miércoles, 28 de febrero de 2018

El pájaro que inventó el vuelo moderno en tiempo de los dinosaurios

El vuelo ondulado es una reliquia evolutiva de hace 126 millones de años, señala un estudio de dos fósiles hallados en España


Reconstrucción del 'concornis' RAÚL MARTÍN
Hace más de tres décadas, unos trabajadores que roturaban el monte abrieron una ventana al mundo de hace 126 millones de años. Los surcos que hacían en la sierra de Cuenca para plantar pinos acabaron destapando la presencia de fósiles de dinosaurios, cocodrilos, pterodáctilos y muchos otros animales que vivieron en esta zona cuando era una marisma subtropical. Entre todos los especímenes encontrados sobresalían dos pequeños pajarillos.


“El descubrimiento fue un bombazo porque el conocimiento de la evolución temprana de las aves era mínimo”, explica José Luis Sanz, paleontólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, quien dirigió durante años las excavaciones en el yacimiento conquense de Las Hoyas, que sigue activo.

Las dos especies descubiertas, concornis y eoalulavis, descritas en 1992 y 1996, respectivamente, eran de las primeras aves conocidas del Cretácico. Presentaban una extraña mezcla de dinosaurio y pájaro moderno, con dientes y garras que sobresalían del extremo de sus alas. Estaban tan bien fosilizadas que hasta se veían en el tórax los últimos crustáceos que habían comido antes de morir. Eoalulavis también conservaba el álula, las tres o cuatro plumas unidas al primer dedo de la mano que indicaban que su vuelo era mucho más evolucionado que el de Archaeopteryx, las primeras aves conocidas, que vivieron hace 140 millones de años, aunque hasta ahora no se había podido determinar cuánto.

Fósil del 'Concornis lacustris' hayado en Las Hoyas (Cuenca).
Ahora, un nuevo estudio ha reconstruido el vuelo de estos dos pájaros y señala que inventaron el vuelo a saltos característico de muchas aves modernas. Cualquiera que haya visto un gorrión habrá reparado en que se desplaza por el aire ascendiendo con un aleteo rápido para después zambullirse con las alas pegadas al cuerpo, lo que disminuye la resistencia y aporta un desplazamiento más rápido y eficiente desde el punto de vista energético.

“Hasta ahora se pensaba que este tipo de vuelo a saltos apareció mucho más tarde, cuando las aves modernas empezaron a diversificarse después de la extinción de los dinosaurios, hace 65 millones de años”, explica Francisco Serrano, investigador del Museo de Historia Natural de Los Ángeles (EE UU) y primer autor del nuevo estudio sobre estas dos especies publicado en Paleontology. Junto a Sanz y otros expertos de España y Argentina, este biólogo malagueño volvió a estudiar en detalle los fósiles, para realizar la primera estimación precisa de su peso, envergadura y superficie de las alas. Después comparó esa morfología con datos de unas 200 especies de aves actuales. 
Hasta ahora se pensaba que este tipo de vuelo apareció mucho más tarde, cuando las aves modernas empezaron a diversificarse después de la extinción de los dinosaurios 
Los resultados del trabajo indican que las dos aves de Las Hoyas podían generar la potencia necesaria para realizar el vuelo ondulado y que esto les permitía aumentar su velocidad de crucero un 5% hasta los 17 metros por segundo, igual que las aves modernas del mismo tamaño, explica Serrano. En el estudio también ha participado el paleontólogo de la Universidad de Málaga Paul Palmqvist.

Los pájaros de Las Hoyas pertenecían a un grupo conocido como enantiornitas que se extinguió junto a los dinosaurios hace 65 millones de años. Descendientes de esos parientes extintos, las aves modernas —neornitas— se quedaron con el monopolio del vuelo, aunque fueron poco innovadoras. “En trabajos anteriores basados en las técnicas de Serrano hemos comprobado que otras aves extintas ya habían desarrollado el vuelo planeador como el de los buitres y también el aleteo constante. Ahora vemos que el vuelo a saltos también existía en las aves de La Hoyas. Todas estas aves se extinguieron y después los pájaros modernos volvieron a desarrollar estos tipos de vuelo, quizás porque es muy ventajoso, pero también porque probablemente las opciones de propulsión y anatomía son limitadas”, añade Luis Chiappe, coautor del trabajo y vicepresidente del Museo de Historia Natural de Los Ángeles. Un gorrión volando es una reliquia de 126 millones de años.

El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes recupera el número de visitantes

Víctor Urién, miembro del equipo científico del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos), presenta en Canal 54 la memoria anual de actividad del centro y avanza los trabajos previstos para el año 2018.



Entrevista a Víctor Urién, miembro del equipo científico del Museo de Dinosaurios, que estuvo hablando en Canal 54 Burgos, entre otras cosas, del presente del Museo, de la labor investigadora y de difusión del patrimonio paleontológico de la sierra de la Demanda. De su trascendencia, incluso a nivel internacional, de los retos que están por venir y de la necesidad de la implicación de la Junta de Castilla y León en un proyecto museístico que potencie social y económicamente el medio rural en el que se asienta.


lunes, 26 de febrero de 2018

El Sonorasaurio podría ser un símbolo oficial de Arizona

Los restos fósiles de este dinosaurio, descubierto en 1995 por Richard Thompson, se encuentran en el Museo del Desierto, en Tucson.

Un dinosaurio nombrado “Sonora” por el geólogo que lo descubrió pudiera ser el nuevo “símbolo” de Arizona, que se suma a otros que ya ostenta dicho estado de la Unión Americana, tales como el revolver Colt, el cobre (metal), la trucha apache (pez), la turquesa (gema) y el cacomixtle (mamífero), por citar algunos.

Actualmente existe una propuesta de ley en el Congreso de Arizona, y de ser aprobada por los legisladores y luego firmada por el gobernador Doug Ducey,  el animal prehistórico sería incluido como el símbolo número 25 de su identidad estatal. 

Del desierto de Sonora para el mundo

Restos del Sonorasaurio en el Museo del Desierto, en Tucson.
Según Wikipedia, el Sonorasaurio (Sonorosaurus – Lagarto de Sonora) es un género extinto representado por una única especie de dinosaurio saurópodo braquiosáurido, que vivió a mediados del período Cretácico, aproximadamente entre 111 a 92 millones de años, en el Albiense tardío a Cenomaniense, en lo que hoy es Norteamérica.

Se calcula que llegó a medir 15 metros de largo y 8 de alto, alrededor de un tercio del tamaño del Braquiosaurio.

Los fósiles –los únicos conocidos de este espécimen en todo el mundo–  fueron encontrados en el suroeste de Arizona (cerca de Sahuarita) por el estudiante de geología Richard Thompson, en 1995. 

El dinosaurio de Arizona

Recientemente salió a colación el nombre del Sonorasaurio debido a que en el Congreso de Arizona existe una iniciativa, la 1517, que propone que este animal prehistórico sea el dinosaurio oficial del estado.

La noticia llamó más la atención debido a que un niño, Jax Weldon, de 11 años de edad, envió una carta-petición el año pasado al gobernador Doug Ducey, en donde solicitaba que se distinguiera al Sonorasaurio como el dinosaurio “oficial” de Arizona, en virtud de que se ha vuelto tradición que algunos estados de la Unión Americana adopten dinosaurios dentro de sus símbolos locales.

El niño Jax Weldon es alumno de la escuela primaria Hopi, de Phoenix, Arizona, y es a quien los medios de comunicación norteamericanos han citado como promotor de la iniciativa legislativa.

Una solicitud similar se realizó hace un par de décadas por otro niño, pero no prosperó debido a que el dinosaurio propuesto fue el Dilofosaurio. 

Imágenes e información adicional obtenidos en:





sábado, 24 de febrero de 2018

Las aves dan claves de la locomoción de dinosuarios como Tirannosaurus rex

AUSTRALIA DINOSAURIOS
(EFE).- Una docena de aves, incluidas el ibis blanco australiano y los pavos, dieron algunas claves sobre la locomoción de los dinosaurios terópodos como el Tyrannosaurus rex, según un estudio publicado hoy.

La investigación se centró en los factores cinemáticos y cinéticos del movimiento de las aves terrestres, descendientes modernos de los dinosaurios terópodos, que varían en función de la velocidad y el tamaño del animal.

El estudio, que duró ocho meses, analizó la fuerza que ejerce sobre el suelo la pata de aves de diversos tamaños como la pequeña codorniz azul china, de 45 gramos, o el avestruz común, de 80 kilos.

Para ello, las aves fueron filmadas con cámaras sensibles mientras corrían por dos pistas construidas para el experimento, y se midieron sus movimientos con marcadores colocados en sus espaldas.

Los investigadores determinaron que muchos aspectos físicos de la locomoción de las aves cambian continuamente con la velocidad, y que el tamaño de las aves influye en la postura cuando estas se desplazan.

Según el estudio, publicado en la revista Plos One, esta conclusión pone en duda la precisión con la que los paleontólogos interpretan fósiles de huellas de terópodos en su intento de inferir la postura.

"Por primera vez los paleontólogos tienen la capacidad de predecir empíricamente diversos aspectos de la locomoción de los terópodos extintos", dijo a Efe el autor del estudio, Peter Bishop, del Mueso de Queensland.

"No solo permite realizar un retrato más exacto en los medios populares como películas, documentales o juegos, sino que nos ayuda a entender cómo se desarrolló la locomoción en los 230 millones de años de la historia de los dinosaurios terópodos", añadió. EFE

Descubren una nueva especie de insectívoro fósil de hace 16 millones de años

Un grupo de paleontólogos españoles han descubierto en la localidad de l'Alcora (Castellón, este), una nueva especie de fósil de insectívoro perteneciente a la extraña familia extinta de los dimílidos, de hace 16 millones de años.

Foto: Universidad de Valencia
Según informó la Universidad de Valencia, la identificación de este grupo relacionado con las faunas que vivían en Europa central durante el Mioceno se ha basado en el estudio de dientes aislados encontrados en el yacimiento de Mas d'Antolino B.

La investigación sobre esta nueva especie de insectívoro se ha publicado en la revista Historical Biology y ha sido bautizada con el nombre científico de Plesiodimylus ilercavonicus, en referencia al pueblo ibero de los ilercavones, que habitaron parte de las actuales provincias de Castellón (este) y Tarragona (noreste).

Los paleontólogos Vicente D. Crespo, Francisco Javier Ruiz Sánchez y Plini Montoya, del departamento de Botánica y Geología de la universidad valenciana, y Marc Furió, del Instituto Catalán de Paleontología, han sido los expertos que han logrado este descubrimiento.

Esta familia de insectívoros se caracteriza por tener unos dientes que sobresalen de la mandíbula, con un esmalte dental más grueso que otros mamíferos, y la presencia de cuatro molares, unas características que les proporcionarían un aspecto extraño, con unos dientes sobredimensionados.

Con el estudio de la dentición de esta especie y especialmente con el tipo de desgaste sufrido por el esmalte de los dientes, se puede conjeturar una alimentación basada principalmente en gasterópodos, el grupo más numeroso de moluscos en esa época, han destacado los investigadores.

Hasta el momento, el hallazgo de material de este grupo animal en L'Alcora es el único registro de la Península Ibérica, y se suma al de otras especies procedentes de Europa Central como algunos tipos de hámster y otros roedores, murciélagos e insectívoros, lo que evidencia una etapa de intercambio faunístico entre Iberia y Europa Central en el Mioceno inferior.

