Se conservan fósiles originales y réplicas a tamaño real.
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| Getty Images. Una niña mirando el cráneo de un T-rex en un museo. |
Estamos hablando de Salas de los Infantes, un pueblo serrano con menos de 2.000 habitantes ubicado a poco menos de una hora de Burgos capital, que se ha convertido en referencia para aficionados a la paleontología y familias en busca de planes distintos. Entre sus calles de piedra y el pinar de la Sierra de la Demanda, el municipio ofrece un recorrido que mezcla naturaleza, ciencia y patrimonio local.
Uno de sus grandes atractivos es el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes, un centro dedicado a la investigación y la divulgación del rico patrimonio paleontológico de la zona. La sala reúne fósiles originales, réplicas a tamaño real y reconstrucciones que ayudan a entender cómo era la fauna y la flora durante el Cretácico. El museo, gestionado en colaboración con la Fundación Dinosaurios en Castilla y León, también dispone de almacenes y laboratorios donde se preparan las piezas halladas en las campañas de excavación.
Un paraíso del Cretácico
El municipio forma parte del entorno del Parque Natural de las Lagunas Glaciares de Neila, una zona de belleza natural que combina bosques, montes y yacimientos de incalculable valor científico. En lugares como Costalomo se han documentado más de 200 icnitas distribuidas en múltiples rastros de terópodos, saurópodos y ornitópodos. En otros yacimientos como La Pedraja o Las Sereas también se pueden observar huellas fósiles perfectamente conservadas.
Ahora bien, la investigación no se limita a mostrar piezas en vitrinas, sino que la Fundación Dinosaurios impulsa campañas de excavación y programas educativos que atraen a estudiantes, voluntarios y científicos. Según recoge la web de la entidad, en los últimos años se han incluido convocatorias de excavaciones estivales y la coordinación de proyectos con financiación europea para crear redes de museos paleontológicos.
Más allá de sus dinosaurios, el pueblo conserva elementos de interés histórico como la iglesia de Santa María y el Puente Romano sobre el río Arlanza, además de una oferta gastronómica de raíz castellana que completa la experiencia. Entre huellas de gigantes prehistóricos, museos con piezas únicas y rutas por lagunas glaciares, esta villa burgalesa ofrece un fin de semana que combina emoción, aprendizaje y paisaje.

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