves. Reconstrucciones anteriores mostraban vainas de queratina de las pezuñas ajustadas al hueso, pero estas ‘momias’ revelan que eran más parecidas a las de los caballos, con más espacio entre el hueso y la queratina. “Una especie estrechamente emparentada, Edmontosaurus regalis, también se sabe que tenía una carúncula carnosa en la parte superior de la cabeza”, puntualiza Lynn.

Es la primera vez que tenemos una visión completa y desarrollada de un gran dinosaurio en la que realmente podemos sentirnos seguros

Paul Sereno 

Paul Sereno, de la Universidad de Chicago, observa las pezuñas
conservadas en los pies de una momia adulta del dinosaurio con
pico de pato 'Edmontosaurus annectens', apodado
 "Ed Sr.". / Keith Ladzinski
“Es la primera vez que tenemos una visión completa y desarrollada de un gran dinosaurio en la que realmente podemos sentirnos seguros. Las tierras baldías e Wyoming son una ‘zona de momias’ única que tiene más sorpresas reservadas a partir de fósiles recolectados durante años de visitas de equipos de estudiantes universitarios”, explica Sereno.

Tecnología y trabajo minucioso

Exponer una superficie de arcilla tan delgada como el papel requirió horas de limpieza cuidadosa bajo la dirección de Tyler Keillor, gerente del Laboratorio de Fósiles de la Universidad de Chicago.

Otros investigadores, dirigidos por el investigador Evan Saitta, utilizaron imágenes 3D, micro-CT y huellas fósiles para reconstruir la anatomía blanda y las posturas del animal. “Los dos especímenes se complementaron maravillosamente”, afirma Sereno.

Una momia de Edmontosaurus encontrada en la misma región por el Museo Americano de Historia Natural a principios del Siglo XX preservaba una cresta sin soporte óseo sobre el cuello 

La descripción de una momia de Edmontosaurus encontrada en la misma región por el Museo Americano de Historia Natural a principios del siglo XX preservaba una cresta sin soporte óseo sobre el cuello sin ningún tipo de espinas que se utilizó para reconstruir el animal durante décadas con escamas pequeñas y ningún tipo de espinas.

Hallazgos posteriores de fragmentos de la cola de otros Edmontosaurus, por el contrario, preservaban una fila de espinas bajas sobre el dorso. Esto hizo que se pensara que el ejemplar del museo no había preservado estas espinas y se comenzó a reconstruir a Edmontosaurus con una fila impar de espinas desde la base del cuello hasta la punta de la cola.

“Las nuevas momias de este estudio muestran que ambas interpretaciones eran correctas, pues solamente la cola tenía estas espinas mientras que desde el cuello hasta la cadera la espalda tenía una cresta, apareciendo en la cadera a esta fila de espinas”, argumenta Ciudad Real Ballestero.

Respecto a la reconstrucción del pie, detalla: “Durante mucho tiempo hemos conocido huellas de hadrosaurios en rocas de la misma edad que han sido asignadas a Edmontosaurus. Sin embargo, había mucha discrepancia sobre cómo encajaría el esqueleto dentro de la huella, pues la pisada dejaba una impresión que no se correspondía del todo”

Al colocar sobre las huellas este tejido blando hemos podido ver que coinciden perfectamente

María Ciudad Real Ballestero 

El ejemplar adulto encontrado tiene en sus pies pezuñas fosilizadas de mucho mayor tamaño que la última falange de cada dedo del pie, que es la que da soporte esquelético a la uña. Inmediatamente detrás sigue una almohadilla plantar que ocupa la práctica totalidad restante del dedo. “Al colocar sobre las huellas este tejido blando hemos podido ver que coinciden perfectamente”, sostiene la científica.