Para la obtención de los restos fósiles de pequeños mamíferos se ha llevado a cabo un laborioso proceso de lavado y tamizado de varias toneladas de sedimento, así como la selección del residuo obtenido de este proceso.

El estudio de los ejemplares se realizó utilizando varias técnicas, entre ellas algunas derivadas del uso de aparatos de microscopía electrónica.

En el yacimiento paleontológico de Mas d'Antolino B, conocido desde el año 2008, se han recuperado fósiles de otras especies de musarañas, ardillas, hámsters, lirones, murciélagos o cocodrilos, entre otras.

Estas faunas, contextualizadas en un ambiente parecido al actual bosque tropical, están datadas en la edad de los mamíferos denominada aragoniana, también dentro del periodo del Mioceno.

En esta época, en la actual Araya (L'Alcora) habría bosque tropical, con áreas de prados, y estos se situarían en las cercanías de un gran lago.

sábado, 17 de febrero de 2018

Estresado, así murió hace 40 millones de años este escarabajo

Estresado y con la antena rota: así murió hace 40 millones de años el escarabajo hallado de una nueva especie; investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y la de Alcalá lo han encontrado fosilizado en ámbar.

Imagen del Limodromus emetikos fosilizado en la pieza de ámbar. 
Imagen de Sara Gamboa/UCM.
Una pieza de ámbar procedente de la región báltica es la que ha permitido a los investigadores identificar el ‘Limodromus emetikos’, que se añade al catálogo de más de 385.000 existentes de escarabajo, el grupo más grande y biodiverso del reino animal, informa la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en un comunicado.

Su estado de conservación ha permitido averiguar que “era nocturno, que perdió parte de su antena, que quedó atrapado en la resina antes de morir y que, a causa del estrés, expulsó un fluido digestivo”.

De hecho, es el “primer fósil con referencias de regurgitación”, es decir, de restos del fluido digestivo de olor desagradable que este grupo de escarabajos, los carábidos, expulsan como mecanismo de defensa en situaciones de estrés”, añade la nota.

Buen estado de conservación del escarabajo

La investigación, publicada en la revista Insect Systematics & Evolution, difunde detalles del comportamiento de este ejemplar y sus momentos finales gracias al buen estado de conservación de su estructura y fluidos en la resina.

Estos restos, junto con los surcos de las patas conservados en el ámbar y la posición del ala izquierda, evidenciando sus intentos para escapar, revelan que “este espécimen quedó atrapado cuando todavía estaba vivo”, describe Sara Gamboa, investigadora del departamento de Paleontología de la UCM.

“Debió ser una situación muy estresante para él que finalizó en una muerte agónica”, añade Gamboa, una de las autoras del estudio.
La precisión de detalles es posible gracias al continente del fósil, el ámbar, considerado en paleontología como un medio de conservación excepcional. 
“También puede conservar, aunque de forma más inusual, información sobre el comportamiento o el modo de vida de los animales que contiene como algunos casos en los que se han preservado animales copulando o ejemplares con sus parásitos”, explica.

Este ‘Limodromus emetikos’ no superaba los 9 mm de longitud, era negro, tenía mandíbulas fuertes, ojos grandes, patas largas y esbeltas, y un par de alas completamente desarrolladas.

“Le falta el último segmento de la antena izquierda. Al no haberlo encontrado en la pieza, aunque fuese roto, suponemos que lo debió perder en algún momento de su vida, antes de quedar atrapado en la resina”, continúa Gamboa.

385.000 especies de escarabajo

La sutileza de las diferencias entre las especies actuales y esta, tras 40 millones de años, “indica que seguramente se trata de un grupo muy conservador desde el punto de vista evolutivo, que ha sufrido muy pocos cambios”, asegura.

Aunque hay descritas más de 385.000 especies de escarabajo, su registro fósil es escasísimo, con menos de 6.000, lo que añade valor a este descubrimiento.

“Estudiar y dar a conocer nuevas especies fósiles nos permite saber más sobre las relaciones y los procesos evolutivos de un grupo exitoso y fascinante que se ha diversificado en todos los ambientes del planeta”, concluye la investigadora.

miércoles, 14 de febrero de 2018

El turismo de «dinosaurios» deja un impacto económico de 2 millones en La Demanda

El Museo de Dinosaurios recibió 12.300 visitantes en 2017, una cifra que asciende a 30.000 si se tienen en cuenta las actividades complementarias

El Museo de Dinosaurios ofrece una programación divulgativa complementaria.
 RICARDO ORDÓÑEZ/ICAL
El turismo ligado al mundo de los dinosaurios y al pasado de esta especie en la provincia de Burgos ha dejado un impacto económico de dos millones de euros en la comarca de Salas de los Infantes. Es la valoración del Museo de Dinosaurios, que en 2017 ha superado el número de visitas del apo precedente, alcanzando la cifra de 12.300. En total, 190.000 personas han pasado por este espacio desde su inauguración, en 2011.

Desde el Museo de Dinosaurios recuerdan que el impacto turístico de la instalación se suma al de otras actividades relacionadas con el patrimonio comarcal, que se desarrollan bajo el proyecto de Tierra de Dinosaurios, informa ICAL. Entre ellas se encuentran la asistencia a exposiciones temporales, los talleres para escolares y niños, las conferencias, los espectáculos, los eventos deportivos, las rutas en yacimientos y las visitas a las excavaciones paleontológicas. Así, sumando la cifra se superarían los 30.000 participantes.

El Museo de Dinosaurios es, desde su andadura, un atractivo turístico que favorece la llegada de visitantes durante todo el año. Se trata de visitantes de diferentes características, desde familias con niños a grupos de escolares y estudiantes universitarios, pasando por asociaciones culturales o de profesionales e instituciones.

