Así lo demostró un ejemplar hervíboro que vivió hace 76
millones de años, que contrajo distintas afecciones y enfermedades buscando su
supremacía dentro de la manada.
Los dinosaurios enfermaban como los seres humanos, según lo
demuestran fracturas, infecciones y tumores descubiertos en los huesos fósiles
de un gran ejemplar herbívoro que vivió hace 76 millones de años en América del
Norte, conservado en el Museo de Historia Natural de Milán.
El protagonista de esta historia, que podría titularse
“Hospital Jurásico”, es un griposaurio, un nombre que literalmente significa
“lagarto aguileño”.
Un enorme animal de ocho metros de largo y cuatro toneladas
de peso, que posiblemente contrajo todos sus achaques de salud en combates por
la supremacía dentro de la manada.
Fue sometido a un chequeo completo de sus huesos con
tomografías axiales computarizadas (TAC) y exámenes histológicos en el
Policlínico de Milán y en la Universidad de Bonn, Alemania, por los
paleontólogos Filippo Bertozzo, Cristiano Dal Sasso, Matteo Fabbri, Fabio
Manucci y Simone Maganuco.
Los resultados del “informe” fueron presentados en una
monografía ilustrada en el Museo Cívico, que abrió las celebraciones de sus 180
años de existencia con una exhibición dedicada al griposauro.
“A veces se hacen descubrimientos también ‘excavando’ en los
sótanos de los museos, donde se conservan fósiles no expuestos al público”,
explicó Dal Sasso, quien junto a su colega Maganuco se topó con huesos
“olvidados” envueltos en hojas del diario Chicago Sunday Tribune del 6 de
agosto de 1922, verano boreal del hallazgo del dinosaurio.
Los restos fósiles revelaron al menos cuatro patologías:
“Tenía una costilla rota, que se había vuelto a soldar en la vértebra dorsal
produciendo un enorme callo óseo”, contó Dal Sasso.
“Es una prueba de que nuestro griposauro, ya en edad adulta,
sufrió un fuerte trauma en la caja torácica. El animal sobrevivió al encuentro,
tal vez con un rival de su especie, pero durante y después de la curación
sufrió por la fuerte asimetría anatómica y la rigidez costovertebral que
obstaculizaba sus movimientos”, prosiguió el especialista.
Luego los análisis revelaron también una grave infección
ósea, osteomielitis, en la parte anterior de la mandíbula y una fractura en la
vértebra de la cola con una fusión anómala con su vecina.
Esta soldadura defectuosa se debió tal vez a una enfermedad
degenerativa (hiperostosis esquelética idiopática difusa – DISH) o bien a un
tumor benigno del tipo hemangioma, formado por proliferación de tejidos
vasculares en regiones esqueléticas sometidas a estrés, especularon los
científicos.
Sin dudas la del griposauro fue una vida peligrosa y para
rastrearla hoy se cuenta con la paleopatología, esto es “el estudio de las
patologías fosilizadas en los hallazgos óseos con las nuevas técnicas derivadas
de la medicina”, explicó el paleontólogo Bertozzo.
“La paleopatologia nos permite reconstruir un particular
momento de la vida de estos animales del pasado, sugiriendo hipótesis sobre su
comportamiento y su ecosistema”, concluyó Bertozzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario