Es difícil imaginar cómo millones de toneladas de roca
pueden de repente comportarse como un líquido, pero eso es exactamente lo que
pasó cuando un asteroide golpeó la Tierra hace 66 millones de años.
Así afirman científicos americanos que han podido
reconstruir en detalle cada paso del impacto colosal que diezmó a los
dinosaurios.
Las muestras obtenidas del cráter formado después de la
colisión han permitido concluir que las rocas han sufrido un proceso de
“fluidificación“. En otras palabras, el material pulverizado comenzó a
comportarse como una sustancia similar al agua.
Científicos liderados por Molly Range, de la Universidad de
Michigan Ann Arbor, usaron dos modelos para la simulación. Uno para el impacto
inicial de un asteroide de 14 kilómetros de diámetro en aguas poco profundas y
otro centrado en la consiguiente diseminación de agua desplazada por todo el
océano Antiguo.
Inicialmente, se crearía casi instantáneamente un espacio
cóncavo de unos 30 kilómetros de profundidad y 100 kilómetros de diámetro.
La inestabilidad del terreno causaría más tarde el colapso
dentro de las orillas del cráter. El colapso generaría, a su vez, una reacción
de rebote del fondo del cráter a alturas superiores a los Himalayas.
Estos gigantescos movimientos se estabilizarían en un
momento dado, y lo que quedaría sería un cráter de unos 200 kilómetros de
diámetro y un kilómetro de profundidad. Ese cráter es precisamente el que está
enterrado bajo una capa de sedimentos en el Golfo de México, cerca del puerto
de Chicxulub.
El modelo se llama “modelo de colapso dinámico de formación
de cráter”, y el impacto que describe sólo es posible si las rocas, por un
corto período, pierden su solidez y fluyen sin fricción.
Un nuevo estudio presenta evidencia de este proceso, basado
en material de perforación de rocas de un anillo de pico en el centro de la
depresión de Chicxulub. Los anillos de pico son formaciones de grandes cráteres
de impacto, creadas por la elevación del suelo después de las colisiones.
“Lo que descubrimos al examinar el material de la roca es
que se había fragmentado”, dijo Ulrich Riller, investigador de la Universidad
de Hamburgo, en Alemania. “La roca fue aplastada y rota en fragmentos diminutos
que inicialmente tenían milímetros. Esto produjo un comportamiento similar a un
fluido que explica la base plana del cráter, algo que caracteriza al Chicxulub
y otros casos de grandes impactos, como en la Luna.”
La fluidificación no es un proceso de derretimiento de la
roca, sino de fragmentación de la roca por inmensas fuerzas vibratorias,
explica Sean Gulick, de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, y uno de
los líderes del equipo de perforación.
“Es un efecto de presión, un daño mecánico. La cantidad de
energía que pasa por estas rocas es equivalente a terremotos de magnitud 10 u
11. Se Estima que todo el impacto tuvo una energía equivalente a 10 mil
millones de bombas de Hiroshima.”
Después de la fragmentación y, fluidificación las rocas recuperaron su solidez para formar
el anillo del cráter. Este retorno al estado sólido puede verse en las muestras
obtenidas.
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