También hay visitas virtuales, que permiten un conocimiento online de la riqueza paleontológica de la Sierra de la Demanda. A destacar, el blog de la Fundación Dinosaurios de Castilla y León (https://fundaciondinosaurioscyl.blogspot.com.es/), que superó la cifra de 1.000.000 visitas a finales de 2017. Este espacio se ha convertido en una referencia española en Internet respecto a la publicación de noticias sobre paleontología y, especialmente, de la actividad que se desarrolla en la comarca serrana en torno a la investigación y difusión de sus dinosaurios.

Investigación de reconocido prestigio

La actividad investigadora que aglutina a científicos nacionales e internacionales en torno a los fósiles custodiados en el museo salense también presenta buenos resultados. Un ejemplo de ello es el impacto que ha tenido el artículo donde se describía la nueva especie Europatitan eastwoodi, que ha sido el quinto más leído de la prestigiosa revista PeerJ (sección: Evolución), a pesar de haber aparecido a mediados de año. Ser uno de los artículos que más atención suscita entre los paleontólogos de la comunidad internacional en una revista de tanta reputación es algo digno de celebrar y que subraya de nuevo el interés que los hallazgos serranos provocan entre los expertos del planeta, recuerdan desde el Museo de los Dinosaurios.

El éxito de la instalación museística, y el atractivo que tiene la investigación paleontológica, hacen aún más necesario el tan demandado proyecto de ampliación del Museo de los Dinosaurios. Mientras se concreta la apertura de una nueva dotación, cuyo proyecto ya está diseñado, el Ayuntamiento de Salas de los Infantes construirá una ampliación, un anexo en la parte trasera. El objetivo es disponer de más espacio para colocar los restos recuperados de las excavaciones arqueológicas y, además, poder realizar las investigaciones oportunas sobre los mismos.

Choconsaurus, el nuevo dinosaurio de El Chocón

Los restos fueron descubiertos en la década del 90, su extracción la llevaron adelante varios grupos de investigación y hoy sale a la luz. Es un tipo de saurópodo poco conocido. Vivió hace 93 millones de años.

Villa El Chocón es una de las localidades turísticas más destacadas en Norpatagonia. Los motivos son diversos: el agua, sus paisajes amplios y luminosos, y su pasado. Su historia es previa a los hallazgos paleontológicos y está ligada principalmente al desarrollo del complejo hidroeléctrico El Chocón. Aunque la construcción de la presa no guarda relación con la paleontología, es sólo una apariencia, su presencia fue la piedra fundamental de los hallazgos paleontológicos. La comunidad que se generó a su alrededor sería la protagonista de una serie de importantes descubrimientos, uno de ellos motiva la presentación de hoy.

En 1995 una vecina de la villa, la señora Viviana Moro, halló unos “huesos” en un cerro de la zona y dio aviso a Rubén Carolini, el famoso descubridor de Giganotosaurus Carolini, quien por aquellos tiempos dirigía el flamante Museo Paleontológico Municipal. La noticia viajó a la velocidad de un rayo, y llegó al mejor de sus destinos: el Museo de Geología y Paleontología de la Universidad Nacional del Comahue. El equipo de investigación del museo acudió rápidamente al campo. Se hallaron diversos tipos de fósiles, como si alguien los hubiera mezclado intencionalmente. El desafío era grande. Las preguntas eran muchas y surgían a borbotones: ¿Qué animales estaban presentes? ¿Se trataba de grupos biológicos desconocidos? ¿Por qué estaban allí? ¿Qué relaciones de parentesco tendrían entre sí y con otras especies?

En rojo, las piezas de un mismo individuo. En azul, las otras que hallaron 
en el lugar.
La paleontología, al igual que la vida de los pueblos, no es lineal. Algunas veces los caminos son cortos y rectos, otros son largos y zigzagueantes. Así fue el camino para poder responder algunas de las preguntas sobre “La antena”, nombre con el que fue bautizado el yacimiento. Para hacer posible esta “empresa”, fueron necesarias más de veinte personas, entre técnicos e investigadores, provenientes de varias instituciones. Las principales fueron el Museo Municipal Ernesto Bachmann, el Museo Geológico y Paleontológico de la Universidad del Comahue, y naturalmente, el Gobierno de la provincia de Neuquén. Este es un claro ejemplo de que los avances en ciencia no se logran por el esfuerzo de una sola persona o de un pequeño grupo. La ciencia requiere para su desarrollo del trabajo conjunto y coordinado de distintos actores, muy especialmente de políticas científicas que respondan a las necesidades locales.

Como dice el tango de José María Contursi, “han pasado tantos años”; exactamente veintidós desde del hallazgo del primer hueso. Hoy podemos responder parte los interrogantes que nos desafiaban. Los huesos corresponden a diversos grupos de animales, ya que existen evidencias de tortugas, cocodrilos y de distintos tipos de dinosaurios. Uno de ellos es el dinosaurio que hoy se presenta.

El nuevo dinosaurio fue investigado por los doctores Edith Simón, Leonardo Salgado y Jorge Calvo. Lo bautizaron como Choconsaurus baileywillisi. Su nombre se compone de dos palabras. La primera es una combinación de Chocón, en referencia a Villa El Chocón, de donde procede y saurus, reptil. La segunda, es en honor a Bailey Willis, un geólogo norteamericano contratado por el gobierno argentino a principios del siglo XX, que propuso entre otras cosas, la posibilidad de generar energía hidroeléctrica en el río Limay.

Durante las excavaciones se hallaron distintas partes del cuerpo del dinosaurio, alrededor del 25 % del total del esqueleto. Las piezas más importantes corresponden a una serie casi completa de vértebras de la espalda y gran parte del hombro y brazo derechos. Con estas piezas se creó la nueva especie. Se hallaron además otros huesos, que sumaron información adicional como: dientes, partes del cráneo, cuello, y de la cola.