Este estudio no solo redefine la apariencia de Edmontosaurus annectens, sino que también aporta un nuevo modelo para comprender la momificación de dinosaurios y una metodología aplicable a futuras investigaciones. “Este puede ser el mejor artículo que he publicado. Desde el campo hasta el laboratorio y las reconstrucciones en 3D, cuenta una historia coherente sobre cómo surgen estos notables fósiles y qué podemos aprender de ellos”, concluye Sereno.

Referencia:

Paul C. Sereno et al. "Duck-billed dinosaur fleshy midline and hooves reveal terrestrial clay-template “mummification”". Science. 

Fuente: SINC

Derechos: Creative Commons.

agenciasinc.es

sábado, 25 de octubre de 2025

Descubren un dinosaurio con “cráneo de trueno” inspirado en Mad Max: vivió hace 75 millones de años y confundió a la ciencia durante décadas

Un dinosaurio desconocido con un cráneo abovedado y gigantesco emerge desde las rocas de Montana para cambiar lo que sabíamos sobre su familia.

Un equipo de paleontólogos ha identificado un nuevo género y especie de dinosaurio
de cúpula ósea a partir de cinco fósiles hallados en la Formación Two Medicine.
Recreación artística basada en descripciones. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez
Durante millones de años, los restos fósiles de un imponente dinosaurio permanecieron enterrados en las capas geológicas de lo que hoy es el estado de Montana, en el oeste de Estados Unidos. Hoy, ese animal extinto —cuyo nombre evoca el estruendo del trueno y la resistencia pétrea de su cráneo— acaba de irrumpir en el mundo de la paleontología con una fuerza inesperada. Se llama Brontotholus harmoni, y su hallazgo no solo añade un nuevo integrante al ya fascinante grupo de los dinosaurios de cúpula ósea, sino que cuestiona viejas ideas sobre la evolución de estos animales en Norteamérica durante el Cretácico superior.

Este descubrimiento, publicado recientemente en la revista Zoological Journal of the Linnean Society por un equipo liderado por el paleontólogo D. Cary Woodruff, supone el primer registro confirmado de un pachycephalosaurio en la Formación Two Medicine, una región rica en fósiles pero que, hasta ahora, no había ofrecido ningún representante oficial de este peculiar linaje de dinosaurios.

Un cráneo que habla con el trueno

El nombre del nuevo género y especie —Brontotholus harmoni— no es casual. En griego, “bronto” significa trueno y “tholus” hace referencia a una cúpula o domo. Su nombre homenajea tanto a la forma característica de su cráneo como al lugar de su hallazgo, apodado informalmente como “Beyond Thunder Dome”, en alusión a la famosa película de ciencia ficción. La especie, además, rinde tributo al preparador de fósiles Bob Harmon, figura clave en la paleontología estadounidense.

El rasgo más distintivo de este grupo de dinosaurios herbívoros y bípedos es sin duda su cráneo: una masa de hueso grueso y abovedado, en ocasiones decorado con nódulos u ornamentaciones, que ha generado todo tipo de hipótesis sobre su función. Durante décadas, se pensó que estos animales chocaban sus cabezas como los carneros actuales, en combates rituales o por apareamiento. Aunque esa teoría ha sido matizada por estudios posteriores, el interés por la forma y estructura de estas cúpulas craneales no ha dejado de crecer.

Recreación artística basada en restos fósiles revela el aspecto probable de esta
enigmática especie con cúpula craneal. Foto: ChatGPT-4o/Christian Pérez
En el caso de Brontotholus, el cráneo presenta una forma que lo sitúa entre los más grandes del grupo en América del Norte. De los cinco ejemplares analizados, uno de ellos —el holotipo MOR 480— alcanza los 171 mm de longitud anteroposterior del domo, lo que sugiere un animal de más de 3,5 metros de largo. Se trataría del tercer pachycefalosaurio más grande descubierto en el continente, solo por detrás de Pachycephalosaurus wyomingensis y Platytholus clemensi.

Más que un eslabón perdido

Durante décadas, los paleontólogos especularon con la posibilidad de que existiera una secuencia evolutiva clara entre especies de pachycefalosaurios norteamericanos, impulsada por los cambios del nivel del mar que fragmentaban y reconectaban sus hábitats. El animal ahora denominado Brontotholus fue originalmente interpretado como un “eslabón perdido” entre dos conocidos representantes del grupo: Stegoceras validum (del Campaniense medio) y Pachycephalosaurus wyomingensis (del Maastrichtiense).

Sin embargo, el nuevo estudio desmantela esa idea. El análisis filogenético, que compara características anatómicas de distintos ejemplares y especies, ha situado a Brontotholus lejos de ambos en el árbol evolutivo. Es decir, no forma parte directa de esa supuesta línea anagenética (una evolución lineal sin ramificaciones), sino que representa un linaje completamente independiente que convivió con otros miembros de su familia en el ecosistema del Cretácico tardío.

Este hallazgo obliga a replantear las rutas evolutivas de los pachycefalosaurios y su dispersión a lo largo del continente durante los vaivenes de la era de los dinosaurios. La Formación Two Medicine, donde se encontraron los fósiles, era una zona costera próxima a la gran vía marítima conocida como el Mar Interior Occidental, que dividía América del Norte en dos masas terrestres durante buena parte del Cretácico.

Los cambios de nivel del mar, la aparición de barreras naturales y la expansión o contracción de hábitats pudieron haber generado una diversificación mucho mayor de lo que se pensaba, con especies como Brontotholus evolucionando por caminos distintos, lejos de las líneas ancestrales conocidas.

El rompecabezas del domo craneal

El cráneo de Brontotholus presenta un conjunto de características que lo diferencian de sus parientes. El domo es ancho, de perfil bajo, y con una forma que se estrecha hacia el frente, lo que le otorga una silueta subtriangular desde arriba. La superficie carece de las marcas típicas de los individuos jóvenes (como la textura en mosaico o los forámenes pronunciados), lo que indica que los ejemplares más grandes analizados eran adultos.

Uno de los detalles más curiosos es la compleja geometría de las suturas entre los distintos huesos del cráneo. Estas líneas de unión están marcadas por crestas, surcos y formas encajadas, que refuerzan la estructura del domo y que posiblemente estaban relacionadas con la fijación de músculos o la absorción de impactos.

Una representación artística muestra cómo pudo haber sido este dinosaurio
 en su entorno natural durante el Cretácico. Ilustración: Connor Ashbridge
Además, la investigación detectó variaciones sutiles entre los ejemplares, lo que plantea la posibilidad de diferencias ontogenéticas (es decir, relacionadas con el crecimiento), pero también podría reflejar cierta diversidad intraespecífica. Cuatro de los cinco fósiles proceden de distintos niveles estratigráficos de la Formación Two Medicine, lo que sugiere que Brontotholus tuvo una amplia distribución temporal y geográfica en la región.

Un gigante silencioso del Cretácico

A pesar de su tamaño, Brontotholus harmoni probablemente no era un animal agresivo. Como la mayoría de los pachycefalosaurios, se alimentaba de vegetación baja y posiblemente vivía en pequeños grupos. Su cráneo, más que un arma, podría haber funcionado como señal visual para la identificación entre congéneres o como parte de rituales de apareamiento. Algunos paleontólogos también sugieren que las formas del domo podrían haber servido como cámaras de resonancia para emitir sonidos.

