martes, 5 de diciembre de 2023

HORARIO DEL MUSEO DE DINOSAURIOS EN EL PUENTE DE LA CONSTITUCIÓN 2023

El Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) estará abierto todos los días del Puente de la Constitución.

HORARIO:

Foto: Casa Rural Sixto.
MARTES, 5 DE DICIEMBRE: DE 10:30 A 14:10 H. Y DE 17:00 A 20:00 H.

MIÉRCOLES, 6 DE DICIEMBRE: DE 10:30 A 14:30 H.

JUEVES, 7 DE DICIEMBRE: DE 10:30 A 14:10 H. Y DE 17:00 A 20:00 H.

VIERNES, 8 DE DICIEMBRE: DE 10:30 A 14:30 H.

SÁBADO, 9 DE DICIEMBRE: DE 10:30 A 14:10 H. Y DE 17:00 A 20:00 H.

DOMINGO, 10 DE DICIEMBRE: DE 10:30 A 14:30 H.

LUNES, 11 DE DICIEMBRE: CERRADO.

RESTO DE LA SEMANA: HORARIO HABITUAL.

¡OS ESPERAMOS!

DINOCESTA DE NAVIDAD 2023-2024 DEL MUSEO DE DINOSAURIOS

Desde mañana 6 de diciembre y hasta el 5 de enero si visitas el Museo de Dinosaurios de Salas de los Infantes (Burgos) puedes llevarte una estupenda cesta con artículos de nuestra tienda.






















¡Os esperamos!

Descubren la posible causa de la extinción de un grupo de coníferas a finales del Cretácico

Frenelopsis fue un género de coníferas mesozoicas muy abundante durante el Cretácico, hace entre 145 y 66 millones de años, en las islas y continentes que bordeaban el antiguo mar tropical de Tetis, precursor del Mediterráneo. Estas plantas, de aspecto similar a las actuales sabinas, vivieron formando densas poblaciones casi monoespecíficas en los humedales de agua dulce y salobre, donde producían una gran cantidad de biomasa.

Imagen principal: Detalle de un entrenudo que muestra un extremo libre de una
 hoja doblada hacia abajo (A) y cutícula de Frenelopsis mostrando los estomas
hundidos y alineados (B). (Imágenes: Universidad de Barcelona /
Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont)

Un estudio llevado a cabo por un equipo encabezado por Josep Marmi, del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, ha mostrado que esta conífera presentó una primera etapa expansiva y de elevada biodiversidad durante el Cretácico inferior (hace entre 145 y 100 millones de años), seguida de un largo declive durante el Cretácico superior (hace entre 100 y 66 millones de años).

El equipo lo han integrado expertos en paleobotánica del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano (Universidad de Barcelona), del IRBio y del grupo de investigación de Ecosistemas de Dinosaurios (Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont).

La actual península Ibérica, entonces Iberoarmórica, una paleoisla dentro del archipiélago del mar de Tetis, fue un foco importante de especiación de los integrantes del género Frenelopsis, tanto con especies endémicas como con otras que presentaron una amplia distribución geográfica.

Los últimos representantes de esta conífera datan del Cretácico terminal del Pirineo (hace unos 68-70 millones de años), donde sus restos vegetativos, muy abundantes, fueron precursores del lignito explotado, por ejemplo, en las minas carbón de Fígols, Vallcebre y Saldes (Cataluña).

Contrariamente a lo que sería previsible, el polen de esta conífera, llamado Classopollis, no se ha encontrado en ninguno de los yacimientos del Cretácico terminal del Pirineo, aunque se trata de un polen grande y resistente que se producía en grandes cantidades.

Esta ausencia, junto con el hecho de que se detectan granos de polen abortivos en algunos yacimientos más antiguos, ha llevado a proponer la hipótesis de que las últimas poblaciones de Frenelopsis del Pirineo solo se reproducirían vegetativamente y sobrevivirían como relictos en la paleoisla.

Para confirmar esta hipótesis de la esterilidad masculina, hay que seguir investigando sobre el polen de Classopollis del Cretácico terminal del Pirineo.

El estudio se titula “Evolutionary history, biogeography, and extinction of the Cretaceous cheirolepidiaceous conifer, Frenelopsis”. Y se ha publicado en la revista académica Evolving Earth. (Fuente: Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont)

noticiasdelaciencia.com

Huellas de hace 135 millones de años revelan nueva especie de dinosaurio: el "Farlowichnus rapidus"

Las huellas fueron descubiertas en la Formación Botucatu en Brasil, una zona desértica donde se han reportado hallazgos de numerosos dinosaurios terópodos.

