jueves, 7 de mayo de 2015

El pájaro más viejo del mundo

  • Dos fósiles hallados en China retrasan el origen de las aves en seis millones años más de lo que se creía
JAVIER SAMPEDRO


Reconstrucción del 'Archaeornithura meemannae', que vivió en el cretácico temprano.
ZONGDA ZHANG
















En las descomunales escalas del tiempo geológico –referidas a un planeta de 4.500 millones de años—, retrasar el origen de las aves en seis millones de años puede parecer una menudencia, pero ese es justo el lapso que nos ha llevado a los humanos distinguirnos de algo parecido a un chimpancé, lo que no es exactamente un detalle sin importancia. Dos fósiles hallados en China acaban de revelar que los pájaros propiamente dichos son seis millones de años más antiguos de lo que se creía: se remontan a los albores del cretácico, la era de los grandes dinosaurios carnívoros que suelen salir en las películas.

Los dos fósiles definen la nueva especie Archaeornithura meemannae (en la ilustración), una curiosa ave zancuda que, provisionalmente al menos, debe considerarse el pájaro más viejo del mundo. Pertenece a la familia de los Ornithuromorpha, o Euornithes (aves verdaderas), que incluye el más reciente ancestro común de todas las aves modernas. Ming Wang y sus colegas de la Academia China de Ciencias en Pekín presentan su hallazgo en Nature Communications 

Pertenece a la familia de los Ornithuromorpha, o Euornithes (aves verdaderas), que incluye el más reciente ancestro común de todas las aves modernas

En aquella época, sin embargo, los Ornithuromorpha no eran las únicas aves. Compartían el cielo cretácico con otra gran familia, los Enantiornithes, o “pájaros opuestos”, porque su escápula y otros huesos tienen la orientación invertida respecto a los Ornithuromorpha y a todas las aves actuales. También debían ser más agresivos, porque tenían dientes en el pico y garras en las alas. Pero, curiosamente, se extinguieron todos al mismo tiempo que los dinosaurios, hace 66 millones de años.

Esa gran extinción, asociada al impacto de un meteorito gigantesco y una orgía de erupciones volcánicas, marca el final del cretácico y el origen de un nuevo mundo en que los mamíferos empezamos a dominar la tierra firme. La extinción masiva no solo barrió del mapa a los dinosaurios y a las aves con dientes, sino también a la mitad de las demás especies vivas de la época, en uno de los episodios geológicos más violentos de la historia del planeta.

Debían ser más agresivos, porque tenían dientes en el pico y garras en las alas. Pero, curiosamente, se extinguieron todos al mismo tiempo que los dinosaurios, hace 66 millones de años

Pero el recién descubierto Archaeornithura meemannae es muy anterior a todo eso, y ha podido datarse en 131 millones de años atrás, en el cretácico temprano. Es una época de la que han quedado muy pocos especímenes de pájaros fósiles, y en la que cada nuevo hallazgo arroja por tanto una luz fresca sobre los albores evolutivos de las aves modernas. Todas las aves, actuales o extintas, evolucionaron a partir de los dinosaurios en la era anterior, el jurásico.

Los dos fósiles han sido desenterrados en la cuenca de Sichaku, en Hebei, noreste de China. Su excelente estado permite observar el plumaje casi completo, y sus adaptaciones aerodinámicas al vuelo. Seguramente era un ave acuática zancuda, según indican la longitud y la ausencia de plumas en el segmento superior de la pata (tibiotarso, en la jerga). Las plumas ahí no dificultan el vuelo, pero sí los largos paseos por las aguas someras en busca del desayuno.

miércoles, 6 de mayo de 2015

XII ESCUELA DE FÚTBOL MUNICIPAL FUNDACION DINOSAURIOS CYL SALAS DE LOS INFANTES 2015

Debido a las inclemencias del tiempo, la foto inaugural fue tomada en el polideportivo.














