El periódico científico on line
MATERIA publica la noticia sobre los
resultados de la XII Campaña de
excavaciones paleontológicas en la Sierra de
la Demanda. Aunque es uno más de
los Medios que lo ha publicado, hay que
subrayar la difusión y calidad de
este periódico que apuesta por la
divulgación científica en los
tiempos tan revueltos que sufre actualmente la
Ciencia en España.
Os aconsejamos su lectura por los
comentarios que realiza sobre el trabajo
que estamos llevando a cabo en
Salas, pues siempre es estimulante comprobar
que entienden y aplauden nuestro
trabajo personas con capacidad contrastada
para valorar este tipo de
iniciativas.
En Quintanilla de las Viñas, en las estribaciones de la Sierra de la
Demanda burgalesa, construyeron los visigodos hace más de 1.300 años una ermita
dedicada a Santa María. Muy cerca de allí, se encontraban ya entonces los
rastros de unos seres que quizá aquellos antiguos pobladores de la Península
Ibérica hubiesen confundido con dragones. En el yacimiento de Las Sereas se han identificado ya más de 800 huellas de dinosaurios que
se pasearon por la zona hace más de 140 millones de años, pero solo se han estudiado
cinco de los catorce afloramientos que se conocen. “Podemos afirmar sin ningún
problema que hay más de mil huellas”, afirma Fidel Torcida, director del
Colectivo Arqueológico-Palentológico Salense (CAS) y responsable de la
excavación.
El paisaje mesetario de hoy
estaba ocupado en el tiempo de los dinosaurios por un lago, en torno al cual
vivían varias especies de estos animales. Los
saurópodos, herbívoros de cuello y cola largos, convivían con los carnívoros
bípedos que se conoce como terópodos, de la familia de los tiranosaurios o los
velocirraptores, y con dinosaurios acorazados como los estegosaurios. Algunos de ellos dejaron sus huellas en el
barro a lo largo de los cinco kilómetros que hoy ocupa el yacimiento de Las
Sereas. Estas marcas se secaron y pudieron mantener su forma cuando
quedaron enterradas con el paso del tiempo. Los procesos geológicos posteriores
las acabaron petrificando y permitieron que se conservasen hasta ahora.
Un saurópodo de 17 metros
En la última campaña de excavaciones,
desarrollada este verano y presentada ayer en Burgos en el Centro Nacional de
Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), los investigadores han
encontrado decenas de nuevas huellas, y han identificado un rastro especialmente interesante: un paseo
de 17 metros de un dinosaurio saurópodo en el que se ven 45 huellas de las
patas delanteras y traseras del animal. Estas icnitas (así se conocen las
huellas fosilizadas), algunas de medio metro de largo, corresponden a un dinosaurio de peculiares características que ya se
había encontrado en otros sectores de Las Sereas, pero del que no se han
encontrado rastros similares en ninguna otra parte del mundo ni se puede
asociar a huesos fósiles conocidos. Ahora, Torcida y su equipo trabajan
para certificar estos recientes descubrimientos y ponerles el marchamo de
calidad de una revista científica. De momento, ya saben que tenía unas patas
traseras de tres metros de largo.
Hasta hace no demasiado, el
estudio de las icnitas se consideraba algo menor, siempre a la sombra de los
huesos fosilizados. Sin embargo, ahora se sabe que las huellas tienen una gran
relevancia científica. Las huellas hablan sobre cómo se movía el animal y a
partir de ahí permiten entender mejor cómo estarían colocados los huesos fósiles
que se encuentran desperdigados y ayudan a montar el rompecabezas de los
dinosaurios. Además, proporcionan información sobre aspectos de su vida social
imposibles de conocer a través de sus huesos.
En España ya se han encontrado más de 15.000 huellas y la relevancia de
este patrimonio ha llevado a las icnitas ibéricas a ser candidatas a
convertirse en Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Torcida confía en que
los nuevos descubrimientos en Castilla y León, que se añaden a más hallazgos realizados en regiones como
La Rioja o Asturias, puedan servir para lograr un objetivo que no se consiguió
en 2010. Por ahora, según comenta el paleontólogo, las administraciones
regionales que surgieron tras las últimas elecciones no han retomado la
iniciativa para dar un impulso esencial para este patrimonio científico y
cultural.
Investigadores comprometidos
Situadas en regiones rurales y
con un apoyo público limitado, más en tiempos de escasez presupuestaria, la
etiqueta de patrimonio de la humanidad supondría un incremento de recursos,
tanto para la investigación como para la divulgación de estos hallazgos al
público. Ahora, en pequeñas localidades como Enciso, en La Rioja, con menos de
200 habitantes, o Salas de los Infantes, en Burgos, que ronda los 2.000, el
esfuerzo de algunos investigadores comprometidos y el apoyo social han
permitido mantener un asombroso ritmo de descubrimientos, realizar una tarea
continuada de divulgación e incluso atraer a congresos en estos pueblos a
expertos de prestigio internacional.
Durante la presentación de los
resultados de la última campaña de excavación, Torcida, acompañado de Alfredo
Pérez, director del CENIEH, anunciaron un reciente acuerdo con esta institución
por la que les prestará apoyo tecnológico y conocimiento. Las técnicas de
escáner permitirán dejar registrados unos yacimientos de gran fragilidad además
de recoger características que no se pueden ver a simple vista.
Después del hallazgo del paseo de
este saurópodo, que aún está por bautizar, vendrán, muy probablemente, otros,
dado que la mayor parte del yacimiento está por explorar. De momento, habrá que
esperar a la campaña del año que viene para seguir conociendo a otros
dinosaurios que poblaron aquel concurrido lago junto al que, millones de años
después, los visigodos construyeron una iglesia.
Fuente: Materia
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