Cretaceous Research
Huellas de dinosaurio encontradas en Brasil revelaron la antigua existencia de una especie desconocida a la que llamaron Farlowichnus rapidus, en honor al destacado paleontólogo James Farlow, de la Universidad Purdue.

De acuerdo con SCI News, las huellas fueron encontradas la Formación Botucatu, cerca de Sao Paulo en Brasil, una de las zonas más ricas en paleontología de Sudamérica, y datan de hace unos 135 millones de años.

Botucatu en particular, ha sido cuna de descubrimientos, especialmente de dinosaurios terópodos o “pata de bestia”, puesto que tenían las extremidades traseras grandes, fuertes y con garras.

Sin embargo, las huellas analizadas ahora en un estudio publicado recientemente en la revista Cretaceous Research, no habían sido vistas antes.

¿Cómo era el Farlowichnus rapidus?

Con este hallazgo, los paleontólogos pudieron determinar que se trataba de un terópodo carnívoro, de tamaño pequeño y muy veloz. Medía aproximadamente 1,5 metros de longitud.

Además, estaba adaptado a las grandes dunas de arena de Botucatu, “de la gran distancia entre las huellas encontradas, se puede concluir que se trataba de un reptil muy rápido que corría sobre dunas antiguas“, explican.

“Farlowichnus rapidus tiene un ángulo de paso muy alto, pasos y zancadas largos y un ancho de vía interno y externo muy estrecho”, dice el paper.

“Las huellas son casi paralelas o sólo ligeramente divergentes desde la línea media; en este último caso, muestran bajas rotaciones de vía positivas y negativas. No se ven marcas de cola ni arrastres”, agregan.

Por el momento, no se han encontrado restos de esta especie más allá de sus huellas, pero todavía queda mucho por explorar sobre ella ahora que se conoce su existencia.

biobiochile.cl

Nuevos fósiles ponen en evidencia la complejidad de clasificar el linaje de los silesáuridos

Estos animales vivieron hace entre 247 millones y 208 millones de años y aún persisten las dudas al respecto de si puede definírselos como dinosaurios

En azul, una parte de los elementos óseos de los nuevos silesáuridos hallados.
Imagen: Gabriel Mestriner.

AGENCIA FAPESP/DICYT – Un conjunto de fósiles rescatados en el estado de Rio Grande do Sul, en el extremo sur de Brasil, le imprime una nueva capa de complejidad al estudio de la historia evolutiva de los silesáuridos, un linaje de animales dinosauromorfos (los dinosaurios y sus parientes cercanos) que vivieron hace aproximadamente entre 247 millones y 208 millones de años, durante el período Triásico.

En un estudio publicado en el Journal of Vertebrate Paleontology, científicos de Brasil y de Estados Unidos muestran que, aun con los nuevos fósiles, sigue haciéndose difícil determinar en dónde se encuadran dichos animales en la línea evolutiva de los dinosaurios.

Los referidos restos fósiles fueron hallados en el año 2014 en un yacimiento llamado Waldsanga, en Río Grande do Sul, que forma parte de la formación Santa Maria, uno de los cuerpos rocosos más ricos en fósiles de Brasil. Los huesos corresponden a más de un ejemplar, lo que suscita una cierta incertidumbre acerca de si habrían pertenecido a una sola especie, aunque las evidencias así lo indican. Antes que nada, estos restos fósiles constituyen un importante registro referente a los animales que vivieron en ese lugar durante el período Triásico.

Se trata de la cuarta especie de silesáuridos hallada en Brasil, y la segunda de la edad Carniense, hace entre 237 millones y 227 millones de años. Y se la conoce por las siglas UFSM 11579, toda vez que el material óseo se encuentra depositado en el Laboratorio de Estratigrafía y Paleobiología de la Universidad Federal de Santa Maria (UFSM).

“Al insertar las características del espécimen en diversas filogenias [historias evolutivas] del grupo, se mantuvo como una cuestión abierta si los silesáuridos eran dinosaurios o sus parientes cercanos. De todas maneras, las evidencias anatómicas y filogenéticas validan los nuevos hallazgos como pertenecientes al linaje de los silesáuridos, aunque no clasificados como una nueva especie” comenta Gabriel Mestriner, primer autor del estudio, realizado como parte de su doctorado en la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de Ribeirão Preto de la Universidad de São Paulo (FFCLRP-USP) con beca de la FAPESP.

