Descubre cómo se produjo la extinción masiva hace 66
millones de años y las pruebas de qué puso fin a la era de los dinosaurios.
Numerosos fósiles de huesos, dientes, huellas y otras
pruebas sólidas han revelado que la Tierra fue el terreno de los dinosaurios
durante al menos 230 millones de años. Pero hasta ahora no se ha hallado ni un
solo resto de dinosaurio en rocas de antigüedad inferior a 66 millones de años.
En ese momento, cuando el Cretácico daba paso al Paleógeno, parece que los
dinosaurios no aviares dejaron de existir súbitamente.
También siguieron ese camino algunos reptiles marinos
temibles como el mosasaurio, el ictiosaurio y el plesiosaurio, así como los
reptiles voladores denominados pterosaurios. Los bosques antiguos parecen
haberse incendiado en gran parte del planeta. Y aunque algunos mamíferos, aves,
reptiles pequeños, peces y anfibios sobrevivieron, la diversidad de las formas
de vida restantes se desplomó de forma precipitada. En total, esta extinción
masiva se cobró tres cuartos de la vida en la Tierra.
DINOSAURIOS 101Más de mil especies de dinosaurios poblaron la Tierra. Te enseñamos cuáles eran los más grandes y pequeños, qué comían y cómo se comportaban, así como datos sorprendentes sobre su extinción.
Los paleontólogos se han esforzado mucho por desentrañar qué
ocurrió y las teorías de qué fue lo que acabó con los dinosaurios y el resto de
los habitantes del planeta en el Cretácico han oscilado de lo plausible a lo
disparatado. Por ahora, hay dos hipótesis principales que se debaten dentro de
la comunidad científica. ¿Fueron los dinosaurios víctimas de la violencia
extraplanetaria o de males intraplanetarios?
La muerte que llegó del cielo
Una de las teorías más famosas para explicar la extinción de
los dinosaurios es la hipótesis Álvarez, cuyo nombre se debe a Luis y Walter
Álvarez, padre e hijo. En 1980, este dúo científico postuló la idea de que un
meteorito del tamaño de una montaña colisionó en la Tierra hace 66 millones de
años y llenó la atmósfera de gas, polvo y desechos que alteraron el clima
drásticamente.
Su prueba fundamental es una cantidad extrañamente alta del
metal iridio en la capa Cretácico-Paleógeno o K-Pg, la zona geológica que
parece limitar las capas de roca conocidas que contenían fósiles de dinosaurios.
El iridio es relativamente inusual en la corteza terrestre, pero es más
abundante en los meteoritos, por eso los Álvarez llegaron a la conclusión de
que la extinción masiva fue provocada por un objeto extraterrestre. La teoría
cobró impulso cuando los científicos consiguieron vincular la extinción a un
enorme cráter de impacto en la costa de la península mexicana de Yucatán. Con
unos 150 kilómetros de diámetro, el cráter de Chicxulub parece tener el tamaño
y la antigüedad adecuados para dar cuenta de la extinción de los dinosaurios.
En 2016, un equipo científico excavó un testigo de roca de
la parte submarina del Chicxulub y extrajo una muestra que se extendía bajo el
fondo del mar. Esta rara muestra del vientre del cráter demostró que el impacto
habría sido lo bastante potente como para expulsar cantidades letales de roca
vaporizada y gases a la atmósfera, y que los efectos habrían persistido durante
años. Y en 2019, los paleontólogos que excavaban en Dakota del Norte
descubrieron una serie de fósiles muy cerca del límite K-Pg y obtuvieron los
restos de todo un ecosistema que existió poco antes de la extinción en masa. Lo
más revelador es que las capas que albergan fósiles contienen diminutos
fragmentos de vidrio denominados tectitas, probablemente gotas de roca fundida
expulsadas por el impacto, solidificadas en la atmósfera y que llovieron sobre
la Tierra.
Furia volcánica
Sin embargo, otros científicos mantienen que las pruebas del
impacto de un gran meteoro son inconcluyentes y que la culpable más probable
podría ser la misma Tierra.
Las antiguas escaleras del Decán, inundaciones basálticas de
la India, también parecen coincidir en el tiempo con el final del Cretácico,
con enormes coladas de lava que habrían expulsado hace entre 60 y 65 millones
de años. En la actualidad, la roca volcánica resultante cubre unos 500 000
kilómetros cuadrados en capas que en algunos lugares tienen un grosor de más de
1800 metros. Un fenómeno eruptivo tan vasto habría llenado el cielo de dióxido
de carbono y otros gases que habrían cambiado drásticamente el clima de la
Tierra.
Los partidarios de esta teoría apuntan a varias pistas que
sugieren que el vulcanismo encaja mejor en la teoría. Por ejemplo, algunos
estudios demuestran que la temperatura de la Tierra cambió incluso antes del
impacto propuesto. Otra investigación ha hallado pruebas de extinciones masivas
anteriores a hace 66 millones de años, con indicios de que los dinosaurios en
particular ya estaban experimentando una lenta decadencia en el Cretácico
Superior. Es más, la actividad volcánica es frecuente en este planeta y es una
culpable plausible de otras extinciones antiguas, mientras que los impactos de
meteoritos gigantes son mucho más insólitos. Sus partidarios sostienen que
tiene sentido si las erupciones volcánicas que se estaban produciendo fueron el
origen de las extinciones K-Pg en todo el planeta.
¿Por qué no ambas?
Cada vez más científicos que tratan de resolver este
misterio prehistórico ven margen para una combinación de ambas ideas. Es
posible que los dinosaurios fueran los receptores desafortunados de un doble
golpe geológico y que el vulcanismo hubiera debilitado los ecosistemas lo
suficiente como para volverlos vulnerables a un meteorito.
Pero esta idea depende mucho de la datación precisa de las
escaleras del Decán y del cráter de Chicxulub. En 2019, dos estudios
independientes analizaron muestras geológicas de la lava de las escaleras del
Decán y llegaron a conclusiones ligeramente diferentes. Un estudio sugería que
los volcanes desempeñaron un papel de apoyo en la extinción de los dinosaurios
al provocar una decadencia previa al impacto; el otro, que las erupciones se
produjeron después del impacto y podrían haber desempeñado un pequeño papel en
su fin.
Este debate podría seguir adelante durante años conforme los
científicos excaven pruebas nuevas y desarrollen técnicas novedosas para
comprender el pasado. Independientemente de si la culpable es una roca espacial
o la lava en abundancia, está claro que los expertos que estudian el último
aliento de los dinosaurios están revelando lecciones vitales sobre cómo afecta
el cambio climático a los habitantes de la Tierra.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en
nationalgeographic.com
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