martes, 5 de diciembre de 2023

Nuevos fósiles ponen en evidencia la complejidad de clasificar el linaje de los silesáuridos

Estos animales vivieron hace entre 247 millones y 208 millones de años y aún persisten las dudas al respecto de si puede definírselos como dinosaurios

En azul, una parte de los elementos óseos de los nuevos silesáuridos hallados.
Imagen: Gabriel Mestriner.

AGENCIA FAPESP/DICYT – Un conjunto de fósiles rescatados en el estado de Rio Grande do Sul, en el extremo sur de Brasil, le imprime una nueva capa de complejidad al estudio de la historia evolutiva de los silesáuridos, un linaje de animales dinosauromorfos (los dinosaurios y sus parientes cercanos) que vivieron hace aproximadamente entre 247 millones y 208 millones de años, durante el período Triásico.

En un estudio publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology, científicos de Brasil y de Estados Unidos muestran que, aun con los nuevos fósiles, sigue haciéndose difícil determinar en dónde se encuadran dichos animales en la línea evolutiva de los dinosaurios.

Los referidos restos fósiles fueron hallados en el año 2014 en un yacimiento llamado Waldsanga, en Río Grande do Sul, que forma parte de la formación Santa Maria, uno de los cuerpos rocosos más ricos en fósiles de Brasil. Los huesos corresponden a más de un ejemplar, lo que suscita una cierta incertidumbre acerca de si habrían pertenecido a una sola especie, aunque las evidencias así lo indican. Antes que nada, estos restos fósiles constituyen un importante registro referente a los animales que vivieron en ese lugar durante el período Triásico.

Se trata de la cuarta especie de silesáuridos hallada en Brasil, y la segunda de la edad Carniense, hace entre 237 millones y 227 millones de años. Y se la conoce por las siglas UFSM 11579, toda vez que el material óseo se encuentra depositado en el Laboratorio de Estratigrafía y Paleobiología de la Universidad Federal de Santa Maria (UFSM).

“Al insertar las características del espécimen en diversas filogenias [historias evolutivas] del grupo, se mantuvo como una cuestión abierta si los silesáuridos eran dinosaurios o sus parientes cercanos. De todas maneras, las evidencias anatómicas y filogenéticas validan los nuevos hallazgos como pertenecientes al linaje de los silesáuridos, aunque no clasificados como una nueva especie” comenta Gabriel Mestriner, primer autor del estudio, realizado como parte de su doctorado en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FFCLRP-USP) con beca de la FAPESP.

“Por tratarse de un material desarticulado, y teniendo en cuenta lo inestable contexto evolutivo del grupo, arribamos a la conclusión de que, en ese caso, el agregado de una especie más no haría sino agravar una problemática ya existente en lugar de aportar soluciones”, añade.

Los silesáuridos eran animales mayoritariamente cuadrúpedos que medían entre uno y tres metros de longitud. Tenían largas patas traseras, mientras que sus patas delanteras eran delgadas. Existen registros de su existencia en los territorios que actualmente constituyen América del Sur, América del Norte, África y Europa. La primera especie, Silesaurus opolensis, fue descrita en 2003 con base en fósiles desenterrados en Silesia, Polonia. De allí el nombre de la especie que le dio origen al grupo.

“Esa primera especie descrita es la que posee el esqueleto más completo, aparte que son varios ejemplares los que sirven de referencia. Desde ese entonces, las otras alrededor de diez especies se describieron con base en un material más fragmentado”, comenta Júlio Marsola, coautor del estudio, quien llevó a cabo una parte de su posdoctorado en la FFCLRP-USP con beca de la FAPESP. Marsola es en la actualidad docente de la Universidad Tecnológica Federal de Paraná (UTFPR), en la misma región sur de Brasil, en la ciudad de Dois Vizinhos.

El referido trabajo integra el proyecto intitulado “Exploración de la diversidad de los dinosaurios del Cretácico Sudamericano y sus faunas asociadas”, apoyado por la FAPESP y coordinado por Max Langer, docente de la FFCLRP-USP y director del estudio publicado ahora.