“Por tratarse de un material desarticulado, y teniendo en cuenta lo inestable contexto evolutivo del grupo, arribamos a la conclusión de que, en ese caso, el agregado de una especie más no haría sino agravar una problemática ya existente en lugar de aportar soluciones”, añade.

Los silesáuridos eran animales mayoritariamente cuadrúpedos que medían entre uno y tres metros de longitud. Tenían largas patas traseras, mientras que sus patas delanteras eran delgadas. Existen registros de su existencia en los territorios que actualmente constituyen América del Sur, América del Norte, África y Europa. La primera especie, Silesaurus opolensis, fue descrita en 2003 con base en fósiles desenterrados en Silesia, Polonia. De allí el nombre de la especie que le dio origen al grupo.

“Esa primera especie descrita es la que posee el esqueleto más completo, aparte que son varios ejemplares los que sirven de referencia. Desde ese entonces, las otras alrededor de diez especies se describieron con base en un material más fragmentado”, comenta Júlio Marsola, coautor del estudio, quien llevó a cabo una parte de su posdoctorado en la FFCLRP-USP con beca de la FAPESP. Marsola es en la actualidad docente de la Universidad Tecnológica Federal de Paraná (UTFPR), en la misma región sur de Brasil, en la ciudad de Dois Vizinhos.

El referido trabajo integra el proyecto intitulado “Exploración de la diversidad de los dinosaurios del Cretácico Sudamericano y sus faunas asociadas”, apoyado por la FAPESP y coordinado por Max Langer, docente de la FFCLRP-USP y director del estudio publicado ahora.

“Si bien muchas especies han sido descritas con base en pocos huesos, el problema mayor de este grupo no es la falta de material. Eran animales con una anatomía ambigua, con partes de sus esqueletos similares a las de los dinosaurios y otras no tanto. Por eso se hace difícil definir su parentesco”, explica Langer.

Con dientes distintos

En otro estudio, publicado en 2021, los investigadores ahondaron en la compresión de una característica que suministró nuevas evidencias sobre el parentesco de los silesáuridos. Al analizar los dientes de cuatro especies, incluso de especímenes del fósil ahora descrito, el grupo observó que en general la implantación dentaria de los silesáuridos estaba fusionada en el hueso. Por ende, no había una capa de ligamento (un tejido blando) entre el hueso alveolar y los dientes, tal como en los dinosaurios y en los actuales cocodrilos.

“Pero al mismo tiempo, algunos de los dientes analizados exhibieron una configuración más cercana a la de los dinosaurios y los cocodrilos, como si los silesáuridos estuviesen yendo evolutivamente en esa dirección y representando así un estadio intermedio entre la condición ancestral [dientes fusionados] y la condición derivada [dientes sostenidos por ligamentos]”, explica Mestriner, quien realizó este trabajo durante su maestría en la FFCLRP-USP, con una pasantía en el Virginia Tech (Estados Unidos) y en la Universidad de Alberta (Canadá).

La nueva configuración puede verse en los dientes de los mamíferos, incluso en los propios humanos, y se la considera como una importante ventaja evolutiva con relación a nuestros ancestros no mamíferos, toda vez que el complejo de ligamentos funciona como un sistema de amortiguación que ayuda a reducir el impacto mecánico que se produce al morder un alimento duro, por ejemplo.

Con todo, la información de la implantación dentaria no fue suficiente como para diferenciar a los silesáuridos con relación otros dinosauromorfos. Pero los aleja un poco más de los dinosaurios, lo cual vuelve más probable que constituyan un linaje de animales muy cercano, sin ser estrictamente dinosaurios.

Para Langer, quien coordinó los estudios, más importante que seguir nombrando nuevas especies es entender la historia evolutiva de los grupos. Esto puede hacerse con base en los datos existentes, tales como los fósiles depositados en los museos.