El nuevo dinosaurio pertenece al grupo de los saurópodos. Se trata de dinosaurios cuadrúpedos, herbívoros, entre los que se hallan los animales más grandes que poblaron los continentes. Estos gigantes del Mesozoico hicieron su aparición hace más de 200 millones de años, posiblemente en el Triásico Superior y se extinguieron junto con la mayoría de los dinosaurios hacia fines del Cretácico, unos 65 millones de años atrás.

Cómo habría sido en vida Choconsaurus baileywillisi en la zona donde hallaron 
los restos. (Foto: Reconstrucción: Santiago Druetta)
Choconsaurus baileywillisi corresponde a un saurópodo titanosaurio de tamaño mediano a grande, y se estima que alcanzó entre 18 y 20 metros de longitud y debió pesar unas 25 toneladas. Por un lado, este nuevo descubrimiento, amplía el registro de los titanosaurios con características primitivas en el Cretácico Superior, siendo el más completo de la provincia del Neuquén. Por otro lado, este tipo de dinosaurios presenta una serie de caracteres que están ausentes en los titanosaurios más evolucionados. La mayoría de éstos son detalles en su anatomía ósea. Por ejemplo, es probable que hayan tenido algunos dedos en sus manos, un rasgo que se pierde en sus primos más evolucionados. También hay diferencias en las vértebras de la espalda y la cola. En los titanosaurios más primitivos, posiblemente ambas hayan sido menos móviles que en los especies más avanzadas. Estos detalles en su esqueleto y otros, revelaron a los investigadores que el nuevo dinosaurio muy probablemente haya sido pariente de otros dinosaurios neuquinos como Andesaurus delgadoi y el gigante Argentinosaurus huinculensis. También de Mendozasaurus neguyelap y Malargüesaurus florenciae, ambos de la vecina región cuyana. Pero además, el dinosaurio “choconense” parece formar parte del clan familiar de Epachthosaurus sciuttoi, de la provincia de Chubut.

La investigación logró contestar éstas y muchas otras preguntas. Aunque, tal vez las más jugosas, jamás tendrán respuesta, ya que la paleontología se basa en evidencias –fósiles– muy escasas y fragmentarias. Lo que si podemos confirmar, sin temor a equivocarnos, es que el trabajo conjunto y la conciencia de una comunidad pueden dar “vida” a las “piedras”. Hoy nace Choconsaurus baileywillisi, “el hijo pródigo” de la comunidad de Villa El Chocón.

(*) Doctora en Ciencias Biológicas, comunicadora de las ciencias. Titular de BiopaleoPatagonia, dedicado a la divulgación de la paleontología y docente en la cátedra de Ecología de la Facultad de Humanidades, Universidad Nacional del Comahue.

La investigación se
presentará hoy
  • La investigación de los doctores Edith Simón, Leonardo Salgado y Jorge Calvo se presentará hoy en la ciudad de Neuquén.
  • La Dirección Provincial del Patrimonio Cultural es la autoridad de aplicación para habilitar este tipo de investigaciones paleontológicas en el territorio neuquino, de ahí que el anuncio sea conjunto.
Un nombre que rinde homenaje a Bailey Willis
En 1910, el geólogo norteamericano Bailey Willis, fue contratado por el Ministerio de Obras Públicas durante la gestión de Ezequiel Ramos Mexía.

Willis dirigió la Comisión de Estudios Hidrológicos (CEH) entre 1911 y 1914. Los objetivos de la misma eran, por un lado estudiar el trazado de un ferrocarril entre San Antonio Oeste y al lago Nahuel Huapi; y por otro, formular un plan integral de desarrollo económico del área andina norpatagónica.

La Comisión se caracterizó por su destacado nivel técnico. Sin embargo, los vaivenes políticos de la época pusieron en peligro la misión, y Willis debió abandonar el país.

El primer informe técnico fue realizado en 1914, y titulado El Norte de la Patagonia. El segundo, que constituiría el tomo II, naufragó en un mar pleno de obstáculos debido a intereses políticos y económicos en pugna. El mismo, titulado “El Norte de la Patagonia”, subtitulado “Estudios y Proyectos”, fue entregado por Willis en 1938, casi tres décadas después.

No obstante, una vez más debió esperar para que su contenido salga a la luz. La obra fue publicada recién en 2017. Por extraño que parezca, las ideas innovadoras, en aquel entonces de la Comisión debieron esperar que un grupo de investigadores y técnicos de la Universidad Nacional del Comahue, de la Administración de Parques Nacionales y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), decidieran aventurarse en semejante hazaña.

Este esfuerzo, si bien no se compara con las vicisitudes que debieron afrontar Willis y los miembros de la Comisión, podría motivar un informe en sí mismo.

Finalmente, Willis planteó la posibilidad de emplazar una ciudad industrial en la costa norte del lago Nahuel Huapi. Ésta utilizaría la energía producida por la presa “Segunda Angostura”, en el río Limay. Sin bien esta obra no se llevó a cabo, sin duda representa las bases de los ulteriores desarrollos hidroeléctricos de Norpatagonia, entre ellos, la presa de El Chocón.

El yacimiento que parece un cementerio
El yacimiento “La Antena” corresponde a una “capa” de roca ubicada a 50 metros de altura en relación con la Villa.

Las rocas portadoras de los huesos provienen de la base de una unidad geológica continental llamada Formación Huincul. Ésta fue depositada durante el Cretácico “medio”, cuya antigüedad es de aproximadamente 93 a 91 millones de años.

En el sitio paleontológico se distinguen distintos tipos de rocas, pero todas se depositaron en un ambiente fluvial.

El nivel portador de los fósiles corresponde a fangolitas –barros trasformados en rocas–. Estos fangos fueron depositados en una planicie de inundación, algo similar a lo que sucede en algunos ríos actuales.

