El estudio fue protagonizado por paleontólogos del Conicet. Los investigadores notaron deformaciones en la superficie externa de algunos huesos a nivel macroscópico, especialmente en las vértebras caudales de ejemplares de "Elemgasem" y "Aucasaurus".
Reconstrucción de abelisáuridos. Ilustración: Alessio Ciaffi. Prensa Conicet |
El estudio, publicado en la revista BMC Ecology and Evolution, reveló nuevos detalles sobre las condiciones de salud de estos majestuosos reptiles extintos. En una primera fase de la investigación, los paleontólogos notaron deformaciones en la superficie externa de algunos huesos a nivel macroscópico, especialmente en las vértebras caudales de ejemplares de Elemgasem y Aucasaurus. Este hallazgo llevó a la hipótesis de posibles patologías, que condujo a los investigadores a analizar tanto la morfología externa como la estructura interna de estos especímenes.
En un ejemplar de "Aucasaurus garridoi" se encontró una enfermedad congénita de desarrollo, a pesar de la cual el animal pudo vivir muchos años sin afectaciones graves. Ilustración: Alessio Ciaffi |
Los resultados revelaron tres tipos distintos de patologías. El ejemplar de Aucasaurus presentaba una enfermedad congénita de desarrollo, que indicaba que este individuo nació con una malformación, pero, a pesar de ello, pudo vivir muchos años sin afectaciones graves. En el caso del Elemgasem, se diagnosticó espondiloartropatía o espondiloartritis, una enfermedad también presente en humanos, que provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación. El ejemplar de Quilmesaurus, por su parte, mostró signos de alguna patología que no pudo ser determinada con precisión, pero pareciera diferente de las detectadas en los otros dos abelisáuridos.
La última fase del estudio consistió en la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial, lo que permitió establecer la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos. Uno de los resultados más importantes fue poder establecer, a partir del análisis estadístico, correlaciones entre algunas enfermedades y el estilo de vida de estos depredadores activos en el pasado. Entre otros resultados, se encontró que algunos grupos de dinosaurios terópodos, como los tiranosáuridos, presentaban marcas de mordiscos con infecciones, lo que hace suponer que estos depredadores poseían una conducta social intraespecífica muy agresiva. En otros casos, como en los alosáuridos, la elevada presencia de fracturas en los huesos de las extremidades posteriores indicaría un estilo de vida activo.
Mattia Baiano realiza trabajo de campo. Foto: gentileza investigadores |
Los investigadores destacan que estudiar las enfermedades de los dinosaurios podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales.
Fuente: Prensa Conicet
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