“Necesitamos estudios filogenéticos con un mayor nivel de detalles. Investigadores que se aboquen a estudiar las colecciones, que estudien todos los fósiles de aquel grupo y que encuentren características que indiquen parentescos dentro del grupo o entre grupos. Los bancos de datos existentes actualmente están elaborados con base en esos estudios, que escasean. Es un trabajo duro, pero, si no, no es posible avanzar”, culmina diciendo el investigador.

dicyt.com

Siguiendo los pasos del Pérmico en la cordillera de los Pirineos

Hace unos 252 millones de años, durante la transición del Pérmico al Triásico, tuvo lugar un período de aproximadamente un millón de años de enormes erupciones volcánicas que liberaron una gran cantidad de dióxido de carbono a la atmósfera. Esto tuvo un impacto profundo en el clima global y provocó una serie de desequilibrios atmosféricos, culminando en la catástrofe conocida como “la Gran Mortandad”, que constituyó la extinción más masiva y devastadora de la historia de la vida en la Tierra. El cataclismo provocó la desaparición de aproximadamente el 90% de todas las especies que habitaban el planeta debido a una atmósfera muy pobre en oxígeno y una acidificación de los océanos. Muchos grupos de vertebrados no sobrevivieron a este cataclismo y ahora solo los conocemos a través del registro fósil.

Recreación del paleoambiente del Guadalupiense en el Berguedà (Cataluña) y la fauna relacionada: a la izquierda, un Brontopus, a la derecha parcialmente oculto un Dromopus y al fondo a la derecha, dos ejemplares de Hyloidichnus. (Imagen: Roc Olivé / © Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont. Con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Economía, Industria y Competitividad)

Ahora, un equipo de investigación del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP) ha estudiado dos épocas anteriores a esa fulminante extinción, el Cisuraliense (o Pérmico inferior), que comenzó hace unos 298 millones de años, y el Guadalupiense (o Pérmico medio), que comenzó hace unos 273 millones de años.

El personal investigador del grupo de investigación en Paleobiología Computacional del ICP ha descrito un cambio en las faunas que se produjo en la transición entre esas dos épocas como resultado de un cambio ambiental. El estudio parte del registro fósil de tres yacimientos ubicados alrededor de Castellar de n'Hug, en la comarca del Berguedà (Cataluña) y combina el análisis de estratigrafía y sedimentología para comprender cómo se depositaron las rocas, y paleontológico para conocer los organismos que poblaron esta área.

El estudio concluye que durante el Cisuraliense, el ambiente en esta zona de lo que hoy es la comarca catalana del Berguedà correspondía a un paisaje con grandes ríos meandriformes y llanuras de inundación que coexistían con la actividad volcánica. Posteriormente, durante el Guadalupiense, el clima habría pasado a ser más árido y tendría un aspecto similar al actual Valle de la Muerte californiano durante gran parte del año. En este paisaje desértico predominaban lagos secos con grietas de desecación que se inundaban con lluvias monzónicas. Esta agua permitía el resurgimiento de muchas formas de vida, entre ellas varios grupos de tetrápodos (animales de cuatro patas) que han dejado su huella en el registro fósil.

Aunque el registro fósil de huesos de tetrápodos del Pérmico en el ecuador de Pangea es escaso, sí existe un importante registro de icnitas (huellas fósiles) que permite estudiar las comunidades de vertebrados de esa época. “Durante el Cisuraliense, cuando el ambiente era de tipo fluvial con vulcanismo activo, hemos detectado la presencia de animales anfibios que dejaron unas huellas llamadas Batrachichnus, similares a las que haría una salamandra pequeña”, comenta Chabier De Jaime, investigador predoctoral del ICP y primer firmante del estudio. “También encontramos rastros de amniotas, reptiles que dejaban huellas típicas en el registro del Pérmico llamadas Hyloidichnus y Dromopus, o pararreptiles, identificados por la especie de icnita Pachypes, además de otra de tetrápodo que no hemos podido determinar”, continúa De Jaime.

Por otro lado, en las huellas asociadas al Guadalupiense (de ambiente seco y con lluvias monzónicas), aparecen los terápsidos, un orden de sinápsidos del cual derivan los mamíferos. El equipo de investigación ha detectado la presencia de la huella denominada Brontopus, producida por grandes terápsidos que habrían tenido un rol carnívoro en este ecosistema, lo cual es poco común en el registro fósil.

“Estos carnívoros convivían con captorrínidos, unos reptiles tipo lagartos que podían llegar a medir un metro de largo y son las primeras faunas herbívoras conocidas que seguramente se alimentaban de coníferas, colas de caballo (equisetáceas) y helechos”, explica Josep Fortuny, investigador y jefe del grupo de investigación en Paleobiología Computacional del ICP. "Aunque menos abundantes, también encontramos huellas de pararreptiles, pero lo evidente es que en este clima tan seco dejan de registrarse anfibios", añade Fortuny.