Por encima de este nivel de roca, existen mantos de areniscas duras, interpretados como depósitos de barras fluviales de sistemas entrelazados. Este tipo de ríos se caracteriza por tener un cauce que consiste en una red de canales separados por islas pequeñas y temporales.

En el yacimiento se hallaron numerosas piezas fósiles, decenas de ellas, de distintos tipos de animales. Es muy probable que el sitio haya actuado como un lugar de acumulación de animales transportados en distinto grado por el agua.

Desde la mirada del presente, el sitio parece ser un verdadero “cementerio”. Sin embargo, no debemos perder de vista que han transcurrido de años y no debe hacerse una lectura “fácil” de los hechos del pasado. Comprender el ambiente de depositación y como se produjo esta acumulación es un campo de conocimiento compartido entre la geología y la paleontología.

Dimensiones
25
toneladas (25.000 kilos) se estima que pesaba este dinosaurio atrapado en el yacimiento de El Chocón.
25%
del esqueleto se recuperó. Lo más valioso es una serie casi completa de vértebras.
22 años
pasaron desde que una mujer halló los primeros huesos, dio aviso al legendario Rubén Carolini y se inició la investigación.

Descubren espectaculares pisadas de dinosaurios a las afueras de Washington

(Archivo)
Greenbelt – Hace unos 110 millones de años, en el pantano que, mucho tiempo después, se convertiría en los suburbios de Washington, un nodosaurio caminaba a lo largo de la orilla del río, dejando una reveladora huella en el barro. Otros dinosaurios estaban alrededor. Varios terópodos, primos más pequeños del temible T-rex, podrían haber perseguido a pequeñas criaturas parecidas a roedores que saltaban de un lado a otro.

En cuestión de días, una inundación cubrió las numerosas huellas impregnadas en las rocas, lo que hizo factible su conservación. Pasaron los milenios, un asteroide golpeó la masa terrestre, los continentes cambiaron, los niveles del mar cayeron, los mamíferos se desarrollaron y los humanos descendieron de los árboles. Un día de verano de 2012, un cazador de fósiles autodidacta llamado Ray Stanford, mientras conducía fuera de un estacionamiento en lo que ahora es el Goddard Space Flight Center de la NASA en Greenbelt, se fijó la forma inconfundible de la pisada del nodosaur.

Después de varios años de análisis se dieron a conocer los contornos de ese grabado fósil además de otros más que estaban en una losa de piedra arenisca de 3 metros de largo. Es el conjunto más grande y diverso de la era de los dinosaurios que se encuentra en la región del Atlántico Medio, y se encuentra entre los mejores senderos fósiles del mundo.

"Me gusta llamarlo la Piedra Rosetta", dice Martin Lockley, un experto en huellas de dinosaurios de la Universidad de Colorado en Denver que participó en la investigación. Él dijo que las pruebas halladas en la superficie de la losa revelan la ecología de su antigüedad con exquisito detalle.

"Uno podría, literalmente, hacer una película sobre todo lo que sucede en esta losa", señala Stanford.

El jubilado no tenía idea de la magnitud de su descubrimiento cuando tropezó con la huella del nodosaur hace seis años. Él había ido a almorzar con su esposa, una especialista en información de la NASA. Se dirigía a su casa cuando decidió echar otro vistazo a un trozo interesante de arenisca manchada de un color rojo brillante debido a las grandes cantidades de hierro oxidado. Precisamente ese tipo de rocas son ideales para preservar las huellas.

La impresión de un pie de cuatro dedos de un nodosaur validó su corazonada, y un paleontólogo de la Universidad Johns Hopkins confirmó el hallazgo.

Pero la NASA estaba a punto de comenzar la construcción de un nuevo edificio en ese mismo lugar. Ansiosa por sacar el fósil del camino, la agencia pidió a Compton Tucker, un científico climatológico con experiencia en el uso del radar de penetración en el suelo, que inspeccionara el área y determinara la extensión de la arenisca. Luego, durante dos fríos fines de semana de invierno, un grupo de voluntarios de Goddard desenterró todo el trozo de roca.

En poco más de un cuarto de siglo de búsqueda, se ha triplicado la cantidad de dinosaurios y reptiles alados que han sido identificados en Maryland.

Pero nada de eso, sostiene Stanford, de 79 años, puede compararse con su hallazgo de Goddard: "Es más de lo que esperaba".

La losa excavada pesaba más de cuatro toneladas, por lo que el centro de vuelo espacial dispuso que el paleontólogo Stephen Godfrey hiciera un yeso de fibra de vidrio para facilitar su estudio. El modelo se instaló en el sótano de Stanford en otoño de 2015, donde analizaría meticulosamente los granos finos obtenidos del molde para revelar las impresiones. Luego vendrían largas horas de observación para intentar adivinar lo que sucedió hace 110 millones de años a partir de las débiles impresiones en su superficie.

"No pude dormir. Fue un momento de un gran descubrimiento", contó recientemente.

"Cada vez que bajas, lo miras y pones la luz en un ángulo diferente, ves algo nuevo", agregó su esposa, Sheila, quien a menudo le ayudaba a examinar la losa. Al igual que su esposo, ella no tiene mucho conocimiento en paleontología pero vio algunas de las características más interesantes de la losa, incluida la impresión de un pterosaurio alado que hundía su mandíbula puntiaguda en la tierra en busca de alimento y luego salía del suelo para emprender el vuelo.

En total, la losa contiene unas 70 huellas de al menos ocho tipos de animales, según informan Stanford y sus compañeros en un artículo publicado recientemente en la revista Scientific Reports. Solo otro descubrimiento de la era Mesozoica (el lapso de 200 millones de años durante el cual los dinosaurios recorrieron la Tierra) muestran tantas huellas de mamíferos.

El informe destaca rarezas adicionales: un bulto oscuro y bulboso llamado "coprolito", también conocido como caca de dinosaurio fosilizado, y una estructura tubular que probablemente era el cuerpo de algún gusano prehistórico.