“Si bien muchas especies han sido descritas con base en pocos huesos, el problema mayor de este grupo no es la falta de material. Eran animales con una anatomía ambigua, con partes de sus esqueletos similares a las de los dinosaurios y otras no tanto. Por eso se hace difícil definir su parentesco”, explica Langer.

Con dientes distintos

En otro estudio, publicado en 2021, los investigadores ahondaron en la compresión de una característica que suministró nuevas evidencias sobre el parentesco de los silesáuridos. Al analizar los dientes de cuatro especies, incluso de especímenes del fósil ahora descrito, el grupo observó que en general la implantación dentaria de los silesáuridos estaba fusionada en el hueso. Por ende, no había una capa de ligamento (un tejido blando) entre el hueso alveolar y los dientes, tal como en los dinosaurios y en los actuales cocodrilos.

“Pero al mismo tiempo, algunos de los dientes analizados exhibieron una configuración más cercana a la de los dinosaurios y los cocodrilos, como si los silesáuridos estuviesen yendo evolutivamente en esa dirección y representando así un estadio intermedio entre la condición ancestral [dientes fusionados] y la condición derivada [dientes sostenidos por ligamentos]”, explica Mestriner, quien realizó este trabajo durante su maestría en la FFCLRP-USP, con una pasantía en el Virginia Tech (Estados Unidos) y en la Universidad de Alberta (Canadá).

La nueva configuración puede verse en los dientes de los mamíferos, incluso en los propios humanos, y se la considera como una importante ventaja evolutiva con relación a nuestros ancestros no mamíferos, toda vez que el complejo de ligamentos funciona como un sistema de amortiguación que ayuda a reducir el impacto mecánico que se produce al morder un alimento duro, por ejemplo.

Con todo, la información de la implantación dentaria no fue suficiente como para diferenciar a los silesáuridos con relación otros dinosauromorfos. Pero los aleja un poco más de los dinosaurios, lo cual vuelve más probable que constituyan un linaje de animales muy cercano, sin ser estrictamente dinosaurios.

Para Langer, quien coordinó los estudios, más importante que seguir nombrando nuevas especies es entender la historia evolutiva de los grupos. Esto puede hacerse con base en los datos existentes, tales como los fósiles depositados en los museos.

“Necesitamos estudios filogenéticos con un mayor nivel de detalles. Investigadores que se aboquen a estudiar las colecciones, que estudien todos los fósiles de aquel grupo y que encuentren características que indiquen parentescos dentro del grupo o entre grupos. Los bancos de datos existentes actualmente están elaborados con base en esos estudios, que escasean. Es un trabajo duro, pero, si no, no es posible avanzar”, culmina diciendo el investigador.

dicyt.com

Siguiendo los pasos del Pérmico en la cordillera de los Pirineos

Hace unos 252 millones de años, durante la transición del Pérmico al Triásico, tuvo lugar un período de aproximadamente un millón de años de enormes erupciones volcánicas que liberaron una gran cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera. Esto tuvo un impacto profundo en el clima global y provocó una serie de desequilibrios atmosféricos, culminando en la catástrofe conocida como “la Gran Mortandad”, que constituyó la extinción más masiva y devastadora de la historia de la vida en la Tierra. El cataclismo provocó la desaparición de aproximadamente el 90% de todas las especies que habitaban el planeta debido a una atmósfera muy pobre en oxígeno y una acidificación de los océanos. Muchos grupos de vertebrados no sobrevivieron a este cataclismo y ahora solo los conocemos a través del registro fósil.

Recreación del paleoambiente del Guadalupiense en el Berguedà (Cataluña) y la fauna relacionada: a la izquierda, un Brontopus, a la derecha parcialmente oculto un Dromopus y al fondo a la derecha, dos ejemplares de Hyloidichnus. (Imagen: Roc Olivé / © Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont. Con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Economía, Industria y Competitividad)

Ahora, un equipo de investigación del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) ha estudiado dos épocas anteriores a esa fulminante extinción, el Cisuraliense (o Pérmico inferior), que comenzó hace unos 298 millones de años, y el Guadalupiense (o Pérmico medio), que comenzó hace unos 273 millones de años.