El lunes 4 de mayo del 2015 se abrió el telón de la XII Escuela de Fútbol Municipal. La inauguración estuvo presidida por la alcaldesa y varios miembros de la comisión de deportes del Ayuntamiento de Salas de los Infantes que dieron la bienvenida a todos los inscritos. La escuela de fútbol municipal cuenta otro año con la Fundación para el Estudio de los Dinosaurios en Castilla y León como patrocinador, y con los siguientes colaboradores Instituto Provincial para el Deporte y la Juventud, Instalaciones Alonso y Caja Viva Caja Rural de Burgos. Todas estas entidades entienden al igual que el Ayuntamiento de Salas de los Infantes el deporte como un componente muy importante a nivel social y educativo y por ello se han querido implicar nuevamente en este proyecto deportivo de gran repercusión en nuestra localidad y comarca.  La Escuela de Fútbol Municipal Fundación Dinosaurios CYL de Salas de los Infantes se desarrollará desde el 4 de mayo al 24 de junio del 2015 en la localidad de Salas de los Infantes en el campo de fútbol Municipal de San Isidro. Esta Escuela de Fútbol está organizada por el Excmo. Ayuntamiento de Salas de los Infantes.

La Escuela de Fútbol Municipal Fundación dinosaurios CYL de Salas de los Infantes cuenta con un total de 82 jugadores desde los 6 años a los 16 años,  distribuidos en 8 equipos de diferentes categorías (2 equipos prebenjamines masculino, 2 equipos benjamines masculinos, 1 equipo alevín femenino, 1 equipo alevín masculino, 1 equipo infantil masculino y 1 equipo cadete femenino). Cada equipo estará dirigido por monitores profesionales con estudios de diplomatura de educación física, módulo de actividades físicas organizadas, entrenadores territoriales de fútbol o amplia experiencia como jugadores en diferentes equipos de fútbol. 

Los jugadores inscritos a esta Escuela de Fútbol son de Salas de los Infantes y de varias localidades cercanas a Salas de los Infantes (Hacinas, Pinilla de los Barruecos, Vilviestre del Pinar) y Burgos.

El sistema de organización de la Escuela será:

A- Entrenamientos: cada equipo entrenará 2 días semanales de una hora y media cada día con su monitor correspondiente, en el campo de fútbol municipal de San Isidro. La categoría prebenjamín solo entrenará 1 día a la semana.

B- Competiciones: durante los meses de mayo y junio los equipos de la Escuela de Fútbol Municipal de Salas de los Infantes participarán en diferentes competiciones en la provincia de Burgos y Soria:

1º- XI Torneo de fútbol 7 en Navaleno: 16 de mayo (sábado)
2º- Torneo de fútbol 7 en Lerma: 23 de mayo (sábado)
    - Torneo de fútbol 7 en San Leonardo: 23 de mayo (sábado)
3º- XVII Torneo de fútbol 7 en Salas de los Infantes: 30 y 31 de mayo (Sábado y domingo)
4º- Torneo de fútbol 7 en Quintanadueñas: 6 de junio (sábado)
5º- Torneo de fútbol 7 en Quintanar de la Sierra: 6 de junio (sábado)
6º- Torneo de fútbol 7 en Villarcayo: 13 de junio (sábado)
7º- Torneo de fútbol 7 en Roa de Duero: 13 de junio (sábado)
8º- Torneo de fútbol 7 en el Burgo de Osma (Soria): 13 de junio (sábado)
9º- Torneo de fútbol 7 en Castrojeriz: 21 de junio (domingo)
10º- Clausura de la Escuela de Fútbol Fundación Dinosaurios CyL de Salas: 24 de junio (miércoles)

martes, 5 de mayo de 2015

XII CONCURSO DE POSTALES DEL MUSEO DE DINOSAURIOS

Os recordamos que, tenéis hasta el viernes 15 de mayo, para enviarnos vuestras postales



Podrán participar en este concurso, con uno o más trabajos, todas las personas que lo deseen, admitiéndose únicamente bocetos originales, inéditos y no premiados en ningún otro concurso, con ilustraciones de motivos paleontológicos (relacionados con los dinosaurios) o arqueológicos.

Cada concursante podrá entregar hasta un máximo de 5 bocetos.

Se establecen tres categorías de participación:
  • Modalidad A: personas de menos de 15 años de edad.
  • Modalidad B: personas de 15 años de edad en adelante.
  • Modalidad C: personas con discapacidad.
Bases (pincha aquí)

GEOLODÍA 2015

La Sociedad Geológica de España nos anima a que este próximo fin de semana celebremos el Geolodía 2015. 