Dos días antes de que se anunciara el hallazgo, Stanford realizó una visita a la instalación de fibra de vidrio que el centro de Goddard instaló en una pared del edificio de Ciencias de la Tierra (la losa de piedra arenisca real se encuentra en un almacén de Maryland). Pasando la mano por su superficie rugosa, señaló un conjunto de impresiones de mamíferos.

"Nuestros antepasados", dijo. Y luego, "mira qué tan cerca están sus pasos". Esa proximidad sugiere que el mamífero estaba sentado en cuclillas para buscar comida, del mismo modo que una ardilla podría posar derecha mientras mordisquea una nuez.

"Están buscando comida", dijo Stanford.. "Pero alguien más está alimentándose de ellos", agregó al respecto mientras señalaba las huellas de terópodos carnívoros que estaban cerca.

Tucker indicó cómo el tamaño, la forma y el espacio de las pistas de los terópodos parecía casi sincronizado. "Creemos que podrían estar cazando mamíferos en grupo. Eso muestra algún tipo de comportamiento social", relata.

Aunque la cuestión de la caza entre los dinosaurios todavía se debate en la comunidad paleontológica, los recientes descubrimientos en Utah y China dan credibilidad a la teoría.

Técnicas americanas para conservar los fósiles del Barranc de la Boella

El IPHES se inspira en los protocolos del Museo Nacional de Historia Natural de Washington

Lucía López-Polín en el Smithsonian National Museum of Natural History 
(Washington D.C.) - S.Jabo.
La restauración de los fósiles que aparecen en los yacimientos arqueopaleontológicos es un trabajo cuidadoso que exige el dominio de técnicas innovadoras y no invasivas para no dañar nada del legado del pasado.

En este contexto, y para saber cuál es la mejor manera de tratar los restos de grandes mamíferos hallados en el yacimiento del Barranc de la Boella, en La Canonja, en el cual se han encontrado restos de hasta un millón de años, Lucía López-Polín, restauradora del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), ha realizado recientemente una estancia científica en el Museo Nacional de Historia Natural de Washington D.C., gracias a una beca de investigación Smithsonian.

En concreto, el objetivo de esta estancia era estudiar los sistemas de embalaje y almacenaje de los vertebrados fósiles que se utilizan en el mencionado museo y que son todo un referente.

El estudio se ha dirigido a valorar su utilidad para los fósiles de proboscídeos y otros grandes mamíferos del Barranc de la Boella, que tienen una problemática singular derivada de sus grandes dimensiones y pesos.

El trabajo lo ha desarrollado en el departamento de Conservación dirigido por Catharine Hawks, responsable de la conservación de las ingentes colecciones del museo.

Allí, Lucía López-Polin ha revisado los diferentes sistemas de embalaje de los vertebrados fósiles y ha efectuado una serie de análisis cuantitativos sobre el nivel de protección que proporcionan diferentes sistemas de embalaje, trabajo experimental que ha llevado a cabo en el laboratorio de preparación del departamento de Paleobiología junto a Steven Jabo.

Abre sus puertas el 'Parque Jurásico' portugués

El nueve de febrero los dinosaurios han vuelto a los bosques de Lourinhã. Millones de años después de su extinción, será posible contemplar estas bestias a lo largo de 10 hectáreas repletas de vegetación. Se trata del museo al aire libre más grande de Portugal

Choque de gigantes: un 'lourinhasaurus alenquerensis' contra un 'atunesi'.
Hace unos 150 millones de años abundaban los dinosaurios en las tierras que actualmente conforman la costa central de Portugal. Especies como el temido lourinhasaurus antunesi -un carnívoro de ocho metros de largo- y el enorme dinheirosaurus -un gran saurópodo que se extendía a lo largo de 25 metros y pesaba seis toneladas- estaban a sus anchas en los bosques que proliferaban en esta área del país vecino. Ahora estas especies -junto a unas 120 adicionales- vuelven a dominar la zona. El próximo día nueve de febrero abre el Dino Parque de Lourinhã, el que será el museo al aire libre más grande de Portugal, y uno de los mayores parques temáticos de dinosaurios de todo el mundo. 

Modelos sorprendentemente reales de los "lagartos terribles" de la Era Mesozoica han sido cuidadosamente creados y colocados a través de 10 hectáreas de bosque, posicionados en entornos reales que permiten que los visitantes se sientan transportados al pasado. Entre pinos y eucaliptos, pterodáctilos hacen guardia sobre sus nidos, un gran tricerátops se dispone a cargar contra quien amenaza a sus crías y el temido tyrannosaurus rex lanza su cabeza hacia atrás para soltar su terrorífico rugido.

El Lourinhanosaurus antunesi vuelve a dominar los bosques locales.
El Parque de los Dinosaurios es la nueva iniciativa de la empresa alemana Dinosaur Park International, que ha invertido 3,5 millones de euros en el proyecto, y que ya ha abierto instalaciones similares en Alemania, Reino Unido y Japón. Ideado para familias, el Dino Parque luso pretende llevar el concepto de edutainment -la educación como espectáculo de entretenimiento- a un nuevo límite al presentar contenidos con base rigurosamente científica de una manera tanto emocionante como divertida. Antes de llegar al bosque de los dinosaurios, los visitantes pasan por un museo con muestras arqueológicas -muchas de ellas prestadas del cercano Museo de Lourinhã- y después por un laboratorio donde pueden ver a paleontólogos y artistas trabajando juntos para elaborar nuevos modelos."La clave es ofrecer una visita que combine la exactitud académica con la emoción de encontrarse con estas bestias maravillosas", explica a EL MUNDO Franz-Josef Dickmann, director ejecutivo de Dinosaur Park International. "Hemos utilizado los últimos estudios paleontológicos para recrear estos dinosaurios de la manera más fiel posible; realmente tienes la impresión de que estás entre estos seres que llevan desaparecidos millones de años".

