La necesidad de sobrevivir de los primeros mamíferos los llevó, según un estudio, a vivir poco y reproducirse rápido
Para poder sobrevivir en la época de los dinosaurios, los mamíferos eran pequeños y de vidas muy cortas // MARK WITTON |
La idea de Magalhães es la siguiente: cuando los dinosaurios
gobernaban la Tierra era necesario que los mamíferos, mucho más pequeños,
pudieran reproducirse rápidamente para sobrevivir, lo que significa que los
genes para una esperanza de vida más larga pudieron haber sido descartados
paulatinamente, a medida que avanzaba la evolución.
«Algunos de los primeros mamíferos -asegura el científico-
se vieron obligados a vivir en lo más bajo de la cadena alimentaria, y
probablemente así tuvieron que resistir más de 100 millones de años durante la
era de los dinosaurios, evolucionando hacia una reproducción rápida para poder
sobrevivir. Propongo que ese largo período de presión evolutiva tuvo un impacto
en la forma en que los humanos envejecemos».
La pista de las enzimas
Según el estudio, nuestros ancestros más antiguos en el
linaje de los mamíferos euterios (los que tienen una placenta) parecen haber
perdido ciertas enzimas precisamente en la época de los dinosaurios. Enzimas
cuya misión es reparar el daño causado por la luz ultravioleta. Curiosamente,
incluso los marsupiales y monotremas (miembros de la otra gran rama de los
mamíferos, los metaterios) carecen de al menos una de las tres enzimas
reparadoras de rayos UV, conocidas como fotoliasas. Es difícil decir si esto está
relacionado de alguna manera con una esperanza de vida relativamente más corta,
aunque Magalhães lo ve muy posible.
Una posibilidad es que la pérdida de esas enzimas se deba a
que los mamíferos se volvieron más nocturnos para estar más seguros. Motivo por
el cual, dicho sea de paso, en la actualidad, decenas de millones de años
después, nos vemos obligados que compensar la carencia de ese mecanismo natural
de reparación con cremas y geles solares.
Pero además hay otras señales. Consideremos, por ejemplo,
los dientes: ciertos reptiles, incluidos los caimanes, pueden seguir haciendo
crecer sus dientes durante toda la vida. Algo que los seres humanos,
obviamente, no podemos hacer. Otro resultado de una selección genética que se
remonta muchos millones de años atrás.
«Vemos ejemplos de reparación y regeneración en el mundo animal verdaderamente notables -afirma de Magalhães-. Pero toda esa información genética habría sido del todo innecesaria para los primeros mamíferos, cuya máxima preocupación era la de no terminar como alimento del T. rex».
Por supuesto, hay excepciones, y son varios los mamíferos,
como las ballenas o incluso nosotros mismos, que somos capaces de celebrar
cumpleaños de tres dígitos. ¿Cómo es posible que podamos hacer esto incluso con
las limitaciones impuestas por nuestros ancestros de vida más corta?, ¿O puede
que, de alguna manera, hayamos evolucionado para no vernos afectados por ellas?
Eso es algo, según Magalhães, que habrá que estudiar en futuras
investigaciones.
Comprender mejor los factores que hay tras el envejecimiento
siempre es útil para combatir las enfermedades relacionadas con la edad,
incluidas la demencia y los accidentes cerebrovasculares, y la genética detrás
del 'cuello de botella de la longevidad' podría tener mucho que enseñarnos al
respecto.
«Aunque por el momento sólo se trata de una hipótesis
-concluye Magalhães-, hay muchos aspectos intrigantes que se pueden abordar,
incluida la posibilidad de que el cáncer sea más frecuente en los mamíferos que
en otras especies debido, precisamente, al rápido proceso de envejecimiento».
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