Un año más, nos disponemos a celebrar el Geolodía. Será el próximo fin de semana 9 y 10 de Mayo. Esta actividad de divulgación de la Geología en el campo será posible gracias al trabajo desinteresado de más de 400 geólog@s, que se harán cargo de la organización de 55 excursiones repartidas a lo largo de todo el territorio penínsular e insular. 

Cartel y excursión de la provincia de Burgos












Desde la SGE os animamos a que entréis en http://www.sociedadgeologica.es/divulgacion_geolodia_activ2015.html donde tenéis la información de estas excursiones, y poder asi participar en una u otra actividad. En la tabla, si "pincháis" sobre la provincia, os podréis descargar el cartel anunciador de la actividad. Si "pincháis" sobre el título de la excursión, tendréis acceso a la guía de la excursión.

Os adjuntamos el dossier de prensa que hemos preparado, con el ruego de que difundais según vuestras posibilidades, recordando que uno de los objetivos del Geolodía es que el gran público conozca y aprecie la Geología y el trabajo de los geólog@s. Esta edición Geolodía ha traspasado fronteras, ya que habrá una excursión en el Principado de Andorra y el Dia do Geólogo de Portugal se hará coincidir con la celebración del Geolodía. También como novedad de este año, en reconocimiento de su interés divulgativo y su impacto social, Geolodía 15 ha sido seleccionada como una de las actividades que promueve la Comisión Europea dentro de la Semana Verde (Green Week 2015), http://www2.greenweek2015.eu/content/map-satellite-events.

¡Esperemos que el tiempo nos acompañe este fin de semana, y que el Geolodía 15 sea una año más un éxito de participación!

Un saludo,
Marcos Aurell
Presidente de la SGE

Atapuerca y los dinosaurios

  • Una parte de la inmensa riqueza paleontológica de Castilla y León puede descubrirse a lo largo de una serie de rutas por las provincias de Burgos y Soria

  • Las provincias de Burgos y Soria acogen una nutrida representación de yacimientos de icnitas (huellas fósiles) de dinosaurios.

elnortedecastilla.es


El trabajo, o la ilusión, de conocer la riqueza paleontológica de Castilla y León puede convertirse en una atractiva excursión por diferentes rutas que pueden tener como punto de partida el yacimientoburgalés de Atapuerca y concluir en el interior de la provincia de Soria.

Una de ellas comienza en Burgos y tomando la N-I llegaremos a Olmos de Atapuerca donde se encuentra el Centro de Recepción de Visitantes que organiza visitas guiadas por los yacimientos. Desde allí, nos dirigimos a Atapuerca donde se podrá admirar el Parque Paleontológico. La otra posibilidad es, saliendo también de Burgos, coger la N-120 hacia Ibeas de Juarros, donde se puede visitar el aula arqueológica ‘Emiliano Aguirre’ y la sede de la Fundación Atapuerca. Desde la localidad se realizan visitas guiadas por los yacimientos de la sierra de Atapuerca en autobús, con el fin de preservar el entorno

  • En la provincia burgalesa la mayor parte se localiza en el sureste. La ruta comienza en Mambrillas de Lara, con los yacimientos de La Pedraja y Las Sereas. El recorrido continúa por Salas de los Infantes, donde se encuentra el Museo de Dinosaurios que exhibe restos óseos de dinosaurios que, probablemente, dejaron estas huellas. A 4 kilómetros de la localidad, por la carretera CL-117, nos encontramos con el yacimiento de Costalomo. El recorrido concluye en Regumiel de la Sierra, donde se encuentra el yacimiento de El Frontal y donde hay registradas un total de 86 icnitas agrupadas en ocho rastros y marcas aisladas. Todos estos yacimientos están declarados Bien de Interés Cultural. (Ver Ruta Tierra de Dinosaurios)

Tres son las rutas diseñadas en Soria para el conocimiento de los yacimientos de icnitas que allí se asientan. Una de ellas se encuentra en la zona Este de la provincia, atravesando la carretera SO-630, desde Villar del Río hasta Fuentes de Magaña. En la localidad de partida se encuentra el Aula Paleontológica de la Diputación de Soria, centro de recepción de visitantes de la ruta de icnitas por tierras sorianas. Desde Villar del Río nos dirigimos hacia Fuentesalvo para ver huellas de dinosaurios terópodos. Muy cerca, en San Pedro Manrique, se ubica el parque de aventuras Cretácico, un espacio exterior de aventuras tematizado en torno a las huellas de los dinosaurios y otros reptiles. Desde allí nos dirigiremos a Ventosa de San Pedro, para ver el yacimiento de San Roque. A continuación, seguiremos hasta Matasejún, donde está el yacimiento de Las Aldoberas. La ruta finaliza en Fuentes de Magaña.

