Un estudio internacional revela
que el linaje de dinosaurios que evolucionó hacia las aves necesitó cerca de 50
millones de años para conseguir reducir su tamaño al de un pájaro. Este proceso de evolución constante
favoreció que, antes de la aparición de la primera ave documentada, surgieran
especies con alas y plumas que experimentaron con el vuelo.
Los gigantes y pesados
dinosaurios se transformaron en pequeñas y ágiles aves tras un proceso de encogimiento que se extendió a
lo largo de 50 millones de años, un tiempo más extenso del que se creía hasta
ahora. Esta es la principal conclusión del trabajo que científicos de las universidades de Adelaida (Australia),
Boloña (Italia), Southampton (Reino Unido) y Debrecen (Hungría) publican
esta semana en la revista Science.
El linaje evolutivo de las actuales aves voladoras empezó hace
alrededor de 210 millones de años a finales del Triásico. A partir de ese
periodo, el peso corporal del orden de
los dinosaurios terópodos, del que descienden las aves, fue disminuyendo
progresivamente desde los 163 kg a los 0,8 kg del primer pájaro conocido, el
Archaeopteryx, con caracteres intermedios entre los dinosaurios emplumados
y las aves modernas. Siempre ha existido gran controversia acerca del origen de
este genero debido a la ambigüedad de sus rasgos.
“Las aves han sido diferenciadas de sus parientes cercanos por su
capacidad de volar”, indica a Sinc Michael Lee, autor principal de la
investigación e investigador en la institución australiana, "pero en los últimos años esta
distinción se ha difuminado debido al descubrimiento de dinosaurios con plumas
como Microraptor –también con alas en sus extremidades inferiores–, que era
capaz de planear. Sin embargo, un nuevo espécimen de Archaeopteryx
estudiado recientemente sugiere que las primeras aves tenían alas más
evolucionadas y una mejor capacidad de vuelo”.
Según explica Michael Benton de la Universidad de Bristol
(Reino Unido) en un artículo de opinión complementario al trabajo de Science,
en 1994 fue descubierto en China un fósil de dinosaurio sin alas pero con un
recubrimiento de plumas. Fue el primero de una serie de hallazgos que han
evidenciado el periodo de experimentación de estos animales extintos con el
vuelo o, más bien, con el planeo y el salto.
Otro de los resultados del
trabajo revela que este proceso de miniaturización habría propulsado la
adaptación del esqueleto de estos grandes reptiles. La evolución habría sucedido cuatro veces más rápido a lo largo de las
doce ramificaciones filogenéticas de los terópodos a las aves que en el resto
de linajes evolutivos de los dinosaurios.
“El progreso del tamaño corporal habría sido un paso liberador.
Permitió a los dinosaurios explorar toda una gama de nuevos estilos de vida y
hábitats. De pronto, podían trepar a los árboles, perseguir a los insectos,
saltar y planear”, sostiene Lee, "y esto habría provocado una explosión en
esta rama de la evolución”.
Por su parte, Benton también plantea que el salto a los
árboles fue un intento de escapar de los depredadores o de encontrar nuevos
recursos alimenticios. Esta ‘mudanza’ habría
requerido cuerpos pequeños, ojos agrandados para aumentar la visión
tridimensional, mayores cerebros
frente a la diversidad arbórea, plumas
aislantes para permitir la actividad nocturna o el alargamiento de las extremidades para favorecer los saltos entre
árboles.
El conjunto de adaptaciones
habría moldeado los rasgos de las aves tal y como las conocemos hoy en día, con
los hocicos cortos, los dientes más pequeños y las plumas aislantes. No
obstante, el equipo subraya que estas características han sido adquiridas coordinadamente
al influir también unas entre otras.
Método innovador
Para llegar a las conclusiones,
los investigadores han utilizado una técnica
estadística bayesiana, desarrollada originalmente para deducir las tasas de
evolución de los virus. De esta forma han
analizado más de 1.500 rasgos anatómicos de 120 especies de terópodos y aves
primitivas, el mayor registro hasta la fecha.
Hasta ahora, los análisis
filogenéticos del grupo habían seguido tres pasos: construir el árbol
evolutivo, datar los puntos de ramificación y asignar las especies. Con el
nuevo método se ha realizado todo el proceso a la vez. Los autores consideran
que los estudios previos que apuntaban a que los cambios evolutivos en este
linaje había sido más veloces, en realidad no reproducían con exactitud el
proceso, ya que se centraban solo en las ramas evolutivas rápidas o en pocos
rasgos esqueléticos evaluados.
Fuente: Agencia Sinc
No hay comentarios:
Publicar un comentario