Fragmento de ámbar encontrado en la Antártida visto al microscopio. Crédito: Johann P. Klages |
Los resultados de esta investigación se publicaron en un artículo reciente donde los expertos detallan las características de este ámbar antártico, denominado ámbar de la Isla Pine en honor a su lugar de origen, la Bahía de la Isla Pine en el Mar de Amundsen, a una latitud de 73.57° sur y longitud de 107.09° oeste.
El lugar del hallazgo, marcado con una x. Crédito: Johann P. Klages et al. |
El hallazgo del ámbar antártico no solo es un avance en el conocimiento geológico y paleobotánico, sino que también ofrece pistas sobre los ecosistemas que existieron en la Antártida durante el Cretácico medio. Según el Dr. Klages, este descubrimiento es una evidencia tangible que confirma que, en algún momento de su historia, los siete continentes de la Tierra compartieron un clima que permitía la supervivencia de árboles productores de resina, una sustancia que, con el tiempo y en condiciones adecuadas, se transforma en ámbar.
El equipo de investigación apunta a que el ámbar podría contener restos de corteza de árbol en forma de microinclusiones. A través de estudios con microscopía de luz reflejada y de fluorescencia, los investigadores han logrado observar partículas sólidas, transparentes y translúcidas en el ámbar, una señal de que esta resina fue enterrada a una profundidad superficial donde no sufrió descomposición por el calor o la presión. La Dra. Gerschel destaca que el ámbar parece ser de alta calidad, lo cual indica que este material se conservó muy cerca de la superficie terrestre, sin haber sido sometido a profundidades o temperaturas extremas que, de otro modo, habrían degradado la resina.
Posibles fragmentos de corteza de árbol conservados en el interior del fragmento de ámbar. Crédito: Johann P. Klages |
La presencia de ámbar antártico sugiere también que estos árboles habían desarrollado mecanismos de defensa frente a posibles ataques de parásitos o incendios forestales, una característica que se observa en el flujo patológico de resina de algunos fragmentos de ámbar encontrados. Cuando los árboles de coníferas sufren daños en su corteza, ya sea por insectos o por fuego, tienden a liberar resina como mecanismo de defensa para crear una barrera física y química que les protege de infecciones.
Estos fragmentos de ámbar son una prueba directa de que el bosque que cubría la Antártida occidental durante el Cretácico medio era un ecosistema complejo y dinámico. Además, el equipo de investigación espera encontrar restos fósiles de microorganismos o insectos atrapados en el ámbar, lo que ofrecería un panorama aún más detallado de la biodiversidad que habitaba estos antiguos bosques antárticos.
Para la Dra. Gerschel y el Dr. Klages, este descubrimiento representa un verdadero viaje en el tiempo, una oportunidad única para explorar cómo eran los ecosistemas de la Tierra hace millones de años. Comprender las condiciones climáticas y ecológicas de esa época es crucial no solo para la paleontología, sino también para predecir los posibles cambios que nuestro planeta podría experimentar en el futuro bajo el impacto del cambio climático. El estudio del ámbar antártico promete brindar respuestas sobre la evolución de los ecosistemas y los ciclos naturales de adaptación y resiliencia de la Tierra.
FUENTES
Alfred Wegener Institute / Helmholtz Zentrum für Polar und Meeresforschung
Klages JP, Gerschel H, Salzmann U, et al. First discovery of Antarctic amber. Antarctic Science. Published online 2024:1-2. doi:10.1017/S0954102024000208
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