Icnitas (huellas fósiles), en / el Yacimiento de San Roque
La segunda ruta de la que podremos disfrutar también tiene como punto de partida Villar del Río hasta Los Campos, pasando por Santa Cruz de Yanguas. Desde Villar del Río cogemos el camino hacia Bretún, donde se encuentra el yacimiento La Matecasa y Fuente Lacorte. Desde allí nos dirigiremos a la Santa Cruz de Yanguas. Más adelante, en Los Turnos, podremos ver huellas de terópodos, ornitópodos y de pterosaurios. Estos últimos podían medir de un metro a 12 metros con las alas desplegadas.

Desde Los Tornos podemos seguir camino a Los Campos para visitar el yacimiento de Salgar de Sillas, donde destaca las 17 icnitas de hasta un metro de diámetro, correspondientes a un gran animal de unos 20 metros de longitud.

La tercera y última ruta discurre por la Dehesa del Gallinero y El Royo, la primera se encuentra en Almarza, pudiéndose ir al pueblo o en vehículo. En el yacimiento se podrán ver huellas de ornitópodos y terópodos que eran depredadores carnívoros y omnívoros, de aspecto feroz, que vivieron en el Triásico Superior y Cretácico Superior. Para terminar, en la localidad de El Royo se encuentra el yacimiento que lleva su mismo nombre, al que se puede acceder en vehículo o a pie, siendo una ruta apta para todas las edades. En ella, el visitante podrá contemplar diversas huellas de ornitópodos y terópodos.


sábado, 2 de mayo de 2015

La Fundación Dinópolis colabora en la XLVII Feria Nacional del Sello

La Fundación Dinópolis vuelve a Madrid después de que la semana pasada y estuviera con una exposición sobre dinosaurios turolenses en el Museo Nacional de Ciencia Naturales


diariodeteruel.com






















La Fundación Dinópolis vuelve a Madrid después de que la semana pasada ya estuviera con una exposición sobre los dinosaurios turolenses en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Ahora lo hace para participar en la XLVII Feria Nacional del Sello que se celebrará del 7 al 10 de mayo. La institución científica turolense se ha convertido ya en un referente de todo lo que tenga que ver con los grandes reptiles que poblaron la Tierra durante el Mesozoico.

El paleontólogo turolense Luis Alcalá, director gerente de la Fundación Dinópolis, será uno de los encargados de presentar cuatro nuevos sellos que con motivo de la feria se han dedicado a los dinosaurios. De hecho, el cartel de esta importante cita para los filatélicos está protagonizado por estos grandes reptiles del pasado.

Correos y la Sepi informaron ayer de que el subsecretario de Fomento, Mario Garcés San Agustín, y el presidente de Correos, Javier Cuesta Nuin, junto al director gerente de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, el doctor Luis Alcalá presentarán, a las 10,30 horas del día 7, los sellos dedicados a los dinosaurios.

Se trata de una serie de cuatro estampillas dedicadas a los dinosaurios con novedosas técnicas de impresión, como fosforescencia en los sellos, textura de escamas y 3D.

Todos los sellos tienen Realidad Aumentada (RA) lo que permite mediante la utilización de móvil ver una animación y un vídeo sobre el mundo de los dinosaurios.

Posteriormente, a las 11,00 horas de ese día, será inaugurada la Feria Nacional del Sello por el presidente de Correos, Javier Cuesta Nuin, el director de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, Jaime Sánchez Revenga, y el presidente de ANFIL (Asociación Nacional de Empresarios de Filatelia y Numismática de España), Mario Mirman Castillo.

