Los fósiles de un pequeño dinosaurio bípedo, de hábitos
vegetarianos, revelan que sufrió dos fracturas en su pie izquierdo, además de
artritis, lo que le provocó una cojera que pudo acelerar su muerte.
ADELINE MARCOS (SINC)
Los fósiles de dinosaurios dicen mucho más sobre estos
animales de lo que pensamos. No solo permiten identificar una especie o deducir
su tamaño. A través de la paleopatología, los paleontólogos también pueden
indicar qué enfermedades o dolencias pudieron padecer hace millones de años y
si fueron estas las causantes de su muerte.
"El estudio de las patologías de los animales del
pasado es una ventana abierta para conocer el comportamiento y la biología de
organismos que vivieron hace muchos millones de años", señala a SINC
Penélope Cruzado-Caballero, científica del Instituto de Investigación en
Paleobiología y Geología de la Universidad Nacional de Río Negro en Argentina.
Al analizar las fracturas de los fósiles, pueden aclarar si
estas fueron provocadas por golpes fortuitos o por luchas en épocas de
apareamiento, y sobre todo si sobrevivieron a ellas. En caso de hacerlo, esto
mostraría cómo les afectó tener estas heridas o dolencias en su día a día.
En el dinosaurio se descubrieron dos fracturas que "redujeron en cierto grado la actividad del animal", explica la investigadora Penélope Cruzado-Caballero
En un estudio, publicado en la revista Historical Biology,
la científica, junto al grupo Aragosaurus de la Universidad de Zaragoza,
investigadores de la Universidad del País Vasco y otros centros
estadounidenses, analizó los huesos del pie izquierdo (falanges) aparentemente
dañado de un pequeño dinosaurio bípedo, llamado Othnielosaurus consors, hallado
en el siglo XIX en la Formación de Morrison en el estado de Wyoming, al oeste
de EEUU, que data de unos 150 millones de años de antigüedad.
Los resultados confirman que este animal, de hábitos
vegetarianos y de unos 15 kilos de peso, presentaba tres tipos de patologías en
su pie izquierdo: una forma de artritis de origen metabólico, familiar o
idiopático posiblemente, y dos fracturas –una de impacto y otra de pilón– que
pudieron producirse por dos accidentes a lo largo de su vida.
"Ambas fracturas fueron probablemente bastante
dolorosas y redujeron en cierto grado la actividad del animal. Hemos podido
observar que las fracturas presentan cierto grado de curación, por lo que se
puede pensar que Othnielosaurus sobrevivió con ellas durante un tiempo, aunque
eso implicó dificultades para caminar y posiblemente le provocó una
cojera", comenta Cruzado-Caballero.
Un desenlace fatal
La fractura no estaba totalmente curada en el momento de su muerte
Según los investigadores, las patologías en este individuo
le impidieron desplazarse normalmente, le limitaron a la hora de obtener
alimentos y le ocasionaron un estado de salud más frágil. "Esto pudo
debilitarlo y convertirlo en una presa fácil para los depredadores. La cojera y
la malnutrición pudieron ser las causas últimas que llevaron a este
Othnielosaurus a un desenlace fatal", subraya la investigadora.
La supervivencia de este animal, también conocido como
reptil de Marsh en honor a su descubridor en 1879, –el famoso paleontólogo
estadounidense Othniel Charles Marsh que protagonizó la Guerra de los Huesos
junto a su rival Edward Drinker Cope–, no debió durar mucho tiempo, dicen los autores.
La prueba es que la fractura de impacto no estaba totalmente curada en el
momento de su muerte.
Sin embargo, no queda del todo claro si estas dolencias
contribuyeron directa o indirectamente a su fin, ya que el dinosaurio pudo
eficazmente evitar a depredadores durante un tiempo. Lo que sí confirma el
trabajo es que la presencia de patologías en los pies de dinosaurios y otros
vertebrados terrestres del pasado "pudo condicionar la vida cotidiana de
estos animales", concluye Cruzado-Caballero.
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