El personal investigador del grupo de investigación en Paleobiología Computacional del ICP ha descrito un cambio en las faunas que se produjo en la transición entre esas dos épocas como resultado de un cambio ambiental. El estudio parte del registro fósil de tres yacimientos ubicados alrededor de Castellar de n'Hug, en la comarca del Berguedà (Cataluña) y combina el análisis de estratigrafía y sedimentología para comprender cómo se depositaron las rocas, y paleontológico para conocer los organismos que poblaron esta área.

El estudio concluye que durante el Cisuraliense, el ambiente en esta zona de lo que hoy es la comarca catalana del Berguedà correspondía a un paisaje con grandes ríos meandriformes y llanuras de inundación que coexistían con la actividad volcánica. Posteriormente, durante el Guadalupiense, el clima habría pasado a ser más árido y tendría un aspecto similar al actual Valle de la Muerte californiano durante gran parte del año. En este paisaje desértico predominaban lagos secos con grietas de desecación que se inundaban con lluvias monzónicas. Esta agua permitía el resurgimiento de muchas formas de vida, entre ellas varios grupos de tetrápodos (animales de cuatro patas) que han dejado su huella en el registro fósil.

Aunque el registro fósil de huesos de tetrápodos del Pérmico en el ecuador de Pangea es escaso, sí existe un importante registro de icnitas (huellas fósiles) que permite estudiar las comunidades de vertebrados de esa época. “Durante el Cisuraliense, cuando el ambiente era de tipo fluvial con vulcanismo activo, hemos detectado la presencia de animales anfibios que dejaron unas huellas llamadas Batrachichnus, similares a las que haría una salamandra pequeña”, comenta Chabier De Jaime, investigador predoctoral del ICP y primer firmante del estudio. “También encontramos rastros de amniotas, reptiles que dejaban huellas típicas en el registro del Pérmico llamadas Hyloidichnus y Dromopus, o pararreptiles, identificados por la especie de icnita Pachypes, además de otra de tetrápodo que no hemos podido determinar”, continúa De Jaime.

Por otro lado, en las huellas asociadas al Guadalupiense (de ambiente seco y con lluvias monzónicas), aparecen los terápsidos, un orden de sinápsidos del cual derivan los mamíferos. El equipo de investigación ha detectado la presencia de la huella denominada Brontopus, producida por grandes terápsidos que habrían tenido un rol carnívoro en este ecosistema, lo cual es poco común en el registro fósil.

“Estos carnívoros convivían con captorrínidos, unos reptiles tipo lagartos que podían llegar a medir un metro de largo y son las primeras faunas herbívoras conocidas que seguramente se alimentaban de coníferas, colas de caballo (equisetáceas) y helechos”, explica Josep Fortuny, investigador y jefe del grupo de investigación en Paleobiología Computacional del ICP. "Aunque menos abundantes, también encontramos huellas de pararreptiles, pero lo evidente es que en este clima tan seco dejan de registrarse anfibios", añade Fortuny.

Para el análisis de las icnitas se utilizó la técnica de la fotogrametría, que consiste en tomar fotografías cubriendo los 360 grados del fósil desde diferentes perspectivas para obtener un modelo 3D y analizar cómo caminaban animales como el que produjo el morfotipo Brontopus.

Además de De Jaime y Fortuny, el equipo de esta investigación ha contado con la participación de Eudald Mujal (ICP y Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart), Oriol Oms (Universidad Autónoma de Barcelona), Arnau Bolet (ICP, Universidad de Granada y Universidad de Bristol), Jaume Dinarès-Turell (Instituto Nacional italiano de Geofísica y Vulcanología) y Jordi Ibáñez-Insa (GEO3BCN, del CSIC).

El estudio se titula “Palaeoenvironmental reconstruction ofa lower to middle Permian terrestrial composite succession from the Catalan Pyrenees: implications for the evolution of tetrapod ecosystems in equatorial Pangaea”. Y se ha publicado en la revista académica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. (Fuente: Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont)

noticiasdelaciencia.com

Revelaciones de fósiles sobre la geografía de hace 490 millones de años

Reconstrucción aproximada del aspecto que debía tener en vida uno de los
 tipos de trilobites estudiados. (Ilustración: Nobu Tamura)
La distribución de la tierra firme en nuestro mundo ha cambiado mucho a lo largo de millones de años. En el pasado lejano, partes de continentes hoy muy separados eran sectores adyacentes de otros continentes. Averiguar dónde estaba en el pasado lejano cada parte de cada uno de los continentes actuales es una labor muy difícil. Encontrar fósiles de especies de las que se sabe que solo vivían en una zona concreta puede revelar qué territorios actuales eran parte de esa zona en una época de la Tierra.

Los trilobites son criaturas marinas extinguidas con cabeza en forma de media luna que respiraban por las patas. En su época fueron muy abundantes y hubo bastantes especies, cada una con sus características ecológicas propias.

Un hallazgo de fósiles de trilobites en un yacimiento paleontológico en la costa de una isla de Tailandia conocida como Koh Tarutao está ayudando a encajar algunas piezas del rompecabezas de los continentes antiguos.

Los fósiles investigados son de varias especies de trilobites y datan de hace unos 490 millones de años.

El estudio lo ha llevado a cabo un equipo integrado, entre otros, por Shelly J. Wernette y Nigel Hughes, ambos de la Universidad de California en Riverside, Estados Unidos.

Los fósiles de trilobites quedaron atrapados entre capas de ceniza petrificada en arenisca, producto de antiguas erupciones volcánicas. El material expulsado por esas erupciones se depositó en el fondo marino y formó una capa resistente con cristales de circón.

El circón es químicamente estable, además de resistente al calor y a la intemperie. Es duro como el acero y perdura cuando los minerales de otros tipos de rocas se erosionan. En el interior de estos resistentes cristales de circón, átomos individuales de uranio se descomponen gradualmente y se transforman en átomos de plomo.

Empleando técnicas de radioisótopos, se puede datar cuándo se formó el circón y así averiguar la edad de la erupción, así como la del fósil.

Gracias a ello, no solo se puede saber la edad de los fósiles encontrados sino también conocer con más precisión y certeza dónde estaban en aquella época ciertos territorios, como por ejemplo China, Australia e incluso Norteamérica, sitios donde se han hallado fósiles similares en rocas que no pueden datarse.

Haber encontrado en el yacimiento paleontológico de Koh Tarutao 12 tipos de trilobites que se han visto en otras partes del mundo, pero nunca antes en Tailandia, permite ahora conectar Tailandia con partes de Australia, en la reconstrucción del mapa mundial de hace 490 millones de años.

En aquellos tiempos, esta región se encontraba en los márgenes exteriores de Gondwana, un antiguo supercontinente que incluía África, India, Australia, Sudamérica y la Antártida.

El estudio se titula “Trilobites of Thailand's Cambrian–Ordovician Tarutao Group and their geological setting”. Y se ha publicado en la revista académica Papers in Palaeontology. (Fuente: NCYT deAmazings

noticiasdelaciencia.com

¿Qué animales dejaron huellas similares a las de las aves, 60 millones de años antes que estas existieran?

Estas huellas, según los autores del estudio, establecen el origen de las patas de las aves al menos 60 millones de años atrás.

60 millones de años separan ambas huelllas, muy similares en forma y tamaño.
Abrahams et
Olas de calor, erupciones volcánicas y el comienzo de la deriva continental… Sin duda el periodo Triásico (entre 250 y 200 millones de años atrás) fue muy convulso. Luego llegó el Jurásico con los primeros grandes herbívoros. En los años que hicieron de nexo entre ambos periodos, nacieron muchas especies. Y enigmas, como el de unos animales que dejaron huellas, similares a las de las aves… 60 millones de años antes que estas aparecieran.

En el sur de África existen numerosos yacimientos de fósiles que conservan huellas distintivas de tres dedos que han sido denominadas Trisauropodiscus. Durante muchos años, los investigadores han debatido qué animales podrían haber dejado estas huellas, así como exactamente cuántas especies diferentes (técnicamente llamadas icnoespecies) de Trisauropodiscus existen.

Ahora, en un nuevo estudio, publicado en PlosBiology, un equipo de científicos de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), han reevaluado estas huellas, examinando rastros fósiles físicos junto con materiales publicados en cuatro sitios distintos del sur del continente. Los autores, liderados por Miengah Abrahams, identificaron dos morfologías distintas entre las huellas de Trisauropodiscus, la primera de las cuales es similar a ciertas huellas de dinosaurios que no son de aves, y la segunda es muy similar en tamaño y proporciones a las huellas de las aves.

Estas huellas no coinciden directamente con ningún animal fósil conocido de esta región y período de tiempo. Lo llamativo es que la más antigua de estas huellas, al menos 210 millones de años, es 60 millones de años más antigua que los primeros fósiles corporales conocidos de aves.

Es posible que estas huellas fueran producidas por los primeros dinosaurios, y potencialmente incluso por los primeros miembros de un linaje cercano a las aves, pero el equipo de Abrahams señala que también podría haber otros reptiles, primos de los dinosaurios, que evolucionaron de manera convergente con patas parecidas a las de las aves. Quienquiera haya dejado estas huellas, es obvio para los científicos que establecen el origen de las patas de las aves al menos ya en el período Triásico Tardío.

“Se conocen huellas de Trisauropodiscus en numerosos sitios del sur de África que se remontan a hace aproximadamente 215 millones de años – concluye el estudio-. La forma de las huellas es consistente con las huellas de aves fósiles modernas y más recientes, pero es probable que se trate de un dinosaurio con una pata de pájaro producida por Trisauropodiscus”.

larazon.es

Frente común en favor del patrimonio paleontológico

La Universidad de Burgos y el Ayuntamiento de Salas de los Infantes firman un acuerdo que permitirá a los investigadores de la institución educativa acceder a los fondos del Museo de Dinosaurios y los responsables de este podrán usar los servicios de apoyo de la UBU

El rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos, sella el acuerdo con la alcaldesa
de Salas, Ada Marcos. UBU
La Universidad de Burgos y el Ayuntamiento de Salas de los Infantes han firmado un acuerdo gracias al cual los investigadores de la UBU tendrán acceso a los fondos del Museo de Dinosaurios del Ayuntamiento de Salas y de la Fundación Dinosaurios Castilla y León. A cambio, sus homólogos podrán acceder a los servicios de apoyo a la investigación de la Universidad de Burgos, en las mismas condiciones que los miembros de la UBU.

Durante la rúbrica el rector, Manuel Pérez Mateos, ha destacado el valor del patrimonio de la comarca, especialmente los yacimientos arqueológicos y paleontológicos, "un patrimonio que no está suficientemente reconocido y el primer objetivo de este convenio es justamente poner en valor la riqueza, el interés científico, académico y también turístico que posee", afirmó.

Esta relación, que se prolongará durante 4 años, también abarca la colaboración de investigadores de la Universidad de Burgos en las excavaciones e investigaciones científicas relacionadas con los yacimientos arqueológicos y paleontológicos existentes en la comarca de Salas.

Servirá además de marco para la realización de actividades de divulgación y fomento de la cultura científica como muestras, exposiciones culturales y científicas, talleres y materiales didácticos propios de divulgación científica o desarrollo de trabajos de fin de grado y máster.

Según han relatado en el encuentro, los primeros contactos entre ambas instituciones se produjeron hace unos meses, con una visita del equipo rectoral al municipio, que ha tenido continuidad en posteriores reuniones para concretar los aspectos de colaboración. "Desde el primer momento vimos que tenían gran potencial", ha explicado el rector, que citó expresamente a Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios de Salas.

Por su parte, Ada Marcos Martín, alcaldesa de Salas de los Infantes, comenzaba su intervención calificando de "tesoro" tanto al patrimonio paleontológico como el equipo científico del museo y mostraba su satisfacción por un acuerdo que "permitirá desarrollar todo el potencial que tenemos a nivel científico y divulgativo". Subrayaba el importante aporte que supondrá el aporte humano y tecnológico de la UBU para realizar un trabajo que tendrá gran trascendencia a corto y medio plazo.

La alcaldesa, además, reclamó mayor apoyo institucional, especialmente de la Junta de Castilla y León, dado el gran potencial de atracción turística que tienen los dinosaurios.

Por último, tanto el rector como la alcaldesa, pusieron el foco en el papel de La Estación de la Ciencia y la Tecnología en las actuaciones enmarcadas en este convenio, especialmente para divulgar todo el conocimiento surgido de los yacimientos a través de talleres y charlas.

En este sentido, el rector ha avanzado la próxima exposición que ya se prepara desde la unidad de Cultura Científica e Innovación de la Universidad de Burgos, junto con los responsables municipales de Salas y los del Museo de Dinosaurios. Una muestra que albergará La Estación y que servirá de presentación de este convenio.

Además de su valor científico, cultural y académico, este acuerdo refuerza la vinculación de la Universidad de Burgos con la provincia y refuerza su apuesta por el desarrollo del medio rural. "La firma de hoy pone de manifiesto el valor estos núcleos de población como alternativas al desarrollo profesional y fuente de actividades económicas, sociales y ambientales que frenen la despoblación", según señalan desde la UBU.

elcorreodeburgos.com

viernes, 1 de diciembre de 2023

La UBU y el Ayuntamiento de Salas colaboran en la puesta en valor del patrimonio paleontológico y arqueológico

La Universidad de Burgos y el Ayuntamiento de Salas de los Infantes han firmado el jueves 30 de noviembre un acuerdo gracias al cual los investigadores de la UBU tendrán acceso a los fondos del Museo de Dinosaurios del Ayuntamiento de Salas y de la Fundación Dinosaurios CyL. A cambio, sus homólogos podrán acceder a los servicios de apoyo a la investigación de la Universidad de Burgos, en las mismas condiciones que los miembros de la UBU.

El rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos y la alcaldesa de Salas, Ada Marcos.
Durante la firma el rector, Manuel Pérez Mateos, ha destacado el valor del patrimonio de la comarca, especialmente los yacimientos arqueológicos y paleontológicos “Un patrimonio que no está suficientemente reconocido y el primero objetivo de este convenio es justamente poner en valor la riqueza, el interés científico, académico y también que turístico que posee” afirmó.

Esta colaboración, que se prolongará durante 4 años, también abarca la colaboración de investigadores de la Universidad de Burgos en las excavaciones e investigaciones científicas relacionadas con los yacimientos arqueológicos y paleontológicos existentes en la comarca de Salas. También servirá de marco para la realización de actividades de divulgación y fomento de la cultura científica como muestras, exposiciones culturales y científicas, talleres y materiales didácticos propios de divulgación científica, desarrollo de trabajos de fin de grado y máster…

Los primeros contactos entre ambas instituciones se produjeron hace unos meses, con una visita del equipo rectoral al municipio, que ha tenido continuidad en posteriores encuentros para concretar los aspectos de colaboración. “Desde el primer momento vimos que tenían gran potencial”, ha explicado el rector, que citó expresamente a Fidel Torcida, director del Museo de Dinosaurios de Salas.

Por su parte, Ada Marcos Martín, alcaldesa de Salas de los Infantes, comenzó su intervención calificando de “tesoro” tanto al patrimonio paleontológico como el equipo científico del Museo y mostró su satisfacción por un acuerdo que "permitirá desarrollar todo el potencial que tenemos a nivel científico y divulgativo. También destacó el importante aporte que supondrá el aporte humano y tecnológico de la UBU para realizar un trabajo que tendrá gran trascendencia a corto y medio plazo.

La alcaldesa, además, reclamó mayor apoyo institucional, especialmente de la Junta de Castilla y León, dado el gran potencial de atracción turística que tienen los dinosaurios.

El rector de la UBU, Manuel Pérez Mateos y la alcaldesa de Salas, Ada Marcos.
Por último, tanto el rector como la alcaldesa, pusieron el foco en el papel de La Estación de la Ciencia y la Tecnología en las actuaciones enmarcadas en este convenio, especialmente para divulgar todo el conocimiento surgido de los yacimientos a través de talleres, charlas, conferencias... En este sentido, el rector avanzó la próxima exposición que ya se está preparando desde la unidad de Cultura Científica e Innovación de la Universidad de Burgos, junto con los responsables municipales de Salas y los del Museo de Dinosaurios. Una muestra que albergará La Estación y que servirá de presentación de este convenio.

Además de su valor científico, cultural y académico, este acuerdo refuerza la vinculación de la Universidad de Burgos con la provincia y refuerza su apuesta por el desarrollo del medio rural. La firma de hoy pone de manifiesto el valor estos núcleos de población como alternativas al desarrollo profesional y fuente de actividades económicas, sociales y ambientales que frenen la despoblación.

ubu.es

Cerca de 5.000 personas visitan la exposición “Dinosaurios entre Nosotros” organizada por el Museo de Ciencias Universidad de Navarra

La muestra, creada por el Museo Americano de Historia Natural (Nueva York), ha permanecido en el edificio de Ciencias de la Universidad durante dos meses

Cerca de 5.000 personas han visitado la exposición “Dinosaurios entre Nosotros”, una creación del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York que narra la relación que existe entre los dinosaurios y las aves actuales, y que el Museo de Ciencias Universidad de Navarra ha inaugurado en España. La exposición, que se inauguró el pasado 6 de octubre, ha permanecido en el edificio de Ciencias de la Universidad de Navarra hasta el pasado 25 de noviembre.

“Estamos muy contentos por la acogida que ha tenido esta exposición, que nos ha permitido contar a la sociedad navarra, con base científica y de una manera divulgativa, que los dinosaurios nunca se extinguieron del todo y que están entre nosotros en forma de aves. La alta participación, tanto en las visitas a la exposición como en las diferentes actividades en torno a la misma, nos ilusiona para empezar a trabajar ya en la siguiente”, explica Marie-anne Reynell, directora de Desarrollo del Museo de Ciencias Universidad de Navarra. 

La mitad de las visitas a la exposición han sido niños y niñas de los diferentes colegios e institutos de la Comunidad Foral –de Infantil, Primaria y ESO–: San Juan de la Cadena, CPEIP García Galdeano, José María Huarte, Miravalles-El Redín, Luis Amigó, Amaiur, Regina Pacis, IES Basoko, BHI Eunate, Instituto Mendillorri, San Cernin, Escolapios Tafalla, Irabia-Izaga, Nuestra Señora del Huerto, Colegio público Iturrama, Jesuitas, Colegio Público Mendillorri, Santa Catalina, Colegio Público  Erreniega, Colegio Público Ezcaba, Colegio San Jorge, Sierra de Leire, IES Padre Moret-Irubide, Claret Larraona, Colegio Público Nicasio Landa, CEIP San Francisco de Pamplona.

Entre los asistentes se encuentran también otros centros tales como clínicas, hospitales de día, asociaciones, centro de mayores y colegios de educación especial: El Molino, Centro Ocupacional Tasubinsa, CRPS Félix Garrido, Escuela Tximeleta, Centro de Día Solera, Amavir Mutilva y Escuela Unitaria de Ujué. 

Una conversación científica a diferentes niveles

La exposición ha consistido en paneles explicativos creados por el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, y se ha enriquecido con algunas piezas del Museo de Ciencias Universidad de Navarra (réplica de huevo de Saurópodo, cáscaras de huevo de Titanosáurido, y nidos) y del Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes de Burgos (fémur de Iguanodón, huella terópoda, falange y diente de Pterosaurio, y dientes de Megalosaurídeo, Camarasaurus, Espinosáurido y Tyrannosauroideo).

Además, el Museo de Ciencias Universidad de Navarra ha organizado, en el marco de esta exposición, diversas actividades para todos los públicos, con el fin de fomentar una conversación científica a varios niveles. Por ello, se ha realizado una jornada de formación para profesorado, proyección de documental científico, charlas con expertos en paleontología y evolución, talleres familiares y un programa específico para centros escolares.

“Dinosaurios entre nosotros” está organizada por el American Museum of Natural History en Nueva York con el apoyo del North Museum of Nature and Science (Estados Unidos), el Philip J. Currie Museum (Canadá), el Museo de Ciencias Universidad de Navarra (España), y el Universum Museo de las Ciencias de la UNAM (México). Para el desarrollo de la exposición en Pamplona, el Museo de Ciencias Universidad de Navarra ha contado con el patrocinio de Ayuntamiento de Pamplona, Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) / Ministerio de Ciencia e Innovación, Acunsa y Caja Rural de Navarra, así como con la colaboración de la Fundación Ciganda Ferrer-Colegio El Molino y el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos). 

unav.edu