Plaza Mayor

En esta edición la temática principal de la Feria está relacionada con el mundo de los dinosaurios, con la intención de atraer a la plaza Mayor de la capital de España a un público infantil y juvenil además de a los interesados en la filatelia, y por supuesto a todo el público que tiene interés por conocer más sobre la historia de la vida en nuestro planeta.

No hay que olvidar que frente a la imagen de los dinosaurios como seres torpes y antediluvianos, dominaron los ecosistemas terrestres del planeta durante más de 150 millones de años. Teruel es uno de los territorios más ricos del mundo en fósiles de dinosaurios, de ahí la presencia que va a tener la Fundación Dinópolis durante estos días en la tradicional feria del sello.

Correos desarrollará distintas actividades para los más jóvenes en un complejo interactivo que reproduce el entorno de los dinosaurios.

Se podrá estampar en el mismo un matasellos gigante sobre un póster, fotografiarse en ese ambiente con esculturas de dinosaurios o a través de una webcam colocar tu rostro dentro de una imagen de Don Quijote o de un dinosaurio, quedando impresa en un ficticio sello.

Dinosaurios y filatelia

También será posible construir un puzzle gigante con los sellos de este año y algún boceto de los del año 2016; o ver el efecto de un holograma filatélico de uno de los sellos de dinosaurios.

Y además, según informó ayer Correos se podrá disfrutar de las colecciones filatélicas sobre este tema. También se podrán ver en la feria los fósiles con materiales cedidos por las diferentes organizaciones que colaboran con este importantísimo encuentro filatélico.

Los mejores embajadores

Una vez más con la presencia de la Fundación Dinópolis en la Feria Nacional del Sello que se celebrará la próxima semana en Madrid, se pone de manifiesto que los dinosaurios se han convertido en los mayores embajadores de la provincia de Teruel en el exterior. Los dinosaurios turolenses a través de la institución científica que está realizando importantes hallazgos paleontológicos en la provincia, volverá a mostrar a los madrileños la riqueza de estas tierras, convirtiéndose así también en un importante reclamo turístico, en uno de los puntos de mayor procedencia de visitantes que tiene el parque paleontológico. Más allá de la importante labor científica que desarrolla, la Fundación se ha convertido ya de forma incuestionable en un vehículo para atraer turistas a la provincia.

viernes, 1 de mayo de 2015

Patagonia: tierra de gigantes

Descubren el fósil de dinosaurios más imponente que habitó la tierra


Román García Mora
















Por: Federico Kukso


Ring, ring, ring! El ruido escala como quien trepa una montaña con descaro. Al rato, descansa y vuelve a embestir.

Ni bien se despereza el día, en aquel instante aún sin nombre en el que la luz repentinamente se extingue y se transforma en otra cosa, o durante los tramos más profundos de la noche, un estallido sonoro irrumpe en el silencio solemne que inunda cada rincón del Museo Paleontológico Egidio Feruglio (MEF). En cualquier momento y empujado por la irreverencia con la que emerge un antojo, un teléfono suena aquí, en la ciudad de Trelew, en el corazón de la Patagonia argentina, y con su insistencia altera la calma que reina en las salas y los pasillos de este mausoleo científico donde pasado y presente se funden en un tiempo nuevo.

Hasta el esqueleto del carnívoro Tyrannotitan chubutensis, que domina el salón central del edificio con sus dientes aún afilados, o las reconstrucciones de un Eoraptor, un Piatnitzkysaurus floresi y demás dinosaurios, erguidos con elegancia y orgullo, quieren saber de qué se trata. A qué se debe tanto alboroto extinguido abruptamente en cada ocasión por un hombre que, luego de atender con un movimiento automático, robótico, vuelca en un cuaderno unas palabras que solo él entiende y, con el mismo desparpajo con el que alzó el auricular, lo despega de su oreja y de pronto cuelga.

Los investigadores del lugar —aquellos que entran y salen de los laboratorios que anidan también en el museo, entre maquetas, carteles y la infaltable tienda de regalos— las conocen bien. Se refieren a ellas como “denuncias”. Llamadas furtivas que provienen de cada esquina de la región: de estancias y campos desparramados a lo largo y ancho del extremo más austral del continente americano, un territorio hostil de 787,800 kilómetros cuadrados que abarca las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego, la Antártida y las islas del Atlántico Sur.