Para el análisis de las icnitas se utilizó la técnica de la fotogrametría, que consiste en tomar fotografías cubriendo los 360 grados del fósil desde diferentes perspectivas para obtener un modelo 3D y analizar cómo caminaban animales como el que produjo el morfotipo Brontopus.

Además de De Jaime y Fortuny, el equipo de esta investigación ha contado con la participación de Eudald Mujal (ICP y Museo Estatal de Historia Natural de Stuttgart), Oriol Oms (Universidad Autónoma de Barcelona), Arnau Bolet (ICP, Universidad de Granada y Universidad de Bristol), Jaume Dinarès-Turell (Instituto Nacional italiano de Geofísica y Vulcanología) y Jordi Ibáñez-Insa (GEO3BCN, del CSIC).

El estudio se titula “Palaeoenvironmental reconstruction ofa lower to middle Permian terrestrial composite succession from the Catalan Pyrenees: implications for the evolution of tetrapod ecosystems in equatorial Pangaea”. Y se ha publicado en la revista académica Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology. (Fuente: Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont)

noticiasdelaciencia.com

Revelaciones de fósiles sobre la geografía de hace 490 millones de años

Reconstrucción aproximada del aspecto que debía tener en vida uno de los
 tipos de trilobites estudiados. (Ilustración: Nobu Tamura)
La distribución de la tierra firme en nuestro mundo ha cambiado mucho a lo largo de millones de años. En el pasado lejano, partes de continentes hoy muy separados eran sectores adyacentes de otros continentes. Averiguar dónde estaba en el pasado lejano cada parte de cada uno de los continentes actuales es una labor muy difícil. Encontrar fósiles de especies de las que se sabe que solo vivían en una zona concreta puede revelar qué territorios actuales eran parte de esa zona en una época de la Tierra.

Los trilobites son criaturas marinas extinguidas con cabeza en forma de media luna que respiraban por las patas. En su época fueron muy abundantes y hubo bastantes especies, cada una con sus características ecológicas propias.

Un hallazgo de fósiles de trilobites en un yacimiento paleontológico en la costa de una isla de Tailandia conocida como Koh Tarutao está ayudando a encajar algunas piezas del rompecabezas de los continentes antiguos.

Los fósiles investigados son de varias especies de trilobites y datan de hace unos 490 millones de años.

El estudio lo ha llevado a cabo un equipo integrado, entre otros, por Shelly J. Wernette y Nigel Hughes, ambos de la Universidad de California en Riverside, Estados Unidos.

Los fósiles de trilobites quedaron atrapados entre capas de ceniza petrificada en arenisca, producto de antiguas erupciones volcánicas. El material expulsado por esas erupciones se depositó en el fondo marino y formó una capa resistente con cristales de circón.

El circón es químicamente estable, además de resistente al calor y a la intemperie. Es duro como el acero y perdura cuando los minerales de otros tipos de rocas se erosionan. En el interior de estos resistentes cristales de circón, átomos individuales de uranio se descomponen gradualmente y se transforman en átomos de plomo.

Empleando técnicas de radioisótopos, se puede datar cuándo se formó el circón y así averiguar la edad de la erupción, así como la del fósil.

Gracias a ello, no solo se puede saber la edad de los fósiles encontrados sino también conocer con más precisión y certeza dónde estaban en aquella época ciertos territorios, como por ejemplo China, Australia e incluso Norteamérica, sitios donde se han hallado fósiles similares en rocas que no pueden datarse.

Haber encontrado en el yacimiento paleontológico de Koh Tarutao 12 tipos de trilobites que se han visto en otras partes del mundo, pero nunca antes en Tailandia, permite ahora conectar Tailandia con partes de Australia, en la reconstrucción del mapa mundial de hace 490 millones de años.

En aquellos tiempos, esta región se encontraba en los márgenes exteriores de Gondwana, un antiguo supercontinente que incluía África, India, Australia, Sudamérica y la Antártida.

El estudio se titula “Trilobites of Thailand's Cambrian–Ordovician Tarutao Group and their geological setting”. Y se ha publicado en la revista académica Papers in Palaeontology. (Fuente: NCYT deAmazings

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