El hallazgo de este nuevo género pone de manifiesto lo incompleto que sigue siendo nuestro conocimiento sobre la diversidad de dinosaurios en América del Norte. En regiones tan bien estudiadas como Montana, aún quedan fósiles por descubrir que pueden cambiar por completo lo que creíamos saber. Brontotholus, con su nombre evocador y su imponente cabeza, se convierte así en un nuevo icono del misterio que sigue envolviendo a los dinosaurios del Cretácico.

muyinteresante.com

martes, 21 de octubre de 2025

¿La vida compleja evolucionó dos veces? El debate tras el hallazgo de restos en Gabón

Un equipo internacional descubrió enigmáticos restos que podrían anticipar la aparición de organismos multicelulares. Los detalles de un estudio que genera controversia, según Scientific American

El hallazgo de fósiles en Gabón desafía la teoría sobre el origen de la vida
 compleja en la Tierra (University of Poitiers)
El descubrimiento de enigmáticos fósiles en Gabón está desafiando las ideas establecidas sobre el origen de la vida compleja en la Tierra. Bajo la dirección del geólogo y geoquímico Abderrazak El Albani, un equipo de la Universidad de Poitiers halló en 2008 unas rocas negras, cercanas a Franceville, que contenían formas doradas incrustadas en pizarra.

Donde otros veían simples concreciones de pirita, El Albani identificó posibles rastros de organismos multicelulares. Sus análisis sugieren que la multicelularidad pudo haberse desarrollado hace más de 2.000 millones de años, mucho antes del periodo Ediacárico, considerado el origen tradicional de la vida compleja.

Un equipo liderado por Abderrazak El Albani identifica
posibles organismos multicelulares de hace más de
 2.000 millones de años (University of Poitiers)
Este hallazgo, reportado por Scientific American, señala que los fósiles gaboneses habrían surgido en un momento en el que la mayoría de los sedimentos sufrieron grandes transformaciones por calor y presión.

Sin embargo, las rocas de la cuenca Francevilliana se conservaron de forma excepcional, permitiendo la recuperación de más de 6.000 piezas con estructuras similares a colonias de organismos: formas lobuladas, cadenas, tubos y discos de varios centímetros de diámetro.

Evidencia química y debate científico

Para demostrar la autenticidad biológica de estos restos, el grupo de Poitiers aplicó análisis químicos avanzados. En 2023, se identificó una prevalencia de isótopos ligeros de zinc y una distribución específica de arsénico en las supuestas colonias, lo que suele asociarse con tejidos eucariotas y mecanismos de aislamiento de toxinas.

Además, el entorno se correspondía con un antiguo mar interior, rico en nutrientes y oxígeno tras una gran glaciación, lo que habría favorecido el desarrollo de organismos avanzados.

Las rocas de la cuenca Francevilliana conservan más de 6.000
piezas con estructuras similares a colonias de organismos
avanzados (University of Poitiers)
Pese a la fuerza de estas pruebas, las conclusiones de El Albani generaron un acalorado debate. Paleontólogas como Leigh Anne Riedman y Susannah Porter manifiestan escepticismo: argumentan que la diversidad y asimetría de las formas gabonesas no coincide con fósiles reconocidos y que minerales como la pirita pueden imitar estructuras vivas.

Riedman reconoce la posibilidad de “oasis de oxígeno”, pero duda que los organismos alcanzaran tal tamaño sin otros registros similares. Porter, en tanto, sostiene que demostrar si se trata solo de concreciones enriquecería igualmente la paleontología.

El propio El Albani admite que resulta complicado convencer a la comunidad, pero insiste en que no existe, hasta ahora, una refutación completa de sus hallazgos. El biogeoquímico Ernest Chi Fru respalda la hipótesis: “Me parece que el material de Franceville muestra que la vida compleja pudo haber evolucionado dos veces en la historia”.

Descubrimientos recientes y experimentos de laboratorio

El hallazgo genera debate científico sobre la autenticidad biológica de
los restos y la interpretación de las formas fósiles (Imagen
Ilustrativa Infobae)
Este hallazgo se suma a otros avances en la comprensión de la vida temprana. En Australia, el paleontólogo Brooke Johnson encontró estructuras en núcleos de perforación de más de mil millones de años que podrían ser colonias eucariotas de tamaño considerable, lo que lo llevó a reconsiderar sus dudas iniciales sobre los hallazgos africanos.