Capital europea de los dinosaurios

El Dino Parque se encuentra en un bosque a escasos kilómetros del centro de Lourinhã, una hermosa villa ubicada a unos 45 minutos de Lisboa, a medio camino entre la capital lusa y la ciudad universitaria de Coimbra. En 1993, Lourinhã acaparó titulares internacionales cuando se descubrieron los restos de uno de los mayores nidos de dinosaurios del mundo. Posteriormente fueron hallados todo tipo de fósiles, y en la cercana playa de Areia Branca encontraron conjuntos de huellas en varios acantilados.

Un 'spinosaurus' persigue a una tortuga gigante.
Gran parte de los fósiles -entre ellos, los únicos restos del torvosaurus gurney, el depredador más grande que vivió en el continente europeo- fueron hallados por Octávio Mateus y su familia, que ha sido en gran parte responsable de la introducción de la paleontología como estudio universitario en Portugal, y que fundó el Museo de Lourinhã, institución que acoge muchos de estos artefactos.

"Lourinhã tiene la suerte de ofrecer un paisaje increíble, playas maravillosas, los típicos aspectos costumbristas de la zona centro y un extraordinario tesoro paleontológico. El Dino Parque resalta este último aspecto de una manera que resulta irresistible para públicos de todas las edades", asegura el doctor Simão Mateus, coordinador científico del nuevo Dino Parque.

A poca distancia de Lisboa, el proyecto -que espera atraer más de 200.000 visitantes cada año- puede resultar ser un nuevo destino atractivo para los turistas del centro luso que busquen descubrir la región más allá de las playas surfistas de Nazaré.

sábado, 10 de febrero de 2018

El magma también influyó en extinción de dinosaurios

Un gran pulso submarino de magma entre otros factores contribuyó a la extinción masiva de los dinosaurios hace unos 65 millones de años, según un estudio publicado en la revista Science Advances.

Imagen de animación de unos dinosaurios vegetarianos. EFE/Marta Pérez.
Iguanodon al lado del río Arlanza en Salas de los Infantes (Burgos).
También fueron determinantes en la desaparición de estos animales el impacto del meteorito Chicxulub y la actividad volcánica de las escaleras del Decán,  de acuerdo al estudio.

Este pulso submarino de magma llegó al final de la era del Cretácico, un período de extinciones masivas de especies en la que cerca del 75 % de los seres vivos desaparecieron, entre ellos la mayoría de los dinosaurios.
Hasta ahora, se creía que el impacto del meteorito Chicxulub y la gigantesca actividad volcánica que produjeron las escaleras del Declán, en la India, fueron las únicas causas de la extinción masiva. 

Sin embargo, este nuevo informe, elaborado por geólogos de las Universidades de Oregón y Minesota (EEUU), sugiere que este gran pulso de magma contribuyó a la crisis ambiental de ese período, uno de los más discutidos de la historia de la Tierra.  
“Lo que está claro es que esta nueva investigación apunta a conexiones a escala global entre catástrofes, un buen recordatorio de que los eventos que ocurren en el otro lado del planeta pueden tener efectos en todas partes”, señaló en su artículo Joseph Byrnes, profesor de la Universidad de Oregón.  
Los investigadores utilizaron la gravedad para estudiar los cambios en la corteza del fondo marino que se estima que existían un millón de años después del impacto de Chicxulub. 

Al examinarlo, pudieron deducir que las grandes ondas sísmicas desencadenadas por Chicxulub se desplazaron a las dorsales oceánicas, que separan las placas tectónicas. 

Las olas desencadenaron entonces la liberación del magma almacenado debajo de las crestas, un lanzamiento que se extendió a escala global y que provocó una crisis ambiental que fue crucial para la extinción de muchas especies.


efefuturo.com

jueves, 8 de febrero de 2018

La variada dieta de los pterosaurios

Un estudio recién publicado analiza por primera vez los patrones de desgaste de los dientes de numerosos fósiles y los ha comparado con reptiles actuales

Imagen de ДиБгд de Wikipedia en ruso - Transferido desde ru.wikipedia 
a Commons, Dominio público
Los pterosaurios fueron unos animales formidables; reptiles voladores contemporáneos de los dinosaurios (pero NO dinosaurios) que desarrollaron un modelo único de ala en vertebrados diferente de la de las aves y los murciélagos, algunos de ellos alcanzaron tamaños enormes y otros eran pequeños como pájaros actuales.

Una vieja polémica está relacionada con su dieta, ya que los fósiles escasean y casi no hay testimonios directos en forma de restos de sus comidas que se hayan conservado dentro de un fósil de pterosaurio; en general se consideraba que su dieta estaba en función de la forma de los dientes o del ambiente en el que fosilizaron. 

Así, como muchos se conservaron en ambientes costeros se suponía que eran piscívoros, como muchas aves marinas actuales.

Pero  un estudio recién publicado ha analizado por primera vez los patrones de desgaste de los dientes de numerosos pterosaurios y los ha comparado con reptiles actuales, lo que ha permitido descubrir que la variedad de sus dietas era mucho mayor de lo que creíamos.

Algunos en efecto eran piscívoros, pero varios de los fósiles clásicos del siglo XIX  que se consideraban devoradores de peces han resultado ser omnívoros que comían de todo.

Y un pequeño pterosaurio llamado  Dimorphodon (caracterizado por tener dientes de dos tipos distintos) muestra por el desgaste que se alimentaba de insectos y pequeños vertebrados terrestres al estilo de los actuales cuervos, urracas y grajos, en lugar de pescar.

Una vez más los viejos fósiles demuestran que siempre guardan sorpresas interesantes cuando se analizan con técnicas nuevas.