sábado, 2 de septiembre de 2023

¿Cómo se defendían los dinosaurios de sus depredadores?

Cuernos, púas, colas como martillos o cuerpos acorazados son algunos de los elementos que los dinosaurios herbívoros pudieron emplear para salvar la vida ante el ataque de los carnívoros.

Estamos acostumbrados a percibir el mundo de los dinosaurios dividido entre cazadores y presas. La divulgación acerca de estos seres fascinantes ha dedicado mucha atención a la vertiente ofensiva: cómo atacaban los dinosaurios, la potencia de bocado de Tyrannosaurus rex o las estrategias que pudieron emplear los velocirraptores. Sin embargo, la naturaleza tiende a equilibrar la balanza de la vida y es pertinente detenernos en el punto de vista de las presas. ¿Qué hacían los dinosaurios herbívoros para no acabar siendo la cena de un depredador? ¿Con qué elementos y maniobras contaban las presas para combatir a sus cazadores?

Cuernos

Recreación de Triceratops. All Visionn / iStock
Una de las primeras escenas exitosas que representó a los dinosaurios fue una pintura de una lucha entre un Tiranosaurio y un Triceratops. El mural fue pintado por Charles R. Knight en 1942 para el Museo Field de Historia Natural y mostraba uno de los usos más evidentes para los cuernos de los dinosaurios: la defensa.

Triceratops no es más que uno de los géneros más famosos entre los ceratópsidos, la familia que incluye a todos los dinosaurios con cuernos. Eran animales herbívoros que vivieron al final de la era de los dinosaurios y evolucionaron en diversos tamaños. Las marcas encontradas en algunos fósiles de ceratópsidos demuestran que fueron atacados por dinosaurios carnívoros. Para hacer frente a sus cazadores, contaban con cuernos de distintas longitudes y grosores, que podían portar sobre el hocico, la frente y/o alrededor del collar óseo que protegía el cuello, una zona del cuerpo delicada y susceptible de recibir la mordedura letal de depredadores como T. rex.

Colas como martillos

Dinosaurios como los anquilosaurios eran capaces de romper huesos
con sus colas. All Visionn / iStock
Otros herbívoros tenían la cola armada con pinchos o gruesas placas óseas que podían utilizar como una lanza o un martillo contra sus cazadores. Dinosaurios como anquilosaurio y Stegosaurios son los ejemplos más conocidos, capaces de aplicar una fuerza descomunal al golpear con el extremo de sus colas. Los depredadores podían sufrir graves lesiones y acabar atravesado por una de estas protuberancias o con algún que otro hueso fracturado a “martillazos”.

De hecho, la fuerza con la que podían golpear con sus colas algunos dinosaurios fue suficiente incluso sin tener ningún “arma” equipada. Los saurópodos, dinosaurios de cuello largo, podían propinar tal latigazo con sus colas que eran capaces de barrer cualquier intento de ataque de los carnívoros más poderosos.

Gigantes imposibles

Recreación de saurópodos. Corey Ford / iStock
Y ya que mencionamos a los pesos pesados, en el mundo de los dinosaurios el tamaño sí importa. Saurópodos como los famosos Diplodocus y Brachiosaurus no debieron ser presas fáciles de cazar sólo por la fuerza y dimensiones a las que el depredador tenía que hacer frente. También forma parte de esta familia de gigantes los titanosaurios, los dinosaurios más grandes que caminaron sobre el planeta Tierra. Atacar a una bestia de 40 metros de largo y 80 toneladas no parece una buena idea.

Armadura

Recreación de Amargasaurus y sus púas en el cuello. AVS Turner / iStock
Los dinosaurios acorazados nos han dejado algunos de los fósiles mejor conservados del mundo y es que su dura piel y estructura ósea, si han sido capaces de resistir al implacable paso de millones de años, también pudieron contra los feroces bocados de depredadores. Corazas, placas óseas, caparazones, incluso pinchos en el cuello como Amargasaurus y cualquier otra armadura dérmica hacían de estos dinosaurios tanques difíciles de abordar por las garras y mandíbulas de sus depredadores.

Algunos casos ni siquiera necesitaban una coraza que le cubriera todo el cuerpo. La familia de los paquicefalosaurios contaba con protuberancias sobre unos cráneos muy gruesos y duros que podían servir, además de para luchar entre ellos, para defenderse de posibles depredadores a cabezazos.

Garras

Recreación de Therizinosaurus. ABelov / Wikimedia
Claro está que los depredadores no fueron los únicos dinosaurios que portaban elementos ofensivos. Los tericinosáuridos reciben este nombre que significa “lagartos guadaña”, y hacían referencias a las descomunales garras que tenían en sus patas delanteras. En concreto, Therizinosaurus es hasta ahora el dinosaurio con las garras más largas conocidas, que podían llegar hasta los 50 centímetros de longitud.

Otras estrategias

Recreación de Parasaurolophus. Warpaintcobra / iStock
Una retirada a tiempo es una victoria y, claro está, la primera intención que podría despertarse en un dinosaurio que se ve acechado es huir. No todos los herbívoros contaron con “armas” en su cuerpo, muchos de ellos eran maestros del camuflaje, sabían por dónde darían esquinazo a sus perseguidores o, simplemente, aunque no levantaran un metro de altura desde el suelo, eran tan veloces que resultaba imposible atraparlos si no era por sorpresa.

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