Desde allí, toda clase de personas —niños, adultos, ancianos— levantan el teléfono, marcan el número del museo y cuentan lo que sus ojos ven: una astilla, un pedazo de hueso que sobresale con desdén de la tierra yerma, baldía, interminable y feroz que conforma el  desierto patagónico.

En 2011 un peón rural llamado Aurelio Hernández, que paseaba a caballo por la estancia La Flecha —ubicada a 260 kilómetros de Trelew y a más de 1,300 kilómetros de Buenos Aires—, vio que emergía del suelo algo extraño, algo que no debía estar allí pero aun así estaba, desafiante: un hueso solitario, con forma de caracú, distinto de los que dejan los animales que habitan la zona luego de despedirse de este mundo. De inmediato, se lo mostró a Óscar Mayo, uno de los dueños de la estancia conocido por tener un ojo entrenado en los asuntos paleontológicos y quien no tardó en alertar a los investigadores.

—Esta tierra tiene magia —repite como un mantra su hermana Alba desde hace décadas—. Aquí hay más fósiles que ovejas. No se equivoca. En el patio trasero de su casa dormía uno de los dinosaurios más grandes del mundo.

Un regalo de Navidad

Excepto por la península Valdés —un trozo de tierra con forma de riñón proclamado Patrimonio Natural de la Humanidad en 1999 y que de septiembre a enero se llena de españoles, italianos y ballenas en celo—, la provincia de Chubut no figura entre los principales destinos de la Patagonia. José Luis Carballido lo sabe y lo agradece. Al momento de planificar una nueva campaña científica al campo, este paleontólogo de 36 años no tiene que pensar cómo y dónde esquivar avalanchas de turistas cargados con un arsenal de cámaras fotográficas y la gula de querer retratar absolutamente todo. Cada verano (es decir, cada diciembre, en el hemisferio sur), este joven investigador del MEF simplemente pone sobre la mesa las opciones: examina cada denuncia con cuidado. Y decide.

Así ocurrió a fines de diciembre de 2012. Luego de estudiar cuatro opciones tentadoras, se inclinó por el enigmático dato proveniente de la estancia La Flecha.
—Vamos a ver de qué se trata —le dijo Carballido la mañana de un 24 de diciembre a su colega Pablo Puerta, jefe del Departamento Técnico del museo, quien, sin pensarlo dos veces, trepó a su camioneta y con su hijo de 10 años y un pequeño amigo emprendieron el viaje.

Tras un largo recorrido, los cuatro —bañados en sudor y adormecidos por el calor sofocante— arribaron al lugar. Empezaron a caminar en medio de esa inmensa nada, a rastrillar con la mirada —y con cinceles, cepillos y martillos— los detalles minúsculos, las inflexiones microscópicas, los gestos imperceptibles de la tierra. Hasta que la paciencia dio frutos. A las cinco de la tarde recibieron su primer regalo de Navidad: un pedacito de hueso asomaba en el suelo. Como si los estuviera esperando. No se imaginaron en ese momento que se trataba de la punta de un fémur de 2.40 metros de largo.

A los pocos minutos, otro hallazgo: un trozo de lo que parecía una vértebra, una que, saben bien los paleontólogos, solo poseían los miembros de una especie particular —y monumental— de dinosaurios. Entonces, en ese preciso instante, José Luis Carballido, invadido por la emoción, lo supo: ahí, debajo de sus pies, cubierto por un manto delgado de tierra y de silencio, yacía un titanosaurio.

Sin embargo, no había mucho más que hacer. Así que taparon todo con un nailon y prometieron volver para reencontrarse con los restos escondidos en las rocas de aquel dinosaurio cuadrúpedo de cuello largo, cabeza pequeña, ancha y alargada, uno de los animales terrestres más grandes que han existido. Había que esperar y tener paciencia. Durante los festejos de fin de año y los primeros días de 2013, este científico no dejó de pensar y soñar con los tesoros que allí habría. Era su revancha: durante una campaña realizada varios meses antes, a 40 kilómetros de aquel sitio, había encontrado —junto a un grupo de colegas— solamente dos huesos sucios, astillados, inservibles.