Además, experimentos en el Instituto de Tecnología de Georgia demostraron que la multicelularidad puede surgir rápidamente, ya que levaduras unicelulares formaron agregados en apenas dos años bajo condiciones adecuadas.

Estas líneas de investigación sugieren que la historia de la vida compleja es mucho más diversa y profunda de lo asumido. Sin embargo, distinguir entre fósiles verdaderos y simples formaciones minerales continúa siendo un reto, pues el registro fósil del Proterozoico es escaso y difícil de interpretar.

Implicaciones para la biología evolutiva y la búsqueda de vida

Las secuelas del hallazgo en Gabón traspasan el campo de la paleontología. Si se logran establecer criterios químicos sólidos para diferenciar claramente señales biológicas de procesos inorgánicos, estos métodos podrían aplicarse en la búsqueda de vida fuera de la Tierra.

El Albani y sus colegas analizan similitudes entre los ambientes de Gabón y otros momentos clave, e incluso la NASA detectó en Marte estructuras que recuerdan a fósiles terrestres, aunque actualmente no se descartó que su origen sea puramente mineral.

El avance en métodos de análisis podría impactar la búsqueda de vida
 fuera de la Tierra y la biología evolutiva (Imagen Ilustrativa Infobae)
Mientras tanto, el equipo de Poitiers mantiene expediciones anuales a Gabón para analizar miles de fragmentos de pizarra y encontrar nuevas pistas sobre los orígenes de la vida avanzada.

Como advierte Porter, la interpretación de estos vestigios dependerá siempre de nuevas pruebas: “Todos estamos ofreciendo hipótesis en competencia, que siempre están sujetas a nueva evidencia del registro fósil”.

El descubrimiento alimenta la incógnita de cuántos episodios de vida compleja podrían estar ocultos en la Tierra o incluso en otros mundos. Cada fragmento hallado puede cambiar, para siempre, nuestra comprensión sobre la evolución.

infobae.com

El hallazgo que reescribe el pasado marino: estos fósiles podrían ser los primeros parientes de las medusas

Un nuevo estudio identifica afinidades entre 'Salterella' y 'Volborthella', dos fósiles del Cámbrico que podrían revelar cómo surgieron las primeras conchas minerales en los animales

Reconstrucción de Salterella en el fondo marino del Cámbrico, mostrando
comportamientos como la recolección de granos de sedimento para incorporarlos
a la capa aglutinada y la retracción del cuerpo hacia la cámara de apertura
 Amy Hagen - Journal of Paleontology (2025). DOI: 10.1017/jpa.2025.10164
Durante más de un siglo, los fósiles de Salterella y Volborthella han desconcertado a los paleontólogos. Estos diminutos organismos, que habitaron los mares hace más de 500 millones de años, presentaban estructuras en forma de cono que nadie lograba ubicar en el árbol de la vida. Ahora, un estudio publicado en Journal of Paleontology sugiere una posible afinidad con los cnidarios, el grupo que incluye a las medusas, corales y anémonas, aportando nuevas claves sobre cómo y cuándo los animales comenzaron a formar conchas minerales.

Qué indica el estudio

'Volborthella' de la Formación Wood Canyon en el sur de Salt
Spring Hills, California. 'Journal of Paleontology' (2025).
DOI: 10.1017/jpa.2025.10164
La investigación, desarrollada por un equipo internacional de paleontólogos, reinterpreta estos fósiles a partir de análisis microestructurales y comparativos. Sus conclusiones apuntan a que Salterella y Volborthella, tradicionalmente clasificadas dentro de los pequeños conchíferos problemáticos del Cámbrico, serían en realidad ejemplos tempranos de organismos que experimentaban con materiales y formas para construir esqueletos externos. El hallazgo redefine parte de lo que se sabía sobre la llamada “explosión cámbrica”, el periodo en el que la vida multicelular se diversificó rápidamente y surgieron las primeras estructuras protectoras.

El Cámbrico temprano fue una etapa de innovación biológica sin precedentes. En apenas unos millones de años, los océanos se llenaron de organismos capaces de formar esqueletos y conchas mineralizadas, una estrategia evolutiva que marcó el inicio de las cadenas tróficas complejas. En este contexto, los fósiles de Salterella y Volborthella representaban una rareza: sus conchas estaban compuestas por partículas de sedimento aglutinadas o por capas finas de carbonato cálcico, sin un patrón claro de mineralización. Esa ambigüedad los convirtió en uno de los grandes enigmas de la paleontología.

Las técnicas de la investigación y dos evoluciones distintas

El nuevo estudio combina técnicas de microscopía electrónica, difracción de rayos X y reconstrucciones tridimensionales mediante tomografía para examinar ejemplares procedentes de Estados Unidos y Canadá. Gracias a estas herramientas, los investigadores identificaron estructuras internas laminadas y una composición mineral semejante a la de los primeros corales escleractinios. Además, observaron que ambos organismos seleccionaban activamente los granos de sedimento que incorporaban a su concha, un comportamiento biológico y no puramente mecánico.

'Salterella' de la Formación Harkless cerca de Gold Point, Nevada.
'Journal of Paleontology' (2025). DOI: 10.1017/jpa.2025.10164
Las evidencias apuntan a una afinidad probable con los cnidarios, un grupo que ya había comenzado a diversificarse en los mares del Cámbrico. En el caso de Volborthella, su estructura parece representar una fase intermedia: un tubo recubierto por una matriz orgánica con inclusiones minerales dispersas. Salterella, por su parte, muestra un grado de organización más avanzado, con capas alternas de material orgánico y calcita, lo que indica el inicio de un control biológico parcial sobre la biomineralización. Juntas, ambas especies reflejan una transición evolutiva desde las cubiertas flexibles hacia las conchas rígidas que caracterizarían a muchas formas animales posteriores.

Los autores interpretan esta transformación como un paso clave en la evolución de los esqueletos marinos. La transición de una cobertura orgánica a una mineralizada pudo deberse tanto a cambios químicos en los océanos, como el aumento de la concentración de calcio, como a la presión selectiva de los depredadores. En palabras del estudio, “Volborthella y Salterella representan dos capítulos sucesivos de una misma historia: el experimento biológico que dio origen a las conchas animales”.

Un papel destacado en el árbol de la vida

La identificación de un vínculo cnidario también tiene implicaciones profundas para la reconstrucción del árbol de la vida. Hasta ahora, los fósiles del Cámbrico se dividían entre los pertenecientes a linajes modernos y los llamados “enigmáticos” o “huérfanos”, sin parientes vivos evidentes. Este hallazgo sugiere que muchos de esos organismos podrían ser antepasados tempranos de grupos actuales, aunque en etapas iniciales de su desarrollo morfológico.

Más allá de su interés taxonómico, el estudio arroja luz sobre la evolución de la biomineralización, un proceso que permitió a los animales colonizar nuevos entornos y desarrollar estructuras defensivas y locomotoras. Comprender cómo surgió esa capacidad, y en qué grupos apareció primero, es esencial para explicar la complejidad biológica del planeta tal como la conocemos hoy.

Los investigadores destacan que su trabajo abre nuevas vías para examinar otros fósiles del mismo periodo, en especial aquellos con conchas híbridas, parte orgánicas y parte minerales, con el fin de determinar si la aparición de esqueletos fue un fenómeno único o un proceso paralelo que ocurrió en distintos linajes a la vez.

eldiario.es

domingo, 19 de octubre de 2025

Ni estafa ni falsificación: compra online un diente de dinosaurio y se enfrenta a un problema mucho más grave

De un 'Spinosaurus'

El diente le costó el equivalente a 100 euros. A pesar de lo que pensó en un principio, era auténtico, pero su procedencia no era la que el comprador pensaba

El diente de 'Spinosaurus' que compró por internet (CNN/Toby Hancock)
Adquirir un diente de dinosaurio por internet puede parecer un gesto inocente o un sueño de infancia hecho realidad, pero detrás de esa compra se ocultan muchas tramas que, como mínimo, pueden calificarse de turbias. Así lo cuenta el escritor Jacobo Prisco en un artículo publicado en CNN Science, que solo pretendía averiguar si el colmillo de Spinosaurus que había comprado por 100 euros era real y acabó descubriendo cómo un mercado en claro auge se encuentra lleno de sombras. 

