Cada vez son más los fósiles de Tyrannosaurus rex que desaparecen de la investigación científica para acabar en colecciones privadas de multimillonarios. Lo que parece una moda entre élites podría estar cambiando la historia de la paleontología para siempre. Descubre por qué los expertos están tan alarmados.
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Más huesos en manos privadas que en museos
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Los coleccionistas privados están adquiriendo esqueletos y cráneos completos por sumas millonarias, desplazando a los museos en las subastas. Carr publicó sus hallazgos en la revista Palaeontologia Electronica, revelando que solo el 11% de los fósiles recolectados comercialmente terminan en museos o colecciones públicas. La mayoría de estos tesoros paleontológicos terminan fuera del alcance de la investigación científica.
El impacto silencioso en la ciencia
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Lo más preocupante, según Carr, es la escasez de fósiles juveniles disponibles para su estudio. Comprender las primeras etapas de crecimiento del T. rex ya era difícil por la poca evidencia disponible, y ahora, esa ventana se está cerrando aún más por intereses comerciales.
El mercado del lujo también colecciona dinosaurios
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Carr espera que su trabajo inspire a otros investigadores a cuantificar y publicar cuántos ejemplares de sus propias especies de estudio están siendo absorbidos por el mercado privado. Según sus palabras, la paleontología necesita reaccionar ante esta tendencia antes de que se pierdan más piezas fundamentales del pasado.
Una comunidad científica dividida
Las reacciones entre los expertos no se hicieron esperar. Thomas Holtz, paleontólogo de la Universidad de Maryland, coincide en la preocupación: los fósiles juveniles que podrían ayudar a entender cómo evolucionaba el T. rex durante su crecimiento están desapareciendo del ámbito científico.
Por otro lado, David Hone, zoólogo en la Queen Mary University de Londres, considera que el comercio de fósiles de T. rex no es lo más alarmante. Si bien prefiere ver más ejemplares en museos, le preocupan más los fósiles que se comercian ilegalmente desde países como Brasil o Mongolia.
El debate está abierto, pero el hecho es innegable: mientras los millonarios compran piezas del pasado, los científicos ven cómo su campo de estudio se desvanece poco a poco. ¿Es este el precio que estamos dispuestos a pagar por convertir la prehistoria en un objeto de lujo?
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