Pasado el mediodía del 8 de enero de 2013, José Luis Carballido estaba ahí de nuevo. En esta ocasión acompañado por una caballería científica formada por los paleontólogos Diego Pol, Leonardo Salgado, Ignacio Cerda, Alejandro Otero y Alberto Garrido, cada uno aprovisionado de cantimploras, picos, palas, martillos neumáticos, tiendas de dormir, protector solar, gorras y, por supuesto, papel higiénico. Y entonces, bajo unos ardientes 40 grados, se pusieron a excavar, a limpiar, y a reír. Cada vez que extraían rocas con las palas y descendían un centímetro en esa tierra estéril parecía como si dieran un paso más allá de un mundo ajeno al suyo.

La alegría flotaba en el aire como un perfume. Solo ellos sabían todo lo que encerraba lo que estaban haciendo. Nadie había visto lo que los ojos bien abiertos de estos paleontólogos veían.

En solo un día, dieron con el hueso de una cadera, tres vértebras de una cola y de la espalda y un fémur de unos 600 kilos. A la hora de medir, la cinta métrica les quedó chica: aquel hueso fosilizado que tenían frente a sus ojos era demasiado grande. No se trataba de un titanosaurio más, como el Argentinosaurus —descubierto en 1987 en la provincia de Neuquén—, como el Puertasaurus, hallado en Santa Cruz, o como el Andesaurus, descrito en 1991 por el prócer de la paleontología argentina: José Bonaparte. Era una bestia prehistórica distinta, el dinosaurio más grande que se había conocido hasta entonces. Y como tal fue recibido: con champán. Nadie recuerda quién llevó la botella ni de dónde apareció. Cuando estos paleontólogos —y amigos— se dieron cuenta de lo que habían encontrado, se abrazaron bajo el manto festivo de un brindis.

Las joyas de la tierra

Hasta el momento, los paleontólogos del MEF han realizado ocho agotadoras campañas en las que científicos, estudiantes y voluntarios se alternaron para, además de trabajar, cocinar guisos, asados, pizzas, ñoquis y pan casero con la ayuda de hornos portátiles, en un ambiente en el que durante el día el sol quema y durante la noche los vientos helados cruzan los campos a gran velocidad, sin compasión. En total, llegaron a ser unos 30 curiosos empeñados —en una lenta pero sostenida coreografía de movimientos— en extraer de las profundidades de la tierra y del olvido los restos de un animal de una belleza extraordinaria, condenado a no volver nunca a recorrer por sus propios medios la superficie.

Cuando pensaban que la sorpresa ya se extinguía, aparecían más fósiles. Y más, despojos indiferentes a todo lo que sucedía en el mundo, que se levantaba sobre ellos durante unos 90 millones de años. Cada vez que un trozo de roca dejaba al desnudo un resto de dinosaurio nuevo, la cara de los científicos se transformaba.

—Por ahora tenemos unos 200 fósiles de, al menos, siete bichos adultos que murieron en el lugar —revela Carballido quien, irónicamente, hace unos años viajó a Alemania a estudiar al saurópodo más pequeño conocido, el Europasaurus—. Los restos están prácticamente intactos, algo que no se ve con frecuencia. De hecho, los fósiles de titanosaurios son escasos y fragmentarios.

Según pudieron calcular los investigadores, estos descomunales animales, altos como un edificio de siete pisos, habrían alcanzado los 40 metros de largo desde la cabeza hasta la cola —tanto como dos camiones con acoplado, uno detrás de otro—, cinco centímetros más que el Argentinosaurus. Probablemente, llegaban a pesar unas 77 toneladas, algo así como 14 elefantes africanos juntos.

—Sus excrementos eran también monumentales —especula Carballido—. Un elefante pesa cinco toneladas y come 300 kilos de plantas por día. Es difícil, entonces, imaginar los desechos que dejaba un animal que también comía plantas incansablemente pero que pesaba 70,000 kilos. No quiero imaginar cómo copulaban. Evidentemente, se las ingeniaban porque de lo contrario nunca hubieran llegado a ser lo que fueron.