Según explica en el artículo, la pieza llegó a su domicilio cuidadosamente embalada, con un certificado de autenticidad y la promesa de proceder del norte de África. A simple vista, parecía legítima: su coloración terrosa, textura pétrea y forma cónica coincidían con la de los fósiles conocidos de este depredador del Cretácico. Sin embargo, las grietas visibles en su superficie despertaron dudas sobre su origen y autenticidad, lo que llevó al comprador a buscar la opinión de expertos.

Un fósil auténtico con un trasfondo ilegal

Otra imagen del diente de 'Spinosaurus' (CNN/Toby Hancock)
Tras su análisis en el Natural History Museum de Londres, la paleontóloga Susannah Maidment confirmó que la pieza era genuina y que “probablemente se trataba de un diente de Spinosaurus”. No obstante, añadió un dato preocupante: “Este espécimen ha sido casi con toda seguridad extraído y exportado de forma ilegal”. La especialista explicó que los fósiles de este tipo suelen proceder de la formación Kem Kem, en el sureste de Marruecos, un yacimiento donde la extracción sin permisos es frecuente.

La legislación marroquí exige contar con un permiso de excavación y otro de exportación, ambos concedidos por el Ministerio de Energía Transición y Desarrollo Sostenible. Sin embargo, muchos ejemplares terminan en el mercado internacional sin la documentación necesaria. Aunque el comprador no incurre en delito, sí adquiere una pieza cuya trazabilidad podría ser dudosa, lo que pone en evidencia la falta de control global en el comercio de fósiles.

Un mercado multimillonario y sin fronteras

El caso no es aislado. Las subastas de fósiles han disparado el valor de estos objetos. Esqueletos completos como el Tyrannosaurus rex “Stan” o el Stegosaurus “Apex” se han vendido por cifras millonarias, atrayendo tanto a inversores como a coleccionistas privados. Este fenómeno ha convertido a los fósiles en símbolos de estatus y en un negocio global que mueve decenas de millones de euros cada año, según estimaciones de expertos del sector. 

El auge de las plataformas digitales ha facilitado la venta de estos restos. Tiendas online, ferias internacionales como la de Tucson o redes sociales como Instagram se han transformado en escaparates donde se ofrecen desde simples fragmentos de huesos hasta piezas casi completas de especies prehistóricas. Sin embargo, los especialistas alertan de que gran parte de estas operaciones se realizan sin garantías de origen ni de legalidad.

En regiones como Hassi el Begaa, dentro de la formación Kem Kem, los mineros fósiles trabajan bajo condiciones extremas, con herramientas rudimentarias y escasas medidas de protección. Según el investigador David Martill, “los mineros se adentran decenas de metros bajo tierra, sin máscaras ni luz natural”, lo que pone en riesgo su salud y su vida. Pese a ello, su labor sostiene una industria que se ha convertido en el sustento de miles de familias marroquíes. 

El dilema ético y científico sigue abierto. Mientras algunos expertos, como Maidment, defienden que los fósiles son patrimonio común de la humanidad y no deben venderse, otros, como Martill, opinan que los ejemplares más comunes, como los dientes sueltos, “no tienen un interés científico relevante” y pueden comercializarse si su procedencia es transparente. En cualquier caso, los especialistas recomiendan evitar las compras online sin certificación y adquirir únicamente piezas con origen comprobado.

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