El animal ha sido bautizado como Ngwevu intloko (equivalente
a “calavera gris” en lengua xhosa) y es una nueva especie de sauropodomorfo
perteneciente al Jurásico temprano, cuando los grandes dinosaurios comenzaban a
dominar la Tierra.
PEER J/KIMBERLEY CHAPELLE ET AL.
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El Ngwevu intloko era bípedo, tenía un cuerpo robusto, un
cuello largo y delgado y una cabeza pequeña. Medía unos tres metros desde el
hocico hasta la punta de la cola y probablemente era omnívoro, capaz de
alimentarse tanto de plantas como de pequeños animales. La autora del
descubrimiento es la investigadora Kimberley Chapelle, quien contaba con la
supervisión del profesor Paul Barrett del Museo de Historia Natural británico.
“Es un nuevo dinosaurio que había estado escondido a plena
vista”, explicó Barrett, según un comunicado difundido hoy por la Universidad
de Witwatersrand. El espécimen estuvo en las colecciones de Johannesburgo
durante unos 30 años y muchos científicos lo habían estudiado ya.
Pero todos pensaron que se trataba de un ejemplo extraño de
massospondylus”, detalló el investigador. Los massospondylus, pertenecientes al
grupo de los sauropodomorfos (predecesores de los saurópodos) , son hallados
con relativa regularidad en el sur de África, pero este hallazgo levanta
interrogantes sobre la posibilidad de que existieran más variantes de
sauropodomorfos en la zona de lo que se creía hasta ahora.
“Para estar seguros de que se trata de una nueva especie es
crucial descartar la posibilidad de que se trate de una versión más joven o más
antigua de una especie ya existente. Esto es muy difícil de lograr con fósiles
ya que es raro tener una serie completa de fósiles de distintas edades de una
sola especie”, indicó Chapelle.
Dado que sí que hay bastantes muestras de massospondylus
encontrados en la región, la investigadora fue capaz de descartar que las
diferencias se puedan atribuir a la edad.
“Esta nueva especie es interesante porque antes pensábamos
que realmente solo había una solo tipo de sauropodomorfo viviendo en Sudáfrica
en este periodo”, completó Barrett.
El fósil que dio lugar al descubrimiento está bastante
completo y la calavera está remarcablemente bien conservada. El hallazgo, que
ha sido difundido en la publicación científica PeerJ, ayudará a entender mejor
la transición entre el Triásico y el Jurásico, un periodo que transcurrió hace
unos 200 millones de años.
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