Un nuevo estudio revela por qué se han conservado las escamas, los órganos y hasta el contenido estomacal de algunos especímenes de 125 millones de años
De vez en cuando, los paleontólogos dan con un fósil de conservación excepcional. Esos que no solo tienen casi todos los huesos, sino que, incluso, han preservado tejidos blandos como piel y plumas. Son piezas rarísimas y de un valor incalculable para la academia. Sin embargo, en 1990 sucedió una anomalía. En la Formación Yixian, en China, empezaron a aparecer un número anómalo de fósiles de conservación excepcional. No eran uno, ni dos, ni diez… Entre los restos había aves, mamíferos, insectos, ranas, tortugas y, por supuesto, dinosaurios. Restos que habían preservado sus plumas, escamas o pelajes, pero también los órganos internos e, incluso, lo que había dentro de su estómago en el momento de la muerte. ¿Cómo es posible?
Lo lógico parece pensar que tuvo que suceder algo igualmente excepcional que lograra conservar con tanto detalle a un gran número de especímenes durante decenas de miles de años… Y, hasta ahora, los expertos habían especulado que, quizás, la clave estuviera en el vulcanismo de la zona. Erupciones ocurridas oleadas que, o bien sepultaron a los dinosaurios bajo las cenizas como si fuera una Pompeya china prehistórica, o bien, bajo el lodo que baja a toda velocidad la ladera de un volcán tras su erupción. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la reconocida revista Proceedings of the National Academy of Sciences, ha descartado estas dos explicaciones y apoya una mucho más banal porque, quizás, simplemente, no ocurrió nada especial durante esas decenas de miles de años.
La película que nos hemos montado
Según reflexiona el doctor Paul Olsen, coautor del estudio y paleontólogo de la Escuela de Clima de Columbia en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty: tendemos a "atribuir causas extraordinarias, es decir, milagros, a eventos ordinarios cuando no entendemos sus orígenes”. Según los resultados del estudio, “estos fósiles son solo una instantánea de muertes cotidianas en condiciones normales durante un periodo relativamente breve”.
Para llegar a esta conclusión, los expertos analizaron los pequeños granos de zircón que había en los fósiles. En ellos, la proporción de uranio respecto al plomo nos permite calcular su antigüedad ya que, desde el momento en que se forman (con una proporción conocida entre estos dos elementos), el uranio se empieza a desintegrar, aumentando la proporción de plomo con el tiempo. Así es como lograron determinar que los fósiles tenían, de media, unos 125,8 millones de años, situándolos al principio del periodo cretácico. Mediante esta misma técnica, también pudieron determinar que desde la primera muerte hasta la última excepcionalmente conservada en este yacimiento pasaron 93.000 años.
Un poco menos épico
A continuación, analizaron con cuidado las pruebas que tenían y las enfrentaron a las hipótesis relacionadas con el vulcanismo. Por ejemplo, sería poco probable que estas muertes se debieran al lodo de un lahar porque, siendo tan violentos como son, posiblemente habrían dañado los restos, impidiendo una conservación como la que hemos visto. La otra gran opción, como decíamos, era que un flujo piroclástico como el de Pompeya hubiera cubierto la zona con cenizas abrasadoras. Sabemos que la capa de cenizas sobrevivió a la carne y los huesos en Pompeya, que se descomponían bajo la superficie. Sin embargo, estos cadáveres adoptaban una posición pugilística, que así se le llama a la contracción de la espalda y las extremidades ante el dolor producido por el calor extremo del flujo piroclástico.
Y, a pesar de todo, estamos ante “los descubrimientos de dinosaurios más importantes de los últimos 120 años” según Paul Olsen. Todo apunta a que estas criaturas se conservaron debido a eventos más comunes, como el colapso de madrigueras y períodos de lluvias que acumularon sedimentos, sepultando a los muertos en bolsillos sin oxígeno.
Lo improbable
Pero como escribió Conan Doyle: “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”. Y, tal vez, es que no sucedió gran cosa y hemos dado con una zona que, por sus condiciones climáticas durante aquellos 93.000 años, era ideal para preservar fósiles. Esto significa que, posiblemente, haya más yacimientos así esperándonos. En el estudio llegan incluso a sugerir dónde podríamos encontrar otros, concretamente, en ubicaciones de Estados Unidos como Carolina del Norte, Virginia, Connecticut y Nueva Jersey, donde los ambientes fueron similares a Yixian podrían contener fósiles similares.
A lo cual, Paul Olsen añade que "hay que excavar, digamos, 100.000 peces para encontrar un dinosaurio con plumas, y nadie está excavando a la escala de Yixian." Así que, quién sabe, quizás no estemos sabiendo aprovechar todo lo que el registro fósil podría darnos.
QUE NO TE LA CUELEN:
Aunque solemos imaginar los fósiles como esqueletos petrificados, en ocasiones sobreviven tejidos blandos sorprendentemente bien conservados. De hecho, hemos llegado a poder analizar el color de las plumas de algunos dinosaurios a partir de la estructura y pigmentos que han sobrevivido en sus fósiles.
REFERENCIAS (MLA):
MacLennan, Scott, et al. "Extremely Rapid, Yet Non-Catastrophic Preservation of the Flattened-Feathered and 3D Dinosaurs of the Early Cretaceous of China." Proceedings of the National Academy of Sciences, Observational study (2024)
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