De sus montañas de excrementos y de su grandeza biológica nos separan no tanto las distancias sino el tiempo. Embajadores de una época remota, antiguos reyes de la Tierra, ciudadanos de un mundo joven y aún virgen de la plaga humana, habrían vivido durante el periodo Cretácico superior, cuando Sudamérica era una gran isla habitada por una fauna particular de dinosaurios, que evolucionaba de forma independiente a la del resto del mundo. En lo que hoy conocemos como la Patagonia imperaba un clima húmedo y una vegetación densa con frondosos bosques con árboles de unos 15 metros de alto de los que se alimentaban estos animales herbívoros.

Crecer para sobrevivir

Sus descomunales tallas no respondían a un capricho. Eran más bien consecuencia de una inteligente estrategia de supervivencia.

—Suponemos que cuanto más grandes eran estos animales para los depredadores resultaba energéticamente más costoso y riesgoso atacarlos —cuenta Carballido—. Lo que sabemos cuando uno mira un ecosistema actual es que a los animales más grandes, como los elefantes, cuando alcanzan un tamaño adulto no los mata nadie, se vuelven inmunes. A no ser que estén enfermos o casi muertos. Al ser más difíciles de depredar, los ejemplares enormes van dejando mayor descendencia.

A lo que sí no eran inmunes estos dinosaurios era, obviamente, a la muerte. Este linaje de gigantes fue incapaz de adaptarse a los abruptos cambios en el ambiente y se extinguió muchos millones de años antes de la llegada del famoso meteorito.

En el caso de los siete ejemplares de esta especie de dinosaurios, aún no bautizada científicamente, la muerte los sorprendió en el mismo lugar pero en distintos momentos. Eso se concluye al observar con atención el yacimiento: en él, hay un nivel inferior y otro superior, separado por un metro y medio. Lo que indica que los siete ejemplares no murieron justo en el mismo instante. Por alguna razón, en dos o tres momentos distintos del tiempo, quizá separados pocos años de diferencia, estos animales volvían al lugar y allí morían.

—Pensamos que durante los periodos de sequía concurrían en manada a pequeños charcos de agua a beber en una zona del valle con un río, y quizá algunos morían por deshidratación o porque pisaban el terreno fangoso y quedaban atrapados —cuenta el paleontólogo Alejandro Otero de la Universidad Nacional de La Plata y miembro del equipo—.  La acumulación de los cuerpos de estos animales pudo ser un festín para otros dinosaurios carroñeros de gran tamaño como el Tyrannotitan chubutensis, de los que también encontramos unos 60 dientes. Suponemos que se les rompían al morder la dura piel y carne de estos gigantes.

Los investigadores del MEF saben que en este sitio les queda mucho trabajo por delante, toda una caja de sorpresas: al menos tres años de trabajo de campo en los que esperan encontrar, con excavadoras y grúas hidráulicas, nuevos tesoros. En especial, una pieza que les falta: un cráneo. En unos seis o siete años tendrán los resultados finales con descripciones detalladas de la anatomía de esta curiosa especie. Para entonces, esperan haberle asignado un nombre.

—Aún no lo tenemos decidido —confiesa Carballido—. Queremos dedicárselo a los dueños del campo, la familia Mayo, que nos dieron aviso y nos dan la bienvenida todas las campañas. Y también hacer referencia a su magnificencia y a las características de la región.

Más que un cementerio de gigantes, todo un paraíso para los paleontólogos donde fueron encontrados los tres mayores dinosaurios del mundo y en el que, como no se cansa de señalar el paleontólogo Sebastián Apesteguía, confluyen tres factores que facilitan los hallazgos. Primero: el 70% del territorio argentino es un semidesierto, lo que hace que, al no haber cobertura vegetal, los fósiles sean muy fáciles de detectar en la superficie. Segundo: la ayuda de la cordillera de los Andes que con los años se levantó de tal modo que las rocas que estaban en las profundidades quedaron expuestas. Y tercero: 200 años de tradición de investigación paleontológica en vertebrados hecha por científicos locales.

Ni Lionel Messi ni el papa Francisco: los verdaderos embajadores de este rincón del mundo son los dinosaurios y el eco fosilizado de un mundo temporalmente distante. Una grandeza extinguida pero aún presente.

Si la Patagonia es un cofre y los dinosaurios son sus joyas, la nueva especie recientemente descubierta es su más majestuosa corona.